La conocí hace varios meses, va al mismo gimnasio que yo. No siempre la encontraba porque yo voy cuando me hago un tiempo en mi día. En cambio Mariana, la encontraba siempre por la mañana, después de las 9.00 am, cuando dejaba a sus hijos en el colegio. Tenía la misma rutina todos los días. Una vez que dejaba a sus chicos en el colegio, se dirigía al gimnasio, de ahí a su casa, hacía los quehaceres, pasaba a buscar a sus hijos al mediodía, les daba de comer y por la tarde se dedicaba a su profesión.
Los primeros meses en el gimnasio, no solíamos hablar, tan solo nos saludábamos. Pero una vez que decidí que quería algo lésbico, mi actitud hacia ella cambio. Comencé a sacar temas de conversación y si bien no éramos amigas, la pasábamos bien conversando.
El lunes pasado, Nos encontramos en el gimnasio. Cuando llegué, Mariana ya se encontraba haciendo su rutina de ejercicios. Ese día en particular, se la veía, muy deprimida. Cuando nos pusimos hablar mientras entrenábamos me contó un poco de su vida personal, cosas que hasta ese momento no se había animado. Pero le costaba hablar porque había mucha gente en el lugar y le daba vergüenza que otros escuchen sus problemas. Fue ahí que la invité a mi departamento para hablar tranquilas. Aceptó en seguida, realmente necesitaba hablar con alguien.
Una vez en mi departamento, le ofrecí algo de tomar y nos fuimos a sentar en un sillón de dos cuerpos que tengo. Ella estaba usando una remera verde con un pantalón blanco, algo suelto, pero de todas formas podías ver su buen físico. Yo por mi parte usaba una calza negra larga y una musculosa azul, bien ajustada
Me contó cosas realmente personales, que solo le cuentas a una amiga, pero se ve que no se animaba con nadie más hablar de esos temas. Lo que más la angustiaba era su relación con su marido. Al principio pensé que su marido la engañaba. Pero me contó que su marido había tenido hace más de un año un pico de presión, y por las medicinas que tomaba actualmente, no lograba conseguir una erección. Lo cual la frustraba demasiado, más que ni siquiera hacía algo para compensárselo, ni siquiera le hacía sexo oral a su mujer o la tocaba. La parte sexual en la pareja estaba muerta. Y ella tenía necesidades, me dijo.
Por mi parte, me aproveché de la situación. La vi vulnerable y me animé a hacer mi primer movimiento. Ella estaba sentada a mi derecha en el sillón, y con mi mano derecha, la apoyé sobre su muslo izquierdo. Quería saber su reacción, así me animaba a ir por mas. La dejé apoyada unos instantes y ella no dijo nada, se la veía incomoda, pero tampoco le molestó. Ahí mismo me tiré hacia ella y la besé en sus labios. Al principio mantuvo su boca cerrada, solo le besaba los labios, pero a los minutos abrió su boca y comenzamos a besarnos con la lengua. Fue un beso apasionado, que solo se logra entre dos mujeres. Con la confianza que me dio el beso, comencé a acariciar su cuerpo, comencé por su cintura, luego bajé a sus piernas hermosas, la acariciaba sobre su pantalón, finalmente, metí mi mano por debajo de su pantalón y su tanga y comencé a manosear su concha mientras la seguía besando. Su vagina, pronto se humedeció. Saqué mi mano de su entrepierna y la llevé a mi dormitorio, la empujé sobre la cama, quedó acostada boca arriba y me recosté sobre ella para seguir besándola, mis manos acariciaron cada centímetro de su cuerpo. Es increíble como besa una mujer, pensaba por dentro. En un momento dejo de besarla, y le quito su remera y le desabrocho su corpiño, dejando sus pechos al descubierto, lamí sus pequeños pezones que estaban bien duritos. Mientras jugaba mi lengua con su pezón, mi mano derecha estaba bajo su tanga masturbándola, mis dedos estaban mojados con sus jugos. Acaricié esa concha por un buen rato, con mi pulgar frotaba su clítoris, mientras que con mis dedos índices y el del medio le penetraba su vagina completamente mojada. El placer que le estaba dando a Mariana, parecía que la iba a matar, su cuerpo se retorcía y parecía convulsionar, en ese momento no se si yo me había aprovechado de ella o ella de mí. En un momento sus gritos me dieron la impresión que estaba por acabar y decidí que quería que me acabe en mi boca. Me levanté y le baje el pantalón y su tanga blanca hasta sus tobillos, y la hice dejar su cola al borde de la cama, con sus piernas colgando, yo me arrodillé sobre el suelo en frente de su concha y metí mi cara entre sus piernas. Comencé a pasar mi nariz entre sus labios vaginales, para luego chupar con mi boca sus labios que estaban empapados de los jugos de Mariana. Su vagina por ser una mujer de más de 40 años estaba excelente, se notaba que no era una nena, pero tampoco estaba muy abierta, se la cuidaba, dejando un triangulito de pelos bien corto apuntando a su clítoris. Los pelos de su concha eran de color castaño claro, me llamo la atención la diferencia entre su cabello y sus vellos. Comencé a penetrar su vagina con mi lengua, mientras mis dedos jugaban con su clítoris. Sentí su cuerpo convulsionar, gritó y acabó sobre mi boca, sus jugos me enchastraron desde mi nariz hasta mi mentón, largó una gran cantidad. Quedó agotadísima, respiraba muy fuerte y sus ojos miraban el techo, su cuerpo estaba rígido. Le limpie con mi boca su vagina y terminé sacándole las zapatillas, su pantalón y tanga, hasta dejarla completamente desnuda. Yo me desnudé también y nos quedamos unos cuantos minutos en la cama besándonos y acariciándonos delicadamente.
Le pregunté que pensaba del sexo anal, y me dijo que nunca lo había probado. Le ofrecí hacerle la cola pero no le gustaba la idea. Le insistí un poco hasta que cedió. La hice poner boca abajo, y me recosté sobre ella, mis pies quedaron hacia su cabeza, mis pechos contra su espalda y mi cara sobre su culo. Le di un beso negro delicado para empezar, penetrándola con la punta de mi lengua, su ano era extremadamente estrecho, era verdad que nunca había probado sexo anal o si lo probó fue hace mucho tiempo. Luego de un buen tiempo de dilatar su ano con mi lengua y dedos, solo llegue a meterle dos dedos. Fui a mi placard y saqué mi caja de juguetitos, terminé dilatándole el ano con unas bolas chinas, se las fui entrediciendo de a una muy lentamente, le producía dolor cada bola que le entraba en su ano pero nunca me dijo que pare. Fueron 5 bolas las que le introduje. Ya con su ano dilatado, tome un consolador de silicona de 15 cm x 4,5 cm me lo tragué y lo lubriqué muy bien con mi saliva y se lo fui introduciendo en su ano muy lentamente, le producía bastante dolor, aunque podía ver como se retorcía de placer a la vez. Se lo introduje hasta llegar a su esfínter que lo tenía completamente cerrado, le dije como hacer para abrirlo, le costo un poco pero finalmente ya tenía los 15 cm dentro de ella. Se lo dejé unos cuantos minutos dentro para que su recto se adapte al consolador, una vez que la vi cómoda empecé con un mete y saca sin parar, empezó a gritar, había mas dolor que placer, inconscientemente apretaba sus nalgas haciendo mas dolorosa la penetración, pero son cosas de principiantes, pero Mariana estaba decidida a soportarlo, la hice dar vuelta, sin sacarle el consolador de su ano, y con otro consolador de unos 20 cm x 5,5 cm penetré su vagina, con mi lengua estimulaba su clítoris y con mi mano derecha penetraba su vagina con el consolador, aun tenía incrustado el otro consolador en su culo. Fueron un par de minutos hasta que acabó, le retiré el consolador de su vagina y me lo tragué todo para chuparme sus jugos.
La situación me había excitado y estaba bien mojada, Marina me preguntó como podía darme placer.
Me puse en cuatro sobre la cama, me escupí los dedos y humedecí mi ano. Le di un consolador y le dije que me rompa la cola. Le alcancé un consolador de 20 cm x 6,5 cm, me separó las nalgas con una mano y con la otra empezó a introducirme el consolador en mi ano, me metió la cabeza del pene de silicona con mucho cuidado, como si me fuese a quebrar. Le dije que vivo con la cola lista, que no tenga miedo y me lo haga bien fuerte. Y así fue, se descontroló, parecía que me violaba el culo, de lo fuerte que me entraba. Yo la veía por un espejo que tengo en la habitación y me producía mucho morbo, ver a una madre, una mina tan seria, tan distinta de mi personalidad, haciéndome el orto. La situación me calentaba mucho. Sentía mis jugos chorrear por mis muslos internos hasta caer sobre las sábanas. Finalmente comencé a estimular mi clítoris con mis dedos de la mano derecha y a los minutos acabé. Mariana ni se había dado cuenta que había terminado, le tuve que pedir que se detenga.
Nos dimos un buen beso de lengua y nos bañamos juntas. Fue un lindo momento, acariciándonos bajo la ducha, enjabonándonos.
Mientras nos cambiábamos, Mariana parecía otra persona, es increíble lo que el sexo pude lograr en alguien.
La alcancé hasta el colegio de sus chicos con el auto y me fuí a trabajar, realmente la experiencia me había dejado satisfecha. No me considero lesbiana, pero era una de esas experiencias que una debe probar en la vida.
Los primeros meses en el gimnasio, no solíamos hablar, tan solo nos saludábamos. Pero una vez que decidí que quería algo lésbico, mi actitud hacia ella cambio. Comencé a sacar temas de conversación y si bien no éramos amigas, la pasábamos bien conversando.
El lunes pasado, Nos encontramos en el gimnasio. Cuando llegué, Mariana ya se encontraba haciendo su rutina de ejercicios. Ese día en particular, se la veía, muy deprimida. Cuando nos pusimos hablar mientras entrenábamos me contó un poco de su vida personal, cosas que hasta ese momento no se había animado. Pero le costaba hablar porque había mucha gente en el lugar y le daba vergüenza que otros escuchen sus problemas. Fue ahí que la invité a mi departamento para hablar tranquilas. Aceptó en seguida, realmente necesitaba hablar con alguien.
Una vez en mi departamento, le ofrecí algo de tomar y nos fuimos a sentar en un sillón de dos cuerpos que tengo. Ella estaba usando una remera verde con un pantalón blanco, algo suelto, pero de todas formas podías ver su buen físico. Yo por mi parte usaba una calza negra larga y una musculosa azul, bien ajustada
Me contó cosas realmente personales, que solo le cuentas a una amiga, pero se ve que no se animaba con nadie más hablar de esos temas. Lo que más la angustiaba era su relación con su marido. Al principio pensé que su marido la engañaba. Pero me contó que su marido había tenido hace más de un año un pico de presión, y por las medicinas que tomaba actualmente, no lograba conseguir una erección. Lo cual la frustraba demasiado, más que ni siquiera hacía algo para compensárselo, ni siquiera le hacía sexo oral a su mujer o la tocaba. La parte sexual en la pareja estaba muerta. Y ella tenía necesidades, me dijo.
Por mi parte, me aproveché de la situación. La vi vulnerable y me animé a hacer mi primer movimiento. Ella estaba sentada a mi derecha en el sillón, y con mi mano derecha, la apoyé sobre su muslo izquierdo. Quería saber su reacción, así me animaba a ir por mas. La dejé apoyada unos instantes y ella no dijo nada, se la veía incomoda, pero tampoco le molestó. Ahí mismo me tiré hacia ella y la besé en sus labios. Al principio mantuvo su boca cerrada, solo le besaba los labios, pero a los minutos abrió su boca y comenzamos a besarnos con la lengua. Fue un beso apasionado, que solo se logra entre dos mujeres. Con la confianza que me dio el beso, comencé a acariciar su cuerpo, comencé por su cintura, luego bajé a sus piernas hermosas, la acariciaba sobre su pantalón, finalmente, metí mi mano por debajo de su pantalón y su tanga y comencé a manosear su concha mientras la seguía besando. Su vagina, pronto se humedeció. Saqué mi mano de su entrepierna y la llevé a mi dormitorio, la empujé sobre la cama, quedó acostada boca arriba y me recosté sobre ella para seguir besándola, mis manos acariciaron cada centímetro de su cuerpo. Es increíble como besa una mujer, pensaba por dentro. En un momento dejo de besarla, y le quito su remera y le desabrocho su corpiño, dejando sus pechos al descubierto, lamí sus pequeños pezones que estaban bien duritos. Mientras jugaba mi lengua con su pezón, mi mano derecha estaba bajo su tanga masturbándola, mis dedos estaban mojados con sus jugos. Acaricié esa concha por un buen rato, con mi pulgar frotaba su clítoris, mientras que con mis dedos índices y el del medio le penetraba su vagina completamente mojada. El placer que le estaba dando a Mariana, parecía que la iba a matar, su cuerpo se retorcía y parecía convulsionar, en ese momento no se si yo me había aprovechado de ella o ella de mí. En un momento sus gritos me dieron la impresión que estaba por acabar y decidí que quería que me acabe en mi boca. Me levanté y le baje el pantalón y su tanga blanca hasta sus tobillos, y la hice dejar su cola al borde de la cama, con sus piernas colgando, yo me arrodillé sobre el suelo en frente de su concha y metí mi cara entre sus piernas. Comencé a pasar mi nariz entre sus labios vaginales, para luego chupar con mi boca sus labios que estaban empapados de los jugos de Mariana. Su vagina por ser una mujer de más de 40 años estaba excelente, se notaba que no era una nena, pero tampoco estaba muy abierta, se la cuidaba, dejando un triangulito de pelos bien corto apuntando a su clítoris. Los pelos de su concha eran de color castaño claro, me llamo la atención la diferencia entre su cabello y sus vellos. Comencé a penetrar su vagina con mi lengua, mientras mis dedos jugaban con su clítoris. Sentí su cuerpo convulsionar, gritó y acabó sobre mi boca, sus jugos me enchastraron desde mi nariz hasta mi mentón, largó una gran cantidad. Quedó agotadísima, respiraba muy fuerte y sus ojos miraban el techo, su cuerpo estaba rígido. Le limpie con mi boca su vagina y terminé sacándole las zapatillas, su pantalón y tanga, hasta dejarla completamente desnuda. Yo me desnudé también y nos quedamos unos cuantos minutos en la cama besándonos y acariciándonos delicadamente.
Le pregunté que pensaba del sexo anal, y me dijo que nunca lo había probado. Le ofrecí hacerle la cola pero no le gustaba la idea. Le insistí un poco hasta que cedió. La hice poner boca abajo, y me recosté sobre ella, mis pies quedaron hacia su cabeza, mis pechos contra su espalda y mi cara sobre su culo. Le di un beso negro delicado para empezar, penetrándola con la punta de mi lengua, su ano era extremadamente estrecho, era verdad que nunca había probado sexo anal o si lo probó fue hace mucho tiempo. Luego de un buen tiempo de dilatar su ano con mi lengua y dedos, solo llegue a meterle dos dedos. Fui a mi placard y saqué mi caja de juguetitos, terminé dilatándole el ano con unas bolas chinas, se las fui entrediciendo de a una muy lentamente, le producía dolor cada bola que le entraba en su ano pero nunca me dijo que pare. Fueron 5 bolas las que le introduje. Ya con su ano dilatado, tome un consolador de silicona de 15 cm x 4,5 cm me lo tragué y lo lubriqué muy bien con mi saliva y se lo fui introduciendo en su ano muy lentamente, le producía bastante dolor, aunque podía ver como se retorcía de placer a la vez. Se lo introduje hasta llegar a su esfínter que lo tenía completamente cerrado, le dije como hacer para abrirlo, le costo un poco pero finalmente ya tenía los 15 cm dentro de ella. Se lo dejé unos cuantos minutos dentro para que su recto se adapte al consolador, una vez que la vi cómoda empecé con un mete y saca sin parar, empezó a gritar, había mas dolor que placer, inconscientemente apretaba sus nalgas haciendo mas dolorosa la penetración, pero son cosas de principiantes, pero Mariana estaba decidida a soportarlo, la hice dar vuelta, sin sacarle el consolador de su ano, y con otro consolador de unos 20 cm x 5,5 cm penetré su vagina, con mi lengua estimulaba su clítoris y con mi mano derecha penetraba su vagina con el consolador, aun tenía incrustado el otro consolador en su culo. Fueron un par de minutos hasta que acabó, le retiré el consolador de su vagina y me lo tragué todo para chuparme sus jugos.
La situación me había excitado y estaba bien mojada, Marina me preguntó como podía darme placer.
Me puse en cuatro sobre la cama, me escupí los dedos y humedecí mi ano. Le di un consolador y le dije que me rompa la cola. Le alcancé un consolador de 20 cm x 6,5 cm, me separó las nalgas con una mano y con la otra empezó a introducirme el consolador en mi ano, me metió la cabeza del pene de silicona con mucho cuidado, como si me fuese a quebrar. Le dije que vivo con la cola lista, que no tenga miedo y me lo haga bien fuerte. Y así fue, se descontroló, parecía que me violaba el culo, de lo fuerte que me entraba. Yo la veía por un espejo que tengo en la habitación y me producía mucho morbo, ver a una madre, una mina tan seria, tan distinta de mi personalidad, haciéndome el orto. La situación me calentaba mucho. Sentía mis jugos chorrear por mis muslos internos hasta caer sobre las sábanas. Finalmente comencé a estimular mi clítoris con mis dedos de la mano derecha y a los minutos acabé. Mariana ni se había dado cuenta que había terminado, le tuve que pedir que se detenga.
Nos dimos un buen beso de lengua y nos bañamos juntas. Fue un lindo momento, acariciándonos bajo la ducha, enjabonándonos.
Mientras nos cambiábamos, Mariana parecía otra persona, es increíble lo que el sexo pude lograr en alguien.
La alcancé hasta el colegio de sus chicos con el auto y me fuí a trabajar, realmente la experiencia me había dejado satisfecha. No me considero lesbiana, pero era una de esas experiencias que una debe probar en la vida.
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