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Aislado Entre Mujeres [57].

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Aislado Entre Mujeres [57].




Capítulo 57.

El Ensayo.


Los labios de Brenda y Gisela estaban pegados a mi glande, una de cada lado. Sus lenguas no dejaban de moverse y además podía sentir la succión casi constante de sus bocas. No recuerdo que me hayan chupado la pija de esta manera. Estas dos chicas tenían una coordinación perfecta, y a pesar de que sus lenguas se entrecruzaban todo el tiempo, no se molestaban la una a la otra. Incluso estaban bien sincronizadas a la hora de tragar un poco mi verga, cuando una lo hacía, la otra inmediatamente se ponía a dar largas lamidas a todo mi tronco o bien a chupar mis huevos. 
Se supone que estamos haciendo esto para que Gisela se caliente, y espero que esté funcionando, porque conmigo sí que funcionó. Mi verga está tan dura que la siento palpitar. 
Hubo un tiempo en el que tener a Gisela chupándome la verga me generaba cierta incomodidad, incluso más que si lo hacía otra de mis hermanas o mi madre. Esto se debe a varios factores, y uno de ellos es que nunca creí que Gisela fuera tan sexual. Ella siempre ocultó esa faceta de su carácter. Ahora que sabemos de Celeste, su alter ego, y de cómo lo usó para vivir sus fantasías sexuales a pleno, me siento más cómodo. Sé que hay una parte en Gisela que ama el sexo; quizás más que la propia Macarena, que hasta ahora pensaba que era la más puta de mis hermanas. Ahora tengo mis dudas. 
Brenda se puso en cuatro sobre la cama, ella ya distaba mucho de la chica tímida que conocí el primer día que llegó a casa. Ahora actuaba con una soltura y una confianza extrema, como si ya fuera parte de la familia… y me encanta que se sienta así. 
—Vení, meteme la verga —me dijo mientras se abría las nalgas.
— ¿No se supone que la que se tiene que calentar es Gisela? —Pregunté. 
—Por eso. A Gise le encanta ver cómo me clavan una pija.
—Uf, sí… eso es muy cierto —aseguró mi hermana mayor—. Pocas cosas me calientan tanto como ver a Brenda siendo penetrada. No sé por qué.
—Yo sí sé por qué —dijo Macarena.
Ella observaba toda la acción sentada muy cómodamente en su cama, mientras se hacía tremenda paja. Ya se había quitado la tanga y su hermosa concha estaba a la vista de todos. 
—Mmmm… me gustaría escuchar tu teoría —dijo Gise—, pero antes… quiero ver cómo Nahuel le mete toda la pija a esta putita.
Gise se quedó de rodillas junto al culo de Brenda y abrió esa concha para mí. Se encargó de guiar mi verga hacia el interior de ese agujero. 
—Uf… me vuelve loca —dijo, mientras el miembro se iba hundiendo en esa apretada concha.
—Te da tanto morbo porque Brenda tiene mucha cara de inocente. De “chica buena”. Quien la vea por primera vez seguramente pensará que ella nunca tiene sexo con nadie, una chica con esa carita de Testigo de Jehová no podría ser una puta. Pero lo es… 
—Antes no lo era —dijo Brenda—. Cuando nos conocimos con Gisela yo era tan inocente como mi apariencia lo indicaba. Ella me llevó por el mal camino… o quizás debería decir que lo hizo Celeste.
—Y ese es el otro punto por el cual Gise se calienta tanto al ver cómo te cogen. Porque sabe que ella te llevó por “el camino de la corrupción”. Ella sacó la puta que hay en vos… y mirá, te llevó a situaciones tan locas como ésta. De ser una chica muy inocente pasaste a formar parte de las fantasías incestuosas de una familia a la que ni siquiera conocías.
—Una familia que te adoptó como si fueras una más —acotó Gisela, y luego pasó su lengua por los labios vaginales de Brenda.
—Así es —dije—. Nos encanta tenerte acá. Espero que nunca te vayas.
—Uy… no digan esas cosas… van a hacer que me emocione. Voy a terminar llorando. Y odio llorar cuando estoy tan caliente. 
—Dale duro a esta puta, para que se acuerde que está cogiendo —dijo Gisela, quien ya estaba mostrando claros signos de la personalidad de Celeste.
Estuve dándole unos minutos a Brenda, ella lo disfrutó tanto como yo, y como para no hacerlo, porque mientras se la metía, Gise le pasaba la lengua por la concha y por el culo con una maestría asombrosa. 
—Está funcionando —le dije a Macarena.
—Puede ser… pero está tomando demasiado tiempo —salió de la cama y se me acercó, por un momento creí que intentaría algo sexual para acalorar más la situación, por eso lo que hizo me sorprendió tanto. Sacó mi verga de la concha de Brenda y dijo—. Ok, Nahuel… gracias por todo. Ya podés retirarte. 
—¿Qué? ¿Ahora? ¿Estás loca? ¿Acaso no querías que Gisela se excitara…? ya lo estamos logrando.   
—Sí, pero no sirve de nada si va a tardar tanto tiempo.
—Hey, yo también quería pasar un buen rato con Nahuel… —dijo Gise—. Él tiene razón, ya estoy calentándome. 
—Lo siento hermana, perdiste tu oportunidad. Necesitamos a Celeste, yo todavía no veo a Celeste. Si querés quedate cogiendo con Brenda, les presto la pieza. Nahuel y yo nos vamos. 
Macarena salió de la habitación con la concha al aire y tirando de mi brazo. Yo aún estaba con la pija dura.
—Nos puede ver la abuela —le recordé.
—No me importa. Que nos vea. Puede venir bien. Ahora, vamos a tu pieza….
—¿Para qué?
—Porque sé que estás caliente y no quiero que te descargues con Gisela, podés hacerlo conmigo.
—Ah… mmm… interesante. Aunque… creo que puedo aguantar las ganas.
Frenó en seco y me miró a los ojos.
—Ok, vamos a tu pieza, a charlar un rato. Vamos a ver cuánto aguantas sin meterme la pija. A ver si tenés tanto autocontrol como decís. 
Entramos a mi cuarto y nos sentamos en la cama, ella con la espalda apoyada en el respaldo y yo justo frente a ella. La muy desgraciada dejó las piernas bien abiertas y comenzó a acariciarse la concha suavemente.
—¿Qué fue todo eso? —Le pregunté, con la verga aún erecta—. ¿Por qué interrumpiste todo en el mejor momento?
—Ya te dije, no nos sirve de nada si Celeste tarda tanto en aparecer. Cuando llegue el momento de pasar a la acción, no vamos a tener tanto tiempo para que Gise se caliente. Ella tendrá que encontrar la forma de llegar a ese punto de excitación lo más rápido posible. Y con esto la estoy entrenando un poco. Ahora sabe que si no le pone un poquito más de voluntad se tiene que quedar con las ganas de disfrutar de tu verga. Prometeme que no vas a hacer nada con ella sin que yo te dé permiso primero.
—Ufa… está bien. Solo porque confío en vos. Me da pena dejar a Gise así. 
—Al menos está con Brenda. Esa chica me gusta para vos. ¿Cuándo le vas a pedir que sea tu novia de verdad?
—Ay, qué directa. Nunca se me pasó por la cabeza pedirle eso.
—¿Por qué no? Y no uses a Gise de excusa, a ella también le encantaría que vos y Brenda estén juntos. 
—No, no es por Gise.
—Ah… ya sé… es por Tefi.
—Nada que ver, Maca. No digas boludeces. 
—¿Entonces por qué es? Vamos, Nahuel. A mí no podés engañarme. Te puedo leer como si fueras un libro abierto. Sé que Brenda te gusta, y vos le gustás a ella. Hacen una pareja perfecta. Comparten la misma pieza, cogen mucho, y ella ya sabe las cosas que hacés con tu familia y está dispuesta a participar. Ya te lo dije. Es la novia perfecta para vos. 
—¿Y vos por qué estás tan insistente con esto? ¿Por qué tenés tanto apuro de que yo me ponga de novio con Brenda?
—Porque no quiero que las cosas terminen mal. Tefi no es para vos.
—Ya lo sé… es mi hermana ¿Te creés que no me di cuenta?
—No me refiero solo a eso. De verdad, Nahuel. No es para vos. 
—No quiero hablar de esto ahora. Pensé que íbamos a coger un rato y ya está…
—¿No era que ibas a aguantar las ganas?
—Eso no me lo creí ni yo. En fin, no quiero discutir con vos justo ahora. Avisame cuando necesites mi ayuda con Gisela otra vez. Mientras tanto, dejame en paz.
Me puse un pantalón corto y salí de la habitación. Antes de cerrar la puerta escuché a Macarena diciendo:
—Solo te estoy cuidando, Nahuel… y lo sabés. 

—------------

Hubo un segundo ensayo. Ocurrió al día siguiente. Ya se me había pasado el enojo con Macarena, en especial porque no quería llevarme mal con ella cuando estábamos tan cerca de lograr nuestro objetivo. 
Este segundo ensayo transcurrió en mi dormitorio, mientras yo cogía con Brenda. Sí, lo sé… últimamente estoy cogiendo mucho con esta chica, y ni siquiera necesitamos una excusa para hacerlo. Pasamos mucho tiempo en la misma pieza, completamente desnudos, y no es raro que terminemos en la cama dándonos con todo. 
La puerta se abrió de golpe y tuve un potente flashback de la época en que mi mamá hacía eso y yo tenía que evitarme excusas para zafar. Sin embargo ahora no tengo por qué tener miedo. Incluso si mi abuela es la que entra, me da exactamente igual. 
Eran Macarena y Gisela. Las dos estaban vestidas de forma casual, con pantalones cortos y blusas sin mangas. En Gisela esta blusa formaba un amplio escote y los pezones se le marcaban mucho en la tela.
—Ahí los tenés. El momento perfecto —dijo Maca—. Dale, andá… sumate. ¿Qué estás esperando?
—Es que… ya sabés… no estoy caliente.
—¿Vas a perderte otra vez la oportunidad de jugar con la verga de Nahuel? —Preguntó Macarena.
—Mmm… bueno, si lo ponés de esa manera…
Gise se quitó la ropa rápidamente, se acercó a la cama y se sentó en la cara de Brenda, que estaba boca arriba mientras yo le metía la verga. Por supuesto que Brenda la recibió con la mejor de las actitudes, empezó a lamerle la concha al instante. Esto tuvo un fuerte efecto en Gisela, quien empezó a menear su cadera. Como tenía sus grandes tetas al alcance de la mano, decidí agarrar una y comencé a chupar su pezón. En pocos segundos se puso duro.  
—Nahuel, sacá la verga de la concha de Brenda —ordenó Macarena.
—¿Eh? ¿Por qué? —Protesté. Brenda no podía hablar, porque tenía las nalgas de Gise contra la cara, pero estoy seguro de que, de haber podido, ella también se hubiera quejado.
—Porque quiero que Gisela te la chupe.
—Ah… bueno, así sí…
Saqué la pija y la dejé ahí, entre los labios vaginales de Brenda, apuntando directamente hacia mi hermana mayor.
—Mmm… demasiado pronto —dijo Gisela—. Mejor probemos después.
—Ok, muy bien —dijo Maca—. Nahuel, podés retirarte.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Ya sabés muy bien por qué.
—Ufa…
Protesté, hice puchero e insulté a Maca por lo bajo. Aún así, hice lo que ella me pidió. No me agrada ni un poquito tener que abandonar mi pieza justo cuando la estaba pasando tan bien con Brenda, pero debo confiar en el entrenamiento de Macarena. Espero que sepa lo que hace, de lo contrario me voy a enojar mucho con ella, por volver a arruinarme un gran momento. 
Me puse un pantalón y abandoné la pieza mientras Gisela decía:
—Están siendo muy malos conmigo. Solo necesito un poco más de tiempo.
—Lo siento mucho, hermana —respondió Maca—. No tenemos tiempo. Necesitamos a Celeste. Si la ves por ahí, decile que venga… lo antes posible. 
Macarena salió conmigo y nos sentamos en los sillones del living.
—Espero que todo esto funcione —le dije—, porque esto de dejar las cosas a medias no me gusta nada.
—¿No dijiste que estabas aprendiendo a controlar tus impulsos?
—Sí, pero una cosa es hacerlo por decisión propia, y otra muy distinta porque alguien me lo ordena. Ahora me re quedé con las ganas.
— ¿Estás insinuando que yo tengo que ayudarte a sacarte las ganas?
—Bueno, la última vez te ofreciste a hacerlo.
—Sí, pero esta vez no lo voy a hacer.
— ¿Por qué no?
—Porque no quiero que llegues agotado a la “batalla final”. Tenés que coger menos, Nahuel. Estás como un conejo. Metés la pija en cada agujero que te cruzás y eso te va a quitar fuerzas para el gran momento. Es solo por un tiempo. Cuando todo esto se resuelva, podés volver a coger todo lo que quieras, con quien quieras. Ahí sí voy a estar encantada de ayudarte. Pero, mientras tanto… guardá un poco de leche, que las reservas no son infinitas.
—Ufa… está bien. Odio cuando tenés razón.
—Y siempre tengo razón —dijo con una sonrisa perversa. 

—---------

Para mi mala fortuna, hubo otros intentos fallidos en los que Gisela no logró despertar su alter ego y tuvimos que interrumpir todo, por órdenes de Macarena. Esta maldita desgraciada está jugando con nuestras mentes… y con nuestra paciencia. Pude notar el malestar en Gisela cuando, por fin, se decidió a chuparme la pija sin ningún tipo de preámbulo, y sin la intervención de Brenda. Simplemente se arrodilló y se tragó toda mi pija cuando Macarena le pidió que lo hiciera. Estuvo chupándola un rato hasta que Maca le dijo:
—Ahora ponete en cuatro en la cama y bajate el pantalón.
En ese instante Gisela dudó, dijo que necesitaba más tiempo y Macarena, porque es cruel y perversa, decidió que mejor lo dejábamos para otro momento. Una vez más me quedé con toda la leche en el tanque de reserva. Lo peor de todo es que Maca me pidió que bajara la frecuencia de las pajas. Una vez me sorprendió haciéndome una mientras miraba fotos porno en el celular (sí, eran las fotos de Tefi, las más nuevas que subió a internet). Estaba apunto de acabar cuando Macarena irrumpió en mi cuarto y dijo: “Hey, que ni se te ocurra acabar”. 
Tuve que dejar de hacerlo en el instante, así como también tuve que interrumpirme en el cuarto intento de ensayo (sí, lo sé… ni un ensayo completo pudimos hacer, lo cual me da un poco de miedo). Esta vez la táctica consistió en penetrar a Gisela de entrada, Macarena le bajó el pantalón y me dijo:
—Dale, metela antes de que se arrepienta.
Y la penetré… por suerte estábamos en mi cuarto y nadie pudo ver la escena. Fue un tanto aparatosa, porque Gisela intentó ponerle onda, se inclinó hacia adelante y apoyó sus tetas contra la pared; pero… me detuve porque la noté incómoda. Me di cuenta de que no estaba disfrutando tanto como debería hacerlo.
—No voy a seguir —dije—. Así no me gusta. No quiero incomodar a Gise.
—Está bien, Nahuel —dijo mi hermana mayor—. Podés seguir, ya me voy a calentar…
—No, no, así no me gusta.
En esta ocasión fui yo el que le puso punto final a todo, lo que llevó a Maca a decir: “Estoy orgullosa de vos, hermanito”. Gisela se tuvo que quedar sola, sé que se hizo una paja en mi cama, porque antes de salir de la pieza vi como empezaba a tocarse. Sin embargo, algo me dice que no disfrutó a pleno de esa masturbación. Me da un poco de pena, ella se está esforzando mucho por “activar” a Celeste lo más rápido posible; pero nada parece funcionar. Siempre pide más tiempo… y Macarena insiste en que Celeste debe aparecer al instante, como si se tratase de activar un interruptor.
Horas más tarde, ese mismo día, charlamos al respecto, esta vez sí se sumó Brenda. Nos reunimos en el cuarto de Macarena.
—Gisela ¿ya pensaste en la pregunta que te hice hoy a la mañana?  —preguntó Maca—. Quiero que respondas sin miedo, ¿qué es lo que más te calienta hacer con Nahuel? ¿Qué te vuelve loca? 
—Lo pensé bastante, incluso lo charlé con Brenda… y creo que lo que más me calienta es que me acabe en la cara. Eso me vuelve loca al instante.
—Entonces podríamos probar eso —dije, sacando la verga de mi pantalón.
—Este pajero está desesperado por acabar —dijo Macarena—. Guardá eso que todavía no vas a usarlo.
—Pero… pero… es una buena idea.
—No, es una pésima idea. Te dije que para que el plan funcione, tenés que tener mucha energía. Si lo primero que vas a hacer es acabarle en la cara a Gisela, entonces ya empezamos mal.
—Mmm… tenés razón, no lo había pensado de esa manera.
—Y no, porque pensás con la pija —Brenda soltó una risita y asintió con la cabeza. Hasta Gisela encontró divertido el comentario.
—Hay otra opción —dijo Brenda.
—¿Cuál? —Quise saber.
—Que se la metas por el culo, sin pedirle permiso. 
—Hey, eso me parece un poquito mucho —dijo Gisela—. No creo que pueda aguantar la pija de Nahuel si me la mete sin ningún tipo de aviso. Es más, ni siquiera me va a entrar.
—Es cierto —dijo Macarena—. No creo que entre tan rápido. Pero la idea es buena. Ya sé lo que podemos hacer.
—¿Qué cosa? —Pregunté.
—Vos esperá a que yo te dé la orden, confiá en mí. Vení Brenda, necesito que me ayudes a armar esto… y de paso ¿no tenés ganas de comerme un poquito la concha?
—Por supuesto que sí —Brenda se puso de pie de un salto y las dos se fueron. Se que siguieron con sus jueguitos en mi cuarto.
Gisela se quedó sola conmigo y se formó un silencio muy incómodo.    
—Esto es más difícil de lo que me imaginaba —comentó—. Nunca me había puesto a pensar en que necesitaba un contexto específico para poder… em… romper mis barreras.
—Quizás se deba a que en realidad no querés hacerlo.
—No no, nada que ver. Me encantaría hacerlo. De verdad. Nada me haría más feliz en el mundo. Es  horrible sentirse así, Nahuel. Detesto estar todo el tiempo tan acomplejada y con miedo a cada cosa que hago. Macarena puede coger con vos y no siente ni un poquito de culpa, yo en cambio… digamos que si lo hiciéramos ahora mismo, me sentiría muy pero muy mal. Sin embargo, cuando tuvimos nuestros momentos con la cámara y aquella primera vez que Brenda te la chupó… uf… me sentí de maravilla. Me sentí libre. Sentí que por fin tenía control sobre mi vida. Quisiera tener ese control todo el tiempo, y poder vivir sin complejos… como Maca. Pero me cuesta mucho…
—Lo siento mucho… yo… voy a intentar hacer todo lo que esté a mi alcance para ayudarte.
—Me estás ayudando un montón. ¿Y querés que te diga una cosa? No sé qué estarán planeando esas dos putas; pero… creo que lo del sexo anal podría funcionar —mostró una sonrisa libidinosa que duró apenas un instante—. Me encanta que me la metan por el culo, en especial si es una pija grande como la tuya.
Ahí me di cuenta que la tarea que teníamos entre manos no era imposible. Celeste estaba ahí, pidiendo a gritos por ser libre. Ahora entiendo que Gisela realmente busca esto, que esta será su forma de sentirse plena y en libertad. Esto me motiva mucho, ya no tendré por qué sentirme culpable si un intento no funciona. Simplemente haré mi mejor esfuerzo, por ella.

—----------    
     
La sexta es la vencida. 
La situación se dio de la siguiente manera. Yo estaba en la pieza de Macarena recibiendo una excelente chupada de pija de parte de ella. Fue su idea hacerlo, aunque me aclaró desde el principio que la intención no era hacerme acabar. 
Se estaba esmerando mucho, su lengua se mostró ágil y sacó a relucir toda su experiencia mamando vergas. Lo hace casi tan bien como la tía Cristela. 
En un momento interrumpió la tarea y se puso de pie.
—Vení, seguime —dijo, tomándome de la mano.
Salimos sin que a ella le importara que alguien la viera desnuda, mientras yo marchaba a su lado con una potente erección. Justamente las que nos vieron fueron Pilar y la tía Cristela. Aunque no nos prestaron demasiada atención. Ver gente desnuda o en pleno acto sexual ya es parte del día a día en esta casa. Y aunque mi abuela esté rondando, ya cada vez le prestamos menos atención.
En mi cuarto nos esperaban Brenda y Gisela, las dos con la ropa puesta. Eso me sorprendió, hubiera jurado que las encontraríamos cogiendo. Al parecer ellas también se cansan de hacerlo. Gise estaba sentada en la silla de la computadora y Brenda en la cama. Macarena tomó a Gise por el brazo y la obligó a ponerse de pie.
—Ahora sí —me dijo—. Dale por el culo a esta puta.
—Pero… pero… le va a doler.
—Simplemente hacelo, Nahuel…
Estas palabras vinieron de la propia Gisela y me tomaron por sorpresa. No sabía cuál era la estrategia que habían adoptado, pero si mi hermana estaba tan decidida, yo también tendría que estarlo. Además… ¿a quién voy a engañar? Ahora mismo tengo una calentura tremenda, llevo días aguantando las ganas, y nada me haría más feliz que meterla en el culo de Gisela.
Ella me dio la espalda y apoyó sus manos en la cama. Tenía puesto un sencillo pantalón gris, de jogging, le quedaba muy bien porque su culo es enorme, pero estoy seguro de que no luciría tan atractivo en cualquier otra mujer.
Bajé su pantalón de un tirón, junto con la ropa interior y en ese momento entendí todo. Era una táctica tan sencilla como efectiva. Si el problema de meterle la verga por el culo a Gisela estaba en que ella tardaría en dilatar, esto se podía solucionar con un buen plug anal. Ya lo tenía puesto y en cuanto empecé a sacarlo me di cuenta de que era de los grandes. 
Sonreí a Macarena, como si les estuviera diciendo: “Muy buena idea”, mientras tanto ella me llenaba la verga de lubricante, al mismo tiempo que me masturbaba para que la tuviera lo más dura posible. 
Retiré el plug anal del culo de Gisela, con cierto esfuerzo. En su parte más ancha era igual a mi verga. Pude ver el agujero bien dilatado y supe que no habría problemas en meterla de una sola vez tan adentro como fuera posible. 
La penetración fue limpia, profunda y sin escalas. Gise soltó un gemido que me erizó la piel y de inmediato comencé a bombear contra sus nalgas. 
— ¿Y? ¿Qué tal se siente? —Le pregunté mientras le daba una estocada detrás de la otra.
—Seguí… seguí… uff… no se te ocurra parar.
—Mmm… me parece que está funcionando —dijo Brenda, que comenzó a quitarse toda la ropa—. Lo puedo notar en su mirada. ¿Le puedo dar un poquito de concha?
—No, tiene que aprender a hacerlo solo con la pija de Nahuel —dijo Macarena.
—Ah… qué mal, porque me encanta que me chupe la concha cuando se pone así. Le pone muchas ganas. 
Gisela se fue subiendo a la cama de a poco, hasta que quedó en cuatro sobre ella. Esto me permitió aferrarme mejor a su cintura y le pude dar más fuerte. 
Al parecer a Brenda no le gusta quedarse fuera del juego, y como no podía hacer nada con Gisela, se acercó a mí y me dio un cálido beso en la boca. Fue… extraño. La noté más apasionada que de costumbre. Basta con decir que casi me hace una cirugía de amígdalas con su lengua. También me acarició los huevos, como si me estuviera arengando para que le diera más duro a Gisela… y si esa era su intensión, funcionó. Mi hermana comenzó a gemir como una gata en celo. 
—Ay, sí… rompeme el orto pendejo… dame que me gusta… uf… dios… qué rico.
—Me parece que funcionó —dijo Macarena con una gran sonrisa—. Ahora sí preparate, Brenda. Porque vas a tener que hacer todo lo que ella diga.
—Siempre estoy lista para eso —aseguró. 
—No, no… Brenda no. La que va a hacer todo lo que le diga vas a ser vos, Maca. 
— ¿Qué? Pero si Brenda es tu juguetito…
—Lo sé… pero lo estuve pensando durante todos estos días, durante todos estos intentos que nos interrumpiste y la idea de usarte de juguete se volvió cada vez más intensa en mi cabeza.
—Em… hermanita, me encantaría coger con vos, aunque… si creés que vas a poder jugar conmigo de la misma forma en que lo hacés con Brenda, estás muy equivocada. 
—No, Macarena, la que está equivocada sos vos. Vos me conocés tranquila, pero no tenés idea de cómo puedo llegar a ser cuando estoy muy caliente. 
— ¿Ah sí? ¿Y qué pensás hacerme? —Preguntó Maca, desafiante.
—Por ahora, nada. Solo te quiero chupar la concha.
—Mmmm… eso se puede solucionar.
—No vayas —dijo Brenda—. Es una trampa —luego soltó una risita picarona.
—No te preocupes, sé cómo lidiar con mujeres cachondas —aseguró Maca.
Se sentó justo frente a Gisela, con las piernas bien abiertas. Le ofreció su vagina en bandeja, se la abrió con los dedos y le dijo: “Dale, date el gusto. Sé que ésta te calienta”.
Por supuesto que a mí esa escena me puso a mil. Ya mantenía un buen ritmo y el culo de Gisela se prestaba para seguir así durante un buen rato más, ella lo estaba soportando de maravilla. Se puso a lamer la concha de su hermana con total tranquilidad, como si se hubiera olvidado de la pequeña discusión que tuvieron momentos atrás. 
De pronto Gisela se movió, colocándose justo sobre Macarena. Quedaron cara a cara. Luego Gise hizo otro movimiento, casi como si fuera una llave de lucha libre. Se llevó a Maca con ella, y no me extraña que lo haya conseguido tan fácilmente, porque Gisela es considerablemente más grande y pesada que la delgada Macarena que, a pesar de ser muy bonita, es prácticamente piel y hueso. Las piernas de Gise se entrecruzaron con las de Maca, manteniéndolas inmóviles. También se las ingenió para que las dos manos de Macarena quedaran juntas en su espalda.
—Ahora sí, Nahuel… acá tenés a esta putita toda para vos. Quiero que se la metas por el culo, y no te olvides de todas las veces que nos interrumpió.
—No, no… pará… soltame. Si me la mete por el orto ahora me va a partir al medio. Tiene la pija re ancha.
—Sí, lo sé… y te va a doler… y yo lo voy a disfrutar.
—¿Estás segura? —Le pregunté a Gise, quien sin dudas ya era Celeste.
—Muy segura, confiá en mí. Esta putita va a ser obediente. Agarrale las manos, yo me encargo de mantenerla quieta.
Me coloqué detrás de Macarena, ella tenía las piernas separadas, al igual que Gise. Y mientras Gise la estuviera atenazando de esa manera, no podría moverse. 
—Te dije que era una trampa —comentó Brenda, mientras volvía  a pasar lubricante sobre mi verga—. Una vez me hizo lo mismo cuando estábamos cogiendo con un tipo que ni conocíamos… a mí me daba vergüenza entregar la cola… y ella se encargó de que lo hiciera. No te preocupes, lo vas a disfrutar. 
—No, no… suéltenme… acá el objetivo no soy yo.
—Ahora sí lo sos —dijo Gisela—. Y te lo tenés muy merecido, por la forma en que nos trataste, putita malparida. Dale Nahuel… rompele el orto.
Realmente Gisela parece otra persona cuando cambia su actitud, cuando sus filtros desaparecen. Apunté la verga al culo de Maca, que esperaba completamente entregado, ante la incapacidad de moverse de su dueña. 
—Mmm… está más dilatado de lo que me imaginaba —dije, al notar que mi verga estaba entrando de a poquito.
—Obvio, si a esta puta le encanta meterse dildos en el orto —dijo Gisela.
—Eso es cierto —comentó Brenda—. Cuando cogimos juntas, lo primero que me pidió fue que le metiera un dildo bien grande por el culo. Se nota que le calienta el sexo anal. 
—Los odio… —dijo Macarena, apretando los dientes.
—Shh…. silencio chiquita —dijo Gisela—. Nadie te dio permiso para hablar.
—Yo hablo todo lo que quie… ah… la puta madre… auch!!
La verga se hundió dentro de su culo como por arte de magia. Definitivamente Maca estuvo manteniendo muchas prácticas con el sexo anal y los dildos que le robó a mi mamá. Me pregunto en cuántas de estas situaciones estuvieron involucradas Pilar y la tía Cristela. Ellas son las que más disfrutan cogiendo con Macarena. 
—En cuanto sientas que ya le podés dar duro, hacelo —me arengó Gisela.
Macarena volvió a protestar, e incluso luchó por liberarse. Fue completamente inútil, su hermana tiene mucha más fuerza que ella. Por la forma en que le gusta que yo le meta la verga por la boca, sé que a Macarena le gusta el sexo duro, y aunque su orgullo esté un poco herido, sé que está disfrutando de este momento. 
Mi verga consiguió entrar lo suficiente para poder darle una buena experiencia de sexo anal a Macarena. Tuve que sujetar fuerte sus manos, pero más allá de eso no noté ninguna resistencia. Ella comenzó a gemir en cuanto yo inicié el bombeo. Mi verga se fue hundiendo más y más. De vez en cuando la sacaba, para que Brenda pusiera un poco más de lubricante, luego la volvía a meter, consiguiendo ir cada vez más adentro.
Así fue que conseguí meterla completa y dejar su culo apropiadamente dilatado. Como bien dijo Gisela: debo recordar todas las veces que Macarena nos obligó a detenernos. Me pareció un acto de justicia poética que ahora ya pudiera descargarme con su culo al mismo tiempo que Gisela le demostraba que ya había encontrado la forma de derribar esas barreras mentales que le impedían mostrar toda su energía sexual. 
Por supuesto que Maca luchó un poco más mientras yo la cogía. Lo hizo por puro orgullo, para no darnos el gusto de mostrarse dócil y sumisa. Sin embargo, no fue capaz de moverse. Y poco a poco fue perdiendo su energía para luchar. Sus gemidos se hicieron más potentes, indicando que estaba disfrutando cada vez más de las penetraciones anales. Noté que Gisela la iba soltando de a poco y yo hice lo mismo, hasta que ya nadie la sujetaba. Macarena quedó completamente derrotada y entregada, se acomodó mejor para disfrutar de las penetraciones y para poder rozar su concha contra la de Gise. Luego besó en la boca a su hermana mayor. 
Estuvimos cogiendo así un buen rato, hasta que yo sentí ganas de acabar. Unas tremendas ganas de acabar. Llevaba acumulando leche por días. 
Y para el gran final se me ocurrió algo que seguramente a Gise le gustaría mucho. Me acerqué a su cara y apunté mientras me masturbaba. De inmediato Macarena y Gisela comenzaron a darle lamidas a mi glande y en unos segundos mi verga ya estaba escupiendo abundantes chorros de leche contra sus caras… en especial sobre la de Gise, como ella estaba abajo, recibió la mayoría de las descargas. Su cara quedó blanca casi por completo. Cuando terminé de eyacular, las dos se comieron la boca de forma apasionada, intercambiando semen de una a la otra.
—Te quiero, puta —dijo Gisela.
—Yo también te quiero —le respondió Maca, mientras le limpiaba la cara con la lengua.
Este proceso duró varios minutos y yo tuve tiempo de relajarme. Mi verga se puso flácida. Sentí un poco de pena por Brenda, porque ella no pudo participar, sin embargo sé que va a ser bien compensada por su colaboración. Si Gisela no se encarga de eso, lo voy a hacer yo. 
Cuando las dos hermanas tuvieron la cara completamente limpia, salieron de la cama y se pusieron de pie. Macarena estiró sus músculos. Aún parecía algo confundida por lo que había ocurrido. Seguramente le va a llevar tiempo aceptar que una de sus hermanas logró dominarla.  
—Bueno, ya está... ¿querían a Celeste? Acá la tienen. Ahora… ¿pueden decirme en qué consiste el plan? ¿Tengo que hacerme cargo de la abuela Fernanda cuando llegue el momento apropiado?
—No, no… —dijo Macarena—. De la abuela se va a encargar Nahuel. Vos te vas a concentrar en mamá. 
Gisela mostró una sonrisa perversa, como nunca antes lo había visto en ella. 
—Me encanta. Ya les digo que Alicia va a ser mi puta.
—Hey, creí que yo era tu puta —protestó Brenda.
— ¿Y quién dijo que solo puedo tener una puta?
—Oh…
—De rodillas y a chupar, putita.
—Sí señora.
Brenda se prendió a la concha de Gise como si su vida dependiera de eso. Es increíble el poder de dominio que tiene cuando pierde todos los filtros. Estoy seguro de que mamá no se podrá resistir a ella.
Aunque… todavía tengo mis dudas de si yo podré hacer lo mismo con la abuela Fernanda. Hasta ahora viene todo bien… pero nunca se sabe.    

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Me encontraba en el living leyendo un libro, sin prestarle mucha atención a la trama, porque en realidad estaba expectante. Quería saber cada movimiento que diera mi abuela fuera de su dormitorio, y si salía estaba obligada a cruzar el pasillo, y la voy a ver cruzar el arco principal que lo conecta al living. Es la mejor forma de observar los movimientos de toda la casa, ahora entiendo por qué mi mamá (con su personalidad tan controladora) solía pasar tantas horas en el living. 
Cuando Fernanda me vio, no pudo evitar acercarse. Se paró frente a mí con los brazos en jarra, ví que solo traía puesta una remera vieja un tanto larga y que por debajo se asomaba su concha.
—Estoy muy enojada con vos. 
— ¿Por qué? —Pregunté bajando el libro, sabía exactamente a qué se refería; pero hacerme el boludo era parte de mi juego—. Ey! Se te ve toda la concha. Qué raro vos saliendo de la pieza sin ponerte ropa.
Se encogió de hombros.
—Ya vi que en esta casa usar ropa es opcional. Ya le conozco de memoria las tetas  y las conchas a todas mis nietas.
—Y a la de Pilar la estuviste explorando con la lengua —Fernanda se puso roja.
—No quiero hablar de eso ahora. Como te decía, estoy enojada con vos. Hoy a la mañana te metiste en la pieza de Tefi… y cerraron la puerta con tranca.
—Así es… 
— ¿Y qué estuvieron haciendo?
—No sé… usá la imaginación.
—Ya me imagino claramente lo que pasó dentro de esa pieza. 
— ¿Y por eso estás tan enojada?
—No. Estoy enojada porque no me dejaron entrar. Golpeé la puerta como veinte veces y no me abrieron.
—Ah, perdón por eso… es que estábamos con la música a volúmen alto…
—Sí, de eso también me di cuenta. ¿Por qué no me dejaron entrar?
—Ya te dije, abuela. No sabíamos que estabas ahí. Pusimos música y trabamos la puerta para que nadie nos moleste, ya te imaginarás por qué. Nunca se nos ocurrió pensar que vos tendrías ganas de participar… aunque… después de lo que hiciste con Pilar, quizás tendría que haber pensado que ahora te querés comer la concha de Tefi.
—Claro que no…
—No te culpo. Tefi tiene la concha muy linda. Creo que es la más linda de todas. Si estás caliente con tu nieta, lo re entiendo.
—Ay, no… Nahuel… no me digas esas cosas. Me ponés muy incómoda. Yo no estoy caliente con ninguna de mis nietas.
—Pero… bien que te cogiste a Pilar. 
—Eso… eso… fue algo no planeado. No buscaba hacerlo. Simplemente se dio.
—¿Entonces? ¿Para qué querías entrar a la pieza de Tefi si no era para chuparle la concha?
Se quedó en silencio. Al igual que mi mamá (en sus peores días) a Fernanda no le gusta admitir por qué hace las cosas; pero también… igual que Alicia, es capaz de confesar todo cuando está caliente. Vi que su vagina estaba cubierta de flujos, lo que me demostraba que estuvo masturbándose minutos antes de salir del dormitorio.
—Quería pasar un buen rato con vos —dijo al fin. 
—Ah, qué bien. ¿Te hubiera molestado hacerlo frente a Tefi?
—No, para nada… ya entré en confianza con ella. Ahora mismo no hay nadie en mi pieza… ¿querés…?
—Nah, te lo agradezco. La verdad es que estoy muy cansado. Tefi me dejó destruído. Esa chica es insaciable.         
Fernanda me miró con severidad.
—Entonces ¿cómo es la cosa? ¿Vos la pasás bien conmigo cuando se te da la gana, pero yo tengo que esperar siempre? 
—No sé de qué hablás abuela —no era la primera vez en el día que la rechazaba. Unos minutos antes de entrar a la pieza de Tefi, la abuela se puso un poco intensa conmigo en la cocina. Me manoseó el bulto durante un rato y llegó a pensar que terminaríamos cogiendo. Sin embargo yo le dije que me esperaba mi novia, lo cual es totalmente mentira… ni siquiera tengo novia—. Yo no te pedí que entraras al cuarto de Pilar… ni al de Tefi, ni nada.
—Lo sé, pero… últimamente me estás poniendo muchas excusas.
—Me hablás como si yo tuviera la obligación de tener sexo con mi propia abuela. Eso suena… muy raro. ¿No te parece?   
Este fue un golpe bajo, lo sé. Sin embargo era justo lo que la situación necesitaba. Ella retrocedió un paso, como si de pronto hubiera visto un fantasma. 
—No… no… nunca dije que estuvieras obligado, es solo que… em… está bien, hacé lo que quiera. Yo solo intentaba ofrecerte la oportunidad de divertirte un rato. Si no querés, no importa. Ya buscaré algo para hacer. 
—Muy bien. Cualquier cosa, después hablamos. 
—Sí, claro… cuando vos tengas ganas y yo no.
—¿Dijiste algo?
—No, nada…
Dio media vuelta y se marchó.  
Al otro día hablé con Pilar sobre la abuela, le pedí que me actualizara cualquier chisme al respecto. 
—Se me insinuó dos veces —dijo Pilar—. Está desesperada por coger… y la entiendo. Debe llevar meses, o años, de abstinencia sexual, y ahora que arrancó de nuevo está más caliente que un horno. A mí me pasó lo mismo cuando… bueno, ya sabés… cuando perdí la virginidad. Quería coger todo el tiempo. Y todavía tengo ganas de hacerlo casi todo el día; pero intento controlarme un poco. Me costó mucho decirle que no a la abuela.
—A mí también me costó un montón. Especialmente la primera vez, porque todavía no había cogido con… em… no había cogido.
—¿Con quién cogiste? Ya sé… con Tefi. Últimamente ustedes dos pasan mucho tiempo juntos. 
—Otra que me viene con ese tema… ¿Estuviste hablando con Macarena?
—Sí, obvio… pero no es solo idea de ella. Yo también los veo. No soy ninguna boluda. Sé que si querés coger con alguien, tu primera opción siempre es Tefi. Lo cual se me hace muy raro, teniendo en cuenta que siempre se llevaron mal. ¿No será que ahora encontraron en el sexo una forma de llevarse bien? 
—¿Qué querés decir con eso?
—Que ustedes ya no se dicen lo que les molesta del otro, por miedo a quedarse con las ganas de coger. Si es así, lamento decirte que en realidad no se llevan bien, ni se perdonaron ninguna de las peleas que tuvieron. Solo… están aguantando las ganas de pelear porque sino salen perdiendo.
—Pero… pero… yo nunca odié a Tefi, a veces me saca un poco de casillas. Puede que hayamos discutido en el pasado… pero te aseguro que la mayoría de las veces fue porque ella empezó la pelea.
—Lo sé. Tiene mal carácter esa pendeja. No tanto como Ayelén, que es una psicópata… pero Tefi también es conflictiva. Lo siento mucho, Nahuel. Sé que le estás tomando cariño. Solo intento protegerte.
—Pará… pará… ¿qué estás queriendo insinuar? No me hables con vueltas. 
—Em… bueno, no te lo quería decir de forma tan directa, para no lastimarte… aunque quizás sea lo mejor. Necesitás abrir los ojos, Nahuel. Tefi solo tiene ganas de coger, y como no le gustan las mujeres, siempre te busca a vos. Digamos que te soporta, porque sino se queda sin pija. El día que consiga otra verga… em… 
—Se va a olvidar de mí… 
Me quedé con los ojos muy abiertos mirando el infinito. En ningún momento se me había ocurrido pensar que Tefi me trata bien solo por conveniencia. Pilar es muy perceptiva, y además conoce a su hermana. Sabe lo que dice. 
Ella notó que yo me quedé confundido y paralizado. Se alejó de mí diciendo: “Lo siento mucho”. 
¿Y si tiene razón? ¿Y si en realidad Tefi me odia? Bueno, quizás odio sea una palabra muy fuerte. Pero si solo “me está tolerando” también es muy malo. Significa que en cuanto se termine la cuarentena buscará a otro tipo con quién coger y ya se olvidará de mí. En realidad no tiene por qué tenerme en cuenta, es decir… soy el hermano. Ella debería hacer su vida sin preocuparse por mí. Sin embargo, en algún rinconcito de mi cabeza siempre tuve la esperanza de que el sexo con mis hermanas seguirá estando cuando recuperemos la libertad. Quizás no tan a menudo… pero seguirá. 
¿Y si con Tefi no sigue? 
¿Y si vuelve con su ex novio? 
¿Y si conoce a alguien nuevo?
Con todo el material porno que está subiendo a internet, seguramente tiene muchos candidatos haciendo fila para complacerla. 
De pronto me invadió una extraña sensación. Comenzó a faltarme el aire. Todo se nubló, como si se me estuviera bajando la presión. Tuve que ponerme de pie rápido, para tomar un vaso de agua. Eso me alivió un poco, aunque el malestar siguió latiendo dentro de mí.    



      
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3 comentarios - Aislado Entre Mujeres [57].

Lord_Q +2
muy bueno como siempre, excelente.
nesthor1220
No me gusta nada lo que dice Macarena sobre lo de Nahuel y tefi 😭😭
nesthor1220
POR QUÉ ME SIENTO COMO NAHUEL SOBRE SU RELACIÓN CON TEFI😭. Que no se así😔