Este relato me lo trajo mi amigo Oscar, todo pasó a la semana de volver de la luna de miel de Punta Cana con su actual esposa, Silvia.
Esta historia está trascripta de su relato tal cual fue narrado, sin añadidos.
Con Silvia una noche de aburrimiento decidimos ir al sexshop a comprar algo para ponerle picante al asunto. Pensamos que iba a ser algo inocente, pero casi destruye nuestro matrimonio.
El juego se componía de tres mazos de cartas y un reloj de arena, era una “trivia sexual” con preguntas personales en cada tarjeta, y el que decidiera no responder debía ejecutar una prueba que estaba en otro mazo de cartas y si la prueba fallaba había un tercer mazo que era el de los castigos. Todo esto debía suceder en cinco minutos, que era el limite máximo que daba el reloj.
Pensé que iba a ser una oportunidad para explorar un poco nuestra sexualidad, empezamos bastante bien.
─Dale, sacá vos primero, amor. ─dijo Silvia entusiasmada
El juego era demasiado atrevido para mi gusto. Si hoy hubiese sabido me habría tomado el tiempo de investigarlo antes de abrirlo y proponerle jugar a mi chica.
−¿Tiene alguna fantasía pendiente?
─Hacerte el culo, siempre te lo pido y no me lo das.
─Ay nene, te dije que mi ex la tenía grande y me hizo mal, me rompió el culo y de ahí se me fueron las ganas. Me quedó ese miedo.
─Me toca preguntar. “¿Estuvo con alguien de su mismo sexo?”
─Si, obvio, con mis amigas cogíamos en la facu hasta por aburrimiento. Vivíamos tijereteando y metiéndonos cosas.
─Que raro, nunca me contáste nada.
─Bueno, Oscar, tampoco es que tengas que conocer toda mi vida sexual. ¡No te pongas moralista por que me la secás!
─Me toca preguntar a mi. ¿Alguna vez hiciste un trío?
─No, si cuando iba a la facultad me la pasaba estudiando.
─Siempre fuiste tan dulce mi amor, ¡por eso te amo tanto¡ Todos los pendejos andan pensando en coger en la facultad y vos te concentraste en crecer académicamente, tener un buen promedio. Después en trabajar, tener tus cosas. Sos una persona responsable por eso te admiro muchísimo. Gracias a eso tenemos todo lo que tenemos y gracias a Dios.
─Con eso querés decir que soy un pelotudo, te conozco.
─No, tonti, sigamos.
─Ok, ¿alguna vez tuviste sexo con un familiar?
─Consecuencia. Prefiero hacer la prueba.
−¿A quién te cogiste Silvia? ¿A tu primo uruguayo que se queda en tu casa cada vez que viene? ¡¿En serio?!
−No es mi primo, es sobrino del marido de mi tía, no tenemos nada que ver. a ver que me tocó.
La carta decía que tenía que masturbar a su pareja antes que el reloj de arena se vaciara pero que debía evitarse llegar al orgasmo. Silvia estaba muy caliente, me bajó la bragueta y me metió la mano, y me empezó a sobar muy suavecito, cuando quedaban tres minutos había empezado el sube y baja furioso mientras me chapaba, pero no pude acabar.
−Me toca preguntar a mi, corazón. “¿Estuvo con alguien de tu mismo sexo?”
−Obvio que no, puto no soy, es una cagada este juego.
−jaja no te pongas asi, cielo. Sigamos.
−¿Tuviste sexo interracial?
−Si bebé, hace unos años, con un negro que me dio bomba.
−Me estás jodiendo
−Obvio que no. Posta, uno que vivía cerca de casa de mamá que tenía una tienda de celulares. Fue una linda experiencia, me reventó varias veces. Ufff, ¡tremendo el grone!
−¡Todo bien pero te vas al carajo diciendo que te dio bomba! ¡Me hacés poner para la mierda!
−Bueno, mi amor, no seas tonti, estamos jugando, pensé que te ibas a poner chanchito si te contaba.
−¡¿Como me voy a “poner chanchito” por que un negro de mierda te cogió?!. ¡Seguro que la tenía como una berenjena, sos una sucia!
−Awww bebito, no seas racista, no está bueno eso, en serio, lo vas a tener que tratar en terapia por qué no te hace bien. Ahora me toca preguntar a mi.
−¿Cuál es tu fantasía?
−Sabés que hacerlo en un balcón. No soy tan “aventurero” como vos parece.
−Me tocó la misma, bebé. Mi fantasía es que vengan cuatro tipos gigantes, que se meten a robarnos, y son como de dos metros con las pijas de más de veinte centímetros, bien anchas y cabezonas y te aten a una silla y te pongan una cinta en la boca y me hagan de todo, y te obliguen a mirar. Que se pongan violentos y me caguen a trompadas y me violen y vos estés quietito y no puedas hacer nada. Y yo tenga que hacer lo que me dicen para que no te lastimen.
−Ok.
−¿Te enojáste?
−Nada que ver.
−Yo te conozco bombón y sé cuando te enojás. Dame un besito, dale.
−Salí, Silvia, ¡me tenés harto!
−Bueno, te toca a vos. ¿Alguna vez fantaseaste con ver a tu pareja con otra persona?
−No, me da asco todo lo que contás, hubiese querido que fueras virgen cuando empezamos a salir.
−Awww bichi, te quedaste en el mil quinientos, me hacés reir. Yo no contesto nada más porque te enojás. Así que ahora es todo prueba.
−“Deberá recibir sexo oral y no llegar al orgasmo antes que termine el tiempo estimado”
Entonces Silvia se bajó la bombacha y se arrodilló en la cama, tenía un cola less muy bonito, negro con tiras plateadas. Una remera gigante que le tapaba todo su cuerpo “king size”. me encantaba chuparle la concha. Es una mujer increíble. Es necesario describiarla como una amazona. De tamaño considerable. Una “gigantona”. Rubia natural, de metro ochenta, ojos miel, buena genética con muslos enormes, gemelos de jugador de hockey. Yo siempre le dije que era mi jirafa, de forma muy cursi habíamos construidos nuestros códigos de pareja. Me puse entre sus piernas mientras se movía rozando el clítoris con mi lengua, mis labios, mi naríz. Hasta esa noche sentía que había tenido muchísima suerte de que una mina así me diera pelota. Era una bestia, una vedete, la prima de Hulk, pero después descubrí que no hay que morder más de lo que nos da el maxilar, como diría una canción de punk de mi país.
Antes de llegar a los tres minutos, me acabó toda la boca. Me llenó la cara de fluidos, obviamente estaba super caliente con el juego. No sé si humillándome enrostrándome su extensa vida sexual, o solo recordando viejas experiencias con machos alfas que le hicieron lo que quisieron y la trataron como un objeto.
─Ay mi amor, acabé, perdón. Ahora me toca castigo.
─ “Castigo: veinte nalgadas con mano u objeto”
─Las primeras diez se las di con la palma de la mano, con bastante rigor. Las segundas decidí darle con mi cinturón, la veía como se mordía los labios y se le dilataban las pupilas mientras me iba corriendo la hebilla, el sonido metálico la estimulaba, el chillido del cuero natural corriendo sobre la tela de jean del pantalón, mi mano enrrollando la punta y haciendo un puño listo para dar azotes. A Silvia le encantaba que la fajara con el cinturón, siempre me contaba que su tía le pegaba a su prima con el cinto cuando se portaba mal, era una nena de once años, ya era grande para ese tipo de castigos. A mi me parecía algo salvaje y cruel, Silvia me contaba que ella, menor que su prima, se ponía muy caliente cuando veía que le descubrían las nalgas y la acostaban sobre el regazo de tu tía, le encantaba ver las manos de su tía, perfectamente cuidadas, hechas por una manicura profesional, ver estrellarse contra la piel blanquísima de su hija, y cuando le pegaba con el cinturón más celosa se ponía. Me confesaba que ella siempre se portaba a propósito para ver si su tía se animaba a hacer lo mismo con ella, pero nunca sucedió. Su tía era demasiado respetuosa con hijos ajenos.
Mientras tanto ya estaba terminando el “castigo”.
─Pegáme, hacéme mal, castigáme por haber sido putita. Mostráme quien manda. Fui mala amor, estuve con muchos, no fui buena chica. Hacéme mal.
Le pegué realmente fuerte, pero el rigor que podía soportar esa titán, era mucho más del que pudiera proporcionarle.
El juego continuaba.
─¿Prefiere rubias o morochas? (También tenía la versión masculina abajo, rubios o morochos)
─Siempre me gustaron más las morochas.
─¿Por qué decís eso? Te fuiste al carajo. ¿O sea que yo no te gusto?
─No es eso, es que siempre tuve más atracción por ese tipo de chicas.
─No da que me digas eso. Las mujeres somos inseguras. Es como si yo dijera que prefiero tipos con la pija grande. Es obvio que a vos te va a doler. Bueno, dejá me voy a buscar un tipo dotado que le gusten las rubias, vos andá a cogerte cualquier negra sucia.
─Bueno, estamos jugando. No te pongas así.
─Naah, te jodo amor, te las creés todas. ─dijo soltando una carcajada. ─dale cosita, que ya terminamos, me ha puesto calentita todo esto y quiero que me cojas.
─¿Prefiere sexo con amor, o desenfrenado?
─Sabés que me gusta duro. Con vos es más rico por que le agregamos el amor. Pero cuando me están garchando pienso que soy la perra del tipo, me gusta que me maltrate.
─Sigamos. tocó comodín, te toca responder otra. “¿Alguna vez hizo un trío?”
─En Bariló con dos compañeros. Eran los más feos y nadie se los quería coger. Pero yo sabía que eran los más pijones así que me animé. No todo es una cara bonita. Además me daba pena, todos se la pasaban cogiendo y ellos se iban a ir sin ponerla. Ahh, no sería un trío por que también estuvo el coordinador, que era un tipo de treinta y pico. Los iba guíando y el también participaba, le pidieron por que los pibitos eran re inexperimentados.
─¿Te cogiste tres chabones cuando tenías diecisiete años?
─Si, estuvo buenísimo. Después hice otro cuarteto en la despedida del marido de mi hermana. Por que faltó la stripper y también me puso mal que la última noche de hombre soltero la pasara sin mujeres. Igual Sarita no sabe nada, nunca vayas a abrir la boca. Pero para que no pienses cualquiera solo esas dos veces estuve con más de uno, tampoco soy cualquiera. Rechacé muchas otras oportunidades de hacerlo, pero no, después entendí que me tenía que hacer respetar.
─Sos una puta de mierda. Me case con una trola, la puta madre. Mi vieja me decía que no le cerrabas. Con razón el marido de tu hermana me mira con soberbia, si se cogió a mi mujer. Encima yo compartiendo asados y juntadas con el. Debe cagarse de risa por dentro de que me casé con la peor prostituta del país.
─Si, fui pero cuando te conocí jamás volví a tocar otro tipo. Ni en el pensamiento te he sido infiel. Vivo para vos. Así que no me podés recriminar nada.
─Me está poniendo mal esto, terminemos de una vez. Preguntá vos.
─Pregunto, “¿alguna vez pagó por sexo?”
─Si, cuando tenía trece mi tío me llevó a debutar.
─Awww, mi amor, eso es abuso infantil, horrible que te haya pasado eso. Nosotras cuando empezamos la facultad, tuvimos que hacer cosas de las que no estamos orgullosas.
─¿Que cosas? ─dije abriendo los ojos como dos huevos fritos. Este juego que parecía no tener limite, se estaba poniendo cada vez más turbio.
─Mi vieja tenía un amigo suyo, Ricardo, que le pagaba por estar con nosotras. Bueno, como estábamos mal, plena crisis del 2001, no nos quedaba otra. Nos cogía a mi y a mi hna Sara, a veces a las dos juntas. Ponía mucha guita, con eso terminó mi vieja de pagar la casa y se puso el negocio. A pesar de que se aprovechó de nuestra situación de vulnerabilidad, le debemos todo a el. Yo no le guardo rencor.
─Que familia de trolas de mierda. Pensar que ahora la yegua de tu vieja se hace la santa yendo a esa iglesia de mierda del barrio.
─Vos por que venís de una familia “bien”, nosotras vivíamos en un rancho comiendo día por medio, andábamos mal vestidas, eramos tres mujeres solas. Teníamos hambre. Se nota que nunca pasáste necesidad.
─¡¿Por qué no se pusieron a laburar hijas de puta?!
─¿Vos creés que trabajando hubiéramos podido pagar una casa y un negocio en Capital? Yo lo hice por mi viejita, por mi hermana. Hoy somos las dos profesionales, estamos casadas con buenos hombres, tenemos nuestras cosas, de otra forma seguiríamos juntando cartones.
─¿Silvia, por que no me contáste todo esto antes de casarte conmigo?
─Son cosas personales. No tenés por que saber. Agradecé que te cuento por que sos mi mejor amigo además del tipo que elegí para pasar el resto de mi vida.
─Me quiero separar Silvia, me case con una puta. De haber sabido ni en pedo te proponía matrimonio. Estoy arrepentido. Pensar que dejé a Vanina, esa chica buena que me quería y no había tenido un solo novio en la vida.
─No podés separarte amor, está todo a mi nombre. La casa, los autos, la quinta de la costa. Los pasaste por el problema que tenías con los impuestos. ¿Te acordás? Si nos separamos vas a perder todo, así que vamos a dormir que quiero que mi marido me haga mimitos. Te amo. Gracias por entenderme. ¿Todavía querés a tu jirafita?
Esta historia está trascripta de su relato tal cual fue narrado, sin añadidos.
Con Silvia una noche de aburrimiento decidimos ir al sexshop a comprar algo para ponerle picante al asunto. Pensamos que iba a ser algo inocente, pero casi destruye nuestro matrimonio.
El juego se componía de tres mazos de cartas y un reloj de arena, era una “trivia sexual” con preguntas personales en cada tarjeta, y el que decidiera no responder debía ejecutar una prueba que estaba en otro mazo de cartas y si la prueba fallaba había un tercer mazo que era el de los castigos. Todo esto debía suceder en cinco minutos, que era el limite máximo que daba el reloj.
Pensé que iba a ser una oportunidad para explorar un poco nuestra sexualidad, empezamos bastante bien.
─Dale, sacá vos primero, amor. ─dijo Silvia entusiasmada
El juego era demasiado atrevido para mi gusto. Si hoy hubiese sabido me habría tomado el tiempo de investigarlo antes de abrirlo y proponerle jugar a mi chica.
−¿Tiene alguna fantasía pendiente?
─Hacerte el culo, siempre te lo pido y no me lo das.
─Ay nene, te dije que mi ex la tenía grande y me hizo mal, me rompió el culo y de ahí se me fueron las ganas. Me quedó ese miedo.
─Me toca preguntar. “¿Estuvo con alguien de su mismo sexo?”
─Si, obvio, con mis amigas cogíamos en la facu hasta por aburrimiento. Vivíamos tijereteando y metiéndonos cosas.
─Que raro, nunca me contáste nada.
─Bueno, Oscar, tampoco es que tengas que conocer toda mi vida sexual. ¡No te pongas moralista por que me la secás!
─Me toca preguntar a mi. ¿Alguna vez hiciste un trío?
─No, si cuando iba a la facultad me la pasaba estudiando.
─Siempre fuiste tan dulce mi amor, ¡por eso te amo tanto¡ Todos los pendejos andan pensando en coger en la facultad y vos te concentraste en crecer académicamente, tener un buen promedio. Después en trabajar, tener tus cosas. Sos una persona responsable por eso te admiro muchísimo. Gracias a eso tenemos todo lo que tenemos y gracias a Dios.
─Con eso querés decir que soy un pelotudo, te conozco.
─No, tonti, sigamos.
─Ok, ¿alguna vez tuviste sexo con un familiar?
─Consecuencia. Prefiero hacer la prueba.
−¿A quién te cogiste Silvia? ¿A tu primo uruguayo que se queda en tu casa cada vez que viene? ¡¿En serio?!
−No es mi primo, es sobrino del marido de mi tía, no tenemos nada que ver. a ver que me tocó.
La carta decía que tenía que masturbar a su pareja antes que el reloj de arena se vaciara pero que debía evitarse llegar al orgasmo. Silvia estaba muy caliente, me bajó la bragueta y me metió la mano, y me empezó a sobar muy suavecito, cuando quedaban tres minutos había empezado el sube y baja furioso mientras me chapaba, pero no pude acabar.
−Me toca preguntar a mi, corazón. “¿Estuvo con alguien de tu mismo sexo?”
−Obvio que no, puto no soy, es una cagada este juego.
−jaja no te pongas asi, cielo. Sigamos.
−¿Tuviste sexo interracial?
−Si bebé, hace unos años, con un negro que me dio bomba.
−Me estás jodiendo
−Obvio que no. Posta, uno que vivía cerca de casa de mamá que tenía una tienda de celulares. Fue una linda experiencia, me reventó varias veces. Ufff, ¡tremendo el grone!
−¡Todo bien pero te vas al carajo diciendo que te dio bomba! ¡Me hacés poner para la mierda!
−Bueno, mi amor, no seas tonti, estamos jugando, pensé que te ibas a poner chanchito si te contaba.
−¡¿Como me voy a “poner chanchito” por que un negro de mierda te cogió?!. ¡Seguro que la tenía como una berenjena, sos una sucia!
−Awww bebito, no seas racista, no está bueno eso, en serio, lo vas a tener que tratar en terapia por qué no te hace bien. Ahora me toca preguntar a mi.
−¿Cuál es tu fantasía?
−Sabés que hacerlo en un balcón. No soy tan “aventurero” como vos parece.
−Me tocó la misma, bebé. Mi fantasía es que vengan cuatro tipos gigantes, que se meten a robarnos, y son como de dos metros con las pijas de más de veinte centímetros, bien anchas y cabezonas y te aten a una silla y te pongan una cinta en la boca y me hagan de todo, y te obliguen a mirar. Que se pongan violentos y me caguen a trompadas y me violen y vos estés quietito y no puedas hacer nada. Y yo tenga que hacer lo que me dicen para que no te lastimen.
−Ok.
−¿Te enojáste?
−Nada que ver.
−Yo te conozco bombón y sé cuando te enojás. Dame un besito, dale.
−Salí, Silvia, ¡me tenés harto!
−Bueno, te toca a vos. ¿Alguna vez fantaseaste con ver a tu pareja con otra persona?
−No, me da asco todo lo que contás, hubiese querido que fueras virgen cuando empezamos a salir.
−Awww bichi, te quedaste en el mil quinientos, me hacés reir. Yo no contesto nada más porque te enojás. Así que ahora es todo prueba.
−“Deberá recibir sexo oral y no llegar al orgasmo antes que termine el tiempo estimado”
Entonces Silvia se bajó la bombacha y se arrodilló en la cama, tenía un cola less muy bonito, negro con tiras plateadas. Una remera gigante que le tapaba todo su cuerpo “king size”. me encantaba chuparle la concha. Es una mujer increíble. Es necesario describiarla como una amazona. De tamaño considerable. Una “gigantona”. Rubia natural, de metro ochenta, ojos miel, buena genética con muslos enormes, gemelos de jugador de hockey. Yo siempre le dije que era mi jirafa, de forma muy cursi habíamos construidos nuestros códigos de pareja. Me puse entre sus piernas mientras se movía rozando el clítoris con mi lengua, mis labios, mi naríz. Hasta esa noche sentía que había tenido muchísima suerte de que una mina así me diera pelota. Era una bestia, una vedete, la prima de Hulk, pero después descubrí que no hay que morder más de lo que nos da el maxilar, como diría una canción de punk de mi país.
Antes de llegar a los tres minutos, me acabó toda la boca. Me llenó la cara de fluidos, obviamente estaba super caliente con el juego. No sé si humillándome enrostrándome su extensa vida sexual, o solo recordando viejas experiencias con machos alfas que le hicieron lo que quisieron y la trataron como un objeto.
─Ay mi amor, acabé, perdón. Ahora me toca castigo.
─ “Castigo: veinte nalgadas con mano u objeto”
─Las primeras diez se las di con la palma de la mano, con bastante rigor. Las segundas decidí darle con mi cinturón, la veía como se mordía los labios y se le dilataban las pupilas mientras me iba corriendo la hebilla, el sonido metálico la estimulaba, el chillido del cuero natural corriendo sobre la tela de jean del pantalón, mi mano enrrollando la punta y haciendo un puño listo para dar azotes. A Silvia le encantaba que la fajara con el cinturón, siempre me contaba que su tía le pegaba a su prima con el cinto cuando se portaba mal, era una nena de once años, ya era grande para ese tipo de castigos. A mi me parecía algo salvaje y cruel, Silvia me contaba que ella, menor que su prima, se ponía muy caliente cuando veía que le descubrían las nalgas y la acostaban sobre el regazo de tu tía, le encantaba ver las manos de su tía, perfectamente cuidadas, hechas por una manicura profesional, ver estrellarse contra la piel blanquísima de su hija, y cuando le pegaba con el cinturón más celosa se ponía. Me confesaba que ella siempre se portaba a propósito para ver si su tía se animaba a hacer lo mismo con ella, pero nunca sucedió. Su tía era demasiado respetuosa con hijos ajenos.
Mientras tanto ya estaba terminando el “castigo”.
─Pegáme, hacéme mal, castigáme por haber sido putita. Mostráme quien manda. Fui mala amor, estuve con muchos, no fui buena chica. Hacéme mal.
Le pegué realmente fuerte, pero el rigor que podía soportar esa titán, era mucho más del que pudiera proporcionarle.
El juego continuaba.
─¿Prefiere rubias o morochas? (También tenía la versión masculina abajo, rubios o morochos)
─Siempre me gustaron más las morochas.
─¿Por qué decís eso? Te fuiste al carajo. ¿O sea que yo no te gusto?
─No es eso, es que siempre tuve más atracción por ese tipo de chicas.
─No da que me digas eso. Las mujeres somos inseguras. Es como si yo dijera que prefiero tipos con la pija grande. Es obvio que a vos te va a doler. Bueno, dejá me voy a buscar un tipo dotado que le gusten las rubias, vos andá a cogerte cualquier negra sucia.
─Bueno, estamos jugando. No te pongas así.
─Naah, te jodo amor, te las creés todas. ─dijo soltando una carcajada. ─dale cosita, que ya terminamos, me ha puesto calentita todo esto y quiero que me cojas.
─¿Prefiere sexo con amor, o desenfrenado?
─Sabés que me gusta duro. Con vos es más rico por que le agregamos el amor. Pero cuando me están garchando pienso que soy la perra del tipo, me gusta que me maltrate.
─Sigamos. tocó comodín, te toca responder otra. “¿Alguna vez hizo un trío?”
─En Bariló con dos compañeros. Eran los más feos y nadie se los quería coger. Pero yo sabía que eran los más pijones así que me animé. No todo es una cara bonita. Además me daba pena, todos se la pasaban cogiendo y ellos se iban a ir sin ponerla. Ahh, no sería un trío por que también estuvo el coordinador, que era un tipo de treinta y pico. Los iba guíando y el también participaba, le pidieron por que los pibitos eran re inexperimentados.
─¿Te cogiste tres chabones cuando tenías diecisiete años?
─Si, estuvo buenísimo. Después hice otro cuarteto en la despedida del marido de mi hermana. Por que faltó la stripper y también me puso mal que la última noche de hombre soltero la pasara sin mujeres. Igual Sarita no sabe nada, nunca vayas a abrir la boca. Pero para que no pienses cualquiera solo esas dos veces estuve con más de uno, tampoco soy cualquiera. Rechacé muchas otras oportunidades de hacerlo, pero no, después entendí que me tenía que hacer respetar.
─Sos una puta de mierda. Me case con una trola, la puta madre. Mi vieja me decía que no le cerrabas. Con razón el marido de tu hermana me mira con soberbia, si se cogió a mi mujer. Encima yo compartiendo asados y juntadas con el. Debe cagarse de risa por dentro de que me casé con la peor prostituta del país.
─Si, fui pero cuando te conocí jamás volví a tocar otro tipo. Ni en el pensamiento te he sido infiel. Vivo para vos. Así que no me podés recriminar nada.
─Me está poniendo mal esto, terminemos de una vez. Preguntá vos.
─Pregunto, “¿alguna vez pagó por sexo?”
─Si, cuando tenía trece mi tío me llevó a debutar.
─Awww, mi amor, eso es abuso infantil, horrible que te haya pasado eso. Nosotras cuando empezamos la facultad, tuvimos que hacer cosas de las que no estamos orgullosas.
─¿Que cosas? ─dije abriendo los ojos como dos huevos fritos. Este juego que parecía no tener limite, se estaba poniendo cada vez más turbio.
─Mi vieja tenía un amigo suyo, Ricardo, que le pagaba por estar con nosotras. Bueno, como estábamos mal, plena crisis del 2001, no nos quedaba otra. Nos cogía a mi y a mi hna Sara, a veces a las dos juntas. Ponía mucha guita, con eso terminó mi vieja de pagar la casa y se puso el negocio. A pesar de que se aprovechó de nuestra situación de vulnerabilidad, le debemos todo a el. Yo no le guardo rencor.
─Que familia de trolas de mierda. Pensar que ahora la yegua de tu vieja se hace la santa yendo a esa iglesia de mierda del barrio.
─Vos por que venís de una familia “bien”, nosotras vivíamos en un rancho comiendo día por medio, andábamos mal vestidas, eramos tres mujeres solas. Teníamos hambre. Se nota que nunca pasáste necesidad.
─¡¿Por qué no se pusieron a laburar hijas de puta?!
─¿Vos creés que trabajando hubiéramos podido pagar una casa y un negocio en Capital? Yo lo hice por mi viejita, por mi hermana. Hoy somos las dos profesionales, estamos casadas con buenos hombres, tenemos nuestras cosas, de otra forma seguiríamos juntando cartones.
─¿Silvia, por que no me contáste todo esto antes de casarte conmigo?
─Son cosas personales. No tenés por que saber. Agradecé que te cuento por que sos mi mejor amigo además del tipo que elegí para pasar el resto de mi vida.
─Me quiero separar Silvia, me case con una puta. De haber sabido ni en pedo te proponía matrimonio. Estoy arrepentido. Pensar que dejé a Vanina, esa chica buena que me quería y no había tenido un solo novio en la vida.
─No podés separarte amor, está todo a mi nombre. La casa, los autos, la quinta de la costa. Los pasaste por el problema que tenías con los impuestos. ¿Te acordás? Si nos separamos vas a perder todo, así que vamos a dormir que quiero que mi marido me haga mimitos. Te amo. Gracias por entenderme. ¿Todavía querés a tu jirafita?
5 comentarios - Trivia sexual (como me enteré que mi mujer era una puta)