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Mi iniciación, mi debut sexual con una prostituta

Era una mañana de verano en microcentro de capital. Yo, varoncito, con 22 años recién cumpliditos, me venía negando a perder mi virginidad. Había tenido encuentros íntimos de sexo oral, manoseos, frotación, exhibicionismo, pero nunca una verdadera penetración vaginal con el pene erecto. Tenía ganas de divertirme. Eran las 6 de la mañana y ya hacía calor. Me fijé en una página de escorts, llamé y me animé a ir. Iba a ser mi primera vez, con una prostituta profesional. Estaba muy entusiasmado, nervioso, con ganas de saber de una vez por todas cómo se sentía. Me lo venía imaginando desde muy chico, hacía más de 9 años. Necesitaba ese ansiado debut. Y tenía que ser con una diosa dedicada a dar placer como profesión. Llegué al edificio donde atendían las chicas. Me baja a abrir una colombiana muy simpática de 27 años. Al subir al piso 11, conozco a una chica misionera que se presentó como Laura, bastante más fuerte de carácter. Esta chica de 26 años me explica el precio y el servicio. Le propongo pasar la media hora con una sola participación vaginal. Me dijo "¿Media hora cogiendo?" y yo solo me imaginaba la penetración, sin saber cuánto iba a durar el acto sexual. Llegamos a un acuerdo del precio, le pago y decido pasar con ella.
La habitación tenía una camilla de masajes muy grande y cómoda, de dos plazas.
Le comento que nunca había tenido sexo como tal. Me preguntó "Sos virgen?" Y le dije que sí, pero que ya había experimentado muchas otras cosas del sexo, que sólo me faltaba tener mi primera penetración vaginal. Le pregunté su edad, y también de dónde era. Me contestó: "De Posadas". Ahí noté su forma de hablar, sus eses sonaban como una víbora lista para picar, y su personalidad, era una chica seria y muy temperamental, pero a la vez introvertida y callada.  Entonces ella deja ver sus pechos muy duros operados. Fue muy especial. Toqué sus pezones y los chupé. Mi erección era muy firme ya. Sacó mi pene del bóxer y me puso con sus manos el primer preservativo. Comienza a chupar mi pene con mucho profesionalismo y yo le decía "Sos buena! sos buena!" Adorándola. 
Después, se sacó la bombacha, abrió las piernas y pude ver ese tajo majestuoso y carnoso, muy prominente con labios mayores gordos y labios menores salidos. Le apliqué unas lamidas en los muslos. Y después fui acercándome a la vulva, la cual lamí con suavidad pero con desesperación y mucho deseo. Al dejar de lamer su sexo, me confesó: "La verdad no sos tan virgen!" y yo le dije "Cómo se nota?" -"Se nota", me contestó. Le dije "Prefiero no ir directamente a la vulva, prefiero jugar un poco" y me contestó "Está bien que vayas directo a la vulva". En ese momento sentí que me daba vergüencita mi eyaculación rápida. Muchas veces me había imaginado que la sensación de penetrar a una mujer por primera vez iba a ser tan intensa que mi semen iba a salir rapidísimo desde mis testículos. Entonces le dije "¡Estoy por acabar rápido! ¡Me da vergüenza! Y me contestó: "¡Tranquilo, nadie se va a enterar!" Eso me hizo reír y me hizo aliviar. Estaba bien, iba a ser mi primera vez, a la penetración iba a sentirla con toda la fuerza en mi sentido del tacto en el pene, y la eyaculación tenía que liberarse con fuerza.
 Me dijo que me relaje, que me recueste boca arriba para ella subirse sobre mí. Para finalmente quitarme la virginidad. Le dije que prefería en cuatro. Yo quería tener el control de mi pene ingresando en la vagina. Es más: quería meter "solo la mitad", para perder "media virginidad" ¡No sabía lo que me esperaba realmente! Ella me estaba proponiendo la cabalgata, el dominio total de la mujer. Pero tener sexo en cuatro es un manejo compartido del hombre y la mujer del acto sexual. Así que mi decisión fue esa: perder mi virginidad en cuatro. Entonces, ella me dijo "No te toques el preservativo! Tenes semen en las manos! Y eso después me lo llevo adentro!" Entonces me cambió el preservativo. Se puso lubricante en la vulva y puso lubricante en mi pene.
Al ponerse en cuatro, comprobó que yo otra vez había cometido el error de tocarme el pene, y se quejó un poco. Pero igual, agarró mi pene con su mano y encaminó la punta en la entrada de su orificio vaginal.
Deben haber sido pocas centésimas de segundos, pero sin poder si quiera controlar el movimiento pélvico ni la dirección de mi pene erecto, sentí inmediatamente su vulva dura abriéndose muy rápidamente haciendo hundir mi pene gloriosamente con total facilidad. Se sintió como mi pene ingresando en un auténtico tajo vaginal. Sentí esa forma vertical del tajo de la vulva, la "sonrisa vertical" que la mujer tiene entre sus piernas, como le dicen. Fue una sensación inolvidable. Y una vez con mi pene adentro, la vagina se sentía tan suave y blanda, a diferencia de la tensa vulva. En el momento de saber que mi virginidad había terminado, mi pene se concentró en eyacular y sabía que era el final. En el tronco de mi pene sentí una cosquilla que era el aviso de la pronta salida de mi esperma. Había sentido eso cientos de veces ¡pero ésta era la primea vez que lo sentía con el pene dentro de una vagina! Fue muy rápido. Fue maravilloso. Y duró muy poco. Pero se sintió tan natural, hermoso y sano, que no lo olvido nunca más. Mientras mi semen sale de mi pene con la fuerza de mi debut como hombre en el sexo con las mujeres, le dije "Estoy acabando" y me dijo "Si". Ella estaba sintiendo mi leche salir dentro del condón. Estaba recibiendo mi virginidad en ella.
Cuando termino de eyacular y saco mi pene recién desvirgado de esa vagina caliente, le dije "Una novia me mata".
Le pregunté "¿Cómo supiste que estaba acabando?", y me contestó sorprendida "¡Porque se siente!" Ahí creo que se dio cuenta de que realmente había sido mi primera penetración pene-vagina, por no saber algo tan obvio!
Después de sacarme el preservativo, pensé que ya no debía preocuparme por ser virgen, que la espera y la ansiedad habían pasado. Me puse la ropa y ella dejó la habitación. La vi por última vez desfilando al fondo del pasillo cuando ya me estaba por ir. Caminaba de costado como diciendo "Listo, nene, ya te hice hombre". No me olvido más de Laura.
Luego la colombiana bajó a abrirme la puerta y me fui súper contento.
Amé mi primera vez, y me encantaría ser virgen otra vez para perder la virginidad de una manera tan monumental y gloriosa como la perdí

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