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El papá de mi amigo (1era parte).

Como bien adelanta el título, hoy, contaré de la vez que me comí al papá de mi amigo. El pibe nunca se enteró igual, por suerte.
Todo transcurrió mientras hacía un curso de APM (para los que no saben, APM es ser visitador médico). A mi compa lo conocí cursando. Como pegamos onda, íbamos a su casa a estudiar o a repasar lo ya sabido. Por ese mismo motivo, conocí a su papá. Ellos vivían juntos. Era separado. Y, además, vivían cerca de la facu. Yo, a cuarenta minutos. A un bondi de distancia.
Su viejo, era un cincuentón canoso hermoso. Grandote. Unas manos enormes que me volvían loco. Piernotas igual de gigantes. Para ser sincero, me aprovechaba bastante de la amistad con este pibe, para verlo. Para estar cerca suyo. Para charlar. Estuve todo un año intentando coquetearle. El curso duraba un año y medio, por lo que no debía tardar mucho. Medio que ya me estaba resignando. Hasta que un día...
Un día, llego a su hermosa casa, me atiende este papucho por un portero. Mi corazón latía a full, pero nada se compara a cuando paso por las rejas, camino hasta atravesar un caminito rodeado por un jardín, me acerco a la puerta que separa su casa del patio delantero, se abre esa puerta, se asoma y me invita a pasar. Me recibe vestido con su bata y una diminuta zunga. Se nota que estaba en la piscina.
Bienvenido, me dice, pasá. Manu ya llega, continuó. No podía quitar mis ojos de su entrepierna. Era increíble todo eso. Hasta se me llegaron a secar los labios y mi lengua no tardó en pasearse de una comisura a otra.
Al notar mis expresiones y que mis ojos no podían correrse de lugar, me pregunta si se me perdió algo. La cordura le contesto. Se ríe, se quita la bata, se va a la pieza. Cierra la puerta. Mis inevitables suspiros, que fueron contenidos por largos minutos, al fin salen.
Rapidamente, vuelvo en mí, para avivarme y asomarme por la minúscula mirilla de la puerta que nos separaba. Al observar, logro notarlo a él sacándose a su ajustada tanga masculina. Deja ver su gordo trozo totalmente relajado. Dormido, pero no paraba de volverme loco. Su celular suena. Lo contesta. Deja de hacer lo que estaba haciendo, para ponerse a pasear completamente en verga. Todavía me estremece recordar esa verga meneándose a cms de mis globos oculares. Cuelga. Se sienta en la cama y, como olvidándose de ponerse algo, tan solo atina a ponerse la bata. Así es, estaba totalmente desnudo. A todo esto, mi mandíbula ya estaba por el piso.
Como ya se había "tapado", me alejé para que no crea que estaba espiando (aunque sea cierto). Me siento en un sillón a esperar, para hacerme el que no pasa nada. Se asoma con medio cuerpo, me dice que Manu va a llegar demasiado tarde. Que no lo espere en la casa, iba a ir directo al cole.
Se sienta en frente mío. Me inhibía verlo tan... ¿expuesto? A tal punto, que me pareció que se le había escapado un huevo por un costado de su "abrigo". Él notó que, a pesar de que nuestra charla era coherente, mi vista estaba fijada en un punto. Me percaté de ello, porque, cada tanto, se acomodaba la pija.
"Querés comer algo? Tenés cara de tener mucha hambre", dijo. Sí, me encantaría un buen pedazo de... lo que tenga usted, señor, fue mi desesperada respuesta. Te digo que, si no se me daba algo, yo ya estaba hecho, con solo vivir esta pequeñísima escena porno-soft. Ya tenía algo en qué pensar para cuando me colara los dedos.
La charla continuó siendo un constante doble sentido, hasta que se levantó con el fin de buscar algo para darme. Y sí, la tenía re contra parada. Encaró los dos pasos que nos separaban de sofá a sofá, mientras su pene se deslizaba por la suave tela que lo tapaba, hasta quedar todo a la vista.
No aguanto mas, exclamó con bastante lascivia. Acercó su palo de carne entre sus manos a mi boca y me obligó a mamársela. Comencé a succionarle el pene, pero no de la forma tradicional. Sino, como si mi cavidad bucal fuese un genital femenino o un juguete sexual al que él debe penetrar para saciar su lujuria. Literalmente, me cogió la garganta. Se sentía bien rico que no tuviera que moverme, pero también quería participar un poco.
Hasta el fondo la mandaba cada vez que entraba. Parecía que buscaba hacerme vomitar. Me dijo que respire por la nariz. Ya sabía eso yo. En un momento, me deja de culear la jeta, generando que un hilo de baba y semen se dispare de mis labios, para quedar colgando. Todavía no había eyaculado, pero su juguito pre-seminal, se estaba preparando.
Sujetándome del pelo bien fuerte, y con cara de malo (como si me tuviera desprecio) me mira desde lo alto. Me obliga a verlo directo a los ojos, a desearle su enorme miembro baboso. Chorreante. Me pega en la cara, aún así, no logra que yo me zafara de allí. Tras varios segundos así, me prendo del pete de nuevo como si fuéramos metal e imán. Me convertí en sopapa. Casi quedo pelada de tanto luchar para que me suelte.
Se agacha, me hace upa, me lleva hasta una piscina que había en un patio, tras las puertas que separan al living y me arroja al agua. Caigo comodamente en un inflador que había flotando. Quedo boca bajo. Se tira también. Se acomoda. Me baja el pantalón que tenía, el bóxer y comienza a penetrarme como si se tratase de un salvaje. Su brazo me agarraba de la cabeza. Estaba casi inmovilizado. No sabía cómo reaccionar, así que... me entregué.
Los movimientos que ejecutaba me hacían doler un poco, pero, en el fondo, me parecían sabrosos. Este madurito sí que sabía hacerlo. Mis gemidos de puta en celo, lo ponían más cachondo y, a la vez, lo descontrolaban el doble para que me la clave bien hasta el fondo. Sus quejidos orgásmicos sobre mi oreja, eran la más bella música que podía escuchar.
Seguía tirándome del pelo, dándome palmadas también. Hasta que el inflable no pudo mas. Caímos al agua. Nadamos hasta la orilla y, ahí, continuó dándome masa. Contra el borde. Me hizo inclinar para quedar con la colita bien paradita para él, para que me haga lo que quiera. Con mis nalguitas separadas, el hoyito húmedo, esperando ser atravesado por su gran pedazo. Me tenía sujetado de las manos para atrás. Estaba semi inmóvil. Levanta una de sus piernas a mi costado. Qué sacado estaba. Hasta gruñía ferozmente porque su semen salió de sus huevos, escaló hasta su tronco, llegó a su cabeza y se disparó con violencia de su glande, para terminar estampado contra mi pared anal.
Ufff... quedó tumbado, acostado encima mío, como knockeado. Su lechazo lo dejó de cama, y sí, ya no estaba para esos trotes el señor. Se dio cuenta que de mi culito brotaba su esperma, con cada pedito. No dejes mis hijos flotando, sacalos. Me da una nalgada, sale de la pileta, se dirige hacia la reposera y se acuesta. Qué lindo espectáculo era ver a ese sugar echado tomando sol. Con sus pechos semi peludos, esas piernotas, una pancita casi inexistente, los brazos bastante desarrollados y su pija reposando de costado, sobre su pierna derecha. La piel la tenía casi tostada. Era un espécimen único.
Mira de costado que le tomé en serio su mandato, le limpié el agua de rastros de futuros hijos. Me llama para que vaya a la silla de al lado. Me pide que falte a la escuelita, o que me alcanzaría en su auto, si quería. Que solo debería pedirlo. Que debía satisfacerlo. Por mí, ya estaba hecho.

1 comentarios - El papá de mi amigo (1era parte).

Osval2233
Que bueno como disfrutaron cojiendo los dosvt v losv10