Hace unos años atrás mi esposo se quedó sin trabajo.
Por un mal manejo de su socio, perdió mucho dinero y mucho tiempo de su vida dedicado a ese proyecto trunco.
Fue un proceso muy doloroso para él y lo llevó al borde de la depresión.
Yo notaba que cada día que pasaba estaba más triste y desanimado.
Intenté varias veces animarlo con fiestas y reuniones con amigos.
Hicimos varios viajes juntos pero no lograba que volviera a ser el hombre del que me había enamorado.
Estaba triste, apagado, pensativo, todo el tiempo pensaba en cómo hacer para solucionar ese problema que lo aquejaba y a mi solo me preocupaba su bienestar.
El tiempo pasaba y él no recuperaba su sonrisa. Por lo que me decidí a tomar cartas en el asunto y prepararle una sorpresa para levantar su ánimo.
Por la mañana fui de compras…
Compre algunos juguetes sexuales (un vibrador, un par de esposas, un antifaz para tapar sus ojos… (o los míos y varias cositas mas) compre, además, una caja grande, muy grande en una librería.
Tres conjuntos de ropa interior, blanco, negro y azul de encaje. En una ferretería compré algunos precintos, dos copas y vino blanco.
Ahhh y un moño blanco grande, de esos que colocan sobre los techos de los autos en las bodas.
Necesitaba bastante tiempo para preparar todo y que saliera según lo planeado.
Como él estaba tan triste no lograba convencerlo de que saliera de casa, entonces decidí irme yo a preparar la sorpresa en otro lado.
Elegí su antigua oficina que ya no usaba para trabajar pero aún conservaba.
Lleve todo lo comprado hasta ahí.
Prepare todo.
Pinte la caja por dentro y por fuera.
Dentro coloque los juguetes sexuales sujetos con precintos a la parte posterior, la ropita colgada en sus perchas a los laterales, pegue el moño en la parte superior pero sin cerrar la caja aún.
Lo llame por celular, diciendo que debía pasar por su oficina, que había un paquete que debía recoger.
Y me senté, completamente desnuda, dentro de la caja con una copa en cada mano.
Llego ofuscado, apurado, irritado.
Cuando escuche la llave girar en la cerradura mi corazón empezó a latir fuerte, a galopar esperando ver si reacción al descubrirme.
En la oficina solo había un escritorio y en el fondo, la caja grande con el moño blanco en la parte superior y un cartel que decía: SOY TU JUGUETE. DIVERTITE CONMIGO.
Escuchaba sus pasos acercándose y mi excitación iba en aumento.
Escuchaba su voz al leer y mi diversión se mezclaba con la excitación.
Llega hasta la caja, empieza a sacar el moño y lee nuevamente el cartel: SOY TU JUGUETE. DIVERTITE CONMIGO.
Hace una pausa, como pensando y aparezco, con las copas en una mano y la botella en la otra, desnuda, festiva asomando de adentro de la caja.
Su mirada se transformó, me miraba con lujuria, como si me quisiera comer...se relamía como quien ve un plato apetitoso. Me sujetó de la cintura y me elevó en sus brazos para sacarme de allí adentro.
Yo no hablaba. En ese juego no me estaba permitido.
Solo le entregue las instrucciones. Y leyó:
-Solo para uso personal.
-Incluye ropita para cambiar.
-Incluye accesorios para el placer.
-Si querés que hable convidale vino.
-Si la querés muda, convidale vino.
Ante cada instrucción leída su sonrisa aumentaba.
Yo estaba parada frente a él. Inmóvil. Como una muñeca.
Él observó detenidamente dentro de la caja y su sonrisa aumentó. Creo que imaginó varias cosas.
Empezó a sacar la ropita. Primero la negra, de encaje y con un gesto entre pícaro y autoritario me dijo: Ponetelo.
Me lo puse, delante de él, mientras se le hacía agua a la boca.
Mi corazón se salió de mi pecho al ver su reacción…
Bailame -me dijo.
Le baile.
Le quité la remera, le desprendí el jeans, le introduje la mano en su entrepierna y saqué su miembro duro y mojado.
Pero no hice nada más, hasta que me lo pidió.
-Chupamela -me exigió.
Así lo hice, tal cual me lo pedía.
Se la chupe un poco, me cogió contra la pared otro poco y me pidió que me cambiara de ropita.
Esta vez me dio la blanca, era de lycra, suave, ajustada, mis pezones asomaban, mi vagina se mojaba.
Con el conjuntito blanco jugó conmigo en el piso, casi abusando de mí, me introdujo el vibrador en la vagina y me hizo llegar al orgasmo, explotando de placer, sintiendo con cada célula de mi cuerpo, las contracciones de mis músculos.
Aun gimiendo de placer me levanto del piso y me dijo -Ahora si me voy a divertir con vos.
Me quitó la ropa blanca, me vistió con la azul, sujetó mis manos con las esposas en mi espalda y me vendó los ojos.
Yo, recién acabada, extasiada, aun con palpitaciones orgasmicas le pedía que hiciera lo que quisiera conmigo.
Y así lo hizo.
Me tiró boca abajo sobre el escritorio, esposada, abrió mis piernas, me introdujo el vibrador nuevamente en mi vagina y me cogió por el culo, fuerte, demostrando cómo jugaba con su juguete, sabiendo que se lo había ganado.
Su pene se ponía cada vez más duro, caliente, y yo estaba súper sensible después de mi orgasmo en el piso. Sus movimientos eran más rápidos y con más fuerza, su respiración se agitaba, sus gemidos y jadeos eran cada vez más fuertes…
Estábamos tan calientes!!! Llegamos juntos al orgasmo.
Sentía como su pene eyaculaba con cada contracción dentro mio, como me llenaba de semen el culo.
Sentí como se ensanchaba dentro de mí.
Después de semejante explosión de placer llegó la calma.
Brindamos con el vino blanco. La sonrisa volvió a su rostro.
Aún guarda la caja y el moño para recibirme como su regalo cada vez que lo quiera.
Por un mal manejo de su socio, perdió mucho dinero y mucho tiempo de su vida dedicado a ese proyecto trunco.
Fue un proceso muy doloroso para él y lo llevó al borde de la depresión.
Yo notaba que cada día que pasaba estaba más triste y desanimado.
Intenté varias veces animarlo con fiestas y reuniones con amigos.
Hicimos varios viajes juntos pero no lograba que volviera a ser el hombre del que me había enamorado.
Estaba triste, apagado, pensativo, todo el tiempo pensaba en cómo hacer para solucionar ese problema que lo aquejaba y a mi solo me preocupaba su bienestar.
El tiempo pasaba y él no recuperaba su sonrisa. Por lo que me decidí a tomar cartas en el asunto y prepararle una sorpresa para levantar su ánimo.
Por la mañana fui de compras…
Compre algunos juguetes sexuales (un vibrador, un par de esposas, un antifaz para tapar sus ojos… (o los míos y varias cositas mas) compre, además, una caja grande, muy grande en una librería.
Tres conjuntos de ropa interior, blanco, negro y azul de encaje. En una ferretería compré algunos precintos, dos copas y vino blanco.
Ahhh y un moño blanco grande, de esos que colocan sobre los techos de los autos en las bodas.
Necesitaba bastante tiempo para preparar todo y que saliera según lo planeado.
Como él estaba tan triste no lograba convencerlo de que saliera de casa, entonces decidí irme yo a preparar la sorpresa en otro lado.
Elegí su antigua oficina que ya no usaba para trabajar pero aún conservaba.
Lleve todo lo comprado hasta ahí.
Prepare todo.
Pinte la caja por dentro y por fuera.
Dentro coloque los juguetes sexuales sujetos con precintos a la parte posterior, la ropita colgada en sus perchas a los laterales, pegue el moño en la parte superior pero sin cerrar la caja aún.
Lo llame por celular, diciendo que debía pasar por su oficina, que había un paquete que debía recoger.
Y me senté, completamente desnuda, dentro de la caja con una copa en cada mano.
Llego ofuscado, apurado, irritado.
Cuando escuche la llave girar en la cerradura mi corazón empezó a latir fuerte, a galopar esperando ver si reacción al descubrirme.
En la oficina solo había un escritorio y en el fondo, la caja grande con el moño blanco en la parte superior y un cartel que decía: SOY TU JUGUETE. DIVERTITE CONMIGO.
Escuchaba sus pasos acercándose y mi excitación iba en aumento.
Escuchaba su voz al leer y mi diversión se mezclaba con la excitación.
Llega hasta la caja, empieza a sacar el moño y lee nuevamente el cartel: SOY TU JUGUETE. DIVERTITE CONMIGO.
Hace una pausa, como pensando y aparezco, con las copas en una mano y la botella en la otra, desnuda, festiva asomando de adentro de la caja.
Su mirada se transformó, me miraba con lujuria, como si me quisiera comer...se relamía como quien ve un plato apetitoso. Me sujetó de la cintura y me elevó en sus brazos para sacarme de allí adentro.
Yo no hablaba. En ese juego no me estaba permitido.
Solo le entregue las instrucciones. Y leyó:
-Solo para uso personal.
-Incluye ropita para cambiar.
-Incluye accesorios para el placer.
-Si querés que hable convidale vino.
-Si la querés muda, convidale vino.
Ante cada instrucción leída su sonrisa aumentaba.
Yo estaba parada frente a él. Inmóvil. Como una muñeca.
Él observó detenidamente dentro de la caja y su sonrisa aumentó. Creo que imaginó varias cosas.
Empezó a sacar la ropita. Primero la negra, de encaje y con un gesto entre pícaro y autoritario me dijo: Ponetelo.
Me lo puse, delante de él, mientras se le hacía agua a la boca.
Mi corazón se salió de mi pecho al ver su reacción…
Bailame -me dijo.
Le baile.
Le quité la remera, le desprendí el jeans, le introduje la mano en su entrepierna y saqué su miembro duro y mojado.
Pero no hice nada más, hasta que me lo pidió.
-Chupamela -me exigió.
Así lo hice, tal cual me lo pedía.
Se la chupe un poco, me cogió contra la pared otro poco y me pidió que me cambiara de ropita.
Esta vez me dio la blanca, era de lycra, suave, ajustada, mis pezones asomaban, mi vagina se mojaba.
Con el conjuntito blanco jugó conmigo en el piso, casi abusando de mí, me introdujo el vibrador en la vagina y me hizo llegar al orgasmo, explotando de placer, sintiendo con cada célula de mi cuerpo, las contracciones de mis músculos.
Aun gimiendo de placer me levanto del piso y me dijo -Ahora si me voy a divertir con vos.
Me quitó la ropa blanca, me vistió con la azul, sujetó mis manos con las esposas en mi espalda y me vendó los ojos.
Yo, recién acabada, extasiada, aun con palpitaciones orgasmicas le pedía que hiciera lo que quisiera conmigo.
Y así lo hizo.
Me tiró boca abajo sobre el escritorio, esposada, abrió mis piernas, me introdujo el vibrador nuevamente en mi vagina y me cogió por el culo, fuerte, demostrando cómo jugaba con su juguete, sabiendo que se lo había ganado.
Su pene se ponía cada vez más duro, caliente, y yo estaba súper sensible después de mi orgasmo en el piso. Sus movimientos eran más rápidos y con más fuerza, su respiración se agitaba, sus gemidos y jadeos eran cada vez más fuertes…
Estábamos tan calientes!!! Llegamos juntos al orgasmo.
Sentía como su pene eyaculaba con cada contracción dentro mio, como me llenaba de semen el culo.
Sentí como se ensanchaba dentro de mí.
Después de semejante explosión de placer llegó la calma.
Brindamos con el vino blanco. La sonrisa volvió a su rostro.
Aún guarda la caja y el moño para recibirme como su regalo cada vez que lo quiera.
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