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La China - 1 de 6 - resubido

Primero, todas las entregas de los mejores post


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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos

LA CHINA
CAPITULO 1
ARROYO AUTOMOTORES



Siempre soñé con la familia perfecta, un buen esposo, amante, compañero, cómplice, rodeada de hijos, muchos hijos, verlos crecer a mi lado, y terminar mis días rodeada del amor de pequeños e inocentes nietos…
Después de varios noviazgos, conocí a Jorge, el hombre indicado, grave error, creo que mis sueños se fueron a la papelera de reciclaje apenas terminamos nuestra luna de miel, todo lo perfecto de un noviazgo perfecto cambió cuando empezamos a convivir.
Una cosa fue llevando a otra, las discusiones se hicieron moneda corriente, cada uno viviendo en su mundo, en sus realidades, y la rutina nos devoró poco a apoco.
Es cierto, la situación no ayudaba, nos faltaba el dinero y ambos trabajábamos demasiado, por mi parte lo hacía en un fast food, doce horas al día, todos los días, en especial fines de semana, apenas tenía un día al azar cada tanto, no era vida.

Los encuentros con mi marido se hicieron esporádicos, rápidos, casi mas una cuestión de compromiso que de amor, siempre cansados, con poco inventiva, tradicionales, en cinco años de matrimonio Jorge había cambiado tanto que nada quedaba de ese hombre que me había enamorado, el siempre me dejaba caliente, tenía su orgasmo y se daba vuelta a dormir, yo no sabía lo que era acabar haciendo el amor y poco a poco me acostumbré a esa forma de vida, lo curioso es que volví mentalmente a mi adolescencia, a fantasear, a masturbarme a escondidas, el mejor sexo me lo daban mis dedos, era una mierda…
Creo que lo único que me sacaba de la rutina era mis ganas de superarme, seguir estudiando ingles a como fuera posible se transformaba en mi válvula de escape…

LikedIn sería la llave para cambiar mi vida, alguien se interesó en mi perfil, y tuve una nueva propuesta de trabajo, Arroyo Automotores era un conocido taller de chapería y pintura de mi ciudad, de los mejorcitos y ahí fui a mi primera entrevista con mis ilusiones bajo el brazo.
Al llegar, la primera imagen no pudo ser mas deprimente, un enorme galpón lleno de coches chocados, un pestilente aroma en el ambiente a pinturas y solventes al menos era algo diferente al clásico olor a frituras del fast food, ese olor que cada día llevaba en mis cabellos.
Pero lo más chocante fue el ambiente de trabajo, eran todos hombres, y las paredes estaban plagadas de esas fotos clásicas, esos almanaques con mujeres perfectas, desnudas, mostrando sus tetas, mostrando su sexo, me sentí fatal…


La China - 1 de 6 - resubido


Se acercó un tipo grandote, medía como dos metros, obeso en demasía, se presentó como el encargado y luego de cruzar unas palabras, me indicó que la acompañara.
Fuimos hacia el final del enorme salón, esquivando partes de coches diseminadas y miradas indiscretas de los muchachones del taller.
Subimos por una escalera a un pequeño semipiso donde Carlos, esa era el nombre del encargado, me indicó que esperara.
En esos segundos entendí como funcionaba, ese sector era como el puente de mando de un buque, amplios ventanales daban al frente del galpón y desde ahí podía verse todo lo que se hacía, lejos de esos olores nauseabundos se aspiraba una fragancia a eucaliptus, pisos esmaltados, aire acondicionado, observaba cada detalle hasta que la puerta de la oficina principal se abrió, fue la primera imagen de Claudio Monardes, el hombre que cambiaría mi vida.

El tipo tendría cuarenta años, unos diez mas que yo, alto, delgado y bien formado, un rubio apagado, casI castaño, de barba perfectamente recortada, estaba bronceado y unos ojos verdes profundos que sentí que me quemaban al mirar.
Claudio lucía camisa blanca, impecable traje en azulo oscuro y corbata roja cortando los colores, zapatos negros que lucían brillantes, se acercó cortésmente para recibirme, me besó la mejilla y me embriagó con una loción tan profunda como el verde de sus ojos.
Nos sentamos frente a frente, y empezamos a charlar sobre la propuesta laboral, sería su secretaria personal, necesitaba alguien que llevara los papeles, cobros, pagos, que liquidara los salarios de los empleados, y por sobre todo, que supiera inglés, en un mundo cada vez más globalizado el idioma era de vital importancia.

La oferta era tentadora por donde la viera, la paga era casi el doble, el horario acotado, solo días de semana y Claudio parecía un buen tipo, incluso no pude dejar pasar por alto el detalle que mientras hablaba conmigo jugaba inconscientemente con la dorada sortija de matrimonio que lucía en su dedo anular.
Y ahí fui, mi nuevo empleo, supuse serían nuevos aires para mi matrimonio, pero volví a equivocarme, las casas no solo que no mejoraban con Jorge, empeoraban…
Y saben lo loco de la situación? empecé a culparme a mi misma por lo que sucedía, sentí que para sus ojos yo era fea, a pesar que no lo soy, tal vez fuera mala en la cama, tal vez, fuera predecible, aburrida, demasiadas preguntas, pocas respuestas…

En seis meses tenía total control de la situación, de mi puesto, de mi trabajo, pero no era solo en lo laboral lo que progresaba, Claudio, mi jefe era un tipo por demás intrigante, siempre bien vestido, siempre perfecto, siempre gentil, siempre caballero, y el roce día a día fue creando una complicidad peligros, el me miraba indiscretamente, jugaba con sus palabras, abusaba de mi fingida inocencia, me hacía reír, me había bautizado como ‘la china’, y en ese lugar todos me llamaban así, nunca lo había notado, pero era cierto, cuando reía se me rasgaban los ojitos y verdaderamente parecía china…

Pero a pesar de todo mantenía mi distancia, su esposa lo visitaba cada tanto, una mujer muy bonita, de gran culo, de grandes tetas, una persona muy gentil con todos, menos conmigo, por algún motivo yo no le caía en gracia y eso era recíproco…
Cuando ella llegaba el me decía que no lo molestaran, que estaría ocupado, y ustedes pensarán lo mismo que yo pensaba, matrimonio, encerrados a solas, que nadie los molestara… ahhh!!! me moría imaginando al otro lado, en mi escritorio, apretando mi intimidad rítmicamente hasta llegar a incontrolados orgasmos, si tan solo mi esposo hubiera tenido algo de lo que tenía mi jefe…

Y la complicidad siguió en aumento, miradas, gestos, solo era cuestión de tiempo…
Un día Claudio me llamó por una consulta, estaba parado el pie del escritorio y leyendo los papeles de una carpeta, hablamos y cuando giré me dio un sutil carpetazo en la cola, no dije nada, dejé que lo hiciera, y en la próxima oportunidad recibí la palma de su mano dándome un chirlo cariñoso en una de mis nalgas, yo sabía que iba a cogerme, pero no sabía cuándo…

CONTINUARA

Si eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘LA CHINA’ a dulces.placeres@live.com

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