Esta es la historia de Emilia, una mujer que a sus 30 años decide mirar hacia atrás y hacer un top 10 de sus mejores anécdotas de sexo, rememorando amantes, tríos, lugares exóticos y muchas cosas que la hicieron llegar a los mejores orgasmos de su vida. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
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Capítulo 10: Impregnada de placer – Puesto n° 1
¡Por fin llegamos al puesto n° 1! Después de varias increíbles historias que se iban haciendo más calientes a medida que pasaban, estamos ante lo que para mí fue la mejor noche de sexo de mi vida. Desde la primera vez que lo hice hasta la última vez que cogí con Ignacio hace muy poco tiempo, siempre me acuerdo de aquella vez y aseguro que fue el momentos más placenteros de mi vida y sin lugar a dudas uno del cual nunca me voy a olvidar. Pero antes de avanzar vamos a recapitular un poco la historia. Un breve repaso de lo que venía pasando en mi vida y por qué tan solo 7 días después de tener la mejor noche de sexo junto a Javier, esta fue superada por lejos.
Tenía 23 años y me encontraba entre dos amantes: Mariano y Javier. El primero se había vuelto a poner de novio con Macarena y yo disfrutaba muchísimo haciéndola cornuda y cogiéndome a su novio y uno de mis mejores amigos. Mis amigas, Guillermina, Luciana y Florencia, no sospechaban en lo más mínimo de lo que sucedía, ya que él y yo habíamos acordado que no íbamos a hablar de nada al respecto, teniendo en cuenta la situación que habíamos vivido hacía unos años cuando habíamos hecho lo mismo. Así pasaron los meses y de vez en cuando nos encontrábamos para coger, sacarnos la calentura y disfrutar juntos. Íbamos a su casa, terminábamos en un telo o simplemente cogíamos a las apuradas en el auto, con la idea de tomar cada uno su rumbo. El sexo se ponía cada vez más interesante y nos animábamos a hacer de todo, lo que nos motivaba a seguir juntándonos de forma clandestina en busca del placer.
Por otro lado, Javier, el chico de los tatuajes y que tanto me gustaba, aparecía de vez en cuando y a pesar que ya no me interesaba como antes, logró remontar después de calentarme con videos e imágenes por WhatsApp y terminamos teniendo la noche que hoy en día ocupa el puesto n° 2 de este top. Al día siguiente de esa increíble noche, me levanté desnuda en su cama y pensé en dejar a Mariano y quedarme con Javier. Estaba soltero, tenía un cuerpo hermoso, una pija inmensa y gruesa y acababa de demostrarme que sabía darme placer como nadie. Le dije de volver a verlo entre semana y él aceptó más que emocionado, por lo que acordamos juntarnos el miércoles. Estuve todo el domingo pensando en él y llegamos a intercambiar unos mensajes que incitaban a hacer algo. El lunes Mariano me invitó a vernos, pero por alguna razón le dije que no, pues quería ver a Javier y estar con él, por lo que seguimos intercambiando mensajes con el chico del parque e ignoré a mi amante.
El martes, las cosas cambiaron. Javier no me escribió en todo el día a pesar de que le mandé varios mensajes y no fue hasta la noche que me respondió de forma cortante. Le pregunté si le había pasado algo, pero con un simple “nada” terminó la conversación. El miércoles, deseosa de verlo después de mi día de facultad, le escribí y nuevamente no tuve respuesta. Fui al parque a ver si lo encontraba y nada, por lo que volví a mi casa y esperé que pasara el día, escribiéndole en varias oportunidades, algunas insinuando cosas sexuales. No me respondió hasta el jueves y su mensaje cortante diciendo que había tenido un día complicado en el trabajo y que no había podido verme, me dejó bien en claro que Javier no buscaba nada más que sexo conmigo. “No hay problema, cuando estés más tranqui me escribís y organizamos” le contesté yo y eso no sucedió hasta dos semanas después, pero para ese entonces el chico de los tatuajes había vuelto a ocupar el segundo lugar en mi lista de prioridades.
“Hoy podés hacer algo?” le envié a Mariano el viernes y rápidamente me dijo que tenía un plan con Macarena, pero que el sábado quería verme seguro. “El sábado nos vemos tarado, si es mi cumpleaños” le contesté y él me pidió disculpas y dijo que tenía un regalo muy lindo para mí. Ese sábado resultaba ser mi cumpleaños n° 24. Hasta hacía unos días tenía pensado pasarlo con Javier y disfrutar juntos de una noche igual de caliente que la anterior, pero él se comportaba de forma muy rara y yo no tenía ganas de histeriqueo, por lo que directamente ni le dije que íbamos a ir a un boliche a bailar y esperé que él me escribiera cuando tuviera ganas de estar conmigo. Al fin y al cabo era mi cumpleaños y yo quería pasarla bien, disfrutar y coger con alguien que supiera hacerme acabar y Mariano parecía no solo estar disponible, sino que demostraba tener muchas ganas.
La noche fue tremenda. Fuimos al boliche junto a las chicas, Mariano, Bruno y Lucas y nos la pasamos tomando y bailando. Los 3 hombres se encargaron de que yo siempre tuviera un trago en la mano y no tardé en ponerme muy borracha, regalando besos y abrazos a todo el mundo. Como terminé besando en la boca hasta a Lucas, a nadie le pareció raro que lo hiciera con Mariano, lo que ellos no sabían era que la excusa de los besos era para poder hacerlo con él. Bailábamos pegados, cantábamos y nos divertíamos sin que el resto se diera cuenta que en realidad nos íbamos tentando poco a poco. A media noche llegó Nicolás, un amigo de Mariano que estaba buenísimo. Yo estaba tan en pedo que rápidamente le dije que esa noche era mi cumpleaños y que tenía que regalarme un trago y darme un beso, aunque aproveché para comerle la boca por varios segundos hasta que Guillermina me vino a separar. A pesar de eso yo continué tocándolo y bailando con él, dejándome llevar por el alcohol y ante la risa de todos los demás.
Salimos del boliche a eso de las 5 de la mañana y apunté al auto de Nicolás, pues de lo borracha que estaba solo quería seguir de fiesta y él había propuesto continuar la joda en su casa. Bruno y Lucas automáticamente se despidieron y se fueron cada uno a su casa, seguidos de Florencia y Luciana. Intenté convencer a Guillermina que viniera conmigo así ella estaba con uno y yo estaba con el otro, pero según mi amiga Nicolás estaba interesado en mí y ella no iba a estar con Mariano, por lo que Nico la llevó a su casa y él, Mariano y yo seguimos los tres solos. Los dos chicos iban en el asiento delantero y yo en el trasero por lo que me asomé entre medio y empecé a acariciar a Nicolás que manejaba. “Me vas a hacer chocar” decía él a pesar que conducía muy lento y entonces cambié mis manos y comencé a acariciar a Mariano.
- ¿Sabés que tu amigo y yo cogemos bastante seguido?- Le pregunté a Nicolás refiriéndome a Mariano y confesándole a alguien de lo nuestro.
El conductor giró la cabeza y sonriendo me miró y asintió, dejándome en claro que Mariano se lo había contado al menos a una persona. Entonces me incliné hacia adelante y busqué los labios de mi amante, a quien besé con ganas y enseguida me indicó que volviera al asiento de atrás. “Vení conmigo” le rogué totalmente borracha y tiré de su camisa hacia atrás. Ellos se reían y me miraban mientras seguíamos el viaje hasta la casa de Nicolás. Yo insistí y empecé a tirar con más fuerza de la camisa de Mariano, deseando que viniera a acompañarme en el asiento trasero, al fin y al cabo estaba caliente y no me estaba controlando lo más mínimo. Al final, luego que le recordara que yo era la homenajeada, terminó cediendo y Nicolás tuvo que frenar en medio de la calle para que él se bajara y se subiera atrás conmigo.
Automáticamente me abalancé sobre él y le comí la boca de un beso bien caliente. Mariano, sin importarle que hubiera un testigo de lo que sucedía, me devolvió el beso y dejó que yo me sentara sobre su cuerpo y colocó sus manos en mi cola para apretármela con fuerza. La lengua no tardó en entrar en juego y el beso se hizo mucho más caliente que antes, mientras que Nicolás seguía conduciendo. Sentía como uno de sus dedos se metía por medio del short entre mis nalgas y como jugaba sobre mi cola y bajaba hasta mi concha, manoseándome por arriba de la ropa. “¡Ay sí!” gemí yo cuando él basó su boca a mi cuello y me empezó a pasar la lengua de forma muy caliente. Parecía que el viaje se iba a hacer mucho más largo y como yo no quería esperar, decidí comenzar ahí mismo.
Me senté de nuevo al lado de él y fui con ambas manos a desabrocharle el cierre del pantalón. “Emi, esperá a que estemos solos” me dijo él tratando de sacar las manos de lugar pero yo insistí con que era mi cumpleaños y que él tenía que dejarme, por lo que aceptó y permitió que le bajara un poco el pantalón y el bóxer. Su pija, ya a medio parar terminó entre mis dedos y lo empecé a pajear con ganas mientras le seguía dando besos con lengua bien caliente. De golpe el auto se frenó y pensé que habíamos llegado, pero se trataba de un semáforo, por lo que Nicolás aprovechó para ver lo que hacíamos en la parte de atrás. Miré a los ojos al amigo de mi amante, le sonreí y me incliné hacia adelante para darle placer oral a Mariano.
Comencé a chuparle la pija con ganas, de forma rápida. Subiendo y bajando la cabeza a toda velocidad mientras saboreaba de su verga. Esta se iba poniendo más y más dura en mis labios y eso me excitaba y me motivaba a seguir. Él apoyó una de sus manos sobre mi cabeza sin hacer presión, pero acompañando mis movimientos y acariciando mi pelo. “No sabés lo que es esto, boludo” le dijo a su amigo y se notaba el placer en su voz. Nicolás arrancó nuevamente y por alguna razón me dio la sensación que estaba conduciendo más rápido que antes. Yo seguía con la pija de mi amante en mi boca, chupándola con ganas, lamiéndole la cabecita y sintiendo como creía entre mis labios. La saliva comenzaba a caerse y manchaba toda su pija y la ropa de Mariano, quien había comenzado a gemir de forma muy notoria y exagerada, seguramente para darle envidia a su amigo.
Frenamos nuevamente y esa vez sí, habíamos llegado. Yo me levanté y me limpié la boca mientras que Mariano se volví a poner la ropa y los dos nos bajamos del auto. Nicolás nos hizo entrar al palier del edifico donde vivía y nos miró con una sonrisa cómplice, como sabiendo lo que iba a pasar después. Subimos al ascensor y me pegué al cuerpo de Mariano, a quien comencé a acariciar y hasta llegué a abrirle varios botones de la camisa para tocarle la piel. “Vayan a la habitación y sigan” dijo Nicolás cuando el ascenso llegó al piso indicado y la puerta se abrió. Nosotros nos reímos, nos bajamos y entramos al gran departamento en el que vivía el amigo de mi amante. Sin soltarme, Mariano me empezó a llevar por el pasillo y yo pedí primero de ir al baño, pues quería limpiarme un poco y acomodarme. Él me indicó donde estaba y después me señaló la pieza, en donde me iba a esperar.
Cerré la puerta del baño y me paré frente al espejo, donde empecé a acomodarme el pelo y a limpiarme un poco la transpiración del boliche. Estaba totalmente borracha, aunque muy consciente de lo que hacía. Quería pasarla bien, al fin y al cabo era mi cumpleaños. Tenía a un macho increíble que sabía complacerme esperándome en una habitación y yo no iba a desaprovecharlo. Pero entonces pensé en Nicolás, el amigo hermoso de Mariano a quien le había comido la boca horas antes y quien nos había llevado hasta allí para que pudiéramos estar solos. Me dio pena dejarlo allí afuera y que escuchara como nosotros cogíamos (pues tenía pensado ser muy ruidosa). Me miré al espejo, sonreí de forma morbosa y salí del baño decidida, pero en lugar de ir hacia la pieza caminé hacia el comedor. Entré y Nicolás me miró desentendido, pues no esperaba que yo apareciera por allí.
- ¿Necesitas algo?- Me preguntó.
- ¿Venís?- Repregunté yo de forma directa y él se quedó callado unos segundos.
- No, no. Tranqui.- Me contestó sonriendo.- Vayan ustedes.
- Perdón, tal vez me expresé mal.- Le dije dando unos pasos hacia adelante y acercándome a él.- No fue una pregunta, fue una afirmación.- Continué y me paré frente a él.- ¡Es mi cumpleaños y vos venís!
Lo agarré de la mano y comencé a caminar hacia el curto y a pesar que Nicolás me preguntó si estaba segura, nunca se detuvo y se dejó llevar. Entré a la pieza y me encontré con que Mariano ya estaba completamente desnudo y su pija se levantaba como un mástil en medio de la cama. “Traje un amiguito” le dije a mi amante como si se tratase de una niña que invita a alguien a jugar y los dos se rieron. “Esto se va a descontrolar” agregó Mariano pero ninguno tuvo tiempo para nada, pues automáticamente me lancé sobre la cama y continué chupándole la pija a mi amante. Mientras yo movía rápido la cabeza hacia arriba y hacia abajo gozando de la verga bien dura de mi amigo, el otro chico se quedó parado unos segundos al costado de nosotros, observando la situación de la misma forma que lo había hecho en el auto. Entonces se acercó para tocarme el cuerpo y comenzó a rozar mi piel con sus dedos, disfrutando de mis curvas y calentándose para entrar a jugar.
Al principio pensé que Nicolás iba a ser mucho más tímido y difícil de adaptar, pero enseguida me demostró que era todo lo contrario. Tras unos segundos en los que yo seguía disfrutando de la pija de Mariano con mi boca, su amigo se subió a la cama y sacándose la camisa, se acomodó detrás de mí para tocarme la cola y apretármela con ganas. Levanté la cabeza y la giré para regalarle una sonrisa y hacerle saber que estaba todo más que bien, pero no hizo falta, ya que apenas nos miramos el chico me pegó un chirlo que me dejó marcados sus dedos en mis nalgas. “¡Ay!” protesté pero siempre sonriendo, indicando que claramente no tenía problema de lo que acababa de hacer. Volví a gozar de la verga bien dura de mi compañero y este continuó agarrándome la cola por encima de la ropa, apretándola y manoseándome desde la espalda hasta las piernas.
No recuerdo el momento, pero entre besos, lengua y mucho toqueteo nos fuimos desnudando. Mariano, quien ya se había desprendido de toda la ropa, aprovecho para besarme la boca, apretarme las tetas y sacarme las prendas que le impedían verme la piel. Nicolás, por su parte, fue un poco más cauteloso y dejó que su amigo se ocupara de desvestirme, aunque él aprovechó para quitarse todo lo que le quedaba. Fue entonces cuando los tuve a los dos desnudos para mí y decidí pedirles que se acostaran en la cama, uno al lado del otro. Ellos obedecieron y yo me coloqué entre los dos pero boca abajo y a la altura de sus piernas, para así tener acceso directo a esas dos pijas que ya estaban bien duras. Las agarré a cada una con una mano y comencé a pajearlos con ganas, sintiendo como se ponían más firmes entre mis dedos y observando la cara de felicidad de los amigos.
Volví a chupársela a Mariano, al fin y al cabo él era mi amante y quien se merecía prioridad en ese momento. Pero rápidamente me fui a probar la verga de su amigo y me costó decidir cual de las dos me gustaba más. Iba y venía, chupándolas de una en una y gozándolas aún con mis manos. Mariano gemía y demostraba su goce mucho más que su amigo, quien era más calladito y apenas hablaba. “¡Que linda putita que sos, Emi!” me decía y me acariciaba el pelo cada vez que tenía su verga en la boca. Cuando me trasladaba en búsqueda de la pija de su amigo, ponía su mano en mi nuca y me obligaba a comérmela casi toda, haciendo que me ahogara y que la baba se acumulara. De pronto estaba toda sucia, con los labios cubiertos de baba y con las manos empapadas de la saliva y los fluidos que salían de las pijas de mis amantes.
- ¡Chupámela hasta acabar!- Me dijo entonces Nicolás tomándome de sorpresa.
Dudé unos segundos, pues quería disfrutarlo más tiempo, pero no me negué a ese pedido bien caliente, sabiendo que podía hacerlo. Solté la pija de Mariano y me concentré totalmente en la de su amigo, la cual empecé a pajear y a chupar a toda velocidad. Entonces los gemidos aparecieron, por lo bajo, suavecitos, pero podían escucharse con el subir y bajar de mis labios sobre su cuero. “¡Así putita! ¡Comésela toda!” me decía mi amigo que observaba todo desde al lado mientras se pajeaba y me hundía más la boca para que cada bocado fuese más profundo. Tenía toda la pija de Nicolás entre mis labios, la acariciaba con mi lengua y con una de las manos lo pajeaba mientras que con la tora le acariciaba los huevos, haciéndolo gozar al máximo.
“Te voy a llenar la boca de leche, hija de puta!” dijo entonces Nicolás entre dientes y yo seguí pajeándolo y chupándosela más rápido que antes. Los gemidos eran más fuertes que antes y era obvio que el pibe no se iba a aguantar las ganas. Su amigo leyó el momento y cuando estuvo a punto de acabar, presionó con más fuerza mi cabeza y me obligó a comérsela casi entera. Entonces Nicolás me explotó en la boca, llenándome de semen tal cual me lo había advertido. La acabada siguió y siguió y yo recibí toda su lechita espesa y calentita en mi lengua, sintiendo que me ahorcaba con cada eyaculación, pero sin poder moverme de lo prisionera que me tenía el otro chico.
Mariano me soltó y automáticamente levanté la cabeza, abriendo la boca y respirando de forma agitada. La leche empezó a caer de mis labios, ensuciándome el mentón y el pecho, pero sin que me importara el enchastre que estaba haciendo. Entonces mi amigo se levantó y vino directamente a mis tetas, lamiéndomelas como loco, al punto tal que estoy segura que llegó a lamerme algo de semen que se me había caído allí. Pero a él tampoco le importaba, pues estaba sumamente caliente de lo que estábamos haciendo y los límites ya no existían. Me dijo que me pusiera en cuatro y ni bien lo hice se colocó detrás de mí y me abrió las nalgas de par en par.
Pude sentir su lengua pasar desde mi concha hasta mi culo y después noté como un escupitajo caía sobre mi cuerpo y como la baba me choreaba hasta manchar las sábanas. Mariano volvió a pasar su lengua, apretando mucho más fuerte y de forma más intensa, haciéndome sentir la presión de su boca. “Limpiale la pija a Nico” me ordenó y su amigo automáticamente se movió hasta quedar delante de mí. Rápidamente me tragué la leche que me quedaba en la boca y busqué nuevamente su verga, la cual seguía bien dura y firme frente a mis ojos. Entonces hicimos un tren de placer, pues al mismo tiempo que yo complacía oralmente a Nicolás, el otro chico me lamía la concha y el culito a toda velocidad, llenándome de saliva y haciéndome gemir de tanto en tanto. No podía creer que la noche recién estaba empezando y ya estaba toda transpirada, cubierta de semen y con el corazón latiéndome a mil de placer.
Mariano no se aguantó las ganas y tras unos segundos, se arrodilló atrás mío y me metió de lleno su pija bien dura en la concha. Yo lancé un grito de placer puro y sentí como él se agarraba de mi cintura como si sus manos fueran garras y me empezaba a coger a toda velocidad. “¡Que puta que sos, Emi!” me dijo golpeando su cintura contra mi cola una y otra vez, metiéndome y sacándomela la pija con ganas. Yo no soltaba la verga de su amigo, la cual empezaba a ablandarse pero seguía toda empapada de semen y saliva. La escena se ponía más caliente a medida que pasaban los segundos y yo no podía creer que estuviera disfrutando de esa manera. Tenía dos hombres para mi solita, los cuales parecían estar totalmente tranquilos de lo que pasaba y de gozar a pleno de mi cuerpo. Miré a Nicolás a los ojos y este sonreía con ganas, dándome a entender que su parte en el juego no había acabado y que ese primer orgasmo solo había sido introductorio. Esa mirada me excitó tanto, que no me pude aguantar.
- ¡Ay sí! ¡Ay sí! ¡Cogeme! ¡Dale cogeme!- Le pedí a gritos a Mariano girando la cabeza y observándolo a los ojos.
Mi amigo se puso como loco y comenzó a darme más fuerte y más duro. Sentía su pija entrar y salir de mi concha casi por completo y notaba como esta me abría al medio, provocándome gritos de placer que se mezclaban con mis gemidos. Una de sus manos bajó hasta mi cola y la sujetó con fuerza, apretándome las nalgas de la misma forma que yo sujetaba la pija de Nicolás, la cual volvía a cobrar vida. “¡Ay sí! ¡Cogeme bien duro! ¡Dale mi amor!” le dije a mi amigo y este siguió y siguió metiéndome y sacándomela la pija a toda velocidad. Me volvía loca de placer, me calentaba al máximo y me hacía disfrutar de su cuerpo mientras que seguía observando a su amigo a los ojos y viendo su sonrisa morbosa en los labios.
Mariano se detuvo suavemente y continuó moviéndose despacio por unos momentos. “¡Ay sí!” dije yo al sentir su pija entrando bien a fondo de mi cuerpo y siguió con esos movimientos por un rato. Aproveché para volver a chuparle la verga a Nicolás, la cual iba retomando la forma. Sabía que ahora le tocaba su turno, por lo que quería ponerla bien durita para que pudiera cogérmelo con ganas. Lo observaba fijo a los ojos desde abajo y disfrutaba de su mirada penetrante mientras que con mi lengua relamía su cabeza. Notaba su pija crecer en mis labios y ponerse más y más dura mientras que su amigo me seguía cogiendo suavemente, metiéndomela hasta el fondo y sacándome gemidos ahogados con cada penetración.
Cuando tuve la pija de Nicolás bien dura entre mis dedos decidí avanzar. Me moví hacia adelante, provocando que la verga de Mariano saliera de mi cuerpo y fui gateando por el cuerpo del otro chico hasta colocarme encima de él. Me senté sobre su cintura y despacito fui metiéndome su pija en mi concha toda empapada, gozando de cómo esta entraba lentamente en mi cuerpo. El chico permaneció recostado, con sus manos sobre mi cintura y observándome desde los ojos hasta las tetas, las cuales aún tenían su semen. Mariano no tardó en pararse sobre el colchón y terminó al lado mío, apoyando una mano sobre la pared para no caerse y acercándome la cintura a la cara para que no me olvidara de él.
- ¡Ay sí! ¡Cómo me encanta tener dos machos para mí solita!- Dije poniendo voz de puta y sabiendo que ese comentario iba a volver loca a mis hombres.
Nicolás apenas sonrió y movió una de sus manos hasta mi cola para agarrármela con ganas, mientras que Mariano volvió a decirme que era una putita hermosa y comenzó a refregarme la pija por la cara. Yo giré la cabeza y buscándola con mi boca, la abrí bien grande y dejé que él la metiera para empezar a chuparla mientras me iba cogiendo a su amiga. El ritmo era lento, suave, pero intenso. Subía y bajaba de la cintura de Nicolás, disfrutando de su pija nuevamente al palo sobre mi conchita empapada al mismo tiempo que gozaba de la dureza de Mariano entre mis labios. Este último me agarró de la cabeza con las dos manos y moviéndose muy lento, empezó a cogerme la boquita, bamboleando sus caderas hacia adelante y hacia atrás. Me encantaba que me cogieran de esa forma, disfrutando los tres sin límites y aprovechando cada oportunidad para seguir impregnándonos de placer.
Poco a poco fui acelerando el ritmo y el otro chico me siguió el juego. Agarrándome de la cintura con una mano y de la cola con la otra, comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo haciendo que cada penetración fuese más profunda. Yo gozaba y gemía mientras iba y venía sobre su cuerpo, sintiendo su verga entrar y salir de mi concha, la cual estaba cada vez más mojada. No podía gemir, pues tenía la boca llena con la otra pija, pero mis gemidos se hacían notar aun así. Me apoyaba sobre el pecho de mi amante y me movía en todas direcciones, descontrolando mi cuerpo y el de Nicolás. Mariano seguía y seguía cogiéndome la boca, cada vez más rápido, provocando que la saliva empezara a chorrear de mi boca y caer sobre el cuerpo de su amigo.
Era demasiado placer por todos lados. No pude controlarme y sentí como el cuerpo me temblaba. Mis piernas comenzaron a agitarse, haciendo que mis movimientos se volviera frenéticos y cortos pero bien rápidos. Lo sentí y no pude aguantarme. Logré liberarme de Mariano y comencé a gemir como loca, agachando la cabeza y cerrando los ojos para disfrutar a pleno. Nicolás no se detuvo y se siguió moviendo con fuerza hacia arriba y hacia abajo a toda velocidad. Entonces acabé. Acabé con ganas sobre el cuerpo de mi amante y noté como me empapaba entera y como pegaba pequeños brincos sobre su cintura mientras lo hacía. “¡Ay sí! ¡Ay sí! ¡Ay sí!” repetía una y otra vez mientras disfrutaba de ese orgasmo que no se detenía. Había llegado el primero de la noche y los próximos iban a ser muy seguidos.
Cuando me quedé quieta, Nicolás se empezó a mover debajo de mí, cogiéndome hacia arriba y hacia abajo con ganas. Mariano aprovechó la situación y volvió a meterme su pija en la boca, cogiéndome los labios nuevamente con ganas. Me tuvieron así por unos minutos, dándome placer por todos lados y haciéndome disfrutar de mi orgasmo, mientras sentía como me mojaba más de lo que ya estaba. Claramente los chicos estaban tan calientes como yo y no había límites para el placer. Fue entonces cuando mi amigo se movió de lugar y empujándome de la espalda hacia adelante, me obligó a recostarme sobre el cuerpo de su amigo y dejó mi cola bien parada. Abriéndome las nalgas de par en par, empezó a lamerme el culo, al mismo tiempo que Nicolás me seguí cogiendo como podía.
- ¡Ay sí! ¡Me encanta!- Le gemí yo mientras me recostaba sobre uno de los hombros de mi otro amante y sentía su pija entrar y salir de mi conchita.
- ¡Te vamos a coger por los dos lados!- Me dijo Mariano a los pocos segundos pues estaba tan mojada que su dedo no tardó en entrar por mi cuerpo.
Se acomodó como pudo detrás de mí y apoyó su pija sobre mi culito. Nicolás se detuvo y Mariano empezó a hacer fuerza y fui sintiendo como su verga bien dura y empapada entraba en mi cola, haciendo presión sobre la pija de su amigo y generándome una sensación muy rara en el cuerpo. “¡Ahhh sí! ¡Ay, me encanta!” gemí yo mientras sentía como me abría entera y como su cuerpo penetraba bien a fondo el mío. Noté la cintura de Mariano apoyar contra mi cola y supe que ya estaba totalmente adentro mío, por lo que se empezó a mover suave hacia adelante y hacia atrás, provocándome gemidos que iban a parar al oído de Nicolás, quien seguía quieto e inmóvil esperando el momento.
Poco a poco fueron aumentando el ritmo y con ello creció el placer. Podía sentir como ambas pijas entraban y salían de mi cuerpo a diferentes ritmos, una por mi concha y otra por mi cola. Era evidente que los chicos sentían la diferencia ya que sus gemidos se sumaban a los míos y pude ver como Nicolás se mordía los labios, seguramente para aguantarse las ganas de acabar de nuevo. Era la primera vez que disfrutaba de dos vergas para mi solita y sin lugar a dudas era increíble. Notaba como estas me abrían y como la calentura iba en aumento a medida que ellos se movían más y más rápido. Sentía la cintura de Mariano chocar contra mi cola una y otra vez en cada oportunidad que la metía bien a fondo y eso me excitaba demasiado.
Entonces sentí como comenzaba a mojarme de nuevo y no me di cuenta que estaba acabando por segunda vez hasta que mis gritos inundaron la habitación. Estaba tan caliente que no podía creer lo mucho que disfrutaba de aquel momento. Noté como mi orgasmo invadía todo mi cuerpo y como mi concha se empapaba tanto al punto que el chorro salía disparado cada vez que Nicolás movía su cintura para abajo. “¡Qué lindo como te estas mojando toda!” dijo Mariano que parecía disfrutar mucho más ese momento sabiendo que estaba teniendo mi segundo orgasmo de la noche. Ellos no se detuvieron y siguieron moviéndose, provocando que mis gemidos aumentaran y haciendo que mi orgasmo se intensificara y que yo siguiera eyaculando por mucho más tiempo.
- ¡Voy a acabar!- Advirtió entonces Nicolás que se había dejado de morder los labios por un segundo.
Todos actuamos enseguida. Mariano se levantó de golpe y noté como su pija salía de mi culo haciendo presión y como este quedaba todo abierto. Yo me levanté al instante del cuerpo de Nicolás y este comenzó a acabar. Apenas pude arrodillarme al costado de suyo que el primer chorro de leche salió disparado por los aires y acabó en su propio cuerpo. Entonces empecé a pajearlo a toda velocidad y noté como el volcán explotaba de nuevo mientras que detrás de mí, Mariano se acomodaba para seguir cogiéndome. Sentí su pija penetrar mi conchita toda mojada y empapada y los gemidos se mezclaron con los de Nicolás, que disfrutaba de cómo le sacaba hasta la última gota de semen. “¡Así hija de puta! ¡Dejalo seco!” me decía mi amigo mientras pajeaba al otro chico y me metía y sacaba la pija a gran velocidad de la concha. Mis gemidos volvieron a aparecer y entonces lo sentí.
El tercer orgasmo fue casi tan fuerte como el anterior y noté como mojaba por completo a mi amante. Los chorros salían disparados de mi concha y cada vez que metía su verga hasta el fondo de mi concha, mi acabada salía con más potencia que antes y manchaba toda la cintura de Mariano. “¡Que hija de puta!” dijo él que no paraba de cogerme y de darme bien duro mientras que se sujetaba con ambas manos a mi piel. Nicolás apenas entendía lo que sucedía. Respiraba de forma agitada y con los ojos cerrados se dedicaba a disfrutar de cómo le sostenía la pija manchada de semen. Yo acababa como loca, gritando y gimiendo desesperada mientras que Mariano me cogía como nunca antes me había cogido, con fuerza, con ganas, golpeando su cuerpo contra el mío una y otra vez.
- ¡Tomá la leche, puta de mierda! ¡Tomala toda!- Dijo y nuevamente sentí como sacaba su pija de mi cuerpo.
Yo no pude reaccionar y me quedé inmóvil en mi lugar, sintiendo como me chorreaba la concha y el culo y gimiendo aún de todo el placer que había recibido. Mariano no tardó en acabar y su semen empezó a caer por mi cuerpo, manchándome las nalgas y la espalda. Notaba como ese líquido espeso y cálido me cubría todo el cuerpo, desde la mano hasta la boca y la cola y por alguna razón me encantaba. Mariano siguió sujetándose de mi cintura con su mano izquierda mientras acababa y cuando lo hizo, golpeó con su verga en mi cola una y otra vez, asegurándose de sacar hasta la última gota de leche.
La noche había sido increíble y lo mejor de todo fue que después de eso nos fuimos a bañar con Mariano y nos besamos y calentamos nuevamente para echarnos un rapidito debajo del agua. Cuando salimos, Nicolás se había dormido así, completamente desnudo y cubierto en su propia leche. Con Mariano nos fuimos al sillón y nos pusimos a hablar. Logré convencerlo de que dejara a la pelotuda de Macarena y tan solo dos semanas más tarde iba a volver a ser soltero. Nosotros seguiríamos cogiendo por varios meses y tendríamos encuentros muy calientes y repletos de orgasmos deliciosos, pero como el tiempo cada uno tomaría su rumbo. Hoy en día es un gran amigo mío y siempre que lo veo le regalo una sonrisa para hacerle saber que mi mejor noche de sexo la viví junto a él y seguramente sea muy difícil de superar.
Así termina este top, con un trío delicioso, repleto de orgasmos, de leche y de gemidos. Mi vida sigue y mi historia también, pero en estos años no puedo quejarme de lo vivido y de lo disfrutado. Noches románticas, amantes esporádicas, sorpresas excitantes y lugares exóticos llenan este ranking de encuentros sumamente satisfactorios y de anécdotas para toda la vida. ¿Y vos? ¿Podrías armar un top ten del sexo? ¡Estoy segura que sí! Ya que todos sabemos muy bien cuales fueron esos momentos en los que sentimos tanto placer que nunca nos podríamos olvidar.
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