"Cayendo en el juego"
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–“Oooohh sííiii… Sigue así, Tom… No pares”- exclamaba Lucrecia con entusiasmo, al sentir las manos de su cuñado en sus hombros y cuello. Tomás con los ojos cerrados, luchaba arduamente con ese provocador deseo de bajarse el pantalón y empotrar a su cuñada. –“¡Jooodeerr cabróoon! ¡Sí que sabes satisfacer a una mujer!”- comentaba ella, con una sonrisa coqueta trazada entre sus gruesos labios rojos, sabía que esas palabras en doble sentido harían que la concentración del hombre tiemble y anhele dejarse llevar.
–“Tranquilo, ella es tu cuñada, recuérdalo, por más tentadora que sea su voz… su cuerpo, su preciosa cara y esa boquita, no puedes actuar como un salvaje, menos traicionar a April de esa forma”- se dijo a él mismo, olvidando que habían cámaras en su consulta. April con un gran sonrisa apreciaba el espectáculo, todo iba de acuerdo a su plan y solo era cuestión de minutos, para que Lucrecia tuviera la verga de Tomás entre sus labios.
–“Aaaahh… Tommy, sé que la deseas, que quieres cogértela, porque se parece a mí de joven y yo quiero que le rompas el coño y le partas muy bien el orto”- manifestó la madura, jugando con su babeante vulva, que no dejaba de segregar flujos. Tomás alucinaba con la ternura de esa joven piel, comenzaba a escuchar la voz de su esposa diciéndole que hiciera suya a esa muchacha, que recorriera esa voluptuosa figura a besos y caricias, dejando su huella en ella.
–“No, no, no, no”- se repitió moviendo su cabeza de lado a lado, aun no se iba a rendir ante ese acalorado capricho. –“Uuufff… Tommy… Pero que habilidoso eres con esas manos y dedos”- afirmó la muchacha, seduciéndolo otra vez a ir más lejos y probar su ardiente cuerpo. Tomás estaba incomodo al escuchar esas palabras, más al tener su polla empalmada y dura como una roca, rogaba para que Lucrecia no se diera cuenta del estado en que se encontraba.
Ella notó esa rigidez en él, y de acuerdo a lo que había planeado con su hermana, debía dejar de persuadirlo con palabras en doble sentido, para dar paso a la siguiente etapa. Cuidadosamente movió su pie, sin que él se diera cuenta y tocó su entrepierna. El maduro se sobresaltó al sentir el roce y una gota fría de sudor descendió por su mejilla, cómo iba a explicarle a Lucrecia que tenía la verga erecta, sin que ella piense que era un degenerado y formada una mala imagen de él.
La joven por su parte, estaba anonadada con lo que había tocado, era consciente que su cuñado poseía una herramienta de un gran tamaño entre sus piernas, sin embargo, jamás imaginó que la tuviera tan gruesa y dura. El silencio entre los dos se prolongó más de lo normal y April que observaba todo desde la distancia, empezaba a exasperarse al ver que su hermanita no actuaba. Finalmente Lucrecia rompió el hielo y no defraudó a su hermana, se dio vuelta, dejando a la vista sus extravagantes tetas.
Tomás intentaba desviar su mirada, pero sus ojos quedaban quitos, admirando esos enormes y redondos senos. Suspirando de manera densa, se preguntaba ¿qué era lo que buscaba esa chica?, ¿por qué le enseñaba sin ninguna vergüenza sus hermosos pechos?, ¿acaso buscaba llamar su atención o seducirlo?, porque de ser así ya lo había logrado, él estaba en sus manos, ansiando bajarse los pantalones, para follarle esas tetazas, morderla, estrujarla, chuparlas y bañarla con su leche.
Aun con todo en contra, él dio un paso hacia atrás, buscando una pequeña brecha que le permitiera escapar de esa situación. La imagen de su esposa era suficiente para negarse, cuando todo su ser estaba deseando hacer bufar a esa joven traviesa que tenía en frente. –“Tom, ¿estás bien?”- consultó la chica, usando un tono de voz muy similar a la de April, embrujando más al maduro que iniciaba a proyectar la imagen de su mujer en Lucrecia, que iba disminuyendo la distancia entre ambos.
–“No, no, no… Ella no es tu Princesa”- se dijo al mismo, resistiéndose a algo que ya era inevitable. –“Pero se parece tanto a ella cuando era joven, que me es imposible no fantasear que puedo cogerme a la versión joven de mi esposa”- agregó en su mente confundida. –“¿Qué estoy diciendo?, ella es mi cuñada, o por lo menos así se ha presentado. Además, si hablamos de personas que se parecen a April, Vanessa es su viva fotocopia”- argumentó sin dejar de mirar a la jovencita, quien no perdía el tiempo y se iba desnudando.
–“Joder, que buena que está esta pendeja. No solo tiene unas tetas grandiosas, sino unas curvas infernales. Su cintura y caderas, son perfectas, sus muslos algo más carnosos que los de April, pero fuera de eso, sus piernas son idénticas, hasta el mismo lunar tienen”- expresó, dando un paso hacia adelante, aproximándose a ella. –“¿Princesa? April, eres tú ¿verdad? Has venido a cumplirme mi fantasía, ¿no es así?, de cogerte cuando tenías 20 años y yo siendo un cuarentón”-
Tomás ya no razonaba, había sido totalmente engatusado por esa chica y su parecido a su mujer. Sin que ella terminara de quitarse el pantalón, él la pegó a su cuerpo y la besó apasionadamente. Lucrecia quedó asombrada, no esperaba que la besaran con tanta vehemencia, era como si él intentara quitarle la lengua. La joven se estremecía al experimentar lo que su hermana tenía día a día, un beso lleno de amor y deseo sexual, dulzura y pasión, envueltas en fuego.
Los dedos de él, eran como llamas que marcaban con el tacto, sentía que su suave piel era derretida por esas yemas. Al desprenderse de sus bocas, unas hebras de baba se formaron. Ella suspiró, recuperándose de ese sofocante beso. Tomás seguía viendo a su esposa en Lucrecia, por lo que no retrocedía y continuaba con ese lascivo encuentro. Sus atrevidos dedos, acariciaron con mimo el coño de la muchacha, ella gimió, retorciéndose ligeramente de placer, mientras desbrochaba el cinturón de él.
Se miraron fijamente a los ojos, ella con cierta inocencia, en cambió él absorto en su fantasía. April en su habitación, apaciguaba sus chillidos al morder una camiseta de su esposo. El aroma de este, todavía estaba impregnada en ella, haciendo que el cuerpo de la mujer, se regocijada. Diana en tanto se alistaba para salir y seguir con el plan para atrapar a Tomás. Lucrecia agachada, le bajaba el pantalón a su cuñado, junto con su bóxer, liberando ese tronco que se bambaleó levemente.
–“¡Guao!… Sí que es grande”- expresó la muchacha atónita por esa polla que tenía frente de sus ojos. Su forma, tamaño y hedor, eran hipnotizantes, provocando que Lucrecia quisiera envolverlo entre sus labios, una sensación que solo experimentó con Timeo y no pensó sentirlo en otro hombre. Abriendo su boca y sacando su lengua, fue aproximándose a esa tranca que chorreaba su líquido preseminal. –“Es toda tuya”- murmuró él, –“Embúchate todo lo que quieras hasta quedar satisfecha, Prince…”-
Fueron breves segundos en que titubeó, pero lo suficiente para salirse del embrujo de esa muchacha. –“¡Lucrecia, no!”- exclamó, apartándose de ella, con un barullo en su mente, sin encontrar una respuesta, hasta que esa misma chica le pidió que se calme. –“Tranqui, cuñis… April me autorizó para venir a complacerte”- murmuró, –“¿A-April? ¿E-e… ella lo autorizó?”- preguntaba desconcertado, al mismo tiempo que esa joven se arrodillaba de nuevo y tomaba esa gruesa tranca entre sus manos.
Lucrecia: Así es… Ella me pidió que lo hiciera, para que te cumpla una fantasía.
Tomás: ¿Fa-fantasía?
Lucrecia: Me dijo que hace un tiempo, soñaste que ella volvía a tener 20 y tú seguías de 40, y terminabas follándotela como un animal. Así que, estoy aquí para cumplirte esa fantasía, actuaré como ella y puedes llamarme por su nombre, no voy a enojarme por eso, Tom.
Sin saber si esa chica decía la verdad o no, Tomás dejó de oponerse a la lujuria y dejó que fluyera.
Tomás: Ok… Ven y cómeme la polla, April.
Dijo, viendo cómo la muchacha pasaba su lengua por la glande, recogiendo con ella el esperma que había en esa cabezota. –“¡Aaahhh! ¡Sigue así April!”- exclamó de gozo, a la vez que en sus pensamientos se decía: –“Vanessa… Vanessa, por más que se parezca a su madre, no puedo dejar de verla como mi Princesita, mi hija. En cambio a esta chica que apenas conozco, podría llamarla April y creer que es ella, definitivamente es ella”-
Pesé a que solo jugaba con la punta de ese sable, Lucrecia tenía en donde quería a Tomás, rendido, gimiendo y llamándola por el nombre de su hermana. La joven se relamió y observó justo donde se encontraba una de las cámaras, con una sonrisa, sabiendo que April la estaba mirando. Ella siguió mamando, lamiendo ese falo y chupando esos huevos, no había sector en ese miembro viril que no dejaba sin marcar. Después de la felación, Lucrecia pasó hacerle una cubana, que dejaría a Tomás con las piernas temblando.
Su fuerte claramente no era mamar sino pajear con sus tetazas. Tomás observaba atentamente cómo su verga desaparecía entre esos pechos y solo su glande sobresalía, apuntando hacía la boquita de ella. Quería estallar como una fuente de agua y embadurnar esos senos y labios con su cálido semen, sin embargo, justo cuando iba a hacerlo, ella se detuvo, dejándolo con las ganas. –“Uuuhh… Eso estuvo intenso”- aseguró, colocándose de pie, –“Ahora es tu turno de complacerme”- añadió, quitándose su braga empapada.
A Tomás se le iluminaron los ojos al ver ese coñito depilado y brillante, el aroma de juventud que desprendía era tan estimulante como el perfumen de su mujer. –“Vamos Tommy, no te me quedes mirando y enséñame lo que sabes hacer”- afirmó la muchacha, sintiendo un cosquilleó en su pubis y las ganas de descubrir las habilidades de su cuñado. –“Perdón, mi amor. Me quedé embelesado por tu figura, si fuera artista como mi hermano, estoy seguro que haría una escultura tuya”- expresó.
La chavala soltó una carcajada al oírlo, ella a diferencia de April, carecía del romanticismo, pero esa bufonería no echaría a perder el momento, pues el hombre lo tomó como algo natural de su corta edad. Levantándole el mentón, se acercó a ella y con el mismo ímpetu que antes la besó, dejándola nuevamente en llamas y ansiosa por descubrir que tan bueno era su cuñado en el sexo. Cargándola la llevó hasta su escritorio en donde tiró los papeles que tenía al piso y la recostó con delicadeza.
Desde esos labios rojos, descendió hasta el húmedo coño de Lucrecia, en una línea recta dejando sus besos tallados en esa tierna piel. Unas gotitas de sudor quedaron en su boca, él pasó su lengua por sus labios, cataron ese néctar que era salado. Su aliento al estar tan cerca de la vulva de la joven, hacía que ella tuviera un par de espasmo y se mordiera los labios de nerviosismo. Tomás se saboreaba la boca, mientras que su mano bajaba sobre ese abdomen hasta llegar a ese chochito.
Con sus yemas tocó los labios mayores, ese solo roce hizo que el cuerpo entero de Lucrecia se retorciera en el escritorio y arquera la espalda. El pecho de ella se inflamaba y él iba conociendo ese coñito con sus acaricias. Continuó con su estudio, introduciendo un par de dedos dentro de esa cuevita ferviente, percatándose que era un lugar muy cálido, estrecho y flexible, ideal para su verga. Lucrecia solo gemía era incapaz de formular una palabra entre tanto regocijo.
Ella pensaba que Timeo no la había dado tanto placer como el que le estaba dando su cuñado, con sus dedos. Le quedaba claro que su hermana había pulido a ese hombre hasta hacerlo un experto en satisfacer mujeres. Era delicado y algunas veces algo bruto, pero solo cuando era necesario, parecía no perder los estribos y ser violento. –“Oooohhh dios míooooo”- jadeó, arqueando su cuello y mirando a la puerta, mientras sus piernas temblaban, estaba cerca de llegar al orgasmo, pero al igual que ella, Tomás se detuvo justo.
Lucrecia: Uuuuff… Uuuuuhh… Uuuuff… ¿Po-por qué paraste?
Tomás: Ya lo sabrás, cariño.
Contestó el maduro, chupando sus dedos que estuvieron hurgando ese coñito. Aun con el sabor de los melosos fluidos de ella en sus labios, Tomás se fue aproximando a ese chochito. –“April”- murmuró un par de veces, mientras besaba esos carnosos muslos y degustaba del dulce sabor de esa chica, antes de zampar su boca en la vagina de ella. –“Aaaahh síííiii”- exclamó la muchacha arqueando todo su cuerpo y sintiendo un punzón electrizante.
Tomás se perdía entre esos inocentes gemidos y recordaba la primera vez en que le comió el coño a su mujer. Aquella vez, él era un total inexperto, solo por instinto fue capaz de complacer a su Princesa, pero con el tiempo, fue mejorando y sabiendo precisamente cómo dar sexo oral. Ella le había enseñado todo lo que hoy sabía, quería demostrarle lo buen amante que se había hecho por ella, por eso, estaba tan afanado comiendo el coñito de Lucrecia, mientras en su mente seguía creyendo que era el de su mujer y repetía su nombre.
La muchacha no resistió más ante la exquisita comida de coño que le estaban dando, y aferrándose del cabello de su cuñado, comenzó a convulsionar. –“¡Aaaayy dios míooo! ¡Sí, Tom! ¡Sí!”- expresó Lucrecia. Ella quedó tumbada en el escritorio, sin mover un músculo por unos minutos, Tomás en tanto se embriagaba con esos jugos tan refrescantes. Mordiendo sus labios se colocó de pie y envolvió entre sus brazos a la joven, cargándola, la pegó a su cuerpo y le devoró la boca.
Lucrecia en su mente admitía que el esposo de su hermana era un verdadero semental, de tal manera que, lo que había iniciado como un juego para ella, ahora se había transformado en una adicción. Apoyando sus manos en la pared, levantó su gorda cola y la meneó de lado a lado, llamando a su cuñado, para que le diera duro con esa robusta verga que poseía. Tomás atolondrado, admiraba la escultural silueta de la muchacha, no tenía palabras para describir lo candente que se veía.
Él dejó su polla reposando en los macizos glúteos de la chavala, mientras le susurraba en el oído lo hermosa que era. –“Uuufff… April, entre más te miro, más cuenta me doy que soy un afortunado por ser tu esposo. Sé que tu amor por mí es incondicional, pero déjame demostrarte a tu versión de 20 años, que tan bueno soy ahora a los 40”- manifestó, haciendo que la jovencita se mordiera los labios y se dijera a ella misma: –“Ya me has demostrado lo bueno que eres, pero de todas maneras dame esa verga cuñado, cógeme duro contra el muro”-
Tomás mordiéndole el lóbulo fue perfilando su polla, dejando la punta lista para ensartarla en esa cuevita abrazadora. Lucrecia pegó un fuerte grito, que retumbó por las paredes, no era la primera vez que tenía algo tan grande y grueso en su interior, sin embargo, desde el primer segundo no sintió ningún tipo de incomodidad, solo gozo. Él comenzó a mover su pelvis, a un ritmo bajo pero que fue aumentando, hasta que sus arremetidas eran colosales. –“Aaahh, mi yo de 20 años, temía de darte así de intenso porque no quería lastimarte, pesé a que tú insistía”- dijo. –“Pero ahora sé cómo hacerlo, sin dañarte y todo gracias a ti”- agregó.
–“Ooohhh diooooosss… Oooooooooohh diiiiooooooosss… Oooooh dios mío…”- exclamaba la muchacha al ser penetrada tan bruscamente. Ella sentía como su vagina tenía contracciones con cada estocada, el desgarrador dolor era un denso jolgorio, que la hacía pedir por más. –“Uuuhhh… Cu-cu… Cuñado… Machácame el coño, destrózamelo e impregna tu leche en él”- aseveró olvidándose de su papel. Tomás, que se hallaba en un plano entre la realidad y la fantasía, le dio un nalgazo y le dijo que no era su cuñado, pero Lucrecia ya no podía seguir jugando ser April.
Lucrecia: Ooohh… Que bien follas cabrón, se nota que mi hermana te domestico bien.
Tomás: N-no… No hables de ella…
Lucrecia: Mmmhhggg… Uuuuhhh… To-Tomás, abre los ojos, no soy April, soy tu cuñada, dejémonos de juegos.
Tomás: No arruines mi fantasía, putita.
Lucrecia: Hhhmmm… Dioooss… T-te… Te das cuenta que pude haberte mentido y le estás siendo infiel a mi hermana, conmigo.
Tomás: Si fuese el caso, no me arrepentiría, quería cumplir mi fantasía y sé que mi Princesa va a entender, pero me aseguraré que tú no vuelvas hablar con ella, nunca más.
Lucrecia: Que malo eres, cuñis… Y yo que te he dado mi coño para que cumplas tu fantasía…
Ambos mantenían sus cuerpos pegados, copulando intensamente, mientras sus ojos se miraban fijamente. Tanta charla los dejó con los labios secos así que a través de un fogoso beso, los dos humedecieron sus bocas. Esos suaves y gruesos labios rojos, estimulaban mucho a Tomás, aun cuando ya habían dejado de lado la fantasía. Lucrecia por su parte, se afirmaba en él, mientras experimentaba otro gran orgasmo, recordando al único chico que había amado y tomó su virginidad.
Tomás: Joooder… No aguanto más…
Expresó un agitado Tomás, con su polla palpitante.
Lucrecia: Hazlo adentro, cuñado…
Le solicitó la muchacha, sin embargo, él fue retirando cuidadosamente su tranca, dentro de esa maravillosa vulva.
Tomás: No… No eres April, así que no voy a correrme dentro de ti.
Lucrecia: Que aguafiestas eres.
Ella aceptando que no tendría el semen de su cuñado inundando su útero, se colocó de rodillas, abriendo la boca, esperando que por lo menos le diera leche por ahí. Tomás tenía otros planes, puso su verga entre las tetas de la muchacha, las tomó y empezó a follarlas hasta que finalmente eyaculó. Dejó esos senos todos embadurnado con su esperma y un chorro le llegó a la cara a la joven. Tomás se sentó en su silla, cansado y miró hacía una de la esquina, viendo una de las cámaras.
Él sonrió, dando por hecho que su esposa, estaba observando todo ese espectáculo. Lucrecia que se había limpiado el semen que tenía en su cara, se aproximó donde él y tomó su verga. –“Dios, eso fue increíble. Dime que lo volveremos hacer una vez más”- dijo la joven, apoyando sus labios en la cabeza de ese mástil. –“Lo haremos, si prometes no salirte de tu papel”- expresó el hombre, sin darse cuenta que desde el umbral de la puerta, alguien los observaba.
–“¿Tomás?”- exclamó atónita Diana, haciendo que su cuñado levantada la vista y la viera. –“Di-Diana…”- manifestó con una fría corriente pasando por su cuerpo. –“Pu-puedo explicarte, todo”- aseguró, no obstante, la muchacha fingiendo dolor y decepción, se dio la media vuelta y se fue, sin decir nada. Tomás quedó aterrorizado y sin palabras, en cambio Lucrecia, que limpiaba todo rastro de semen en esa verga, sonreía, el siguiente paso del juego depravado de April había iniciado.
Era de noche, hacía bastante frío y la lluvia caía a chorros. Tomás regresaba su casa después de una larga jornada laboral, en donde la imagen de Diana lo persiguió. No sé explicaba cómo había abierto la puerta si él había puesto el seguro, solo si tenía la llave de su oficina, la cual solo poseía April, ¿estaría su mujer detrás de todo?, se interpelaba. Lucrecia le había asegurado que habló con ella y todo quedó aclarado, pero no le creía, temía que ahora Diana lo viera como un degenerado y lo odie. Su único anhelo era llegar a su habitación, acostarse y cerrar los ojos, para caer en un sueño profundo. Olvidando por completo lo que había sucedido aquel día.
Sin sospechar que su mujer tenía todo calculado para que esa noche fuera especial, el inicio de una nueva era lujuriosa. Tras entrar a su hogar, el maduro quedó asombrado por el silencio que reinaba. Le dio la impresión de que todos estaban durmiendo, por lo que se deslizó sin hacer mucho ruido hasta la cocina, para coger un vaso y beber algo de agua. Con lo cansado que andaba no se percató de Diana y su mirada acechadora. La jovencita estaba escondida en la sala de estar, pasó su lengua por sus labios y se preparaba para actuar.
Nada podía salir mal, pues las gemelas y los hermanos no se encontraban en casa, April los había enviado donde sus padres, con la excusa que al día siguiente era el cumpleaños de Richard y quería que sus nietos compartieran desde la mañana misma con él. Lucrecia, después de cumplir su parte, habló con April y se fue a su casa. Diana caminó lentamente hacía donde Tomás, cada paso que daba, aceleraba su respiración y la ganas de tener el tronco maduro de su cuñado en sus labios, tal cual lo había hecho Lucrecia.
A medida que ella se acercaba a la cocina, April cautelosa bajó las escaleras. La Milf quería ser testigo de cómo su esposo caía en las garras de su pequeña hermana. Él estaba tranquilo en la cocina, observando su vaso con agua. A pesar de que ya había pasado horas de lo sucedido con Lucrecia, cada vez que pestañaba o cerraba sus ojos por unos breves segundos, la figura de ella se le aparecía. Pero no solo era ella quien invadía sus pensamientos, también comenzaban hacerlo Ignacia, Josefina y Diana.
–“Joder que culazos”- murmuró el hombre, al recordar a sus cuñadas en traje de baño. Su pene se fue endureciendo, cuando quiso alejar esos pensamientos, su tronco estaba ya empinado. Todo empeoro, al sentirse acosado y al darse vuelta, quedó helado, al ver como aquella joven sensual se aproximaba a él con una sonrisa coqueta y una actitud juguetona. –“Di... Diana”- expresó, tragando su propia saliva y tratando de mantener la compostura. –“Hola cuñado”- dijo la muchacha cortando toda la distancia entre los dos.
Sus senos redondos se apoyaban en el pecho de él y sus labios se tocaron con suavidad. Tomás incrédulo no vio las verdaderas intenciones de su cuñada. Ella por otra parte, iba a sacar provecho de esa inocencia y no perdió la oportunidad que tenía entre sus manos. –“Hace calor, ¿verdad?”- susurró en un tono pícaro. Él se quedó callado, oliendo la fragancia que desprendía del cuello de la muchacha, con solo aspirar ese provocativo aroma, quiso devorarle la boca.
Evitando caer en la tentación, el maduro se aleja de la joven, pero Diana no iba a dejarlo huir, rápidamente lo abraza desde la espalda y pega su boca muy cerca del oído de él. –“Tommy, yo tengo calor aquí abajo, ¿me ayudas a refrescarme?”- preguntó la muchacha en un tono coqueto, mordisqueando el cuello a su cuñado y sus manos sobaban la entrepierna de él. April desde las sombras, apreciaba que su plan estaba dando frutos y muy pronto su marido caería en su juego, definitivamente.
Tomás: Diana, no sé qué bicho te picó, pero tranquilízate, por favor.
Diana: ¿Cómo quieres que lo haga? Si cuando intentó sacarte de mi cabeza, llegas tú y me impides que me divierta con otro, pero tú puedes hacerlo con otra, incluso si es joven o la hermana de tu esposa. Eres muy malo cuñado, si estoy así es por tu culpa y debes hacerte responsable.
Murmuró la muchacha lamiendo el oído del hombre y mordiendo su lóbulo, Tomás cada vez perdía más la compostura, no podía mantenerla si ella seguía seduciéndolo de esa manera. –“Desde la mañana he estado imaginando que me dejabas comer tu polla. Dime, ¿acaso tú no has pensado ni siquiera un segundo en tener a tu tierna cuñadita de rodillas, mamándote este paquetón?”-, esas palabras dejaron desconcertado a Tomás, ya que nunca imaginó escucharlas de la boquita de Diana.
Tomás: Diana, detente… Por favor.
Le imploró con la cabeza agachada, con un mar de dudas que no lo dejaban pensar con claridad.
Diana: Entonces, ¿me encuentras fea y poco atractiva?
Tomás: Yo no dije eso. Solo que no podemos hacerlo, ¿ok?
Diana: ¿Y por qué con Lucrecia si pudiste? ¿Por qué ella tiene tetas grandes y es rubia?
Tomás: No, no… Solo fue…
La joven le tapó los labios con su dedo índice, no quería escuchar su respuesta, menos quería ser rechazada. Su corazón ya estaba lo suficiente dañado, para resistir un posible rechazó de su cuñado, no imaginó que intentar seducirlo resultaría tan frustrante y doloroso. Ella no era alguien que le faltara pretendientes, tenía una belleza y carisma único, pero siempre a los hombres que a ella le gustaban o interesaban, no le correspondían los sentimientos.
Tomás era capaz de sentir esa angustia que estaba envolviendo a Diana, la chica había olvidado lo que debía hacer y se sumergió en ella. El hombre tragando saliva, se dejó llevar por sus impulsos, tomó a su joven cuñada de la cintura y la besó con fervor. Sus lenguas se entrelazaban con suavidad y pasión, la dulce saliva de Diana, era un néctar estimulante para Tomás. Ambos fueron retrocediendo, hasta que los muslos de ella chocaron con la punta de la mesa.
Él la levantó, dejándola sentada, mientras sus manos acariciaban con ternura sus senos. Se miraron lascivamente y sus labios ardientes solo esperaban volver a juntarse en un cachondo beso. Tomás acercó su nariz al cuello de Diana, se emborrachó en ese aroma que tanto lo excitaba y su boca juguetona fue bajando hasta llegar a esa mojada vulva. La muchacha ahogó sus jadeos mordiendo sus labios, mientras el maduro le comió de manera magnifica el chocho.
La lengua de Tomás se paseó por todo el sexo de Diana. Ella se agarró de las esquinas de la mesa, en su mente vagamente recordó su primera vez con Axel, pero de inmediato notó la gran diferencia entre ambas experiencia, aquello que estaba viviendo con su cuñado, le resultaba más excitante. Entregada a la lujuria, colocó sus manos en la nuca del hombre y presionó su vagina con la boca de él. Estaba muy cerca de llegar al orgasmo, todo parecía un sueño estupendo.
–“Aaaghh... Hhmmmmggf... Migh... Miigh... Miegh... Daaaaaaaaahhhhg...”- exclamó la muchacha soltando sus jugos. Cansada, respiraba aceleradamente mirando el techo, Tomás por otra parte, comenzaba a pensar con claridad nuevamente y el sentimiento de culpa lo golpeó. April sonreía de satisfacción, la Milf también había logrado llegar a un orgasmo con todo el espectáculo que había presenciado y ansiaba por ver mucho más.
Diana: Bien, ahora es mi turno de hacerte feliz...
Expresó la joven, acomodase en la mesa, Tomás la miró al mismo tiempo que retrocedía.
Tomás: ¿No crees que ya hemos ido muy lejos?
Manifestó, tratando de escapar, pero ya era muy tarde. Diana respondió obviamente que no. Sus uñas tocaron aquel tronco duro, cuando le bajaba la cremallera del pantalón. Ella mordió sus labios en señal de que estaba ansiosa por comer ese grueso trozo de carne. Al retirar la ropa, vio como esa pija apuntaba a su boca y de su cabeza brotaba esperma. La muchacha pasó su lengua por el glande, aquella lamida fue suficiente para que su cuñado volviera a caer en el hechizo del gozo y el morbo.
Diana: Dios míooo... Sabía que era grande, pero tenerla así de cerca me parece gigantesca...
Susurró la joven con la boca llena de baba, el hedor de ese pene la cachondeaba más. Pasando su nariz por el tallo, olía profundamente y se llenaba de deseo. Abrió su boca, para saborear esos testículos que no lucían estar bien cargados de leche, pero confiaba que tendría una buena descarga como lo había hecho Lucrecia. Ella tenía dentro de su boquita ambas bolas y su tierna lengua dibujaba sobre ellas, degustándola muy bien, mientras se seguía mareando por el olor que desprendía ese tronco.
Tomás: Diooooosss... Sí que sabes comer un par de huevos...
Expresó el maduro, pajeando su verga. Ella se retira aquellas pelotas de su boca y sonriendo, da una lamida desde la base hasta la glande.
Diana: (Relamiéndose) Dime cuñis, ¿quieres que use mis tetas ahora?
Dijo en un tono seductor y apretando sus senos.
Tomás: (Sonríe) Claro que me encantaría, pero antes vamos a tu cuarto no quiero que alguien nos interrumpa.
Diana sabiendo que April los estaba espiando, miró ligeramente hacía la entrada de la cocina, por si tenía que hacer algo de tiempo. No obstante, la Milf, ya se había escabullido, solo esperaba que su esposo no se percatada de las pequeñas gotas que había dejado al moverse. Para su suerte, Tomás no veía otra cosa que no fuera la anatomía de su cuñada y a pesar de que sus tetas no eran tan grandes como las de April y Lucrecia o su trasero como el de las gemelas, seguía teniendo un cuerpo bastante atractivo del cual quería disfrutar.
Al llegar a la habitación de la muchacha, el hombre se quitó su pantalón y solo se quedó con su camisa puesta. La jovencita sin quitarse su tanguita, se colocó de rodillas, abriendo su boca, en espera de ese rabo grueso. Quería seguir jugando con él y saborear ese espeso semen, para luego pasar a cumplir esa anhelada fantasía, de ser follada por su cuñado. Ella sin usar sus manos se engulló poco a poco la polla de Tomás. Con su lengua, la joven hacía un movimiento que dejó sorprendido al maduro, por lo bien que se sintió.
April escuchaba los gemidos de su esposo, pero se sentía intranquila por no ver lo que ocurría en ese cuarto. Arriesgándose, la Milf decide abrir la puerta, mientras lo hacía, rezaba para que su marido no la viera. Una vez más corrió con fortuna, ya que Tomás estaba dándole la espalda y aunque no podía apreciar bien la escena, podía distinguir cómo la verga de su esposo era devorada paulatinamente por su hermanita. Diana llevaba poco más de la mitad de esa tranca, cuando decide retirársela. La muchacha toma aire, sonríe y pasa su lengua por sus labios.
Ella se preparaba para tener esa verga en lo más profundo de su garganta. Juguetona, le da un beso a la cabeza de ese tronco con la que estaba deleitándose. Él apoya sus manos en los hombros de la joven y le pide que no se detuviera hasta tener su pene completamente dentro. Diana sonrió y le contestó que iba tratar de no ahogarse antes, pues ella ansiaba comérsela entera. Así inicio un nuevo recorrido, en donde April vio a su pequeña hermana tragarse la herramienta completa de Tomás.
El hombre a los segundos de sentir el labio inferior de su cuñada rozar sus huevos y su nariz chocar contra su abdomen, se quejó de placer. Alabándola nuevamente por saber dar buenas mamadas, la muchacha le respondió con un movimiento de lengua que lo hizo temblar. Él se mordió los labios y luego empezó a mover ligeramente su pelvis. –“Oooooohhh, mi amooorrg... No quiero ser repetitivo, pero tú sí que sabes comer mi polla... Sin duda esta es una de las mejores mamadas que he recibido y tal vez sea la mejor...”- recalcó Tomás con euforia.
Diana al escuchar esas palabras se alegró y no quiso detenerse aun cuando le costaba respirar. Mareada siente a esa polla palpitare hincharse dentro de sus labios, la descarga que tanto anhelaba estaba pronto de llegar, no podía interrumpir su mamada solo porque se sentía sofocada. Ella hizo el último esfuerzo con el fin de lograr obtener esa cremosa leche que su hermana mayor disfruta hace años y finalmente, Tomás la suelta.
Al sentir cómo su boca era llenada por el semen de su cuñado, ella se retira esa enorme verga y la deja entre sus senos, viendo como un par de chorros cae sobre ellos. La muchacha vuelve a acercarse a ese vigoroso mástil grueso y rápidamente recorre por su largor ahogándose nuevamente en su hedor. Diana aún con esperma en su boca, comienza a chupar ese par de pelotas, que ahora estaban algo más deshinchadas. Asombrada se da cuenta que su cuñado aún sigue soltando leche, preguntándose cuanto podrá soltar durante esa noche.
Tomás: Uuuuuuffff...
Bufó el hombre.
Tomás: Jodeeer... Diana, eres increíble...
La muchacha dejando de jugar con esos huevos, se traga el semen que todavía conservaba y sonriente le consulta a su cuñado si no mentía.
Tomás: ¿En serio crees que miento? ¿Después de ver la manera en que me corrí?
Diana: (Aun recuperando el aire) Es que me comparo con mi hermana mayor y me es difícil creer que hice gozar a su esposo como ella lo hace.
Tomás: (Sonríe) Pues, créelo hermosa. Porque como recompensa te voy a dar la follada de tu vida.
La muchacha al oír esas palabras no pudo evitar gritar de la emoción y entusiasmarse.
Diana: ¡Genial!... (Sonriendo pícaramente) Tenía miedo de no estar a tus expectativas, cuñado...
Tomás: ¿Bromeas? Con esa boquita traviesa que tienes, eres capaz de satisfacer y enamorar a cualquiera.
Diana se ruboriza y su corazón se acelera, pero ya no por deseo o por la adrenalina del morbo, sino más bien por amor. Nerviosilla, evita hacer cualquier contacto visual con su cuñado y se concentra en limpiarle el pene. Tratando de ignorar esos sentimientos que estaban floreciendo, pues ella no quería enamorarse y volver a sufrir como lo hizo con Axel. Más cuando Tomás ya era un hombre casado y jamás dejaría a su hermana mayor por ella. Por eso solo se centraba en lo carnal y la satisfacción de sí misma.
Tomás podría ser ingenuo y lento algunas veces, no obstante, se dio cuenta que su joven cuñada estaba en un proceso de confusión. Esforzándose a reprimir, cualquier sentimiento que no estuviera vinculado a la lujuria. Él suspira y por unos instantes pensó en parar, ya que encontraba egoísta, hacer que ella continuara solo para que él se sintiera satisfecho. Sin embargo, antes que pudiera abrir la boca, Diana se coloca de pie y abrazándolo desde el cuello, lo observa detenidamente.
Diana: Así que tengo una boquita traviesa que enamora.
Murmuró la muchacha cortando la distancia de sus labios. Tomás al tenerla tan cerca comenzó a liarse y toda su idea de detener aquello, se fue al carajo. Las ganas de hacer suya a su cuñada eran mayores a lo que él imaginaba, mientras la chavala acercaba más y más su boca, el maduro colocó sus manos entre esas suaves nalgas, las cuales apretó. Ambos se envuelven en un beso apasionado, como si fueran una parejita que experimentaría su primera vez.
El pene del hombre tomó su forma y golpeó con suavidad los húmedos labios de la vagina de Diana. Ella al sentirlo sonríe, ya que era cuestión de tiempo para que ese tronco este dentro de ella, aprovechando la poca distancia que había entre los dos, la joven le devora nuevamente la boca a su cuñado. April en éxtasis observa como su esposo carga a su hermanita y despacio va introduciéndole su verga. La muchacha chillaba y reía de alegría, con solo tener la cabeza de ese miembro dentro de ella.
Tomás fue deslizando su polla más adentro y la joven que tenía sus manos en la espalda de él, la arañó con sus uñas, mientras soltaba un estimulante suspiro.
Diana: Oooohhhh... Que deliciaaaaaaagggh...
Tomás: Tu coñito apretado es una delicia, Dianita...
Diana: Hhhhhmmm... Aaaahhggg... ¿Te gusta?
Tomás: Sí... Es mucho más apretado de lo que pensaba... Y a ti Dianita, ¿te gusta la verga de tu cuñado?
Diana: Sííii... Síííii... Me encanta tu verga Tommy... Uughh...
El hombre taladraba con fuerza ese coño juvenil, sus manos en un inicio se quedaron quietas en los glúteos de la muchacha. Pero a medida que su polla iba entrando y saliendo, él comenzó a masajear esa colita redondita. Cuando finalmente tenía toda su pija ensartada dentro de ella, él apretó esos bollos, para después darle unas tiernas nalgadas. Diana chilló de gusto y al mismo tiempo que le mordía los labios a su amante maduro, le susurraba: –“Más, papi... Castígame más”-, Tomás obedeciendo a esa suplica, decide introducir un par de sus dedos en ese anito.
Ella se regocijó con solo sentir a esos dedos largos rozar su culito. Era una sensación muy libidinosa y agradable, más con esa tranca que le revolvía las entrañas al entrar y salir de su coño. Cuando finalmente los dedos de él, entraron en esa colita, la joven soltó un fuerte alarido y se corrió. Tras ese orgasmo su cuerpo entero ardía en placer, nunca antes se había sentido tan satisfecha, por unos momentos ella recordó a Axel y lo bien que se sentía hacer el amor con él, pero el muchacho no se podía comparar a su padre.
A pesar de tener el mismo tamaño en largor y grosor, el maduro sabía cómo mover su verga dentro de una vagina y golpear en sectores preciso, transformando aquella experiencia en algo único. Tomás fue recostando a su cuñada en la cama, sin dejar de penetrarla. Mirándola melosamente le pide que guarde un poco de silencio, ya que podían oírla. Diana se muerde los labios para evitar gemir, pero se daba cuenta que le era imposible. La muchacha se lo comunica al maduro, quien le responde que si ahogaba sus jadeos por unos largos minutos, él iba a acabar dentro de ella.
Esto emocionaba a la jovencita, quien no tardo en colocar todo su esfuerzo para que sus gemidos no fueran tan fuertes. El hombre no dejó de jugar con esa colita que lo había engatusado, su estrechez le recordaba a la de Gabriela, volver a pensar en esa gatita rubia, hizo que se la pusiera más dura. Besando ese cuello delgado, se cuestiona si su esposa estaba detrás de aquello, tal como lo estuvo con la hija de Horacio, de hecho la táctica parecía muy similar.
Diana por su parte aguantaba lo que más podía para mantener su boca cerrada, pero con esa tranca y esos dedos resultaba difícil. Como era la primera vez que alguien le tomaba tanta atención a su culo, le preguntó a su cuñado si le encantaba su trasero, él le contesta que sí y que no tenía que envidiarles nada a sus hermanas. Diana al escucharlo decir eso, se daba cuenta que no podía evitar caer cautivada ante él. Tomás fue aumentando poco a poco el ritmo, la chavala sumergida en el gozo, también movía sus caderas.
Ambos se miraron fijamente y se besaron. Pequeños gemidos se oían, estos provenían de April, quien comenzaba a sentir celos al ver como su marido disfrutaba de los besos de Diana. A pesar de eso, no dejaba que esos sentimientos se interpongan al gran placer que estaba obteniendo, después de todo, fue ella quien le permitió a su hermana coger con su esposo. Por cerca de 12 minutos, Tomás folló a Diana en la cama en distintas posiciones, asegurándose de complacer siempre a la muchacha.
La joven experimento en esos largos y placenteros minutos, múltiples orgasmos y ya no pudo controlar sus gemidos, simplemente los dejaba salir. El hombre por su parte, todavía no había acabado ni una sola vez, aun así estaba deseando hacerlo. Tomás decide sentarse en un sofá que había en la habitación y con su verga aún empinada, le pide a la muchacha que se acerque a él y se la chupe una vez más. Ella obedece a la orden del maduro y gateando llega hasta donde él, toma esa polla gruesa entre sus finas manos y comienza a mamarla.
Le mostraba todo su potencial que había adquirido al comerle por mucho tiempo la verga a Axel. Jugaba con el glande, luego lamía el falo y bajaba hasta los testículos. A los cuales les da otra chupada magistral, provocando que Tomás se retuerza de placer y empiece a llegar a su clímax. Diana estaba muy feliz con lo que estaba ocurriendo, aunque también bastante cansada, era una cogida muy intensa. Aprovechó a descansar brevemente, cuando se tomó su pelo y así evitar que le estorbe en su mamada.
April que continuaba jugando con su coñito, se preguntó, cuál era el límite de su hermana, pues no imaginó que iba a resistir tanto, menos que pudiera seguirle el ritmo a Tomás. Asombrada ve cómo la jovencita volvía a engullirse por completo el pene de su marido y como él alucinaba con la habilidad de ella. Luego de tener ese trozo de carne en lo más hondo de su garganta, Diana se lo retira, para tomar aire, al hacerlo ve a un agitado Tomás que la felicita, ella sonríe y le dice.
Diana: Dios mío... Creo que me estoy enamorando de tu verga, Tommy... Después de esta noche, no voy a querer otra, que no sea la tuyaaag... Glouuupp... Gggghhoolp... Gloooop... Ahm...
Tomás echó su cabeza para atrás, deleitado por la maravillosa comida de verga que le daba su joven cuñada. El hombre al levantar la cabeza, miró por la entrada, levemente apreció a su mujer que seguía divirtiéndose con su cuerpo. Al principio quedó desconcertado, pero su cuñada hizo que rápidamente vuelva a prestarle atención a ella. Tener a Diana de rodillas y mamándole la tranca era un hermoso retrato que guardaría en sus recuerdos. La joven cegada por complacerlo, comenzó a lastimar su boca. Él se percata de esto y jalándola del cabello la detiene.
Tomás: Tranquila Dianita, ya me demostraste que mereces mi verga, no es necesario que te sobre esfuerces y termines dañándote. Mejor siéntate sobre mi polla y cabalgas un rato. Estoy ansioso de estar dentro de tu coñito de nuevo.
Diana: Ok... Pero, ¿por qué no mejor me coges mi culito? Hace un rato estabas muy juguetón con él. Además, desde que me lo devorabas en la mañana he fantaseado que me partes el orto y me haces brincar con tus embestidas.
Manifestó la bailarina con un tono seductor, sus suaves manos acariciaron con ternura el rostro de su cuñado, quien le sonríe.
Tomás: Me encantaría probar ese culito, pero lo vamos a dejar para la próxima, hoy solo quiero disfrutar de tu coñito.
La jovencita se pone contenta al oír que su cuñado ya estaba hablando de próximos encuentros. Ella le hace caso, primero se coloca de pie, luego se da la media vuelta y su pomposa cola da un pequeño brinco, rozando así el grueso miembro del maduro. Ya de espalda, ella se sienta en las piernas de él y, ese tronco erecto, reposaba en sus posaderas. Diana estaba muy excitada con solo tener ese duro pene entre sus nalgas, se sentía tentada para mover sus caderas por unos segundos y así masajear ese pollón que la volvía loca.
Finalmente ella se acomoda, pisando firmemente el sofá y abre sus piernas. Toma la verga de su cuñado y la guía hacía su vagina una vez más. Tomás por su parte, la agarra de la cintura, ella gime con fuerza, al sentir cómo se introducía ese mástil paulatinamente dentro de su chocho. Cuando la polla del hombre estaba completamente dentro de la muchacha, él comenzó a taladrar ese coñito y a medida que iba subiendo la intensidad de la cogida, sus manos fueron ascendiendo por el cuerpo de Diana, hasta llegar a sus tetas, las cuales apretó.
Tomás: Oooohhh... Joder... ¡Pero qué coño tienes Dianita!... ¡Es una maravillaaaaa!...
Diana: Hhhmmmm... Uuuuuggghh... Ooooohhhh... Tommmyyyy... Rómpeme... Destrózame el coñooooooggg...
Ambos continuaban cogiendo eufóricamente, mientras April se corría al verlos. La Milf sentía un fuego insaciable recorrer por todo su voluptuoso cuerpo. Observar el rostro lleno de gusto de su hermana, la encendía todavía más. El maduro y la jovencita se dieron un interminable beso, mientras el pene de él golpeaba a esa vagina, llegando hasta su matriz. Tomás no era consciente del polvazo que se estaba pegando con su cuñada, solo seguía embistiéndola como un toro. El coño de la muchacha, pesé a todo, apretaba muy fuerte esa tranca, como si no la quisiera soltar jamás.
Tomás besó con ternura y lascivamente el cuello de su cuñada. Al mismo tiempo, pellizcaba los pezones redonditos y duritos de la chavala. Ella se corrió una vez más, ya no tenía voz para jadear, pensaba que iba a desmayarse antes de sentir esa espesa leche ir llenando su vientre. No obstante, el maduro comenzó a soltar sus chorros de semen. Diana feliz cerraba sus ojos para descansar después de esa brutal cogida. Tomás aún tenía su polla erecta dentro del chochito de su cuñada, él la retira con suavidad, cargando a la joven, la recuesta en la cama.
El maduro cubre a Diana con las sabanas y tras pensarlo en un lapso corto, decide quedarse a su lado. Acerca su nariz al cuello de ella y huele la esencia que quedaba de ese perfume que tanto le gustaba. Su polla no perdía su dureza, pero la dejó entre esa colita redondita y cerró los ojos, para descansar. A la mañana siguiente, despertó confundido, no recordaba que se había quedado a dormir en el cuarto de su cuñadita. Cogiendo su móvil para ver la hora, se daba cuenta que era el día del cumpleaños de Richard.
Ve un bulto moverse en el otro costado de la cama e inocentemente piensa que se trataba de April. Lee los mensajes que tenía y se percata que sus hijos y las gemelas ya estaban en la casa de sus suegros. –“Princesa, ¿por qué los niños y tus hermanas se fueron antes a la casa de tus padres?”-, consultó, justo cuando aprecia a Diana salir entre las sabanas, abrumado la queda mirando y ella rápidamente le hizo recordar la noche de pasión que tuvieron los dos, al darle un jugoso beso.
Diana: Buenos días, cuñis...
Expresó, apartando sus labios de los de su cuñado, que la miraba con los ojos dilatados.
Tomás: Di-Di... Diana...
Dijo sorprendido, ella traviesa llevó sus manos a la entrepierna del hombre y sin dejar de mirarlo con esos ojos de gata en celo, volvió pegar su cuerpo desnudo al de él. Sobando con dulzura el miembro del maduro, le susurra en el oído, –“Gracias por lo de anoche, fue increíble. No sabes cuánto necesitaba estar entre los brazos de un hombre y que me dieran tan duro como tú me diste”-, esas palabras llegaron a lo más hondo de la cabeza del hombre e inevitablemente, su miembro cobro vida, quedando tan duro como lo estuvo en la noche.
Diana sonrió anonadada, Tomás sin decir una palabra, disminuye la corta distancia entre ambos. Haciendo a un lado el cabello de ella, huele nuevamente su cuello, aunque esta vez no percibió la fragancia de su esposa. Tras un largo silencio, ella preguntó si había ocurrido algo, el hombre suspiro y se quedó callado. La joven pensó que su cuñado estaba arrepentido por lo que sucedió anoche, así que agacha la cabeza y lentamente fue soltando esa tranca. Sin embargo, antes de que sus manos dejaran de acariciar esa polla, Tomás la besó con vehemencia.
Completamente conmovida, Diana abraza a su cuñado y no deja que esos labios se desprendan tan rápido de los suyos. Sutilmente los dedos del maduro recorrieron la espalda de la muchacha hasta llegar a sus glúteos. Los dos se quedan observando detenidamente, mientras sus narices chocan, el maduro se percata que la jovencita tenía los ojos llorosos. Intrigado le consulta la razón de esas lágrimas, ella sonríe y dice, –“Por nada... Olvídalo”- él insiste, –“Oh, vamos, no vas a jugar a los secretos ahora”- agregó para alentar a la muchacha.
Diana: Pe... Pensé que te habías echado para atrás sobre coger.
Tomás: (Ríe) ¿Echarme para atrás? Cómo voy a echarme para atrás de algo que disfrute mucho y solo quiero volver a repetirlo, tontita.
Diana no sabía qué decir y simplemente volvió a besar a su cuñado. Él la carga sin que se despeguen sus bocas, luego él le murmura, –“¿Estás preparada para que hagamos realidad tu otra fantasía?”-, a lo que ella contesta, –“Claro que lo estoy”-, sonriendo de forma picarona. Él bajándola en el suelo, le pide que pegue sus manos en la puerta, que se agache un poco y levante ese culito blanco. Ella obedece sin ninguna objeción, a Tomás le temblaron las manos al tener ese maravilloso pastel al frente de él.
Sin pensarlo tanto él zambulle su rostro en el trasero de su cuñada. La muchacha soltó un excitante gemido, al sentir la lengua del hombre, atravesando su ano. –“Uuugghh... Mierda, me encanta cómo comes mi culo”- expresó la jovencita, tocando ligeramente su coño con sus dedos y mordiendo sus labios. –“Tienes una colita muy rica”- murmulló el maduro, para volver a hundirse entre esas nalgas. Los jadeos de Diana fueron incrementando a medida que su cuñado devoraba ese trasero hermoso.
La bailarina se introdujo dos de sus dedos en su vulva porque no aguantó el hormigueo que tenía por culpa de esa comida de culo. Jamás pensó que era tan satisfactorio tener una lengua recorriendo su ano. Sin resistir por mucho tiempo, la joven soltó un profundo quejido y a la vez una gran cantidad de sus jugos. Tomás tenía la pija muy empalmada y dura como una piedra. Si bien solo quería destrozar ese culito que había lubricado con su boca, prefirió que ella se lo mamada antes de hacerlo.
La joven se colocó de rodillas y comenzó a comer ese trozo de carne que cada vez hacía más propio. No había dudas de que a Tomás le encantaba la lengua juguetona de su cuñada y la forma en que se engullía su tranca. Ella dejando completamente cubierta esa polla con su baba, le preguntó al hombre si quería que siguiera o no, mientras saboreaba el líquido pre seminal que había soltado el maduro, durante la mamada.
Tomás: Joder Diana, me encanta tu boquita y quiero que continúes, pero no tenemos mucho tiempo, en cualquier momento April me va a llamar, así que mejor dame ese culito ahora.
Diana se pone de pie y se colocó tal como estaba cuando le devorando el trasero. Tomás abre esas nalguitas y coloca su miembro entremedio de ellas, para luego perfilarlo y empezar a penetrar. No obstante, cuando estaba a punto de follar esa cola, la Milf golpea la puerta, dejando en suspenso la cogida. –“Diana, ¿puedo pasar?”- pregunta la mujer, –“Mierda”- murmuraron los amantes. La jovencita no podía creer que los interrumpieran cuando estaba tan cerca de recibir ese grueso tronco en su ajustado culo.
April: ¿Diana?
Dijo la mujer esperando la respuesta de su hermana menor.
Diana: Ee... Estoy ocupada ahora mismo, April...
Contestó ella, sin saber lo que iba a pasar. El maduro se cuestionaba si parar y vestirse o coger ese apetitoso ano.
April: Ya veo, igualmente solo quiero decirte algo breve.
Diana: Bien... Solo dame unos minutoooooossgg...
Dijo la muchacha al sentir la cabeza del pene de su cuñado entrando en su culo.
April: Diana, ¿estás bien?
Consultó preocupada la Milf y pegando su oído a la puerta. Tomás continuó sumergiendo su verga y con una de sus manos le cubría la boca a Diana, así ahogando sus gritos. April solo oía un leve quejido, ella se preguntaba a sí misma, ¿qué podía estar ocurriendo?, mientras que su esposo terminaba de clavar su pene en la cola de la jovencita. Ella no podía creer lo que había hecho su cuñado, era una locura, una muy morbosa, excitante y peligrosa. Él retira unos centímetros de su polla de ese estrecho ano.
Sus respiraciones se aceleraron, en un silencio muy delatador. Tomás quitó su mano de la boca de su cuñada, pues la muchacha se había tranquilizado y era capaz de callar sus jadeos. Sin darle tiempo para que abriera la boca, él con fuerza ensarta el trozo que había sacado. Repite este ejercicio un par de veces, hasta que aprecia que ese hoyito ya se había adaptado a su tranca. –“Diana, di algo hermana”-, se escucha al otro lado de la puerta. La joven tomaba aire, cuando siente el dedo índice de su cuñado entre los labios, ella lo lame y lo chupa como si fuera un caramelo.
Tomás retira lentamente su pija, solo deja su glande dentro de ese culito, la jovencita se preparaba para ser empotrada nuevamente, cuando escucha otra vez a su hermana. Diana gira levemente su cabeza, para mirar a los ojos a su cuñado y con su voz entre cortada le dice, –“Dame... Algo... De tiempo... Mi-mi hermana... Me habla...”-, a lo que el hombre responde, –“No... Ahora mismo preciosa estás jugando conmigo, que mi esposa sea paciente y espere para hablar contigo"-, esas palabras le encantaron a la bailarina e inconscientemente movió su culo hacía atrás.
Ella chilla porque entierra gran parte de ese tronco maduro en su ano. Haciendo que April nuevamente golpeé la puerta y le consulte si estaba bien. Evidentemente la mujer se había dado cuenta de lo que estaba ocurriendo, pero precisamente era eso lo que la tenía tan desesperada, el no poder ver esa escena que daba por segura que era muy cachonda. Diana jadeando le contesta, –“E... E-eee... Estoy bien hermana... So-solo dame unos minutos más”-, la Milf se muerde los labios, introduciendo sus dedos en su coño e imaginando la posición en la que su marido tenía a Diana.
–“Uuuhhmmm... Aaaaahhggrr... Ooooohhh...”-, se oía por toda la casa. Tomás no dejaba de bombear ese culito apretadito y con cada estocada que daba, hacía brincar a su joven cuñada. April con los ojos cerrado alucinaba con sus gemidos y se daba cuenta de lo ansiosa que estaba por divertirse con su esposo. –“Mááááásss... Toooomm”- murmuró de manera espontánea, sin embargo, su marido no la oyó, porque en ese preciso momento, la hermana menor de ella, le suplicó al hombre que le diera más fuerte.
Diana: Tommmy... No te contengas...
Tomás: Ooohhh, preciosa... ¿Tú crees que me contengo con esta colita estrecha?
Diana: No, pero sé que puedes darme más fuerte.
Tomás: (Sonríe) Que guarra eres... Pero me encanta eso de ti...
Le susurró en el oído, mientras le jalaba el cabello y comenzaba a taladrar ese ojete con más intensidad. La boca de la muchacha se le llenaba de saliva y no dejaba de bramar, el hombre por su parte cada vez bufaba más alto. Mordiendo la oreja derecha de la muchachita le comunicó que estaba cerca de acabar y se prepare para recibir toda su carga mañanera. La chavala se muerde los labios y empieza a sentir como su cuñado va vaciando sus pelotas en su culo.
Loca de placer, ella se corre al sentir que el semen desbordaba su cola. Tomás retira su tranca y ella cae de rodillas al suelo, descansando, se queda quieta en esa posición por unos segundos. Luego ella se da vuelta y viendo a esa verga madura cubierta de semen, se acerca y se la traga. Dejándola reluciente, ella la toma con sus manos y le da unos tiernos besitos.
Diana: Tommy... Te amo... A ti y a tu gran polla...
Dice la muchacha sin dejar de besarla, para después colocarse de pie y zampar sus labios en los de él.
Tomás: Diana...
Diana: Prométeme que me vas a dar más de tu pollón, cuñado.
Él sonríe al ver a una Diana esclava y adicta a su pene.
Tomás: Dalo por hecho preciosa. Si hoy no fuera el cumpleaños de mi suegro, te daría todo el día, aunque sé de un lugar en donde nos podemos escabullir para retomar esta cogida.
Le dice el maduro, apartándose de ella para vestirse. Una vez que los dos estaban vestidos abren la puerta, dándose cuenta que April ya no se encontraba ahí. Tomás se dirigió a su dormitorio en donde encontraría a su amada esposa en la tina masturbándose. Él se aproxima a ella sigilosamente, al estar cerca de ella le dice, –“Veo que lo pasas de lujo, Princesa”-, ella abre sus ojos y mira con una sonrisa traviesa a su marido. –“Tú también te divertiste mucho amor, ¿verdad?”- expresó ella con cierta ironía.
Tomás ríe y de manera directa le señala, –“Bueno, fuiste tú quien me forzó a coger con esos bomboncitos, imagino que desde hoy tengo que darle terapia especial a ellas dos, como ya lo hago con nuestra hija”-
April: Dalo por hecho. Puedes cogértelas las veces que quieras, siempre y cuando, yo pueda verlos.
Tomás: Nunca pensé que iba a follar con Diana, pero debo admitir que ha sido lo más excitante en años.
April: Me alegra que te haya encantado, porque ahora tienes una lista que rellenar.
Afirmó la mujer, bajándole la cremallera del pantalón a su marido, sacando ese miembro rígido y se lo mete en la boca.
Tomás: ¿Lista por rellenar?
April: Sshhiipp... Gghhloppp... (Se retira esa tranca de la boca) Tom, no me digas que pensaste que solo serían mis hermanitas. Tú mejor que nadie sabe que soy ambiciosa, por eso hice una lista de 10 chicas a la que debes darle tu verga. Sin contar a Vanessa, Dianita, Olivia y Lucrecia, porque a ellas ya te las has reventado.
Tomás: April, estás bromeando, ¿verdad?
April: Nop... Estoy segura que vas a disfrutar de esas otras zorritas tal como gozaste con mis hermanitas.
Exclamó la Milf, apretando la pija de su esposo con sus tetas.
April: Este será el último juego que te pido que me cumplas, luego no habrá más chicas que vayan a probar tu troncazo, amor. Por cierto, estoy algo enojada, porque no te imaginas cuanto sufrí hace un momento, cuando le reventabas el culo a mi hermanita y los pude ver.
Tomás: Pe... Pe-pe-perdón...
Dijo el hombre, tartamudeando.
April: (Pasando su lengua alrededor del glande) En el banquito que está a tu lado izquierdo, está mi agenda. Si vas a la última página, vas a leer el nombre de tu próxima presa.
Tomás extiende su brazo y coge el cuadernillo de su mujer, sin querer ver lo que tenía escrito en las demás hojas, él pasa instantáneamente a la última, al ver el nombre, sus pupilas se le dilataron y observa con cierto temor a su mujer.
Tomás: ¿Ella? ¿Estás segura?
April: Sí, amor y descuida, ya planeé todo para que esa perrita este de rodillas comiéndote la polla y rogando para que se lo metas en todos sus hoyitos.
Tomás: ¿Y si me niego?
April: ¿En serio quieres negarte? Sé que te gusta la idea que te propongo, después de lo que viviste ayer. Y en el caso de que lo hagas, amorcito, no podrás tocar este cuerpecito. (Señalándose a ella) Y mucho menos al de Diana y Lucrecia, que tanto te encantaron, o el de nuestra Princesita.
Tomás: Pero eso va ser una tortura para ti también.
April: (Sonríe y continua pajeando con sus enormes senos ese tronco duro) Sí. Sin embargo, te olvidas de algo y es que solo tú me calientas a mí, en ese caso me voy con Diana, Vanessa y Simón, lejos de aquí. Tú tendrás que aguantar días, semanas o meses, sin tener a tus tres mujeres y a tu hijo pequeño cerca por ser testaduro. Además, Lucrecia no va a pisar otra vez esta casa, a menos que yo se lo pida.
Tomás: (Traga saliva) Esto es como regresar hace un par de años atrás, ¿sabes?
April: Sí, con la diferencia que ahora nosotros somos los adultos y mi anhelo es demostrarles a unas jovencitas que mi marido tiene la vergota más rica e increíble de todas.
Tras esas palabras, la Milf abrió su boca y se embucha toda esa paleta de carne. Sabía que tenía a su esposo entre sus manos y él haría todas sus fantasías realidad.
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Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5026790/Terapia-Especial-Capitulo-I.html
–“Oooohh sííiii… Sigue así, Tom… No pares”- exclamaba Lucrecia con entusiasmo, al sentir las manos de su cuñado en sus hombros y cuello. Tomás con los ojos cerrados, luchaba arduamente con ese provocador deseo de bajarse el pantalón y empotrar a su cuñada. –“¡Jooodeerr cabróoon! ¡Sí que sabes satisfacer a una mujer!”- comentaba ella, con una sonrisa coqueta trazada entre sus gruesos labios rojos, sabía que esas palabras en doble sentido harían que la concentración del hombre tiemble y anhele dejarse llevar.
–“Tranquilo, ella es tu cuñada, recuérdalo, por más tentadora que sea su voz… su cuerpo, su preciosa cara y esa boquita, no puedes actuar como un salvaje, menos traicionar a April de esa forma”- se dijo a él mismo, olvidando que habían cámaras en su consulta. April con un gran sonrisa apreciaba el espectáculo, todo iba de acuerdo a su plan y solo era cuestión de minutos, para que Lucrecia tuviera la verga de Tomás entre sus labios.
–“Aaaahh… Tommy, sé que la deseas, que quieres cogértela, porque se parece a mí de joven y yo quiero que le rompas el coño y le partas muy bien el orto”- manifestó la madura, jugando con su babeante vulva, que no dejaba de segregar flujos. Tomás alucinaba con la ternura de esa joven piel, comenzaba a escuchar la voz de su esposa diciéndole que hiciera suya a esa muchacha, que recorriera esa voluptuosa figura a besos y caricias, dejando su huella en ella.
–“No, no, no, no”- se repitió moviendo su cabeza de lado a lado, aun no se iba a rendir ante ese acalorado capricho. –“Uuufff… Tommy… Pero que habilidoso eres con esas manos y dedos”- afirmó la muchacha, seduciéndolo otra vez a ir más lejos y probar su ardiente cuerpo. Tomás estaba incomodo al escuchar esas palabras, más al tener su polla empalmada y dura como una roca, rogaba para que Lucrecia no se diera cuenta del estado en que se encontraba.
Ella notó esa rigidez en él, y de acuerdo a lo que había planeado con su hermana, debía dejar de persuadirlo con palabras en doble sentido, para dar paso a la siguiente etapa. Cuidadosamente movió su pie, sin que él se diera cuenta y tocó su entrepierna. El maduro se sobresaltó al sentir el roce y una gota fría de sudor descendió por su mejilla, cómo iba a explicarle a Lucrecia que tenía la verga erecta, sin que ella piense que era un degenerado y formada una mala imagen de él.
La joven por su parte, estaba anonadada con lo que había tocado, era consciente que su cuñado poseía una herramienta de un gran tamaño entre sus piernas, sin embargo, jamás imaginó que la tuviera tan gruesa y dura. El silencio entre los dos se prolongó más de lo normal y April que observaba todo desde la distancia, empezaba a exasperarse al ver que su hermanita no actuaba. Finalmente Lucrecia rompió el hielo y no defraudó a su hermana, se dio vuelta, dejando a la vista sus extravagantes tetas.
Tomás intentaba desviar su mirada, pero sus ojos quedaban quitos, admirando esos enormes y redondos senos. Suspirando de manera densa, se preguntaba ¿qué era lo que buscaba esa chica?, ¿por qué le enseñaba sin ninguna vergüenza sus hermosos pechos?, ¿acaso buscaba llamar su atención o seducirlo?, porque de ser así ya lo había logrado, él estaba en sus manos, ansiando bajarse los pantalones, para follarle esas tetazas, morderla, estrujarla, chuparlas y bañarla con su leche.
Aun con todo en contra, él dio un paso hacia atrás, buscando una pequeña brecha que le permitiera escapar de esa situación. La imagen de su esposa era suficiente para negarse, cuando todo su ser estaba deseando hacer bufar a esa joven traviesa que tenía en frente. –“Tom, ¿estás bien?”- consultó la chica, usando un tono de voz muy similar a la de April, embrujando más al maduro que iniciaba a proyectar la imagen de su mujer en Lucrecia, que iba disminuyendo la distancia entre ambos.
–“No, no, no… Ella no es tu Princesa”- se dijo al mismo, resistiéndose a algo que ya era inevitable. –“Pero se parece tanto a ella cuando era joven, que me es imposible no fantasear que puedo cogerme a la versión joven de mi esposa”- agregó en su mente confundida. –“¿Qué estoy diciendo?, ella es mi cuñada, o por lo menos así se ha presentado. Además, si hablamos de personas que se parecen a April, Vanessa es su viva fotocopia”- argumentó sin dejar de mirar a la jovencita, quien no perdía el tiempo y se iba desnudando.
–“Joder, que buena que está esta pendeja. No solo tiene unas tetas grandiosas, sino unas curvas infernales. Su cintura y caderas, son perfectas, sus muslos algo más carnosos que los de April, pero fuera de eso, sus piernas son idénticas, hasta el mismo lunar tienen”- expresó, dando un paso hacia adelante, aproximándose a ella. –“¿Princesa? April, eres tú ¿verdad? Has venido a cumplirme mi fantasía, ¿no es así?, de cogerte cuando tenías 20 años y yo siendo un cuarentón”-
Tomás ya no razonaba, había sido totalmente engatusado por esa chica y su parecido a su mujer. Sin que ella terminara de quitarse el pantalón, él la pegó a su cuerpo y la besó apasionadamente. Lucrecia quedó asombrada, no esperaba que la besaran con tanta vehemencia, era como si él intentara quitarle la lengua. La joven se estremecía al experimentar lo que su hermana tenía día a día, un beso lleno de amor y deseo sexual, dulzura y pasión, envueltas en fuego.
Los dedos de él, eran como llamas que marcaban con el tacto, sentía que su suave piel era derretida por esas yemas. Al desprenderse de sus bocas, unas hebras de baba se formaron. Ella suspiró, recuperándose de ese sofocante beso. Tomás seguía viendo a su esposa en Lucrecia, por lo que no retrocedía y continuaba con ese lascivo encuentro. Sus atrevidos dedos, acariciaron con mimo el coño de la muchacha, ella gimió, retorciéndose ligeramente de placer, mientras desbrochaba el cinturón de él.
Se miraron fijamente a los ojos, ella con cierta inocencia, en cambió él absorto en su fantasía. April en su habitación, apaciguaba sus chillidos al morder una camiseta de su esposo. El aroma de este, todavía estaba impregnada en ella, haciendo que el cuerpo de la mujer, se regocijada. Diana en tanto se alistaba para salir y seguir con el plan para atrapar a Tomás. Lucrecia agachada, le bajaba el pantalón a su cuñado, junto con su bóxer, liberando ese tronco que se bambaleó levemente.
–“¡Guao!… Sí que es grande”- expresó la muchacha atónita por esa polla que tenía frente de sus ojos. Su forma, tamaño y hedor, eran hipnotizantes, provocando que Lucrecia quisiera envolverlo entre sus labios, una sensación que solo experimentó con Timeo y no pensó sentirlo en otro hombre. Abriendo su boca y sacando su lengua, fue aproximándose a esa tranca que chorreaba su líquido preseminal. –“Es toda tuya”- murmuró él, –“Embúchate todo lo que quieras hasta quedar satisfecha, Prince…”-
Fueron breves segundos en que titubeó, pero lo suficiente para salirse del embrujo de esa muchacha. –“¡Lucrecia, no!”- exclamó, apartándose de ella, con un barullo en su mente, sin encontrar una respuesta, hasta que esa misma chica le pidió que se calme. –“Tranqui, cuñis… April me autorizó para venir a complacerte”- murmuró, –“¿A-April? ¿E-e… ella lo autorizó?”- preguntaba desconcertado, al mismo tiempo que esa joven se arrodillaba de nuevo y tomaba esa gruesa tranca entre sus manos.
Lucrecia: Así es… Ella me pidió que lo hiciera, para que te cumpla una fantasía.
Tomás: ¿Fa-fantasía?
Lucrecia: Me dijo que hace un tiempo, soñaste que ella volvía a tener 20 y tú seguías de 40, y terminabas follándotela como un animal. Así que, estoy aquí para cumplirte esa fantasía, actuaré como ella y puedes llamarme por su nombre, no voy a enojarme por eso, Tom.
Sin saber si esa chica decía la verdad o no, Tomás dejó de oponerse a la lujuria y dejó que fluyera.
Tomás: Ok… Ven y cómeme la polla, April.
Dijo, viendo cómo la muchacha pasaba su lengua por la glande, recogiendo con ella el esperma que había en esa cabezota. –“¡Aaahhh! ¡Sigue así April!”- exclamó de gozo, a la vez que en sus pensamientos se decía: –“Vanessa… Vanessa, por más que se parezca a su madre, no puedo dejar de verla como mi Princesita, mi hija. En cambio a esta chica que apenas conozco, podría llamarla April y creer que es ella, definitivamente es ella”-
Pesé a que solo jugaba con la punta de ese sable, Lucrecia tenía en donde quería a Tomás, rendido, gimiendo y llamándola por el nombre de su hermana. La joven se relamió y observó justo donde se encontraba una de las cámaras, con una sonrisa, sabiendo que April la estaba mirando. Ella siguió mamando, lamiendo ese falo y chupando esos huevos, no había sector en ese miembro viril que no dejaba sin marcar. Después de la felación, Lucrecia pasó hacerle una cubana, que dejaría a Tomás con las piernas temblando.
Su fuerte claramente no era mamar sino pajear con sus tetazas. Tomás observaba atentamente cómo su verga desaparecía entre esos pechos y solo su glande sobresalía, apuntando hacía la boquita de ella. Quería estallar como una fuente de agua y embadurnar esos senos y labios con su cálido semen, sin embargo, justo cuando iba a hacerlo, ella se detuvo, dejándolo con las ganas. –“Uuuhh… Eso estuvo intenso”- aseguró, colocándose de pie, –“Ahora es tu turno de complacerme”- añadió, quitándose su braga empapada.
A Tomás se le iluminaron los ojos al ver ese coñito depilado y brillante, el aroma de juventud que desprendía era tan estimulante como el perfumen de su mujer. –“Vamos Tommy, no te me quedes mirando y enséñame lo que sabes hacer”- afirmó la muchacha, sintiendo un cosquilleó en su pubis y las ganas de descubrir las habilidades de su cuñado. –“Perdón, mi amor. Me quedé embelesado por tu figura, si fuera artista como mi hermano, estoy seguro que haría una escultura tuya”- expresó.
La chavala soltó una carcajada al oírlo, ella a diferencia de April, carecía del romanticismo, pero esa bufonería no echaría a perder el momento, pues el hombre lo tomó como algo natural de su corta edad. Levantándole el mentón, se acercó a ella y con el mismo ímpetu que antes la besó, dejándola nuevamente en llamas y ansiosa por descubrir que tan bueno era su cuñado en el sexo. Cargándola la llevó hasta su escritorio en donde tiró los papeles que tenía al piso y la recostó con delicadeza.
Desde esos labios rojos, descendió hasta el húmedo coño de Lucrecia, en una línea recta dejando sus besos tallados en esa tierna piel. Unas gotitas de sudor quedaron en su boca, él pasó su lengua por sus labios, cataron ese néctar que era salado. Su aliento al estar tan cerca de la vulva de la joven, hacía que ella tuviera un par de espasmo y se mordiera los labios de nerviosismo. Tomás se saboreaba la boca, mientras que su mano bajaba sobre ese abdomen hasta llegar a ese chochito.
Con sus yemas tocó los labios mayores, ese solo roce hizo que el cuerpo entero de Lucrecia se retorciera en el escritorio y arquera la espalda. El pecho de ella se inflamaba y él iba conociendo ese coñito con sus acaricias. Continuó con su estudio, introduciendo un par de dedos dentro de esa cuevita ferviente, percatándose que era un lugar muy cálido, estrecho y flexible, ideal para su verga. Lucrecia solo gemía era incapaz de formular una palabra entre tanto regocijo.
Ella pensaba que Timeo no la había dado tanto placer como el que le estaba dando su cuñado, con sus dedos. Le quedaba claro que su hermana había pulido a ese hombre hasta hacerlo un experto en satisfacer mujeres. Era delicado y algunas veces algo bruto, pero solo cuando era necesario, parecía no perder los estribos y ser violento. –“Oooohhh dios míooooo”- jadeó, arqueando su cuello y mirando a la puerta, mientras sus piernas temblaban, estaba cerca de llegar al orgasmo, pero al igual que ella, Tomás se detuvo justo.
Lucrecia: Uuuuff… Uuuuuhh… Uuuuff… ¿Po-por qué paraste?
Tomás: Ya lo sabrás, cariño.
Contestó el maduro, chupando sus dedos que estuvieron hurgando ese coñito. Aun con el sabor de los melosos fluidos de ella en sus labios, Tomás se fue aproximando a ese chochito. –“April”- murmuró un par de veces, mientras besaba esos carnosos muslos y degustaba del dulce sabor de esa chica, antes de zampar su boca en la vagina de ella. –“Aaaahh síííiii”- exclamó la muchacha arqueando todo su cuerpo y sintiendo un punzón electrizante.
Tomás se perdía entre esos inocentes gemidos y recordaba la primera vez en que le comió el coño a su mujer. Aquella vez, él era un total inexperto, solo por instinto fue capaz de complacer a su Princesa, pero con el tiempo, fue mejorando y sabiendo precisamente cómo dar sexo oral. Ella le había enseñado todo lo que hoy sabía, quería demostrarle lo buen amante que se había hecho por ella, por eso, estaba tan afanado comiendo el coñito de Lucrecia, mientras en su mente seguía creyendo que era el de su mujer y repetía su nombre.
La muchacha no resistió más ante la exquisita comida de coño que le estaban dando, y aferrándose del cabello de su cuñado, comenzó a convulsionar. –“¡Aaaayy dios míooo! ¡Sí, Tom! ¡Sí!”- expresó Lucrecia. Ella quedó tumbada en el escritorio, sin mover un músculo por unos minutos, Tomás en tanto se embriagaba con esos jugos tan refrescantes. Mordiendo sus labios se colocó de pie y envolvió entre sus brazos a la joven, cargándola, la pegó a su cuerpo y le devoró la boca.
Lucrecia en su mente admitía que el esposo de su hermana era un verdadero semental, de tal manera que, lo que había iniciado como un juego para ella, ahora se había transformado en una adicción. Apoyando sus manos en la pared, levantó su gorda cola y la meneó de lado a lado, llamando a su cuñado, para que le diera duro con esa robusta verga que poseía. Tomás atolondrado, admiraba la escultural silueta de la muchacha, no tenía palabras para describir lo candente que se veía.
Él dejó su polla reposando en los macizos glúteos de la chavala, mientras le susurraba en el oído lo hermosa que era. –“Uuufff… April, entre más te miro, más cuenta me doy que soy un afortunado por ser tu esposo. Sé que tu amor por mí es incondicional, pero déjame demostrarte a tu versión de 20 años, que tan bueno soy ahora a los 40”- manifestó, haciendo que la jovencita se mordiera los labios y se dijera a ella misma: –“Ya me has demostrado lo bueno que eres, pero de todas maneras dame esa verga cuñado, cógeme duro contra el muro”-
Tomás mordiéndole el lóbulo fue perfilando su polla, dejando la punta lista para ensartarla en esa cuevita abrazadora. Lucrecia pegó un fuerte grito, que retumbó por las paredes, no era la primera vez que tenía algo tan grande y grueso en su interior, sin embargo, desde el primer segundo no sintió ningún tipo de incomodidad, solo gozo. Él comenzó a mover su pelvis, a un ritmo bajo pero que fue aumentando, hasta que sus arremetidas eran colosales. –“Aaahh, mi yo de 20 años, temía de darte así de intenso porque no quería lastimarte, pesé a que tú insistía”- dijo. –“Pero ahora sé cómo hacerlo, sin dañarte y todo gracias a ti”- agregó.
–“Ooohhh diooooosss… Oooooooooohh diiiiooooooosss… Oooooh dios mío…”- exclamaba la muchacha al ser penetrada tan bruscamente. Ella sentía como su vagina tenía contracciones con cada estocada, el desgarrador dolor era un denso jolgorio, que la hacía pedir por más. –“Uuuhhh… Cu-cu… Cuñado… Machácame el coño, destrózamelo e impregna tu leche en él”- aseveró olvidándose de su papel. Tomás, que se hallaba en un plano entre la realidad y la fantasía, le dio un nalgazo y le dijo que no era su cuñado, pero Lucrecia ya no podía seguir jugando ser April.
Lucrecia: Ooohh… Que bien follas cabrón, se nota que mi hermana te domestico bien.
Tomás: N-no… No hables de ella…
Lucrecia: Mmmhhggg… Uuuuhhh… To-Tomás, abre los ojos, no soy April, soy tu cuñada, dejémonos de juegos.
Tomás: No arruines mi fantasía, putita.
Lucrecia: Hhhmmm… Dioooss… T-te… Te das cuenta que pude haberte mentido y le estás siendo infiel a mi hermana, conmigo.
Tomás: Si fuese el caso, no me arrepentiría, quería cumplir mi fantasía y sé que mi Princesa va a entender, pero me aseguraré que tú no vuelvas hablar con ella, nunca más.
Lucrecia: Que malo eres, cuñis… Y yo que te he dado mi coño para que cumplas tu fantasía…
Ambos mantenían sus cuerpos pegados, copulando intensamente, mientras sus ojos se miraban fijamente. Tanta charla los dejó con los labios secos así que a través de un fogoso beso, los dos humedecieron sus bocas. Esos suaves y gruesos labios rojos, estimulaban mucho a Tomás, aun cuando ya habían dejado de lado la fantasía. Lucrecia por su parte, se afirmaba en él, mientras experimentaba otro gran orgasmo, recordando al único chico que había amado y tomó su virginidad.
Tomás: Joooder… No aguanto más…
Expresó un agitado Tomás, con su polla palpitante.
Lucrecia: Hazlo adentro, cuñado…
Le solicitó la muchacha, sin embargo, él fue retirando cuidadosamente su tranca, dentro de esa maravillosa vulva.
Tomás: No… No eres April, así que no voy a correrme dentro de ti.
Lucrecia: Que aguafiestas eres.
Ella aceptando que no tendría el semen de su cuñado inundando su útero, se colocó de rodillas, abriendo la boca, esperando que por lo menos le diera leche por ahí. Tomás tenía otros planes, puso su verga entre las tetas de la muchacha, las tomó y empezó a follarlas hasta que finalmente eyaculó. Dejó esos senos todos embadurnado con su esperma y un chorro le llegó a la cara a la joven. Tomás se sentó en su silla, cansado y miró hacía una de la esquina, viendo una de las cámaras.
Él sonrió, dando por hecho que su esposa, estaba observando todo ese espectáculo. Lucrecia que se había limpiado el semen que tenía en su cara, se aproximó donde él y tomó su verga. –“Dios, eso fue increíble. Dime que lo volveremos hacer una vez más”- dijo la joven, apoyando sus labios en la cabeza de ese mástil. –“Lo haremos, si prometes no salirte de tu papel”- expresó el hombre, sin darse cuenta que desde el umbral de la puerta, alguien los observaba.
–“¿Tomás?”- exclamó atónita Diana, haciendo que su cuñado levantada la vista y la viera. –“Di-Diana…”- manifestó con una fría corriente pasando por su cuerpo. –“Pu-puedo explicarte, todo”- aseguró, no obstante, la muchacha fingiendo dolor y decepción, se dio la media vuelta y se fue, sin decir nada. Tomás quedó aterrorizado y sin palabras, en cambio Lucrecia, que limpiaba todo rastro de semen en esa verga, sonreía, el siguiente paso del juego depravado de April había iniciado.
Era de noche, hacía bastante frío y la lluvia caía a chorros. Tomás regresaba su casa después de una larga jornada laboral, en donde la imagen de Diana lo persiguió. No sé explicaba cómo había abierto la puerta si él había puesto el seguro, solo si tenía la llave de su oficina, la cual solo poseía April, ¿estaría su mujer detrás de todo?, se interpelaba. Lucrecia le había asegurado que habló con ella y todo quedó aclarado, pero no le creía, temía que ahora Diana lo viera como un degenerado y lo odie. Su único anhelo era llegar a su habitación, acostarse y cerrar los ojos, para caer en un sueño profundo. Olvidando por completo lo que había sucedido aquel día.
Sin sospechar que su mujer tenía todo calculado para que esa noche fuera especial, el inicio de una nueva era lujuriosa. Tras entrar a su hogar, el maduro quedó asombrado por el silencio que reinaba. Le dio la impresión de que todos estaban durmiendo, por lo que se deslizó sin hacer mucho ruido hasta la cocina, para coger un vaso y beber algo de agua. Con lo cansado que andaba no se percató de Diana y su mirada acechadora. La jovencita estaba escondida en la sala de estar, pasó su lengua por sus labios y se preparaba para actuar.
Nada podía salir mal, pues las gemelas y los hermanos no se encontraban en casa, April los había enviado donde sus padres, con la excusa que al día siguiente era el cumpleaños de Richard y quería que sus nietos compartieran desde la mañana misma con él. Lucrecia, después de cumplir su parte, habló con April y se fue a su casa. Diana caminó lentamente hacía donde Tomás, cada paso que daba, aceleraba su respiración y la ganas de tener el tronco maduro de su cuñado en sus labios, tal cual lo había hecho Lucrecia.
A medida que ella se acercaba a la cocina, April cautelosa bajó las escaleras. La Milf quería ser testigo de cómo su esposo caía en las garras de su pequeña hermana. Él estaba tranquilo en la cocina, observando su vaso con agua. A pesar de que ya había pasado horas de lo sucedido con Lucrecia, cada vez que pestañaba o cerraba sus ojos por unos breves segundos, la figura de ella se le aparecía. Pero no solo era ella quien invadía sus pensamientos, también comenzaban hacerlo Ignacia, Josefina y Diana.
–“Joder que culazos”- murmuró el hombre, al recordar a sus cuñadas en traje de baño. Su pene se fue endureciendo, cuando quiso alejar esos pensamientos, su tronco estaba ya empinado. Todo empeoro, al sentirse acosado y al darse vuelta, quedó helado, al ver como aquella joven sensual se aproximaba a él con una sonrisa coqueta y una actitud juguetona. –“Di... Diana”- expresó, tragando su propia saliva y tratando de mantener la compostura. –“Hola cuñado”- dijo la muchacha cortando toda la distancia entre los dos.
Sus senos redondos se apoyaban en el pecho de él y sus labios se tocaron con suavidad. Tomás incrédulo no vio las verdaderas intenciones de su cuñada. Ella por otra parte, iba a sacar provecho de esa inocencia y no perdió la oportunidad que tenía entre sus manos. –“Hace calor, ¿verdad?”- susurró en un tono pícaro. Él se quedó callado, oliendo la fragancia que desprendía del cuello de la muchacha, con solo aspirar ese provocativo aroma, quiso devorarle la boca.
Evitando caer en la tentación, el maduro se aleja de la joven, pero Diana no iba a dejarlo huir, rápidamente lo abraza desde la espalda y pega su boca muy cerca del oído de él. –“Tommy, yo tengo calor aquí abajo, ¿me ayudas a refrescarme?”- preguntó la muchacha en un tono coqueto, mordisqueando el cuello a su cuñado y sus manos sobaban la entrepierna de él. April desde las sombras, apreciaba que su plan estaba dando frutos y muy pronto su marido caería en su juego, definitivamente.
Tomás: Diana, no sé qué bicho te picó, pero tranquilízate, por favor.
Diana: ¿Cómo quieres que lo haga? Si cuando intentó sacarte de mi cabeza, llegas tú y me impides que me divierta con otro, pero tú puedes hacerlo con otra, incluso si es joven o la hermana de tu esposa. Eres muy malo cuñado, si estoy así es por tu culpa y debes hacerte responsable.
Murmuró la muchacha lamiendo el oído del hombre y mordiendo su lóbulo, Tomás cada vez perdía más la compostura, no podía mantenerla si ella seguía seduciéndolo de esa manera. –“Desde la mañana he estado imaginando que me dejabas comer tu polla. Dime, ¿acaso tú no has pensado ni siquiera un segundo en tener a tu tierna cuñadita de rodillas, mamándote este paquetón?”-, esas palabras dejaron desconcertado a Tomás, ya que nunca imaginó escucharlas de la boquita de Diana.
Tomás: Diana, detente… Por favor.
Le imploró con la cabeza agachada, con un mar de dudas que no lo dejaban pensar con claridad.
Diana: Entonces, ¿me encuentras fea y poco atractiva?
Tomás: Yo no dije eso. Solo que no podemos hacerlo, ¿ok?
Diana: ¿Y por qué con Lucrecia si pudiste? ¿Por qué ella tiene tetas grandes y es rubia?
Tomás: No, no… Solo fue…
La joven le tapó los labios con su dedo índice, no quería escuchar su respuesta, menos quería ser rechazada. Su corazón ya estaba lo suficiente dañado, para resistir un posible rechazó de su cuñado, no imaginó que intentar seducirlo resultaría tan frustrante y doloroso. Ella no era alguien que le faltara pretendientes, tenía una belleza y carisma único, pero siempre a los hombres que a ella le gustaban o interesaban, no le correspondían los sentimientos.
Tomás era capaz de sentir esa angustia que estaba envolviendo a Diana, la chica había olvidado lo que debía hacer y se sumergió en ella. El hombre tragando saliva, se dejó llevar por sus impulsos, tomó a su joven cuñada de la cintura y la besó con fervor. Sus lenguas se entrelazaban con suavidad y pasión, la dulce saliva de Diana, era un néctar estimulante para Tomás. Ambos fueron retrocediendo, hasta que los muslos de ella chocaron con la punta de la mesa.
Él la levantó, dejándola sentada, mientras sus manos acariciaban con ternura sus senos. Se miraron lascivamente y sus labios ardientes solo esperaban volver a juntarse en un cachondo beso. Tomás acercó su nariz al cuello de Diana, se emborrachó en ese aroma que tanto lo excitaba y su boca juguetona fue bajando hasta llegar a esa mojada vulva. La muchacha ahogó sus jadeos mordiendo sus labios, mientras el maduro le comió de manera magnifica el chocho.
La lengua de Tomás se paseó por todo el sexo de Diana. Ella se agarró de las esquinas de la mesa, en su mente vagamente recordó su primera vez con Axel, pero de inmediato notó la gran diferencia entre ambas experiencia, aquello que estaba viviendo con su cuñado, le resultaba más excitante. Entregada a la lujuria, colocó sus manos en la nuca del hombre y presionó su vagina con la boca de él. Estaba muy cerca de llegar al orgasmo, todo parecía un sueño estupendo.
–“Aaaghh... Hhmmmmggf... Migh... Miigh... Miegh... Daaaaaaaaahhhhg...”- exclamó la muchacha soltando sus jugos. Cansada, respiraba aceleradamente mirando el techo, Tomás por otra parte, comenzaba a pensar con claridad nuevamente y el sentimiento de culpa lo golpeó. April sonreía de satisfacción, la Milf también había logrado llegar a un orgasmo con todo el espectáculo que había presenciado y ansiaba por ver mucho más.
Diana: Bien, ahora es mi turno de hacerte feliz...
Expresó la joven, acomodase en la mesa, Tomás la miró al mismo tiempo que retrocedía.
Tomás: ¿No crees que ya hemos ido muy lejos?
Manifestó, tratando de escapar, pero ya era muy tarde. Diana respondió obviamente que no. Sus uñas tocaron aquel tronco duro, cuando le bajaba la cremallera del pantalón. Ella mordió sus labios en señal de que estaba ansiosa por comer ese grueso trozo de carne. Al retirar la ropa, vio como esa pija apuntaba a su boca y de su cabeza brotaba esperma. La muchacha pasó su lengua por el glande, aquella lamida fue suficiente para que su cuñado volviera a caer en el hechizo del gozo y el morbo.
Diana: Dios míooo... Sabía que era grande, pero tenerla así de cerca me parece gigantesca...
Susurró la joven con la boca llena de baba, el hedor de ese pene la cachondeaba más. Pasando su nariz por el tallo, olía profundamente y se llenaba de deseo. Abrió su boca, para saborear esos testículos que no lucían estar bien cargados de leche, pero confiaba que tendría una buena descarga como lo había hecho Lucrecia. Ella tenía dentro de su boquita ambas bolas y su tierna lengua dibujaba sobre ellas, degustándola muy bien, mientras se seguía mareando por el olor que desprendía ese tronco.
Tomás: Diooooosss... Sí que sabes comer un par de huevos...
Expresó el maduro, pajeando su verga. Ella se retira aquellas pelotas de su boca y sonriendo, da una lamida desde la base hasta la glande.
Diana: (Relamiéndose) Dime cuñis, ¿quieres que use mis tetas ahora?
Dijo en un tono seductor y apretando sus senos.
Tomás: (Sonríe) Claro que me encantaría, pero antes vamos a tu cuarto no quiero que alguien nos interrumpa.
Diana sabiendo que April los estaba espiando, miró ligeramente hacía la entrada de la cocina, por si tenía que hacer algo de tiempo. No obstante, la Milf, ya se había escabullido, solo esperaba que su esposo no se percatada de las pequeñas gotas que había dejado al moverse. Para su suerte, Tomás no veía otra cosa que no fuera la anatomía de su cuñada y a pesar de que sus tetas no eran tan grandes como las de April y Lucrecia o su trasero como el de las gemelas, seguía teniendo un cuerpo bastante atractivo del cual quería disfrutar.
Al llegar a la habitación de la muchacha, el hombre se quitó su pantalón y solo se quedó con su camisa puesta. La jovencita sin quitarse su tanguita, se colocó de rodillas, abriendo su boca, en espera de ese rabo grueso. Quería seguir jugando con él y saborear ese espeso semen, para luego pasar a cumplir esa anhelada fantasía, de ser follada por su cuñado. Ella sin usar sus manos se engulló poco a poco la polla de Tomás. Con su lengua, la joven hacía un movimiento que dejó sorprendido al maduro, por lo bien que se sintió.
April escuchaba los gemidos de su esposo, pero se sentía intranquila por no ver lo que ocurría en ese cuarto. Arriesgándose, la Milf decide abrir la puerta, mientras lo hacía, rezaba para que su marido no la viera. Una vez más corrió con fortuna, ya que Tomás estaba dándole la espalda y aunque no podía apreciar bien la escena, podía distinguir cómo la verga de su esposo era devorada paulatinamente por su hermanita. Diana llevaba poco más de la mitad de esa tranca, cuando decide retirársela. La muchacha toma aire, sonríe y pasa su lengua por sus labios.
Ella se preparaba para tener esa verga en lo más profundo de su garganta. Juguetona, le da un beso a la cabeza de ese tronco con la que estaba deleitándose. Él apoya sus manos en los hombros de la joven y le pide que no se detuviera hasta tener su pene completamente dentro. Diana sonrió y le contestó que iba tratar de no ahogarse antes, pues ella ansiaba comérsela entera. Así inicio un nuevo recorrido, en donde April vio a su pequeña hermana tragarse la herramienta completa de Tomás.
El hombre a los segundos de sentir el labio inferior de su cuñada rozar sus huevos y su nariz chocar contra su abdomen, se quejó de placer. Alabándola nuevamente por saber dar buenas mamadas, la muchacha le respondió con un movimiento de lengua que lo hizo temblar. Él se mordió los labios y luego empezó a mover ligeramente su pelvis. –“Oooooohhh, mi amooorrg... No quiero ser repetitivo, pero tú sí que sabes comer mi polla... Sin duda esta es una de las mejores mamadas que he recibido y tal vez sea la mejor...”- recalcó Tomás con euforia.
Diana al escuchar esas palabras se alegró y no quiso detenerse aun cuando le costaba respirar. Mareada siente a esa polla palpitare hincharse dentro de sus labios, la descarga que tanto anhelaba estaba pronto de llegar, no podía interrumpir su mamada solo porque se sentía sofocada. Ella hizo el último esfuerzo con el fin de lograr obtener esa cremosa leche que su hermana mayor disfruta hace años y finalmente, Tomás la suelta.
Al sentir cómo su boca era llenada por el semen de su cuñado, ella se retira esa enorme verga y la deja entre sus senos, viendo como un par de chorros cae sobre ellos. La muchacha vuelve a acercarse a ese vigoroso mástil grueso y rápidamente recorre por su largor ahogándose nuevamente en su hedor. Diana aún con esperma en su boca, comienza a chupar ese par de pelotas, que ahora estaban algo más deshinchadas. Asombrada se da cuenta que su cuñado aún sigue soltando leche, preguntándose cuanto podrá soltar durante esa noche.
Tomás: Uuuuuuffff...
Bufó el hombre.
Tomás: Jodeeer... Diana, eres increíble...
La muchacha dejando de jugar con esos huevos, se traga el semen que todavía conservaba y sonriente le consulta a su cuñado si no mentía.
Tomás: ¿En serio crees que miento? ¿Después de ver la manera en que me corrí?
Diana: (Aun recuperando el aire) Es que me comparo con mi hermana mayor y me es difícil creer que hice gozar a su esposo como ella lo hace.
Tomás: (Sonríe) Pues, créelo hermosa. Porque como recompensa te voy a dar la follada de tu vida.
La muchacha al oír esas palabras no pudo evitar gritar de la emoción y entusiasmarse.
Diana: ¡Genial!... (Sonriendo pícaramente) Tenía miedo de no estar a tus expectativas, cuñado...
Tomás: ¿Bromeas? Con esa boquita traviesa que tienes, eres capaz de satisfacer y enamorar a cualquiera.
Diana se ruboriza y su corazón se acelera, pero ya no por deseo o por la adrenalina del morbo, sino más bien por amor. Nerviosilla, evita hacer cualquier contacto visual con su cuñado y se concentra en limpiarle el pene. Tratando de ignorar esos sentimientos que estaban floreciendo, pues ella no quería enamorarse y volver a sufrir como lo hizo con Axel. Más cuando Tomás ya era un hombre casado y jamás dejaría a su hermana mayor por ella. Por eso solo se centraba en lo carnal y la satisfacción de sí misma.
Tomás podría ser ingenuo y lento algunas veces, no obstante, se dio cuenta que su joven cuñada estaba en un proceso de confusión. Esforzándose a reprimir, cualquier sentimiento que no estuviera vinculado a la lujuria. Él suspira y por unos instantes pensó en parar, ya que encontraba egoísta, hacer que ella continuara solo para que él se sintiera satisfecho. Sin embargo, antes que pudiera abrir la boca, Diana se coloca de pie y abrazándolo desde el cuello, lo observa detenidamente.
Diana: Así que tengo una boquita traviesa que enamora.
Murmuró la muchacha cortando la distancia de sus labios. Tomás al tenerla tan cerca comenzó a liarse y toda su idea de detener aquello, se fue al carajo. Las ganas de hacer suya a su cuñada eran mayores a lo que él imaginaba, mientras la chavala acercaba más y más su boca, el maduro colocó sus manos entre esas suaves nalgas, las cuales apretó. Ambos se envuelven en un beso apasionado, como si fueran una parejita que experimentaría su primera vez.
El pene del hombre tomó su forma y golpeó con suavidad los húmedos labios de la vagina de Diana. Ella al sentirlo sonríe, ya que era cuestión de tiempo para que ese tronco este dentro de ella, aprovechando la poca distancia que había entre los dos, la joven le devora nuevamente la boca a su cuñado. April en éxtasis observa como su esposo carga a su hermanita y despacio va introduciéndole su verga. La muchacha chillaba y reía de alegría, con solo tener la cabeza de ese miembro dentro de ella.
Tomás fue deslizando su polla más adentro y la joven que tenía sus manos en la espalda de él, la arañó con sus uñas, mientras soltaba un estimulante suspiro.
Diana: Oooohhhh... Que deliciaaaaaaagggh...
Tomás: Tu coñito apretado es una delicia, Dianita...
Diana: Hhhhhmmm... Aaaahhggg... ¿Te gusta?
Tomás: Sí... Es mucho más apretado de lo que pensaba... Y a ti Dianita, ¿te gusta la verga de tu cuñado?
Diana: Sííii... Síííii... Me encanta tu verga Tommy... Uughh...
El hombre taladraba con fuerza ese coño juvenil, sus manos en un inicio se quedaron quietas en los glúteos de la muchacha. Pero a medida que su polla iba entrando y saliendo, él comenzó a masajear esa colita redondita. Cuando finalmente tenía toda su pija ensartada dentro de ella, él apretó esos bollos, para después darle unas tiernas nalgadas. Diana chilló de gusto y al mismo tiempo que le mordía los labios a su amante maduro, le susurraba: –“Más, papi... Castígame más”-, Tomás obedeciendo a esa suplica, decide introducir un par de sus dedos en ese anito.
Ella se regocijó con solo sentir a esos dedos largos rozar su culito. Era una sensación muy libidinosa y agradable, más con esa tranca que le revolvía las entrañas al entrar y salir de su coño. Cuando finalmente los dedos de él, entraron en esa colita, la joven soltó un fuerte alarido y se corrió. Tras ese orgasmo su cuerpo entero ardía en placer, nunca antes se había sentido tan satisfecha, por unos momentos ella recordó a Axel y lo bien que se sentía hacer el amor con él, pero el muchacho no se podía comparar a su padre.
A pesar de tener el mismo tamaño en largor y grosor, el maduro sabía cómo mover su verga dentro de una vagina y golpear en sectores preciso, transformando aquella experiencia en algo único. Tomás fue recostando a su cuñada en la cama, sin dejar de penetrarla. Mirándola melosamente le pide que guarde un poco de silencio, ya que podían oírla. Diana se muerde los labios para evitar gemir, pero se daba cuenta que le era imposible. La muchacha se lo comunica al maduro, quien le responde que si ahogaba sus jadeos por unos largos minutos, él iba a acabar dentro de ella.
Esto emocionaba a la jovencita, quien no tardo en colocar todo su esfuerzo para que sus gemidos no fueran tan fuertes. El hombre no dejó de jugar con esa colita que lo había engatusado, su estrechez le recordaba a la de Gabriela, volver a pensar en esa gatita rubia, hizo que se la pusiera más dura. Besando ese cuello delgado, se cuestiona si su esposa estaba detrás de aquello, tal como lo estuvo con la hija de Horacio, de hecho la táctica parecía muy similar.
Diana por su parte aguantaba lo que más podía para mantener su boca cerrada, pero con esa tranca y esos dedos resultaba difícil. Como era la primera vez que alguien le tomaba tanta atención a su culo, le preguntó a su cuñado si le encantaba su trasero, él le contesta que sí y que no tenía que envidiarles nada a sus hermanas. Diana al escucharlo decir eso, se daba cuenta que no podía evitar caer cautivada ante él. Tomás fue aumentando poco a poco el ritmo, la chavala sumergida en el gozo, también movía sus caderas.
Ambos se miraron fijamente y se besaron. Pequeños gemidos se oían, estos provenían de April, quien comenzaba a sentir celos al ver como su marido disfrutaba de los besos de Diana. A pesar de eso, no dejaba que esos sentimientos se interpongan al gran placer que estaba obteniendo, después de todo, fue ella quien le permitió a su hermana coger con su esposo. Por cerca de 12 minutos, Tomás folló a Diana en la cama en distintas posiciones, asegurándose de complacer siempre a la muchacha.
La joven experimento en esos largos y placenteros minutos, múltiples orgasmos y ya no pudo controlar sus gemidos, simplemente los dejaba salir. El hombre por su parte, todavía no había acabado ni una sola vez, aun así estaba deseando hacerlo. Tomás decide sentarse en un sofá que había en la habitación y con su verga aún empinada, le pide a la muchacha que se acerque a él y se la chupe una vez más. Ella obedece a la orden del maduro y gateando llega hasta donde él, toma esa polla gruesa entre sus finas manos y comienza a mamarla.
Le mostraba todo su potencial que había adquirido al comerle por mucho tiempo la verga a Axel. Jugaba con el glande, luego lamía el falo y bajaba hasta los testículos. A los cuales les da otra chupada magistral, provocando que Tomás se retuerza de placer y empiece a llegar a su clímax. Diana estaba muy feliz con lo que estaba ocurriendo, aunque también bastante cansada, era una cogida muy intensa. Aprovechó a descansar brevemente, cuando se tomó su pelo y así evitar que le estorbe en su mamada.
April que continuaba jugando con su coñito, se preguntó, cuál era el límite de su hermana, pues no imaginó que iba a resistir tanto, menos que pudiera seguirle el ritmo a Tomás. Asombrada ve cómo la jovencita volvía a engullirse por completo el pene de su marido y como él alucinaba con la habilidad de ella. Luego de tener ese trozo de carne en lo más hondo de su garganta, Diana se lo retira, para tomar aire, al hacerlo ve a un agitado Tomás que la felicita, ella sonríe y le dice.
Diana: Dios mío... Creo que me estoy enamorando de tu verga, Tommy... Después de esta noche, no voy a querer otra, que no sea la tuyaaag... Glouuupp... Gggghhoolp... Gloooop... Ahm...
Tomás echó su cabeza para atrás, deleitado por la maravillosa comida de verga que le daba su joven cuñada. El hombre al levantar la cabeza, miró por la entrada, levemente apreció a su mujer que seguía divirtiéndose con su cuerpo. Al principio quedó desconcertado, pero su cuñada hizo que rápidamente vuelva a prestarle atención a ella. Tener a Diana de rodillas y mamándole la tranca era un hermoso retrato que guardaría en sus recuerdos. La joven cegada por complacerlo, comenzó a lastimar su boca. Él se percata de esto y jalándola del cabello la detiene.
Tomás: Tranquila Dianita, ya me demostraste que mereces mi verga, no es necesario que te sobre esfuerces y termines dañándote. Mejor siéntate sobre mi polla y cabalgas un rato. Estoy ansioso de estar dentro de tu coñito de nuevo.
Diana: Ok... Pero, ¿por qué no mejor me coges mi culito? Hace un rato estabas muy juguetón con él. Además, desde que me lo devorabas en la mañana he fantaseado que me partes el orto y me haces brincar con tus embestidas.
Manifestó la bailarina con un tono seductor, sus suaves manos acariciaron con ternura el rostro de su cuñado, quien le sonríe.
Tomás: Me encantaría probar ese culito, pero lo vamos a dejar para la próxima, hoy solo quiero disfrutar de tu coñito.
La jovencita se pone contenta al oír que su cuñado ya estaba hablando de próximos encuentros. Ella le hace caso, primero se coloca de pie, luego se da la media vuelta y su pomposa cola da un pequeño brinco, rozando así el grueso miembro del maduro. Ya de espalda, ella se sienta en las piernas de él y, ese tronco erecto, reposaba en sus posaderas. Diana estaba muy excitada con solo tener ese duro pene entre sus nalgas, se sentía tentada para mover sus caderas por unos segundos y así masajear ese pollón que la volvía loca.
Finalmente ella se acomoda, pisando firmemente el sofá y abre sus piernas. Toma la verga de su cuñado y la guía hacía su vagina una vez más. Tomás por su parte, la agarra de la cintura, ella gime con fuerza, al sentir cómo se introducía ese mástil paulatinamente dentro de su chocho. Cuando la polla del hombre estaba completamente dentro de la muchacha, él comenzó a taladrar ese coñito y a medida que iba subiendo la intensidad de la cogida, sus manos fueron ascendiendo por el cuerpo de Diana, hasta llegar a sus tetas, las cuales apretó.
Tomás: Oooohhh... Joder... ¡Pero qué coño tienes Dianita!... ¡Es una maravillaaaaa!...
Diana: Hhhmmmm... Uuuuuggghh... Ooooohhhh... Tommmyyyy... Rómpeme... Destrózame el coñooooooggg...
Ambos continuaban cogiendo eufóricamente, mientras April se corría al verlos. La Milf sentía un fuego insaciable recorrer por todo su voluptuoso cuerpo. Observar el rostro lleno de gusto de su hermana, la encendía todavía más. El maduro y la jovencita se dieron un interminable beso, mientras el pene de él golpeaba a esa vagina, llegando hasta su matriz. Tomás no era consciente del polvazo que se estaba pegando con su cuñada, solo seguía embistiéndola como un toro. El coño de la muchacha, pesé a todo, apretaba muy fuerte esa tranca, como si no la quisiera soltar jamás.
Tomás besó con ternura y lascivamente el cuello de su cuñada. Al mismo tiempo, pellizcaba los pezones redonditos y duritos de la chavala. Ella se corrió una vez más, ya no tenía voz para jadear, pensaba que iba a desmayarse antes de sentir esa espesa leche ir llenando su vientre. No obstante, el maduro comenzó a soltar sus chorros de semen. Diana feliz cerraba sus ojos para descansar después de esa brutal cogida. Tomás aún tenía su polla erecta dentro del chochito de su cuñada, él la retira con suavidad, cargando a la joven, la recuesta en la cama.
El maduro cubre a Diana con las sabanas y tras pensarlo en un lapso corto, decide quedarse a su lado. Acerca su nariz al cuello de ella y huele la esencia que quedaba de ese perfume que tanto le gustaba. Su polla no perdía su dureza, pero la dejó entre esa colita redondita y cerró los ojos, para descansar. A la mañana siguiente, despertó confundido, no recordaba que se había quedado a dormir en el cuarto de su cuñadita. Cogiendo su móvil para ver la hora, se daba cuenta que era el día del cumpleaños de Richard.
Ve un bulto moverse en el otro costado de la cama e inocentemente piensa que se trataba de April. Lee los mensajes que tenía y se percata que sus hijos y las gemelas ya estaban en la casa de sus suegros. –“Princesa, ¿por qué los niños y tus hermanas se fueron antes a la casa de tus padres?”-, consultó, justo cuando aprecia a Diana salir entre las sabanas, abrumado la queda mirando y ella rápidamente le hizo recordar la noche de pasión que tuvieron los dos, al darle un jugoso beso.
Diana: Buenos días, cuñis...
Expresó, apartando sus labios de los de su cuñado, que la miraba con los ojos dilatados.
Tomás: Di-Di... Diana...
Dijo sorprendido, ella traviesa llevó sus manos a la entrepierna del hombre y sin dejar de mirarlo con esos ojos de gata en celo, volvió pegar su cuerpo desnudo al de él. Sobando con dulzura el miembro del maduro, le susurra en el oído, –“Gracias por lo de anoche, fue increíble. No sabes cuánto necesitaba estar entre los brazos de un hombre y que me dieran tan duro como tú me diste”-, esas palabras llegaron a lo más hondo de la cabeza del hombre e inevitablemente, su miembro cobro vida, quedando tan duro como lo estuvo en la noche.
Diana sonrió anonadada, Tomás sin decir una palabra, disminuye la corta distancia entre ambos. Haciendo a un lado el cabello de ella, huele nuevamente su cuello, aunque esta vez no percibió la fragancia de su esposa. Tras un largo silencio, ella preguntó si había ocurrido algo, el hombre suspiro y se quedó callado. La joven pensó que su cuñado estaba arrepentido por lo que sucedió anoche, así que agacha la cabeza y lentamente fue soltando esa tranca. Sin embargo, antes de que sus manos dejaran de acariciar esa polla, Tomás la besó con vehemencia.
Completamente conmovida, Diana abraza a su cuñado y no deja que esos labios se desprendan tan rápido de los suyos. Sutilmente los dedos del maduro recorrieron la espalda de la muchacha hasta llegar a sus glúteos. Los dos se quedan observando detenidamente, mientras sus narices chocan, el maduro se percata que la jovencita tenía los ojos llorosos. Intrigado le consulta la razón de esas lágrimas, ella sonríe y dice, –“Por nada... Olvídalo”- él insiste, –“Oh, vamos, no vas a jugar a los secretos ahora”- agregó para alentar a la muchacha.
Diana: Pe... Pensé que te habías echado para atrás sobre coger.
Tomás: (Ríe) ¿Echarme para atrás? Cómo voy a echarme para atrás de algo que disfrute mucho y solo quiero volver a repetirlo, tontita.
Diana no sabía qué decir y simplemente volvió a besar a su cuñado. Él la carga sin que se despeguen sus bocas, luego él le murmura, –“¿Estás preparada para que hagamos realidad tu otra fantasía?”-, a lo que ella contesta, –“Claro que lo estoy”-, sonriendo de forma picarona. Él bajándola en el suelo, le pide que pegue sus manos en la puerta, que se agache un poco y levante ese culito blanco. Ella obedece sin ninguna objeción, a Tomás le temblaron las manos al tener ese maravilloso pastel al frente de él.
Sin pensarlo tanto él zambulle su rostro en el trasero de su cuñada. La muchacha soltó un excitante gemido, al sentir la lengua del hombre, atravesando su ano. –“Uuugghh... Mierda, me encanta cómo comes mi culo”- expresó la jovencita, tocando ligeramente su coño con sus dedos y mordiendo sus labios. –“Tienes una colita muy rica”- murmulló el maduro, para volver a hundirse entre esas nalgas. Los jadeos de Diana fueron incrementando a medida que su cuñado devoraba ese trasero hermoso.
La bailarina se introdujo dos de sus dedos en su vulva porque no aguantó el hormigueo que tenía por culpa de esa comida de culo. Jamás pensó que era tan satisfactorio tener una lengua recorriendo su ano. Sin resistir por mucho tiempo, la joven soltó un profundo quejido y a la vez una gran cantidad de sus jugos. Tomás tenía la pija muy empalmada y dura como una piedra. Si bien solo quería destrozar ese culito que había lubricado con su boca, prefirió que ella se lo mamada antes de hacerlo.
La joven se colocó de rodillas y comenzó a comer ese trozo de carne que cada vez hacía más propio. No había dudas de que a Tomás le encantaba la lengua juguetona de su cuñada y la forma en que se engullía su tranca. Ella dejando completamente cubierta esa polla con su baba, le preguntó al hombre si quería que siguiera o no, mientras saboreaba el líquido pre seminal que había soltado el maduro, durante la mamada.
Tomás: Joder Diana, me encanta tu boquita y quiero que continúes, pero no tenemos mucho tiempo, en cualquier momento April me va a llamar, así que mejor dame ese culito ahora.
Diana se pone de pie y se colocó tal como estaba cuando le devorando el trasero. Tomás abre esas nalguitas y coloca su miembro entremedio de ellas, para luego perfilarlo y empezar a penetrar. No obstante, cuando estaba a punto de follar esa cola, la Milf golpea la puerta, dejando en suspenso la cogida. –“Diana, ¿puedo pasar?”- pregunta la mujer, –“Mierda”- murmuraron los amantes. La jovencita no podía creer que los interrumpieran cuando estaba tan cerca de recibir ese grueso tronco en su ajustado culo.
April: ¿Diana?
Dijo la mujer esperando la respuesta de su hermana menor.
Diana: Ee... Estoy ocupada ahora mismo, April...
Contestó ella, sin saber lo que iba a pasar. El maduro se cuestionaba si parar y vestirse o coger ese apetitoso ano.
April: Ya veo, igualmente solo quiero decirte algo breve.
Diana: Bien... Solo dame unos minutoooooossgg...
Dijo la muchacha al sentir la cabeza del pene de su cuñado entrando en su culo.
April: Diana, ¿estás bien?
Consultó preocupada la Milf y pegando su oído a la puerta. Tomás continuó sumergiendo su verga y con una de sus manos le cubría la boca a Diana, así ahogando sus gritos. April solo oía un leve quejido, ella se preguntaba a sí misma, ¿qué podía estar ocurriendo?, mientras que su esposo terminaba de clavar su pene en la cola de la jovencita. Ella no podía creer lo que había hecho su cuñado, era una locura, una muy morbosa, excitante y peligrosa. Él retira unos centímetros de su polla de ese estrecho ano.
Sus respiraciones se aceleraron, en un silencio muy delatador. Tomás quitó su mano de la boca de su cuñada, pues la muchacha se había tranquilizado y era capaz de callar sus jadeos. Sin darle tiempo para que abriera la boca, él con fuerza ensarta el trozo que había sacado. Repite este ejercicio un par de veces, hasta que aprecia que ese hoyito ya se había adaptado a su tranca. –“Diana, di algo hermana”-, se escucha al otro lado de la puerta. La joven tomaba aire, cuando siente el dedo índice de su cuñado entre los labios, ella lo lame y lo chupa como si fuera un caramelo.
Tomás retira lentamente su pija, solo deja su glande dentro de ese culito, la jovencita se preparaba para ser empotrada nuevamente, cuando escucha otra vez a su hermana. Diana gira levemente su cabeza, para mirar a los ojos a su cuñado y con su voz entre cortada le dice, –“Dame... Algo... De tiempo... Mi-mi hermana... Me habla...”-, a lo que el hombre responde, –“No... Ahora mismo preciosa estás jugando conmigo, que mi esposa sea paciente y espere para hablar contigo"-, esas palabras le encantaron a la bailarina e inconscientemente movió su culo hacía atrás.
Ella chilla porque entierra gran parte de ese tronco maduro en su ano. Haciendo que April nuevamente golpeé la puerta y le consulte si estaba bien. Evidentemente la mujer se había dado cuenta de lo que estaba ocurriendo, pero precisamente era eso lo que la tenía tan desesperada, el no poder ver esa escena que daba por segura que era muy cachonda. Diana jadeando le contesta, –“E... E-eee... Estoy bien hermana... So-solo dame unos minutos más”-, la Milf se muerde los labios, introduciendo sus dedos en su coño e imaginando la posición en la que su marido tenía a Diana.
–“Uuuhhmmm... Aaaaahhggrr... Ooooohhh...”-, se oía por toda la casa. Tomás no dejaba de bombear ese culito apretadito y con cada estocada que daba, hacía brincar a su joven cuñada. April con los ojos cerrado alucinaba con sus gemidos y se daba cuenta de lo ansiosa que estaba por divertirse con su esposo. –“Mááááásss... Toooomm”- murmuró de manera espontánea, sin embargo, su marido no la oyó, porque en ese preciso momento, la hermana menor de ella, le suplicó al hombre que le diera más fuerte.
Diana: Tommmy... No te contengas...
Tomás: Ooohhh, preciosa... ¿Tú crees que me contengo con esta colita estrecha?
Diana: No, pero sé que puedes darme más fuerte.
Tomás: (Sonríe) Que guarra eres... Pero me encanta eso de ti...
Le susurró en el oído, mientras le jalaba el cabello y comenzaba a taladrar ese ojete con más intensidad. La boca de la muchacha se le llenaba de saliva y no dejaba de bramar, el hombre por su parte cada vez bufaba más alto. Mordiendo la oreja derecha de la muchachita le comunicó que estaba cerca de acabar y se prepare para recibir toda su carga mañanera. La chavala se muerde los labios y empieza a sentir como su cuñado va vaciando sus pelotas en su culo.
Loca de placer, ella se corre al sentir que el semen desbordaba su cola. Tomás retira su tranca y ella cae de rodillas al suelo, descansando, se queda quieta en esa posición por unos segundos. Luego ella se da vuelta y viendo a esa verga madura cubierta de semen, se acerca y se la traga. Dejándola reluciente, ella la toma con sus manos y le da unos tiernos besitos.
Diana: Tommy... Te amo... A ti y a tu gran polla...
Dice la muchacha sin dejar de besarla, para después colocarse de pie y zampar sus labios en los de él.
Tomás: Diana...
Diana: Prométeme que me vas a dar más de tu pollón, cuñado.
Él sonríe al ver a una Diana esclava y adicta a su pene.
Tomás: Dalo por hecho preciosa. Si hoy no fuera el cumpleaños de mi suegro, te daría todo el día, aunque sé de un lugar en donde nos podemos escabullir para retomar esta cogida.
Le dice el maduro, apartándose de ella para vestirse. Una vez que los dos estaban vestidos abren la puerta, dándose cuenta que April ya no se encontraba ahí. Tomás se dirigió a su dormitorio en donde encontraría a su amada esposa en la tina masturbándose. Él se aproxima a ella sigilosamente, al estar cerca de ella le dice, –“Veo que lo pasas de lujo, Princesa”-, ella abre sus ojos y mira con una sonrisa traviesa a su marido. –“Tú también te divertiste mucho amor, ¿verdad?”- expresó ella con cierta ironía.
Tomás ríe y de manera directa le señala, –“Bueno, fuiste tú quien me forzó a coger con esos bomboncitos, imagino que desde hoy tengo que darle terapia especial a ellas dos, como ya lo hago con nuestra hija”-
April: Dalo por hecho. Puedes cogértelas las veces que quieras, siempre y cuando, yo pueda verlos.
Tomás: Nunca pensé que iba a follar con Diana, pero debo admitir que ha sido lo más excitante en años.
April: Me alegra que te haya encantado, porque ahora tienes una lista que rellenar.
Afirmó la mujer, bajándole la cremallera del pantalón a su marido, sacando ese miembro rígido y se lo mete en la boca.
Tomás: ¿Lista por rellenar?
April: Sshhiipp... Gghhloppp... (Se retira esa tranca de la boca) Tom, no me digas que pensaste que solo serían mis hermanitas. Tú mejor que nadie sabe que soy ambiciosa, por eso hice una lista de 10 chicas a la que debes darle tu verga. Sin contar a Vanessa, Dianita, Olivia y Lucrecia, porque a ellas ya te las has reventado.
Tomás: April, estás bromeando, ¿verdad?
April: Nop... Estoy segura que vas a disfrutar de esas otras zorritas tal como gozaste con mis hermanitas.
Exclamó la Milf, apretando la pija de su esposo con sus tetas.
April: Este será el último juego que te pido que me cumplas, luego no habrá más chicas que vayan a probar tu troncazo, amor. Por cierto, estoy algo enojada, porque no te imaginas cuanto sufrí hace un momento, cuando le reventabas el culo a mi hermanita y los pude ver.
Tomás: Pe... Pe-pe-perdón...
Dijo el hombre, tartamudeando.
April: (Pasando su lengua alrededor del glande) En el banquito que está a tu lado izquierdo, está mi agenda. Si vas a la última página, vas a leer el nombre de tu próxima presa.
Tomás extiende su brazo y coge el cuadernillo de su mujer, sin querer ver lo que tenía escrito en las demás hojas, él pasa instantáneamente a la última, al ver el nombre, sus pupilas se le dilataron y observa con cierto temor a su mujer.
Tomás: ¿Ella? ¿Estás segura?
April: Sí, amor y descuida, ya planeé todo para que esa perrita este de rodillas comiéndote la polla y rogando para que se lo metas en todos sus hoyitos.
Tomás: ¿Y si me niego?
April: ¿En serio quieres negarte? Sé que te gusta la idea que te propongo, después de lo que viviste ayer. Y en el caso de que lo hagas, amorcito, no podrás tocar este cuerpecito. (Señalándose a ella) Y mucho menos al de Diana y Lucrecia, que tanto te encantaron, o el de nuestra Princesita.
Tomás: Pero eso va ser una tortura para ti también.
April: (Sonríe y continua pajeando con sus enormes senos ese tronco duro) Sí. Sin embargo, te olvidas de algo y es que solo tú me calientas a mí, en ese caso me voy con Diana, Vanessa y Simón, lejos de aquí. Tú tendrás que aguantar días, semanas o meses, sin tener a tus tres mujeres y a tu hijo pequeño cerca por ser testaduro. Además, Lucrecia no va a pisar otra vez esta casa, a menos que yo se lo pida.
Tomás: (Traga saliva) Esto es como regresar hace un par de años atrás, ¿sabes?
April: Sí, con la diferencia que ahora nosotros somos los adultos y mi anhelo es demostrarles a unas jovencitas que mi marido tiene la vergota más rica e increíble de todas.
Tras esas palabras, la Milf abrió su boca y se embucha toda esa paleta de carne. Sabía que tenía a su esposo entre sus manos y él haría todas sus fantasías realidad.
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