Las frías calles de la ciudad acarreaban una brisa que sacudía la ropa de los transeúntes que volvían a sus casas luego de una larga jornada de trabajo. Los húmedos callejones negruzcos llenos de suciedad y alimañas se habían convertido en los nuevos basureros tras la reciente elección del candidato Alister McAllen quien recortó el salario destinado a los policías de la ciudad para destinarlo en la construcción de puentes. Tal descenso en el número de oficiales trajo una nueva ola de crímenes en la que destacaba por sobre los demás los ataques sexuales, los abusos y demás actos pervertidos a las mujeres de la ciudad de Londres. Una Londres que estaba lejos de encontrar paz para sus ciudadanos.
—Mary, te vas tan pronto? —La joven pelirroja de piel suave y pálida se alejaba rumbo a la puerta de un burdel. —No es eso, quedé de verme con un cliente y dijo que pasaría a recogerme. El tipo parecía elegante así que si lo hago bien podré sacarle leche y mucho dinero. —Esa broma dispersó un poco el aire gélido de la noche mientras la jóven prostituta se adentraba en la noche envuelta con una gran gabardina marrón que escondía una babydoll amarillo algo desgastado que había Sido testigo de muchas noches de sexo desenfrenado. La chica pelirroja avanzó entre las calles recibiendo halagos y acoso por igual, incluyendo un par de nalgadas y arrimones por parte de algún ebrio local; así fue hasta llegar a los límites de la ciudad dónde se encontraba la construcción del nuevo puente de la ciudad. Ahí vió a la distancia a su cliente. Un hombre de gran altura y ojos azules, vestía elegantemente y portaba un gigantesco anillo rojo que combinaba con el pelo de la ramera. —Hola querido, espero no haberte hecho esperar... ¿Por qué no vamos a un lugar más privado? No sé porque pediste encontrarnos en este lugar. —El cliente sonrió con macabro porte tomando a la sexo servidora de los hombros y acorralandola contra una pared gris.
—Por quien me tomas? Muéstrame lo que sabes hacer y ya veré si te llevo a algún lado, puta. —Mary entendió lo que pasaba, no era su primera vez con clientes de esa calaña y si quería sacarle un buen dinero a ese patán. No tenía de otra más que someterse ante él. La gabardina desgastada cayó en la tierra junto a las rodillas de la señorita quien condujo sus manos por la entrepierna del comprador frotando varias veces sobre la tela de su pantalón. —Mmm ya te pusiste muy duro... Apuesto a que te mueres por meterla en mi boca. —Desabrochó la prenda del extraño dejando al descubierto su enorme pene que introdujo en su boca sin avisar para empezar a lubricarlo, pasaba su lengua sobre la punta del miembro como si fuera un chupete para continuar haciendo una garganta profunda. Saliva y semen goteaban sobre las piernas de la puta, así fue por un buen rato hasta que el hombre se cansó de la boca y decidió perforar el culo de la ramera. —Date la vuelta y levanta esas nalgas. —Una y otra vez el pene duro del sujeto cogió con desenfreno la vagina gastada de Mary quien gemía con descontrol apretando con su culo la verga de su cliente para dejarlo satisfecho. —Que rico me cojes papi, sigue así... Soy tu putita. Ahhhhh. Correte adentro, métela con todo y huevos.
El movimiento se detuvo al igual que los jadeos del hombre, en su lugar fueron reemplazados por un sonido seco de caída. El pene fue retirado con brusquedad lastimando un poco a la prostituta quién giró indignada reclamando por su falta de sexo. —¿Que te pasa? No puedes meterme la así y luego dejarme ganosa... Ahhhhhhh —Los lindos ojos de la mujer fueron rápidamente mostrados por el terror de ver el cuello de su cliente cortado en canal donde emerigan grandes cantidades de sangre. Iba a gritar pero el guante blanco de un desconocido la sujeto con fuerza arrinconando a la ramera contra la misma pared gris dónde segundos antes estaba dando sus servicios. —Shhhh no hagas ruido y podrás conservar tu vida...
Continuará (Si veo que tiene apoyo)
—Mary, te vas tan pronto? —La joven pelirroja de piel suave y pálida se alejaba rumbo a la puerta de un burdel. —No es eso, quedé de verme con un cliente y dijo que pasaría a recogerme. El tipo parecía elegante así que si lo hago bien podré sacarle leche y mucho dinero. —Esa broma dispersó un poco el aire gélido de la noche mientras la jóven prostituta se adentraba en la noche envuelta con una gran gabardina marrón que escondía una babydoll amarillo algo desgastado que había Sido testigo de muchas noches de sexo desenfrenado. La chica pelirroja avanzó entre las calles recibiendo halagos y acoso por igual, incluyendo un par de nalgadas y arrimones por parte de algún ebrio local; así fue hasta llegar a los límites de la ciudad dónde se encontraba la construcción del nuevo puente de la ciudad. Ahí vió a la distancia a su cliente. Un hombre de gran altura y ojos azules, vestía elegantemente y portaba un gigantesco anillo rojo que combinaba con el pelo de la ramera. —Hola querido, espero no haberte hecho esperar... ¿Por qué no vamos a un lugar más privado? No sé porque pediste encontrarnos en este lugar. —El cliente sonrió con macabro porte tomando a la sexo servidora de los hombros y acorralandola contra una pared gris.
—Por quien me tomas? Muéstrame lo que sabes hacer y ya veré si te llevo a algún lado, puta. —Mary entendió lo que pasaba, no era su primera vez con clientes de esa calaña y si quería sacarle un buen dinero a ese patán. No tenía de otra más que someterse ante él. La gabardina desgastada cayó en la tierra junto a las rodillas de la señorita quien condujo sus manos por la entrepierna del comprador frotando varias veces sobre la tela de su pantalón. —Mmm ya te pusiste muy duro... Apuesto a que te mueres por meterla en mi boca. —Desabrochó la prenda del extraño dejando al descubierto su enorme pene que introdujo en su boca sin avisar para empezar a lubricarlo, pasaba su lengua sobre la punta del miembro como si fuera un chupete para continuar haciendo una garganta profunda. Saliva y semen goteaban sobre las piernas de la puta, así fue por un buen rato hasta que el hombre se cansó de la boca y decidió perforar el culo de la ramera. —Date la vuelta y levanta esas nalgas. —Una y otra vez el pene duro del sujeto cogió con desenfreno la vagina gastada de Mary quien gemía con descontrol apretando con su culo la verga de su cliente para dejarlo satisfecho. —Que rico me cojes papi, sigue así... Soy tu putita. Ahhhhh. Correte adentro, métela con todo y huevos.
El movimiento se detuvo al igual que los jadeos del hombre, en su lugar fueron reemplazados por un sonido seco de caída. El pene fue retirado con brusquedad lastimando un poco a la prostituta quién giró indignada reclamando por su falta de sexo. —¿Que te pasa? No puedes meterme la así y luego dejarme ganosa... Ahhhhhhh —Los lindos ojos de la mujer fueron rápidamente mostrados por el terror de ver el cuello de su cliente cortado en canal donde emerigan grandes cantidades de sangre. Iba a gritar pero el guante blanco de un desconocido la sujeto con fuerza arrinconando a la ramera contra la misma pared gris dónde segundos antes estaba dando sus servicios. —Shhhh no hagas ruido y podrás conservar tu vida...
Continuará (Si veo que tiene apoyo)
0 comentarios - Caseria y Perversión Vol.1