Capítulo dos
La recién nominada bufona marrana real, despertó en unas habitaciones desconocidas para ella, todo estaba oscuro y por un momento no sabía donde se encontraba, pero el latente dolor de su culo la trajo de golpe a la realidad, las humillaciones y la sodomización sufridas por capricho de la Reina regresaron a su mente para atormentarla. Estaba medio desnuda, tumbada en el suelo sobre una alfombra muy suave y mullida donde intentó incorporarse, pero su dolorido cuerpo y algo sujeto a su pié derecho se lo impedían, sus pechos volvían a estar cargados de nuevo y era otra molestia acumulable a su funesto estado.
Como sois caballeros – oyó que decía una mujer al otro lado de la puerta - ¿No han quedado satisfechos vuestros apetitos?
Vamos, Lady Edit, sabéis que sois la mejor en esos menesteres, no os hagáis de rogar, permitidnos verla – rogaba una voz masculina tras la puerta
Si, ciertamente la mejor, por mi parte tardaré un tiempo en recuperarme de vuestro ardor mi Lady, pero la curiosidad es muy poderosa ¿Es tan hermosa como dicen? – preguntaba otra voz
Más aún, mis adorables amantes – decía Lady Edit justo antes de abrir la puerta – os dejaré echar una miradita, pero enseguida deberéis retiraos
La puerta se abría y la luz que entraba en sus aposentos mostraba a su nueva mascota, la bellísima marrana real estaba despierta, asustada, mortificada en ropa interior, acurrucada como un animalillo a los pies de su cama donde los guardias la habían dejado encadenada. Su hermosa melena caía en desorden por su espalda y algunos mechones cubrían sus adorables tesoros que la bufona intentaba cubrir con sus brazos, deshonrada al ser presentada en tales circunstancias, bajó su cabeza ante sus visitantes.
No, no, no, marrana mía, no debes ocultar tu hermoso rostro – decía la secretaría entrando en sus aposentos, seguida de sus ocasionales amantes y acercándose a ella, levantando su cara - ¿no es realmente hermosa mi nueva mascota? – disfrutaba con su vergüenza
Sin lugar a dudas mi Lady – admiraba a la mujer arrodillada ante ellos – no han exagerado con sus alabanzas
De no haber disfrutado tanto con vuestros encantos saciando mis ansias, esta hembra bien podría enardecerlas – admitía el otro
Muéstrate ante ellos, marrana – ordenaba ayudándola a incorporarse para que la examinaran sin reservas – que admiren las razones de la inquina de la pequeña tetona y que vuestra imagen colme sus sueños – comentaba separando su pelo con delicadeza y sujetando sutil pero firmemente sus brazos detrás de su espalda para que, sus ya de por sí enormes tetas, se mostraran – Es hora de que os retiréis caballeros, despedíos de mis amantes bufona – sugería la secretaría que apreciando lo mojado de las ropas de su mascota quería quedarse a solas con ella para disfrutarla, mientras esta reverenciaba tímida a sus visitas
Adorable imagen desde luego – se despedía uno de ellos viendo a la hermosa marrana realizando una elegante reverencia – tendremos hermosos sueños
Toda la corte admirará a vuestra mascota, Lady Edit – se despedía el otro – realmente un ejemplar exquisito, veremos si sus chanzas están a la altura de su belleza
Estoy segura de ello, caballeros – los despedía esta acariciando con su mano libre la larga melena de su mascota produciéndole extraños escalofríos – nada complacerá mas a nuestra Reina que su nueva bufona dedicándole sus mas frívolas, refinadas, sutiles e ingeniosas chanzas
La pobre marrana, permanecía de pie, ultrajada por la mirada y actitud de esos dos nobles, que comentaban de su cuerpo y su status al retirarse de la estancia, como si ella no estuviera presente o fuese un mero objeto decorativo, al que se electrizaba la piel con las leves y amorosas caricias en su cabello.
Pensé que nunca me libraría de ellos – comentaba la secretaria real soltando su presa y acomodándose ante su tocador, viendo aparecer a su leal y mayor doncella – suelta la cadena de mi mascota Carlota querida, esta noche no precisaré otro servicio por tu parte
Como ordenéis, Lady Edit, que tengáis dulces sueños – se acercaba la doncella a la mujer postrada para desprender la cadena que tenía unida a un grillete en su tobillo
Lo mismo te deseo – recordando de pronto y avisando a su doncella – Carlota, asegúrate de que mi nueva mascota reciba mañana un baño, debe comenzar su entrenamiento con la Baronesa de Beth y su cuerpo ha de aparecer inmaculado
Se hará como ordenáis, mi Lady, me encargaré personalmente de que esté presentable – se retiraba la criada
Y bien marrana, ¿no tenéis nada que decir? – preguntaba a su mascota mirándola a través del espejo mientas comenzaba a desprenderse de sus joyas
Disculpad, señora, pero no se que esperáis de mi – se humillaba ante la que parecía ser propietaria de su suerte
En primer lugar, no me llames señora si no antepones un "mi" delante, recuerda que tu ventura depende del agrado que puedas causarme – le sonreía con gesto de verdadero aprecio a pesar de la crueldad que mostraban sus palabras – acércate preciosa marrana, ayúdame con mis ropas ya que he prescindido de mi doncella para poder deleitarme con tus atenciones
¿Se me permite hablaros mi señora?
Por supuesto, dí
¿Con total libertad y sin temor a futuras represalias?
¡Ah! Habla ya criatura, exprésame tus inquietudes y no temas por tu integridad… de momento – advertía poniéndose de pie para facilitar la tarea de desvestirla
Como sabéis, soy totalmente ajena a las costumbres de esta corte, mi cuna, educación y talentos no se han tenido en cuenta y se me ha despojado de mis posesiones, derechos y privilegios – decía ayudando a su nueva señora a despojarse de sus ropas – No se que mal hay en mi para haber perdido todo lo que una vez tuve, en mi tierra era respetada por mis semejantes, pero ahora por capricho de su majestad…
Marrana… - advertía con reproche la secretaría real por la referencia inapropiada a su Reina y mostraba su desnudez ante su mascota sin ningún tipo de reparo y admiraba su cuerpo en el gran espejo de su tocador
Por voluntad de la Reina me encuentro en una posición delicada y no se como salir de ella – explicaba cubriendo el hermoso cuerpo de la secretaria real con un delicado camisón - necesito de vuestra ayuda para poder mejorar en mi nueva vida – observando la imagen de ambas en el espejo y colocando los tirantes de la prenda, acomodando sus grandes tetas dentro de la misma, admirada y atraída por ellas – nada me queda en este mundo y poco tengo que ofrecer
¡Oh, pobrecilla marrana real!, en contra de tus pensamientos, es mucho lo que posees – le decía cambiando sus posiciones ante el espejo, colocándose tras ella y volviendo a separar su oscura melena, bajando lentamente los tirantes de la empapada prenda que la cubría – tienes unos atributos con los que poder hacer las delicias de su majestad – sopesaba sus pechos y desnudaba del todo su cuerpo que contrastaba contra el suyo cubierto con su camisón – estas enormes tetas lactantes acapararan la atención de la corte con su mera presencia, pero sin duda, de tan saturadas deben molestarte – apreciaba lo cargados que estaban
Si mi señora, las atenciones prestadas por mi hija…
La pequeña tetona - corregía Lady Edit
La pequeña tetona con sus manejos al rellenar las copas para vuestro disfrute y el de la Reina, ha activado la producción de mis pechos y se muestran henchidos
Tendremos que remediarlo antes de poder continuar con nuestra conversación – volvía a sentarse ante su tocador de perfil al espejo – ofrécemelos para que pueda aliviarlos de su carga
Pero…
¡Ah marrana! ¿Te resulta tan difícil obedecer una simple orden? Recuerda que ya te has ganado un par de castigos con tu rebeldía que aún no te han sido administrados, no agraves tu situación
Temerosa de contrariarla de nuevo, ofreció sus rebosantes y doloridos pechos, sujetándolos con ambas manos acercó sus pezones a la boca anhelante de la secretaria real que comenzó a chupar afanosa y dulcemente. Se estremecía con sus labios y su lengua, los movimientos de esa boca sobre sus pechos, sentir fluir el néctar que alimentaba a su señora y poder admirarla en el gran espejo aplicándose a mamarla con fruición hacían temblar sus piernas. Lady Edit hábilmente empleaba su boca e incluso sus dientes a la tarea, con sus manos apretaba esas tetas para vaciarlas, escuchando como la respiración de su mascota se entrecortaba y cambiaba de ritmo, emitiendo pequeños gemidos si succionaba mas fuerte y dulces jadeos cuando le mordía dulcemente.
Lady Edit alternaba sus labores de succión entre ambos pechos y restregaba sus labios y lengua de uno a otro en cada cambio, apretujaba mas fuerte consiguiendo elevar sus gemidos y estiraba sus pechos tirando de sus pezones con sus labios y dientes llevando su cabeza hacia atrás para escuchar sus jadeos. Admiraba el reflejo de la marrana real que parecía disfrutar de su agasajo.
Finalizada la tarea de aliviar del peso que cargaba las tetas de su mascota, la secretaria real se giró de nuevo ante su espejo y tomando un enorme cepillo de plata comenzó a cepillar su pelo con largas y lentas pasadas sin apartar la mirada de la hermosa mujer que tras ella, temblorosa y con sus ojos cerrados intentaba controlar su respiración y su libido.
Continuemos con nuestra charla – decía complacida con lo que le había costado recuperarse de sus atenciones, curioso, había conseguido con su boca lo que no habían logrado siete pollas en su culo, mas adelante habría que modificar ese hecho, tendría que aprender a disfrutar de todos los placeres, por bizarros que fueran, se lo comentaría a la Baronesa para que se encargase de ello – Entretanto, dame treinta pasadas con el cepillo, que luego te las daré yo a ti
Si mi señora – aparentaba recuperar la cordura, nunca pensó que una boca femenina pudiera hacerle sentir placer, seguía lamentando su estado de total desnudez pero la mirada de admiración de la secretaría conseguía calentar su alma - ¿me ayudaréis entonces a salir de esta situación en la que me encuentro sin merecerlo?
Antes de nada, debes entender que esta situación en la que te encuentras y de la que como dices, quieres salir, es tu realidad ahora – observaba como se aplicaba a la tarea de cepillarle el cabello con devoción – no hay manera humana de que salgas de ella, puede ser mejor, peor o desastrosa, solamente de ti y de tu entrega depende ese hecho. Acostúmbrate, eres la nueva bufona marrana real y me perteneces.
Pero…
¡Que poco me gusta esa costumbre tuya de poner peros a todo marrana! – volvía a reprenderla quitándole el cepillo de sus manos y con un rápido gesto, se giraba y tirando de su brazo, la tumbaba sobre sus rodillas y comenzaba a azotarla con el reverso repujado de su enorme cepillo de plata – Nunca, jamás, podrás librarte de tu nueva posición – remarcaba cada palabra con un azote de su cepillo en el hermoso culo de su mascota – adáptate a la cruda realidad, eres la nueva bufona real y tu vida misma depende ahora de mi voluntad ¿lo has entendido al fin? – preguntaba levantándose de golpe y tirando a la hermosa marrana a sus pies
Si mi señora – gimoteaba llevando sus manos a sus nalgas, arrodillándose ante la dueña de su vida y denigrada lloraba a sus pies – perdonadme, por favor
Lo pensaré – asentía dirigiéndose a su cómodo lecho – sujeta tu grillete a la cadena y acomódate sobre mi alfombra para pasar la noche, no quiero oírte hasta mañana tendré que comentar con la Barones tus malas costumbres - sentenciaba
La llorosa Marquesa aprisionaba su grillete a la cadena y se acomodaba sobre la alfombra, no se habría imaginado ni en un siglo que su primera noche en la corte la pasaría desnuda, con su culo dolorido de azotes y sodomizaciones, durmiendo en el suelo y encadenada a la cama de una mujer que se decía su dueña. Si esta era la primera noche, no quería ni imaginar lo que podría acontecerle en los siguientes días con su entrenamiento con la odiosa Baronesa que todos parecían temer y aborrecer.
La principal razón de que Lady Edit resultase tan valiosa e imprescindible en la corte era que controlaba todos y cada uno de los asuntos reales, por nimios que fueran, tenía un prodigioso cerebro que utilizaba en beneficio del reino y suyo propio, continuamente estaba dando vueltas a nuevos planes y estrategias, su mente nunca descansaba, nunca, ni siquiera cuando dormía lo hacía. No precisaba dedicar al descanso o al sueño mas que cinco horas escasas por noche, lo que le dejaba mucho tiempo para planificar y organizar las cuestiones reales. Otra de las razones es que era insaciable, en todo, el sexo, el conocimiento, el poder, nunca parecía tener bastante de nada, por todo ello, a las pocas horas de haberse acostado ya estaba en el despacho de sus aposentos solucionando dilemas cortesanos, cuando escuchó ruidos provenientes de su dormitorio, dirigiéndose allí, abriendo la puerta y apoyándose en la jamba vio a su preciosa mascota que con sus manos apretaba su adorable coñito.
¿Qué sucede marrana? – preguntó a la beldad encadenada a los pies de su cama que apretaba sus manos y roja de vergüenza miraba en todas direcciones
Necesito aliviarme mi señora – solicitaba abochornada
¿Aliviarte? Bien, pues hazlo – se reía de su mascota, había entendido perfectamente el alivio que necesitaba, a pesar de que sus manos ocupaban la entrada de su vagina, no era ese el tipo de alivio que reclamaba – desconocía tu necesidad de público para aliviar la calentura, pero me gusta
No, no es eso mi señora – negaba horrorizada de que con su actitud hubiese dado a entender semejantes necesidades – necesito hacer aguas menores
Ja, ja, ja ¿aguas menores? – se divertía y mucho con la turbación de su mascota – lo que necesitáis, bufona, es mear, eso es lo que hacen las marranas, ahí tienes un orinal ¿no lo alcanzas? – señalaba una primorosa pieza de loza que descansaba al lado de su tocador, fuera del alcance de su mascota
No mi señora, no logro alcanzarlo
¿Seguro que lo has intentado o solo quieres que yo te atienda? - se burlaba entrando en su dormitorio para no perder detalle del espectáculo – Demuéstrame que no lo alcanzas
Eso hizo su bella mascota, con denodados esfuerzos se revolcaba por el suelo, estirando su hermoso cuerpo en sus inútiles intentos, tirando de la cadena que sujeta a la cama aprisionaba su tobillo y limitaba sus movimientos.
De acuerdo, veo que realmente no lo alcanzas – decía Lady Edit, empujando la pieza de loza con su pie, acercándola un poco, pero no lo suficiente – Prueba ahora
Y otra vez se estiraba la bella mujer con renovados bríos y mayor vergüenza ya que sus ganas convertían sus movimientos en temblorosos intentos
Nada mi señora, no lo consigo, por favor ayudadme o me temo que estropearé vuestra bonita alfombra – se humillaba la Marquesa
Ni se te ocurra o te ganarás otro castigo – le decía volviendo a empujar con su pie la pieza, solo un poco – o lo consigues ahora o tendrás que buscar otra solución
Desesperada se estiró y estiró hasta alcanzar el orinal y a pesar de que en ese momento se abría la puerta del servicio y entraba la vieja doncella, sin pensárselo dos veces, lo acomodó entre sus piernas y vació su interior ¡suspiraba de alivio!, por un momento llegó a pensar que esa pérfida mujer la obligaría a orinarse sobre el suelo, viendo horrorizada como la criada se acercaba a su señora y ¿Qué hacían ahora, porqué no hablaban o hacían algo? ¡la estaban contemplando con expresión complacida una y divertida otra¡ Que descaro, que poca vergüenza, que desfachatez
¿Has terminado? – preguntaba satisfecha – porqué si es así tendrás que sacudirte un poco, no querrás ensuciar mi alfombra después de todo
Pero…
Otra vez esos peros tuyos, bonita manera de comenzar el día ganándote otro castigo, apuntalo en tu cuenta, no quiero volver a oír que esa palabra sale de tus labios ¿entendido? – amonestaba viéndola asentir y sacudir su cuerpo, apreciando los balanceos de sus tetas que en breve volverían a colmarse - Carlota querida ¿serías tan amable de adecentar a mi nueva mascota durante mi ausencia? Voy a entrevistarme con su majestad y volveré a buscarla para llevarla con la Baronesa para comenzar su entrenamiento – preguntaba a su leal doncella
Así se hará mi Lady ¿habéis dispuesto ropas para ella? – preguntaba servil la doncella, adoraba a esta mujer
No querida, nada de ropas de momento, solo podrá lucir prendas interiores – se acercaba a su propio armario y retiraba un par de cosas de su interior – con esto bastará de momento, el corsé ajústalo como si fuera a ponerse mi vestido de seda limón y cuidado con esos pechos, espero que estén a rebosar a mi regreso – salía de sus aposentos
Como ordenéis mi Lady – reverenciaba a su señora, se consideraba afortunada desde que la secretaria real la escogiera como doncella personal, entre otras mas jóvenes y posiblemente mas versadas en temas de modas y estética, había conseguido con eso encumbrarla entre el resto del servicio y a pesar de sus extrañas costumbres insomnes y sus extremos apetitos sexuales, no tenía absolutamente nada que reprocharle – volveré enseguida con tu baño bufona y entonces, hablaremos
La pobre Marquesa se quedó acurrucada en la mullida alfombra temblando, ¿de miedo? ¿de vergüenza? El caso es que no sabía ni siquiera que pensar, su mente apenas podía registrar los últimos acontecimientos ni definir sus sentimientos, estaba totalmente humillada, ultrajada sin remisión y a merced de una mujer que no mostraba aprecio por ella mas allá de sus pechos y la diversión que pudiera producirle.
Poned la bañera en aquel rincón – ordenaba la doncella
¿Así está a vuestro gusto? – preguntaban los lacayos sin siquiera dirigir una mirada a la mujer desnuda y acurrucada a los pies de la cama que intentaba por todos los medios parecer mas pequeña e invisible
Perfecto, traed el agua – veía pasar a mas lacayos, una y otra vez con cubos de agua humeante, hasta conseguir llenar la bañera - Muchas gracias muchachos – asentía la doncella – podéis retiraros. Tú, al agua – señalaba a la nueva mascota de su señora
No puedo – negaba la cautiva
¿No puedes o no quieres? ¿No será que te gusta tener sobre tu cuerpo los restos de la sodomización, como recuerdo de la noche pasada con tus numerosos amantes? – se burlaba la vieja doncella acercándose a ella, sabía que no podía moverse, la cadena que la sujetaba era muy corta
¿Cómo sabes tu…?
¿Te he dado yo permiso para otorgarme ese trato? – abroncaba la vieja doncella llena de espanto - Toda la corte está al tanto de tus actividades de la víspera, la pequeña tetona solo lamenta que su número favorito no sea el cincuenta, ja ja ja. No debes tutearme ¿crees acaso que estás por encima de mí?
No señora, perdonad, perro es que no puedo moverme, ¿acaso no recordáis que estoy encadenada a la cama? – se levantaba mostrando su cuerpo desnudo y tirando de su tobillo encadenado como muestra y pensando en la traición de su hija
Esta bien, te soltaré, pero como se te ocurra hacer alguna estupidez, piénsalo antes, hay guardias apostados en la puerta que no dudarán en entrar a una orden mía o si escuchan algo sospechoso – amenazaba
¿Como podéis pensar de mí que soy una amenaza? – preguntaba entrando voluntariamente en la bañera – nada me complace más que poder borrar de mi cuerpo el rastro de mi vergonzoso castigo, ojala fuera igual de sencillo eliminarlo de mi mente – explicaba justo antes de sumergirse del todo en la bañera
Pues este baño no es para complacerte marrana real, desde el mismo instante en que entraste en estas habitaciones el único placer que obtengas derivará del que puedas producirle a Lady Edit – sermoneaba frotando unos hilos de esparto en una perfumada pastilla de jabón – te restregaré tanto y tan fuerte que tu piel resplandecerá, levántate, gírate y sujeta tu pelo
Una vez enjabonado todo el cuerpo de su víctima, comenzó a raspar su piel con una paleta rugosa para eliminar todo rastro que pudiera quedar, refregando estuvo la vieja criada largo rato, volvió a repetir la operación dos veces antes de dar por finalizada la limpieza, ahora toda la piel de la cautiva se veía sonrosada y ligeramente perfumada, cuando le tocó el turno a su cabello. Ordenándole agacharse, la sujeto del pelo y la sumergió manteniéndola bajo el agua mientras se retorcía y pateaba, salpicando todo el suelo. Sacaba su cabeza del agua y volvía a sumergirla sin apenas darle tiempo de tomar aire, restregándole los hilos, llenó su cabeza de espuma y repitió el procedimiento. Llamó a un par de lacayos para que vertieran agua limpia sobre ella puesta en pié, molesta con el tratamiento y sorprendida con lo fría que estaba el agua, con la que la aclaraban, soltó un grito que provocó que dos guardias apostados a la puerta entraran para mayor vergüenza.
No os preocupéis muchachos, solo es la bufona que agradece su lavado – tranquilizaba a los soldados que, al contrario que los lacayos, disfrutaban de la imagen de la hermosa marrana real, mojada y temblorosa – Podéis volver a vuestros puestos – despedía a los guardias y una vez a solas retomó su tarea – sal de la tina, tonta criatura, ¿o es que quieres enfermar de pulmonía?
Envolviéndola en una cálida toalla procedió a secar todo su cuerpo, dedicando especial atención a sus pechos que colmados de leche como estaban, si los friccionaba con un poco mas de presión podría hacerla brotar y eso no sería del agrado de Lady Edit. Una vez conseguido la llevó desnuda al tocador de su señora para encargarse de su pelo. Largas pasadas con el cepillo que la víspera visitó su culo, friegas con la toalla para retirar la humedad y vuelta con las pasadas del cepillo. A la Marquesa ese tratamiento la relajaba, casi se podría decir que lo disfrutaba, la vieja no le pegaba tirones y silenciosa, remataba su labor con un pequeño, pero elaborado rodete sobre su cabeza, dejando el resto de su melena cayendo hasta su cintura.
Ponte de pie que voy a vestirte – ordenaba tomando las prendas seleccionadas por su señora – a la vista de estas prendas poco mas haré que cubrirte, demasiado buenas son, dada la posición que ocupas en la corte
Para asombro de la Marquesa le colocó una preciosa aunque escotada camisola de un verde esmeralda y unos pololos a juego que ató hábilmente a su cintura colocando la tela púdicamente para que la abertura frontal no mostrara su cuerpo, pudo ver en el reflejo del espejo que las prendas resaltaban sus facciones y contrastaban con su larga melena morena. Retiró su pelo y sujeto la parte delantera del corsé que le colocaba y aguantó la respiración para facilitar las maniobras de la doncella al abrocharlo.
Toma todo el aire que puedas – advirtió – con lo apretado que ha ordenado Lady Edit que lo lleves, no creo que puedas respirar fácilmente en todo el día
Comenzó a tirar de los cordones que ceñían su cintura, sus monumentales tetas desbordaban la camisola y poco a poco su respiración se torno dificultosa
Mas te vale sujetarte al tocador, aún me faltan dos medidas para alcanzar los deseos de mi Lady – rezongaba la doncella apretando los cordones, no sin esfuerzo – solo un poco mas, aguanta bufona, que ya casi lo tengo
Veo que has conseguido la medida Carlota – comentó Lady Edit entrando en sus aposentos con una amplia sonrisa al ver a su mascota tan apretada, con su diminuta cintura y esas tetas y ese culo rebosante, había acertado de lleno seleccionando las prendas de intenso verde, al ser tan morena su mascota lucía el contraste como ninguna rubia de las que poblaban la corte podría lucir – Trae también las enaguas, Carlota – ordenaba a su doncella mientras se acercaba a su mascota y colocándose detrás de ella admiraba su reflejo en el amplio espejo - Hermosa, hermosa marrana – le decía pasando sus manos por su cuello, lentamente, colocando su melena a su espalda y acariciando la base de sus pechos – Prefiero que luzcas tus encantos, me gusta saber que están disponibles para mí en todo momento – decía abriendo la apertura de sus pololos, juntando la tela a los laterales de su cadera de manera que su pubis y su culo quedaban totalmente desprotegidos - ¿No crees que así luce mas hermosa Carlota?
Por supuesto mi Lady – contestaba la doncella admirando la imagen y presentándole las enaguas a su señora – está espléndida vuestra mascota con esas prendas, no pensé que pudiera tolerar el corsé, ha resultado ser muy maleable
Mas le vale, ya que poco a poco conseguiré juntar mis manos alrededor de ella – decía sujetándola por la cintura y moviendo sus dedos mostraba la distancia que faltaba para cumplir sus propósitos – Esto será lo que harás Carlota, cada día apretarás el corsé, poco a poco, pero mas y mas hasta que consiga abarcarla – anunciaba retirándose un poco para que su doncella pudiera colocarle las enaguas – Tendrás que acostumbrarte a vivir con él marrana mía, de hoy en adelante no se te retirará esta prenda mas que para permitirte lavarte, hasta ver cumplidos mis deseos y entonces, ya veremos
Si señora – consiguió contestar su preciosa mascota que apenas podía tomar aire para respirar, cuanto menos para hablar
Una vez colocadas las enaguas, que al menos ocultaban la abertura forzada de sus prendas y no podría adivinarse que llevaba su culo y su vagina desnuda, su señora se sentó a su tocador y repitió como la víspera
Ofréceme tus pechos para que pueda aliviarlos de su deliciosa carga – ordenó con un leve tono de reproche a la espera de uno de esos "pero" de su mascota
Disfrutad de ellos, mi señora – le dijo su mascota retirando la camisola para que nada se interpusiera entre su ávida boca y su objetivo
Y Lady Edit, disfrutó incluso mas que el día anterior, se estaba acostumbrado al delicioso sabor de su mascota y el alimento que le proporcionaba era mejor que cualquier otro manjar que pudiese degustar.
Había tomado todo lo que su mascota podía darle de momento, pero siguió lamiendo, succionando y chupando, le gustaban los leves jadeos que emitía su garganta, poco a poco comenzó a acariciar los muslos de su mascota, que no solo no rechazaba sus caricias, si no que inconscientemente empujaba sus caderas hacía ella, subía lentamente sus manos por sus piernas retirando la enagua hasta alcanzar su objetivo, la húmeda y calida vagina de su juguete. Sin dejar de aplicar su boca a esas maravillosas tetas, introducía sus dedos entre sus labios vaginales, distribuyendo su humedad y abriéndola para alcanzar su centro mas sensible y con diestros movimientos lo exaltaba, los jadeos de la marrana ya no tenían nada de discretos, las palpitaciones que sintió la secretaria en sus dedos, eran claros indicativos de que estaba a punto de alcanzar su orgasmo, justo antes de que alcanzara el éxtasis cerró fuertemente sus dientes sobre uno de sus pezones y retiró su mano, escuchando el grito que sustituyó a los sensuales jadeos.
Hora de irnos marrana – le decía satisfecha llevando su mano mojada de sus fluidos a sus labios y los frotaba allí, obligándola a abrirlos – disfruta de tu dulce sabor. Eso será todo de momento, Carlota. La Reina parte rumbo al norte para celebrar los esponsales de la pequeña tetona con el hijo del Rey aliado y yo pasaré el día con la Barones de Beth, comeré en sus aposentos, sin embargo, regresaré para cenar en la intimidad de mi habitación – se retiraba seguida de la bufona que volviendo a colocar su camisola frotaba la teta agraviada
Comprendo Lady Edit, os esperaré para la cena, si no precisáis nada antes – se retiraba la leal doncella cautivada con la sensualidad de la marrana, esas enormes tetas gustaban a su señora y sería su nueva misión cuidarlas para ella
Caminaban por pasillos interminables, cruzando salones y patios y el palacio parecía vacío, armándose de valor, la pobre Marquesa rompió su silencio
Disculpad mi señora – dijo con tono cohibido
¿Si marrana? – preguntaba
¿Se ha retirado toda la corte?
Así es
¿Todos han viajado para los esponsales?
La Reina siempre viaja acompañada de su séquito y aunque una boda siempre alienta los ánimos de todos, en este caso no es motivo de alegría
Pero si es la boda de mi hija… Ahh – exclamó por la fuerte bofetada que le dio la secretaria real parándose en medio de un pasillo
La Reina va a casar a su pequeña tetona, no es algo que le agrade y tu nada tienes que decir al respecto, como vuelva a escuchar otro pero salir de tu boca ordenaré a la modista real que te la cosa, sería una auténtica lástima estropear esa hermosa boca, pero juro que lo haré si vuelves a contrariarme
Lo siento mi señora, no volverá a suceder – prometía bajando su cabeza, y frotando sus manos con verdadero arrepentimiento
Deberías alegrarte – acariciaba su barbilla levantando su rostro - eso te dará, al menos un mes, para entrenarte y adaptarte a tu nueva vida y posición
Reemprendieron la marcha y poco después llegaron ante una enorme puerta que uno de los guardias apostados al lado, abrió para ellas
Buenos días, querida Baronesa – saludó a la desagradable mujer que desde ese momento se convertiría en su aliada – lamento que os perdáis los esponsales
Buenos días Lady Edit, no os preocupéis por eso, la tarea encomendada por su majestad mantiene mi mente tan ocupada que apenas pienso en nada mas, ya disfrutaré con el próximo enlace de mi hijo – se relamía viendo a la hermosa criatura que tendría que educar, cubierta de hermosas prendas verdes, mientras reverenciaba a la secretaria real, dueña de su presa y coparticipe en su entrenamiento – he pedido que nos sirvan un ligero refrigerio, mientras lo esperamos podríais comentarme con que queréis comenzar
Espero que no os resulte extraño, Baronesa, pero me gustaría que comenzarais azotando ligeramente a la marrana – miraba con expresión de enfado a su mascota que sin llegar a interrumpirla había emitido un fuerte jadeo – le debo un par de correctivos y me gustaría apreciar vuestra técnica, cuanto antes empecemos, antes terminaremos
Por supuesto Lady Edit, ¿tenéis alguna preferencia? – contenta la Baronesa que podría empezar con una de sus actividades favoritas – si me lo permitís sugeriría azotar su trasero con una de estas maravillosas varas de abedul, a no ser que el correctivo tenga que ser estricto, en cuyo caso recomendaría esas varas de bambú
No tengo vuestra experiencia en estos menesteres, por lo que propongo que comencéis con dos azotes con cada una de las varas y a la vista de sus efectos decidiré como ha de continuar el castigo
Me parece muy acertada lustra decisión, otra pregunta si no os importa, ¿hemos de atarla y amordazarla o conseguirá mantener su postura?
Supongo que por un par de azotes no será necesario nada de eso – se dirigía a su mascota que no había parado de preocuparse desde que entraron en esa extraña sala – ¿serás capaz de recibir los dos azotes con cada vara sin modificar la postura indicada y sin emitir sonido alguno, para agradarme?
Lo intentaré mi señora – respondió sumisa ya que por alguna extraña razón necesitaba complacerla, quizá por temor a que la dejara a solas con esa horrible mujer
Proceded pues Baronesa – ordenaba acomodándose en una silla para deleitarse con su mascota y su dócil entrega
Colocaos…
Disculpad la interrupción Baronesa pero recordad que ha perdido todos sus derechos y privilegios, no tenéis que tratarla con deferencia ni respeto – señalaba Lady Edit – no se ha ganado nada de eso
Tenéis toda la razón mi Lady, por un momento su belleza me ha hecho olvidar la posición que ocupa en la corte – girándose a la, ahora asustada bufona, ordena – colócate de rodillas en la mesita y apóyate en las manos, veremos saltar tus enormes tetas bufona, levanta tus enaguas y prepárate para recibir los azotes, comenzaré con la vara de abedul y seguirá la de bambú, recuerda que no debes moverte y no queremos oírte mientras dure la muestra
Dicho esto, la Marquesa se acomodó en la baja mesa, era una buena mesa, de madera taraceada con diferentes formas y colores, levantó sus enaguas para mostrar a sus castigadoras su culo desnudo, y esperó su castigo, el primer azote fue tremendo, no lo imaginaba así y al escuchar el silbido de la vara no tuvo ni tiempo a prepararse, pero el segundo, como ya lo aguardaba no le pareció tan terrible. La secretaria real se acercó a su mascota y pasó sus dedos suavemente por la marca roja y ligeramente inflamada que habían dejado los golpes
Ha conseguido un buen resultado con esta vara, Baronesa – admitía comprobando que con la caricia, la marrana, se estremecía – ¿Ha dicho que era de abedul?
Efectivamente Lady Edit, el abedul resulta muy apropiado para castigos leves , claro que siempre puede utilizarse mas fuerza en cada azote – cambiaba ahora de vara – sin embargo el bambú, no necesita de gran esfuerzo en su aplicación y las marcas son muy hermosas, observad
Terminada la palabra ya había levantado la vara y sin previo aviso cruzó las nalgas de la cautiva que de la sorpresa y el dolor emitió un fuerte jadeo y revolvió su cuerpo consiguiendo con ello que sus enaguas cayeran tapándola, a pesar de haber modificado su postura mínimamente. En ese momento entró la doncella trayendo el refrigerio que habían ordenado.
Lástima, te estabas portando muy bien – comentó la Barones satisfecha con la mala suerte de su cautiva, que lloraba silenciosa y que había redoblado su castigo sin saberlo – Deja la bandeja sobre la mesa y aguarda un momento – indicaba a la doncella que tras obedecer la orden se retiraba a un rincón de la habitación para contemplar el castigo – No se que opináis vos Lady Edit, pero cuando imparto disciplina y sucede algo semejante, se comienza la cuenta de los azotes desde el principio
Si es así como ha de hacerse ¿Cómo negarme? – asentía gustosa la secretaria – Marrana vuelve a colocar tus enaguas y mejor que te esmeres para que no vuelva a suceder
Si mi señora – balbuceaba llorosa la maltratada levantando sus enaguas de nuevo y asegurándose de que la postura era idéntica a la que le habían ordenado
Volvieron a caer los dos azotes, la Baronesa, ante la complacencia de su aliada no se extralimitó con la fuerza de los golpes, habría tiempo para eso, la marca de la vara de bambú era extremadamente escandalosa por lo colorada e inflamada que dejaba la piel, manteniéndose así durante días.
Bonitas marcas – apreciaba la secretaria real acercándose y volviendo a pasar sus dedos suavemente sobre los verdugones que había dejado la nueva vara – sin lugar a dudas el bambú será mi elección en esta ocasión
Una elección muy apropiada, mi Lady ¿Leche y azúcar en vuestro té? – preguntaba solícita haciendo una seña a su doncella para que las atendiera e ignorando a la castigada que se estremecía en sus sollozos
No gracias, de leche voy servida – comentaba para vergüenza de su mascota y sin poder apartar la vista de su culo que temblaba a su contacto erizando su piel – solo azúcar
Se sentaron a disfrutar de su té y continuar con sus conversaciones sobre lo que habrían de conseguir de la bufona marrana real en aquellos días antes del regreso del séquito real, habría que diseñar sus nuevas ropas, mas adelante le enseñarían trucos propios de su rango, tenían tiempo para ello, pero lo primero sería conseguir que los andares de la bufona resultasen cómicos, mientras ésta, a cuatro patas aún sobre la mesa, con sus doloridas posaderas al aire, no alcanzaba a tomar aire por lo apretado de su corsé, escuchaba espantada sus comentarios, ultrajada al tener que mostrarse así ante ellas, el servicio y sin poder aliviar el dolor palpitante de los azotes.
Delicioso té Baronesa, no creo haber probado antes esta mezcla – admitía asombrada la secretaria
Celebro que os guste mi lady, me la envía un viejo amigo mío desde la India – viendo otro modo de agradar a la secretaria – Os proveeré de él cuando reciba el próximo envío, ¿os parece que continuemos con el castigo? – hace una indicación con su taza hacía la marrana
Adelante, Baronesa – acepta la mujer
Habéis indicado que los azotes serán con la vara de bambú, pero no habéis comentado el número de ellos que recibirá
Creo que esta falta quedará expiada recibiendo diez azotes, ya hablaremos del resto de los castigos que se ha ganado – indicaba
Buen número mi Lady, pero si me lo permitís, creo que sería mas provechoso que no todos recayeran en la misma zona, con los azotes que indicáis, tardará al menos tres días en poder sentarse sin sufrir las consecuencias, pero si aplicáramos un par de ellos en su parte delantera sus padecimientos la acompañarían al realizar cualquier otra actividad
Que razón tenéis Baronesa, debo reconocer que tengo mucho que aprender de vuestra experiencia en estas lides – imaginaba ya el dolor que padecería su mascota la próxima vez que aliviase la carga de sus pechos marcados, el placer que sentía con ello se complementaría con el dolor de los azotes – Sus preciosas tetas han de recibir la visita de la vara, las decoraremos con tres preciosas marcas
En ese caso, mientras terminamos nuestro té, ¿os parce bien que mi doncella Lucy aplique la mitad de los diez azotes? – sugería – Así luego podré enseñaros como aplicar correctamente los restantes
Muy apropiado Baronesa, proceded
Lucy, toma una de las varas de bambú y ejecuta la sentencia, queremos ver cinco bonitas marcas en el trasero de la bufona – su doncella encantada con la orden obedeció con presteza, era tanto o mas sádica que su señora y disfrutaba cuando la dejaba participar como bien sabía la Baronesa – será un leve correctivo, procura no pasarte con la fuerza o serás tu la que ocupe sus lugar
Comprendo, mi señora – asentía lamentando tener que controlar sus ansias de azotar ese precioso trasero
Colocándose junto a la mesa donde estaba la bufona y sin pérdida de tiempo atizó los dos primeros sin apenas separación entre ellos, el tercero se hizo esperar un poco mas, pero el cuarto y el quinto se produjeron en rápida sucesión para desesperación de la maltratada que lloraba jadeando al restringir su respiración su apretado corsé, intentando no emitir ningún sonido ni modificar su postura.
Ahora vos Lady Edit – anunciaba la Baronesa – tomad una vara y colocaos junto a la bufona – la distancia que mantengáis será influyente en el impacto de la vara
¿Os parece correcta mi postura?
Si mi Lady, ahora aplicad la vara en posición horizontal sobre sus carnes
¡Oh! Que sensación maravillosa – exclamaba la secretaría tras el primer azote – Creo que podría aficionarme a esto – tras el segundo que repetía su marca horizontal – se pueden realizar hermosos dibujos – inclinando mas la vara en diagonal en el tercero – probemos como queda ahora – aplicando el cuarto azote en la diagonal contraria – y por último – un fuerte azote en el centro de ese maravilloso culo que venció la resistencia de su mascota que jadeó, grito y se retorció sobre la mesita, inclinándose hasta tocarla con sus tetas jadeando
Muy bien Lady Edit, habéis nacido para esto, que dominio de la estética y la precisión – alababa a su aprendiz al ver las hermosas marcas que decoraban el trasero de la bufona – pero debéis tener cuidado si no deseáis romper su piel, la fuerza de los azotes con esta vara no debe igualarse a su quinto azote
¿Eso creéis? – preguntó apenada, le había gustado descargar su fuerza en el último azote
Ciertamente, si no queréis romperla habréis de mediros, claro que si lo que deseáis es descargar vuestras ansias podéis probar con otros instrumentos – sorprendida por la crueldad que demostraba la secretaria
Lo haré, por haber roto su silencio y perdido su postura se ha ganado nuevos azotes que le aplicaré con el instrumento que recomendéis – afirmaba convencida de sus palabras, no había sido culpa suya si la fuerza del azote era excesiva, su mascota debería poder obedecerla a pesar de su dolor, por encima de él.
Estupendo mi Lady – aplaudía la Baronesa – pero antes le aplicaremos las tres marcas que adornarán sus tetas. Os mostraré otro uso de la extraordinaria mesa regalo de mi marido, ¿os parece que la inmovilice de forma poco convencional?
¿Poco convencional? La verdad Baronesa, me desconcertáis con vuestras preguntas, en adelante obrad como si la marrana os perteneciera y yo os haré saber cuando algo no me parezca apropiado. Aprenderé gustosa lo que tengáis a bien enseñarme y os gratificaré por ello. Marrana yérguete para seguir las instrucciones de la Baronesa y cuidado con tus enaguas, no quiero perder de vista tus marcas – ordenaba Lady Edit acomodándose de nuevo junto a la maestra
En ese caso, Lucy, acércame el falo de madera con el número cinco, no mejor el cuatro – ordenaba a la doncella viendo a la bufona levantarse y sujetar sus enaguas mostrando sus marcas y esperando nuevas indicaciones – Comprueba su lubricación antes de inmovilizarla
Apenas si está mojada, mi señora – contesta la doncella que para espanto de la bufona se arrodilla ante ella y levantando la parte de sus enaguas que ella no sujeta, con una mano comienza a acariciar su vulva y poco a poco introduce un par de dedos en su sequedad – No ha disfrutado en absoluto con los azotes
Bien, ya modificaremos eso en otro momento, si es del agrado de Lady Edit, ahora, humedécela un poco para que podamos continuar. Tú, abre tus piernas para facilitar la tarea de Lucy – ordena sentándose junto a su nueva aprendiz, dicho lo cual la doncella acercando su cabeza a la entrepierna de la bufona comienza a lamer y acariciar su vagina, consiguiendo en poco tiempo que ésta gima de placer - Prueba ahora el cuatro, veamos si he acertado con la medida – se reía viendo a la doncella abrir los labios de su víctima e introducir poco a poco el falo de madera en el interior de la bufona provocando mas gemidos y jadeos - Suficiente Lucy, recuerda que se trata de un castigo, inmovilízala ahora
Ante la sorprendida mirada de la aprendiza secretaria real y la desconfiada de la excitada bufona, la doncella de la Baronesa, levantó una de las piezas decorativas de la mesa que ocupaba las esquinas y ajustó el falo en ella, comprobando que este quedaba bien anclado, ayudó a la bufona a empalarse hasta que su dolorido trasero contactó con la mesa.
Bufona, coloca tus manos tras tu cabeza y procura mantener tus codos bien abiertos, ahora mi Lady, proceded a azotar sus pechos, no se retirará de su postura – afirmaba la sádica mujer
Pero que ingenio mas perverso, la verdad Baronesa, lamento profundamente no haber cosechado vuestra amistad antes – se colocaba en posición la secretaria y antes de comenzar con un cariñoso gesto, acaricia la llorosa cara de su mascota levantando su rostro hasta que se cruzan sus miradas – Hermosa marrana, ¿serás capaz esta vez de mantener tu postura y el silencio impuesto para agradarme?
Lo intentaré de veras, mi señora – contesta sumisa la Marquesa apreciando el gesto amoroso de su dueña, perdido totalmente su orgullo y subyugada por esta extraña mujer – me gustaría agradaros – afirmaba sinceramente
Con el sonido de esas palabras deleitando sus oídos, Lady Edit, levantó su mano y sin aplicar al azote la fuerza que le habría gustado realmente, marcó la parte superior de sus tetas que rápidamente mostró los efectos surgiendo una hermosa marca rojiza perfectamente horizontal, otra igual asomó en su parte inferior tras el nuevo azote y con precisión milimétrica aplicó el último en el centro mismo de sus tetas, macerando sus pezones dejándolos doloridos y señalados para varios días, su mascota lloraba desconsolada pero salvo eso había conseguido agradarla en extremo.
¡Ah marrana, me ha gustado tanto azotarte, Me has hecho tan feliz! – le decía su dueña sujetando su barbilla y volviendo a elevar su rostro, besaba dulcemente sus mejillas mojadas por sus recientes lágrimas – He recibido el regalo de tu dolor ¿me darás ahora tu placer? – le susurraba sin parar de besar y acariciar su rostro - ¿Me deleitarás subiendo y bajando tu cuerpo sobre el número cuatro? – preguntó alzando la voz - ¿Me regalarás tu éxtasis? - retiró su mano ya que su obnubilada mascota comenzó a subir y bajar su cuerpo como le había pedido – Así hermosura , abre tus piernas para poder subir y bajar mejor – se retiraba para poder admirar su obra, colocándose junto a la Baronesa que escoltada por su doncella no podían creer el grado de sumisión que había alcanzado la marrana con un simple par de caricias y las sentidas palabras de afecto por parte de su señora – Salta para mi, marrana – ordenaba acompañando su orden con palmadas – Acompaña nuestras palmas con tus jadeos – Regálame tu placer, entrégate a mí – ordenaba por encima del sonido de las palmas de las tres mujeres y de los desbocados jadeos de su mascota.
La imagen de la bufona marrana real totalmente entregada, saltando sobre la mesa que la ensartaba con la polla que le habían puesto, con sus piernas exageradamente abiertas, su diminuta cintura remarcada por la prenda restrictiva ensalzando sus portentosas tetas marcadas por los azotes que danzaban con los saltos de su cuerpo acompasados de las palmas de sus castigadoras, maltratando su azotado culo contra la mesa, hasta alcanzar el orgasmo, acompañaría a las tres mujeres durante días.
La recién nominada bufona marrana real, despertó en unas habitaciones desconocidas para ella, todo estaba oscuro y por un momento no sabía donde se encontraba, pero el latente dolor de su culo la trajo de golpe a la realidad, las humillaciones y la sodomización sufridas por capricho de la Reina regresaron a su mente para atormentarla. Estaba medio desnuda, tumbada en el suelo sobre una alfombra muy suave y mullida donde intentó incorporarse, pero su dolorido cuerpo y algo sujeto a su pié derecho se lo impedían, sus pechos volvían a estar cargados de nuevo y era otra molestia acumulable a su funesto estado.
Como sois caballeros – oyó que decía una mujer al otro lado de la puerta - ¿No han quedado satisfechos vuestros apetitos?
Vamos, Lady Edit, sabéis que sois la mejor en esos menesteres, no os hagáis de rogar, permitidnos verla – rogaba una voz masculina tras la puerta
Si, ciertamente la mejor, por mi parte tardaré un tiempo en recuperarme de vuestro ardor mi Lady, pero la curiosidad es muy poderosa ¿Es tan hermosa como dicen? – preguntaba otra voz
Más aún, mis adorables amantes – decía Lady Edit justo antes de abrir la puerta – os dejaré echar una miradita, pero enseguida deberéis retiraos
La puerta se abría y la luz que entraba en sus aposentos mostraba a su nueva mascota, la bellísima marrana real estaba despierta, asustada, mortificada en ropa interior, acurrucada como un animalillo a los pies de su cama donde los guardias la habían dejado encadenada. Su hermosa melena caía en desorden por su espalda y algunos mechones cubrían sus adorables tesoros que la bufona intentaba cubrir con sus brazos, deshonrada al ser presentada en tales circunstancias, bajó su cabeza ante sus visitantes.
No, no, no, marrana mía, no debes ocultar tu hermoso rostro – decía la secretaría entrando en sus aposentos, seguida de sus ocasionales amantes y acercándose a ella, levantando su cara - ¿no es realmente hermosa mi nueva mascota? – disfrutaba con su vergüenza
Sin lugar a dudas mi Lady – admiraba a la mujer arrodillada ante ellos – no han exagerado con sus alabanzas
De no haber disfrutado tanto con vuestros encantos saciando mis ansias, esta hembra bien podría enardecerlas – admitía el otro
Muéstrate ante ellos, marrana – ordenaba ayudándola a incorporarse para que la examinaran sin reservas – que admiren las razones de la inquina de la pequeña tetona y que vuestra imagen colme sus sueños – comentaba separando su pelo con delicadeza y sujetando sutil pero firmemente sus brazos detrás de su espalda para que, sus ya de por sí enormes tetas, se mostraran – Es hora de que os retiréis caballeros, despedíos de mis amantes bufona – sugería la secretaría que apreciando lo mojado de las ropas de su mascota quería quedarse a solas con ella para disfrutarla, mientras esta reverenciaba tímida a sus visitas
Adorable imagen desde luego – se despedía uno de ellos viendo a la hermosa marrana realizando una elegante reverencia – tendremos hermosos sueños
Toda la corte admirará a vuestra mascota, Lady Edit – se despedía el otro – realmente un ejemplar exquisito, veremos si sus chanzas están a la altura de su belleza
Estoy segura de ello, caballeros – los despedía esta acariciando con su mano libre la larga melena de su mascota produciéndole extraños escalofríos – nada complacerá mas a nuestra Reina que su nueva bufona dedicándole sus mas frívolas, refinadas, sutiles e ingeniosas chanzas
La pobre marrana, permanecía de pie, ultrajada por la mirada y actitud de esos dos nobles, que comentaban de su cuerpo y su status al retirarse de la estancia, como si ella no estuviera presente o fuese un mero objeto decorativo, al que se electrizaba la piel con las leves y amorosas caricias en su cabello.
Pensé que nunca me libraría de ellos – comentaba la secretaria real soltando su presa y acomodándose ante su tocador, viendo aparecer a su leal y mayor doncella – suelta la cadena de mi mascota Carlota querida, esta noche no precisaré otro servicio por tu parte
Como ordenéis, Lady Edit, que tengáis dulces sueños – se acercaba la doncella a la mujer postrada para desprender la cadena que tenía unida a un grillete en su tobillo
Lo mismo te deseo – recordando de pronto y avisando a su doncella – Carlota, asegúrate de que mi nueva mascota reciba mañana un baño, debe comenzar su entrenamiento con la Baronesa de Beth y su cuerpo ha de aparecer inmaculado
Se hará como ordenáis, mi Lady, me encargaré personalmente de que esté presentable – se retiraba la criada
Y bien marrana, ¿no tenéis nada que decir? – preguntaba a su mascota mirándola a través del espejo mientas comenzaba a desprenderse de sus joyas
Disculpad, señora, pero no se que esperáis de mi – se humillaba ante la que parecía ser propietaria de su suerte
En primer lugar, no me llames señora si no antepones un "mi" delante, recuerda que tu ventura depende del agrado que puedas causarme – le sonreía con gesto de verdadero aprecio a pesar de la crueldad que mostraban sus palabras – acércate preciosa marrana, ayúdame con mis ropas ya que he prescindido de mi doncella para poder deleitarme con tus atenciones
¿Se me permite hablaros mi señora?
Por supuesto, dí
¿Con total libertad y sin temor a futuras represalias?
¡Ah! Habla ya criatura, exprésame tus inquietudes y no temas por tu integridad… de momento – advertía poniéndose de pie para facilitar la tarea de desvestirla
Como sabéis, soy totalmente ajena a las costumbres de esta corte, mi cuna, educación y talentos no se han tenido en cuenta y se me ha despojado de mis posesiones, derechos y privilegios – decía ayudando a su nueva señora a despojarse de sus ropas – No se que mal hay en mi para haber perdido todo lo que una vez tuve, en mi tierra era respetada por mis semejantes, pero ahora por capricho de su majestad…
Marrana… - advertía con reproche la secretaría real por la referencia inapropiada a su Reina y mostraba su desnudez ante su mascota sin ningún tipo de reparo y admiraba su cuerpo en el gran espejo de su tocador
Por voluntad de la Reina me encuentro en una posición delicada y no se como salir de ella – explicaba cubriendo el hermoso cuerpo de la secretaria real con un delicado camisón - necesito de vuestra ayuda para poder mejorar en mi nueva vida – observando la imagen de ambas en el espejo y colocando los tirantes de la prenda, acomodando sus grandes tetas dentro de la misma, admirada y atraída por ellas – nada me queda en este mundo y poco tengo que ofrecer
¡Oh, pobrecilla marrana real!, en contra de tus pensamientos, es mucho lo que posees – le decía cambiando sus posiciones ante el espejo, colocándose tras ella y volviendo a separar su oscura melena, bajando lentamente los tirantes de la empapada prenda que la cubría – tienes unos atributos con los que poder hacer las delicias de su majestad – sopesaba sus pechos y desnudaba del todo su cuerpo que contrastaba contra el suyo cubierto con su camisón – estas enormes tetas lactantes acapararan la atención de la corte con su mera presencia, pero sin duda, de tan saturadas deben molestarte – apreciaba lo cargados que estaban
Si mi señora, las atenciones prestadas por mi hija…
La pequeña tetona - corregía Lady Edit
La pequeña tetona con sus manejos al rellenar las copas para vuestro disfrute y el de la Reina, ha activado la producción de mis pechos y se muestran henchidos
Tendremos que remediarlo antes de poder continuar con nuestra conversación – volvía a sentarse ante su tocador de perfil al espejo – ofrécemelos para que pueda aliviarlos de su carga
Pero…
¡Ah marrana! ¿Te resulta tan difícil obedecer una simple orden? Recuerda que ya te has ganado un par de castigos con tu rebeldía que aún no te han sido administrados, no agraves tu situación
Temerosa de contrariarla de nuevo, ofreció sus rebosantes y doloridos pechos, sujetándolos con ambas manos acercó sus pezones a la boca anhelante de la secretaria real que comenzó a chupar afanosa y dulcemente. Se estremecía con sus labios y su lengua, los movimientos de esa boca sobre sus pechos, sentir fluir el néctar que alimentaba a su señora y poder admirarla en el gran espejo aplicándose a mamarla con fruición hacían temblar sus piernas. Lady Edit hábilmente empleaba su boca e incluso sus dientes a la tarea, con sus manos apretaba esas tetas para vaciarlas, escuchando como la respiración de su mascota se entrecortaba y cambiaba de ritmo, emitiendo pequeños gemidos si succionaba mas fuerte y dulces jadeos cuando le mordía dulcemente.
Lady Edit alternaba sus labores de succión entre ambos pechos y restregaba sus labios y lengua de uno a otro en cada cambio, apretujaba mas fuerte consiguiendo elevar sus gemidos y estiraba sus pechos tirando de sus pezones con sus labios y dientes llevando su cabeza hacia atrás para escuchar sus jadeos. Admiraba el reflejo de la marrana real que parecía disfrutar de su agasajo.
Finalizada la tarea de aliviar del peso que cargaba las tetas de su mascota, la secretaria real se giró de nuevo ante su espejo y tomando un enorme cepillo de plata comenzó a cepillar su pelo con largas y lentas pasadas sin apartar la mirada de la hermosa mujer que tras ella, temblorosa y con sus ojos cerrados intentaba controlar su respiración y su libido.
Continuemos con nuestra charla – decía complacida con lo que le había costado recuperarse de sus atenciones, curioso, había conseguido con su boca lo que no habían logrado siete pollas en su culo, mas adelante habría que modificar ese hecho, tendría que aprender a disfrutar de todos los placeres, por bizarros que fueran, se lo comentaría a la Baronesa para que se encargase de ello – Entretanto, dame treinta pasadas con el cepillo, que luego te las daré yo a ti
Si mi señora – aparentaba recuperar la cordura, nunca pensó que una boca femenina pudiera hacerle sentir placer, seguía lamentando su estado de total desnudez pero la mirada de admiración de la secretaría conseguía calentar su alma - ¿me ayudaréis entonces a salir de esta situación en la que me encuentro sin merecerlo?
Antes de nada, debes entender que esta situación en la que te encuentras y de la que como dices, quieres salir, es tu realidad ahora – observaba como se aplicaba a la tarea de cepillarle el cabello con devoción – no hay manera humana de que salgas de ella, puede ser mejor, peor o desastrosa, solamente de ti y de tu entrega depende ese hecho. Acostúmbrate, eres la nueva bufona marrana real y me perteneces.
Pero…
¡Que poco me gusta esa costumbre tuya de poner peros a todo marrana! – volvía a reprenderla quitándole el cepillo de sus manos y con un rápido gesto, se giraba y tirando de su brazo, la tumbaba sobre sus rodillas y comenzaba a azotarla con el reverso repujado de su enorme cepillo de plata – Nunca, jamás, podrás librarte de tu nueva posición – remarcaba cada palabra con un azote de su cepillo en el hermoso culo de su mascota – adáptate a la cruda realidad, eres la nueva bufona real y tu vida misma depende ahora de mi voluntad ¿lo has entendido al fin? – preguntaba levantándose de golpe y tirando a la hermosa marrana a sus pies
Si mi señora – gimoteaba llevando sus manos a sus nalgas, arrodillándose ante la dueña de su vida y denigrada lloraba a sus pies – perdonadme, por favor
Lo pensaré – asentía dirigiéndose a su cómodo lecho – sujeta tu grillete a la cadena y acomódate sobre mi alfombra para pasar la noche, no quiero oírte hasta mañana tendré que comentar con la Barones tus malas costumbres - sentenciaba
La llorosa Marquesa aprisionaba su grillete a la cadena y se acomodaba sobre la alfombra, no se habría imaginado ni en un siglo que su primera noche en la corte la pasaría desnuda, con su culo dolorido de azotes y sodomizaciones, durmiendo en el suelo y encadenada a la cama de una mujer que se decía su dueña. Si esta era la primera noche, no quería ni imaginar lo que podría acontecerle en los siguientes días con su entrenamiento con la odiosa Baronesa que todos parecían temer y aborrecer.
La principal razón de que Lady Edit resultase tan valiosa e imprescindible en la corte era que controlaba todos y cada uno de los asuntos reales, por nimios que fueran, tenía un prodigioso cerebro que utilizaba en beneficio del reino y suyo propio, continuamente estaba dando vueltas a nuevos planes y estrategias, su mente nunca descansaba, nunca, ni siquiera cuando dormía lo hacía. No precisaba dedicar al descanso o al sueño mas que cinco horas escasas por noche, lo que le dejaba mucho tiempo para planificar y organizar las cuestiones reales. Otra de las razones es que era insaciable, en todo, el sexo, el conocimiento, el poder, nunca parecía tener bastante de nada, por todo ello, a las pocas horas de haberse acostado ya estaba en el despacho de sus aposentos solucionando dilemas cortesanos, cuando escuchó ruidos provenientes de su dormitorio, dirigiéndose allí, abriendo la puerta y apoyándose en la jamba vio a su preciosa mascota que con sus manos apretaba su adorable coñito.
¿Qué sucede marrana? – preguntó a la beldad encadenada a los pies de su cama que apretaba sus manos y roja de vergüenza miraba en todas direcciones
Necesito aliviarme mi señora – solicitaba abochornada
¿Aliviarte? Bien, pues hazlo – se reía de su mascota, había entendido perfectamente el alivio que necesitaba, a pesar de que sus manos ocupaban la entrada de su vagina, no era ese el tipo de alivio que reclamaba – desconocía tu necesidad de público para aliviar la calentura, pero me gusta
No, no es eso mi señora – negaba horrorizada de que con su actitud hubiese dado a entender semejantes necesidades – necesito hacer aguas menores
Ja, ja, ja ¿aguas menores? – se divertía y mucho con la turbación de su mascota – lo que necesitáis, bufona, es mear, eso es lo que hacen las marranas, ahí tienes un orinal ¿no lo alcanzas? – señalaba una primorosa pieza de loza que descansaba al lado de su tocador, fuera del alcance de su mascota
No mi señora, no logro alcanzarlo
¿Seguro que lo has intentado o solo quieres que yo te atienda? - se burlaba entrando en su dormitorio para no perder detalle del espectáculo – Demuéstrame que no lo alcanzas
Eso hizo su bella mascota, con denodados esfuerzos se revolcaba por el suelo, estirando su hermoso cuerpo en sus inútiles intentos, tirando de la cadena que sujeta a la cama aprisionaba su tobillo y limitaba sus movimientos.
De acuerdo, veo que realmente no lo alcanzas – decía Lady Edit, empujando la pieza de loza con su pie, acercándola un poco, pero no lo suficiente – Prueba ahora
Y otra vez se estiraba la bella mujer con renovados bríos y mayor vergüenza ya que sus ganas convertían sus movimientos en temblorosos intentos
Nada mi señora, no lo consigo, por favor ayudadme o me temo que estropearé vuestra bonita alfombra – se humillaba la Marquesa
Ni se te ocurra o te ganarás otro castigo – le decía volviendo a empujar con su pie la pieza, solo un poco – o lo consigues ahora o tendrás que buscar otra solución
Desesperada se estiró y estiró hasta alcanzar el orinal y a pesar de que en ese momento se abría la puerta del servicio y entraba la vieja doncella, sin pensárselo dos veces, lo acomodó entre sus piernas y vació su interior ¡suspiraba de alivio!, por un momento llegó a pensar que esa pérfida mujer la obligaría a orinarse sobre el suelo, viendo horrorizada como la criada se acercaba a su señora y ¿Qué hacían ahora, porqué no hablaban o hacían algo? ¡la estaban contemplando con expresión complacida una y divertida otra¡ Que descaro, que poca vergüenza, que desfachatez
¿Has terminado? – preguntaba satisfecha – porqué si es así tendrás que sacudirte un poco, no querrás ensuciar mi alfombra después de todo
Pero…
Otra vez esos peros tuyos, bonita manera de comenzar el día ganándote otro castigo, apuntalo en tu cuenta, no quiero volver a oír que esa palabra sale de tus labios ¿entendido? – amonestaba viéndola asentir y sacudir su cuerpo, apreciando los balanceos de sus tetas que en breve volverían a colmarse - Carlota querida ¿serías tan amable de adecentar a mi nueva mascota durante mi ausencia? Voy a entrevistarme con su majestad y volveré a buscarla para llevarla con la Baronesa para comenzar su entrenamiento – preguntaba a su leal doncella
Así se hará mi Lady ¿habéis dispuesto ropas para ella? – preguntaba servil la doncella, adoraba a esta mujer
No querida, nada de ropas de momento, solo podrá lucir prendas interiores – se acercaba a su propio armario y retiraba un par de cosas de su interior – con esto bastará de momento, el corsé ajústalo como si fuera a ponerse mi vestido de seda limón y cuidado con esos pechos, espero que estén a rebosar a mi regreso – salía de sus aposentos
Como ordenéis mi Lady – reverenciaba a su señora, se consideraba afortunada desde que la secretaria real la escogiera como doncella personal, entre otras mas jóvenes y posiblemente mas versadas en temas de modas y estética, había conseguido con eso encumbrarla entre el resto del servicio y a pesar de sus extrañas costumbres insomnes y sus extremos apetitos sexuales, no tenía absolutamente nada que reprocharle – volveré enseguida con tu baño bufona y entonces, hablaremos
La pobre Marquesa se quedó acurrucada en la mullida alfombra temblando, ¿de miedo? ¿de vergüenza? El caso es que no sabía ni siquiera que pensar, su mente apenas podía registrar los últimos acontecimientos ni definir sus sentimientos, estaba totalmente humillada, ultrajada sin remisión y a merced de una mujer que no mostraba aprecio por ella mas allá de sus pechos y la diversión que pudiera producirle.
Poned la bañera en aquel rincón – ordenaba la doncella
¿Así está a vuestro gusto? – preguntaban los lacayos sin siquiera dirigir una mirada a la mujer desnuda y acurrucada a los pies de la cama que intentaba por todos los medios parecer mas pequeña e invisible
Perfecto, traed el agua – veía pasar a mas lacayos, una y otra vez con cubos de agua humeante, hasta conseguir llenar la bañera - Muchas gracias muchachos – asentía la doncella – podéis retiraros. Tú, al agua – señalaba a la nueva mascota de su señora
No puedo – negaba la cautiva
¿No puedes o no quieres? ¿No será que te gusta tener sobre tu cuerpo los restos de la sodomización, como recuerdo de la noche pasada con tus numerosos amantes? – se burlaba la vieja doncella acercándose a ella, sabía que no podía moverse, la cadena que la sujetaba era muy corta
¿Cómo sabes tu…?
¿Te he dado yo permiso para otorgarme ese trato? – abroncaba la vieja doncella llena de espanto - Toda la corte está al tanto de tus actividades de la víspera, la pequeña tetona solo lamenta que su número favorito no sea el cincuenta, ja ja ja. No debes tutearme ¿crees acaso que estás por encima de mí?
No señora, perdonad, perro es que no puedo moverme, ¿acaso no recordáis que estoy encadenada a la cama? – se levantaba mostrando su cuerpo desnudo y tirando de su tobillo encadenado como muestra y pensando en la traición de su hija
Esta bien, te soltaré, pero como se te ocurra hacer alguna estupidez, piénsalo antes, hay guardias apostados en la puerta que no dudarán en entrar a una orden mía o si escuchan algo sospechoso – amenazaba
¿Como podéis pensar de mí que soy una amenaza? – preguntaba entrando voluntariamente en la bañera – nada me complace más que poder borrar de mi cuerpo el rastro de mi vergonzoso castigo, ojala fuera igual de sencillo eliminarlo de mi mente – explicaba justo antes de sumergirse del todo en la bañera
Pues este baño no es para complacerte marrana real, desde el mismo instante en que entraste en estas habitaciones el único placer que obtengas derivará del que puedas producirle a Lady Edit – sermoneaba frotando unos hilos de esparto en una perfumada pastilla de jabón – te restregaré tanto y tan fuerte que tu piel resplandecerá, levántate, gírate y sujeta tu pelo
Una vez enjabonado todo el cuerpo de su víctima, comenzó a raspar su piel con una paleta rugosa para eliminar todo rastro que pudiera quedar, refregando estuvo la vieja criada largo rato, volvió a repetir la operación dos veces antes de dar por finalizada la limpieza, ahora toda la piel de la cautiva se veía sonrosada y ligeramente perfumada, cuando le tocó el turno a su cabello. Ordenándole agacharse, la sujeto del pelo y la sumergió manteniéndola bajo el agua mientras se retorcía y pateaba, salpicando todo el suelo. Sacaba su cabeza del agua y volvía a sumergirla sin apenas darle tiempo de tomar aire, restregándole los hilos, llenó su cabeza de espuma y repitió el procedimiento. Llamó a un par de lacayos para que vertieran agua limpia sobre ella puesta en pié, molesta con el tratamiento y sorprendida con lo fría que estaba el agua, con la que la aclaraban, soltó un grito que provocó que dos guardias apostados a la puerta entraran para mayor vergüenza.
No os preocupéis muchachos, solo es la bufona que agradece su lavado – tranquilizaba a los soldados que, al contrario que los lacayos, disfrutaban de la imagen de la hermosa marrana real, mojada y temblorosa – Podéis volver a vuestros puestos – despedía a los guardias y una vez a solas retomó su tarea – sal de la tina, tonta criatura, ¿o es que quieres enfermar de pulmonía?
Envolviéndola en una cálida toalla procedió a secar todo su cuerpo, dedicando especial atención a sus pechos que colmados de leche como estaban, si los friccionaba con un poco mas de presión podría hacerla brotar y eso no sería del agrado de Lady Edit. Una vez conseguido la llevó desnuda al tocador de su señora para encargarse de su pelo. Largas pasadas con el cepillo que la víspera visitó su culo, friegas con la toalla para retirar la humedad y vuelta con las pasadas del cepillo. A la Marquesa ese tratamiento la relajaba, casi se podría decir que lo disfrutaba, la vieja no le pegaba tirones y silenciosa, remataba su labor con un pequeño, pero elaborado rodete sobre su cabeza, dejando el resto de su melena cayendo hasta su cintura.
Ponte de pie que voy a vestirte – ordenaba tomando las prendas seleccionadas por su señora – a la vista de estas prendas poco mas haré que cubrirte, demasiado buenas son, dada la posición que ocupas en la corte
Para asombro de la Marquesa le colocó una preciosa aunque escotada camisola de un verde esmeralda y unos pololos a juego que ató hábilmente a su cintura colocando la tela púdicamente para que la abertura frontal no mostrara su cuerpo, pudo ver en el reflejo del espejo que las prendas resaltaban sus facciones y contrastaban con su larga melena morena. Retiró su pelo y sujeto la parte delantera del corsé que le colocaba y aguantó la respiración para facilitar las maniobras de la doncella al abrocharlo.
Toma todo el aire que puedas – advirtió – con lo apretado que ha ordenado Lady Edit que lo lleves, no creo que puedas respirar fácilmente en todo el día
Comenzó a tirar de los cordones que ceñían su cintura, sus monumentales tetas desbordaban la camisola y poco a poco su respiración se torno dificultosa
Mas te vale sujetarte al tocador, aún me faltan dos medidas para alcanzar los deseos de mi Lady – rezongaba la doncella apretando los cordones, no sin esfuerzo – solo un poco mas, aguanta bufona, que ya casi lo tengo
Veo que has conseguido la medida Carlota – comentó Lady Edit entrando en sus aposentos con una amplia sonrisa al ver a su mascota tan apretada, con su diminuta cintura y esas tetas y ese culo rebosante, había acertado de lleno seleccionando las prendas de intenso verde, al ser tan morena su mascota lucía el contraste como ninguna rubia de las que poblaban la corte podría lucir – Trae también las enaguas, Carlota – ordenaba a su doncella mientras se acercaba a su mascota y colocándose detrás de ella admiraba su reflejo en el amplio espejo - Hermosa, hermosa marrana – le decía pasando sus manos por su cuello, lentamente, colocando su melena a su espalda y acariciando la base de sus pechos – Prefiero que luzcas tus encantos, me gusta saber que están disponibles para mí en todo momento – decía abriendo la apertura de sus pololos, juntando la tela a los laterales de su cadera de manera que su pubis y su culo quedaban totalmente desprotegidos - ¿No crees que así luce mas hermosa Carlota?
Por supuesto mi Lady – contestaba la doncella admirando la imagen y presentándole las enaguas a su señora – está espléndida vuestra mascota con esas prendas, no pensé que pudiera tolerar el corsé, ha resultado ser muy maleable
Mas le vale, ya que poco a poco conseguiré juntar mis manos alrededor de ella – decía sujetándola por la cintura y moviendo sus dedos mostraba la distancia que faltaba para cumplir sus propósitos – Esto será lo que harás Carlota, cada día apretarás el corsé, poco a poco, pero mas y mas hasta que consiga abarcarla – anunciaba retirándose un poco para que su doncella pudiera colocarle las enaguas – Tendrás que acostumbrarte a vivir con él marrana mía, de hoy en adelante no se te retirará esta prenda mas que para permitirte lavarte, hasta ver cumplidos mis deseos y entonces, ya veremos
Si señora – consiguió contestar su preciosa mascota que apenas podía tomar aire para respirar, cuanto menos para hablar
Una vez colocadas las enaguas, que al menos ocultaban la abertura forzada de sus prendas y no podría adivinarse que llevaba su culo y su vagina desnuda, su señora se sentó a su tocador y repitió como la víspera
Ofréceme tus pechos para que pueda aliviarlos de su deliciosa carga – ordenó con un leve tono de reproche a la espera de uno de esos "pero" de su mascota
Disfrutad de ellos, mi señora – le dijo su mascota retirando la camisola para que nada se interpusiera entre su ávida boca y su objetivo
Y Lady Edit, disfrutó incluso mas que el día anterior, se estaba acostumbrado al delicioso sabor de su mascota y el alimento que le proporcionaba era mejor que cualquier otro manjar que pudiese degustar.
Había tomado todo lo que su mascota podía darle de momento, pero siguió lamiendo, succionando y chupando, le gustaban los leves jadeos que emitía su garganta, poco a poco comenzó a acariciar los muslos de su mascota, que no solo no rechazaba sus caricias, si no que inconscientemente empujaba sus caderas hacía ella, subía lentamente sus manos por sus piernas retirando la enagua hasta alcanzar su objetivo, la húmeda y calida vagina de su juguete. Sin dejar de aplicar su boca a esas maravillosas tetas, introducía sus dedos entre sus labios vaginales, distribuyendo su humedad y abriéndola para alcanzar su centro mas sensible y con diestros movimientos lo exaltaba, los jadeos de la marrana ya no tenían nada de discretos, las palpitaciones que sintió la secretaria en sus dedos, eran claros indicativos de que estaba a punto de alcanzar su orgasmo, justo antes de que alcanzara el éxtasis cerró fuertemente sus dientes sobre uno de sus pezones y retiró su mano, escuchando el grito que sustituyó a los sensuales jadeos.
Hora de irnos marrana – le decía satisfecha llevando su mano mojada de sus fluidos a sus labios y los frotaba allí, obligándola a abrirlos – disfruta de tu dulce sabor. Eso será todo de momento, Carlota. La Reina parte rumbo al norte para celebrar los esponsales de la pequeña tetona con el hijo del Rey aliado y yo pasaré el día con la Barones de Beth, comeré en sus aposentos, sin embargo, regresaré para cenar en la intimidad de mi habitación – se retiraba seguida de la bufona que volviendo a colocar su camisola frotaba la teta agraviada
Comprendo Lady Edit, os esperaré para la cena, si no precisáis nada antes – se retiraba la leal doncella cautivada con la sensualidad de la marrana, esas enormes tetas gustaban a su señora y sería su nueva misión cuidarlas para ella
Caminaban por pasillos interminables, cruzando salones y patios y el palacio parecía vacío, armándose de valor, la pobre Marquesa rompió su silencio
Disculpad mi señora – dijo con tono cohibido
¿Si marrana? – preguntaba
¿Se ha retirado toda la corte?
Así es
¿Todos han viajado para los esponsales?
La Reina siempre viaja acompañada de su séquito y aunque una boda siempre alienta los ánimos de todos, en este caso no es motivo de alegría
Pero si es la boda de mi hija… Ahh – exclamó por la fuerte bofetada que le dio la secretaria real parándose en medio de un pasillo
La Reina va a casar a su pequeña tetona, no es algo que le agrade y tu nada tienes que decir al respecto, como vuelva a escuchar otro pero salir de tu boca ordenaré a la modista real que te la cosa, sería una auténtica lástima estropear esa hermosa boca, pero juro que lo haré si vuelves a contrariarme
Lo siento mi señora, no volverá a suceder – prometía bajando su cabeza, y frotando sus manos con verdadero arrepentimiento
Deberías alegrarte – acariciaba su barbilla levantando su rostro - eso te dará, al menos un mes, para entrenarte y adaptarte a tu nueva vida y posición
Reemprendieron la marcha y poco después llegaron ante una enorme puerta que uno de los guardias apostados al lado, abrió para ellas
Buenos días, querida Baronesa – saludó a la desagradable mujer que desde ese momento se convertiría en su aliada – lamento que os perdáis los esponsales
Buenos días Lady Edit, no os preocupéis por eso, la tarea encomendada por su majestad mantiene mi mente tan ocupada que apenas pienso en nada mas, ya disfrutaré con el próximo enlace de mi hijo – se relamía viendo a la hermosa criatura que tendría que educar, cubierta de hermosas prendas verdes, mientras reverenciaba a la secretaria real, dueña de su presa y coparticipe en su entrenamiento – he pedido que nos sirvan un ligero refrigerio, mientras lo esperamos podríais comentarme con que queréis comenzar
Espero que no os resulte extraño, Baronesa, pero me gustaría que comenzarais azotando ligeramente a la marrana – miraba con expresión de enfado a su mascota que sin llegar a interrumpirla había emitido un fuerte jadeo – le debo un par de correctivos y me gustaría apreciar vuestra técnica, cuanto antes empecemos, antes terminaremos
Por supuesto Lady Edit, ¿tenéis alguna preferencia? – contenta la Baronesa que podría empezar con una de sus actividades favoritas – si me lo permitís sugeriría azotar su trasero con una de estas maravillosas varas de abedul, a no ser que el correctivo tenga que ser estricto, en cuyo caso recomendaría esas varas de bambú
No tengo vuestra experiencia en estos menesteres, por lo que propongo que comencéis con dos azotes con cada una de las varas y a la vista de sus efectos decidiré como ha de continuar el castigo
Me parece muy acertada lustra decisión, otra pregunta si no os importa, ¿hemos de atarla y amordazarla o conseguirá mantener su postura?
Supongo que por un par de azotes no será necesario nada de eso – se dirigía a su mascota que no había parado de preocuparse desde que entraron en esa extraña sala – ¿serás capaz de recibir los dos azotes con cada vara sin modificar la postura indicada y sin emitir sonido alguno, para agradarme?
Lo intentaré mi señora – respondió sumisa ya que por alguna extraña razón necesitaba complacerla, quizá por temor a que la dejara a solas con esa horrible mujer
Proceded pues Baronesa – ordenaba acomodándose en una silla para deleitarse con su mascota y su dócil entrega
Colocaos…
Disculpad la interrupción Baronesa pero recordad que ha perdido todos sus derechos y privilegios, no tenéis que tratarla con deferencia ni respeto – señalaba Lady Edit – no se ha ganado nada de eso
Tenéis toda la razón mi Lady, por un momento su belleza me ha hecho olvidar la posición que ocupa en la corte – girándose a la, ahora asustada bufona, ordena – colócate de rodillas en la mesita y apóyate en las manos, veremos saltar tus enormes tetas bufona, levanta tus enaguas y prepárate para recibir los azotes, comenzaré con la vara de abedul y seguirá la de bambú, recuerda que no debes moverte y no queremos oírte mientras dure la muestra
Dicho esto, la Marquesa se acomodó en la baja mesa, era una buena mesa, de madera taraceada con diferentes formas y colores, levantó sus enaguas para mostrar a sus castigadoras su culo desnudo, y esperó su castigo, el primer azote fue tremendo, no lo imaginaba así y al escuchar el silbido de la vara no tuvo ni tiempo a prepararse, pero el segundo, como ya lo aguardaba no le pareció tan terrible. La secretaria real se acercó a su mascota y pasó sus dedos suavemente por la marca roja y ligeramente inflamada que habían dejado los golpes
Ha conseguido un buen resultado con esta vara, Baronesa – admitía comprobando que con la caricia, la marrana, se estremecía – ¿Ha dicho que era de abedul?
Efectivamente Lady Edit, el abedul resulta muy apropiado para castigos leves , claro que siempre puede utilizarse mas fuerza en cada azote – cambiaba ahora de vara – sin embargo el bambú, no necesita de gran esfuerzo en su aplicación y las marcas son muy hermosas, observad
Terminada la palabra ya había levantado la vara y sin previo aviso cruzó las nalgas de la cautiva que de la sorpresa y el dolor emitió un fuerte jadeo y revolvió su cuerpo consiguiendo con ello que sus enaguas cayeran tapándola, a pesar de haber modificado su postura mínimamente. En ese momento entró la doncella trayendo el refrigerio que habían ordenado.
Lástima, te estabas portando muy bien – comentó la Barones satisfecha con la mala suerte de su cautiva, que lloraba silenciosa y que había redoblado su castigo sin saberlo – Deja la bandeja sobre la mesa y aguarda un momento – indicaba a la doncella que tras obedecer la orden se retiraba a un rincón de la habitación para contemplar el castigo – No se que opináis vos Lady Edit, pero cuando imparto disciplina y sucede algo semejante, se comienza la cuenta de los azotes desde el principio
Si es así como ha de hacerse ¿Cómo negarme? – asentía gustosa la secretaria – Marrana vuelve a colocar tus enaguas y mejor que te esmeres para que no vuelva a suceder
Si mi señora – balbuceaba llorosa la maltratada levantando sus enaguas de nuevo y asegurándose de que la postura era idéntica a la que le habían ordenado
Volvieron a caer los dos azotes, la Baronesa, ante la complacencia de su aliada no se extralimitó con la fuerza de los golpes, habría tiempo para eso, la marca de la vara de bambú era extremadamente escandalosa por lo colorada e inflamada que dejaba la piel, manteniéndose así durante días.
Bonitas marcas – apreciaba la secretaria real acercándose y volviendo a pasar sus dedos suavemente sobre los verdugones que había dejado la nueva vara – sin lugar a dudas el bambú será mi elección en esta ocasión
Una elección muy apropiada, mi Lady ¿Leche y azúcar en vuestro té? – preguntaba solícita haciendo una seña a su doncella para que las atendiera e ignorando a la castigada que se estremecía en sus sollozos
No gracias, de leche voy servida – comentaba para vergüenza de su mascota y sin poder apartar la vista de su culo que temblaba a su contacto erizando su piel – solo azúcar
Se sentaron a disfrutar de su té y continuar con sus conversaciones sobre lo que habrían de conseguir de la bufona marrana real en aquellos días antes del regreso del séquito real, habría que diseñar sus nuevas ropas, mas adelante le enseñarían trucos propios de su rango, tenían tiempo para ello, pero lo primero sería conseguir que los andares de la bufona resultasen cómicos, mientras ésta, a cuatro patas aún sobre la mesa, con sus doloridas posaderas al aire, no alcanzaba a tomar aire por lo apretado de su corsé, escuchaba espantada sus comentarios, ultrajada al tener que mostrarse así ante ellas, el servicio y sin poder aliviar el dolor palpitante de los azotes.
Delicioso té Baronesa, no creo haber probado antes esta mezcla – admitía asombrada la secretaria
Celebro que os guste mi lady, me la envía un viejo amigo mío desde la India – viendo otro modo de agradar a la secretaria – Os proveeré de él cuando reciba el próximo envío, ¿os parece que continuemos con el castigo? – hace una indicación con su taza hacía la marrana
Adelante, Baronesa – acepta la mujer
Habéis indicado que los azotes serán con la vara de bambú, pero no habéis comentado el número de ellos que recibirá
Creo que esta falta quedará expiada recibiendo diez azotes, ya hablaremos del resto de los castigos que se ha ganado – indicaba
Buen número mi Lady, pero si me lo permitís, creo que sería mas provechoso que no todos recayeran en la misma zona, con los azotes que indicáis, tardará al menos tres días en poder sentarse sin sufrir las consecuencias, pero si aplicáramos un par de ellos en su parte delantera sus padecimientos la acompañarían al realizar cualquier otra actividad
Que razón tenéis Baronesa, debo reconocer que tengo mucho que aprender de vuestra experiencia en estas lides – imaginaba ya el dolor que padecería su mascota la próxima vez que aliviase la carga de sus pechos marcados, el placer que sentía con ello se complementaría con el dolor de los azotes – Sus preciosas tetas han de recibir la visita de la vara, las decoraremos con tres preciosas marcas
En ese caso, mientras terminamos nuestro té, ¿os parce bien que mi doncella Lucy aplique la mitad de los diez azotes? – sugería – Así luego podré enseñaros como aplicar correctamente los restantes
Muy apropiado Baronesa, proceded
Lucy, toma una de las varas de bambú y ejecuta la sentencia, queremos ver cinco bonitas marcas en el trasero de la bufona – su doncella encantada con la orden obedeció con presteza, era tanto o mas sádica que su señora y disfrutaba cuando la dejaba participar como bien sabía la Baronesa – será un leve correctivo, procura no pasarte con la fuerza o serás tu la que ocupe sus lugar
Comprendo, mi señora – asentía lamentando tener que controlar sus ansias de azotar ese precioso trasero
Colocándose junto a la mesa donde estaba la bufona y sin pérdida de tiempo atizó los dos primeros sin apenas separación entre ellos, el tercero se hizo esperar un poco mas, pero el cuarto y el quinto se produjeron en rápida sucesión para desesperación de la maltratada que lloraba jadeando al restringir su respiración su apretado corsé, intentando no emitir ningún sonido ni modificar su postura.
Ahora vos Lady Edit – anunciaba la Baronesa – tomad una vara y colocaos junto a la bufona – la distancia que mantengáis será influyente en el impacto de la vara
¿Os parece correcta mi postura?
Si mi Lady, ahora aplicad la vara en posición horizontal sobre sus carnes
¡Oh! Que sensación maravillosa – exclamaba la secretaría tras el primer azote – Creo que podría aficionarme a esto – tras el segundo que repetía su marca horizontal – se pueden realizar hermosos dibujos – inclinando mas la vara en diagonal en el tercero – probemos como queda ahora – aplicando el cuarto azote en la diagonal contraria – y por último – un fuerte azote en el centro de ese maravilloso culo que venció la resistencia de su mascota que jadeó, grito y se retorció sobre la mesita, inclinándose hasta tocarla con sus tetas jadeando
Muy bien Lady Edit, habéis nacido para esto, que dominio de la estética y la precisión – alababa a su aprendiz al ver las hermosas marcas que decoraban el trasero de la bufona – pero debéis tener cuidado si no deseáis romper su piel, la fuerza de los azotes con esta vara no debe igualarse a su quinto azote
¿Eso creéis? – preguntó apenada, le había gustado descargar su fuerza en el último azote
Ciertamente, si no queréis romperla habréis de mediros, claro que si lo que deseáis es descargar vuestras ansias podéis probar con otros instrumentos – sorprendida por la crueldad que demostraba la secretaria
Lo haré, por haber roto su silencio y perdido su postura se ha ganado nuevos azotes que le aplicaré con el instrumento que recomendéis – afirmaba convencida de sus palabras, no había sido culpa suya si la fuerza del azote era excesiva, su mascota debería poder obedecerla a pesar de su dolor, por encima de él.
Estupendo mi Lady – aplaudía la Baronesa – pero antes le aplicaremos las tres marcas que adornarán sus tetas. Os mostraré otro uso de la extraordinaria mesa regalo de mi marido, ¿os parece que la inmovilice de forma poco convencional?
¿Poco convencional? La verdad Baronesa, me desconcertáis con vuestras preguntas, en adelante obrad como si la marrana os perteneciera y yo os haré saber cuando algo no me parezca apropiado. Aprenderé gustosa lo que tengáis a bien enseñarme y os gratificaré por ello. Marrana yérguete para seguir las instrucciones de la Baronesa y cuidado con tus enaguas, no quiero perder de vista tus marcas – ordenaba Lady Edit acomodándose de nuevo junto a la maestra
En ese caso, Lucy, acércame el falo de madera con el número cinco, no mejor el cuatro – ordenaba a la doncella viendo a la bufona levantarse y sujetar sus enaguas mostrando sus marcas y esperando nuevas indicaciones – Comprueba su lubricación antes de inmovilizarla
Apenas si está mojada, mi señora – contesta la doncella que para espanto de la bufona se arrodilla ante ella y levantando la parte de sus enaguas que ella no sujeta, con una mano comienza a acariciar su vulva y poco a poco introduce un par de dedos en su sequedad – No ha disfrutado en absoluto con los azotes
Bien, ya modificaremos eso en otro momento, si es del agrado de Lady Edit, ahora, humedécela un poco para que podamos continuar. Tú, abre tus piernas para facilitar la tarea de Lucy – ordena sentándose junto a su nueva aprendiz, dicho lo cual la doncella acercando su cabeza a la entrepierna de la bufona comienza a lamer y acariciar su vagina, consiguiendo en poco tiempo que ésta gima de placer - Prueba ahora el cuatro, veamos si he acertado con la medida – se reía viendo a la doncella abrir los labios de su víctima e introducir poco a poco el falo de madera en el interior de la bufona provocando mas gemidos y jadeos - Suficiente Lucy, recuerda que se trata de un castigo, inmovilízala ahora
Ante la sorprendida mirada de la aprendiza secretaria real y la desconfiada de la excitada bufona, la doncella de la Baronesa, levantó una de las piezas decorativas de la mesa que ocupaba las esquinas y ajustó el falo en ella, comprobando que este quedaba bien anclado, ayudó a la bufona a empalarse hasta que su dolorido trasero contactó con la mesa.
Bufona, coloca tus manos tras tu cabeza y procura mantener tus codos bien abiertos, ahora mi Lady, proceded a azotar sus pechos, no se retirará de su postura – afirmaba la sádica mujer
Pero que ingenio mas perverso, la verdad Baronesa, lamento profundamente no haber cosechado vuestra amistad antes – se colocaba en posición la secretaria y antes de comenzar con un cariñoso gesto, acaricia la llorosa cara de su mascota levantando su rostro hasta que se cruzan sus miradas – Hermosa marrana, ¿serás capaz esta vez de mantener tu postura y el silencio impuesto para agradarme?
Lo intentaré de veras, mi señora – contesta sumisa la Marquesa apreciando el gesto amoroso de su dueña, perdido totalmente su orgullo y subyugada por esta extraña mujer – me gustaría agradaros – afirmaba sinceramente
Con el sonido de esas palabras deleitando sus oídos, Lady Edit, levantó su mano y sin aplicar al azote la fuerza que le habría gustado realmente, marcó la parte superior de sus tetas que rápidamente mostró los efectos surgiendo una hermosa marca rojiza perfectamente horizontal, otra igual asomó en su parte inferior tras el nuevo azote y con precisión milimétrica aplicó el último en el centro mismo de sus tetas, macerando sus pezones dejándolos doloridos y señalados para varios días, su mascota lloraba desconsolada pero salvo eso había conseguido agradarla en extremo.
¡Ah marrana, me ha gustado tanto azotarte, Me has hecho tan feliz! – le decía su dueña sujetando su barbilla y volviendo a elevar su rostro, besaba dulcemente sus mejillas mojadas por sus recientes lágrimas – He recibido el regalo de tu dolor ¿me darás ahora tu placer? – le susurraba sin parar de besar y acariciar su rostro - ¿Me deleitarás subiendo y bajando tu cuerpo sobre el número cuatro? – preguntó alzando la voz - ¿Me regalarás tu éxtasis? - retiró su mano ya que su obnubilada mascota comenzó a subir y bajar su cuerpo como le había pedido – Así hermosura , abre tus piernas para poder subir y bajar mejor – se retiraba para poder admirar su obra, colocándose junto a la Baronesa que escoltada por su doncella no podían creer el grado de sumisión que había alcanzado la marrana con un simple par de caricias y las sentidas palabras de afecto por parte de su señora – Salta para mi, marrana – ordenaba acompañando su orden con palmadas – Acompaña nuestras palmas con tus jadeos – Regálame tu placer, entrégate a mí – ordenaba por encima del sonido de las palmas de las tres mujeres y de los desbocados jadeos de su mascota.
La imagen de la bufona marrana real totalmente entregada, saltando sobre la mesa que la ensartaba con la polla que le habían puesto, con sus piernas exageradamente abiertas, su diminuta cintura remarcada por la prenda restrictiva ensalzando sus portentosas tetas marcadas por los azotes que danzaban con los saltos de su cuerpo acompasados de las palmas de sus castigadoras, maltratando su azotado culo contra la mesa, hasta alcanzar el orgasmo, acompañaría a las tres mujeres durante días.
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