Esta anécdota, es de cuando laburaba en un 25 (negocio que se atiende las 24 hs). Esa noche, no me tocaba turno nocturno, pero igual fui para hacerle la gamba a los pibes, total, tenía franco al otro día.
Aparte de compañeros, éramos amigos pero uno de los dos me calentaba mucho. Encima, se había puesto un short deportivo, el cual, le marcaba bastante la verga. Por lo tanto, mis ojos se deleitaban todo el tiempo. Vivían posados en esa zona.
A veces, me daba la impresión de que lo hacía adrede. Se me arrimaba muy cerca a dejarme ese vergón a nada de mí. Te deseo demasiado, pensaba.
Yo, sabiendo que él iba a estar ahí, me puse un hilo dental y un lompa, ligeramente, pegado al cuerpo.
Cuando llego al kiosco, me atienden ellos. Me abren y, aparentemente, ya había empezado la joda. Como era día de semana, no iba casi nadie. Esa era la idea por la que fui a hacerles la segunda (aparte, estaba aburrido en casa).
Pusieron música, bailamos algunas cumbias. Los dos me apoyaban. Mientras bailaba con mi chico, bien pegados, frente a frente, sus manos iban una en cada nalga, dejando bien abierta mi cola. El otro, miró un rato eso hasta que se animó, se acercó y me apoyó toda la verga.
Le di caricias y besos a él, que estaba detrás. Luego cambiamos de lado. Mi chico me llegó a apoyar la chota. La sentí toda. Nos dimos mas besos ricos. A veces en la boca. A veces, en el cuello. Les manoteé la pija al que tenía detrás, mientras me besaba con el otro. Cambiábamos de lado y le tocaba al otro. Ellos me manoseaban y me apoyaban la cola. Chupábamos. Nos reímos. Estábamos ardiendo.
Ambos sabían mi orientación, así que... me buscaban. Se aprovecharon de mí. Y yo de ellos.
Nos sentamos frente al mostrador. Me preguntaron cosas. Hablamos de sexo. Nos provocamos mutuamente. Me preguntaron sobre mi primera vez y mis experiencias. Según ellos, se excitaron.
Hasta que, en un momento, mi chico me pide que me siente encima suyo. Accedí. No paraba de besarme el cuellito de nuevo. Ya quería pija yo. No paré de menearle la colita. De saltar encima suyo. Sentía que su verga se endurecía con cada besito y cada culazo que le daba.
En un momento, sentí que estaba sentado sobre su chori y no sobre él jajaja. Pobrecito. Le dolía, pero le calentaba. Le generaba mas ganas de cogerme bien duro.
Y hablando de duro, pela una bolsita y dice: una de mis fantasías, es tomar papusa de tu orto, me calienta mucho, ¿podrá ser, Gabi?
El otro pibe se hizo el gil. Se levantó a atender a una persona. Esconde la bolsa, me mira, se acerca a mi oreja y me pregunta, ¿te animás? A pesar de tener a una persona a metros, nunca dejé de brincarle y menearle.
Yo, haciéndome el virgencito difícil e indeciso, le contesto que no. Que está laburando. Que no da. A lo que me mira, se ríe y dice "pero, gabi, miranos, si estamos escabiando hace dos horas. Dale, animate. Siempre lo hacemos. Además, tus respuestas y vos, me dejaron la pija re dura". Yo, "ay, pero no tengo buena cola".
Esperamos a que se vaya la persona, me levanto de encima suyo, me pongo contra el mostrador, le pelo el orto, ve que tengo puesto un hilito que apenas se divisa y exclama todo sorprendido: "tenés mejor cola que la chica que me emperné el otro día, putito".
El otro, igual de asombrado, también tiró algo así como que le parecía cola de mujer. Los dos la tenían más tiesa que Tutankamón.
Ellos se sentaron uno al lado del otro. Yo, encima de sus piernas, paré mi colita entangadísima. Esto derivó en obvias nalgadas. Hasta pellizcos que se volvieron coladas.
Mi amor platónico prepara la línea sobre mis pompas con una SUBE. Peina la raya (no la mía) y de la excitación que le da el pegar el primer nariguetazo, me come el orto. No dejó ni una pizca de merca en mí.
Para todo esto, ya habían dos vergas bien duras para mí. El otro pibe se levanta, y se pone a pajearse mirando la situación. Nos acercamos a él para que, mientras mi wachín me come el rosquete, yo le como la verga al otro.
Mi chico, se pone celoso y desea probar de mis labios carnosos. No se aguantó ver el éxtasis reflejado en su rostro. También quiere. Se pone de pie. Se acerca. Me empieza a pegar con la pija por haberme portado mal. Le da pijazos a mi lengua, a mis mejillas. Su verga se volvía mas colorada, robusta y dura. ¡TERRIBLE PIJA!
Mis ojos no paraban de brillar de la emoción. Sí, sí, tenía dos pijas frente a mí. Una en cada mano. Ambas en mi boca. Gordas, grandotas, jugosas y carnosas. Se mostraban ante mí. Soberbias.
Mientras que, con mi boca, subo y bajo a lo largo del tronco gordo de mi chico, para hacerlo gozar, le hago la paja al otro pibe.
La chupada de pija que le di, generó que quiera más. Casi que se volvió adicto a mi oral. A tal punto, que se olvidó de mi burra. Era increíble lo bien que la pasaba. Se leía en sus gestos. Me daba cachetazos, me puteaba. Me agarraba de los pelos. Cachetazo de nuevo. Pijazo en mi orificio bucal.
Después cambió la cosa. Le hago la paja a mi chico, mientras le chupo la poronga a mi amigo. Cansado de la paja, me hace soltarle la pija para comerme el ojete... de nuevo. Se sabe para qué.
Se vuelve a sentar en la silla, para que me siente boca abajo sobre sus piernas. El otro pibe no quería saber nada con que le suelte la verga. Estaba re caliente. Tanto así que, cuando ve mi colita llena de fafafa, siento que se empieza a mover de una forma distinta. De una forma más orgásmica.
Así fue, su leche empieza a subir por todo su porongo, hasta regarme la carita de semen. Quedo secándole los restos que le quedan en la cabecita. Se le ponían blancos los ojos jaj.
No sé si fue eso, mi pete o el hecho de que le estuve comiendo los huevos por un buen rato. Ese era mi truco para hacerlos gemir. Además de que me gusta lamer el frenillo del pingo por un buen rato.
Otra vez mi bebote tomaba de mi zanjita. Sacó su cabeza de ahí, para agitarla a ambos lados y pegar un (casi) grito de guerra, que hasta hoy recuerdo jajaja. Estaba embravecido, era mi macho cabrío. Era otra persona.
Sus sustancias no ayudaban a calmarlo. Al contrario. Parecía que quería buscar merca hasta en lo más oscuro de mi ser. Quería asegurarse de que no me quede nada dentro.
Era hermoso verlo buscar con esas ansias y agarrarme para guiarme qué quería hacer. Me puso contra el mostrador, sin importarle nada si podía o no aparecer alguien. Me tenía sujetado fuerte de la cadera.
Mi colita, abiertita y babosa por sus lamidas, se disponía a recibir todo lo que tenía para mí.
Su pija gorda lo tenía bien metido en mí y, aun asi, me llevaba de un lado al otro. Quería acabar ya. Yo no. Estaba extasiada. Cada vergazo que me daba, se sentía como un cuchillazo, pero que, en vez de dolor, me generaba placer.
Empecé a sentir su líquido brotar con fuerza. Con violencia. Estaba calentita. La sacó, seguía fluyendo y me enchastró los cachetones. A ambos nos alivió. Lo vi mas tranquilo.
Le limpié el cabezón con la lengua. No habíamos terminado, era el principio de algo. El otro pibe me agradeció la cabeceada. Hacía mucho que no le daban una alegría. Se notaba, no duró mucho. Pero asumí que fue porque estuvo bien mi performance.
Aparte de compañeros, éramos amigos pero uno de los dos me calentaba mucho. Encima, se había puesto un short deportivo, el cual, le marcaba bastante la verga. Por lo tanto, mis ojos se deleitaban todo el tiempo. Vivían posados en esa zona.
A veces, me daba la impresión de que lo hacía adrede. Se me arrimaba muy cerca a dejarme ese vergón a nada de mí. Te deseo demasiado, pensaba.
Yo, sabiendo que él iba a estar ahí, me puse un hilo dental y un lompa, ligeramente, pegado al cuerpo.
Cuando llego al kiosco, me atienden ellos. Me abren y, aparentemente, ya había empezado la joda. Como era día de semana, no iba casi nadie. Esa era la idea por la que fui a hacerles la segunda (aparte, estaba aburrido en casa).
Pusieron música, bailamos algunas cumbias. Los dos me apoyaban. Mientras bailaba con mi chico, bien pegados, frente a frente, sus manos iban una en cada nalga, dejando bien abierta mi cola. El otro, miró un rato eso hasta que se animó, se acercó y me apoyó toda la verga.
Le di caricias y besos a él, que estaba detrás. Luego cambiamos de lado. Mi chico me llegó a apoyar la chota. La sentí toda. Nos dimos mas besos ricos. A veces en la boca. A veces, en el cuello. Les manoteé la pija al que tenía detrás, mientras me besaba con el otro. Cambiábamos de lado y le tocaba al otro. Ellos me manoseaban y me apoyaban la cola. Chupábamos. Nos reímos. Estábamos ardiendo.
Ambos sabían mi orientación, así que... me buscaban. Se aprovecharon de mí. Y yo de ellos.
Nos sentamos frente al mostrador. Me preguntaron cosas. Hablamos de sexo. Nos provocamos mutuamente. Me preguntaron sobre mi primera vez y mis experiencias. Según ellos, se excitaron.
Hasta que, en un momento, mi chico me pide que me siente encima suyo. Accedí. No paraba de besarme el cuellito de nuevo. Ya quería pija yo. No paré de menearle la colita. De saltar encima suyo. Sentía que su verga se endurecía con cada besito y cada culazo que le daba.
En un momento, sentí que estaba sentado sobre su chori y no sobre él jajaja. Pobrecito. Le dolía, pero le calentaba. Le generaba mas ganas de cogerme bien duro.
Y hablando de duro, pela una bolsita y dice: una de mis fantasías, es tomar papusa de tu orto, me calienta mucho, ¿podrá ser, Gabi?
El otro pibe se hizo el gil. Se levantó a atender a una persona. Esconde la bolsa, me mira, se acerca a mi oreja y me pregunta, ¿te animás? A pesar de tener a una persona a metros, nunca dejé de brincarle y menearle.
Yo, haciéndome el virgencito difícil e indeciso, le contesto que no. Que está laburando. Que no da. A lo que me mira, se ríe y dice "pero, gabi, miranos, si estamos escabiando hace dos horas. Dale, animate. Siempre lo hacemos. Además, tus respuestas y vos, me dejaron la pija re dura". Yo, "ay, pero no tengo buena cola".
Esperamos a que se vaya la persona, me levanto de encima suyo, me pongo contra el mostrador, le pelo el orto, ve que tengo puesto un hilito que apenas se divisa y exclama todo sorprendido: "tenés mejor cola que la chica que me emperné el otro día, putito".
El otro, igual de asombrado, también tiró algo así como que le parecía cola de mujer. Los dos la tenían más tiesa que Tutankamón.
Ellos se sentaron uno al lado del otro. Yo, encima de sus piernas, paré mi colita entangadísima. Esto derivó en obvias nalgadas. Hasta pellizcos que se volvieron coladas.
Mi amor platónico prepara la línea sobre mis pompas con una SUBE. Peina la raya (no la mía) y de la excitación que le da el pegar el primer nariguetazo, me come el orto. No dejó ni una pizca de merca en mí.
Para todo esto, ya habían dos vergas bien duras para mí. El otro pibe se levanta, y se pone a pajearse mirando la situación. Nos acercamos a él para que, mientras mi wachín me come el rosquete, yo le como la verga al otro.
Mi chico, se pone celoso y desea probar de mis labios carnosos. No se aguantó ver el éxtasis reflejado en su rostro. También quiere. Se pone de pie. Se acerca. Me empieza a pegar con la pija por haberme portado mal. Le da pijazos a mi lengua, a mis mejillas. Su verga se volvía mas colorada, robusta y dura. ¡TERRIBLE PIJA!
Mis ojos no paraban de brillar de la emoción. Sí, sí, tenía dos pijas frente a mí. Una en cada mano. Ambas en mi boca. Gordas, grandotas, jugosas y carnosas. Se mostraban ante mí. Soberbias.
Mientras que, con mi boca, subo y bajo a lo largo del tronco gordo de mi chico, para hacerlo gozar, le hago la paja al otro pibe.
La chupada de pija que le di, generó que quiera más. Casi que se volvió adicto a mi oral. A tal punto, que se olvidó de mi burra. Era increíble lo bien que la pasaba. Se leía en sus gestos. Me daba cachetazos, me puteaba. Me agarraba de los pelos. Cachetazo de nuevo. Pijazo en mi orificio bucal.
Después cambió la cosa. Le hago la paja a mi chico, mientras le chupo la poronga a mi amigo. Cansado de la paja, me hace soltarle la pija para comerme el ojete... de nuevo. Se sabe para qué.
Se vuelve a sentar en la silla, para que me siente boca abajo sobre sus piernas. El otro pibe no quería saber nada con que le suelte la verga. Estaba re caliente. Tanto así que, cuando ve mi colita llena de fafafa, siento que se empieza a mover de una forma distinta. De una forma más orgásmica.
Así fue, su leche empieza a subir por todo su porongo, hasta regarme la carita de semen. Quedo secándole los restos que le quedan en la cabecita. Se le ponían blancos los ojos jaj.
No sé si fue eso, mi pete o el hecho de que le estuve comiendo los huevos por un buen rato. Ese era mi truco para hacerlos gemir. Además de que me gusta lamer el frenillo del pingo por un buen rato.
Otra vez mi bebote tomaba de mi zanjita. Sacó su cabeza de ahí, para agitarla a ambos lados y pegar un (casi) grito de guerra, que hasta hoy recuerdo jajaja. Estaba embravecido, era mi macho cabrío. Era otra persona.
Sus sustancias no ayudaban a calmarlo. Al contrario. Parecía que quería buscar merca hasta en lo más oscuro de mi ser. Quería asegurarse de que no me quede nada dentro.
Era hermoso verlo buscar con esas ansias y agarrarme para guiarme qué quería hacer. Me puso contra el mostrador, sin importarle nada si podía o no aparecer alguien. Me tenía sujetado fuerte de la cadera.
Mi colita, abiertita y babosa por sus lamidas, se disponía a recibir todo lo que tenía para mí.
Su pija gorda lo tenía bien metido en mí y, aun asi, me llevaba de un lado al otro. Quería acabar ya. Yo no. Estaba extasiada. Cada vergazo que me daba, se sentía como un cuchillazo, pero que, en vez de dolor, me generaba placer.
Empecé a sentir su líquido brotar con fuerza. Con violencia. Estaba calentita. La sacó, seguía fluyendo y me enchastró los cachetones. A ambos nos alivió. Lo vi mas tranquilo.
Le limpié el cabezón con la lengua. No habíamos terminado, era el principio de algo. El otro pibe me agradeció la cabeceada. Hacía mucho que no le daban una alegría. Se notaba, no duró mucho. Pero asumí que fue porque estuvo bien mi performance.
0 comentarios - Polvito del amor.