Decidí visitar a mi hermana después de la Facultad. Su esposo al separarse, le dejó la casa en el barrio cerrado y el 40 % de la empresa, lo que le permitía tener a ella y su pequeño hijo, un pasar cómodo y sin preocupaciones económicas.
-El niño ya comió, lo acuesto y comemos algo juntos. -Me dijo.
Me quedé viendo la TV., después de ponerme unas bermudas en la habitación de huéspedes. Cuando vino mi hermana, del cuarto de mi sobrinito, comimos unos emparedados acompañados de un buen vino.
-¿Cómo van tus cosas y los estudios? -preguntó Paty.
-Los estudios muy bien. Posiblemente me reciba el año que viene.
-¿Y tus cosas? -preguntó burlonamente.
-Ahí andan. Como el culo. Sigo solo como perro con pulgas.
-Somos dos -dijo.
-Pero vos, después de año y medio ¿no tenés algo con alguien? -y agregué- sos joven y muy bella.
En verdad, mi hermana Patricia, es una mujer con un rostro precioso, delgada, pero con unas formas atractivas, unos pechos firmes y una cola paradita para comerla.
- No me interesa frecuentar extraños. Estoy acostumbrándome a estar sola en casa y lo paso en la pileta o yendo a clases de tenis. El año que viene, tendré que llevar al nene al jardín de infantes. No te diré que no siento necesidades, pero me arreglo bien, sola -comentó.
-¿Sola? -pregunté.
-Si. Sola y no me da vergüenza decírtelo. La masturbación no es vergüenza, sino, necesidad.
-Dirás lo que quieras, pero no me parece justo.
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Como el aire acondicionado de mi cuarto no funcionaba, Paty me dijo que durmiera en su habitación. Procuré no mirar las formas tentadoras de mi hermana y me tendí a su lado en el lecho amplio. El compartir la sabana sin cobertor y la proximidad de una mujer bella, me excitó y no pasó desapercibido para Paty.
-Tenés una erección. ¿Estás excitado por tu hermana? -preguntó prendiendo la luz tenue de su velador.
-Eres muy bella. Excitarías a cualquiera y yo hace un largo tiempo que no tengo pareja -me justifiqué.
-Pero soy tu hermana -reprochó.
-Antes que hermana, eres mujer. Y yo no soy de piedra. -Dije.
Se acurrucó cerca de mí y apoyó su cabeza en mi pecho.
-No te aproveches de mi soledad -agregó- Te quiero muchísimo Dani, pero no puedo dejar de pensar que eres mi hermano.
Seguía mi erección y la ligera bermuda que usaba, no escondía para nada mi pene. Con disimulo me bajé la bermuda, quedando liberado mi miembro. Patry sintió la rigidez.
-Dani -murmuró- no me hagas esto. Está mal y no quiero caer en tentación.
-Mira como me he puesto -dije arrimando mi pene a su piel después de subir su camisón.
Con su respiración agitada y cerrando los ojos, tomó con su mano el miembro rígido.
-Dios mío. Esto es una locura. No puedo creer que esté pasando- gemía mi hermana.
-Disfrutemos que ambos necesitamos esta locura dije bajo en su oído.
Levanté su camisón y ella dejó que sacara su prenda. Su mano seguía acariciando mi pene. Acaricié sus pechos firmes y ...... succioné sus ahora duros pezones. Ella gemía sordamente.
-Sigue. No te detengas, sigamos esta locura. Por favor no pares. -pedía, casi sollozando.
Nuestros labios se buscaron ávidos. Juntamos labios, saliva y lengua desesperadamente. Sus uñas se clavaban en mi espalda apretándome hacia ella. Bajé mis besos a su vientre y mis dedos se mojaron con los jugos de su vagina incontenible. Mi boca buscó su monte de Venus y mi lengua incursionó su vagina, buscando el néctar de su clítoris. Sus contorsiones no me apartaban de su vagina, pues con mis manos apretraba sus nalgas hacia mí.
-¡Maldito hermano degenerado! -gemía- me estas matando. Me vas a hacer acabar, así. Déjame que te la chupe, quiero verte gozar a ti también.
Su boca buscó mi pene con desesperada ansia. Me succionaba con avidez.
-Quiero que me penetres. -Gritaba- Ahora. Ya. No esperes más. Ya. Ya. Quiero sentir mi vagina llena. Hazme acabar hermano. Por favor llena mi interior. Estoy acabando. Así. Ahhh. Por favor. Aaahhh... ¡Cuánto placer Dios mío!!!
-Paty le dije Me estás dando el mejor sexo de mi vida. Quiero que acabemos juntos. Ahora... ahora...
-Dios. Estoy tan llena de vos. Como gozo. Como una puta. Lléname de tu leche, hermanito. Asiii… haaa...
Sus piernas abrazaban mi cuerpo, queriendo seguir el goce salvaje que estábamos viviendo. Yo empujaba mi pelvis contra la suya. Eyaculé abundante. Su cara congestionada por el éxtasis. Yo agotado por el sexo maravilloso que tuvimos.
Tendidos en la cama y agotados, quedamos abrazados con el reposo merecido.
-Me diste la vida nuevamente dijo Paty Nunca sentí tanto placer con el sexo. Ni con los mejores momentos de mi matrimonio, acabé con la fuerza de este orgasmo. Y no me importa si es pecado. Quiero que me cojas otras veces, otros días.
-Hermana prometí repetiremos esto tantas veces como quieras. Te amo.
Fin
Cabe mencionar que no soy el autor de dichos relatos ni son vivencias o experiencias propias: los relatos son aportes anónimos o de otras fuentes.
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