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Mi historia de amor (resubido)

Primero, todas las entregas de los mejores post


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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos


Mi historia de amor
Tal vez suene raro que en un sitio donde se publiquen historias porno, yo les venga con una historia de amor, y mas raro sonará cuando esa historia se refiera a una chica travesti.


Pero no importa, lo cierto es que Florencia y yo cumplimos cinco años de convivencia y me pareció un buen momento para dejar por escrito parte de nuestra historia.


Desde mi despertar sexual fui un chico ‘fuera de casillas’, nunca me gustaron esas reglas ‘hombre mujer’ ‘heterosexual homosexual’, no, mi filosofía era que mi sexualidad era la que me hiciera feliz y me diera todo el placer para sentirme pleno como persona. Aclarado esto, puedo también decir que los hombres no eran lo mío, y había tenido varias noviecitas, pero también, cada tanto me había enredado con chicas trans, porque a mi forma de ver las cosas, que tuviera vagina o pene era solo una circunstancia, lo realmente importante era lo que fuera esa persona.


Además, mi cuerpo era libre de expresar mis sentimientos, lo que me gustaba, lo que deseaba, penetrar o ser penetrado, solo algo importaba, ser realmente feliz y honesto conmigo mismo.


Conocí a Flor en una fiesta, poco mas de ocho años atrás, casi nueve, era la boda de un amigo un tanto lejano, y en ese momento mis planes solo eran pasar un buen momento, algo cómico, en ese tiempo yo estaba de novio con una chica del barrio, ella era un tanto posesiva y se molestó mucho al enterarse que iría solo a esa fiesta, tal vez como anticipándose a las jugarretas del destino, tal vez solo adivinando que alguien mas se cruzaría en mi vida.


La primera vez que la vi entendí que moriría de amor por ella, fue en la iglesia, durante la ceremonia, y si bien no soy creyente el echo de sentirme excitado sexualmente en un sitio que para mucha gente es sagrado, me dio un poco de vergüenza, me sentí irrespetuoso, pero su belleza me atraía como un imán y no podía quitarle los ojos de encima.


Estaba un par de bancos por delante de mí, y trataba de observarla entre la gente que se interponía en la corta distancia, sus rubios cabellos caían ensortijados casi hasta su cola, a contraluz se tornaban un tanto rojizos, de estatura media, estaba enfundada en un vestido de fiesta en todo rojo apagado, con delicados bordados en hilos dorados, la tela se adhería a su cuerpo en forma pecaminosa, delineado la perfección de su escueta cintura y la generosidad de su trasero que sobresalía como una manzana deliciosa. El vestido se extendía casi hasta el piso, con un amplio tajo trasero que dejaba ver pare de sus piernas.


Al terminar la ceremonia disimuladamente esperé a que saliera para ver lo que aun no había vista, su rostro, estaba discretamente maquillada, con labios carmesí y unos enormes ojos celestes que me dejaron encandilado, pero mas encandilado quedé al bajar la mirada y notar sus enormes pechos semidesnudos que asomaban por el escote de su vestido. Estaba observando sus tetas cuando noté que ella me estaba mirando, y en esos segundos mi vista se dirigió a sus ojos, establecimos nuestro primer contacto visual, ella se esbozó una sonrisa al pescarme in fraganti, y yo me sentí un tonto principiante.


Ya en las afueras del templo, se hicieron los saludos tradicionales a los flamantes esposos, pero yo seguí concentrado en esa rubia impactante, era perfecta a mis ojos y a pesar del gentío noté que estaba bastante sola. Me las arreglé para conseguir información, hasta que alguien me dijo


- Ella? se llama Florencia, es una prima de la novia, pero te aviso, tiempo atrás era su primo, y se llamaba Flavio…
Como dije al principio, nunca me habían importado las etiquetas, y lo mismo me daba cual fuera su nombre.


Ya en fiesta aproveché mi oportunidad, la invité a bailar y empezamos a dialogar, en algún punto, a pesar del gentío sentí que solo estaba ella, que solo estaba yo, y noté que el sentimiento era mutuo y que algo nuevo estaba naciendo.


En un punto de la noche, cuando todos estaban un tanto ebrios y otro tanto distraídos, nos escabullimos como pícaros adolescentes, una locura cómplice, y nos perdimos en los recovecos del salón de fiesta, no se como terminamos en un pequeño cuarto donde se guardaban los productos de limpieza, un sitio a media luz donde no había mucho lugar, nos besamos profundamente, con pasión, con esa pasión de la primera vez, me embriagué con su perfume, y ella tomó la iniciativa, solo hizo que me separara lo máximo posible, tanto como diera el cuarto, para que la observara, lentamente fue abriendo su vestido, en una forma muy sexi, me enseñó sus pechos desnudos, perfectos, de afilados pezones, luego giró sobre si misma dándome la espalda, dejando caer el vestido al piso, era hora de enseñarme su precioso trasero, con una diminuta colaless negra que aún lo hacía más espectacular.


Volvió a girar, otra vez de frente, me preguntó si me gustaba lo que veía, y claro, la terrible erección que tenía era prueba mas que suficiente, Florencia comenzó a tocarse su entrepierna por sobre la tanga, y al fin la hizo a un lado, pera que emergiera una hermosa verga, caí rendido de rodillas, la tomé entre mis manos y empecé a acariciarla sin quitarle los ojos de encima, bastante gruesa, con una glande cabezón y rosado, lucía casi completamente depilada, apenas una línea de bellos de no mas de un centímetro le daba un toque muy sexi, empecé a masturbarla, me gustaba observar.


Ella se recostó sobre la pared, para dejarme hacer, su piel bronceada por el sol se me hacía irresistible, contrastando con el blanco profundo de la piel de su verga, de sus bolas y de su pubis, no pude resistirlo, me la metí en la boca y empecé a chuparla, tan rica, tan gruesa, tan mía…


Me dediqué a lamerla con esmero, metiéndola profunda en mi garganta, hasta donde fuera posible, besando solamente su glande mirándola a los ojos, acariciando sus bolas sensibles a mi tacto, jugando un juego de placer en el que ambos éramos socios.


Ella se acariciaba los pezones cuando la sentí llegar, el momento buscado, la sentí contraerse en mi boca y poco a poco la miel de su placer empezó a llenarme, solo degusté ese jugo precioso y tragué tan pronto pude, estaba tibia y deliciosa, y sentí que su sabor me llenaba el alma, apenas terminé me incorporé aun con mi boca pegajosa por su leche, la besé profundamente, quise girarla para cogerla pero ella me dijo


- No… pará… van a sospechar… tenemos que volver….
Y me dejó con una calentura terrible por el resto de la noche, y evadió cada intento mío por llevarla a la cama, al despedirnos cerca de las cinco de la mañana, solo tenía su número de móvil…


Pero no tardaríamos mucho en volver a cruzarnos, al día siguiente salí a pasear con la que era mi novia, ella fue punzante con sus preguntas, como adivinando y buscando que yo pisara en falso, me dijo que me notaba disperso, distante, y era cierto, cada vez que la besaba imaginaba que besaba los labios de Florencia, y la erección que tenía entre mis piernas no eran consecuencia de las caricias que ella me daba, no, en mi cabeza una y otra vez se sucedían las imágenes de lo que había sucedido en ese cuarto, en ese sexo improvisado, en las formas de su pija, del sabor a semen en mi boca.


Dos días después tendría mi segundo encuentro con ella, me había invitado a cenar a su casa, para conocernos mejor y desde que había recibido su llamado no hacía otra cosa mas que pensar en ella


Llegué temprano, producto de mi ansiedad, Flor lucía su cabello recogido, con unos amplios pendiente que llegaban a sus hombros, con un top salmón que apretaba e insinuaba sus pechos, un piercing brillante resaltaba su ombligo desnudo, una sexi falda negra disimulaba sus curvas de esas ajustadas en la cintura y que son amplias, cayendo en forma natural hasta media pierna, unas sensuales medias negras con brillos plateados apenas pasaban sus rodillas y unos finos zapatos de medianos tacos completaban la perfección de su figura, dejándome empalagado y expectante.


Cenamos con música romántica, algunos temas en castellano que hablaban de amor, la puse al tanto de mi vida, de mi trabajo, de mi familia, incluso le conté que estaba saliendo con una chica en esos momentos, ella a su vez me contó sus pormenores, me dijo que se ganaba la vida con un emprendimiento personal de florería, que vivía sola, que tenía una hermana menor quien era su alma gemela, puesto que la aceptaba como era, también me puso al tanto de sus padres, en especial el conflicto eterno que tenía con su mamá, puesto que ella la seguía llamando por su nombre de varón, negándose a aceptar lo que el corazón de Florencia sentía. También me contó de algunos novios que había tenido, que por cierto me provocaron celos, y también una historia loca y rara, dos años de ‘lesbiana’ que había convivido con otra chica, en fin…


Mi historia de amor (resubido)


Y palabra va, palabra viene, entre risas y copas, se habían hecho la una de la madrugada, ella trajo un vino espumante para cerrar una etapa y abrir la siguiente, me dio la botella para que la destapara mientras iba a orinar, el corcho saltó con fuerza haciendo esa explosión tan típica y excitante, serví dos copas, ella regresó y fue mi turno de vaciar la vejiga.


Mientras orinaba, a un costado en el piso vi una pequeña tanga tirada, fue tan excitante que me costó terminar de orinar puesto que sentí el comienzo de una erección, la tomé entre mis dedos y la lleve a mi rostro, para sentir sus olores, empecé a refregarla en mi cara, y también por mi verga que a esa altura estaba dura como un mástil, salí a su encuentro, ella me esperaba con la copa en la mano y una sonrisa maliciosa pintada en su rostro, me vio con la tanga entre mis dedos y adivinó que su trampa había surtido efecto, entonces meneó las caderas de lado a lado, los volados de su pollera se movieron libres como el viento, pero ella quería que viera otra cosa, su enorme verga, como el péndulo de una campana se bamboleaba de lado a lado, libre, excitante, dulcemente llamativa.


Apenas compartimos una copa entre besos, la arrastré contra la pared y tomé el control, ella me evadía puesto que quería seguir bebiendo, jugando conmigo al gato y al ratón, pero abusé de mi fuerza y le tiré el top que cubría sus pechos, a punto se sentir crujir las costuras entre mis dedos, a ella le gustó ese juego y en un abrir y cerrar de ojos sus preciosas tetas quedaron desnudas ante mi avance, sus pezones eran pequeños y filosos, rosados, empecé a lamerlos mientras ella acariciaba mis cabellos, los llenaba de saliva, derecho, izquierdo, los pellizcaba con suavidad, incluso los mordía estirándolos sin hacerle doler, mi mano libre acariciaba al mismo tiempo su pija por sobre la tela de la pollera, que no era un péndulo, ya gozaba una erección completa apuntando hacia un lado.


Entre revolcones y arrumacos fuimos hacia el dormitorio, un amplio ventanal dejaba entrar la tenue luz de las estrellas de un cielo despejado, mezcladas con ese tono amarillento de las farolas de la ciudad, la atmósfera del cuarto era perfecta, apenas notábamos nuestras siluetas entrecortadas en la penumbra, nos recostamos en el colchón y nos llenamos de besos, una a una nuestras prendas fueron quedando a un lado, recorrí con mis manos, sus curvas, sus hombros, su espalda, sus nalgas, sus piernas, su verga, su vientre, sus pechos, para llegar nuevamente a sus hombros, nos cruzamos de lado en un precioso sesenta y nueve, ella me chupaba la pija y yo hacía otro tanto con la suya, me atragantaba con su sexo, en momentos yo tenía el control, en momento me perdía con el placer que ella me daba.


Como solía hacer con las chicas cuando le chupaba la conchita, mojé un par de dedos y se los metí en el culito, entraron con suma facilidad, solo que esta vez ella me devolvió la gentileza, ojo por ojo, diente por diente, y seguimos un buen rato.


Florencia cambió y vino sobre mí, quedé recostado con mi espalda en el colchón y ella empezó a besar todo mi pecho, tomó mis brazos y los llevó hacia atrás como dominándome, y yo me dejé dominar, ella solo me besaba y sin darme cuenta me encontré con mis piernas abiertas y ella entre las mías, masajeando su pene contra el mío, mierda, que rico se sentía eso, una vez, otra y otra más, su pija dura, la mía dura, se entrecruzaban como espadas, sentía sus delicados testículos, no lo soportaba más, tomó mis piernas entre sus manos, bajó un poco, la sentí jugar con su sexo en la puerta de mi culito, la deseaba, como la deseaba, presionó un poco, y otro poco, respiré profundo mientras sentía mi esfínter adaptarse lentamente al diámetro del intruso, al fin sentí su pija meterse por completo y empezó a cogerme dulcemente.


Empecé a gemir, estaba perdido, mi verga estaba dura, quería masturbarme mientras me hacía el amor, solo que ella no dejaba que me tocara, me trajo sobre si , sentado frente a frente, con mis piernas y mis brazos rodeándola, en esa posición me entraba toda por completa, y en cada movimiento mi verga era aprisionada entre su vientre y el mío, y los movimientos, y el roce, mierda, perdía el control, ella lo notó y aceleró el ritmo, en segundos, mi leche empezó a fluir, haciendo un enchastre entre nuestros abdómenes, Flor largó una risa de placer, como habiendo conseguido su objetivo.


Ella me levantó en el aire sin sacarme la verga de mi culo, me llevó hasta la pared y me apoyó en ella, me mantuvo en el aire y empezó a darme y darme sin piedad, le pedí que me lo llenara de leche, que no parara, que lo hiciera, mis palabras surtieron efecto, la sentí acabar en lo profundo de mi culito, todo su semen caliente, ella jadeó hasta perder el control, hasta que no pudo más, solo cuando se quedó sin fuerzas me dejó bajar, su corazón latía con fuerzas, parecía saltarse de su pecho.


Fue mi turno de tomar las riendas, la llevé contra el amplio ventanal y la apoyé contra él, estaba con baja temperatura y Flor sintió el impacto, completamente desnuda con su rostro, sus pechos y su verga apoyada contra la transparencia de los vidriados, nadie podía vernos al otro lado, pero sin dudas era un toque sexi, me arrodillé a sus espaldas y empecé a acariciarle su generoso y bronceado trasero, era espectacular, en poco tiempo tenía una nueva erección.


La llevé sobre la cama nuevamente y la puse en cuatro, abrí sus nalgas y empecé a lamerle el esfínter, todo depilado, apetecible, se abría como una flor de primavera, cada tanto lamía sus testículos y tanteaba su pija esperando que recobrara la erección. Fui por detrás, apunté y tiré, entró por completo sin dificultad, Flor gimió como perra y empecé a dársela con ritmo, mis manos se aferraron a su diminuta cintura y mis ojos se llenaron con la generosidad de su trasero, solo sentía en el cuarto los chirridos armónicos de la avejentada cama que se mezclaban con los jadeos de mi amada, era todo perfecto.


Me sentí venir, no faltaba mucho, Flor con la precisión de un reloj suizo, cambió el juego, se sentó y empezó a chupármela mientras al mismo tiempo se masturbaba, y siguió en ese perverso juego estimulando a ambas vergas, me sentí venir en su boca, su rostro se frunció al recibir mi leche caliente, me sentí acabar como un toro, más y más, noté que como una fuente de un parque su pija también rociaba leche a doquier, Florencia estaba al límite, entre el orgasmo que vivía y el semen que yo le propinaba en su boca…


Se echó para atrás al límite de sus posibilidades, abrió la boca casi con desesperación buscando tomar todo el aire posible de la habitación, agitada, mi semen que aun estaba en su boca rodó por su pera, fue sus pechos, y a su vientre. Nos besamos profundamente, sus besos tenían sabor a mí, fue turno de un descanso para reponer energías, ella solo se quedó observando como yo jugaba con mi lengua por su piel, por sus pechos, por su pancita, y hasta por su verga, en el camino me encontré con los restos de mi semen, y de su semen, y la mezcla de ambos…


Seguimos jugando hasta que la luz del amanecer empezó a invadir la habitación, fue el turno de cerrar los cortinados, nos abrazamos y nos quedamos dormidos…


Y ese fue el principio de nuestra convivencia, al principio ella fue mi amor clandestino, hasta que terminé la relación con mi novia de ese entonces, luego decidimos convivir, bajo el mismo techo y Flor se transformó en mi esposa, y bien, como dije, estamos cumpliendo cinco años, y esta es mi historia, mi historia de amor…


Si te gustó la historia y eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘MI HISTORIA DE AMOR’ a dulces.placeres@live.com

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