Con Danisa seguíamos cogiendo todas las semanas prácticamente. Teníamos una rutina dos veces a la semana. La pasaba a buscar con el auto, íbamos al telo, culeabamos como animales y se la devolvía al marido bien atendida, como corresponde a toda mamita casada con aspiraciones de puta, no podía volver si no siempre llena de leche de macho. Era evidentemente que le quedaba comodo ponerle los cuernos al marido, ya se había habituado bastante mientras ellos continuaban el acuerdo de palabra que tenían para que el mantuviera la casa, la custodia de los chicos y su status de pastor.
A veces garchabamos en su casa cuando los hijos no estaban, pero a mi me gustaba más ir al telo, porque se sentía más puta y más arrastrada sabiendo que íbamos a un lugar especialmente a coger y nada más. Los últimos tiempos ni siquiera cenábamos juntos, apenas hablábamos.
El telo estaba en medio de la nada, siempre elegíamos la misma habitación que tenía un hidromasaje una cama y un sillón en el mismo ambiente. También había un televisor donde siempre estaban pasando porno. A veces se quedaba perpleja viendo un video de Lana Rhoades donde la reventaban dos negros. Pero ella era bastante introvertida, aún en esos momentos solo demostraba su calentura con la humedad de su entrepierna y sus gemidos guturales que retumbaban en todo el complejo.
A ella le gustaba que yo la desvistiera primero, antes de sacarme siquiera los zapatos ya la tenía completamente desnuda y arrodillada comiéndome la poronga. Se quedaba quietita y me dejaba hacer. A veces me gustaba ser brusco y arrancarle las bombachas pero ella se prestaba poco al juego del sexo duro.
Por mi parte estaba bastante conforme con la rutina de tener un garche fijo, era joven y tenía una mujer ajena a la que no tenía que mantener, ni bancar sus cambios de estado de ánimo, ni cuidarla en la enfermedad como proclama la institución del matrimonio. Me gustaba mi vida de soltero, dormir solo, jugar videos juegos, comer pizza día por medio, lavar los platos cuando me daba la gana.
Danisa no tenía experiencia en la cama y se notaba, era bastante reprimida. Tenía algunos morbos pero bastante contenidos.
Últimamente le gustaba que le acabara adentro, ya había superado la instancia en la que tenía miedo de quedar embarazada, y estaba empezando a disfrutar su concha rebalsada de leche tibia.
Nosotros teníamos una relación de amistad, a pesar de que yo seguía bastante resentido por que cdo eramos adolescentes no me había querido entregar la concha. Pero aún así le tenía algo de aprecio. Aunque siempre evito enamorarme de las putas con las que estoy, es inevitable terminar generando algún tipo de apego.
Algo iba a cambiar, porque la malagradecida no se quiso conformar con mi pija xxl, y empezó a hacer preguntas que iban a detonar la peor de sus pesadillas.
Un día mientras estábamos acomodándonos en el telo, me miraba demasiado, como guardando un secreto o reprimiendo algo que tenía muchas ganas de decirme y no se animaba.
─¿Te quedarías conmigo si dejo a mi marido?
─¡¿En serio preguntás esa pelotudez?!
─Si, no sé, era un pensamiento en voz alta.
─No, no me quedaría con vos ni aunque fueras soltera. No sos el tipo de mina que busco. Cuando era pibe me habías enamorado, estaba hecho un pelotudo dibujando corazoncitos con nuestros nombres.
Después te casaste con otro, solo por que te lo dijeron tus viejos. Nunca querías salir conmigo, lo único que te importaba era toda esa mierda de la iglesia. ¿Ahora querés que me haga cargo de vos, que estás más vieja y con crias? Tan pelotudo no soy mami. Sos un auto que otro usó cuando estaba nuevo y yo tengo que mantener.
A Danisa se le transformó la cara, se desencajó de bronca y se sentó inmediatamente en la cama. Apretando los puños me dijo.
─Lleváme a mi casa, ¡sos un hijo de puta!. No te quiero ver nunca más en mi vida.
─Todo bien, te llevo. No tengo problema. Pero me da un poco de pena por la gente que va a tu iglesia. Ahora justamente, que estabas dando los sermones y te llaman “pastora”.
─¿Qué decís?
─Si, se van a decepcionar cuando se enteren que cogés con otro tipo, y que mientras te están metiendo una pija grandota en la concha insultás al pastor y te reís de él.
─Es mi palabra contra la tuya, nadie te va a creer.
Entonces me paré, agarré un pen drive que tenía en la valija y lo puse en el televisor del telo.
Era ella haciéndome un pete con muchísima saliva mientras la hacia ahogar y le pegaba cachetadas. En un momento le preguntaba “así la tiene el pastor? o más chica” y ella respondía “es un pito de bebé al lado de todo esto” y seguía mamando con una risa risueña hasta que explotaba la leche en la garganta y recogía los restos como una gatita sedienta. Después me besaba la cabeza con un pico muy acaramelado y mirándome a los ojos me decía “gracias”.
Como yo había cogido con varias, ya podía descubrir cuando una hembra era naturalmente sumisa, de esas que te dan una correa de perro para que las saques a pasear, solo que en su caso no podía terminar de liberarse de todo. El video donde más sumisa se veía era ese. Así que lo aproveché para extorsionarla. Pero la realidad era que había filmado prácticamente todos nuestros encuentros, algunos en su casa.
Había comprado una cámara espía del tamaño de un reloj que me parecía una de las más excelsas maravillas tecnológicas creadas por la mano del hombre. Hacía tiempo tenía el fetiche de grabar a todo lo que me cogía. Espero no me juzguen por ésto.
─Sabía que me podías hacer esto, así que tomé recaudos. Podés odiarme, pero en tu lugar no me pondría tan rebelde y empezaría pidiendo disculpas y prometiendo obediencia. Mirá que tenés mucho más que perder que yo, mamita.
─Esto que hacés es ilegal, si te denuncio vas a ir preso.
─Si me denuncias, voy a decir que me jaquearon la notebook cuando la lleve al técnico para que le hiciera un back up. Y si tengo que ir preso para educar una putita, pagaré el precio, pero gratis no te va a salir. Andáte si querés a tu casa, yo no te voy a llevar.
Dani empezó a llorar desconsoladamente. Me metí al hidromasaje que estaba en el mismo ambiente y me puse a ver una peli que estaban pasando en el cable. Después me acosté y me dormí mientras Danisa no sólo no se iba si no que seguía llorando sentada en un sillón que estaba frente a la cama.
─Dejá de llorar por que van a llamar a seguridad y te van a sacar a la calle. Estamos en medio de la nada, y hacen siete grados de temperatura. ¿Por qué no le pedís a tu marido o a tus papis que te vengan a buscar?
Ella seguía llorando solo que cada vez más despacio, hasta dejar al llanto convertirse en un sollozo muy bajo.
Me quedé completamente dormido. Cuando me desperté vi que ella me tocaba el hombro.
─¿Que querés para no subir los videos? Hago lo que vos quieras, lo que sea, no importa. Lo que me pidas pero no quiero que nadie vea eso. Por mis hijos, mi marido y la iglesia me dan igual, pero ellos no se merecen todo lo que se puede desatar si me exponés así. Voy a perder la custodia para siempre y mi familia no me va a hablar nunca más.
─¿Lo que sea?
─Si, lo que me pidas, cualquier cosa.
─En principio no me vas a tutear más, me vas a llamar “señor”, “amo” o “papi” y me vas a pedir permiso hasta para hablar. Eso en lo general, ahora particularmente, ando con muchas ganas de algo. Creo soy bueno para dos cosas, resumir apuntes y romper culos, y acá no tengo los apuntes.
─¡Cualquier cosa menos eso! Soy virgen por ahí, nunca me metieron ni un dedo. Si querés me podés coger la cabeza como querías o pegarme con el cinturón más fuerte y marcarme, hago lo que quieras menos eso. Por favor.
─Pensé que habíamos llegado a un acuerdo. Ahora no solo me estás diciendo irreverentemente que no me vas a entregar el culo, si no que me estás tuteando como si fuera un vecino, soy tu dueño, por si no te queda claro. Me parece que vos tenés ganas de que los hermanitos libres de tu secta se pajeen con tus videos.
─No señor.
─¿Entonces me vas a entregar tu culo virgen?
─Si amo.
─Pero primero me tenés que chupar la pija para que esté bien dura. Ponela firme para que te rompa el culo, Dani. Dale, ganáte la culeada.
Me empezó a chupar la pija mientras lloraba, apenas se había sacado el abrigo, estaba totalmente vestida, por un lado me daba lástima pero creo que era necesario que aprendiera que con determinadas experiencias era mejor no meterse, que había jugado con fuego y éste era el precio que tenía que pagar.
Después de unos minutos, no había rastro de sus lagrimas y ya me estaba haciendo la mamada totalmente convencida mientras acariciaba los huevos con mucha devoción. Vi que se estaba tocando por sobre la ropa la muy puta. Todo esto que parecía dramático y material de traumas futuros a tratar por parte del psicólogo, lo estaba disfrutando. Me parecía realmente increíble.
─Mostráme las tetas, sacátelas de la blusa, así, sin sacarte nada, por afuera del corpiño.
Era muy porno ver como sus tetas se movían apenas por fuera de la ropa. arrodillada, ni siquiera sus tacos se había sacado, mientras me comía la poronga y se ahogaba y volvía a abrir la boca y a repetir el movimiento una y otra vez. De vez en cuando le pellizcaba los pezones, o le pegaba cachetazos en las tetas y en la cara y la obligaba a agradecerme.
─Basta, me vas a hacer acabar, ahora ponete en cuatro que te voy a detonar el orto.
La levanté y la puse en cuatro sobre la cama, le subí la remera hasta el cuello y el corpiño sin siquiera quitárselos del todo para que sus tetas quedaran afuera pero apretadas por la ropa, arremangué su calza gruesa hasta las rodillas junto con la tanga que tenía puesta, dejando solo el culo desnudo, mientras prácticamente seguía a medio vestir. No le saqué los zapatos porque esos stilettos me calentaban mucho y la hacían parecer una prostituta de verdad.
Estuve una hora metiendo dedos en su ano, primero uno, dos, tres, mi pija era realmente grande, así que ese era un trabajo no solo necesario si no que inevitable.
Vi que ella lloraba demasiado. Entonces le dije.
─Bueno, mirá, si no querés no querés, no te voy a obligar. Andáte y sacá el pendrive del televisor, lleválo. No voy a hacer nada.
─No, síga amo.
─¿Te gustan los dedos? ¿Segura putita?¿Tenés ganas?
─Sssi. Lloro por que me duele un poco, usted no pare. Hagame lo que considere.
─Ok, ya está lubricado. Te voy a meter un vibrador en la concha para que estés bien caliente. No te asustes y disfrutá que no todas pueden comerse una verga de éste tamaño. Sos una puta chupapija privilegiada. No me voy a casar con vos pero te voy a hacer el culo como Dios manda.
Le metí un juguete en la concha, era un consolador mediano con un cablecito con una especie de joystick que la hacía vibrar. Lo que más me sorprendió es lo mojada que estaba, había dejado embebida la sabana con sus fluidos. Parecía que se hubiera meado encima un par de veces. Mi pija estaba durísima, se la metí y entró directamente hasta el fondo, estaba tan lubricado que podía haber metido un camión y habrían entrado sin problemas.
─¿Tu marido no te hace el culo?
─No amo. Nunca me cogieron por la cola. Mi culo es solo suyo ahora. Yo soy suya.
Empezó a gemir de forma descontrolada, mientras mi pija entraba y salía cada vez más rápido. El bombeo era cada vez más violento y su cara de placer no podía disimularse. Estaba babeando toda la almohada. Empezó a abrirse las nalgas con las dos manos, y la puta acabó antes que yo pudiera hacerlo primero. Seguí un poco más y le terminé llenando el culo de semen mientras ella acababa por segunda vez.
─Gracias señor ─me dijo, un poco perdida, no entendí bien que le había pasado pero le había gustado.
─Mirá Dani, tengo la vasectomía hecha, vi que este tiempo habías estado queriendo encajarme un pibe pero te salió mal. Ahora vas a ser mi esclava, te di la oportunidad de irte y no quisiste, ahora vas a ser de mi propiedad. Si no querés ya sabés, hoy también filmé como rompi el culo y si no querés que tu papá vea de lo que es capaz su nena vas a tener que hacer las cosas bien.
No contestó nada, se bañó y estuvo callada en el auto hasta que la dejé en la casa. Ella sabía que algo había cambiado, y podía intuirse la incomodidad que le generaba la culpa, pero no podía contra sus instintos de trola. Su amor por las pijas grandes era más fuerte que toda la educación religiosa que pudo haber recibido en todos éstos años.
A la noche ya en mi casa, había preparado todo lo que tenía que estudiar para el dia siguiente, después de cenar y bañarme, me disponía a dormir. Suena el celular.
“─¿Hola amo, cómo está? Quería agradecerle todo lo que me hizo sentir hoy”
Danisa estaba incómoda por la extorsión, pero al mismo tiempo ésta la liberaba de culpa, sentía que estaba siendo coaccionada y eso la liberaba para ser todo lo puta que nunca se había permitido. Pero su infierno ni siquiera había empezado. El fuego estaba apenas rozándole los dedos de los pies. Lo que iba a pasar después iba a ser muy fuerte, tanto que la iba a marcar para el resto de su vida.
A veces garchabamos en su casa cuando los hijos no estaban, pero a mi me gustaba más ir al telo, porque se sentía más puta y más arrastrada sabiendo que íbamos a un lugar especialmente a coger y nada más. Los últimos tiempos ni siquiera cenábamos juntos, apenas hablábamos.
El telo estaba en medio de la nada, siempre elegíamos la misma habitación que tenía un hidromasaje una cama y un sillón en el mismo ambiente. También había un televisor donde siempre estaban pasando porno. A veces se quedaba perpleja viendo un video de Lana Rhoades donde la reventaban dos negros. Pero ella era bastante introvertida, aún en esos momentos solo demostraba su calentura con la humedad de su entrepierna y sus gemidos guturales que retumbaban en todo el complejo.
A ella le gustaba que yo la desvistiera primero, antes de sacarme siquiera los zapatos ya la tenía completamente desnuda y arrodillada comiéndome la poronga. Se quedaba quietita y me dejaba hacer. A veces me gustaba ser brusco y arrancarle las bombachas pero ella se prestaba poco al juego del sexo duro.
Por mi parte estaba bastante conforme con la rutina de tener un garche fijo, era joven y tenía una mujer ajena a la que no tenía que mantener, ni bancar sus cambios de estado de ánimo, ni cuidarla en la enfermedad como proclama la institución del matrimonio. Me gustaba mi vida de soltero, dormir solo, jugar videos juegos, comer pizza día por medio, lavar los platos cuando me daba la gana.
Danisa no tenía experiencia en la cama y se notaba, era bastante reprimida. Tenía algunos morbos pero bastante contenidos.
Últimamente le gustaba que le acabara adentro, ya había superado la instancia en la que tenía miedo de quedar embarazada, y estaba empezando a disfrutar su concha rebalsada de leche tibia.
Nosotros teníamos una relación de amistad, a pesar de que yo seguía bastante resentido por que cdo eramos adolescentes no me había querido entregar la concha. Pero aún así le tenía algo de aprecio. Aunque siempre evito enamorarme de las putas con las que estoy, es inevitable terminar generando algún tipo de apego.
Algo iba a cambiar, porque la malagradecida no se quiso conformar con mi pija xxl, y empezó a hacer preguntas que iban a detonar la peor de sus pesadillas.
Un día mientras estábamos acomodándonos en el telo, me miraba demasiado, como guardando un secreto o reprimiendo algo que tenía muchas ganas de decirme y no se animaba.
─¿Te quedarías conmigo si dejo a mi marido?
─¡¿En serio preguntás esa pelotudez?!
─Si, no sé, era un pensamiento en voz alta.
─No, no me quedaría con vos ni aunque fueras soltera. No sos el tipo de mina que busco. Cuando era pibe me habías enamorado, estaba hecho un pelotudo dibujando corazoncitos con nuestros nombres.
Después te casaste con otro, solo por que te lo dijeron tus viejos. Nunca querías salir conmigo, lo único que te importaba era toda esa mierda de la iglesia. ¿Ahora querés que me haga cargo de vos, que estás más vieja y con crias? Tan pelotudo no soy mami. Sos un auto que otro usó cuando estaba nuevo y yo tengo que mantener.
A Danisa se le transformó la cara, se desencajó de bronca y se sentó inmediatamente en la cama. Apretando los puños me dijo.
─Lleváme a mi casa, ¡sos un hijo de puta!. No te quiero ver nunca más en mi vida.
─Todo bien, te llevo. No tengo problema. Pero me da un poco de pena por la gente que va a tu iglesia. Ahora justamente, que estabas dando los sermones y te llaman “pastora”.
─¿Qué decís?
─Si, se van a decepcionar cuando se enteren que cogés con otro tipo, y que mientras te están metiendo una pija grandota en la concha insultás al pastor y te reís de él.
─Es mi palabra contra la tuya, nadie te va a creer.
Entonces me paré, agarré un pen drive que tenía en la valija y lo puse en el televisor del telo.
Era ella haciéndome un pete con muchísima saliva mientras la hacia ahogar y le pegaba cachetadas. En un momento le preguntaba “así la tiene el pastor? o más chica” y ella respondía “es un pito de bebé al lado de todo esto” y seguía mamando con una risa risueña hasta que explotaba la leche en la garganta y recogía los restos como una gatita sedienta. Después me besaba la cabeza con un pico muy acaramelado y mirándome a los ojos me decía “gracias”.
Como yo había cogido con varias, ya podía descubrir cuando una hembra era naturalmente sumisa, de esas que te dan una correa de perro para que las saques a pasear, solo que en su caso no podía terminar de liberarse de todo. El video donde más sumisa se veía era ese. Así que lo aproveché para extorsionarla. Pero la realidad era que había filmado prácticamente todos nuestros encuentros, algunos en su casa.
Había comprado una cámara espía del tamaño de un reloj que me parecía una de las más excelsas maravillas tecnológicas creadas por la mano del hombre. Hacía tiempo tenía el fetiche de grabar a todo lo que me cogía. Espero no me juzguen por ésto.
─Sabía que me podías hacer esto, así que tomé recaudos. Podés odiarme, pero en tu lugar no me pondría tan rebelde y empezaría pidiendo disculpas y prometiendo obediencia. Mirá que tenés mucho más que perder que yo, mamita.
─Esto que hacés es ilegal, si te denuncio vas a ir preso.
─Si me denuncias, voy a decir que me jaquearon la notebook cuando la lleve al técnico para que le hiciera un back up. Y si tengo que ir preso para educar una putita, pagaré el precio, pero gratis no te va a salir. Andáte si querés a tu casa, yo no te voy a llevar.
Dani empezó a llorar desconsoladamente. Me metí al hidromasaje que estaba en el mismo ambiente y me puse a ver una peli que estaban pasando en el cable. Después me acosté y me dormí mientras Danisa no sólo no se iba si no que seguía llorando sentada en un sillón que estaba frente a la cama.
─Dejá de llorar por que van a llamar a seguridad y te van a sacar a la calle. Estamos en medio de la nada, y hacen siete grados de temperatura. ¿Por qué no le pedís a tu marido o a tus papis que te vengan a buscar?
Ella seguía llorando solo que cada vez más despacio, hasta dejar al llanto convertirse en un sollozo muy bajo.
Me quedé completamente dormido. Cuando me desperté vi que ella me tocaba el hombro.
─¿Que querés para no subir los videos? Hago lo que vos quieras, lo que sea, no importa. Lo que me pidas pero no quiero que nadie vea eso. Por mis hijos, mi marido y la iglesia me dan igual, pero ellos no se merecen todo lo que se puede desatar si me exponés así. Voy a perder la custodia para siempre y mi familia no me va a hablar nunca más.
─¿Lo que sea?
─Si, lo que me pidas, cualquier cosa.
─En principio no me vas a tutear más, me vas a llamar “señor”, “amo” o “papi” y me vas a pedir permiso hasta para hablar. Eso en lo general, ahora particularmente, ando con muchas ganas de algo. Creo soy bueno para dos cosas, resumir apuntes y romper culos, y acá no tengo los apuntes.
─¡Cualquier cosa menos eso! Soy virgen por ahí, nunca me metieron ni un dedo. Si querés me podés coger la cabeza como querías o pegarme con el cinturón más fuerte y marcarme, hago lo que quieras menos eso. Por favor.
─Pensé que habíamos llegado a un acuerdo. Ahora no solo me estás diciendo irreverentemente que no me vas a entregar el culo, si no que me estás tuteando como si fuera un vecino, soy tu dueño, por si no te queda claro. Me parece que vos tenés ganas de que los hermanitos libres de tu secta se pajeen con tus videos.
─No señor.
─¿Entonces me vas a entregar tu culo virgen?
─Si amo.
─Pero primero me tenés que chupar la pija para que esté bien dura. Ponela firme para que te rompa el culo, Dani. Dale, ganáte la culeada.
Me empezó a chupar la pija mientras lloraba, apenas se había sacado el abrigo, estaba totalmente vestida, por un lado me daba lástima pero creo que era necesario que aprendiera que con determinadas experiencias era mejor no meterse, que había jugado con fuego y éste era el precio que tenía que pagar.
Después de unos minutos, no había rastro de sus lagrimas y ya me estaba haciendo la mamada totalmente convencida mientras acariciaba los huevos con mucha devoción. Vi que se estaba tocando por sobre la ropa la muy puta. Todo esto que parecía dramático y material de traumas futuros a tratar por parte del psicólogo, lo estaba disfrutando. Me parecía realmente increíble.
─Mostráme las tetas, sacátelas de la blusa, así, sin sacarte nada, por afuera del corpiño.
Era muy porno ver como sus tetas se movían apenas por fuera de la ropa. arrodillada, ni siquiera sus tacos se había sacado, mientras me comía la poronga y se ahogaba y volvía a abrir la boca y a repetir el movimiento una y otra vez. De vez en cuando le pellizcaba los pezones, o le pegaba cachetazos en las tetas y en la cara y la obligaba a agradecerme.
─Basta, me vas a hacer acabar, ahora ponete en cuatro que te voy a detonar el orto.
La levanté y la puse en cuatro sobre la cama, le subí la remera hasta el cuello y el corpiño sin siquiera quitárselos del todo para que sus tetas quedaran afuera pero apretadas por la ropa, arremangué su calza gruesa hasta las rodillas junto con la tanga que tenía puesta, dejando solo el culo desnudo, mientras prácticamente seguía a medio vestir. No le saqué los zapatos porque esos stilettos me calentaban mucho y la hacían parecer una prostituta de verdad.
Estuve una hora metiendo dedos en su ano, primero uno, dos, tres, mi pija era realmente grande, así que ese era un trabajo no solo necesario si no que inevitable.
Vi que ella lloraba demasiado. Entonces le dije.
─Bueno, mirá, si no querés no querés, no te voy a obligar. Andáte y sacá el pendrive del televisor, lleválo. No voy a hacer nada.
─No, síga amo.
─¿Te gustan los dedos? ¿Segura putita?¿Tenés ganas?
─Sssi. Lloro por que me duele un poco, usted no pare. Hagame lo que considere.
─Ok, ya está lubricado. Te voy a meter un vibrador en la concha para que estés bien caliente. No te asustes y disfrutá que no todas pueden comerse una verga de éste tamaño. Sos una puta chupapija privilegiada. No me voy a casar con vos pero te voy a hacer el culo como Dios manda.
Le metí un juguete en la concha, era un consolador mediano con un cablecito con una especie de joystick que la hacía vibrar. Lo que más me sorprendió es lo mojada que estaba, había dejado embebida la sabana con sus fluidos. Parecía que se hubiera meado encima un par de veces. Mi pija estaba durísima, se la metí y entró directamente hasta el fondo, estaba tan lubricado que podía haber metido un camión y habrían entrado sin problemas.
─¿Tu marido no te hace el culo?
─No amo. Nunca me cogieron por la cola. Mi culo es solo suyo ahora. Yo soy suya.
Empezó a gemir de forma descontrolada, mientras mi pija entraba y salía cada vez más rápido. El bombeo era cada vez más violento y su cara de placer no podía disimularse. Estaba babeando toda la almohada. Empezó a abrirse las nalgas con las dos manos, y la puta acabó antes que yo pudiera hacerlo primero. Seguí un poco más y le terminé llenando el culo de semen mientras ella acababa por segunda vez.
─Gracias señor ─me dijo, un poco perdida, no entendí bien que le había pasado pero le había gustado.
─Mirá Dani, tengo la vasectomía hecha, vi que este tiempo habías estado queriendo encajarme un pibe pero te salió mal. Ahora vas a ser mi esclava, te di la oportunidad de irte y no quisiste, ahora vas a ser de mi propiedad. Si no querés ya sabés, hoy también filmé como rompi el culo y si no querés que tu papá vea de lo que es capaz su nena vas a tener que hacer las cosas bien.
No contestó nada, se bañó y estuvo callada en el auto hasta que la dejé en la casa. Ella sabía que algo había cambiado, y podía intuirse la incomodidad que le generaba la culpa, pero no podía contra sus instintos de trola. Su amor por las pijas grandes era más fuerte que toda la educación religiosa que pudo haber recibido en todos éstos años.
A la noche ya en mi casa, había preparado todo lo que tenía que estudiar para el dia siguiente, después de cenar y bañarme, me disponía a dormir. Suena el celular.
“─¿Hola amo, cómo está? Quería agradecerle todo lo que me hizo sentir hoy”
Danisa estaba incómoda por la extorsión, pero al mismo tiempo ésta la liberaba de culpa, sentía que estaba siendo coaccionada y eso la liberaba para ser todo lo puta que nunca se había permitido. Pero su infierno ni siquiera había empezado. El fuego estaba apenas rozándole los dedos de los pies. Lo que iba a pasar después iba a ser muy fuerte, tanto que la iba a marcar para el resto de su vida.
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