Cuando terminó la pandemia de Covid 19, tenía clases presenciales con un profesor que le tiraba onda a todas las alumnas jóvenes. Piensen que mis compañeras suelen ser veinteañeras. Desde el primer día me había causado gracias la forma en que un grupo (que se sentaba al fondo en la misma fija que yo) lo beboteaban mal.
Como dije a mí me hacía gracia, y solía aprovechar el uso del cubre bocas para reírme tranquila. Hasta que note que el profesor se dio cuenta que me reía del jueguito que se traía con las cuatro de atrás mío y note que cada vez que alguna de ellas decía una estupidez (porque no agarraban un texto ni porque su vida dependiera de ello) él me clavaba la mirada. Tiene la misma forma de mirar que yo: directa a los ojos. ¿saben de qué tipo de mirada hablo? Esa que no te deja evadirla, que se clava en los ojos esperando que te des por aludido y te hace una pregunta en silencio. Es la mirada que dice todo sin decir nada. Yo sé leerla porque la uso todo el tiempo.
Cuando me miraba así me estaba desafiando a que corrija la boludez que estaba diciendo la bebota de turno. Cosa que no estaba en mis planes hacer, así que trate de dejar de reírme y empezar a participar en clase, para demostrar que yo si estudiaba y que no me reía sólo por forra.
Las interacciones de la clase cambiaron con mi participación, porque los que si estudiaban empezaron a participar y las charlas fueron mucho más ricas en contenido. Cosa que agradecía mucho. Aunque las chicas del fondo seguían con su juego con el profesor la nueva dinámica del aula hacia menos tediosa la clase.
El día del primer parcial yo estaba sin auto y como las clases terminaban a las 10 de la noche tenía que averiguar cómo volver a mi casa en algo que no sea el tren, básicamente lo que necesitaba era averiguar dónde estaba la parada del TALP que va hacia el Cruce Varela.
Así que le pregunte a mis compañeros y a los ayudantes de cátedra y uno de ellos me prometió averiguarme mientras yo hacía el parcial.
La cuestión es que el pibe salió del aula cuando arrancó el examen y cuando volvió me dejó sobre la mesa un papel con las direcciones de las 3 paradas más cercanas.
Apenas volvió a su lugar junto al escritorio el profesor le pregunto qué me había dado. El ayudante le explicó mi problema y el profe se ofreció a alcanzarme hasta mi casa "que le quedaba de camino" ya que él vive en CABA. Le dije que no hacía falta. Y me dijo que lo pensara.
No acepte porque me iba a sentir incomoda con él en el auto, más sabiendo que a CABA desde La Plata se va por autopista y para acercarme a mi casa debería ir por Centenario, lo que le implicaba un desvió de unos 40 minutos. Así que me volví en bondi a mi casa.
Cerca de las 23:30 me mandan un WhatsApp desde un número que no conocía. Era el ayudante de cátedra preguntando si había llegado bien a mi casa. Le expliqué que todavía no había llegado. Y me pidió que le escriba cuando llegara porque el profesor estaba preocupado por mí.
Me pareció raro y dulce en partes iguales. Así que cuando aterrice en mi casa le mande un "llegue". Me contestó ok. Y murió el tema.
Pasaron unos días y cuando colgó las notas del parcial en el campus me sorprendió mucho que había aplazado a más de la mitad de la comisión y que solo dos teníamos nota superior a 7. Las bebotas del fondo estaban todas aplazadas.
En el grupo de WhatsApp todos estaban muy enojados, pero las 4 del fondo estaban insoportables quejándose sobre lo difícil que había sido el examen. (No había sido difícil, largo sí, porque eran 10 preguntas a desarrollar. Pero absolutamente contestarle si habías leído). Una de ellas me pidió si tenía un resumen para estudiar para el recuperatorio que era esa misma semana y le pase el que el que había hecho, y la piba respondió: - si no apruebo con tu resumen voy a tener que chupársela para que me apruebe.
Lo escribió en el grupo supuse que no sabía que en ese chat también estaba el profesor y sus ayudantes.
Yo me había dado cuenta que al menos uno de los ayudantes estaba, porque de ese grupo era del único lugar de donde podría haber sacado mi número de teléfono.
Así que le mande un privado a la piba para que borre lo que había escrito. Pero ya era tarde.
Situación complicada para la bebota... En fin. A la clase siguiente tomo el recuperatorio y mientras tomaba dio clases normales al resto.
Cuando la piba entregó el examen el profesor le dijo.
- Si estudiaste del resumen de tu compañera no te va a hacer falta llevarte nada a la boca…- la piba se puso roja como un tomate. Y yo me sentí en el deber de defenderla.
- Se sobreentiende que era un chiste.
- La verdad es que a mí no me pareció gracioso- respondió el profesor.
- Puede ser que no se lo pareciera, pero esa era la intención de ella.
- La intención de ella –insistió señalando a la chica- es hacer creer que puede aprobar una materia de la carrera haciendo favores sexuales –me dijo parándose frente a mi mesa y alzándome la voz, físicamente su altura al estar yo sentada me obligaba a mirar hacia arriba, el buscaba resaltar su poder sobre mí, así que me paré para acortar esa distancia apoyé las manos en la mesa, para dar énfasis a mi postura y respondí.
- ¿Uy! Bájame el tono que nada te da derecho a humillar a la chica.
- No sé qué saltas, si este tema no es con voz. Deberías aprender a distinguir que batallas pelear y cuando quedarte calla da la boquita.
- Yo peleo las batallas que se me antojaba y nunca voy a dejar que alguien humille a una chica delante mío. –fue mi respuesta. A lo que contestó:
- Deberías escuchar lo que dice de vos la misma chica que defender. -Lo mire a los ojos como solía hacer él.
- No me importa lo que ella pudiera haber dicho en general o de mí en particular, eso no te da derecho a humillar a la piba. –seguí en mi línea.
- Junta sus cosas y ándate de mi clase. –fue su respuesta- Voy a pensar si te acepto en el resto del cuatrimestre...
Me quedé helada, miré a mi alrededor y todos bajaron la mirada. Lo que me dolió fue que nadie me defendió a mí, ni siquiera la chica a la que yo defendía.
Obviamente salí del aula dando un portazo.
Caliente como estaba no podía manejar así que me fui a tomarme una gaseosa al bar de la facultad.
Apenas había bajado el primer tramo de escalera cuando me alcanzó el ayudante de catedra que me dijo que me quedara tranquila que no iba a perder la cursada. Que el profe sólo quería demostrarme que yo me arriesgaba defendiendo gente que no valía la pena defender. Le dije que me importaba una mierda sus enseñanzas. Que era una cuestión de principios, de no quedarse callado ante las injusticias. El pibe me siguió por los 3 pisos de escaleras mientras yo despotricaba sobre lo injusto de la situación. Al llegar a planta baja me siguió al bar donde hablamos un rato, el tratando de que yo entienda que el profesor sólo trataba de darme una lección útil. Yo convencida que el profesor era un idiota, por lo que me fui con toda la intensión de no volver.
Durante el viaje a mi casa conseguí calmarme y decidí dar la materia libre. Pero al día siguiente mientras estaba en el trabajo, me sonó el celular con una llamada de número desconocido.
- Hola, ¿Carina?
- Si, ¿Quién habla?
- Soy Sebastián, tu profesor… -dijo y lo interrumpí pendenciera-.
- Mi ex profesor. ¿Qué necesita? –se rio en el teléfono.
- Sabes que es nunca tuve la intención real de echarte de la cursada, solamente quería ver cuantos de tus compañeros salían a defenderte.
- Me alegro haber sido un conejito de indias útil –respondí irónica- ¿puedo saber el resultado del experimento social?
- ¿No te lo imaginas? – no hacía falta tener mucha imaginación para saberlo, en el grupo de WhatsApp nadie había dicho nada sobre el tema.
- Sí, me lo imagino. –respondí dejando que la tristeza se filtre en mi voz-
- Sólo el chico que se sienta al lado tuyo abogó por vos.
- Lucas –dije imaginando quien era mi defensor.
- Si, ese chico. Nunca va a dejar de sorprenderme como los estudiantes de abogacía no defienden a sus compañeros.
- Siendo práctica, Lucas y yo somos los dos únicos que aprobamos el primer parcial. El resto depende de la nota del recuperatorio –conteste defendiendo lo indefendible.
- Sabes que no es eso, ¿verdad? – insistió-.
- Si.
- Bueno sólo quería que sepas que obviamente sos muy bienvenida en la comisión, y pedirte disculpas si mi experimento te causo algún malestar.
Con suspiro que me salió desde lo más profundo del alma acepté sus disculpas y me despedí de él y decidí dejar correr el agua debajo del puente.
Pasaron un par de semanas donde todo parecía haber vuelto a su cauce natural. Él uso el incidente para arengar a que no se queden callados ante las injusticas del mundo, que eso era parte de ser un buen abogado, etc., etc., etc. Yo le agradecí a Lucas que me defendiera, las pibas volvieron a bebotearlo, y yo me mantuve al margen.
Como un mes más tarde al salir de clases me doy cuenta que me había olvidado las luces del auto prendidas.
Me senté tras el volante rezando para que la batería alcanzará para arrancarlo. Pero no fue así.
Así que como no podía ser de otra forma empecé a darle cabezazos al volante. Mientras me puteaba a mí misma por boluda. Eran las 22 horas y estaba a más de una hora de mi casa.
Estaba regodeándome en mi estupidez cuando siento un golpecito en la ventanilla. Giro a cabeza y ahí estaban el profesor y su ayudante. Muy Divertidos mirándome darle cabezazos al volante del auto.
Baje el vidrio, y el profesor me preguntó que me pasaba. Le resumí la situación y le pregunté si por casualidad alguno de los dos tenía cables para pasar corriente. El ayudante me respondió que no y el profesor que no tenía ni idea como eran.
Le explique y me dijo que se iba a fijar en el baúl del auto. Para hacerla corta ninguna de los dos tenía, así que llamé al seguro. 90 minutos de demora había para mandarme el auto de servicio mecánico... <<Hermoso>> pensé.
Les conté la buenas nuevas y Sebastián se ofreció a ir a comprar algo para cenar. Compró unas hamburguesas en el Mc Donald que está a una cuadra de la facultad y comimos eso sentados en un banco en la vereda, mientras charlábamos de mil cosas insustanciales.
Me llamo la atención que Sebastián tuviera un sentido del humor tan afilado y que su conversación fuera tan distendida y variada.
Como a las once el ayudante dijo que se iba. Yo le di las gracias y los liberé a los dos del compromiso de esperar media hora más. Sebastián decidió quedarse conmigo igualmente.
Seguimos hablando de nada en particular. Hasta que él me dijo:
- si seguís mirándome así voy a hacer lo que llevas casi dos meses pidiendo. –lo mire sinceramente confundida-.
- ¿que se supone que te estoy pidiendo? –pregunté
- llevas todo el cuatrimestre pidiendo que te bese.
- ¿Perdón? ¿Qué yo hacía qué? -Fue mi respuesta ofuscada-. me parece que me confundís con las chicas que se sientan atrás mío -agregué.
- ellas son nenas jugando a ser adultas -manifestó- no tienen ni idea de lo que quieren. En cambio, vos sos una adulta que sabe lo que quiere y buscó la forma de llamar mi atención enfrentándome.
- no estoy segura si me das demasiado crédito o te la tenes demasiado creída -le dije- pero no hay nada más alejado de la realidad que tu interpretación de mis sentimientos o intensiones.
- vamos Cari, primero me miras a los ojos todo el tiempo sonriendo, después viniste con el cuento ese de que no sabías dónde tomar el colectivo, luego la defensa a Zoe (la piba del fondo), después tu actitud pasivo agresiva por teléfono...
- nada que ver -lo corte, porque no podía seguir escuchando esa sarta de pavadas-. Mira Sebastián, me parece que viste en cada momento lo que quisiste ver y no la realidad: nunca me tomo el colectivo, si no vengo en auto lo hago en tren. Pero a las 10 de la noche no me parecía buena idea. Segundo ya te dije que defendería a cualquier mujer...
Ahora fue el turno de él de callarme. Pero lo hizo agarrándome de la nuca y besándome.
Me quedé tiesa porque no me lo esperaba unos segundos y después le devolví el beso.
No sé cuánto tiempo nos besamos, en ese banco de hormigón, en la puerta de la facultad. Pero la bocina de un auto nos sobresaltó y nos separamos.
Mire y un Fiat uno estaba parado en doble fila junto a mi auto. El auxilio había llegado.
Nos acercamos y al tipo del auxilio le llevó como 40 segundos arrancar el auto y medir la carga del alternador. Me sugirió que lo deje unos minutos prendido para que cargará un poco.
Sebastián se acercó y me dijo que lo llamara cuando llegara así sabía que estaba bien. Me dio un beso en los labios y se fue.
Me subí al auto y emprendí el camino casa, confundida y con ganas de mucho más que unos besos de adolescente en un banco de plaza. Llegando al distribuidor, me di cuenta que yo no tenía su teléfono. Me encogí de hombros. No pensaba preocuparme por eso.
Llegue a casa sin mayores incidentes, aunque no podía dejar de pensar en la forma en que me había comido la boca. Sus labios eras cálidos y mullidos, su lengua jugaba con la mía. Mientras su mano posesiva guiaba mi cabeza para tener mayor profundidad... en fin... había conseguido desactivar todas mis funciones cognitivas con un solo beso.
A los 10 minutos de estar en casa, me llega un mensaje de WhatsApp lo miró, un número no agendado.
Lo abro, y si era él. Preguntando si había llegado bien. Le dije que sí y me dijo si podía verlo al día siguiente en su oficina en Capital. Le explique que tenía que trabajar a la mañana y me dijo que fuera al mediodía. Yo también sabía que teníamos que hablar. Así que acepté.
Estuve toda la noche y toda la mañana dándole vueltas al tema en la cabeza. ¿Qué se le dice a alguien que te comió la boca de esa forma?
Me preocupaba lo que pudiera pasar, todavía faltaba la mitad del cuatrimestre y él tenía que evaluarme. Si bien soy buena estudiante, sé que este tipo de situaciones son una mierda para la persona que no tiene el poder real.
Llegue a su oficina en un organismo oficial y me llevaron a su oficina. Todo muy protocolar.
Me invito a sentarme y me pregunto qué pensaba de lo que había pasado el día anterior.
No me acuerdo que fue lo que le dije. Estaba tan nerviosa que me saltaba la rodilla. él se sentó en la silla de al lado a la mía y me apoyo la mano en la rodilla.
- ¿Por qué estás tan nerviosa? –me preguntó.
- No lo sé –respondí con sinceridad-.
- quédate tranquila, somos adultos y sabes que es lo que quiero de vos. Si vos no querés, está todo bien. Dejamos esta conversación acá y hacemos de cuenta que no pasó nada ayer.
Le explique que no entendía porque me había besado. Que yo no buscaba eso.
Como es lógico, le chabón me empezó a versar sobre lo linda que le parecía, que le había llamado la atención desde la primera clase... etc., etc. Bastante clásico para chamullar.
Volvió a besarme y las cosas empezaron a ponerse más calientes.
Empezó a tocarme las tetas por arriba de la ropa para después meterme mano por adentro de la blusa.
Estábamos en una poción re incomoda (cada uno en una silla una al lado de la otra).
En un momento me hizo parar y me apoyo contra el escritorio para que me siente en él. Y él se metió entre mis piernas y seguimos a los besos.
Me acuerdo haber pensado que hacía mucho que nadie me besaba tanto y tan rico.
Me saco la remera y el corpiño siguió el mismo camino.
Se entretuvo chupando y lamiendo mis pezones y tratando de dejarme un cupón en una teta (cosa que malditamente no entiendo)
Yo empecé a tocarlo entre las piernas y a tratar de desabrochar su cinturón. Cosa que no pude hacer y tuvo que hacerlo él.
Volvió a besarme la boca mientras yo lo pajeaba.
Me susurro al oído: - chúpamela un poquito.
Y bueno me bajé del escritorio, me puse de rodillas y se la lamí de arriba a abajo recorriendo con la lengua su falo depilado (no tenía ni un solo pelo) le lamí los huesos y me los metí en la boca.
El me agarró del pelo y guio mis movimientos para que me la metiera hasta la garganta. Cosa que se me complico un poco. Me ahogó un par de veces hasta dejarme sin poder respirar, y ahí se acabó su posibilidad de manejar el ritmo. Se dio cuenta que no me gustaba eso (¿y a quien mierda la puedo gustar que lo dejen sin respira o le provoquen arcadas?) cuando para recuperar el control de la mamada le apreté la verga con los dientes.
Se la chupe un poco más hasta que me hizo levantar. Me bajo el pantalón y me recostó contra el escritorio. Con las telas pegadas contra la madera. Se puso un preservativo y me la metió hasta el fondo gimiendo bajito.
Fue una cogida rápida profunda y me hizo acabar muy rápido. No sé cómo explicarlo. El tipo sabía lo que hacía. Me llevo de 0 a 100 en menos de 5 minutos. Y me hizo acabar de una forma intensa.
Cuando el acabo. Y mi cerebro se puso en marcha, me sentí más incómoda que antes.
Me acomode la ropa en silencio.
- Sos todo lo que me imaginaba. -Me dijo.
- ¿y eso es bueno o malo? -pregunte contrariada.
- Es muy bueno. ¿Queres ir a comer a algún lado?
- no debería volver porque curso a las 5. -Comenté sin mirarlo.
- Quiero que nos sigamos viendo. No busco una relación seria, pero me gustas y me calentas un montón. -Agregó acercándose para besarme de nuevo.
Y sentí en mi panza que todavía estaba excitado. Lo que me hizo pensar en que si se habría tomado algo. Porque no es lo normal en un tipo de Su edad.
Nos vimos un par de veces más, en las semanas siguientes. Hasta que una de las bebotas (con las que había empezado a juntarme para estudiar) me comentó que lo estaba comiendo...
Y lo corte (por decirlo de alguna forma) no porque estuviera comiéndose a otra compañera. No soy celosa, ni posesiva y sabía que entre nosotros sólo era sexo cuando teníamos ganas, yo estaba bien con eso. Sino porque sabía que esa piba se cogía a uno del centro de estudiantes. Y la verdad aprecio mi salud bastante. Si bien usábamos preservativos, yo se la chupaba a pelo y las ETS me preocupan.
Todavía me faltaba rendir un parcial y exponer un tp para aprobar su materia y pensé que podía tomar represalias. Pero no. Me puso las notas que me merecía. Mi promedio era 8,35. Pero me promociono con 9 y el listo día que subió las notas al campus me mandó un mensaje que decía podrías haber tenido un 10....
Como dije a mí me hacía gracia, y solía aprovechar el uso del cubre bocas para reírme tranquila. Hasta que note que el profesor se dio cuenta que me reía del jueguito que se traía con las cuatro de atrás mío y note que cada vez que alguna de ellas decía una estupidez (porque no agarraban un texto ni porque su vida dependiera de ello) él me clavaba la mirada. Tiene la misma forma de mirar que yo: directa a los ojos. ¿saben de qué tipo de mirada hablo? Esa que no te deja evadirla, que se clava en los ojos esperando que te des por aludido y te hace una pregunta en silencio. Es la mirada que dice todo sin decir nada. Yo sé leerla porque la uso todo el tiempo.
Cuando me miraba así me estaba desafiando a que corrija la boludez que estaba diciendo la bebota de turno. Cosa que no estaba en mis planes hacer, así que trate de dejar de reírme y empezar a participar en clase, para demostrar que yo si estudiaba y que no me reía sólo por forra.
Las interacciones de la clase cambiaron con mi participación, porque los que si estudiaban empezaron a participar y las charlas fueron mucho más ricas en contenido. Cosa que agradecía mucho. Aunque las chicas del fondo seguían con su juego con el profesor la nueva dinámica del aula hacia menos tediosa la clase.
El día del primer parcial yo estaba sin auto y como las clases terminaban a las 10 de la noche tenía que averiguar cómo volver a mi casa en algo que no sea el tren, básicamente lo que necesitaba era averiguar dónde estaba la parada del TALP que va hacia el Cruce Varela.
Así que le pregunte a mis compañeros y a los ayudantes de cátedra y uno de ellos me prometió averiguarme mientras yo hacía el parcial.
La cuestión es que el pibe salió del aula cuando arrancó el examen y cuando volvió me dejó sobre la mesa un papel con las direcciones de las 3 paradas más cercanas.
Apenas volvió a su lugar junto al escritorio el profesor le pregunto qué me había dado. El ayudante le explicó mi problema y el profe se ofreció a alcanzarme hasta mi casa "que le quedaba de camino" ya que él vive en CABA. Le dije que no hacía falta. Y me dijo que lo pensara.
No acepte porque me iba a sentir incomoda con él en el auto, más sabiendo que a CABA desde La Plata se va por autopista y para acercarme a mi casa debería ir por Centenario, lo que le implicaba un desvió de unos 40 minutos. Así que me volví en bondi a mi casa.
Cerca de las 23:30 me mandan un WhatsApp desde un número que no conocía. Era el ayudante de cátedra preguntando si había llegado bien a mi casa. Le expliqué que todavía no había llegado. Y me pidió que le escriba cuando llegara porque el profesor estaba preocupado por mí.
Me pareció raro y dulce en partes iguales. Así que cuando aterrice en mi casa le mande un "llegue". Me contestó ok. Y murió el tema.
Pasaron unos días y cuando colgó las notas del parcial en el campus me sorprendió mucho que había aplazado a más de la mitad de la comisión y que solo dos teníamos nota superior a 7. Las bebotas del fondo estaban todas aplazadas.
En el grupo de WhatsApp todos estaban muy enojados, pero las 4 del fondo estaban insoportables quejándose sobre lo difícil que había sido el examen. (No había sido difícil, largo sí, porque eran 10 preguntas a desarrollar. Pero absolutamente contestarle si habías leído). Una de ellas me pidió si tenía un resumen para estudiar para el recuperatorio que era esa misma semana y le pase el que el que había hecho, y la piba respondió: - si no apruebo con tu resumen voy a tener que chupársela para que me apruebe.
Lo escribió en el grupo supuse que no sabía que en ese chat también estaba el profesor y sus ayudantes.
Yo me había dado cuenta que al menos uno de los ayudantes estaba, porque de ese grupo era del único lugar de donde podría haber sacado mi número de teléfono.
Así que le mande un privado a la piba para que borre lo que había escrito. Pero ya era tarde.
Situación complicada para la bebota... En fin. A la clase siguiente tomo el recuperatorio y mientras tomaba dio clases normales al resto.
Cuando la piba entregó el examen el profesor le dijo.
- Si estudiaste del resumen de tu compañera no te va a hacer falta llevarte nada a la boca…- la piba se puso roja como un tomate. Y yo me sentí en el deber de defenderla.
- Se sobreentiende que era un chiste.
- La verdad es que a mí no me pareció gracioso- respondió el profesor.
- Puede ser que no se lo pareciera, pero esa era la intención de ella.
- La intención de ella –insistió señalando a la chica- es hacer creer que puede aprobar una materia de la carrera haciendo favores sexuales –me dijo parándose frente a mi mesa y alzándome la voz, físicamente su altura al estar yo sentada me obligaba a mirar hacia arriba, el buscaba resaltar su poder sobre mí, así que me paré para acortar esa distancia apoyé las manos en la mesa, para dar énfasis a mi postura y respondí.
- ¿Uy! Bájame el tono que nada te da derecho a humillar a la chica.
- No sé qué saltas, si este tema no es con voz. Deberías aprender a distinguir que batallas pelear y cuando quedarte calla da la boquita.
- Yo peleo las batallas que se me antojaba y nunca voy a dejar que alguien humille a una chica delante mío. –fue mi respuesta. A lo que contestó:
- Deberías escuchar lo que dice de vos la misma chica que defender. -Lo mire a los ojos como solía hacer él.
- No me importa lo que ella pudiera haber dicho en general o de mí en particular, eso no te da derecho a humillar a la piba. –seguí en mi línea.
- Junta sus cosas y ándate de mi clase. –fue su respuesta- Voy a pensar si te acepto en el resto del cuatrimestre...
Me quedé helada, miré a mi alrededor y todos bajaron la mirada. Lo que me dolió fue que nadie me defendió a mí, ni siquiera la chica a la que yo defendía.
Obviamente salí del aula dando un portazo.
Caliente como estaba no podía manejar así que me fui a tomarme una gaseosa al bar de la facultad.
Apenas había bajado el primer tramo de escalera cuando me alcanzó el ayudante de catedra que me dijo que me quedara tranquila que no iba a perder la cursada. Que el profe sólo quería demostrarme que yo me arriesgaba defendiendo gente que no valía la pena defender. Le dije que me importaba una mierda sus enseñanzas. Que era una cuestión de principios, de no quedarse callado ante las injusticias. El pibe me siguió por los 3 pisos de escaleras mientras yo despotricaba sobre lo injusto de la situación. Al llegar a planta baja me siguió al bar donde hablamos un rato, el tratando de que yo entienda que el profesor sólo trataba de darme una lección útil. Yo convencida que el profesor era un idiota, por lo que me fui con toda la intensión de no volver.
Durante el viaje a mi casa conseguí calmarme y decidí dar la materia libre. Pero al día siguiente mientras estaba en el trabajo, me sonó el celular con una llamada de número desconocido.
- Hola, ¿Carina?
- Si, ¿Quién habla?
- Soy Sebastián, tu profesor… -dijo y lo interrumpí pendenciera-.
- Mi ex profesor. ¿Qué necesita? –se rio en el teléfono.
- Sabes que es nunca tuve la intención real de echarte de la cursada, solamente quería ver cuantos de tus compañeros salían a defenderte.
- Me alegro haber sido un conejito de indias útil –respondí irónica- ¿puedo saber el resultado del experimento social?
- ¿No te lo imaginas? – no hacía falta tener mucha imaginación para saberlo, en el grupo de WhatsApp nadie había dicho nada sobre el tema.
- Sí, me lo imagino. –respondí dejando que la tristeza se filtre en mi voz-
- Sólo el chico que se sienta al lado tuyo abogó por vos.
- Lucas –dije imaginando quien era mi defensor.
- Si, ese chico. Nunca va a dejar de sorprenderme como los estudiantes de abogacía no defienden a sus compañeros.
- Siendo práctica, Lucas y yo somos los dos únicos que aprobamos el primer parcial. El resto depende de la nota del recuperatorio –conteste defendiendo lo indefendible.
- Sabes que no es eso, ¿verdad? – insistió-.
- Si.
- Bueno sólo quería que sepas que obviamente sos muy bienvenida en la comisión, y pedirte disculpas si mi experimento te causo algún malestar.
Con suspiro que me salió desde lo más profundo del alma acepté sus disculpas y me despedí de él y decidí dejar correr el agua debajo del puente.
Pasaron un par de semanas donde todo parecía haber vuelto a su cauce natural. Él uso el incidente para arengar a que no se queden callados ante las injusticas del mundo, que eso era parte de ser un buen abogado, etc., etc., etc. Yo le agradecí a Lucas que me defendiera, las pibas volvieron a bebotearlo, y yo me mantuve al margen.
Como un mes más tarde al salir de clases me doy cuenta que me había olvidado las luces del auto prendidas.
Me senté tras el volante rezando para que la batería alcanzará para arrancarlo. Pero no fue así.
Así que como no podía ser de otra forma empecé a darle cabezazos al volante. Mientras me puteaba a mí misma por boluda. Eran las 22 horas y estaba a más de una hora de mi casa.
Estaba regodeándome en mi estupidez cuando siento un golpecito en la ventanilla. Giro a cabeza y ahí estaban el profesor y su ayudante. Muy Divertidos mirándome darle cabezazos al volante del auto.
Baje el vidrio, y el profesor me preguntó que me pasaba. Le resumí la situación y le pregunté si por casualidad alguno de los dos tenía cables para pasar corriente. El ayudante me respondió que no y el profesor que no tenía ni idea como eran.
Le explique y me dijo que se iba a fijar en el baúl del auto. Para hacerla corta ninguna de los dos tenía, así que llamé al seguro. 90 minutos de demora había para mandarme el auto de servicio mecánico... <<Hermoso>> pensé.
Les conté la buenas nuevas y Sebastián se ofreció a ir a comprar algo para cenar. Compró unas hamburguesas en el Mc Donald que está a una cuadra de la facultad y comimos eso sentados en un banco en la vereda, mientras charlábamos de mil cosas insustanciales.
Me llamo la atención que Sebastián tuviera un sentido del humor tan afilado y que su conversación fuera tan distendida y variada.
Como a las once el ayudante dijo que se iba. Yo le di las gracias y los liberé a los dos del compromiso de esperar media hora más. Sebastián decidió quedarse conmigo igualmente.
Seguimos hablando de nada en particular. Hasta que él me dijo:
- si seguís mirándome así voy a hacer lo que llevas casi dos meses pidiendo. –lo mire sinceramente confundida-.
- ¿que se supone que te estoy pidiendo? –pregunté
- llevas todo el cuatrimestre pidiendo que te bese.
- ¿Perdón? ¿Qué yo hacía qué? -Fue mi respuesta ofuscada-. me parece que me confundís con las chicas que se sientan atrás mío -agregué.
- ellas son nenas jugando a ser adultas -manifestó- no tienen ni idea de lo que quieren. En cambio, vos sos una adulta que sabe lo que quiere y buscó la forma de llamar mi atención enfrentándome.
- no estoy segura si me das demasiado crédito o te la tenes demasiado creída -le dije- pero no hay nada más alejado de la realidad que tu interpretación de mis sentimientos o intensiones.
- vamos Cari, primero me miras a los ojos todo el tiempo sonriendo, después viniste con el cuento ese de que no sabías dónde tomar el colectivo, luego la defensa a Zoe (la piba del fondo), después tu actitud pasivo agresiva por teléfono...
- nada que ver -lo corte, porque no podía seguir escuchando esa sarta de pavadas-. Mira Sebastián, me parece que viste en cada momento lo que quisiste ver y no la realidad: nunca me tomo el colectivo, si no vengo en auto lo hago en tren. Pero a las 10 de la noche no me parecía buena idea. Segundo ya te dije que defendería a cualquier mujer...
Ahora fue el turno de él de callarme. Pero lo hizo agarrándome de la nuca y besándome.
Me quedé tiesa porque no me lo esperaba unos segundos y después le devolví el beso.
No sé cuánto tiempo nos besamos, en ese banco de hormigón, en la puerta de la facultad. Pero la bocina de un auto nos sobresaltó y nos separamos.
Mire y un Fiat uno estaba parado en doble fila junto a mi auto. El auxilio había llegado.
Nos acercamos y al tipo del auxilio le llevó como 40 segundos arrancar el auto y medir la carga del alternador. Me sugirió que lo deje unos minutos prendido para que cargará un poco.
Sebastián se acercó y me dijo que lo llamara cuando llegara así sabía que estaba bien. Me dio un beso en los labios y se fue.
Me subí al auto y emprendí el camino casa, confundida y con ganas de mucho más que unos besos de adolescente en un banco de plaza. Llegando al distribuidor, me di cuenta que yo no tenía su teléfono. Me encogí de hombros. No pensaba preocuparme por eso.
Llegue a casa sin mayores incidentes, aunque no podía dejar de pensar en la forma en que me había comido la boca. Sus labios eras cálidos y mullidos, su lengua jugaba con la mía. Mientras su mano posesiva guiaba mi cabeza para tener mayor profundidad... en fin... había conseguido desactivar todas mis funciones cognitivas con un solo beso.
A los 10 minutos de estar en casa, me llega un mensaje de WhatsApp lo miró, un número no agendado.
Lo abro, y si era él. Preguntando si había llegado bien. Le dije que sí y me dijo si podía verlo al día siguiente en su oficina en Capital. Le explique que tenía que trabajar a la mañana y me dijo que fuera al mediodía. Yo también sabía que teníamos que hablar. Así que acepté.
Estuve toda la noche y toda la mañana dándole vueltas al tema en la cabeza. ¿Qué se le dice a alguien que te comió la boca de esa forma?
Me preocupaba lo que pudiera pasar, todavía faltaba la mitad del cuatrimestre y él tenía que evaluarme. Si bien soy buena estudiante, sé que este tipo de situaciones son una mierda para la persona que no tiene el poder real.
Llegue a su oficina en un organismo oficial y me llevaron a su oficina. Todo muy protocolar.
Me invito a sentarme y me pregunto qué pensaba de lo que había pasado el día anterior.
No me acuerdo que fue lo que le dije. Estaba tan nerviosa que me saltaba la rodilla. él se sentó en la silla de al lado a la mía y me apoyo la mano en la rodilla.
- ¿Por qué estás tan nerviosa? –me preguntó.
- No lo sé –respondí con sinceridad-.
- quédate tranquila, somos adultos y sabes que es lo que quiero de vos. Si vos no querés, está todo bien. Dejamos esta conversación acá y hacemos de cuenta que no pasó nada ayer.
Le explique que no entendía porque me había besado. Que yo no buscaba eso.
Como es lógico, le chabón me empezó a versar sobre lo linda que le parecía, que le había llamado la atención desde la primera clase... etc., etc. Bastante clásico para chamullar.
Volvió a besarme y las cosas empezaron a ponerse más calientes.
Empezó a tocarme las tetas por arriba de la ropa para después meterme mano por adentro de la blusa.
Estábamos en una poción re incomoda (cada uno en una silla una al lado de la otra).
En un momento me hizo parar y me apoyo contra el escritorio para que me siente en él. Y él se metió entre mis piernas y seguimos a los besos.
Me acuerdo haber pensado que hacía mucho que nadie me besaba tanto y tan rico.
Me saco la remera y el corpiño siguió el mismo camino.
Se entretuvo chupando y lamiendo mis pezones y tratando de dejarme un cupón en una teta (cosa que malditamente no entiendo)
Yo empecé a tocarlo entre las piernas y a tratar de desabrochar su cinturón. Cosa que no pude hacer y tuvo que hacerlo él.
Volvió a besarme la boca mientras yo lo pajeaba.
Me susurro al oído: - chúpamela un poquito.
Y bueno me bajé del escritorio, me puse de rodillas y se la lamí de arriba a abajo recorriendo con la lengua su falo depilado (no tenía ni un solo pelo) le lamí los huesos y me los metí en la boca.
El me agarró del pelo y guio mis movimientos para que me la metiera hasta la garganta. Cosa que se me complico un poco. Me ahogó un par de veces hasta dejarme sin poder respirar, y ahí se acabó su posibilidad de manejar el ritmo. Se dio cuenta que no me gustaba eso (¿y a quien mierda la puedo gustar que lo dejen sin respira o le provoquen arcadas?) cuando para recuperar el control de la mamada le apreté la verga con los dientes.
Se la chupe un poco más hasta que me hizo levantar. Me bajo el pantalón y me recostó contra el escritorio. Con las telas pegadas contra la madera. Se puso un preservativo y me la metió hasta el fondo gimiendo bajito.
Fue una cogida rápida profunda y me hizo acabar muy rápido. No sé cómo explicarlo. El tipo sabía lo que hacía. Me llevo de 0 a 100 en menos de 5 minutos. Y me hizo acabar de una forma intensa.
Cuando el acabo. Y mi cerebro se puso en marcha, me sentí más incómoda que antes.
Me acomode la ropa en silencio.
- Sos todo lo que me imaginaba. -Me dijo.
- ¿y eso es bueno o malo? -pregunte contrariada.
- Es muy bueno. ¿Queres ir a comer a algún lado?
- no debería volver porque curso a las 5. -Comenté sin mirarlo.
- Quiero que nos sigamos viendo. No busco una relación seria, pero me gustas y me calentas un montón. -Agregó acercándose para besarme de nuevo.
Y sentí en mi panza que todavía estaba excitado. Lo que me hizo pensar en que si se habría tomado algo. Porque no es lo normal en un tipo de Su edad.
Nos vimos un par de veces más, en las semanas siguientes. Hasta que una de las bebotas (con las que había empezado a juntarme para estudiar) me comentó que lo estaba comiendo...
Y lo corte (por decirlo de alguna forma) no porque estuviera comiéndose a otra compañera. No soy celosa, ni posesiva y sabía que entre nosotros sólo era sexo cuando teníamos ganas, yo estaba bien con eso. Sino porque sabía que esa piba se cogía a uno del centro de estudiantes. Y la verdad aprecio mi salud bastante. Si bien usábamos preservativos, yo se la chupaba a pelo y las ETS me preocupan.
Todavía me faltaba rendir un parcial y exponer un tp para aprobar su materia y pensé que podía tomar represalias. Pero no. Me puso las notas que me merecía. Mi promedio era 8,35. Pero me promociono con 9 y el listo día que subió las notas al campus me mandó un mensaje que decía podrías haber tenido un 10....
4 comentarios - El profesor