Poco antes del mediodía de un lunes de febrero Naty entró a mi casa.
Morocha bonita, de 19 años, pequeña, hija de mi amiga y ex amante Gabriela, de 41 años. Sabiendo que vivo solo en una casa grande, me había pedido el favor de alojarla a “la nena” unas dos semanas, para el curso de ingreso a la universidad. Mientras salimos con Gabriela seis años atrás, había conocido a Naty. A sus 13 años logró excitarme…
Tras recibirla y mostrarle su habitación, le dije a la pendeja que se dé una ducha; y que la esperaba para almorzar juntos. “Y me contás de vos”
A la media hora apareció Naty en el living. Y me dejó boquiabierto:
Sobre su delgado y sensual cuerpito tenía un vestido corto, sin corpiño. Además de preciosa, con una pícara mirada, la pendeja emanaba erotismo desde su piel morena. Afortunadamente estaba sentado y me cubría la mesa, pues tuve una tremenda erección…
Naty se dio cuenta de la reacción provocada en mí. Sonriente, expresó:
-¿Viste Beto? Ya no soy la nenita de hace seis años, a la que le regalabas chocolates; ahora ya soy una mujer…
Me apuré en comer, dije que iría a descansar y fui a mi cuarto. La calentura causada por la chiquita me obligaba a pajearme…
Una hora después salí para ducharme. La puerta de mi dormitorio estaba enfrente del de ella, por lo que la vi, recostada de costado sobre su cama, en bikini.
-¿Descansaste Beto?
Respondí afirmativamente con la cabeza y entré rápidamente al baño. Mientras corría el agua, me desahogué masturbándome nuevamente…
Tras la paja y ducha, fui a la cocina para tomar cerveza. En ese momento escuché la voz de Naty, desde su cuarto, llamándome:
-Beto, ¿podés venir un ratito?
Caminé hasta el dormitorio de ella. La pendeja se hallaba de rodillas sobre la cama, con una camisa corta y no supe precisar si con una bikini o bombacha. Hermosamente sexy…
-Beto, cuando era nena vos me viste desnuda, así que te tengo confianza… quiero preguntarte si puedo si puedo andar comoda en tu casa…
Contesté afirmativamente, y en tono de broma le dije “nos conocemos, y soy un hombre grande, vos sos como mi hija, por mi podés andar desnuda…”
Naty sonrió…
Para distraerme salí a correr. Regresé tres horas después. Al ingresar a casa la hallé a Naty en el living, con una remera transparente, sin corpiño. Totalmente visibles sus hermosas tetas.
-Quiero salir a pasear ¿Estoy bien así?
Ante la belleza, quedé mudo. Ella entonces, delante mío, se sacó la prenda y saltaron sus senos…
-Voy a ponerme otra cosa… - sostuvo y marchó a su dormitorio.
Regresó con un vestido blanco, se sentó en el sillón, y haciéndose la descuidada dejó que se viese una teta.
-No, me convence… - sostuvo.
Volvió a su cuarto y apareció con un jogging:
A esa altura me fue imposible ocultar el bulto bajo mi pantalón. Naty, sin ningún pudor, miró y preguntó:
- - Beto, ¿eso que veo es que se te paró por mí?
Completamente enloquecido por la excitación, respondí sin pensar:
-¡Si nena! ¡Sos hermosa! Ya me pajeé dos veces por vos…
Naty quedó complacida. Volvió al dormitorio y apareció en tanga y con las tetas descubiertas.
-¿Sabés qué? No voy a salir nada, prefiero quedarme acá, también estoy caliente… ¡Qué lástima que seas muy grande para mí! Pero bueno, si querés, pajeate mirándome, y déjame mirar…
O sea, me estaba diciendo que no podía cogerla. Pero si mirarla, con mi verga afuera, pajeándome delante de ella…
Empecé a disfrutar. Naty, al darse cuenta que estaba cerca de acabar, me dijo que espere. Fue a su pieza y regresó con el vestido sexy. Comenzó a moverse como puta de cabaret…
-¿Te calientan mis tetitas?
Y antes que le responda, la pendeja se desnudó completamente. Flaquita, morochita hermosa, su conchita era un poema…
-Dale Beto, largá tu lechita para este hoyito…
Morocha bonita, de 19 años, pequeña, hija de mi amiga y ex amante Gabriela, de 41 años. Sabiendo que vivo solo en una casa grande, me había pedido el favor de alojarla a “la nena” unas dos semanas, para el curso de ingreso a la universidad. Mientras salimos con Gabriela seis años atrás, había conocido a Naty. A sus 13 años logró excitarme…
Tras recibirla y mostrarle su habitación, le dije a la pendeja que se dé una ducha; y que la esperaba para almorzar juntos. “Y me contás de vos”
A la media hora apareció Naty en el living. Y me dejó boquiabierto:
Sobre su delgado y sensual cuerpito tenía un vestido corto, sin corpiño. Además de preciosa, con una pícara mirada, la pendeja emanaba erotismo desde su piel morena. Afortunadamente estaba sentado y me cubría la mesa, pues tuve una tremenda erección…
Naty se dio cuenta de la reacción provocada en mí. Sonriente, expresó:
-¿Viste Beto? Ya no soy la nenita de hace seis años, a la que le regalabas chocolates; ahora ya soy una mujer…
Me apuré en comer, dije que iría a descansar y fui a mi cuarto. La calentura causada por la chiquita me obligaba a pajearme…
Una hora después salí para ducharme. La puerta de mi dormitorio estaba enfrente del de ella, por lo que la vi, recostada de costado sobre su cama, en bikini.
-¿Descansaste Beto?
Respondí afirmativamente con la cabeza y entré rápidamente al baño. Mientras corría el agua, me desahogué masturbándome nuevamente…
Tras la paja y ducha, fui a la cocina para tomar cerveza. En ese momento escuché la voz de Naty, desde su cuarto, llamándome:
-Beto, ¿podés venir un ratito?
Caminé hasta el dormitorio de ella. La pendeja se hallaba de rodillas sobre la cama, con una camisa corta y no supe precisar si con una bikini o bombacha. Hermosamente sexy…
-Beto, cuando era nena vos me viste desnuda, así que te tengo confianza… quiero preguntarte si puedo si puedo andar comoda en tu casa…
Contesté afirmativamente, y en tono de broma le dije “nos conocemos, y soy un hombre grande, vos sos como mi hija, por mi podés andar desnuda…”
Naty sonrió…
Para distraerme salí a correr. Regresé tres horas después. Al ingresar a casa la hallé a Naty en el living, con una remera transparente, sin corpiño. Totalmente visibles sus hermosas tetas.
-Quiero salir a pasear ¿Estoy bien así?
Ante la belleza, quedé mudo. Ella entonces, delante mío, se sacó la prenda y saltaron sus senos…
-Voy a ponerme otra cosa… - sostuvo y marchó a su dormitorio.
Regresó con un vestido blanco, se sentó en el sillón, y haciéndose la descuidada dejó que se viese una teta.
-No, me convence… - sostuvo.
Volvió a su cuarto y apareció con un jogging:
A esa altura me fue imposible ocultar el bulto bajo mi pantalón. Naty, sin ningún pudor, miró y preguntó:
- - Beto, ¿eso que veo es que se te paró por mí?
Completamente enloquecido por la excitación, respondí sin pensar:
-¡Si nena! ¡Sos hermosa! Ya me pajeé dos veces por vos…
Naty quedó complacida. Volvió al dormitorio y apareció en tanga y con las tetas descubiertas.
-¿Sabés qué? No voy a salir nada, prefiero quedarme acá, también estoy caliente… ¡Qué lástima que seas muy grande para mí! Pero bueno, si querés, pajeate mirándome, y déjame mirar…
O sea, me estaba diciendo que no podía cogerla. Pero si mirarla, con mi verga afuera, pajeándome delante de ella…
Empecé a disfrutar. Naty, al darse cuenta que estaba cerca de acabar, me dijo que espere. Fue a su pieza y regresó con el vestido sexy. Comenzó a moverse como puta de cabaret…
-¿Te calientan mis tetitas?
Y antes que le responda, la pendeja se desnudó completamente. Flaquita, morochita hermosa, su conchita era un poema…
-Dale Beto, largá tu lechita para este hoyito…
3 comentarios - Me pajeo con la pendeja