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Probando cosas nuevas con mi ex: un intercambio inesperado

Les voy a contar una anécdota que tuvimos en pareja camino a Misiones, hace unos cuantos años ya. Íbamos en auto, pasando por Entre Ríos, mientras viajábamos a Iguazú. Frenamos el auto, buscamos habitación y de inmediato conseguimos en una hostería típica de pueblo. Nosotros estábamos en el mejor momento de la pareja, bien degenerados y liberales. Nos atendió la dueña, una mujer de unos 50 años, más o menos, con toda la onda. Rubia, de cuerpo pulposo y de ojos claros, quizá de ascendencia alemana o rusa. Nos ubicó y nos prometió traernos de inmediato las toallas y jabones.

El lugar era sencillo pero muy lindo, cuidado y lleno de adornos de los ochenta o setenta. Pero no por eso menos acogedor. No dábamos más, por lo que me metí a la ducha de inmediato. Me bañé con un jabón blanco para la ropa, pero al no tener toalla, le pedí a Ceci que se la pida a la dueña. Escuché un ruido en la habitación así que salí del baño y le dije "Mi amor". Para mi sorpresa era la rubia, la dueña, que me miró la pija y dijo:
- Apa, apa. Perdón, pensé que no había nadie, y entré a dejar las cosas -dijo mientras me alcanzaba la toalla y miraba para otro lado.
- No hay problema, no te disculpes.
- Bueno, te dejo sólito - me dijo.

Obviamente, la pija se me paró al máximo. Quedé encendido, cosa que mi novia también se dio cuenta cuando entró y me vio la poronga. 

- A bueno, qué pasó amor -dijo Ceci-.
- ¿La posta? Escuché un ruido y pensé que eras vos con la toalla y salí. ¡Y era la dueña, la rubia!- ¡Que pajero! Le mostraste el pene a la dueña. ¿Y qué hizo ella?
- Me pasó la toalla mientras miraba a un lado. 
- Atrevida la vieja.- dijo Ceci con cara de turra.-
- ¡Viste! Eso es lo que me la puso re dura. - le dije yo mientras la fantasía se me disparaba- ¿Te animarías boluda, mirá si la viejita te agarra la conchita?

Ceci se río y me miró la pija, agarrandomela y dándome un beso. Me chupó la pija, hicimos un hermoso 69 y me puso los dedos en su concha hasta que la hice acabar. Conociéndola, me di cuenta de inmediato que la idea le despertó los ratones.

Yo salí, me hice el boludo y fui a pasear, a fumar un pucho y a ver si encontraba a la dueña. Como no la encontré fui a comprar una birra en un kiosco a un par de cuadras. Mientras volvía la escuché en la cocina y se me prendió la lamparita. Toqué la puerta y entré de una. Le pedí un vaso y la mina, me indicó, me dijo "sacá de acá, acá está toda la vajilla" y se agachó mostrándome su semejante culo. La mina estaba de vestidito floreado, con un hermoso escote y bastante arriba de la rodilla. Le invité una cerveza y me aceptó. Conversamos un rato, ella sonriéndose a cada rato y yo tirándole con todo. Me contó que manejaba la hostería con su sobrino de 20 años y su hermana, que estaban en Paraná. Efectivamente por su nombre (que no voy a poner acá) tenía un nombre alemán y sus abuelos eran inmigrantes del país teutón. De inmediato me preguntó:

- ¿La chica es tu novia, no? No le habrás contado ¿No? 
- Claro, que sí, le encantó -le dije, poniéndole cara de pícaro-. 

Ella se mordió los labios y tomó el último trago de cerveza del vaso. 

- Decile que venga -me dijo- invitala y comemos algo juntos. 

Yo, bien obediente, la busqué. Ceci se puso una minifalda de jean y una remera, sin tanga ni corpiño. Llegamos y estaba la dueña, con un pendejo rubio, pelilargo, musculoso y medio retacón, quizá de 1,70 mts. no más que eso. 

- Hola chicos, él es Germán (vamos a ponerle), mi sobrino. Llegó de Paraná. La dueña sirvió unas cervezas y unas pizzas. Empezamos a comer, todos callados. El pibe se había vuelto antes, cagándonos la fiesta con la veterana, pensé. Pero ahí nomás me di cuenta como miraba a mi novia. Ceci obviamente notó lo mismo y volcaba sus pechos sobre la mesa. La dueña hablaba, tratando de romper el hielo. Pero nada. Se fue a dejar las cosas a la cocina con el sobrino, entonces le propuse una idea a mi novia. Entonces Ceci le dijo al sobrino: 

- Yo llevo los platos. Me das una mano.  

Cuando nos quedamos solos la dueña, K, me dijo:

- Perdón, pensé que ibamos a estar solos, por eso los invité.
- Viste, Germán no le saca los ojos de las tetas de Ceci, se va a divertir un rato ahora.

La agarré de la mano llevé al pasillo, ella se dio vuelta y me agarró la pija. Yo de inmediato le agarré una teta, mordiéndole por encima del vestido y dándole un lenguetazo. La invité a nuestra habitación y la llevaba metiéndole la mano en las tetazas. Comencé a chuparle la concha.

De pronto entraron ellos, el pendejo, con los pantalones abajo y Ceci encendida sosteniéndole la verga. El pendejo, que tenía una poronga de 20 o 21 cm. (una bestia, para serles sincero) miró sorprendido. Pero Ceci no lo dejó dudar, se metió el pijón dentro de la boca y el pendejo la siguió hasta la cama. Ahí estábamos los cuatro el pendejo tirado mirando al techo y su tía a su lado también boca arriba. Le estábamos dando el oral de su vida. El pibe no entendía nada, de vez en cuando balbuceaba. Y la tía, tremenda degenerada, lo miraba y se le volaba la peluca cuando veía la pija del sobrino.

Ví como el pendejo penetraba a Ceci, con ese pijón venoso y largo. Ella emocionada, mirándome con complicidad, me mostraba como se le mojaba la concha. Tenía la vulva roja, llena de flujo y las tetas bien duras de la excitación. Debe haber sido la pija más grande con la que me hizo cornudo. Mi novia se le subió encima varias veces, acabando a los gritos y el pendejo seguía aguantando sin largar una gota. Mientras su tía se ponía de cuatro para que yo le de una tremenda sacudida. La veterana acabó y se sacó el vestido del todo, mostrando sus tetas. Miró al sobrino, le agarró la pija y se le subió encima, ahí al minuto ella se apartó y el pendejo empezó a largar leche por todas partes. En su vida se había imaginado tenerla así. La noche fue larguísima, cogimos tantas veces que por momentos perdía la memoria. Después de cada polvo quedábamos callados, hasta que de pronto volvían las risas y de nuevo a coger.  K nos confesó que ella sabía que Germán era tremendo dotado. Germán confesó que buscaba las tangas de su tía para hacerse las pajas más lechosas de su vida.  

Nos quedamos una noche más, porque no llegamos a descansar. Esta vez la casa invitó. A la otra noche volvimos a pecar, obviamente. Esta vez desde temprano y sin vueltas. Al regresar de las Cataratas, pasamos de nuevo por la hostería y una vez más volvimos a coger con la tía y su sobrino.

4 comentarios - Probando cosas nuevas con mi ex: un intercambio inesperado

mdqpablo +1
Tremenda historia ya queremos la.dir de la.hosteria
lovez37 +1
Que hermosa historia muy buena