¡Hola a todos! Mi nombre es María, tengo 23 años, provengo de una familia muy católica y religiosa, pero siempre tuve curiosidad por mi cuerpo.
Todos decían que si te tocabas, te podrías ir al infierno, así que cómo buena creyente jamás lo hice, hasta que cumplí 18 y mi primo de 21, Miguel Ángel, vino de visita junto a mi tío. Yo quiero mucho a mi primo, pero casi nunca nos vemos, ya que él y mi tío Juan, viven en el campo
Recuerdo estar descansando leyendo uno de los versículos de la Biblia cuando llegó Miguel. — Hola dulce María. — Mi apodo me lo dió él cuando éramos niños.
—¡Hola primo! ¿Qué necesitas?
—Nada realmente, sólo vine a hablar contigo — respondió cerrando la puerta, qué en ese momento yo no supe le había echado pestillo. — ¿Y cómo te sientes? Por fin una mujer, seguro más de un fulano anda tras de ti.
Yo me ruboricé, la verdad es que ningún muchacho se me acercaba en ese entonces, creo que me encontraban muy mojigata, ya que solía vestir faldas largas y chalecos holgados.
—N-no, ninguno. Además lo tengo prohibido, papá dice que los muchachos de hoy son guiados por el pecado.
—Oh vamos, el tío es un loco que ve al Diablo en todas partes — dijo él burlándose.
—¡Primo, no digas su nombre!
—De seguro tú no eres tan inocente, ¿O me dirás qué todavía eres virgen a los 18? — Yo me quedé callada. — ¡Oh! ¿Enserio lo eres? Pero prima, ¡Eso está mal!
—¿P-por qué estaría mal? — él negó y negó, cómo si yo tuviera algo malo, pero no podía comprender por qué lo era.
—Porque una chica como tú no puede seguir siendo virgen, ¡Serás presa de cualquier enfermo que quiera lastimarte! Apuesto a que ni siquiera te has masturbado — yo negué nerviosa. ¿Acaso estaba tan mal?
En sus ojos se mostraba una muy falsa preocupación, que rápidamente cambió por su sonrisa socarron habitual. — Pero no temas, para eso tienes a ti querido primo que te va a enseñar a masturbarte.
Avanzó hasta mi cama, se quitó sus zapatos y poco a poco se fue colocando encima mío. — Sólo debes estar tranquila, no haré nada que pueda lastimarte.
Su mano fue hasta mi camisa holgada, la levantó para dejar al descubierto mis pechos. Él se relamió y apretó una de ellas. — Mierda, mis manos no alcanzan a cubrir tus tetas. Bendito sea tu futuro hijo por chupar la leche que salga de tus pezones.
—Primo, ¿Q-qué cosas dices?
Él siguió tocando y amasando mis pechos, se sentía raro y a la vez me gustaba. Cuando sentí sus labios succionar uno de mis pezones no pude evitar gemir, !se sentía increíble! — Shh, no hagas ruido.
Su lengua iba arriba y abajo, succionaba a veces suave y otras rudo, me dolía pero definitivamente me gustaba más.
—Mm, definitivamente la leche que salga de esas ubres será más rica que la de una vaca. Prima, estás buena. Dime, ¿Cómo te vas sintiendo?
—Es raro, pero se siente bien... Ah, siento que algo abajo se humedece.
—Eso es porque estoy haciendo un buen trabajo. Veamos que tienes allí.
Con un sonrisa coqueta metió su mano dentro de mi pantalón de pijama, sus dedos me recorrían primero suave y luego más brusco, desplazando la humedad por toda mi vulva. — Se nota que eres virgen, sólo jugué con tus y ya estás como una fuente. — Acercó sus labios a mi oreja y susurró — ¿Te gusta cómo te toco? Tienes la panocha mojadita, ¿Quieres sentir más?
—Mmm, si quiero~. — Confiaba ciegamente en mi primo, si él me dijo que ser virgen era tan malo para mí y que lo que él me hacía era lo correcto, pues así debía ser. Además, se sentía tan placentero.
Me bajó tanto el pantalón como mi calzón, dejándome semi desnuda y un poco apenada. — Estás peludita, pero no importa. Abre las piernas un poco más.
Hice lo que me pidió y volvió a pasar sus dedos allí, pero está vez, metió uno. — ¿Qué haces?
—¡Chist! No te pongas tensa, te voy a hacer sentir bien.
Se sentía incómodo, su dedo se movía dentro de mí y luego le siguió otro. Pero al rato empecé a sentir un calor placentero.
—Que rico escuchar tus jadeos, prima.
Desde mi vagina salían fluidos por el movimiento de sus dedos. Cada vez se introducían más rápido y más brusco. — ¿Escuchas como suena? Mira que rico chapoteo.
Su boca volvió a chupar y mordisquear mis pechos. El placer que me daba me estaba consumiendo, pero quería más.
De pronto, se formó un tensión en mi vientre, salían más fluidos de mi vagina. — Vamos, córrete en mi mano.
No supe muy bien que pasaba, pero gemí, el nudo se destensó. — ... Buena chica.
Yo jadeaba tratando de recuperar el aliento. No sabía que había sido eso, pero me había encantado.
—Bien, ya se está haciendo muy de noche y mi padre se dará cuenta que no estoy durmiendo. — Quitó sus dedos de mí, se limpió y se alejó para ponerse los zapatos — Felicidades prima, fue tu primera masturbación. Mañana volveré, así que espérame.
Y sin más, me dejó allí, semi desnuda, mojada y agotada.
Un beso grande a todos los pervertidos y calientes que lean mis relatos. 💋❤️🔥
Todos decían que si te tocabas, te podrías ir al infierno, así que cómo buena creyente jamás lo hice, hasta que cumplí 18 y mi primo de 21, Miguel Ángel, vino de visita junto a mi tío. Yo quiero mucho a mi primo, pero casi nunca nos vemos, ya que él y mi tío Juan, viven en el campo
Recuerdo estar descansando leyendo uno de los versículos de la Biblia cuando llegó Miguel. — Hola dulce María. — Mi apodo me lo dió él cuando éramos niños.
—¡Hola primo! ¿Qué necesitas?
—Nada realmente, sólo vine a hablar contigo — respondió cerrando la puerta, qué en ese momento yo no supe le había echado pestillo. — ¿Y cómo te sientes? Por fin una mujer, seguro más de un fulano anda tras de ti.
Yo me ruboricé, la verdad es que ningún muchacho se me acercaba en ese entonces, creo que me encontraban muy mojigata, ya que solía vestir faldas largas y chalecos holgados.
—N-no, ninguno. Además lo tengo prohibido, papá dice que los muchachos de hoy son guiados por el pecado.
—Oh vamos, el tío es un loco que ve al Diablo en todas partes — dijo él burlándose.
—¡Primo, no digas su nombre!
—De seguro tú no eres tan inocente, ¿O me dirás qué todavía eres virgen a los 18? — Yo me quedé callada. — ¡Oh! ¿Enserio lo eres? Pero prima, ¡Eso está mal!
—¿P-por qué estaría mal? — él negó y negó, cómo si yo tuviera algo malo, pero no podía comprender por qué lo era.
—Porque una chica como tú no puede seguir siendo virgen, ¡Serás presa de cualquier enfermo que quiera lastimarte! Apuesto a que ni siquiera te has masturbado — yo negué nerviosa. ¿Acaso estaba tan mal?
En sus ojos se mostraba una muy falsa preocupación, que rápidamente cambió por su sonrisa socarron habitual. — Pero no temas, para eso tienes a ti querido primo que te va a enseñar a masturbarte.
Avanzó hasta mi cama, se quitó sus zapatos y poco a poco se fue colocando encima mío. — Sólo debes estar tranquila, no haré nada que pueda lastimarte.
Su mano fue hasta mi camisa holgada, la levantó para dejar al descubierto mis pechos. Él se relamió y apretó una de ellas. — Mierda, mis manos no alcanzan a cubrir tus tetas. Bendito sea tu futuro hijo por chupar la leche que salga de tus pezones.
—Primo, ¿Q-qué cosas dices?
Él siguió tocando y amasando mis pechos, se sentía raro y a la vez me gustaba. Cuando sentí sus labios succionar uno de mis pezones no pude evitar gemir, !se sentía increíble! — Shh, no hagas ruido.
Su lengua iba arriba y abajo, succionaba a veces suave y otras rudo, me dolía pero definitivamente me gustaba más.
—Mm, definitivamente la leche que salga de esas ubres será más rica que la de una vaca. Prima, estás buena. Dime, ¿Cómo te vas sintiendo?
—Es raro, pero se siente bien... Ah, siento que algo abajo se humedece.
—Eso es porque estoy haciendo un buen trabajo. Veamos que tienes allí.
Con un sonrisa coqueta metió su mano dentro de mi pantalón de pijama, sus dedos me recorrían primero suave y luego más brusco, desplazando la humedad por toda mi vulva. — Se nota que eres virgen, sólo jugué con tus y ya estás como una fuente. — Acercó sus labios a mi oreja y susurró — ¿Te gusta cómo te toco? Tienes la panocha mojadita, ¿Quieres sentir más?
—Mmm, si quiero~. — Confiaba ciegamente en mi primo, si él me dijo que ser virgen era tan malo para mí y que lo que él me hacía era lo correcto, pues así debía ser. Además, se sentía tan placentero.
Me bajó tanto el pantalón como mi calzón, dejándome semi desnuda y un poco apenada. — Estás peludita, pero no importa. Abre las piernas un poco más.
Hice lo que me pidió y volvió a pasar sus dedos allí, pero está vez, metió uno. — ¿Qué haces?
—¡Chist! No te pongas tensa, te voy a hacer sentir bien.
Se sentía incómodo, su dedo se movía dentro de mí y luego le siguió otro. Pero al rato empecé a sentir un calor placentero.
—Que rico escuchar tus jadeos, prima.
Desde mi vagina salían fluidos por el movimiento de sus dedos. Cada vez se introducían más rápido y más brusco. — ¿Escuchas como suena? Mira que rico chapoteo.
Su boca volvió a chupar y mordisquear mis pechos. El placer que me daba me estaba consumiendo, pero quería más.
De pronto, se formó un tensión en mi vientre, salían más fluidos de mi vagina. — Vamos, córrete en mi mano.
No supe muy bien que pasaba, pero gemí, el nudo se destensó. — ... Buena chica.
Yo jadeaba tratando de recuperar el aliento. No sabía que había sido eso, pero me había encantado.
—Bien, ya se está haciendo muy de noche y mi padre se dará cuenta que no estoy durmiendo. — Quitó sus dedos de mí, se limpió y se alejó para ponerse los zapatos — Felicidades prima, fue tu primera masturbación. Mañana volveré, así que espérame.
Y sin más, me dejó allí, semi desnuda, mojada y agotada.
Un beso grande a todos los pervertidos y calientes que lean mis relatos. 💋❤️🔥
3 comentarios - Mi primo me hizo pecar