Fue cuando en una fiesta de su empresa, cuando me encontraba charlando con una conocida mía que es secretaria, al pasar un nuevo empleado, ella me comentó. “Ese tipo en la cama era un salvaje”.
Yo me quedé boquiabierta al escucharla, y llena de curiosidad por saber a qué se refería mi amiga, y de inmediato ella comenzó a relatarme, lo bien que la pasó con aquel tipo.
Pero lo que más le gustó de todo lo que él le hizo, fue lo bien que ella lo pasó cuando él le dio por el culo.
Yo no le podía creer, es más hasta traté de no pensar en eso. Pero el efecto fue todo lo contrario, aun días después de aquella fiesta, no dejaba de preguntarme a mí misma, como sería, o como se sentiría, que alguien me diera por el culo.
Al poco tiempo mi esposo hizo una fiesta en casa, y por cosas del destino, invitó al mismo empleado.
Al principio procuré no prestarle atención, pero algo dentro de mi como que me obligaba a entrar en contacto con él.
Además, el bueno de mi marido, con la excusa de que no tenía que manejar, ya que la fiesta era en nuestra casa, bebió de más, y para cuando a fiesta estaba en su mejor momento, se quedó dormido, de lo borracho que se encontraba.
Mientras que yo, aunque siempre bebí algo, me encontraba que me moría de la curiosidad, por saber que se sentía el tener sexo anal.
Por lo que no sé cómo me atreví, y comencé de manera discreta a coquetearle al tipo ese, el empleado del que mi amiga me había hablado.
La verdad es que no tuve que esforzarme mucho, ya que apenas me sacó a bailar, le comenté que mi esposo se encontraba durmiendo la gran borrachera.
Y casi de inmediato comenzó de manera descarada a enamorarme. Así que a medida que bailábamos, cuando comencé a sentir sus manos agarrando mis nalgas de la manera en que lo estaba haciendo.
En lugar de detenerlo, lo dejé que continuara, por lo que cuando comenzó a besarme, en lugar de rechazarlo, me quedé de lo más tranquila, por lo que él comenzó a introducir su lengua dentro de mi boca.
Poco faltó para que tuviéramos sexo en medio del patio, frente a mi dormido marido, y el resto de los presentes
Lo único que se me ocurrió en ese momento, sabiendo lo que me iba a suceder. Fue que lo invité a subir a nuestro propio dormitorio, quizás porque en ese lugar me sentía más segura.
Por lo que, de manera discreta, ambos nos retiramos, y nos encontramos en las escaleras.
Apenas entramos a mi cuarto, continuó besándome, al tiempo que me fue quitando toda la ropa, hasta dejarme del todo desnuda.
Mientras que él aún permanecía vestido, lo que a mí en esos momentos me pareció algo sumamente excitante y morboso.
Tal como yo me encontraba me tiré sobre la cama, acostándome bocabajo, separé mis piernas, y esperé a que él decidiera que hacer.
Pero para mi mayor sorpresa, comencé a sentir como pasaba su lengua por mi coño, y gran parte de mis nalgas.
Por un buen rato mi amante me produjo un placer infinito, hasta que yo misma, levantando mis nalgas, le pedí que me diera por el culo.
Cosa que él no demoró nada en comenzar a hacer. Pero a medida que me fue penetrando, por mi culo, y aunque me dolió algo al principio, una de sus manos me agarró con fuera todo mi coño, apretándomelo divinamente.
Yo chillaba, gemía, y prácticamente gritaba de placer. A medida que él continuaba una y otra vez enterrándome toda su verga entre mis nalgas.
En esos momentos perdí la cuenta del sin número de orgasmos que me hizo disfrutar, aparte de que también en cierto momento me puso a mamar su verga.
Cuando finalmente salimos de mi dormitorio, gran parte de los invitados ya se habían marchado.
Mi esposo seguía durmiendo su borrachera, y mi amante y yo quedamos en volvernos a ver.
La cosa es que, al comenzar a asistir al gimnasio, no sé qué me pasó, ya que comencé a coquetearle a uno de los entrenadores.
Y en menos de lo que se abre una lata de cerveza, nos encontrábamos encerrados en el salón de masaje.
Solo que le dije que como estaba ovulando, y no quería salir preñada, si él quería me podía dar por el culo.
Y aunque no me agarró el coño, disfruté de un sexo anal bien salvaje. La cosa es que la voz se corrió por todo el gimnasio, y desde entonces más de uno de los asistentes, cuando quieren nos podemos encontrar en el salón de masaje.
Por su parte mi esposo, sigue pensando lo mismo, sobre el sexo anal y oral, por lo que yo no pierdo mi tiempo, tratando de que cambie de parecer……
Yo me quedé boquiabierta al escucharla, y llena de curiosidad por saber a qué se refería mi amiga, y de inmediato ella comenzó a relatarme, lo bien que la pasó con aquel tipo.
Pero lo que más le gustó de todo lo que él le hizo, fue lo bien que ella lo pasó cuando él le dio por el culo.
Yo no le podía creer, es más hasta traté de no pensar en eso. Pero el efecto fue todo lo contrario, aun días después de aquella fiesta, no dejaba de preguntarme a mí misma, como sería, o como se sentiría, que alguien me diera por el culo.
Al poco tiempo mi esposo hizo una fiesta en casa, y por cosas del destino, invitó al mismo empleado.
Al principio procuré no prestarle atención, pero algo dentro de mi como que me obligaba a entrar en contacto con él.
Además, el bueno de mi marido, con la excusa de que no tenía que manejar, ya que la fiesta era en nuestra casa, bebió de más, y para cuando a fiesta estaba en su mejor momento, se quedó dormido, de lo borracho que se encontraba.
Mientras que yo, aunque siempre bebí algo, me encontraba que me moría de la curiosidad, por saber que se sentía el tener sexo anal.
Por lo que no sé cómo me atreví, y comencé de manera discreta a coquetearle al tipo ese, el empleado del que mi amiga me había hablado.
La verdad es que no tuve que esforzarme mucho, ya que apenas me sacó a bailar, le comenté que mi esposo se encontraba durmiendo la gran borrachera.
Y casi de inmediato comenzó de manera descarada a enamorarme. Así que a medida que bailábamos, cuando comencé a sentir sus manos agarrando mis nalgas de la manera en que lo estaba haciendo.
En lugar de detenerlo, lo dejé que continuara, por lo que cuando comenzó a besarme, en lugar de rechazarlo, me quedé de lo más tranquila, por lo que él comenzó a introducir su lengua dentro de mi boca.
Poco faltó para que tuviéramos sexo en medio del patio, frente a mi dormido marido, y el resto de los presentes
Lo único que se me ocurrió en ese momento, sabiendo lo que me iba a suceder. Fue que lo invité a subir a nuestro propio dormitorio, quizás porque en ese lugar me sentía más segura.
Por lo que, de manera discreta, ambos nos retiramos, y nos encontramos en las escaleras.
Apenas entramos a mi cuarto, continuó besándome, al tiempo que me fue quitando toda la ropa, hasta dejarme del todo desnuda.
Mientras que él aún permanecía vestido, lo que a mí en esos momentos me pareció algo sumamente excitante y morboso.
Tal como yo me encontraba me tiré sobre la cama, acostándome bocabajo, separé mis piernas, y esperé a que él decidiera que hacer.
Pero para mi mayor sorpresa, comencé a sentir como pasaba su lengua por mi coño, y gran parte de mis nalgas.
Por un buen rato mi amante me produjo un placer infinito, hasta que yo misma, levantando mis nalgas, le pedí que me diera por el culo.
Cosa que él no demoró nada en comenzar a hacer. Pero a medida que me fue penetrando, por mi culo, y aunque me dolió algo al principio, una de sus manos me agarró con fuera todo mi coño, apretándomelo divinamente.
Yo chillaba, gemía, y prácticamente gritaba de placer. A medida que él continuaba una y otra vez enterrándome toda su verga entre mis nalgas.
En esos momentos perdí la cuenta del sin número de orgasmos que me hizo disfrutar, aparte de que también en cierto momento me puso a mamar su verga.
Cuando finalmente salimos de mi dormitorio, gran parte de los invitados ya se habían marchado.
Mi esposo seguía durmiendo su borrachera, y mi amante y yo quedamos en volvernos a ver.
La cosa es que, al comenzar a asistir al gimnasio, no sé qué me pasó, ya que comencé a coquetearle a uno de los entrenadores.
Y en menos de lo que se abre una lata de cerveza, nos encontrábamos encerrados en el salón de masaje.
Solo que le dije que como estaba ovulando, y no quería salir preñada, si él quería me podía dar por el culo.
Y aunque no me agarró el coño, disfruté de un sexo anal bien salvaje. La cosa es que la voz se corrió por todo el gimnasio, y desde entonces más de uno de los asistentes, cuando quieren nos podemos encontrar en el salón de masaje.
Por su parte mi esposo, sigue pensando lo mismo, sobre el sexo anal y oral, por lo que yo no pierdo mi tiempo, tratando de que cambie de parecer……
3 comentarios - curiosidad y calentura