Estaba petrificado mirando la mancha de semen y sangre en la sábana sin saber bien qué hacer cuando recordé que también había dejado la lencería de mi suegra empapada por nuestros flujos en el canasto del baño. Con el corazón latiendo fuerte tapé la mancha de mis sábanas con el acolchado, luego vería como resolver eso, y fuí rápidamente al baño en búsqueda de las otras pruebas. En el camino Nicole me volvió a llamar para desayunar y usé la excusa de lavarme la cara y los dientes para ganar unos minutos más. Caminando hacia el baño pude sentir en mi cola las consecuencias de la noche anterior, sin llegar a ser dolor, ciertamente mi ano estaba resentido, lo podía sentir latiente entre mis nalgas al moverme. Dentro del baño descubrí con horror que el canasto estaba vacío, ya habían retirado las prendas sucias y entre ellas el conjuntito de mi suegra lleno de semen que había usado la noche anterior. Me encontraba respirando hondo para calmarme y pensando en cómo resolver lo de las sábanas cuando de pronto se abrió la puerta del baño y Nicole entró sin pedir permiso. Trancó la puerta, me besó y con premura me dijo: “rápido que están distraídos charlando, cojeme!” Luego procedió a darme la espalda, levantarse la pollera y apoyarse sobre el lavamano dejando su cola entangada en pompa para mi. Yo estaba muerto de miedo por ser descubierto, confundido con mi sexualidad y además había tenido el mayor orgasmo de mi vida hacía tan solo unas horas a través de mi ano. En ese estado, tener un rapidito con Nicole era mi último deseo pero la realidad me estaba superando. Mi pene no daba señales de erección y los segundos pasaban así que opté por comenzar con mis manos, acaricié sus suaves nalgas recorriendo su cola en toda su dimensión hasta tomarla de las caderas por sobre el borde de la tanguita roja. Mientras hacía eso cerré los ojos y sin querer queriendo comencé a imaginar que yo era Pablo y ella era yo anoche. Afirmé mi agarre sobre sus caderas, ella emitió un gemido sensual y mis ratones hicieron todo el resto. Siempre de ojos cerrados corrí su tanguita como Pablo lo había hecho conmigo, saqué mi pene que lentamente se estaba poniendo a tiro y jugué con la cabeza en la entrada del rosadito ano de Nicole durante unos segundos. -”Mi amor, No!, No tenemos lubricante! Ahora no! Por ahí no! Metemela en la conchita por favor!”- Sus palabras cortaron mi trance dejando mi pene a media erección pero mi morbo ya estaba desenfrenado. Sin soltar su cadera y mientras la apretaba firme contra el lavatorio levanté la vista, tomé la primer crema humectante de mi suegra que encontré y apliqué una cantidad generosa sobre mi pene su ano. Volví a cerrar mis ojos y nuevamente como Pablo empecé a jugar con la cabeza de mi pene en círculos alrededor de su ano haciendo con cada vuelta un poco más de presión sobre la entrada. -”No, no seas malo, por ahí no…” Decía Nicole cada vez con menos convicción, podía notar en su voz que se estaba excitando y sabía por experiencia que poder ser descubiertos la ponía en llamas. Segundos más tarde y tal como me había pasado a mi la noche anterior, el ano de Nicole se abrió y dejó de ofrecer resistencia, me encontré de esa forma por primera vez en su interior. La cabeza de mi pene estaba completamente perdida dentro de su apretadísimo ano y yo descubría en un par de horas lo que se sentía estar de ambos lados de una penetración anal. Siguiendo con mi fantasía imité los movimientos de Pablo, la tomé ahora con las dos manos firmemente de las caderas y comencé muy lentamente a empujar y volver atrás con cada empuje un poco más profundo que el anterior. Mi sorpresa llegó cuando Nicole, que hacía unos minutos ya no decía nada que no fueran leves gemidos, rompió el silencio con un: - Ay! no tenemos tiempo! cojeme hijo de puta!”- y al mismo tiempo empujó fuerte su cola hacia atrás enterrándose mi pene entero de solo envión. Yo deliraba con la nueva sensación y ella emitía ruidos guturales. Siguiendo sus órdenes, y de nuevo como Pablo me lo había hecho a mi, comencé un vaivén cada vez más rápido y violento chocando mi pelvis contra sus nalgas y volviendo a salir hasta la mitad de mi pene. En pocos segundos no aguanté más la excitación y llené sus entrañas de semen mientras que ella al sentir esa caliente invasión líquida que yo ya conocía tuvo también un orgasmo. Mi cabeza era un nudo aumentado por la bruma post orgasmo pero ella como siempre reaccionó muy rápido. Acomodó su tanga, bajó su pollera, me miró con lujuria y, mientras salía con cuidado de no ser vista del baño, me dijo: “-Me encantó, siento tu lechita adentro todavía y estoy haciendo fuerza para que no salga. Lavate la cara y vení a desayunar que ya demoramos mucho”- Yo me quedé ahí parado con mi pene al aire y mi ano todavía latente, pensando en que ella nunca imaginaría que yo ya había conocido, y disfrutado, esa sensación de estar llena de leche y apretando el ano al caminar para que no salga, hacía tan solo unas horas
Luego de la furtiva sesión de sexo anal en la mañana, el resto del día transcurrió con aparente normalidad, aprovechando el buen clima pasamos todo el tiempo entre el amplio parque y la pileta. Mientras reposaba al sol no podía parar de pensar en lo intenso de las últimas horas, había descubierto ambos lados del sexo anal, siendo penetrado y penetrando, disfrutando ambos con intensos orgasmos. Al mismo tiempo estaba aterrado por el riesgo de ser descubierto en mi lado femenino, no sabía cómo resolver las manchas de mis sábanas y no tenía idea de quién había retirado del canasto la lencería de mi suegra o cuál había sido su destino. Todo eso se aclaró cuando distraído fui al vestuario de la piscina a cambiarme la malla mojada y me encontré con Pablo en el interior lavando el pequeño local. En el momento que me percaté que estábamos a solas me quedé petrificado y no supe como reaccionar. Pablo: -“Hola mi putita, te viniste a cambiar?”- Me mantuve en silencio pero moví la cabeza afirmativamente. P: -”Dale, desnudate que eso no le hace justicia a tu cuerpo”-. Como un zombie me saqué la malla que cayó al piso e instintivamente apreté mis piernas y tapé mi pene con mis manos mientras permanecí parado e inmovil. Pablo entonces caminó hacia mí rodeándome sin nunca dejar de mirarme se paró trás mi espalda. P: -”Así me gusta más. Hasta desnuda tenés mejor cola que las minas que están ahí afuera. Deberías usar bikini. Las marquitas te quedarían muy bien.”- Seguido del comentario sentí una rápida nalgada que hizo temblar mis glúteos acompañados de un femenino quejido que se escapó de mi boca. P: -”Igual te prefiero de tanguita, tomá, ponete estas y no te las saques hasta que me vengas a ver a la noche”- Sacó de una bolsa una delicada tanguita de encaje negro que reconocí rápidamente, la había usado Nicole el día anterior y estaba recién lavada. Mientras comenzaba a subir la tanguita por mis piernas Pablo calmó algunas de las dudas que me habían perseguido durante la tarde: -”No te preocupes por la que usaste ayer, yo levanto la ropa sucia y mi mujer la lava. De la bombachita no me dijo nada, lo que sí vió fue tu sábana, jajajaja. Pensó que desvirgaste a tu noviecita en la noche mientras los padres dormían en la habitación de al lado, estaba indignada, jajajaja. No se imagina que era mi leche saliendo de tu culito hermoso la que estaba fregando!”- Luego de decir eso, y con la tanga de Nicole ya abrazando mis caderas y perdida entre mis nalgas, Pablo se agachó y comenzó a besarme las piernas desde las rodillas para arriba. Al llegar a mis nalgas se detuvo un rato lamiendo y besándolas hasta que las abrió como un libro con sus manos y hundió su lengua en mi sensible ano luego de correr a un lado la tirita de encaje. Otro gemido se escapó de mi boca, esta vez uno de placer, al sentir esa lengua invadirme nuevamente. Estaba verificando que me encanta que me coman la cola, su húmeda lengua se sentía maravillosa acariciando y abriendo los pliegues de mi ano luego del abuso de la noche anterior a la vez que me hacía recordarlo. Cuando comenzaban a temblarme las piernas y a escaparse cada vez más gemidos de mi boca escuchamos un ruido afuera y la voz de Nicole: -”No demores! vamos a merendar, cambiate rápido que sino entro a buscarte jijiji”- Pablo ni se inmutó y continuó comiendome la cola pero yo, conociendo a Nicole, sabía que eso quería decir que si no salía rápido ella iba a entrar buscando tener sexo nuevamente, así que respondí que ya salía y le pedí que no entrara ya que estaba Pablo también. Al escuchar mi respuesta Pablo lentamente retiró su cara de entre mis nalgas, acomodó la tanga en su lugar y mientras se erguía besó todo el camino por mi espalda hasta llegar a mi cuello erizando toda mi piel. Entonces, tomándome de las caderas me dió vuelta hasta quedar frente a frente, llenó sus amplias manos con mis nalgas y acercando nuestros cuerpos me levantó en el aire con total facilidad mientras yo sentía como mis pies abandonaban el piso. Al levantarme desde la cola yo instintivamente abrí mis piernas rodeando su cuerpo y apoyé mis manos abiertas, sin hacer nada de fuerza para empujarlo, en su firme pecho y hombros. En esa posición podía sentir la dureza de su pene a través del pantalón empujando contra la flacidez del mío apretado dentro de la tanga al mismo tiempo en que su boca nos unía en un beso profundo y su lengua masajeaba la mía. De golpe, cuando me estaba relajando y comenzando realmente a disfrutar del beso y la sensación de ser suspendida en el aire desde mis nalgas, Pablo separó nuestras bocas, me bajó y mientras se daba vuelta y volvía a sus tareas me dijo: -”Andá con la pendeja antes de que se ponga nerviosa, pero no te saques la tanguita, quiero que te la dejes puesta hasta la noche. Además te voy a dejar sobre el colchón otras cosas para que uses.”- Yo obediente como siempre me puse mi ropa de hombre por sobre la tanguita y muy excitado por el manoseo de hacía unos segundos salí del vestuario para encontrarme a Nicole esperándome a tan solo unos metros. N:-”Estás muy rojo! qué pasó?”- Me excusé en el calor que hacía en la pequeña habitación y nervioso cambié de tema. Mi mente en tanto estaba absorbida por el morbo y la excitación, ella había estado todo el tiempo allí parada esperándome mientras del otro lado del muro Pablo me trataba como su putita y yo lo gozaba. Durante el resto de la tarde y noche me la pasé intentando que nadie se diera cuenta de lo que llevaba puesto bajo mis prendas a la vez que inventaba una y otra excusa para no estar muy cerca de Nicole quien claramente quería que volviéramos a tener sexo. Pero yo tenía otras cosas en mente, ya había llenado mi apetito por ella en ese día y la tanga perdida entre mis nalgas rozando mi ano todavía húmedo con saliva no paraba de recordarme que más tarde sería nuevamente poseída por Pablo.
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