Series de Relatos Publicados (Click en el link)
Capítulo 48.
Pura Maldad.
Mi casa se transformó en un puticlub.
Bueno, en realidad no sé cómo es un puticlub, nunca estuve en uno… pero se entiende la analogía.
A la tarde, cuando salí de mi pieza, me encontré con Pilar y Macarena sentadas en el sofá. Completamente desnudas las dos, como corresponde. Se estaban besando la una a la otra mientras se metían los dedos en las conchas, tenían las piernas bien abiertas y yo pude ver el espectáculo durante unos segundos.
No me quedé demasiado tiempo allí, porque detrás de la barra americana, preparando la cena, estaba mi mamá… con sus grandes tetas a la vista.
Decidí divertirme un poco con ella y probar qué tan abierta está su mente hoy en día.
La arrimé por detrás y su reacción fue inmediata, paró la cola y se preparó para lo que iba a venir. No le tuve tregua. Penetre su concha sin ningún tipo de preámbulo y empecé a darle duras embestidas. Ella tuvo que dejar de picar vegetales, ya no podía manejar el cuchillo con tanto movimiento. Tuvo que aferrarse a los bordes de la mesada para poder contener la fuerza de mis penetraciones. Estuve allí, dándole durante unos segundos, hasta que se nos acercó Macarena.
―Permiso ―dijo mi hermana, apartándome con una mano.
Se arrodilló detrás de Alicia y sin decir nada más, comenzó a lamerle la concha. Mi mamá recibió este gesto de buena gana. Al que no le hizo mucha gracia fue a mí, porque me interrumpió en un buen momento. Sin embargo no me dejó sin agujero para meter la concha.
Desde el living Pilar me hizo señas para que me acerque a ella. Me esperó con las piernas levantadas y la concha abierta.
Me acerqué a ella a toda velocidad y sin perder el tiempo, se la metí. Dios, qué calentita la tiene. Mucho más húmeda que la de mi mamá. Me encanta.
Mientras cogía con Pilar, pude ver que Alicia ya había subido una de sus piernas encima de la barra americana y miraba como yo me cogía a su hija, sobándose las tetas.
Realmente cambió mucho… y Pilar también. En otro momento ninguna de las dos se hubiera quedado tan tranquila en una situación como esta.
La estábamos pasando de maravilla; pero Macarena tenía reservada para nosotros una escena de lo más pornográfica.
Trajo a Alicia hasta los sillones del living y le pidió que se arrodillara sobre uno de ellos, con el culo apuntando hacia nosotros.
―Vení, Nahuelito… ya sabés qué hacer. Rompele el orto a esta puta…
―Pero… ¿Y Pilar?
―Por mí no te preocupes, nene… yo también quiero ver cómo le rompés el orto a esa puta.
―Muy bien, si me lo piden de esa manera.
― ¿Puedo sugerir algo? ―Dijo Alicia.
―No, mamá… vos no tomás las decisiones acá ―dijo Macarena, con severidad―. Te van a romper el orto y punto. No busques excusa.
―No pretendía poner una excusa. Solo quiero que alguna de ustedes me chupe la concha mientras Nahuel me la mete por el culo.
―Ah, bueno… eso se puede hacer. Yo me encargo ―aseguró Pilar.
Ella se sentó en el piso y empezó a comerle la concha a su madre. Macarena hizo lo mismo con el culo y entendí que lo estaba preparando para mí.
Metérsela por el orto a Alicia es una tarea bastante sencilla, teniendo en cuenta que ya lo hice en más de una ocasión. La verga le empezó a entrar sin problemas.
En poco tiempo ya estaba dándole duras embestidas mientras Pilar le succionaba la concha. Macarena, entre tanto, se encargó de lamer mi verga y mis testículos. Es fascinante coger mientras alguien te chupa los huevos. Todo se siente mucho más intenso.
Alicia emitió quejidos y gemidos. Abrió sus nalgas y pidió que le diera más fuerte. La muy puta de verdad lo estaba disfrutando. Se nota que ya quedó atrás aquella Alicia que temía excitarse y que quería que sus hijas fueran prácticamente monjas. Ahora mi mamá estaba dispuesta a dejarse romper el orto en el medio del living por su propio hijo, con dos de sus hijas pasándole la lengua por sus “partes privadas”.
La escena duró varios minutos, durante los cuales no me detuve ni por un segundo. Cuando acabé en ese culo y el semen empezó a salir, Macarena se encargó de lamerlo.
La pasé muy bien. Fue una buena previa, para sacarnos la calentura antes de la cena. Una vez que cogimos, pudimos volver a ser una familia normal… aunque nudista.
Esa noche me fui a dormir con una gran sonrisa en los labios.
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Me levanté a la madrugada para mear y en el living me encontré con una escena muy peculiar. Sí, el living se convirtió en el sitio más interesante de la casa.
Mi tía Cristela estaba de rodillas sobre el sofá vistiendo un sensual conjunto de lencería erótica (con portaligas incluido), posaba para Tefi, quien le estaba tomando fotos con su celular.
―Y ahora date vuelta y sentate sobre tus talones ―le decía mi hermana.
Seguí mi camino hasta el baño y me apresuré a hacer lo que tenía que hacer. Cuando regresé pude ver de frente a mi tía, ya que ahora ella le estaba dando la espalda a su sobrina. Cristela me guiñó un ojo al ver mi verga colgando flácidamente.
―Hey, nene… ¿podés salir de ahí? ―Me pidió Tefi―. Estoy intentando sacar una foto de la tía y va a ser un poco raro si vos salís en bolas en el fondo.
―¿Esto es para OnlyFans? ―Pregunté.
―Así es. Ya le expliqué a la tía cómo funciona esta web y está muy entusiasmada. Hoy mismo le voy a crear una cuenta. Estoy segura de que le va a ir muy bien, en especial si posa usando la ropa interior que mamá pretendía vender.
―Además ―dijo Cristela―, sería una excelente forma de aprovechar esa ropa. Hay un montón de conjuntos muy lindos. Vos también debería probarte alguno para tus fotos, Tefi.
―Sí, lo voy a hacer…
En ese momento me percaté de que Tefi estaba completamente desnuda. Sí, sé que esto podrá sonar como algo normal teniendo en cuenta el nuevo “status quo” de mi familia. Sin embargo hubo algo que me llamó la atención: en su concha había marcas de pintura roja. Me bastó mirar otra vez a Cristela para entender lo que había pasado. Mi tía tenía los labios pintados de un rojo muy intenso, muy similar al que manchaba el pubis de mi hermana.
―Sí, Nahuel… ―dijo Tefi poniendo los ojos en blanco… y leyendo mis pensamientos―. La tía me chupó la concha.
―Y lo hice con mucho gusto. Fue una forma de agradecerle por aguantar tanto tiempo a Ayelén en su pieza.
―Ah, me parece bien ―dije, y por dentro una vocecita gritó: “Cristela le comió la concha a Tefi y vos te lo perdiste!”
Pero bueno, en esta casa deben ocurrir situaciones como esta todo el tiempo, y más de una me la perderé, inevitablemente. Aunque… me hubiera encantado verlo. Tiene un gustito especial ver a Tefi dejándose comer la concha por una mujer, justamente porque ella no tiene tendencias lésbicas como mis otras hermanas… o como casi todas las mujeres en mi familia.
―¿Puedo ayudar en algo? ―Propuse.
―Sí, podés sacarme algunas fotos con Cristela. Mi intención es promocionarla como “mi tía, la que se abrió un OnlyFans”, sé que a muchos pajeros le va a encantar eso. Pero antes, mejor me limpio la concha y me pongo algo de ropa interior. Toma el celu, sacale algunas fotos ―cuando pasó a mi lado me acarició el miembro con sus suaves dedos y susurró―. Qué linda tenés la pija. Si querés, después de las fotos te la chupo.
Me quedé boquiabierto. No llegué a responder nada. Ella siguió viaje hasta su cuarto y mi “amigo” se empezó a despertar.
Frente a mi tía la verga se me fue poniendo más dura. Cristela tenía una tanga muy chiquita y apretada que le marcaba mucho la concha.
Saqué fotos de su culo desde distintos ángulos. Ella colaboró cambiando ligeramente de posición: más de costado, con las piernas separadas, con la cola más levantada, en fin, hizo un buen uso de sus posaderas.
―Algo me dice que no es la primera vez que te sacás este tipo de fotos.
―Claro que no, sonso. Ya te dije que tuve mis intentos en la industria del porno; pero no me animé a publicar el material. No solo hice videos, sino también sesiones de fotos. Sé como manejarme en estas situaciones.
―Eso es bueno, podrías darle consejos a Tefi sobre cómo modelar.
―Además… bueno, ya no va a sonar tan raro, teniendo en cuenta todo lo que pasó, así que lo puedo contar: con Ayelén nos sacamos siempre fotos porno la una a la otra. Es como un jueguito de “madre e hija” que teníamos ―se dio vuelta y se sentó mirándome a los ojos―. De hecho, era una de las mejores actividades que hacíamos juntas. Lo disfrutábamos mucho y eso nos ayudó a perder la vergüenza a la hora de hablar de sexo.
―Se nota que se tienen mucha confianza.
―Sí, hasta nos hacíamos la paja juntas, mucho antes de venir a esta casa.
―Ah… ―en ese momento recordé algo que me dijo Ayelén hace unos meses, cuando me pidió que compartiera la cama con su madre, porque ella no la aguantaba más―. Tía, ¿te puedo hacer una pregunta delicada?
―Claro, Nahuel. Ya entramos en confianza hace rato. Preguntame lo que quieras.
―Un día Ayelén me dijo que dejó de dormir con vos porque le molestaba que vos te masturbaras durante la noche. ¿De verdad pasó eso?
―¿Qué? ¿De verdad dijo eso?
―Sí, y se me hace raro, si es que se hacían la paja juntas… ¿por qué le molestaría? Bueno, ella dijo que en realidad lo que le molestaba era que la despiertes a mitad de la noche, por estar tocándote. No me quiso dar muchos detalles.
―Es una mentirosa de mierda. Me hace quedar como una pajera y una desconsiderada. Cada vez que me quise hacer la paja durante la noche, primero verifiqué que Ayelén estuviera despierta, para poder hacerlo sin molestarla. Ella hacía lo mismo conmigo. Era una especie de acuerdo tácito que teníamos.
―Entonces… ¿por qué se fue de la pieza? ¿por qué se enojó con vos? ¿tuvieron alguna pelea?
―Nada fuera de lo habitual. Desde el primer día ella me recriminó que no quería vivir acá. Sin embargo, nunca se quejó de tener que compartir la cama conmigo… de hecho, le gustaba. Y eso me lo dejó bien en claro, te lo puedo asegurar. Cogíamos casi todas las noches, ya no tiene sentido ocultarlo.
―¿Cogían antes de vivir acá?
―Sí. Hasta… hicimos tríos. Yo sí acepté mi gusto por el incesto, a diferencia de tu mamá. A mí me calienta coger con mi hermana, me calienta coger con mi sobrino, y mis sobrinas… pero lo que más me calienta es coger con Ayelén. No solo porque es mi hija, sino también porque… bueno, ya conocés bien a tu prima. Es imposible no calentarse al verla desnuda.
―Se… además… coge con una furia increíble.
―Sí, todos los que estuvieron en la cama con ella pueden asegurar lo mismo. Es muy buena amante.
―Para algo tenía que ser buena. ¿Y cómo se tomaba ella el temita del incesto?
―Bastante bien, a decir verdad. Por lo general era ella la que me buscaba a mí para coger…
―Mirá si será puta ―dijo Tefi, quien ya había vuelto de su pieza. Tenía puesta una sencilla tanga blanca con un top del mismo color que le marcaba mucho los pezones. Parecía un atuendo más bien deportivo, pero sumamente sexy―. A mí me hizo sentir como la mierda cuando me vio cogiendo con Nahuel… y ella se cogía a la madre!
―Uy… em… ¿Y si mejor vamos a hablar a tu pieza, Tefi? ―Propuso Cristela―. Así nadie nos interrumpe.
―Sí, mejor… porque quiero entender por qué esa yegua me trató tan mal, siendo que ella hizo cosas mucho peores que yo.
Ya en el cuarto de mi hermana nos acomodamos los tres en la cama, yo acostado junto a mi tía y Tefi sentada frente a nosotros, en la zona de los pies. Cristela se tomó la libertad de girar hacia mi lado y comenzó a acariciarme la verga. Bah, mejor dicho, empezó a masturbarme, y mientras hacía esto, habló con total naturalidad.
―Hay muchas cosas de mi relación con Ayelén que nunca les conté, por obvias razones. Pero después de que blanqueamos toda la situación durante la reunión familiar. Como dije antes, tuve sexo con ella en muchas ocasiones y experimentamos un montón, incluso con otras personas, hombres y mujeres. No fue fácil, pero logramos conocer gente que veía cierto morbo en esto de acostarse con una madre y una hija. Dante, mi ex novio era uno de esos.
―Me acuerdo que me contaste que a vos te molestaba que Ayelén fuera tan despreocupada con Dante ―dije―. Hasta te molestaba que ella anduviera en tanga frente a él.
―Así es…
―No entiendo ―dijo Tefi―. ¿Por qué habría de molestarte esto si tuvieron sexo con otras personas?
―Es que con Dante la situación era diferente: él era mi novio. Una cosa es meter en tu cama a otra persona que no vas a ver nunca, y a tu propia hija… y otra muy distinta es hacerlo con tu pareja.
―¿Tenías miedo de que Dante se enamorara de Ayelén? ¿O ella de él? ―Pregunté. Mi verga ya estaba rígida, aún así conservé la calma. Ya estoy acostumbrado a tenerla parada y poder hablar con normalidad.
―No, al contrario. Mi miedo era: ¿Qué va a pasar cuando mi relación con este tipo se termine? Nunca fui buena para conservar mis parejas, nada me indicaba si pasaría el resto de mi vida con él, o no. Lo que me molestó fue que Ayelén asumió que ese tipo sería algo así como “su nuevo papi”, un padre con el que podía coger. La idea le resultaba excitante, divertida. Pero… mientras más pasaba el tiempo, más me molestaba Dante. Como te conté, Nahuel… él es un tipo muy controlador. Y empezó a ser así con Ayelén… aunque a ella no le molestaba. Le divertía hacerse la “nena desobediente” a la cual el padre tiene que “castigar”. Esto siempre se resolvía en la cama, con Dante dándole duro por el culo.
―Qué puta… ―comentó Tefi.
―Y yo no sabía cómo explicarle a Ayelén que Dante es un tipo genuinamente posesivo y que realmente le molestaba que ella tuviera amigos y amigas… personas con las que seguramente tenía sexo. En privado Dante ya me estaba presionando para que no la dejara salir, para que no la dejara juntarse con nadie. La quería para él… y a veces hasta le molestaba si yo tenía sexo con Ayelén y no lo incluíamos a él. Él tenía que estar siempre, en todo momento.
―Qué pesado. Me recuerda a mi mamá ―dije.
―Así es. Tu mamá es hiper controladora; pero con los años aprendí a manejarme con Alicia. Sin embargo, no tenía ganas de pasar la cuarentena junto a un tipo al que le tenía que pedir permiso hasta para hacerme una paja.
―¿Qué? ¿Para masturbarte también tenías que pedir permiso? ―Preguntó Tefi.
―Sí, porque Dante aseguraba que si yo me hacía la paja, después “no rindo de la misma manera en la cama”.
―Ah, pero qué tipo pelotudo ―Tefi parecía enojada.
―Aún así, él te compartía con sus amigos ―dije―. Me contaste que a él le gustaba verte chupando dos pijas. Quizás no era tan posesivo.
―Eso lo charlé con Macarena ―aseguró Cristela―. Y gracias a ella entendí que Dante hacía esto para demostrar su poder sobre mí. Si lograba convencerme de que me acostara con él y alguno de sus amigos, era como si dijera: “Esta hace lo que yo le ordeno”. Además, le encantaba quedar bien con sus amigotes y mostrarme como un pedazo de carne que todos podían usar. Y no lo voy a negar, hubo momentos en los que me excité mucho, en especial en las primeras experiencias. Pero con el tiempo dejé de disfrutarlo, porque tenía que hacerlo aunque no tuviera ganas de coger. Y no quería que le pasara lo mismo a Ayelén.
―Así que vos cortaste tu relación con Dante para protegerla ―comentó Tefi.
―Sí, así fue. Y también para alejarme de una relación tóxica. Les cuento esto para que entiendan mejor por qué Ayelén estaba enojada conmigo, para ella todo era perfecto con Dante. La pasaba bien. No cometan los mismos errores que yo. Nunca se queden en una relación tóxica. Salgan de ahí lo antes posible, porque mientras más tiempo pasan en una relación tóxica, más cuesta salir. Esa persona te consume las ganas de vivir, y las ganas de ser feliz.
―Lo voy a tener en cuenta el día que tenga novia ―aseguré.
―Sí, yo también… cuando tenga novio ―aclaró Tefi.
―Y también deben aprender a no ser tan posesivos ―continuó mi tía―. Deben entender que la otra persona tiene derecho a pensar y decidir por sí misma. Me encanta el jueguito que hay entre Gisela y Brenda, donde Brenda hace todo lo que Gise le ordena; pero gracias a Macarena entendí que este tipo de relación requiere de un nivel de confianza abismal. Ellas debieron hablar mucho del tema y establecieron los límites. Es muy distinta a la relación que yo tuve con Dante, donde cada vez tenía menos poder de decisión, incluso sobre mi propia sexualidad. Ayelén piensa que yo me puse celosa, y en las primeras semanas que pasamos en esta casa discutimos por eso. Ahí fue cuando ella decidió dormir en el cuarto de Tefi.
―A mí me taladró la cabeza con ese tema ―comentó mi hermana―. No me contó nada sobre el sexo que había entre ustedes, ni siquiera me dio demasiados detalles sobre su relación con Dante. Solo me contó que vos te enojaste con ella porque un día la sorprendiste chupándole la pija al tipo… y te pusiste celosa.
―Eso nunca pasó, lo juro. Nunca le hice una escena. No sé por qué miente de esa forma.
―Yo tampoco ―dije―; pero quizás no necesite razón alguna para hacerlo. ¿Vieron la peli de Batman? Esa donde Heath Ledger interpreta al Joker ―las dos asintieron con la cabeza, a pesar de ser una peli de superhéroes, sé que todos en mi casa la vieron… porque yo me encargué de eso―. En una escena Michael Caine, que interpreta a Alfred, dice: “Hay gente que solo quiere ver el mundo arder”. Él se refiere al Joker, y creo que Ayelén es un poquito así. Lo comprobé el día que le dijo a Brenda que entre a mi pieza cuando estábamos cogiendo con mi mamá. Eso lo hizo por pura maldad. No hay otro motivo.
―Es posible ―dijo Cristela, con mucho pesar―. Amo a mi hija, es lo mejor que me pasó en la vida. Sin embargo… tiene actitudes extrañas. Puedes que tengas razón, Nahuel. Puede que Ayelén sea genuinamente mala… en ciertos momentos. Macarena sostiene que Ayelén es una persona que disfruta del conflicto y que le gusta hacer sentir mal a la gente. Las personas que hacen esto, según Maca, tienen serios problemas de autoestima, y esa es su forma de ocultarlo. Hacen sentir mal a los demás, para poder sentirse bien con ellos mismos. Su filosofía es: “Si el otro está peor que yo, entonces yo no estoy tan mal”.
―¡Qué fuerte! ―Exclamó Tefi.
―Aún así, yo la quiero un montón. Es la razón de mi vida… y me duele un montón no tenerla acá.
Los ojos de mi tía comenzaron a humedecerse. Entré en pánico, el llano era inminente, si no hacía algo rápido esto podría pasar de ser una película porno a una telenovela venezolana. Por suerte Estefanía también lo notó e intervino justo a tiempo.
―A ver, contanos… ¿cuál fue el momento más morboso que viviste con Ayelén?
―Em… hubo varios… aunque hubo uno en especial… a ustedes podrá parecerles una boludez; pero para mí fue un momento muy lindo.
―Contanos qué pasó ―insistí. La hide de Tefi era un muy buena, si mi tía hablaba de sexo, se excitaría… y nunca la vi llorando mientras estuviera excitada.
―Una de las fantasías que comenzamos a explorar con Ayelén fue la del sexo anal. Ella no dejaba de preguntarme qué se sentía que te dieran por el culo. Por ese entonces Ayelén había tenido varias experiencias sexuales con amigos y amigas; pero nunca hubo nada de sexo anal. La primera persona que le metió los dedos por el culo, fui yo… y lo hice mientras le chupaba la concha. Fue hermoso… y se transformó en una rutina para nosotras. Incluso llegamos a usar dildos y strap-on. Nos dábamos por el culo la una a la otra. Hasta que un día me dijo: “Quiero probarlo con una pija de verdad”. Ese fue el detonante para ir probando el sexo con otros hombres, porque si a la nena le iban a romper el culo, yo quería estar ahí con ella. Empezamos con cosas sencillas, como sexo oral. Yo le decía a los tipos cosas como: “Es que quiero enseñarle a mi hija a chupar una pija”, y claro… los tipos se ponían como locos.
―No es para menos ―aseguré.
―Fueron buenos momentos y nos ayudaron a tener más confianza en que podríamos llegar más lejos con alguien. Hicimos esto hasta que un día conocimos al indicado. Ni siquiera hace falta que se los presente, porque al tipo ni lo conocen ni lo van a conocer. Solo digamos que tenía una pija muy buena, era educado, considerado… y sabía coger. La clase de hombres que no abunda, para nada. Así que Tefi, si algún día conocés a un tipo así, no lo sueltes…
―Hace cinco minutos me dijiste que no sea posesiva…
―Bueno, vos me entendés… hay gente que sí vale la pena conservar a tu lado.
Tefi sonrió y se sumó a mi tía en el proceso de masturbarme. Tener dos manos haciéndolo puso mis sentidos en alerta. La temperatura del ambiente ya estaba subiendo.
―Yo también empecé a experimentar con el sexo anal ―aseguró mi hermana―. Y fue lindo que mi mamá estuviera ahí, para darme consejos. Es muy tierno que hayas hecho lo mismo con Ayelén.
―Sería una mala tía si no hago lo mismo con vos. Mientras te cuento lo que hicimos con Ayelén, podríamos replicarlo con esta hermosa pija que tenemos acá.
―Me parece una excelente idea ―la sonrisa de Tefi estaba cargada de pura lujuria.
―Muy bien, no creo que Nahuel ponga alguna objeción.
―¿Acaso tengo cara de idiota?
―Sí, tenés mucha cara de idiota, hermanito.
―Y a veces sos un poquito idiota ―agregó mi tía.
Las dos comenzaron a reírse a carcajadas.
―Bueno, gracias por ser tan consideradas conmigo.
―No te enojes, sonso ―dijo Tefi―. Sos un idiota simpático, de los que caen bien.
El enojo se me pasó en cuanto Cristela comentó que su primera instrucción a Ayelén fue: “Hay que chupar pija”. Tefi no dudó en seguir esas órdenes y se prendió a mi verga con entusiasmo. Pocos segundos después se le sumó mi tía. Tener esas dos lenguas luchando por mi verga me puso tenso y me hizo olvidar de todas mis preocupaciones. Las dos se tomaron un buen rato para chuparme la verga porque, según mi tía, tenía que quedar bien dura, de lo contrario no serviría para nada. Y sí que la tenía bien dura, pero al parecer para ellas aún no era suficiente. Si es por mí, que se tomen todo el día para chupármela, no me molesta en absoluto.
―Creo que ya está ―dijo Cristela, después de largos minutos―. Ahora podés sentarte arriba de la verga.
―¿Así se lo dijiste a Ayelén? ¿Que se sentara de culo sin más? ―Preguntó Tefi.
―Sí, porque mi hija ya tenía experiencia con dildos de buen tamaño, sabía que podría con esto. ¿Y vos? ¿Vas a poder con la pija de tu hermano?
―¡Por supuesto!
Tefi jamás va a admitir que mi verga la intimida, y sé que es así porque se ubicó sobre mí con cierto titubeo. Lo hizo dándome la espalda y con las piernas bien abiertas, porque así se lo pidió Cristela.
―Sé que a vos el temita lésbico no te entusiasma demasiado; pero yo a mi hija le comí la concha mientras la ayudaba con la verga.
―Podés hacerlo, no me molesta que me la chupen.
―Muy bien, allá vamos.
Sujeté a Tefi por la cintura y ella se preparó para recibir toda mi verga en su culo. Fue una fortuna que Cristela la ayudara lubricando todo con su saliva. No pude ver lo que ocurría entre las piernas de mi hermana, pero sí me quedó bien claro que cuando la tía comenzó a lamer la concha, no se detuvo ni por un segundo. Lo hizo tan bien que incluso Tefi comenzó a gemir.
La verga comenzó a entrar de a poco en su culo y yo no pude hacer otra cosa que agradecerle a Dios (si es que existe) de brindarme este período de paz familiar donde puedo disfrutar del sexo con mis hermanas… y en especial con Tefi. Hoy parecen muy lejanos aquellos días en los que me la pasaba discutiendo con ella. Sinceramente no sé por qué nos peleábamos tanto, si en realidad podemos llevarnos muy bien.
Me imaginé lo que habrá sido para Ayelén y para mi tía aquel momento en el que, madre e hija, experimentaron con el sexo anal. Debió ser un bonito momento, algo digno de recordar.
―¿Por qué no aprovechás a sacarme algunas fotos mientras te chupo la concha? ―Sugirió Cristela.
―Bueno, pero no te recomiendo que publiques estas fotos de entrada, guardalas para más adelante.
―La que va a administrar todo mi contenido vas a ser vos, Tefi. Vos vas a decidir cuándo publicar algo, y dónde.
―Muy bien, así me gusta. Confiá en mí, sé lo que hago.
Le alcancé el celular a mi hermana y ella comenzó a tomar fotos de lo que hacía mi tía. Me alegré de que así lo hiciera, quizás más adelante podría pajearme mientras miraba esas fotos… aunque, con la disponibilidad de sexo que tengo últimamente, ni ganas de pajearme me dan. Si quiero acabar, en mi casa hay muchas mujeres dispuestas a ayudarme. ¿Será que así se siente el paraíso?
La verga comenzó a entrar en el culo de Tefi y sé que esto fue posible a las lamidas de mi tía, podía sentir su lengua rodeando mi glande. Seguramente estas lamidas también ayudan a mi hermana a relajarse.
A pesar de que su culo ejerció algo de resistencia, mi hermana estaba decidida a tener una experiencia anal tal y como se la merecía. Vi sus nalgas meneándose y subir hasta casi liberar mi verga por completo, para luego volver a tragarla. El recorrido no era mucho; pero al menos estaba dilatándose de forma apropiada.
Mi tía le pidió que se sacara la verga y Tefi la obedeció. Esta vez pude ver la lengua de mi tía lamiendo ese agujero que estaba sufriendo un poco.
―No tengas miedo, nena ―dijo Cristela―. Sé que vos podés. Tomate el tiempo que sea necesario, y cuando sientas que la verga se mueve con más facilidad, andá por más. Es una pija grande, te la tenés que meter por sectores.
―Sí, eso mismo me explicó mi mamá.
―¿De verdad? Es curioso… porque los mejores consejos sobre sexo anal me los dio Alicia. Las dos aprendimos de ella, en cierta forma.
―Para ser una mujer que le tiene tanto rechazo al sexo, experimentó con un montón de cosas.
―Tu madre es todo un misterio.
Estefanía volvió a su tarea. Siguió los consejos de su tía… y de su madre. Permitió que su culo se acostumbrara a mi verga. Disfruté mucho de este proceso y le tuve paciencia. No quería arruinarle el momento.
Y así, de a poco y con calma, consiguió meter una buena parte de la verga. Ya era suficiente para una buena cogida, el resto entraría solo cuando llegara el momento.
Mi hermana gimió mucho, se notaba que la estaba pasando muy bien. Su ritmo fue acelerando y esta vez pude ver la verga entrando y saliendo a mayor velocidad.
A mí sinceramente no me interesaba saber qué pasó con Ayelén aquel día, y sé que a Tefi tampoco. Todo era una treta para distraer a mi tía y realmente funcionó. Se olvidó de sus penas y comenzó a disfrutarlo.
―Esta es la parte más interesante ―dijo Cristela, sentándose sobre mis piernas, cara a cara con Tefi―. Para que Ayelén se relajara, le pedí que me chupara las tetas, no te lo pido a vos porque no creo que te interese…
―Lo puedo hacer ―aseguró Tefi―. Eso no me molesta.
―¿De verdad?
―No lo siento algo desagradable, como chupar una concha. Es… una teta. Además tus tetas son lindas.
―Bueno, me halagás. Pocas veces me chuparon las tetas mujeres heterosexuales, y la verdad es que así es cuando más se disfruta, tiene un morbo particular.
Mientras hablaban yo aprovechaba la distracción de mi hermana para ir metiendo más la verga en su culo. Y lo conseguí. Logré meter más de la mitad de la pija. Ella bajó el ritmo otra vez, comenzó a montarme muy lentamente, buscando que su culo se acostumbrara al tamaño de mi miembro.
Pude ver que Tefi bajaba la cabeza y se prendía a una de las tetas de Cristela. Lamentablemente no pude ver muy bien la acción, solo momentos esporádicos que llegué a espiar por encima de su hombro. Tenía una buena parte de la teta en la boca y la succionaba como si quisiera sacar leche de ella. Cristela se meneaba con la cabeza hacia atrás, disfrutando a pleno de la situación.
Tal como lo predije, con el movimiento y la intensidad sexual del momento, mi verga se fue perdiendo dentro del culo de mi hermana, y ella mostró más confianza a la hora de moverse. Ya no parecía dolerle. Estaba disfrutando a pleno. Cristela la acompañó con los movimientos, puso una pierna por encima de una de las de Tefi y a pesar de que no podía verlo, sé exactamente lo que pasó en ese instante: sus conchas quedaron pegadas la una a la otra. Mi hermana no se quejó de este acto claramente lésbico. Se dejó llevar y estoy seguro de que disfrutó de los roces y meneos de Cristela, mi tía tiene talento para eso. Y sé que a Tefi le gustó, porque ella solita volvió a chupar las tetas que saltaban frente a sus ojos.
Aguanté todo lo que pude, pero el sexo anal con mi hermana es demasiado morboso, y un culo casi primerizo ejerce más “presión”. Eso me llevó a tener una potente eyaculación. Ni siquiera saqué la verga cuando ocurrió esto. Tefi y Cristela no paraban de moverse, hubiera sido imposible sacarla. Ahora sí puedo molestar a mi hermana diciéndole: “Te llené el culo de leche”. Me lo reservo para el momento apropiado.
El semen sirvió de lubricante y Tefi aceleró el ritmo sobre el final. Ahora sí se animó a darle con todo y yo le di algunas embestidas cortitas, no fueron muy potentes porque el peso de esas dos mujeres caía directamente sobre mí.
Me encantó disfrutar del culo de Tefi una vez más, lo haría mil veces si fuera necesario. No me aburre coger con ella, ni un poquito, y me encanta que cada día esté más dispuesta a pasarla bien conmigo, ya sin tantas culpas. Creo que ya entendendido que Ayelén solo pretendía herirla y todo lo que le dijo no iba en serio. Al fin y al cabo nuestra prima cometió más actos incestuosos que nosotros. No tiene derecho a criticarnos por nada.
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Cuando mi tía se marchó, Estefanía y yo nos quedamos abrazados en la cama, yo con la vista al cielo raso y ella con la cabeza sobre mi pecho.
―Mamá se siente culpable por la forma en que “dañó” a sus hijas ―comenté.
―Sí, ya me había dado cuenta ―dijo Tefi.
―Hace poco hizo las paces con Pilar. Fue un lindo momento, no sé si servirá para que Pilar la perdone por todas las inseguridades que le causó, pero al menos es un buen primer paso. ¿Y vos? ¿Sentís que tenés que arreglar algún asunto con mamá? Porque de ser así, tendrías que aprovechar ahora mismo.
―No. Sentí que hice las paces con mamá cuando le pude contar sobre la venta de fotos eróticas. Que ella me haya apoyado con ese proyecto, y que además me haya dado consejos, me hizo verla de otra manera. Ahora la respeto más que antes. Sé que cometió muchos errores, pero también sé que los puede arreglar. Me alegra que lo haya hecho con Pilar.
―Creo que con Macarena no necesita hacerlo ―estar en la cama desnudo abrazado a Tefi y hablando de cuestiones familiares me hacía sentirla aún más cercana―. Maca está loca, nadie lo puede negar; pero ella aprendió a vivir con esa locura.
―Sí, de todas nosotras Macarena fue la que mejor supo manejar a mamá.
―Sí, incluso logró que mamá la escuche.
―Con quien debería hacer las paces urgente es con Gisela. Esa es una bomba de tiempo ―aseguró mi hermana―. No sé cuánto tiempo Gisela podrá aguantar esa falsa sonrisa de “Está todo bien con mamá”. Por lejos Gise fue la más dañada de todas. Imaginate cómo se habrá sentido de mal al saber que le gustaban las mujeres y que su madre le prohibía acostarse con una.
―Y más sabiendo que mamá tiene tendencias lésbicas muy marcadas.
―Así es, eso fue lo peor. Que tu mamá te prohíba coger con mujeres es una cosa; pero que encima ella misma ande chupando conchas a montones, es…
―Hipocresía.
―Hay que ayudar a Gise.
―Lo sé. Yo estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario; pero… voy a necesitar ayuda.
― ¿La mía?
―Em… si querés ayudar con algo, podés hacerlo… aunque en realidad estaba pensando en Macarena.
―Hey, eso me ofende. ¿Por qué Maca y no yo?
―Perdón, no era mi intención ofenderte. Lo que pasa es que… mmmm… es difícil de explicar. Digamos que hay factores psicológicos muy complejos involucrados. Los conocimientos de Macarena pueden ayudar mucho.
―Está bien, lo entiendo. Y en parte… es mejor que te ayude ella, a mí todo eso del sexo lésbico me pone un poco incómoda.
―Lo dice la chica que acaba de comerle las tetas a su tía.
―Hey, eso no fue tan lésbico…
― ¿Ah, no? ¿Y qué fue?
―Em… este… no sé… pero no vas a comparar lo que es chupar una teta con chupar una concha.
―Claro… y vos te dejaste chupar la concha por ella.
―¿Estás insinuando algo, hermanito?
―No, solo intento molestarte.
―Y lo estás logrando. ¿Andás con ganas de pelear? ―Sonrió de forma lujuriosa―. Porque yo todavía tengo energías… ¿las tenés vos?
―Por supuesto ―aseguré, más por orgullo que por convicción.
Estefanía estrelló sus labios contra los míos, fue uno de los besos más fogosos que me dieron en mi vida.
―Te voy a romper todo, pendejo ―dijo mirándome a los ojos. Se me erizaron todos los pelos del cuerpo.
―Tené cuidado, no vaya a ser que la que termine toda rota seas vos… ―mi verga se había despertado y estaba firme como un soldado frente a su general.
―No tengo miedo.
Se montó sobre mi verga con furia. Comenzó a cabalgarme a buen ritmo, quizás le dolía un poco la concha, porque la pija entraba con fuerza; sin embargo su orgullo no le permitió protestar. Siguió saltando como loca y yo aproveché para darle algunas embestidas bien duras que la hicieron chillar.
―Dale, dame fuerte… dame fuerte… ―me pidió entre gemidos.
Y así lo hice. Todos los músculos de mi cuerpo estaban muy tensos y toda mi energía estaba focalizada en penetrar a mi hermana. Ella siguió bailando sobre mí, como una experta. Realmente tiene mucho talento para esto.
Esta no era la misma Tefi que recibió mi verga por el culo, ya no había dudas en sus movimientos. Si recibe la pija por la concha se tiene mucha más confianza, sabe que puede soportar un fuerte castigo… y yo también lo sé, por eso le di tan duro como me fue posible. Ella gozó con los ojos cerrados y soltó potentes gemidos. A ninguno de los dos nos importó si alguien podía oírlos fuera del cuarto, ya no teníamos que ocultarnos. Incluso… quizás hasta le cuente a mi mamá lo que pasó con la tía Cristela y Tefi en esta pieza. Sé que se va a poner un poquito celosa al principio (sé que a ella le hubiera gustado participar); pero quizás después empiece a pedirme detalles.
Estuvimos cogiendo a este ritmo durante un buen rato. Dándole duro sin parar. Ella parecía una jinete de doma que lucha contra un potro enfurecido que quiere tirarla al piso. Sin embargo, este potro no consiguió doblegarla, ella resistió cada una de mis embestidas y dio saltos potentes para demostrarme que, tal y como lo había dicho, no me tenía miedo.
En un momento bajó la mirada, se cruzó con mis ojos y sonrió.
―A veces me hacés enojar, pero en realidad… te quiero mucho, hermanito.
―Em… yo también te quiero ―le dije, con el pecho acelerado.
Volvimos a besarnos y el ritmo de la cogida fue bajando. Se dio un momento muy extraño. Todo pasó de ser muy pornográfico a algo más… ¿afectivo? No sabría cómo definirlo. Ella me abrazó y yo hice lo mismo. Sus movimientos pasaron a ser sensuales contoneos en lugar de bestiales saltos. Me aferré a sus nalgas con ambas manos y ella dio un leve mordisco a mis labios. Ese fue el detonante para eyacular por segunda vez en el día… esta vez dentro de la concha de Tefi. A ella pareció gustarle esto. Dejó toda mi verga dentro de su sexo y se meneó como una serpiente.
Después de la acabada, ella simplemente se quedó ahí, sobre mí, con su cabeza apoyada sobre mi pecho.
No sé qué está pasando entre Estefanía y yo… pero me gusta.
Quizás demasiado.
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Capítulo 48.
Pura Maldad.
Mi casa se transformó en un puticlub.
Bueno, en realidad no sé cómo es un puticlub, nunca estuve en uno… pero se entiende la analogía.
A la tarde, cuando salí de mi pieza, me encontré con Pilar y Macarena sentadas en el sofá. Completamente desnudas las dos, como corresponde. Se estaban besando la una a la otra mientras se metían los dedos en las conchas, tenían las piernas bien abiertas y yo pude ver el espectáculo durante unos segundos.
No me quedé demasiado tiempo allí, porque detrás de la barra americana, preparando la cena, estaba mi mamá… con sus grandes tetas a la vista.
Decidí divertirme un poco con ella y probar qué tan abierta está su mente hoy en día.
La arrimé por detrás y su reacción fue inmediata, paró la cola y se preparó para lo que iba a venir. No le tuve tregua. Penetre su concha sin ningún tipo de preámbulo y empecé a darle duras embestidas. Ella tuvo que dejar de picar vegetales, ya no podía manejar el cuchillo con tanto movimiento. Tuvo que aferrarse a los bordes de la mesada para poder contener la fuerza de mis penetraciones. Estuve allí, dándole durante unos segundos, hasta que se nos acercó Macarena.
―Permiso ―dijo mi hermana, apartándome con una mano.
Se arrodilló detrás de Alicia y sin decir nada más, comenzó a lamerle la concha. Mi mamá recibió este gesto de buena gana. Al que no le hizo mucha gracia fue a mí, porque me interrumpió en un buen momento. Sin embargo no me dejó sin agujero para meter la concha.
Desde el living Pilar me hizo señas para que me acerque a ella. Me esperó con las piernas levantadas y la concha abierta.
Me acerqué a ella a toda velocidad y sin perder el tiempo, se la metí. Dios, qué calentita la tiene. Mucho más húmeda que la de mi mamá. Me encanta.
Mientras cogía con Pilar, pude ver que Alicia ya había subido una de sus piernas encima de la barra americana y miraba como yo me cogía a su hija, sobándose las tetas.
Realmente cambió mucho… y Pilar también. En otro momento ninguna de las dos se hubiera quedado tan tranquila en una situación como esta.
La estábamos pasando de maravilla; pero Macarena tenía reservada para nosotros una escena de lo más pornográfica.
Trajo a Alicia hasta los sillones del living y le pidió que se arrodillara sobre uno de ellos, con el culo apuntando hacia nosotros.
―Vení, Nahuelito… ya sabés qué hacer. Rompele el orto a esta puta…
―Pero… ¿Y Pilar?
―Por mí no te preocupes, nene… yo también quiero ver cómo le rompés el orto a esa puta.
―Muy bien, si me lo piden de esa manera.
― ¿Puedo sugerir algo? ―Dijo Alicia.
―No, mamá… vos no tomás las decisiones acá ―dijo Macarena, con severidad―. Te van a romper el orto y punto. No busques excusa.
―No pretendía poner una excusa. Solo quiero que alguna de ustedes me chupe la concha mientras Nahuel me la mete por el culo.
―Ah, bueno… eso se puede hacer. Yo me encargo ―aseguró Pilar.
Ella se sentó en el piso y empezó a comerle la concha a su madre. Macarena hizo lo mismo con el culo y entendí que lo estaba preparando para mí.
Metérsela por el orto a Alicia es una tarea bastante sencilla, teniendo en cuenta que ya lo hice en más de una ocasión. La verga le empezó a entrar sin problemas.
En poco tiempo ya estaba dándole duras embestidas mientras Pilar le succionaba la concha. Macarena, entre tanto, se encargó de lamer mi verga y mis testículos. Es fascinante coger mientras alguien te chupa los huevos. Todo se siente mucho más intenso.
Alicia emitió quejidos y gemidos. Abrió sus nalgas y pidió que le diera más fuerte. La muy puta de verdad lo estaba disfrutando. Se nota que ya quedó atrás aquella Alicia que temía excitarse y que quería que sus hijas fueran prácticamente monjas. Ahora mi mamá estaba dispuesta a dejarse romper el orto en el medio del living por su propio hijo, con dos de sus hijas pasándole la lengua por sus “partes privadas”.
La escena duró varios minutos, durante los cuales no me detuve ni por un segundo. Cuando acabé en ese culo y el semen empezó a salir, Macarena se encargó de lamerlo.
La pasé muy bien. Fue una buena previa, para sacarnos la calentura antes de la cena. Una vez que cogimos, pudimos volver a ser una familia normal… aunque nudista.
Esa noche me fui a dormir con una gran sonrisa en los labios.
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Me levanté a la madrugada para mear y en el living me encontré con una escena muy peculiar. Sí, el living se convirtió en el sitio más interesante de la casa.
Mi tía Cristela estaba de rodillas sobre el sofá vistiendo un sensual conjunto de lencería erótica (con portaligas incluido), posaba para Tefi, quien le estaba tomando fotos con su celular.
―Y ahora date vuelta y sentate sobre tus talones ―le decía mi hermana.
Seguí mi camino hasta el baño y me apresuré a hacer lo que tenía que hacer. Cuando regresé pude ver de frente a mi tía, ya que ahora ella le estaba dando la espalda a su sobrina. Cristela me guiñó un ojo al ver mi verga colgando flácidamente.
―Hey, nene… ¿podés salir de ahí? ―Me pidió Tefi―. Estoy intentando sacar una foto de la tía y va a ser un poco raro si vos salís en bolas en el fondo.
―¿Esto es para OnlyFans? ―Pregunté.
―Así es. Ya le expliqué a la tía cómo funciona esta web y está muy entusiasmada. Hoy mismo le voy a crear una cuenta. Estoy segura de que le va a ir muy bien, en especial si posa usando la ropa interior que mamá pretendía vender.
―Además ―dijo Cristela―, sería una excelente forma de aprovechar esa ropa. Hay un montón de conjuntos muy lindos. Vos también debería probarte alguno para tus fotos, Tefi.
―Sí, lo voy a hacer…
En ese momento me percaté de que Tefi estaba completamente desnuda. Sí, sé que esto podrá sonar como algo normal teniendo en cuenta el nuevo “status quo” de mi familia. Sin embargo hubo algo que me llamó la atención: en su concha había marcas de pintura roja. Me bastó mirar otra vez a Cristela para entender lo que había pasado. Mi tía tenía los labios pintados de un rojo muy intenso, muy similar al que manchaba el pubis de mi hermana.
―Sí, Nahuel… ―dijo Tefi poniendo los ojos en blanco… y leyendo mis pensamientos―. La tía me chupó la concha.
―Y lo hice con mucho gusto. Fue una forma de agradecerle por aguantar tanto tiempo a Ayelén en su pieza.
―Ah, me parece bien ―dije, y por dentro una vocecita gritó: “Cristela le comió la concha a Tefi y vos te lo perdiste!”
Pero bueno, en esta casa deben ocurrir situaciones como esta todo el tiempo, y más de una me la perderé, inevitablemente. Aunque… me hubiera encantado verlo. Tiene un gustito especial ver a Tefi dejándose comer la concha por una mujer, justamente porque ella no tiene tendencias lésbicas como mis otras hermanas… o como casi todas las mujeres en mi familia.
―¿Puedo ayudar en algo? ―Propuse.
―Sí, podés sacarme algunas fotos con Cristela. Mi intención es promocionarla como “mi tía, la que se abrió un OnlyFans”, sé que a muchos pajeros le va a encantar eso. Pero antes, mejor me limpio la concha y me pongo algo de ropa interior. Toma el celu, sacale algunas fotos ―cuando pasó a mi lado me acarició el miembro con sus suaves dedos y susurró―. Qué linda tenés la pija. Si querés, después de las fotos te la chupo.
Me quedé boquiabierto. No llegué a responder nada. Ella siguió viaje hasta su cuarto y mi “amigo” se empezó a despertar.
Frente a mi tía la verga se me fue poniendo más dura. Cristela tenía una tanga muy chiquita y apretada que le marcaba mucho la concha.
Saqué fotos de su culo desde distintos ángulos. Ella colaboró cambiando ligeramente de posición: más de costado, con las piernas separadas, con la cola más levantada, en fin, hizo un buen uso de sus posaderas.
―Algo me dice que no es la primera vez que te sacás este tipo de fotos.
―Claro que no, sonso. Ya te dije que tuve mis intentos en la industria del porno; pero no me animé a publicar el material. No solo hice videos, sino también sesiones de fotos. Sé como manejarme en estas situaciones.
―Eso es bueno, podrías darle consejos a Tefi sobre cómo modelar.
―Además… bueno, ya no va a sonar tan raro, teniendo en cuenta todo lo que pasó, así que lo puedo contar: con Ayelén nos sacamos siempre fotos porno la una a la otra. Es como un jueguito de “madre e hija” que teníamos ―se dio vuelta y se sentó mirándome a los ojos―. De hecho, era una de las mejores actividades que hacíamos juntas. Lo disfrutábamos mucho y eso nos ayudó a perder la vergüenza a la hora de hablar de sexo.
―Se nota que se tienen mucha confianza.
―Sí, hasta nos hacíamos la paja juntas, mucho antes de venir a esta casa.
―Ah… ―en ese momento recordé algo que me dijo Ayelén hace unos meses, cuando me pidió que compartiera la cama con su madre, porque ella no la aguantaba más―. Tía, ¿te puedo hacer una pregunta delicada?
―Claro, Nahuel. Ya entramos en confianza hace rato. Preguntame lo que quieras.
―Un día Ayelén me dijo que dejó de dormir con vos porque le molestaba que vos te masturbaras durante la noche. ¿De verdad pasó eso?
―¿Qué? ¿De verdad dijo eso?
―Sí, y se me hace raro, si es que se hacían la paja juntas… ¿por qué le molestaría? Bueno, ella dijo que en realidad lo que le molestaba era que la despiertes a mitad de la noche, por estar tocándote. No me quiso dar muchos detalles.
―Es una mentirosa de mierda. Me hace quedar como una pajera y una desconsiderada. Cada vez que me quise hacer la paja durante la noche, primero verifiqué que Ayelén estuviera despierta, para poder hacerlo sin molestarla. Ella hacía lo mismo conmigo. Era una especie de acuerdo tácito que teníamos.
―Entonces… ¿por qué se fue de la pieza? ¿por qué se enojó con vos? ¿tuvieron alguna pelea?
―Nada fuera de lo habitual. Desde el primer día ella me recriminó que no quería vivir acá. Sin embargo, nunca se quejó de tener que compartir la cama conmigo… de hecho, le gustaba. Y eso me lo dejó bien en claro, te lo puedo asegurar. Cogíamos casi todas las noches, ya no tiene sentido ocultarlo.
―¿Cogían antes de vivir acá?
―Sí. Hasta… hicimos tríos. Yo sí acepté mi gusto por el incesto, a diferencia de tu mamá. A mí me calienta coger con mi hermana, me calienta coger con mi sobrino, y mis sobrinas… pero lo que más me calienta es coger con Ayelén. No solo porque es mi hija, sino también porque… bueno, ya conocés bien a tu prima. Es imposible no calentarse al verla desnuda.
―Se… además… coge con una furia increíble.
―Sí, todos los que estuvieron en la cama con ella pueden asegurar lo mismo. Es muy buena amante.
―Para algo tenía que ser buena. ¿Y cómo se tomaba ella el temita del incesto?
―Bastante bien, a decir verdad. Por lo general era ella la que me buscaba a mí para coger…
―Mirá si será puta ―dijo Tefi, quien ya había vuelto de su pieza. Tenía puesta una sencilla tanga blanca con un top del mismo color que le marcaba mucho los pezones. Parecía un atuendo más bien deportivo, pero sumamente sexy―. A mí me hizo sentir como la mierda cuando me vio cogiendo con Nahuel… y ella se cogía a la madre!
―Uy… em… ¿Y si mejor vamos a hablar a tu pieza, Tefi? ―Propuso Cristela―. Así nadie nos interrumpe.
―Sí, mejor… porque quiero entender por qué esa yegua me trató tan mal, siendo que ella hizo cosas mucho peores que yo.
Ya en el cuarto de mi hermana nos acomodamos los tres en la cama, yo acostado junto a mi tía y Tefi sentada frente a nosotros, en la zona de los pies. Cristela se tomó la libertad de girar hacia mi lado y comenzó a acariciarme la verga. Bah, mejor dicho, empezó a masturbarme, y mientras hacía esto, habló con total naturalidad.
―Hay muchas cosas de mi relación con Ayelén que nunca les conté, por obvias razones. Pero después de que blanqueamos toda la situación durante la reunión familiar. Como dije antes, tuve sexo con ella en muchas ocasiones y experimentamos un montón, incluso con otras personas, hombres y mujeres. No fue fácil, pero logramos conocer gente que veía cierto morbo en esto de acostarse con una madre y una hija. Dante, mi ex novio era uno de esos.
―Me acuerdo que me contaste que a vos te molestaba que Ayelén fuera tan despreocupada con Dante ―dije―. Hasta te molestaba que ella anduviera en tanga frente a él.
―Así es…
―No entiendo ―dijo Tefi―. ¿Por qué habría de molestarte esto si tuvieron sexo con otras personas?
―Es que con Dante la situación era diferente: él era mi novio. Una cosa es meter en tu cama a otra persona que no vas a ver nunca, y a tu propia hija… y otra muy distinta es hacerlo con tu pareja.
―¿Tenías miedo de que Dante se enamorara de Ayelén? ¿O ella de él? ―Pregunté. Mi verga ya estaba rígida, aún así conservé la calma. Ya estoy acostumbrado a tenerla parada y poder hablar con normalidad.
―No, al contrario. Mi miedo era: ¿Qué va a pasar cuando mi relación con este tipo se termine? Nunca fui buena para conservar mis parejas, nada me indicaba si pasaría el resto de mi vida con él, o no. Lo que me molestó fue que Ayelén asumió que ese tipo sería algo así como “su nuevo papi”, un padre con el que podía coger. La idea le resultaba excitante, divertida. Pero… mientras más pasaba el tiempo, más me molestaba Dante. Como te conté, Nahuel… él es un tipo muy controlador. Y empezó a ser así con Ayelén… aunque a ella no le molestaba. Le divertía hacerse la “nena desobediente” a la cual el padre tiene que “castigar”. Esto siempre se resolvía en la cama, con Dante dándole duro por el culo.
―Qué puta… ―comentó Tefi.
―Y yo no sabía cómo explicarle a Ayelén que Dante es un tipo genuinamente posesivo y que realmente le molestaba que ella tuviera amigos y amigas… personas con las que seguramente tenía sexo. En privado Dante ya me estaba presionando para que no la dejara salir, para que no la dejara juntarse con nadie. La quería para él… y a veces hasta le molestaba si yo tenía sexo con Ayelén y no lo incluíamos a él. Él tenía que estar siempre, en todo momento.
―Qué pesado. Me recuerda a mi mamá ―dije.
―Así es. Tu mamá es hiper controladora; pero con los años aprendí a manejarme con Alicia. Sin embargo, no tenía ganas de pasar la cuarentena junto a un tipo al que le tenía que pedir permiso hasta para hacerme una paja.
―¿Qué? ¿Para masturbarte también tenías que pedir permiso? ―Preguntó Tefi.
―Sí, porque Dante aseguraba que si yo me hacía la paja, después “no rindo de la misma manera en la cama”.
―Ah, pero qué tipo pelotudo ―Tefi parecía enojada.
―Aún así, él te compartía con sus amigos ―dije―. Me contaste que a él le gustaba verte chupando dos pijas. Quizás no era tan posesivo.
―Eso lo charlé con Macarena ―aseguró Cristela―. Y gracias a ella entendí que Dante hacía esto para demostrar su poder sobre mí. Si lograba convencerme de que me acostara con él y alguno de sus amigos, era como si dijera: “Esta hace lo que yo le ordeno”. Además, le encantaba quedar bien con sus amigotes y mostrarme como un pedazo de carne que todos podían usar. Y no lo voy a negar, hubo momentos en los que me excité mucho, en especial en las primeras experiencias. Pero con el tiempo dejé de disfrutarlo, porque tenía que hacerlo aunque no tuviera ganas de coger. Y no quería que le pasara lo mismo a Ayelén.
―Así que vos cortaste tu relación con Dante para protegerla ―comentó Tefi.
―Sí, así fue. Y también para alejarme de una relación tóxica. Les cuento esto para que entiendan mejor por qué Ayelén estaba enojada conmigo, para ella todo era perfecto con Dante. La pasaba bien. No cometan los mismos errores que yo. Nunca se queden en una relación tóxica. Salgan de ahí lo antes posible, porque mientras más tiempo pasan en una relación tóxica, más cuesta salir. Esa persona te consume las ganas de vivir, y las ganas de ser feliz.
―Lo voy a tener en cuenta el día que tenga novia ―aseguré.
―Sí, yo también… cuando tenga novio ―aclaró Tefi.
―Y también deben aprender a no ser tan posesivos ―continuó mi tía―. Deben entender que la otra persona tiene derecho a pensar y decidir por sí misma. Me encanta el jueguito que hay entre Gisela y Brenda, donde Brenda hace todo lo que Gise le ordena; pero gracias a Macarena entendí que este tipo de relación requiere de un nivel de confianza abismal. Ellas debieron hablar mucho del tema y establecieron los límites. Es muy distinta a la relación que yo tuve con Dante, donde cada vez tenía menos poder de decisión, incluso sobre mi propia sexualidad. Ayelén piensa que yo me puse celosa, y en las primeras semanas que pasamos en esta casa discutimos por eso. Ahí fue cuando ella decidió dormir en el cuarto de Tefi.
―A mí me taladró la cabeza con ese tema ―comentó mi hermana―. No me contó nada sobre el sexo que había entre ustedes, ni siquiera me dio demasiados detalles sobre su relación con Dante. Solo me contó que vos te enojaste con ella porque un día la sorprendiste chupándole la pija al tipo… y te pusiste celosa.
―Eso nunca pasó, lo juro. Nunca le hice una escena. No sé por qué miente de esa forma.
―Yo tampoco ―dije―; pero quizás no necesite razón alguna para hacerlo. ¿Vieron la peli de Batman? Esa donde Heath Ledger interpreta al Joker ―las dos asintieron con la cabeza, a pesar de ser una peli de superhéroes, sé que todos en mi casa la vieron… porque yo me encargué de eso―. En una escena Michael Caine, que interpreta a Alfred, dice: “Hay gente que solo quiere ver el mundo arder”. Él se refiere al Joker, y creo que Ayelén es un poquito así. Lo comprobé el día que le dijo a Brenda que entre a mi pieza cuando estábamos cogiendo con mi mamá. Eso lo hizo por pura maldad. No hay otro motivo.
―Es posible ―dijo Cristela, con mucho pesar―. Amo a mi hija, es lo mejor que me pasó en la vida. Sin embargo… tiene actitudes extrañas. Puedes que tengas razón, Nahuel. Puede que Ayelén sea genuinamente mala… en ciertos momentos. Macarena sostiene que Ayelén es una persona que disfruta del conflicto y que le gusta hacer sentir mal a la gente. Las personas que hacen esto, según Maca, tienen serios problemas de autoestima, y esa es su forma de ocultarlo. Hacen sentir mal a los demás, para poder sentirse bien con ellos mismos. Su filosofía es: “Si el otro está peor que yo, entonces yo no estoy tan mal”.
―¡Qué fuerte! ―Exclamó Tefi.
―Aún así, yo la quiero un montón. Es la razón de mi vida… y me duele un montón no tenerla acá.
Los ojos de mi tía comenzaron a humedecerse. Entré en pánico, el llano era inminente, si no hacía algo rápido esto podría pasar de ser una película porno a una telenovela venezolana. Por suerte Estefanía también lo notó e intervino justo a tiempo.
―A ver, contanos… ¿cuál fue el momento más morboso que viviste con Ayelén?
―Em… hubo varios… aunque hubo uno en especial… a ustedes podrá parecerles una boludez; pero para mí fue un momento muy lindo.
―Contanos qué pasó ―insistí. La hide de Tefi era un muy buena, si mi tía hablaba de sexo, se excitaría… y nunca la vi llorando mientras estuviera excitada.
―Una de las fantasías que comenzamos a explorar con Ayelén fue la del sexo anal. Ella no dejaba de preguntarme qué se sentía que te dieran por el culo. Por ese entonces Ayelén había tenido varias experiencias sexuales con amigos y amigas; pero nunca hubo nada de sexo anal. La primera persona que le metió los dedos por el culo, fui yo… y lo hice mientras le chupaba la concha. Fue hermoso… y se transformó en una rutina para nosotras. Incluso llegamos a usar dildos y strap-on. Nos dábamos por el culo la una a la otra. Hasta que un día me dijo: “Quiero probarlo con una pija de verdad”. Ese fue el detonante para ir probando el sexo con otros hombres, porque si a la nena le iban a romper el culo, yo quería estar ahí con ella. Empezamos con cosas sencillas, como sexo oral. Yo le decía a los tipos cosas como: “Es que quiero enseñarle a mi hija a chupar una pija”, y claro… los tipos se ponían como locos.
―No es para menos ―aseguré.
―Fueron buenos momentos y nos ayudaron a tener más confianza en que podríamos llegar más lejos con alguien. Hicimos esto hasta que un día conocimos al indicado. Ni siquiera hace falta que se los presente, porque al tipo ni lo conocen ni lo van a conocer. Solo digamos que tenía una pija muy buena, era educado, considerado… y sabía coger. La clase de hombres que no abunda, para nada. Así que Tefi, si algún día conocés a un tipo así, no lo sueltes…
―Hace cinco minutos me dijiste que no sea posesiva…
―Bueno, vos me entendés… hay gente que sí vale la pena conservar a tu lado.
Tefi sonrió y se sumó a mi tía en el proceso de masturbarme. Tener dos manos haciéndolo puso mis sentidos en alerta. La temperatura del ambiente ya estaba subiendo.
―Yo también empecé a experimentar con el sexo anal ―aseguró mi hermana―. Y fue lindo que mi mamá estuviera ahí, para darme consejos. Es muy tierno que hayas hecho lo mismo con Ayelén.
―Sería una mala tía si no hago lo mismo con vos. Mientras te cuento lo que hicimos con Ayelén, podríamos replicarlo con esta hermosa pija que tenemos acá.
―Me parece una excelente idea ―la sonrisa de Tefi estaba cargada de pura lujuria.
―Muy bien, no creo que Nahuel ponga alguna objeción.
―¿Acaso tengo cara de idiota?
―Sí, tenés mucha cara de idiota, hermanito.
―Y a veces sos un poquito idiota ―agregó mi tía.
Las dos comenzaron a reírse a carcajadas.
―Bueno, gracias por ser tan consideradas conmigo.
―No te enojes, sonso ―dijo Tefi―. Sos un idiota simpático, de los que caen bien.
El enojo se me pasó en cuanto Cristela comentó que su primera instrucción a Ayelén fue: “Hay que chupar pija”. Tefi no dudó en seguir esas órdenes y se prendió a mi verga con entusiasmo. Pocos segundos después se le sumó mi tía. Tener esas dos lenguas luchando por mi verga me puso tenso y me hizo olvidar de todas mis preocupaciones. Las dos se tomaron un buen rato para chuparme la verga porque, según mi tía, tenía que quedar bien dura, de lo contrario no serviría para nada. Y sí que la tenía bien dura, pero al parecer para ellas aún no era suficiente. Si es por mí, que se tomen todo el día para chupármela, no me molesta en absoluto.
―Creo que ya está ―dijo Cristela, después de largos minutos―. Ahora podés sentarte arriba de la verga.
―¿Así se lo dijiste a Ayelén? ¿Que se sentara de culo sin más? ―Preguntó Tefi.
―Sí, porque mi hija ya tenía experiencia con dildos de buen tamaño, sabía que podría con esto. ¿Y vos? ¿Vas a poder con la pija de tu hermano?
―¡Por supuesto!
Tefi jamás va a admitir que mi verga la intimida, y sé que es así porque se ubicó sobre mí con cierto titubeo. Lo hizo dándome la espalda y con las piernas bien abiertas, porque así se lo pidió Cristela.
―Sé que a vos el temita lésbico no te entusiasma demasiado; pero yo a mi hija le comí la concha mientras la ayudaba con la verga.
―Podés hacerlo, no me molesta que me la chupen.
―Muy bien, allá vamos.
Sujeté a Tefi por la cintura y ella se preparó para recibir toda mi verga en su culo. Fue una fortuna que Cristela la ayudara lubricando todo con su saliva. No pude ver lo que ocurría entre las piernas de mi hermana, pero sí me quedó bien claro que cuando la tía comenzó a lamer la concha, no se detuvo ni por un segundo. Lo hizo tan bien que incluso Tefi comenzó a gemir.
La verga comenzó a entrar de a poco en su culo y yo no pude hacer otra cosa que agradecerle a Dios (si es que existe) de brindarme este período de paz familiar donde puedo disfrutar del sexo con mis hermanas… y en especial con Tefi. Hoy parecen muy lejanos aquellos días en los que me la pasaba discutiendo con ella. Sinceramente no sé por qué nos peleábamos tanto, si en realidad podemos llevarnos muy bien.
Me imaginé lo que habrá sido para Ayelén y para mi tía aquel momento en el que, madre e hija, experimentaron con el sexo anal. Debió ser un bonito momento, algo digno de recordar.
―¿Por qué no aprovechás a sacarme algunas fotos mientras te chupo la concha? ―Sugirió Cristela.
―Bueno, pero no te recomiendo que publiques estas fotos de entrada, guardalas para más adelante.
―La que va a administrar todo mi contenido vas a ser vos, Tefi. Vos vas a decidir cuándo publicar algo, y dónde.
―Muy bien, así me gusta. Confiá en mí, sé lo que hago.
Le alcancé el celular a mi hermana y ella comenzó a tomar fotos de lo que hacía mi tía. Me alegré de que así lo hiciera, quizás más adelante podría pajearme mientras miraba esas fotos… aunque, con la disponibilidad de sexo que tengo últimamente, ni ganas de pajearme me dan. Si quiero acabar, en mi casa hay muchas mujeres dispuestas a ayudarme. ¿Será que así se siente el paraíso?
La verga comenzó a entrar en el culo de Tefi y sé que esto fue posible a las lamidas de mi tía, podía sentir su lengua rodeando mi glande. Seguramente estas lamidas también ayudan a mi hermana a relajarse.
A pesar de que su culo ejerció algo de resistencia, mi hermana estaba decidida a tener una experiencia anal tal y como se la merecía. Vi sus nalgas meneándose y subir hasta casi liberar mi verga por completo, para luego volver a tragarla. El recorrido no era mucho; pero al menos estaba dilatándose de forma apropiada.
Mi tía le pidió que se sacara la verga y Tefi la obedeció. Esta vez pude ver la lengua de mi tía lamiendo ese agujero que estaba sufriendo un poco.
―No tengas miedo, nena ―dijo Cristela―. Sé que vos podés. Tomate el tiempo que sea necesario, y cuando sientas que la verga se mueve con más facilidad, andá por más. Es una pija grande, te la tenés que meter por sectores.
―Sí, eso mismo me explicó mi mamá.
―¿De verdad? Es curioso… porque los mejores consejos sobre sexo anal me los dio Alicia. Las dos aprendimos de ella, en cierta forma.
―Para ser una mujer que le tiene tanto rechazo al sexo, experimentó con un montón de cosas.
―Tu madre es todo un misterio.
Estefanía volvió a su tarea. Siguió los consejos de su tía… y de su madre. Permitió que su culo se acostumbrara a mi verga. Disfruté mucho de este proceso y le tuve paciencia. No quería arruinarle el momento.
Y así, de a poco y con calma, consiguió meter una buena parte de la verga. Ya era suficiente para una buena cogida, el resto entraría solo cuando llegara el momento.
Mi hermana gimió mucho, se notaba que la estaba pasando muy bien. Su ritmo fue acelerando y esta vez pude ver la verga entrando y saliendo a mayor velocidad.
A mí sinceramente no me interesaba saber qué pasó con Ayelén aquel día, y sé que a Tefi tampoco. Todo era una treta para distraer a mi tía y realmente funcionó. Se olvidó de sus penas y comenzó a disfrutarlo.
―Esta es la parte más interesante ―dijo Cristela, sentándose sobre mis piernas, cara a cara con Tefi―. Para que Ayelén se relajara, le pedí que me chupara las tetas, no te lo pido a vos porque no creo que te interese…
―Lo puedo hacer ―aseguró Tefi―. Eso no me molesta.
―¿De verdad?
―No lo siento algo desagradable, como chupar una concha. Es… una teta. Además tus tetas son lindas.
―Bueno, me halagás. Pocas veces me chuparon las tetas mujeres heterosexuales, y la verdad es que así es cuando más se disfruta, tiene un morbo particular.
Mientras hablaban yo aprovechaba la distracción de mi hermana para ir metiendo más la verga en su culo. Y lo conseguí. Logré meter más de la mitad de la pija. Ella bajó el ritmo otra vez, comenzó a montarme muy lentamente, buscando que su culo se acostumbrara al tamaño de mi miembro.
Pude ver que Tefi bajaba la cabeza y se prendía a una de las tetas de Cristela. Lamentablemente no pude ver muy bien la acción, solo momentos esporádicos que llegué a espiar por encima de su hombro. Tenía una buena parte de la teta en la boca y la succionaba como si quisiera sacar leche de ella. Cristela se meneaba con la cabeza hacia atrás, disfrutando a pleno de la situación.
Tal como lo predije, con el movimiento y la intensidad sexual del momento, mi verga se fue perdiendo dentro del culo de mi hermana, y ella mostró más confianza a la hora de moverse. Ya no parecía dolerle. Estaba disfrutando a pleno. Cristela la acompañó con los movimientos, puso una pierna por encima de una de las de Tefi y a pesar de que no podía verlo, sé exactamente lo que pasó en ese instante: sus conchas quedaron pegadas la una a la otra. Mi hermana no se quejó de este acto claramente lésbico. Se dejó llevar y estoy seguro de que disfrutó de los roces y meneos de Cristela, mi tía tiene talento para eso. Y sé que a Tefi le gustó, porque ella solita volvió a chupar las tetas que saltaban frente a sus ojos.
Aguanté todo lo que pude, pero el sexo anal con mi hermana es demasiado morboso, y un culo casi primerizo ejerce más “presión”. Eso me llevó a tener una potente eyaculación. Ni siquiera saqué la verga cuando ocurrió esto. Tefi y Cristela no paraban de moverse, hubiera sido imposible sacarla. Ahora sí puedo molestar a mi hermana diciéndole: “Te llené el culo de leche”. Me lo reservo para el momento apropiado.
El semen sirvió de lubricante y Tefi aceleró el ritmo sobre el final. Ahora sí se animó a darle con todo y yo le di algunas embestidas cortitas, no fueron muy potentes porque el peso de esas dos mujeres caía directamente sobre mí.
Me encantó disfrutar del culo de Tefi una vez más, lo haría mil veces si fuera necesario. No me aburre coger con ella, ni un poquito, y me encanta que cada día esté más dispuesta a pasarla bien conmigo, ya sin tantas culpas. Creo que ya entendendido que Ayelén solo pretendía herirla y todo lo que le dijo no iba en serio. Al fin y al cabo nuestra prima cometió más actos incestuosos que nosotros. No tiene derecho a criticarnos por nada.
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Cuando mi tía se marchó, Estefanía y yo nos quedamos abrazados en la cama, yo con la vista al cielo raso y ella con la cabeza sobre mi pecho.
―Mamá se siente culpable por la forma en que “dañó” a sus hijas ―comenté.
―Sí, ya me había dado cuenta ―dijo Tefi.
―Hace poco hizo las paces con Pilar. Fue un lindo momento, no sé si servirá para que Pilar la perdone por todas las inseguridades que le causó, pero al menos es un buen primer paso. ¿Y vos? ¿Sentís que tenés que arreglar algún asunto con mamá? Porque de ser así, tendrías que aprovechar ahora mismo.
―No. Sentí que hice las paces con mamá cuando le pude contar sobre la venta de fotos eróticas. Que ella me haya apoyado con ese proyecto, y que además me haya dado consejos, me hizo verla de otra manera. Ahora la respeto más que antes. Sé que cometió muchos errores, pero también sé que los puede arreglar. Me alegra que lo haya hecho con Pilar.
―Creo que con Macarena no necesita hacerlo ―estar en la cama desnudo abrazado a Tefi y hablando de cuestiones familiares me hacía sentirla aún más cercana―. Maca está loca, nadie lo puede negar; pero ella aprendió a vivir con esa locura.
―Sí, de todas nosotras Macarena fue la que mejor supo manejar a mamá.
―Sí, incluso logró que mamá la escuche.
―Con quien debería hacer las paces urgente es con Gisela. Esa es una bomba de tiempo ―aseguró mi hermana―. No sé cuánto tiempo Gisela podrá aguantar esa falsa sonrisa de “Está todo bien con mamá”. Por lejos Gise fue la más dañada de todas. Imaginate cómo se habrá sentido de mal al saber que le gustaban las mujeres y que su madre le prohibía acostarse con una.
―Y más sabiendo que mamá tiene tendencias lésbicas muy marcadas.
―Así es, eso fue lo peor. Que tu mamá te prohíba coger con mujeres es una cosa; pero que encima ella misma ande chupando conchas a montones, es…
―Hipocresía.
―Hay que ayudar a Gise.
―Lo sé. Yo estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario; pero… voy a necesitar ayuda.
― ¿La mía?
―Em… si querés ayudar con algo, podés hacerlo… aunque en realidad estaba pensando en Macarena.
―Hey, eso me ofende. ¿Por qué Maca y no yo?
―Perdón, no era mi intención ofenderte. Lo que pasa es que… mmmm… es difícil de explicar. Digamos que hay factores psicológicos muy complejos involucrados. Los conocimientos de Macarena pueden ayudar mucho.
―Está bien, lo entiendo. Y en parte… es mejor que te ayude ella, a mí todo eso del sexo lésbico me pone un poco incómoda.
―Lo dice la chica que acaba de comerle las tetas a su tía.
―Hey, eso no fue tan lésbico…
― ¿Ah, no? ¿Y qué fue?
―Em… este… no sé… pero no vas a comparar lo que es chupar una teta con chupar una concha.
―Claro… y vos te dejaste chupar la concha por ella.
―¿Estás insinuando algo, hermanito?
―No, solo intento molestarte.
―Y lo estás logrando. ¿Andás con ganas de pelear? ―Sonrió de forma lujuriosa―. Porque yo todavía tengo energías… ¿las tenés vos?
―Por supuesto ―aseguré, más por orgullo que por convicción.
Estefanía estrelló sus labios contra los míos, fue uno de los besos más fogosos que me dieron en mi vida.
―Te voy a romper todo, pendejo ―dijo mirándome a los ojos. Se me erizaron todos los pelos del cuerpo.
―Tené cuidado, no vaya a ser que la que termine toda rota seas vos… ―mi verga se había despertado y estaba firme como un soldado frente a su general.
―No tengo miedo.
Se montó sobre mi verga con furia. Comenzó a cabalgarme a buen ritmo, quizás le dolía un poco la concha, porque la pija entraba con fuerza; sin embargo su orgullo no le permitió protestar. Siguió saltando como loca y yo aproveché para darle algunas embestidas bien duras que la hicieron chillar.
―Dale, dame fuerte… dame fuerte… ―me pidió entre gemidos.
Y así lo hice. Todos los músculos de mi cuerpo estaban muy tensos y toda mi energía estaba focalizada en penetrar a mi hermana. Ella siguió bailando sobre mí, como una experta. Realmente tiene mucho talento para esto.
Esta no era la misma Tefi que recibió mi verga por el culo, ya no había dudas en sus movimientos. Si recibe la pija por la concha se tiene mucha más confianza, sabe que puede soportar un fuerte castigo… y yo también lo sé, por eso le di tan duro como me fue posible. Ella gozó con los ojos cerrados y soltó potentes gemidos. A ninguno de los dos nos importó si alguien podía oírlos fuera del cuarto, ya no teníamos que ocultarnos. Incluso… quizás hasta le cuente a mi mamá lo que pasó con la tía Cristela y Tefi en esta pieza. Sé que se va a poner un poquito celosa al principio (sé que a ella le hubiera gustado participar); pero quizás después empiece a pedirme detalles.
Estuvimos cogiendo a este ritmo durante un buen rato. Dándole duro sin parar. Ella parecía una jinete de doma que lucha contra un potro enfurecido que quiere tirarla al piso. Sin embargo, este potro no consiguió doblegarla, ella resistió cada una de mis embestidas y dio saltos potentes para demostrarme que, tal y como lo había dicho, no me tenía miedo.
En un momento bajó la mirada, se cruzó con mis ojos y sonrió.
―A veces me hacés enojar, pero en realidad… te quiero mucho, hermanito.
―Em… yo también te quiero ―le dije, con el pecho acelerado.
Volvimos a besarnos y el ritmo de la cogida fue bajando. Se dio un momento muy extraño. Todo pasó de ser muy pornográfico a algo más… ¿afectivo? No sabría cómo definirlo. Ella me abrazó y yo hice lo mismo. Sus movimientos pasaron a ser sensuales contoneos en lugar de bestiales saltos. Me aferré a sus nalgas con ambas manos y ella dio un leve mordisco a mis labios. Ese fue el detonante para eyacular por segunda vez en el día… esta vez dentro de la concha de Tefi. A ella pareció gustarle esto. Dejó toda mi verga dentro de su sexo y se meneó como una serpiente.
Después de la acabada, ella simplemente se quedó ahí, sobre mí, con su cabeza apoyada sobre mi pecho.
No sé qué está pasando entre Estefanía y yo… pero me gusta.
Quizás demasiado.
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14 comentarios - Aislado Entre Mujeres [48].
Para cuando el proximo capitulo?