Hola, soy Sofía, tengo 27 años y vivo con mis padres y mi hermano Joaquín de 22. Somos un hemano y una hermana muy "unidos" y su pija dura es lo que más disfruto en la vida. Pero esto arrancó hace mucho, unos 8 años.
Por ese entonces, Joaquín era un pendejo insoportable y yo empezaba a descubrir los placeres del sexo con mi novio de aquel entonces. No es que fuera virgen hasta los 19, sino que él era el primero que me había hecho sexo oral provocándome mi primer gran orgasmo. Hasta ese entonces el sexo era un triste mete y saca de 5 minutos que me dejaba con más ganas que satisfacción.
Un buen día empecé a notar que mi hermanito me miraba mucho cuando estaba en bikini o cuando salía de la ducha envuelta en una toalla. Me imaginaba que sus hormonas estarían explotando en su interior y no podía evitar fijarse en mí. A veces me molestaba, pero otras... no sé... había una parte de mí que le gustaba ser mirada de esa manera, como una mujer intocable, como una fruta prohibida.
Para colmo de los males, a mis 19 años mis medidas eran 99-65-102, tenía el pelo largo y lacio color cobrizo, tez clara, ojos pardos medio verdes y una boca rosada que se veía muy sexy en mis selfies. Dicho por boca de muchos hombres, estaba buenísima.
Una noche me estaba duchando para salir muy tranquila, cuando al salir tengo la sensación que me espían por el ojo de la cerradura. Lejos de asustarme, me moví con calma. Demoré en secarme, dando la espalda a la puerta, mostrando mi culo. Cuando salgo del baño, lo hago con la toalla apretando mis tetas que casi se salen. Al llegar a mi habitación no cierro la puerta del todo y ando solo con una tanga un buen rato. Sabía que el pendejo estaba del otro lado mirando, yo me hacía la que no me daba cuenta pero mi corazón latía a mil y mis mejillas ardían. Me estaba excitando ser espiada. Cuando salí esa noche anduve caliente con mi novio todo el tiempo.
Los problemas empezaron una tarde que mis padres no estaban en casa, metí a mi novio en mi habitación y cogimos muy bien y muy fuerte. Cuando se fue, me fui a duchar. A la salida del baño mi hermanito me amenazó.
- Les voy a contar a mamá y papá que estuviste cogiendo con tu novio!
- Vos no vas a contar nada porque te mato!
- No te tengo miedo, tarada!
- Entonces les digo que me espiás cuando estoy desnuda!
Se puso colorado de golpe, entre vergüenza y rabia.
- Mentira!
- Querés arriesgarte?
- Igual lo tuyo es mucho peor! Yo solo quería saber como se ve una mujer desnuda real.
Tenía razón en algo, su hablaba el castigo sería mucho peor para mí y él se salvaría pir su "acto de curiosidad". Debía negociar.
- Si no decís nada... te dejo ver mis tetas.
- Qué?
- Sé que te gusta mirarme, no te hagas!
- No digas pavadas boluda! Sos vos la que anda en bolas por la casa!
- Uf... podrías mirarlas de cerca!
- Mirarlas... de cerca?
Apuntó sus ojos a mi escote.
- Acá no, vamos a mi habitación.
No podía creer como había sido extorsionada. Mi calentura y descuido me habían puesto en una situación complicada.
- Sentate en la cama.
Él obedeció y se quedó mirando expectante mi próximo movimiento. Yo me paré a un metro de distancia, cerré los ojos y resignada bajé la toalla.
- Uh... guauu!
Yo me sentía avergonzada, humillada y tonta, pero también un poco envalentonada por la expresión de asombro de mi hermano. Mis tetas le habían gustado. Llevé una mano a una y la estrujé un poco.
- Uhm!
Me daba cuenta que se movía sentado, abrí los ojos despacio y lo miré. El degenerado se estaba masturbando.
- Pendejo asqueroso! Que hacés pajeándote?
Me tapé las tetas con una mano y quise agarrarlo del pelo con la otra, soltando la toalla que me envolvía.
En un segundo todo se congeló. Mi mano en su pelo, la suya en la pija y yo totalmente desnuda. Él mirando mi concha y yo su pija.
Reaccioné alejándome dos pasaso hacia atrás y tapándome con ambas manos. Él agarró la toalla a sus pies con su mano libre.
- Dame la toalla y andate pajero!
- Si me dejás terminar me voy.
Lo pensé un segundo.
- Si hacés eso, no mencionás nunca más lo que pasó hoy!
- No. Nunca!
Sellamos nuestro pacto en silencio. Cerré los ojos para no verlo pajearse y me di vuelta.
- Faa que culo!
- Callate pendejo!
- Aaah aahh... aaahhh!
Mientras lo oí acabar un escalofrío me recorrió el cuerpo. Se fue rápido con la toalla. Yo me apresuré a cerrar la puerta. Sentí mi entrepierna húmeda, toqué y reconocí que me había mojado.
- Pendejo...
Fin de la parte 1
Por ese entonces, Joaquín era un pendejo insoportable y yo empezaba a descubrir los placeres del sexo con mi novio de aquel entonces. No es que fuera virgen hasta los 19, sino que él era el primero que me había hecho sexo oral provocándome mi primer gran orgasmo. Hasta ese entonces el sexo era un triste mete y saca de 5 minutos que me dejaba con más ganas que satisfacción.
Un buen día empecé a notar que mi hermanito me miraba mucho cuando estaba en bikini o cuando salía de la ducha envuelta en una toalla. Me imaginaba que sus hormonas estarían explotando en su interior y no podía evitar fijarse en mí. A veces me molestaba, pero otras... no sé... había una parte de mí que le gustaba ser mirada de esa manera, como una mujer intocable, como una fruta prohibida.
Para colmo de los males, a mis 19 años mis medidas eran 99-65-102, tenía el pelo largo y lacio color cobrizo, tez clara, ojos pardos medio verdes y una boca rosada que se veía muy sexy en mis selfies. Dicho por boca de muchos hombres, estaba buenísima.
Una noche me estaba duchando para salir muy tranquila, cuando al salir tengo la sensación que me espían por el ojo de la cerradura. Lejos de asustarme, me moví con calma. Demoré en secarme, dando la espalda a la puerta, mostrando mi culo. Cuando salgo del baño, lo hago con la toalla apretando mis tetas que casi se salen. Al llegar a mi habitación no cierro la puerta del todo y ando solo con una tanga un buen rato. Sabía que el pendejo estaba del otro lado mirando, yo me hacía la que no me daba cuenta pero mi corazón latía a mil y mis mejillas ardían. Me estaba excitando ser espiada. Cuando salí esa noche anduve caliente con mi novio todo el tiempo.
Los problemas empezaron una tarde que mis padres no estaban en casa, metí a mi novio en mi habitación y cogimos muy bien y muy fuerte. Cuando se fue, me fui a duchar. A la salida del baño mi hermanito me amenazó.
- Les voy a contar a mamá y papá que estuviste cogiendo con tu novio!
- Vos no vas a contar nada porque te mato!
- No te tengo miedo, tarada!
- Entonces les digo que me espiás cuando estoy desnuda!
Se puso colorado de golpe, entre vergüenza y rabia.
- Mentira!
- Querés arriesgarte?
- Igual lo tuyo es mucho peor! Yo solo quería saber como se ve una mujer desnuda real.
Tenía razón en algo, su hablaba el castigo sería mucho peor para mí y él se salvaría pir su "acto de curiosidad". Debía negociar.
- Si no decís nada... te dejo ver mis tetas.
- Qué?
- Sé que te gusta mirarme, no te hagas!
- No digas pavadas boluda! Sos vos la que anda en bolas por la casa!
- Uf... podrías mirarlas de cerca!
- Mirarlas... de cerca?
Apuntó sus ojos a mi escote.
- Acá no, vamos a mi habitación.
No podía creer como había sido extorsionada. Mi calentura y descuido me habían puesto en una situación complicada.
- Sentate en la cama.
Él obedeció y se quedó mirando expectante mi próximo movimiento. Yo me paré a un metro de distancia, cerré los ojos y resignada bajé la toalla.
- Uh... guauu!
Yo me sentía avergonzada, humillada y tonta, pero también un poco envalentonada por la expresión de asombro de mi hermano. Mis tetas le habían gustado. Llevé una mano a una y la estrujé un poco.
- Uhm!
Me daba cuenta que se movía sentado, abrí los ojos despacio y lo miré. El degenerado se estaba masturbando.
- Pendejo asqueroso! Que hacés pajeándote?
Me tapé las tetas con una mano y quise agarrarlo del pelo con la otra, soltando la toalla que me envolvía.
En un segundo todo se congeló. Mi mano en su pelo, la suya en la pija y yo totalmente desnuda. Él mirando mi concha y yo su pija.
Reaccioné alejándome dos pasaso hacia atrás y tapándome con ambas manos. Él agarró la toalla a sus pies con su mano libre.
- Dame la toalla y andate pajero!
- Si me dejás terminar me voy.
Lo pensé un segundo.
- Si hacés eso, no mencionás nunca más lo que pasó hoy!
- No. Nunca!
Sellamos nuestro pacto en silencio. Cerré los ojos para no verlo pajearse y me di vuelta.
- Faa que culo!
- Callate pendejo!
- Aaah aahh... aaahhh!
Mientras lo oí acabar un escalofrío me recorrió el cuerpo. Se fue rápido con la toalla. Yo me apresuré a cerrar la puerta. Sentí mi entrepierna húmeda, toqué y reconocí que me había mojado.
- Pendejo...
Fin de la parte 1
5 comentarios - Mi hermanito crece 1