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Capítulo 22.
La Euforia del Detective.
Mientras las chicas se preparaban para el inicio de una nueva reunión del club de detectives, Xamira se dio cuenta de que se alegraba de haber vuelto. Hubiera sido un error alejarse de sus nuevas amigas y de la emoción de sumergirse en un caso hasta llegar a una resolución final. Con el caso de Dalma no la pasó bien, la afectó de forma directa y personal; con el de Brenda Ramallo lo disfrutó un poco más, a pesar de que no tuvo que hacer prácticamente nada y todo se resolvió rápido. Sin embargo ahora estaba sintiendo la “euforia del detective”. Ese término se lo escuchó a Siara cuando le preguntó por qué había decidido crear este club. “Por la euforia del Detective”, le respondió sin más.
Al principio no lo entendió, le iba a pedir que se lo desarrolle un poco; pero ahora, sin necesidad de que nadie se lo explicara, comprendió de qué se trataba. Se pasó todo el día acelerada, con la ansiedad por las nubes, esperando por esta reunión porque sabía que sus amigas se entusiasmarían con este nuevo caso. Sabía que no sería nada fácil de resolver y que, probablemente, tendrían que hacer muchas “investigaciones de campo”. Ese término también lo aprendió de Siara. Quizás las “investigaciones de campo” eran su especialidad, así como a Oriana se le daba muy bien la investigación en internet. Xami sentía que el trabajo mental no era su fuerte, eso se lo dejaba a Siara y a Erika, ellas eran realmente buenas conectando información y elaborando métodos de investigación. Xamira, en cambio, era más visceral. Más de actuar que de pensar.
Cuando Siara la felicitó por haber pensado en una trampa para hacer caer a Emilia en sus propias mentiras, Xamira se lo agradeció y guardó silencio; pero en su fuero interno dijo: “Yo no planifiqué nada. Las cosas simplemente se dieron así”. Fue ella la que cayó en las garras seductoras de Emilia y Dalma, y si logró salir de allí fue porque se dio cuenta de que Emilia estaba chantajeando a alumnas becadas para que se convirtieran en actrices porno. Eso no le gustó nada.
Ahora quería hacer las paces con Emilia y sabía que la mejor forma era ayudando a Mercedes.
―Me siento mal ―fue lo primero que dijo Erika en la reunión.
―Te dije que comerte todo el paquete de Doritos te iba a caer mal ―le contestó Siara.
―No me refiero a eso. Soy inmune a los Doritos. Llevo años comiéndolos. Me siento mal porque Xamira ya consiguió dos casos para el club, y yo ninguno.
―Bueno, pero en realidad el primer caso fue una petición personal ―dijo Xamira―. Este sí es un caso oficial que no está vinculado conmigo, al menos de forma directa. Eso sí, antes de contarles de qué se trata, necesito que me prometan que van a tener la más absoluta discreción. Nadie se puede enterar quién es la persona que “nos contrató”, si es que se lo puede llamar un contrato.
―Si bien esto del club de detectives es un pasatiempo ―comenzó diciendo Siara―, yo me lo tomo muy en serio. Algún día me gustaría ser detective privado, de verdad. Y no podría serlo si me la paso contando chismes sobre quién me contrató.
―Yo también prometo que no voy a contarle a nadie ―dijo Oriana―, y ahora tengo mucha más curiosidad sobre este caso. ¿Nos contrató alguien que trabaja en el instituto?
―O quizás una persona famosa ―sugirió Erika―. Podés hablar con total libertad, Xami, yo opino igual que Siara.
―Muy bien, me alegra saberlo. Además nuestro trabajo consiste en evitar que cierta información salga a la luz. Ahora les explico de qué se trata. ¿Alguna vez vieron la serie de Minerva Santos?
―No es mi estilo, pero la conozco ―dijo Siara.
―Yo sí la miro, aunque no estoy tan al día ―aseguró Oriana―. Me cae muy simpática la actriz: Mercedes Navarro ―Xamira sonrió de una forma muy particular y Oriana abrió mucho los ojos―. ¡Jodeme! ¿Me estás queriendo decir que nos contrató la mismísima Mercedes Navarro?
―Así es. Quizás no lo sepan, pero ella fue estudiante de este mismo instituto. ―Las tres chicas parecieron sorprendidas―. Y esperen… porque esto les va a parecer todavía más loco: Mercedes es una de las amantes de Emilia.
―¿Qué? ―Oriana se puso de pie de un salto―. ¿Me estás cargando? Pero… pero… si ni siquiera parece lesbiana. Hasta se rumorea que anda de novia con uno de los chicos de la serie.
―Esos rumores, según me contó la misma Mercedes, los empezó a difundir ella misma, para enmascarar su verdadera orientación sexual ―Oriana volvió a sentarse lentamente, como si no quisiera creer en las palabras de Xamira―. Y ahí es donde radica el problema: resulta que hay una revista local, de esas de moda y chimentos, que está amenazando a Mercedes con “sacarla del clóset”.
―¿A la fuerza? ―Preguntó Erika―. Eso no está bien. Mercedes no está obligada a contarle a todo el mundo cuál es su orientación sexual.
―Eso mismo le dije yo ―continuó Xamira―. A Mercedes le preocupa mucho que se sepa que ella es lesbiana, no solo por la opinión que tendrá su familia, sino porque además podrían echarla de la serie.
―No creo que la echen por ser lesbiana ―dijo Siara―. Hoy en día eso sería un escándalo para la productora.
―Por supuesto; pero… ¿qué pasaría si la orientación sexual de Mercedes se explica a través de fotos muy explícitas? Fotos y videos…
―Uf, ahí sí que la echan ―dijo Oriana―. La productora de esa serie es famosa por echar a cualquier actriz que haya tenido un mínimo escándalo sexual. Ellos quieren aparentar que todas las actrices de sus series son vírgenes, puras y castas, como monjas. Me acuerdo que hace como un año echaron a una actriz secundaria de esa misma serie porque la chica subió fotos en topless a internet.
―Claro, eso también me lo contó Mercedes. Piensen que si echaron a una chica solo por mostrar las tetas…
―A Mercedes la fulminan si las fotos son muy explícitas ―comentó Siara―. ¿Y cómo consiguió la revista ese material? ¿Qué le dijeron a Mercedes? ¿Hay una fecha límite?
―Por lo que tengo entendido sí hay una fecha límite. Pero Mercedes no me dio más detalles, antes quiere estar segura de que estamos dispuestas a ayudarle y que no vamos a contarle a nadie. Me imaginé que ustedes iban a decir que sí, por eso le pedí a Mercedes que esta tarde fuera a mi casa. Mis padres no van a estar, así que nadie nos va a molestar.
―Muy bien, vamos a hablar con ella. Este caso me interesa mucho ―aseguró Siara.
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Un par de horas más tarde las cuatro chicas se juntaron en la casa de Xamira. Esperaron unos largos veinte minutos en el living hasta que alguien tocó el timbre. Al abrir la puerta se encontraron con una mujer con un pañuelo floreado sobre la cabeza y anteojos negros.
―Me parece que alguien no quiere que la reconozcan en la calle ―dijo Xamira.
―Perdón, sé que parece exagerado; pero… nunca se sabe cuándo habrá paparazzis cerca.
―Está bien, es bueno que seas precavida. Pasá, te presento a Siara, la hija de Verónica LeClerc.
―Ay, encantada… amo los diseños de tu mamá. Es una diosa.
―Muchas gracias ―dijo Siara, con una sonrisa cordial muy mal fingida.
―Ella es Erika, la hermana de Kamilexia.
―La Kamilexia que hace streams? Wow! Siempre quise hacer algo con ella. Me parece una chica muy copada.
―Yo no opino igual ―dijo Erika―. Así que no me pidas que te contacte con ella.
―Uy, perdón… em… no era mi intención meterme en una disputa familiar ―cuando la puerta se cerró, Mercedes se quitó los anteojos y el pañuelo, deslumbrando a las presentes con su belleza. Oriana reprimió un pequeño grito de alegría que salió de lo más hondo de su ser.
―Y ella es Oriana ―dijo Xamira―. Siempre se pone nerviosa cuando está cerca de gente famosa.
―Ay, es que no estoy mentalmente preparada para estas cosas. Chicas, entiendan que ustedes viven en un mundo muy diferente al mío. Yo no conozco a nadie que sea famoso.
―Yo tampoco ―dijo Xamira―, hasta ahora. Pero conocer gente famosa no es algo que me impresione tanto. Me puse un poco nerviosa la primera vez que vi a Mercedes porque ella estaba des… em… es que me sorprendió verla aparecer en la casa de Emilia. Ay, perdón, Mercedes, me vas a odiar por esto; pero… ya le conté a las chicas qué tipo de relación tenés vos con Emilia. Aunque… te prometo que ellas no le van a contar a nadie.
―Está bien ―Mercedes se dejó caer en un sillón, estaba abatida―. Me aterra que haya gente que sepa de esto, siempre hice un gran esfuerzo por enterrarlo. Pero, si ustedes me van a ayudar, tienen que saber estos detalles. No tiene sentido negarlo. Al menos ya rompiste el hielo por mí, de lo contrario no me hubiera animado a hablar del tema.
―Quedate tranquila, Mercedes ―dijo Siara―. Con la madre que tengo aprendí a ser muy discreta. Nada de lo que nos cuentes acá se va a saber. Tomalo como un “secreto profesional”. Nosotras trabajamos para vos, aunque no nos pagues.
―De eso quería hablarles. Yo estoy dispuesta a pagar, el dinero no es un problema.
―Muy bien, te aceptamos el pago ―se apresuró a decir Oriana―. Ay, no me miren así. ¿A ustedes les gusta estar mendigando el dinero de sus madres? A mí no. Si me van a pagar por esto, lo acepto encantada. No es ninguna deshonra cobrar por un servicio prestado.
―Mmm… bueno, Oriana tiene un buen punto ―dijo Siara―. Ese dinero nos podría servir para financiar nuestros… em… proyectos.
―Sí, por favor, acepten el pago ―insistió Mercedes―. Me quedaría mucho más tranquila si sé que hay una especie de contrato verbal entre nosotras.
―Por si querés demandarnos ―dijo Erika. Mercedes se puso pálida―. Está bien, no te culpo por cubrirte las espaldas. Hacés bien. En tu situación yo haría lo mismo. Te aceptamos el pago y podemos decir que tenemos un contrato verbal de confidencialidad. No vamos a contarle a nadie sobre tu caso, y vamos a esforzarnos al máximo por encontrar una solución a tu problema.
―Muy bien. Gracias por entender.
―Después te pasamos el detalle de nuestros honorarios ―dijo Oriana―. Y a eso le vamos a sumar los gastos que vayan surgiendo durante el trabajo. Hasta podríamos hacerte un documento firmado por las cuatro jurando que no le vamos a contar nada a nadie.
―Ok, eso me gusta más. Me deja más tranquila. Perdón por ser tan paranoica…
―No te disculpes, Mercedes ―dijo Xamira sentándose a su lado. La tomó de la mano y la miró fijamente a los ojos―. Después de lo que te dijeron de esa revista, es lógico que estés paranoica. Te estás jugando la carrera… y tu privacidad.
―Muchas gracias ―dijo Mercedes, sonrojándose. De forma instintiva, con su mano libre, acarició la pierna de Xamira.
Xami no le prestó demasiada atención a este gesto, pero a las otras tres les pareció algo extraño.
―No tengas miedo ―dijo Xamira―. Contale a mis amigas lo que te está pasando. Nosotras estamos para ayudarte.
―Muy bien, voy a intentar darles la versión corta, para saber si les interesa el caso. Como ustedes ya saben, yo… em… soy lesbiana. Me gustan las mujeres. Lo sé desde hace tiempo. Esto siempre fue un problema para mí, vengo de una familia conservadora que no está a favor de la homosexualidad, y además… mi trabajo. Soy actriz, y no cualquier clase de actriz. Trabajo en Caleri, una productora que cuida mucho su imágen y la de sus actrices. Ellos no quieren que se sexualice a las chicas que trabajan para ellos. Por un lado está bien, nunca te van a obligar a hacer una escena picante; pero a veces se pasan un poco con las medidas que toman.
―Como cuando echaron a tu compañera por subir una foto en topless a internet ―comentó Oriana.
―Sí, pobrecita. Ella sabía que estaba corriendo un riesgo, y cometió el error de creer que el apoyo de la gente le sería suficiente. Pero en Caleri comenzaron a correr el rumor de que era una chica conflictiva, que se drogaba, que maltrataba a sus compañeros, y otras aberraciones. Hasta nos hicieron firmar un contrato de confidencialidad donde nos comprometíamos a no opinar sobre ese tema.
―Qué hijos de puta ―dijo Erika.
―Ahora imaginen lo que me puede pasar a mí si sale a la luz que soy lesbiana. Hace unas semanas la revista Caleidoscopio me contactó para avisarme que tenían “material sensible” sobre mi vida privada. Al principio no les di mucha importancia, no es una revista muy grande, de hecho escuché rumores de que están al borde de la quiebra. Tampoco les creí eso de “el material sensible”, porque yo soy muy cuidadosa con mis relaciones. No me gusta sacarme fotos ni filmar nada durante el acto sexual. Hace cuatro días recibí el email que me alteró la vida por completo. El editor de la revista Caleidoscopio me decía: “Tendrías que concedernos una entrevista, este material saldrá a la luz dentro de quince días”. Y adjuntó fotos y videos muy explícitos en los que yo estoy teniendo sexo con una chica.
―Te pidieron dinero? ―Preguntó Siara.
―Sí ―respondió Mercedes, con pesar―. Me dijeron que ellos pueden ganar mucho publicando esto y que si yo quiero prohibirles sacar esta nota, tendré que compensarlos de la forma apropiada.
―Esto es chantaje… podrías ir a la policía ―dijo Oriana.
―Lo sé. Lo que están haciendo es ilegal, pero si voy a la policía va a ser peor. El editor filtraría todo el material y yo quedaría expuesta… y sin trabajo. Por eso recurro a ustedes. No sé qué más hacer, y solo quedan once días para la fecha límite.
―Pero… ¿Qué podríamos hacer nosotras? ―Preguntó Oriana―. Me da mucha bronca que estés pasando por esta situación; pero éste no parece un caso de investigación. Vos ya sabés quién intenta arruinarte la carrera. Creo que te saldría más rentable contratar a alguien que amenace a ese tipo, o algo así.
―Lo pensé. Sé que es algo horrible, pero llegué a pensar en esa alternativa. Y después, con la mente fría, me dije a mí misma que no soy esa clase de persona. Quisiera encontrar otra solución, una más… pacífica.
―Oriana tiene un buen punto ―comentó Siara―. Más que un trabajo de investigación éste sería uno de “resolución de problemas”. No es nuestra área; sin embargo, podríamos usar nuestras dotes detectivescas para averiguar más sobre la revista Caleidoscopio y sobre su editor, quizás encontremos información que nos permita, em… disuadirlo.
―Es decir, ¿chantajearlo para que no chantejee a Mercedes? ―Preguntó Xamira.
―Sé que suena mal ―dijo Siara―. Quizás no será necesario llegar a tanto. El caso me interesa. Esto no es un juego, chicas. No es algo que podamos hacer como pasatiempo, para matar las horas de aburrimiento. Acá la carrera, y la vida privada de Mercedes, están en riesgo. Si vamos a aceptar el caso nos tenemos que comprometer a hacer todo lo necesario para encontrar una solución. Aunque esa solución no sea la más ética.
―Creo que hablo por todas al decir que vamos a aceptar el caso, aún sabiendo que podría generarnos conflictos éticos o morales ―dijo Erika―. Mercedes necesita ayuda y es obvio que no tiene a nadie más a quién recurrir, de lo contrario no le hubiera pedido ayuda a cuatro chicas que no conoce. Si alguna no está de acuerdo, que lo diga ahora. Si guardan silencio, significa que están totalmente comprometidas con el caso.
Las cuatro chicas guardaron silencio.
Mercedes sonrió y una lágrima cayó por su mejillas.
―Gracias, no saben lo mucho que aprecio que se tomen esto en serio, y desde ya les pido perdón. No era mi intención generarles un dilema ético; pero… estoy desesperada. Mi vida depende de mi carrera como actriz.
―Ahora que ya sabés que estamos comprometidas a ayudarte ―dijo Siara―, me gustaría tener acceso al email que te mandó el editor de la revista. ―Mercedes se puso tensa―. Sé que es una invasión a la privacidad, pero necesitamos ver esas imágenes. Lo que más me hace ruido es que si vos nunca te filmás teniendo sexo, ¿cómo es que las consiguieron?
―Está bien, lo entiendo. Me da vergüenza que vean este material, es muy… explícito, y además… em… les pido discreción, por favor. No me juzguen por lo que me van a ver haciendo en esos videos. Yo… em… por lo general no tengo relaciones sexuales, ya que me tengo que cuidar mucho al hacerlo… y cuando encuentro a alguien con quién compartir un buen momento, a veces pierdo un poquito la cabeza. Es como si intentara sacarme toda la tensión acumulada en una sola noche de sexo.
―No te preocupes por eso ―dijo Xamira―. Vos me conociste cuando le estaba chupando la concha a Emilia, y yo tampoco entiendo por qué me comporto así en determinados momentos. No te vamos a juzgar, solo necesitamos saber cómo y dónde fueron tomadas esas imágenes.
―El dónde ya lo sé ―contestó Mercedes―. Fue en el Hotel Costa Verde.
―Ese es un hotel de cinco estrellas ―comentó Siara―. Uno de los más caros de la ciudad.
―Sí, y siempre que quiero tener relaciones sexuales con una mujer, voy a ese hotel. Tienen un excelente servicio y nunca hacen demasiadas preguntas. Hasta hay métodos pensados para situaciones como las mías, para que nadie me vea entrar o salir. La discreción de este hotel es primordial, de lo contrario no tendrían tantos clientes “VIP”. Por eso me resulta muy extraño que me hayan grabado ahí. Básicamente estarían echando a perder su principal fuente de ingresos: gente adinerada que quiere tener sexo de forma discreta.
―Entonces habrá que averiguar cómo afectaría esto al hotel ―dijo Erika―. Si para ellos también es un riesgo que se publiquen tus fotos, hasta podrían ayudarnos a evitar la catástrofe.
―Espero que así sea ―dijo Mercedes―. Porque si el hotel también es parte de este chantaje, ya no sé qué podemos hacer.
―Bueno, esto nos da una buena base para iniciar la investigación ―dijo Siara, tomando notas en una libreta―. Tenemos el hotel y la revista. ¿Considerás que hay otro lugar que debemos visitar u otra persona con la que debamos hablar?
―Em… bueno, esto les va a parecer un poco cruel, pero me gustaría que hablen con mi novia. Se llama Sandra, después les paso su número de teléfono.
―¿Sandra es la chica con la que estabas teniendo sexo en el hotel? ―Preguntó Oriana.
―No, y justamente ese es el problema. Soy un desastre, chicas, a veces me doy asco a mí misma. No solo le pido a mi novia que mantenga nuestra relación en el más absoluto secreto, sino que además le pongo los cuernos. Y lo hice muchas veces.
―Entonces… ¿por qué deberíamos hablar con ella? ―Preguntó Erika―. No sería mejor dejarla al margen y que no se entere de nada?
―Sandra ya sabe que le fui infiel, un día me sorprendió en casa, con otra chica… tengo miedo de que ella esté involucrada, de alguna manera, porque se enojó tanto conmigo que amenazó con contar todo sobre nuestra relación a los medios. Tuvimos una discusión muy fuerte, pero hicimos las pases. De todas formas me da la sensación de que ella sigue muy enojada conmigo.
―Muy bien, vale la pena charlar con Sandra ―dijo Siara, anotando ese nombre.
―Solo les pido que tengan mucho tacto al hablar con ella. No le digan que yo las mandé.
―Sí, quedate tranquila, la discreción va a ser nuestra prioridad ―dijo Erika, a Mercedes no le pareció que esa chica tan pechugona vestida con colores estrafalarios entendiera el concepto de “discreción”, aún así se limitó a asentir con la cabeza―. Y qué podés contarnos de la chica que estuvo con vos en ese hotel? La del video.
―Em… es que no se trata de una sola chica. Fueron varias, en distintas oportunidades. A algunas no las conozco demasiado… lo que pasa es que, en mi posición de actriz, me encuentro con muchas chicas que fantasean con comerle la concha a Minerva Santos, el personaje que interpreto. Y yo… em… le doy el gusto a algunas de esas chicas.
―¿Y no te da miedo que se lo cuenten a alguien?
―No, porque nadie les creería. Hay muchas chicas en internet diciendo que se acostaron conmigo, la gran mayoría miente. Quizás solo una o dos estén diciendo la verdad. Igual no me importa, si no hay evidencias del hecho, es su palabra contra la mía, y a esto hay que sumarle los hombres que juran haberse acostado conmigo. Eso ayuda mucho, porque aumentan esa percepción popular de que todo el mundo miente. Y esto le pasa a muchas personas famosas. La productora Caleri hace caso omiso de esos rumores. Como si no existieran. Sin embargo, cuando hay fotos o videos de por medio, la cosa es muy diferente.
―Ah. Ya veo ―dijo Erika―. Con la carita de santa que tenés, no te imaginaba tan… promiscua.
―Esta carita de santa es lo que me consiguió el papel de Minerva Santos; pero si no fuera actriz, estoy segura de que mi vida hubiera sido muy diferente. Soy promiscua desde que tuve mis primeras experiencias sexuales. Y pasar mucho tiempo sin tener relaciones me afecta mucho. Por eso fui a ver a Emilia…
―No quiero meterme en tu vida privada ―dijo Xamira―, pero algún día me gustaría que me cuentes cómo fue tu relación con Emilia. Yo… yo también me acosté con ella, como ya sabrás; pero nuestra relación no siempre fue muy sana que digamos.
―Muy bien, si querés un día podemos juntarnos en algún lugar discreto y hablamos sobre Emilia. Sé que es una mujer muy particular, en especial con la perspectiva que tiene sobre el sexo. Ella me ayudó a afrontar mi vida sexual y hasta me dio consejos muy útiles para que nadie sospeche de mis… gustos personales.
―Por supuesto, cuando quieras.
―Excelente ―dijo Siara―. Creo que ya tenemos todo lo necesario para planificar la investigación. Vamos a tomarnos en serio el caso y la fecha límite. En cuanto logremos algún avance, nos vamos a poner en contacto con vos. No te olvides de mandarnos el email que te envió el editor de la revista.
―Muchas gracias por todo, chicas. Sin la ayuda de ustedes, sinceramente no sé qué haría. No las conozco, pero ya siento que puedo confiar en sus capacidades. Emilia me habló muy bien de ustedes. Asegura que son muy inteligentes: “Demasiado para mi gusto”, me dijo. No sé a qué se refiere.
―Em… después te explico ―dijo Xamira.
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Cuando Mercedes se retiró y las cuatro integrantes del club se quedaron solas, Siara les dijo:
―Chicas, tenemos que hablar de Uvisex. Sé que dijimos que el proyecto de crear una web porno había quedado descartado. Pero… el asunto de Uvisex me preocupa. Siento que es mucho más grande de lo que nosotras nos imaginamos. Estaba pensando que si Mercedes nos paga por este trabajo, podríamos usar ese dinero, más algo más que tenemos guardado, para pagar una suscripción a Uvisex.
―Tiene sentido ―dijo Oriana―. Eso nos permitiría ver realmente qué clase de contenido hay en esa web y si nos encontramos con más chicas del instituto.
―Sí, la lista que tenemos no es muy larga y solo son las becadas por Emilia ―continuó Siara―. Pero presiento que hay más.
―Vamos a hacerlo ahora mismo ―dijo Erika.
―¿Ahora? ―Preguntó Oriana.
―¿Ustedes tienen algo más importante que hacer? ―Ninguna respondió―. Muy bien, acá está mi tarjeta de crédito. Si realmente me van a dar el dinero (o la mayor parte) no voy a tener problemas con mi hermana. Ella ni siquiera se va a enterar.
―La plata va a estar ―Aseguró Siara―. Aunque tenga que suplicarle a mi mamá.
―Lo mismo digo ―añadió Xamira―. Yo tengo algo ahorrado y estoy segura de que puedo conseguir un poco más sin que mi mamá me haga demasiadas preguntas.
―Ay, chicas, me duele en el alma decirlo, pero… yo no puedo darles nada. Si no fuera por la beca de Emilia, yo no podría cursar en ese instituto.
―No te preocupes, Oriana ―dijo Erika, con una gran sonrisa―. Cada quien aporta con lo que puede. Vos sos una gran integrante de este equipo. Hiciste mucho por nosotros.
―Voy a pensar de qué forma puedo compensar esto…
―Eso lo vemos más adelante ―dijo Siara―. Ahora mismo… tenemos que revisar Uvisex.
―Ah y… chicas ―dijo Erika mirándolas a todas―. Esto es una página porno premium, estoy segura de que vamos a encontrar material más que excitante. Creo que esa etapa ya la superamos, si alguna siente la necesitad de tocarse un poquito… haganlo sin pedir permiso.
―Yo lo voy a hacer, estoy segura ―dijo Xamira―. Con todo lo que pasó con Emilia y Mercedes, estoy con las hormonas alteradas.
―Me encanta que tengan la mente tan abierta ―dijo Oriana―. Así no me siento tan mal por confesar lo que hago mientras realizo mis investigaciones por internet. Sino me sentiría como una pajera… y una boluda.
―Quizás las cuatro somos unas boludas pajeras ―dijo Erika, soltando una risita―. Pero prefiero eso antes que ser una frígida como Sofía Levitz.
Las chicas se sorprendieron de lo sencillo que fue anotarse en Uvisex, lo único que pedía la página web era un nombre de usuario (que no necesitaba ser real), una contraseña y un método de pago. Además aclaraban que, por cuestiones de privacidad, no había un método para recuperar la contraseña si el usuario la olvidaba. Por eso las chicas anotaron los datos en sus respectivos celulares.
―¿Esto quiere decir que con el mismo nombre y la misma contraseña podemos acceder las cuatro? ―Preguntó Oriana.
―Al parecer, sí ―dijo Erika.
―¿Esto no es contraproducente para la web?
―No creo, Ori ―respondió Siara―. La gente no suele compartir la contraseña para entrar a un sitio porno, mucho menos uno tan exclusivo como éste.
―Ah, ese es un buen punto.
El pago fue aceptado y lograron acceder a la pantalla principal de la web. Allí había rótulos con categorías típicas de cualquier sitio web porno: amateur, colegialas, maduras, jovencitas, lesbianas, mamadas, tríos, y un largo etcétera. Debajo de eso pudieron ver varias imágenes que, al pasar el cursos por encima, reproducían adelantos de videos porno.
―No me parece tan exclusivo ―dijo Xamira―. Se ve como una web porno común y corriente.
―La exclusividad está acá ―dijo Siara resaltando el texto debajo del logo de Uvisex. Decía: “No encontrarás este material en ningún otro sitio web”.
―A mí la frase que más me llama la atención es esta ―dijo Erika señalando un cartel que aparecía entre la lista de videos: “Deja que tu curiosidad te guíe”―. Es como si te estuvieran invitando a revisar el material, dando a entender que habrá recompensas…
―Así es, y miren esto ―Oriana señaló la parte superior de la pantalla―. Hay una barra de experiencia, como si fuera un videojuego, y dice: “Nivel 1”.
Siara hizo click en esa barra y apareció un cartel diciendo: “Subirás de nivel mientras disfrutas de nuestro contenido. Mientras más alto sea tu nivel, más exclusivo será el material que puedas ver”.
―Uy, eso… me parece una idea brillante ―dijo Erika―. Es una muy buena forma de no mostrarte todo de entrada, solo quienes más usen el servicio podrán acceder al mejor material.
―No sé si es tan buena idea ―comentó Oriana―. Si yo entro a una web pagando una fortuna y me dicen que no puedo acceder de entrada a todo el material, me voy a la mierda.
―Pero la gente que tiene dinero para pagar esta suscripción no se va a ir ―dijo Siara―. A ese perfil de consumidores les atrae la idea de estar en un sitio premium que les promete que verán material único. Y me imagino que llevará semanas o meses subir al nivel máximo. Eso aumenta la exclusividad, es como si les dijeran: “Solo aquellos capaces de pagar durante meses por este servicio accederán al mejor material”.
―Aún así, no lo entiendo.
―Yo sí lo entiendo, porque mi mamá hace algo parecido con la ropa que ella vende. Solo los más exclusivos, aquellos que se ganen su confianza durante meses, podrán comprar sus mejores prendas. No se las vende a cualquiera, aunque esa persona tenga el dinero para pagarlas.
―Por eso los diseños de Verónica son tan cotizados ―explicó Erika.
Las chicas comenzaron a mirar los videos y las fotos que tenían disponibles en la página. La mayoría les pareció porno convencional, idéntico al que podrían encontrar en cualquier página web. Solo que en Uvisex proporcionaba los nombres reales de las personas que participaban en cada acto sexual y decían cosas como: Alumna de un prestigioso instituto. Profesora. Abogada. Doctora.
―Hay un par de chicas que están en la lista que nos proporcionó María Fernanda Dalessi ―dijo Siara―. Más allá de eso, no veo nada particularmente llamativo. Dan los nombres de las chicas, pero… es todo como muy frío. Creo que la página tiene buen material, y se queda algo corta en la presentación.
―Eso mismo pensé ―dijo Erika―. Tratándose de un sitio tan exclusivo, me esperaba más información, algo que lleve a la gente a fantasear con la idea de estar viendo algo único.
―De todas maneras ―comentó Oriana―, me da la impresión de que muchas de estas personas ni siquiera saben que están en Uvisex.
―¿Qué te hace pensar en eso? ―Preguntó Xamira.
―Que muchos de los videos no parecen actuados, e incluso parecen estar filmados con cámaras ocultas.
―Es cierto ―dijo Erika―. Si realmente están usando contenido sin permiso de la gente, entonces vale la pena investigar más a fondo… Ay, se me ocurrió una idea muy loca que, si llega a ser cierta, Xamira se va a enojar un montón.
―¿Por qué? ―Preguntó Xami.
―Siara, poné el nombre de Xamira en el buscador de la web. Es un nombre rarísimo, creo que puede arrojar un resultado muy concreto.
Y así fue.
―La puta madre que me parió! ―Exclamó Xamira, poniéndose de pie―. Voy a matar a alguien, ya vengo.
―Tranquila, Xami ―dijo Siara, tomándola del brazo―. Sé que estás molesta, pero actuar sin pensar solo va a empeorar las cosas. Nos vas a poner en evidencia. De momento es mejor que nadie sepa que estamos revisando Uvisex.
Xamira se sentó, a regañadientes. Las cuatro chicas se quedaron mirando la pantalla. Allí había dos videos en los que se mostraba a Xamira teniendo sexo con Alexis, y varias fotos de ella posando con Dalma.
―Ese hijo de mil putas… le dio todo a Uvisex.
―Y seguramente le pagaron muy bien ―dijo Erika. Xami soltó un chillido de furia―. Perdón, no quería hacerte enojar más.
―Definitivamente tenemos que seguir adelante con nuestro proyecto de la página web ―dijo Xamira―. Quiero encontrar a la persona responsable de esto y romperle la cara.
―¿Estás segura, Xami? ―Preguntó Oriana―. Eso de hacer una web porno requiere mucho compromiso y mucho trabajo.
―Sé que esa idea nos pareció exagerada en su momento y quizás fue porque no teníamos la confianza suficiente, o la determinación para seguir adelante. Pero después de lo que hicimos en la casa de Siara… siento que les puedo contar lo que sea. Es cierto que nos conocemos hace poco, sin embargo las circunstancias nos forzaron a ganarnos la confianza mutua. Ustedes me vieron chupándole la pija a Alexis, ahí estan las fotos y los videos que lo evidencian. También tengo que agregar que tuve que acostarme con él para conseguir más información sobre Dalma y Emilia. Sabía que él me estaba sacando fotos, pero nunca me dijo que ese material terminaría en Uvisex. Ahora estoy segura de que vamos a encontrar cosas turbias en esta web. Vale la pena seguir adelante.
―Xamira tiene razón ―dijo Erika―. Deberíamos llamarlo a este pibe, Julián, y grabemos un par de cositas más.
―Yo estoy dispuesta a dejarme grabar, aún sabiendo que ese material lo va a ver gente que no conozco ―aseguró Xamira.
―Yo también ―aseguró Oriana―. Me va a costar mucho al principio, no lo voy a negar; pero… entiendo por qué lo hacemos. Además… será mi forma de compensar la falta de apoyo económico. No puedo dar dinero; sin embargo, esto si lo puedo hacer.
―No queremos que te sientas obligada a hacer algo que no querés ―dijo Siara.
―No te preocupes por eso. Voy a intentar manejarlo de la mejor forma posible. Necesitamos llegar al fondo del asunto y la única forma de captar la atención de una empresa tan hermética como Uvisex es volviéndonos su competencia. Y para poder hacer eso… em… tenemos que generar contenido que no se consiga de otra manera y venderlo de forma morbosa, atrayente… dios, me escucho hablar y siento que me volví loca.
―Te entiendo, Ori ―dijo Erika―. Y si queremos competir contra Uvisex… nosotras mismas tendremos que romper algunas reglas éticas y morales.
―¿En qué estás pensando? ―Preguntó Siara.
―Es solo una sugerencia… pero, ya que el contenido va a ser tan exclusivo y solo podrán verlo aquellos que paguen una fortuna… podríamos subir el video que Oriana grabó en la oficina del decano.
―Pero… Brenda y Sofía nunca nos dieron su permiso ―dijo Oriana.
―Justamente a eso me refería. Chicas, sé que suena mal; pero no podemos competir contra Uvisex sin romper algunas normas. Ellos lo hacen y gracias a esto consiguen que la web sea un éxito. Sé que está mal mostrar contenido sin permiso de los participantes, no me agrada para nada; pero… es lo mejor que tenemos.
―No tenemos más alternativa que jugar con las reglas de Uvisex ―dijo Xamira―. Es la única forma de captar su atención y hacerlos salir de las sombras. ¿Están comprometidas con esta misión?
―Sí ―dijeron las otras tres, al unísono.
―Muy bien. Llamemos a Julián para que nos grabe a Oriana y a mí haciendo… algo ―dijo Xamira―. Después de ahí vamos viendo. Tenemos que conseguir a alguien que sea muy bueno en el diseño web, y que le de vida a nuestra página. Ahora sí le declaramos oficialmente la guerra a Uvisex.
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Capítulo 22.
La Euforia del Detective.
Mientras las chicas se preparaban para el inicio de una nueva reunión del club de detectives, Xamira se dio cuenta de que se alegraba de haber vuelto. Hubiera sido un error alejarse de sus nuevas amigas y de la emoción de sumergirse en un caso hasta llegar a una resolución final. Con el caso de Dalma no la pasó bien, la afectó de forma directa y personal; con el de Brenda Ramallo lo disfrutó un poco más, a pesar de que no tuvo que hacer prácticamente nada y todo se resolvió rápido. Sin embargo ahora estaba sintiendo la “euforia del detective”. Ese término se lo escuchó a Siara cuando le preguntó por qué había decidido crear este club. “Por la euforia del Detective”, le respondió sin más.
Al principio no lo entendió, le iba a pedir que se lo desarrolle un poco; pero ahora, sin necesidad de que nadie se lo explicara, comprendió de qué se trataba. Se pasó todo el día acelerada, con la ansiedad por las nubes, esperando por esta reunión porque sabía que sus amigas se entusiasmarían con este nuevo caso. Sabía que no sería nada fácil de resolver y que, probablemente, tendrían que hacer muchas “investigaciones de campo”. Ese término también lo aprendió de Siara. Quizás las “investigaciones de campo” eran su especialidad, así como a Oriana se le daba muy bien la investigación en internet. Xami sentía que el trabajo mental no era su fuerte, eso se lo dejaba a Siara y a Erika, ellas eran realmente buenas conectando información y elaborando métodos de investigación. Xamira, en cambio, era más visceral. Más de actuar que de pensar.
Cuando Siara la felicitó por haber pensado en una trampa para hacer caer a Emilia en sus propias mentiras, Xamira se lo agradeció y guardó silencio; pero en su fuero interno dijo: “Yo no planifiqué nada. Las cosas simplemente se dieron así”. Fue ella la que cayó en las garras seductoras de Emilia y Dalma, y si logró salir de allí fue porque se dio cuenta de que Emilia estaba chantajeando a alumnas becadas para que se convirtieran en actrices porno. Eso no le gustó nada.
Ahora quería hacer las paces con Emilia y sabía que la mejor forma era ayudando a Mercedes.
―Me siento mal ―fue lo primero que dijo Erika en la reunión.
―Te dije que comerte todo el paquete de Doritos te iba a caer mal ―le contestó Siara.
―No me refiero a eso. Soy inmune a los Doritos. Llevo años comiéndolos. Me siento mal porque Xamira ya consiguió dos casos para el club, y yo ninguno.
―Bueno, pero en realidad el primer caso fue una petición personal ―dijo Xamira―. Este sí es un caso oficial que no está vinculado conmigo, al menos de forma directa. Eso sí, antes de contarles de qué se trata, necesito que me prometan que van a tener la más absoluta discreción. Nadie se puede enterar quién es la persona que “nos contrató”, si es que se lo puede llamar un contrato.
―Si bien esto del club de detectives es un pasatiempo ―comenzó diciendo Siara―, yo me lo tomo muy en serio. Algún día me gustaría ser detective privado, de verdad. Y no podría serlo si me la paso contando chismes sobre quién me contrató.
―Yo también prometo que no voy a contarle a nadie ―dijo Oriana―, y ahora tengo mucha más curiosidad sobre este caso. ¿Nos contrató alguien que trabaja en el instituto?
―O quizás una persona famosa ―sugirió Erika―. Podés hablar con total libertad, Xami, yo opino igual que Siara.
―Muy bien, me alegra saberlo. Además nuestro trabajo consiste en evitar que cierta información salga a la luz. Ahora les explico de qué se trata. ¿Alguna vez vieron la serie de Minerva Santos?
―No es mi estilo, pero la conozco ―dijo Siara.
―Yo sí la miro, aunque no estoy tan al día ―aseguró Oriana―. Me cae muy simpática la actriz: Mercedes Navarro ―Xamira sonrió de una forma muy particular y Oriana abrió mucho los ojos―. ¡Jodeme! ¿Me estás queriendo decir que nos contrató la mismísima Mercedes Navarro?
―Así es. Quizás no lo sepan, pero ella fue estudiante de este mismo instituto. ―Las tres chicas parecieron sorprendidas―. Y esperen… porque esto les va a parecer todavía más loco: Mercedes es una de las amantes de Emilia.
―¿Qué? ―Oriana se puso de pie de un salto―. ¿Me estás cargando? Pero… pero… si ni siquiera parece lesbiana. Hasta se rumorea que anda de novia con uno de los chicos de la serie.
―Esos rumores, según me contó la misma Mercedes, los empezó a difundir ella misma, para enmascarar su verdadera orientación sexual ―Oriana volvió a sentarse lentamente, como si no quisiera creer en las palabras de Xamira―. Y ahí es donde radica el problema: resulta que hay una revista local, de esas de moda y chimentos, que está amenazando a Mercedes con “sacarla del clóset”.
―¿A la fuerza? ―Preguntó Erika―. Eso no está bien. Mercedes no está obligada a contarle a todo el mundo cuál es su orientación sexual.
―Eso mismo le dije yo ―continuó Xamira―. A Mercedes le preocupa mucho que se sepa que ella es lesbiana, no solo por la opinión que tendrá su familia, sino porque además podrían echarla de la serie.
―No creo que la echen por ser lesbiana ―dijo Siara―. Hoy en día eso sería un escándalo para la productora.
―Por supuesto; pero… ¿qué pasaría si la orientación sexual de Mercedes se explica a través de fotos muy explícitas? Fotos y videos…
―Uf, ahí sí que la echan ―dijo Oriana―. La productora de esa serie es famosa por echar a cualquier actriz que haya tenido un mínimo escándalo sexual. Ellos quieren aparentar que todas las actrices de sus series son vírgenes, puras y castas, como monjas. Me acuerdo que hace como un año echaron a una actriz secundaria de esa misma serie porque la chica subió fotos en topless a internet.
―Claro, eso también me lo contó Mercedes. Piensen que si echaron a una chica solo por mostrar las tetas…
―A Mercedes la fulminan si las fotos son muy explícitas ―comentó Siara―. ¿Y cómo consiguió la revista ese material? ¿Qué le dijeron a Mercedes? ¿Hay una fecha límite?
―Por lo que tengo entendido sí hay una fecha límite. Pero Mercedes no me dio más detalles, antes quiere estar segura de que estamos dispuestas a ayudarle y que no vamos a contarle a nadie. Me imaginé que ustedes iban a decir que sí, por eso le pedí a Mercedes que esta tarde fuera a mi casa. Mis padres no van a estar, así que nadie nos va a molestar.
―Muy bien, vamos a hablar con ella. Este caso me interesa mucho ―aseguró Siara.
—-------------
Un par de horas más tarde las cuatro chicas se juntaron en la casa de Xamira. Esperaron unos largos veinte minutos en el living hasta que alguien tocó el timbre. Al abrir la puerta se encontraron con una mujer con un pañuelo floreado sobre la cabeza y anteojos negros.
―Me parece que alguien no quiere que la reconozcan en la calle ―dijo Xamira.
―Perdón, sé que parece exagerado; pero… nunca se sabe cuándo habrá paparazzis cerca.
―Está bien, es bueno que seas precavida. Pasá, te presento a Siara, la hija de Verónica LeClerc.
―Ay, encantada… amo los diseños de tu mamá. Es una diosa.
―Muchas gracias ―dijo Siara, con una sonrisa cordial muy mal fingida.
―Ella es Erika, la hermana de Kamilexia.
―La Kamilexia que hace streams? Wow! Siempre quise hacer algo con ella. Me parece una chica muy copada.
―Yo no opino igual ―dijo Erika―. Así que no me pidas que te contacte con ella.
―Uy, perdón… em… no era mi intención meterme en una disputa familiar ―cuando la puerta se cerró, Mercedes se quitó los anteojos y el pañuelo, deslumbrando a las presentes con su belleza. Oriana reprimió un pequeño grito de alegría que salió de lo más hondo de su ser.
―Y ella es Oriana ―dijo Xamira―. Siempre se pone nerviosa cuando está cerca de gente famosa.
―Ay, es que no estoy mentalmente preparada para estas cosas. Chicas, entiendan que ustedes viven en un mundo muy diferente al mío. Yo no conozco a nadie que sea famoso.
―Yo tampoco ―dijo Xamira―, hasta ahora. Pero conocer gente famosa no es algo que me impresione tanto. Me puse un poco nerviosa la primera vez que vi a Mercedes porque ella estaba des… em… es que me sorprendió verla aparecer en la casa de Emilia. Ay, perdón, Mercedes, me vas a odiar por esto; pero… ya le conté a las chicas qué tipo de relación tenés vos con Emilia. Aunque… te prometo que ellas no le van a contar a nadie.
―Está bien ―Mercedes se dejó caer en un sillón, estaba abatida―. Me aterra que haya gente que sepa de esto, siempre hice un gran esfuerzo por enterrarlo. Pero, si ustedes me van a ayudar, tienen que saber estos detalles. No tiene sentido negarlo. Al menos ya rompiste el hielo por mí, de lo contrario no me hubiera animado a hablar del tema.
―Quedate tranquila, Mercedes ―dijo Siara―. Con la madre que tengo aprendí a ser muy discreta. Nada de lo que nos cuentes acá se va a saber. Tomalo como un “secreto profesional”. Nosotras trabajamos para vos, aunque no nos pagues.
―De eso quería hablarles. Yo estoy dispuesta a pagar, el dinero no es un problema.
―Muy bien, te aceptamos el pago ―se apresuró a decir Oriana―. Ay, no me miren así. ¿A ustedes les gusta estar mendigando el dinero de sus madres? A mí no. Si me van a pagar por esto, lo acepto encantada. No es ninguna deshonra cobrar por un servicio prestado.
―Mmm… bueno, Oriana tiene un buen punto ―dijo Siara―. Ese dinero nos podría servir para financiar nuestros… em… proyectos.
―Sí, por favor, acepten el pago ―insistió Mercedes―. Me quedaría mucho más tranquila si sé que hay una especie de contrato verbal entre nosotras.
―Por si querés demandarnos ―dijo Erika. Mercedes se puso pálida―. Está bien, no te culpo por cubrirte las espaldas. Hacés bien. En tu situación yo haría lo mismo. Te aceptamos el pago y podemos decir que tenemos un contrato verbal de confidencialidad. No vamos a contarle a nadie sobre tu caso, y vamos a esforzarnos al máximo por encontrar una solución a tu problema.
―Muy bien. Gracias por entender.
―Después te pasamos el detalle de nuestros honorarios ―dijo Oriana―. Y a eso le vamos a sumar los gastos que vayan surgiendo durante el trabajo. Hasta podríamos hacerte un documento firmado por las cuatro jurando que no le vamos a contar nada a nadie.
―Ok, eso me gusta más. Me deja más tranquila. Perdón por ser tan paranoica…
―No te disculpes, Mercedes ―dijo Xamira sentándose a su lado. La tomó de la mano y la miró fijamente a los ojos―. Después de lo que te dijeron de esa revista, es lógico que estés paranoica. Te estás jugando la carrera… y tu privacidad.
―Muchas gracias ―dijo Mercedes, sonrojándose. De forma instintiva, con su mano libre, acarició la pierna de Xamira.
Xami no le prestó demasiada atención a este gesto, pero a las otras tres les pareció algo extraño.
―No tengas miedo ―dijo Xamira―. Contale a mis amigas lo que te está pasando. Nosotras estamos para ayudarte.
―Muy bien, voy a intentar darles la versión corta, para saber si les interesa el caso. Como ustedes ya saben, yo… em… soy lesbiana. Me gustan las mujeres. Lo sé desde hace tiempo. Esto siempre fue un problema para mí, vengo de una familia conservadora que no está a favor de la homosexualidad, y además… mi trabajo. Soy actriz, y no cualquier clase de actriz. Trabajo en Caleri, una productora que cuida mucho su imágen y la de sus actrices. Ellos no quieren que se sexualice a las chicas que trabajan para ellos. Por un lado está bien, nunca te van a obligar a hacer una escena picante; pero a veces se pasan un poco con las medidas que toman.
―Como cuando echaron a tu compañera por subir una foto en topless a internet ―comentó Oriana.
―Sí, pobrecita. Ella sabía que estaba corriendo un riesgo, y cometió el error de creer que el apoyo de la gente le sería suficiente. Pero en Caleri comenzaron a correr el rumor de que era una chica conflictiva, que se drogaba, que maltrataba a sus compañeros, y otras aberraciones. Hasta nos hicieron firmar un contrato de confidencialidad donde nos comprometíamos a no opinar sobre ese tema.
―Qué hijos de puta ―dijo Erika.
―Ahora imaginen lo que me puede pasar a mí si sale a la luz que soy lesbiana. Hace unas semanas la revista Caleidoscopio me contactó para avisarme que tenían “material sensible” sobre mi vida privada. Al principio no les di mucha importancia, no es una revista muy grande, de hecho escuché rumores de que están al borde de la quiebra. Tampoco les creí eso de “el material sensible”, porque yo soy muy cuidadosa con mis relaciones. No me gusta sacarme fotos ni filmar nada durante el acto sexual. Hace cuatro días recibí el email que me alteró la vida por completo. El editor de la revista Caleidoscopio me decía: “Tendrías que concedernos una entrevista, este material saldrá a la luz dentro de quince días”. Y adjuntó fotos y videos muy explícitos en los que yo estoy teniendo sexo con una chica.
―Te pidieron dinero? ―Preguntó Siara.
―Sí ―respondió Mercedes, con pesar―. Me dijeron que ellos pueden ganar mucho publicando esto y que si yo quiero prohibirles sacar esta nota, tendré que compensarlos de la forma apropiada.
―Esto es chantaje… podrías ir a la policía ―dijo Oriana.
―Lo sé. Lo que están haciendo es ilegal, pero si voy a la policía va a ser peor. El editor filtraría todo el material y yo quedaría expuesta… y sin trabajo. Por eso recurro a ustedes. No sé qué más hacer, y solo quedan once días para la fecha límite.
―Pero… ¿Qué podríamos hacer nosotras? ―Preguntó Oriana―. Me da mucha bronca que estés pasando por esta situación; pero éste no parece un caso de investigación. Vos ya sabés quién intenta arruinarte la carrera. Creo que te saldría más rentable contratar a alguien que amenace a ese tipo, o algo así.
―Lo pensé. Sé que es algo horrible, pero llegué a pensar en esa alternativa. Y después, con la mente fría, me dije a mí misma que no soy esa clase de persona. Quisiera encontrar otra solución, una más… pacífica.
―Oriana tiene un buen punto ―comentó Siara―. Más que un trabajo de investigación éste sería uno de “resolución de problemas”. No es nuestra área; sin embargo, podríamos usar nuestras dotes detectivescas para averiguar más sobre la revista Caleidoscopio y sobre su editor, quizás encontremos información que nos permita, em… disuadirlo.
―Es decir, ¿chantajearlo para que no chantejee a Mercedes? ―Preguntó Xamira.
―Sé que suena mal ―dijo Siara―. Quizás no será necesario llegar a tanto. El caso me interesa. Esto no es un juego, chicas. No es algo que podamos hacer como pasatiempo, para matar las horas de aburrimiento. Acá la carrera, y la vida privada de Mercedes, están en riesgo. Si vamos a aceptar el caso nos tenemos que comprometer a hacer todo lo necesario para encontrar una solución. Aunque esa solución no sea la más ética.
―Creo que hablo por todas al decir que vamos a aceptar el caso, aún sabiendo que podría generarnos conflictos éticos o morales ―dijo Erika―. Mercedes necesita ayuda y es obvio que no tiene a nadie más a quién recurrir, de lo contrario no le hubiera pedido ayuda a cuatro chicas que no conoce. Si alguna no está de acuerdo, que lo diga ahora. Si guardan silencio, significa que están totalmente comprometidas con el caso.
Las cuatro chicas guardaron silencio.
Mercedes sonrió y una lágrima cayó por su mejillas.
―Gracias, no saben lo mucho que aprecio que se tomen esto en serio, y desde ya les pido perdón. No era mi intención generarles un dilema ético; pero… estoy desesperada. Mi vida depende de mi carrera como actriz.
―Ahora que ya sabés que estamos comprometidas a ayudarte ―dijo Siara―, me gustaría tener acceso al email que te mandó el editor de la revista. ―Mercedes se puso tensa―. Sé que es una invasión a la privacidad, pero necesitamos ver esas imágenes. Lo que más me hace ruido es que si vos nunca te filmás teniendo sexo, ¿cómo es que las consiguieron?
―Está bien, lo entiendo. Me da vergüenza que vean este material, es muy… explícito, y además… em… les pido discreción, por favor. No me juzguen por lo que me van a ver haciendo en esos videos. Yo… em… por lo general no tengo relaciones sexuales, ya que me tengo que cuidar mucho al hacerlo… y cuando encuentro a alguien con quién compartir un buen momento, a veces pierdo un poquito la cabeza. Es como si intentara sacarme toda la tensión acumulada en una sola noche de sexo.
―No te preocupes por eso ―dijo Xamira―. Vos me conociste cuando le estaba chupando la concha a Emilia, y yo tampoco entiendo por qué me comporto así en determinados momentos. No te vamos a juzgar, solo necesitamos saber cómo y dónde fueron tomadas esas imágenes.
―El dónde ya lo sé ―contestó Mercedes―. Fue en el Hotel Costa Verde.
―Ese es un hotel de cinco estrellas ―comentó Siara―. Uno de los más caros de la ciudad.
―Sí, y siempre que quiero tener relaciones sexuales con una mujer, voy a ese hotel. Tienen un excelente servicio y nunca hacen demasiadas preguntas. Hasta hay métodos pensados para situaciones como las mías, para que nadie me vea entrar o salir. La discreción de este hotel es primordial, de lo contrario no tendrían tantos clientes “VIP”. Por eso me resulta muy extraño que me hayan grabado ahí. Básicamente estarían echando a perder su principal fuente de ingresos: gente adinerada que quiere tener sexo de forma discreta.
―Entonces habrá que averiguar cómo afectaría esto al hotel ―dijo Erika―. Si para ellos también es un riesgo que se publiquen tus fotos, hasta podrían ayudarnos a evitar la catástrofe.
―Espero que así sea ―dijo Mercedes―. Porque si el hotel también es parte de este chantaje, ya no sé qué podemos hacer.
―Bueno, esto nos da una buena base para iniciar la investigación ―dijo Siara, tomando notas en una libreta―. Tenemos el hotel y la revista. ¿Considerás que hay otro lugar que debemos visitar u otra persona con la que debamos hablar?
―Em… bueno, esto les va a parecer un poco cruel, pero me gustaría que hablen con mi novia. Se llama Sandra, después les paso su número de teléfono.
―¿Sandra es la chica con la que estabas teniendo sexo en el hotel? ―Preguntó Oriana.
―No, y justamente ese es el problema. Soy un desastre, chicas, a veces me doy asco a mí misma. No solo le pido a mi novia que mantenga nuestra relación en el más absoluto secreto, sino que además le pongo los cuernos. Y lo hice muchas veces.
―Entonces… ¿por qué deberíamos hablar con ella? ―Preguntó Erika―. No sería mejor dejarla al margen y que no se entere de nada?
―Sandra ya sabe que le fui infiel, un día me sorprendió en casa, con otra chica… tengo miedo de que ella esté involucrada, de alguna manera, porque se enojó tanto conmigo que amenazó con contar todo sobre nuestra relación a los medios. Tuvimos una discusión muy fuerte, pero hicimos las pases. De todas formas me da la sensación de que ella sigue muy enojada conmigo.
―Muy bien, vale la pena charlar con Sandra ―dijo Siara, anotando ese nombre.
―Solo les pido que tengan mucho tacto al hablar con ella. No le digan que yo las mandé.
―Sí, quedate tranquila, la discreción va a ser nuestra prioridad ―dijo Erika, a Mercedes no le pareció que esa chica tan pechugona vestida con colores estrafalarios entendiera el concepto de “discreción”, aún así se limitó a asentir con la cabeza―. Y qué podés contarnos de la chica que estuvo con vos en ese hotel? La del video.
―Em… es que no se trata de una sola chica. Fueron varias, en distintas oportunidades. A algunas no las conozco demasiado… lo que pasa es que, en mi posición de actriz, me encuentro con muchas chicas que fantasean con comerle la concha a Minerva Santos, el personaje que interpreto. Y yo… em… le doy el gusto a algunas de esas chicas.
―¿Y no te da miedo que se lo cuenten a alguien?
―No, porque nadie les creería. Hay muchas chicas en internet diciendo que se acostaron conmigo, la gran mayoría miente. Quizás solo una o dos estén diciendo la verdad. Igual no me importa, si no hay evidencias del hecho, es su palabra contra la mía, y a esto hay que sumarle los hombres que juran haberse acostado conmigo. Eso ayuda mucho, porque aumentan esa percepción popular de que todo el mundo miente. Y esto le pasa a muchas personas famosas. La productora Caleri hace caso omiso de esos rumores. Como si no existieran. Sin embargo, cuando hay fotos o videos de por medio, la cosa es muy diferente.
―Ah. Ya veo ―dijo Erika―. Con la carita de santa que tenés, no te imaginaba tan… promiscua.
―Esta carita de santa es lo que me consiguió el papel de Minerva Santos; pero si no fuera actriz, estoy segura de que mi vida hubiera sido muy diferente. Soy promiscua desde que tuve mis primeras experiencias sexuales. Y pasar mucho tiempo sin tener relaciones me afecta mucho. Por eso fui a ver a Emilia…
―No quiero meterme en tu vida privada ―dijo Xamira―, pero algún día me gustaría que me cuentes cómo fue tu relación con Emilia. Yo… yo también me acosté con ella, como ya sabrás; pero nuestra relación no siempre fue muy sana que digamos.
―Muy bien, si querés un día podemos juntarnos en algún lugar discreto y hablamos sobre Emilia. Sé que es una mujer muy particular, en especial con la perspectiva que tiene sobre el sexo. Ella me ayudó a afrontar mi vida sexual y hasta me dio consejos muy útiles para que nadie sospeche de mis… gustos personales.
―Por supuesto, cuando quieras.
―Excelente ―dijo Siara―. Creo que ya tenemos todo lo necesario para planificar la investigación. Vamos a tomarnos en serio el caso y la fecha límite. En cuanto logremos algún avance, nos vamos a poner en contacto con vos. No te olvides de mandarnos el email que te envió el editor de la revista.
―Muchas gracias por todo, chicas. Sin la ayuda de ustedes, sinceramente no sé qué haría. No las conozco, pero ya siento que puedo confiar en sus capacidades. Emilia me habló muy bien de ustedes. Asegura que son muy inteligentes: “Demasiado para mi gusto”, me dijo. No sé a qué se refiere.
―Em… después te explico ―dijo Xamira.
—----------
Cuando Mercedes se retiró y las cuatro integrantes del club se quedaron solas, Siara les dijo:
―Chicas, tenemos que hablar de Uvisex. Sé que dijimos que el proyecto de crear una web porno había quedado descartado. Pero… el asunto de Uvisex me preocupa. Siento que es mucho más grande de lo que nosotras nos imaginamos. Estaba pensando que si Mercedes nos paga por este trabajo, podríamos usar ese dinero, más algo más que tenemos guardado, para pagar una suscripción a Uvisex.
―Tiene sentido ―dijo Oriana―. Eso nos permitiría ver realmente qué clase de contenido hay en esa web y si nos encontramos con más chicas del instituto.
―Sí, la lista que tenemos no es muy larga y solo son las becadas por Emilia ―continuó Siara―. Pero presiento que hay más.
―Vamos a hacerlo ahora mismo ―dijo Erika.
―¿Ahora? ―Preguntó Oriana.
―¿Ustedes tienen algo más importante que hacer? ―Ninguna respondió―. Muy bien, acá está mi tarjeta de crédito. Si realmente me van a dar el dinero (o la mayor parte) no voy a tener problemas con mi hermana. Ella ni siquiera se va a enterar.
―La plata va a estar ―Aseguró Siara―. Aunque tenga que suplicarle a mi mamá.
―Lo mismo digo ―añadió Xamira―. Yo tengo algo ahorrado y estoy segura de que puedo conseguir un poco más sin que mi mamá me haga demasiadas preguntas.
―Ay, chicas, me duele en el alma decirlo, pero… yo no puedo darles nada. Si no fuera por la beca de Emilia, yo no podría cursar en ese instituto.
―No te preocupes, Oriana ―dijo Erika, con una gran sonrisa―. Cada quien aporta con lo que puede. Vos sos una gran integrante de este equipo. Hiciste mucho por nosotros.
―Voy a pensar de qué forma puedo compensar esto…
―Eso lo vemos más adelante ―dijo Siara―. Ahora mismo… tenemos que revisar Uvisex.
―Ah y… chicas ―dijo Erika mirándolas a todas―. Esto es una página porno premium, estoy segura de que vamos a encontrar material más que excitante. Creo que esa etapa ya la superamos, si alguna siente la necesitad de tocarse un poquito… haganlo sin pedir permiso.
―Yo lo voy a hacer, estoy segura ―dijo Xamira―. Con todo lo que pasó con Emilia y Mercedes, estoy con las hormonas alteradas.
―Me encanta que tengan la mente tan abierta ―dijo Oriana―. Así no me siento tan mal por confesar lo que hago mientras realizo mis investigaciones por internet. Sino me sentiría como una pajera… y una boluda.
―Quizás las cuatro somos unas boludas pajeras ―dijo Erika, soltando una risita―. Pero prefiero eso antes que ser una frígida como Sofía Levitz.
Las chicas se sorprendieron de lo sencillo que fue anotarse en Uvisex, lo único que pedía la página web era un nombre de usuario (que no necesitaba ser real), una contraseña y un método de pago. Además aclaraban que, por cuestiones de privacidad, no había un método para recuperar la contraseña si el usuario la olvidaba. Por eso las chicas anotaron los datos en sus respectivos celulares.
―¿Esto quiere decir que con el mismo nombre y la misma contraseña podemos acceder las cuatro? ―Preguntó Oriana.
―Al parecer, sí ―dijo Erika.
―¿Esto no es contraproducente para la web?
―No creo, Ori ―respondió Siara―. La gente no suele compartir la contraseña para entrar a un sitio porno, mucho menos uno tan exclusivo como éste.
―Ah, ese es un buen punto.
El pago fue aceptado y lograron acceder a la pantalla principal de la web. Allí había rótulos con categorías típicas de cualquier sitio web porno: amateur, colegialas, maduras, jovencitas, lesbianas, mamadas, tríos, y un largo etcétera. Debajo de eso pudieron ver varias imágenes que, al pasar el cursos por encima, reproducían adelantos de videos porno.
―No me parece tan exclusivo ―dijo Xamira―. Se ve como una web porno común y corriente.
―La exclusividad está acá ―dijo Siara resaltando el texto debajo del logo de Uvisex. Decía: “No encontrarás este material en ningún otro sitio web”.
―A mí la frase que más me llama la atención es esta ―dijo Erika señalando un cartel que aparecía entre la lista de videos: “Deja que tu curiosidad te guíe”―. Es como si te estuvieran invitando a revisar el material, dando a entender que habrá recompensas…
―Así es, y miren esto ―Oriana señaló la parte superior de la pantalla―. Hay una barra de experiencia, como si fuera un videojuego, y dice: “Nivel 1”.
Siara hizo click en esa barra y apareció un cartel diciendo: “Subirás de nivel mientras disfrutas de nuestro contenido. Mientras más alto sea tu nivel, más exclusivo será el material que puedas ver”.
―Uy, eso… me parece una idea brillante ―dijo Erika―. Es una muy buena forma de no mostrarte todo de entrada, solo quienes más usen el servicio podrán acceder al mejor material.
―No sé si es tan buena idea ―comentó Oriana―. Si yo entro a una web pagando una fortuna y me dicen que no puedo acceder de entrada a todo el material, me voy a la mierda.
―Pero la gente que tiene dinero para pagar esta suscripción no se va a ir ―dijo Siara―. A ese perfil de consumidores les atrae la idea de estar en un sitio premium que les promete que verán material único. Y me imagino que llevará semanas o meses subir al nivel máximo. Eso aumenta la exclusividad, es como si les dijeran: “Solo aquellos capaces de pagar durante meses por este servicio accederán al mejor material”.
―Aún así, no lo entiendo.
―Yo sí lo entiendo, porque mi mamá hace algo parecido con la ropa que ella vende. Solo los más exclusivos, aquellos que se ganen su confianza durante meses, podrán comprar sus mejores prendas. No se las vende a cualquiera, aunque esa persona tenga el dinero para pagarlas.
―Por eso los diseños de Verónica son tan cotizados ―explicó Erika.
Las chicas comenzaron a mirar los videos y las fotos que tenían disponibles en la página. La mayoría les pareció porno convencional, idéntico al que podrían encontrar en cualquier página web. Solo que en Uvisex proporcionaba los nombres reales de las personas que participaban en cada acto sexual y decían cosas como: Alumna de un prestigioso instituto. Profesora. Abogada. Doctora.
―Hay un par de chicas que están en la lista que nos proporcionó María Fernanda Dalessi ―dijo Siara―. Más allá de eso, no veo nada particularmente llamativo. Dan los nombres de las chicas, pero… es todo como muy frío. Creo que la página tiene buen material, y se queda algo corta en la presentación.
―Eso mismo pensé ―dijo Erika―. Tratándose de un sitio tan exclusivo, me esperaba más información, algo que lleve a la gente a fantasear con la idea de estar viendo algo único.
―De todas maneras ―comentó Oriana―, me da la impresión de que muchas de estas personas ni siquiera saben que están en Uvisex.
―¿Qué te hace pensar en eso? ―Preguntó Xamira.
―Que muchos de los videos no parecen actuados, e incluso parecen estar filmados con cámaras ocultas.
―Es cierto ―dijo Erika―. Si realmente están usando contenido sin permiso de la gente, entonces vale la pena investigar más a fondo… Ay, se me ocurrió una idea muy loca que, si llega a ser cierta, Xamira se va a enojar un montón.
―¿Por qué? ―Preguntó Xami.
―Siara, poné el nombre de Xamira en el buscador de la web. Es un nombre rarísimo, creo que puede arrojar un resultado muy concreto.
Y así fue.
―La puta madre que me parió! ―Exclamó Xamira, poniéndose de pie―. Voy a matar a alguien, ya vengo.
―Tranquila, Xami ―dijo Siara, tomándola del brazo―. Sé que estás molesta, pero actuar sin pensar solo va a empeorar las cosas. Nos vas a poner en evidencia. De momento es mejor que nadie sepa que estamos revisando Uvisex.
Xamira se sentó, a regañadientes. Las cuatro chicas se quedaron mirando la pantalla. Allí había dos videos en los que se mostraba a Xamira teniendo sexo con Alexis, y varias fotos de ella posando con Dalma.
―Ese hijo de mil putas… le dio todo a Uvisex.
―Y seguramente le pagaron muy bien ―dijo Erika. Xami soltó un chillido de furia―. Perdón, no quería hacerte enojar más.
―Definitivamente tenemos que seguir adelante con nuestro proyecto de la página web ―dijo Xamira―. Quiero encontrar a la persona responsable de esto y romperle la cara.
―¿Estás segura, Xami? ―Preguntó Oriana―. Eso de hacer una web porno requiere mucho compromiso y mucho trabajo.
―Sé que esa idea nos pareció exagerada en su momento y quizás fue porque no teníamos la confianza suficiente, o la determinación para seguir adelante. Pero después de lo que hicimos en la casa de Siara… siento que les puedo contar lo que sea. Es cierto que nos conocemos hace poco, sin embargo las circunstancias nos forzaron a ganarnos la confianza mutua. Ustedes me vieron chupándole la pija a Alexis, ahí estan las fotos y los videos que lo evidencian. También tengo que agregar que tuve que acostarme con él para conseguir más información sobre Dalma y Emilia. Sabía que él me estaba sacando fotos, pero nunca me dijo que ese material terminaría en Uvisex. Ahora estoy segura de que vamos a encontrar cosas turbias en esta web. Vale la pena seguir adelante.
―Xamira tiene razón ―dijo Erika―. Deberíamos llamarlo a este pibe, Julián, y grabemos un par de cositas más.
―Yo estoy dispuesta a dejarme grabar, aún sabiendo que ese material lo va a ver gente que no conozco ―aseguró Xamira.
―Yo también ―aseguró Oriana―. Me va a costar mucho al principio, no lo voy a negar; pero… entiendo por qué lo hacemos. Además… será mi forma de compensar la falta de apoyo económico. No puedo dar dinero; sin embargo, esto si lo puedo hacer.
―No queremos que te sientas obligada a hacer algo que no querés ―dijo Siara.
―No te preocupes por eso. Voy a intentar manejarlo de la mejor forma posible. Necesitamos llegar al fondo del asunto y la única forma de captar la atención de una empresa tan hermética como Uvisex es volviéndonos su competencia. Y para poder hacer eso… em… tenemos que generar contenido que no se consiga de otra manera y venderlo de forma morbosa, atrayente… dios, me escucho hablar y siento que me volví loca.
―Te entiendo, Ori ―dijo Erika―. Y si queremos competir contra Uvisex… nosotras mismas tendremos que romper algunas reglas éticas y morales.
―¿En qué estás pensando? ―Preguntó Siara.
―Es solo una sugerencia… pero, ya que el contenido va a ser tan exclusivo y solo podrán verlo aquellos que paguen una fortuna… podríamos subir el video que Oriana grabó en la oficina del decano.
―Pero… Brenda y Sofía nunca nos dieron su permiso ―dijo Oriana.
―Justamente a eso me refería. Chicas, sé que suena mal; pero no podemos competir contra Uvisex sin romper algunas normas. Ellos lo hacen y gracias a esto consiguen que la web sea un éxito. Sé que está mal mostrar contenido sin permiso de los participantes, no me agrada para nada; pero… es lo mejor que tenemos.
―No tenemos más alternativa que jugar con las reglas de Uvisex ―dijo Xamira―. Es la única forma de captar su atención y hacerlos salir de las sombras. ¿Están comprometidas con esta misión?
―Sí ―dijeron las otras tres, al unísono.
―Muy bien. Llamemos a Julián para que nos grabe a Oriana y a mí haciendo… algo ―dijo Xamira―. Después de ahí vamos viendo. Tenemos que conseguir a alguien que sea muy bueno en el diseño web, y que le de vida a nuestra página. Ahora sí le declaramos oficialmente la guerra a Uvisex.
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