Mi jefe dominante con mi novia 2
Cuando le dije a Débora lo que me dijo de la vestimenta, ella no estaba sorprendida para nada, sabía que no venía a tomar el té, ella quería explorar esa fantasía de sumisa, sentía que él solo con verla pocas veces, y por poquito tiempo había descubierto un costado de ella que poca gente conocía. Cuando tocó el timbre le di un beso y le tape los ojos con un trapo grande rojo. Bajé a abrir, el jefe tenía puesta una camisa de seda negra, unos vaqueros, el celular en su bolsillo de atrás, se notaba el bulto en su pantalón. Cuando llegamos al ascensor, me hizo un gesto con la mano, que yo subiera primero, yo sentía que me marcaba la cancha.
-Note que me miraste el bulto… lo tengo a full desde que estacione el auto… hace rato que no encontraba una hembra así… -ibamos subiendo en el ascensor- al principio tenía dudas con ella… pero cuando la vi usar seguido esos collares ajustados negros… y me detuve recorriendo su cuerpo… las formas de ese cuerpo… mi Dios… pensé en que esos collares, con semejante lomazo… marcan una separación fuerte… entre lo que la persona piensa en su cabeza… y lo que el cuerpo le pide… -dejó de hablar, habíamos llegado al piso, mi pija estaba durísima también, con sus comentarios, y si bien suelo durar bastante cuando hago el amor, me sentía superado por la situación, estresado, muy cerca de llegar.
Cuando abrimos la puerta del departamento no dijo nada se acercó hacia Débora, estuvo parado un rato al lado de ella, que estaba arrodillada en el suelo al lado del sillón que tenemos frente al televisor, de cara al sillón, con las manos delante, los ojos vendados estaba deliciosa. Noté que su respiración se había acelerado, él estuvo un rato larguísimo parado sin hacer nada.
Se bajó sus vaqueros hasta medio muslo, no tenía ropa interior, esa pija grande que había visto salió bien dura junto a la cara de mi chica, le golpeó los labios al salir, ella no hizo nada, le acercó solo la cabeza de su pija a los labios, la dejó un rato apoyada en el borde de sus labios. Yo no aguanté más me metí rápido en el baño porque había empezado a acabar casi sin darme cuenta, me arreglé un poco y volví al salón.
-Empezá a chuparla… que esperas… -le dijo con tono autoritario.
Empezó a apretarle la cabeza solo con los labios, se la fue comiendo de a poco, él la dejaba hacer, mientras le desabrochaba con una mano dos botones de la camisa, ella chupaba delicadamente su miembro, cuando termino con esos dos botones con sus dos manos las puso a cada lado de su cabeza y de a poco la fue haciendo comer su pedazo. Él dejó caer sus manos a los costados de su cuerpo y ella siguió mamando a su gusto, un poco más adentro, un poco más afuera, se deleitaba chupando esa herramienta. Volvió a tomarle la cabeza con las manos y suave pero decididamente la fue guiando de nuevo, se la metía hasta el fondo, de a ratos le hacía comer solo su cabecita. Yo en ningún momento había perdido mi erección a pesar de acabar, y como me pasa cuando tenemos relaciones, mi segundo orgasmo suele llegarme casi como una continuación del primero. Salí un poco del comedor, me fui a la cocina, no quería acabar así de nuevo, traté de calmarme, realmente nunca había fantaseado con esto y no podía creer que me excitara tanto esta situación.
-Ahora bien a fondo.,.. –le dijo mientras la guiaba. Volvió a dejarla libre y ella mamaba como desesperada, no había visto el tamaño de esa herramienta, su boca le había dado toda la información. Él solo hacía sonidos guturales, metió su mano izquierda dentro del escote de ella y empezó a jugar con su pezón derecho. Con un movimiento rápido le sacó la cabeza de su miembro y la empujó como estaba contra el sillón, le cacheteo suavemente los glúteos mientras la acomodaba. Con su mano izquierda la apretaba a la altura del hombro contra el sillón mientras con la derecha le cacheteaba la cola y le iba lubricando y pajeando su conchita, con sus dedos que ensalivaba, le corrió la tanga a un costado y volvió a cachetearla. Le amaso el culo.
-Queres sentir esta pija no…? –ella movía el culito y el volvió a ensalivarse los dedos y a jugar con su almejita. Mientras seguía jugando con su mano derecha pajeandola, metió la izquierda por debajo de la camisa por la espalda de ella desabrochando su sujetador. Yo miraba de costado, la pollera en su cintura, ella moviendo el culo en círculos mientras él la pajeaba. Bruscamente la levantó del suelo haciéndola arrodillar ahora arriba del sillón, le empujo la cabeza hacia abajo y su culo quedo más ofrecido todavía, siguió pajeandola y ensalivándola. Me asombraba la dureza de su pija, parecía un pibe de 20, bien curvada y dura, se acomodó detrás de ella y jugó un poco a frotársela, Débora movía el culo acompañando los movimientos, se alejó y volvió a ensalivarla y pajearla. Ahora la pajeaba bien rápido Débora gemía y sus glúteos se sacudían cuando él los cacheteaba al pajearla con su palma. Se alejó un poco y agarró un lubricante que había traído y lubrico bien su pija, Débora seguía moviéndose suavemente arriba del sillón. No tenía forro puesto, ni se puso, apoyó su pierna derecha arriba del sillón acomodándose detrás de Débora, se la acomodó a la entrada y ella sola se la fue metiendo.
-Toma esta pija… vamos…
Y no lo pude evitar, otra vez una catarata de semen salía de mi pija, casi involuntariamente pero ahora me manché todo, no me alejé para nada del lugar parecía estar en un trance hipnótico.
Con su mano derecha le dio un cachetazo por arriba en su glúteo izquierdo, ella gimió un poco más de lo que ya lo hacía. Empezó a bombearla, los dos gemían, él con una voz gutural, se notaba la excitación que ella le provocaba. Él no paraba de gruñir con cada embestida que le daba, yo me acomodé detrás de ellos, veía el culo de él como se movía, la tanga de Débora corrida de costado, el llevó la mano izquierda para pajearla y ella dijo un si gimiendo profundo. Se la sacó, la acomodó con el pechó apoyado ahora en el respaldo del sillón, como está a mitad del living su cabeza salía del otro lado, le destapó los ojos, se acomodó detrás de ella la volvió a penetrar, y la agarraba ahora del collar, ella gemía sin parar con la cara de costado, él tenía ahora las dos piernas sobre el sillón, le llevó su cabeza hacia abajo con la mano derecha, con la izquierda hacía presión sobre su hombro. Se salió de ella y se fue del otro lado del sillón, parado delante de ella se la dio a chupar, Débora gemía y chupaba, ahora si veía lo que se estaba comiendo, el no paraba tampoco de gemir, eran como graves quejidos. Volvió a agarrarle la cabeza con ambas manos y ahora le cogía la boca, las manos de ella, estaban en su almejita pajeandose. Se salió de delante de ella, que se incorporó y puso sus antebrazos en el respaldo del sillón, él agarró el lubricante, ella estaba sonriendo ahora, en ningún momento me había mirado a mi, yo estaba al palo de nuevo. Le puso un poco de lubricante, me pareció en su culito, pero no estaba seguro, no veía bien desde donde estaba, ella se iba a incorporar un poco, pero la empujo fuerte contra el sillón y con sus manos le agarró los glúteos con fuerza, ella gimió.
-Pone la manos atrás… separa los glúteos…´
Me fui detrás de ellos para ver y justo estaba apoyando su miembro a la entrada de su culo, me daba miedo esa herramienta, nosotros no lo hacíamos por atrás. Le fue metiendo solo un poco, ella emitía un suave quejido que se notaba placentero. Enseguida se la saco, la acostó ahora sobre el sillón, a lo largo de él, boca arriba, ella llevó su mano a su cosita acariciándose, el parado al costado del sillón, ella miraba su herramienta.
-Te gusta eh…? –ella no le contestó.
-Te pregunté si te gustaba…
-Si me encanta…
Se arrodilló apoyado en el sillón entre las piernas de ella, que lo miró y le sonrió, con la mano derecha se acariciaba con la izquierda empezó a acariciar ese duro miembro. Ella estaba sin camisa ya, y él empezó a jugar con sus pezones. Suavemente sacó la manito de ella de su miembro.
-Vamos a ponerlo donde tiene que ir… -y se la clavo suavemente pero hasta el fondo, ella gemía y seguía pajeandose con su mano derecha. Ahora la cogía bien duro en la pose del misionero los dos gemían, en ningún momento la había besado, él estaba semi incorporado sobre ella, se la sacó y ella la agarró con mucho cariño, el la atrajo más hacia él, la corrió sobre el sillón y le puso sus piernas casi recogidas, se la volvió a meter bien a fondo, se salió de nuevo de ella y se puso de pie ella se arrodilló delante de él le dio una suave chupada y se acomodó sobre el sillón, apoyada, el tiro lubricante directamente del frasco, ahora lo vi claramente, sobre su culo y ahora si la penetro bien y empezó a cogerla bien duro.
-Si papi… -las dos manos de él juntas, apoyadas en la espalda de Débora, su culo se sacudía con las embestidas de él. Aunque me costaba un montón, y en algún lugar me negaba a ver, me puse detrás de ellos, ninguna duda me quedaba, se la metía bien a fondo por atrás y la bombeó hasta que gruño más profundamente en lo que me pareció su orgasmo, ella estaba otra vez sobre el sillón con el cuerpo sobre el respaldo, él la saco, y la dejó apoyada entre sus glúteos, se incorporó, ella llevó su mano derecha a su culito, como reconociendo el territorio, después se apretó el pecho derecho. Por primera vez me miro, no pude descifrar lo que decía su cara, el jefe pasó al baño cuando volvió ya vestido se despidió de ella pidiéndome que lo acompañara hasta abajo, en el ascensor se lo notaba sonriente, feliz. Me habló:
-Cuando vuelvas se va a estar bañando, ahora que se le paso la calentura se va a sentir sucia, trátala con cariño… en pocos días se le va a pasar… -no soportaba su soberbia, pero yo estaba excitado de nuevo.
Cuando subí escuché el agua de la ducha al entrar, ella se estaba bañando. Cuando salió del baño, se fue directo a la habitación preparé la cena y la desperté cuando estaba lista, vino a comer, tenía la cara triste, se la notaba preocupada, casi no habló en toda la cena. Cuando nos acostamos se acurrucó sobre mi pecho, me pareció que lloraba silenciosamente, le acaricie la cara y el pelo un largo rato, se fue relajando hasta que se quedó dormida, yo seguí acariciándole el pelo y la cara hasta que también me quedé dormido. Al día siguiente desayunamos juntos, hablamos de cosas de todos los días, como si lo del día anterior no hubiera pasado.
Cuando le dije a Débora lo que me dijo de la vestimenta, ella no estaba sorprendida para nada, sabía que no venía a tomar el té, ella quería explorar esa fantasía de sumisa, sentía que él solo con verla pocas veces, y por poquito tiempo había descubierto un costado de ella que poca gente conocía. Cuando tocó el timbre le di un beso y le tape los ojos con un trapo grande rojo. Bajé a abrir, el jefe tenía puesta una camisa de seda negra, unos vaqueros, el celular en su bolsillo de atrás, se notaba el bulto en su pantalón. Cuando llegamos al ascensor, me hizo un gesto con la mano, que yo subiera primero, yo sentía que me marcaba la cancha.
-Note que me miraste el bulto… lo tengo a full desde que estacione el auto… hace rato que no encontraba una hembra así… -ibamos subiendo en el ascensor- al principio tenía dudas con ella… pero cuando la vi usar seguido esos collares ajustados negros… y me detuve recorriendo su cuerpo… las formas de ese cuerpo… mi Dios… pensé en que esos collares, con semejante lomazo… marcan una separación fuerte… entre lo que la persona piensa en su cabeza… y lo que el cuerpo le pide… -dejó de hablar, habíamos llegado al piso, mi pija estaba durísima también, con sus comentarios, y si bien suelo durar bastante cuando hago el amor, me sentía superado por la situación, estresado, muy cerca de llegar.
Cuando abrimos la puerta del departamento no dijo nada se acercó hacia Débora, estuvo parado un rato al lado de ella, que estaba arrodillada en el suelo al lado del sillón que tenemos frente al televisor, de cara al sillón, con las manos delante, los ojos vendados estaba deliciosa. Noté que su respiración se había acelerado, él estuvo un rato larguísimo parado sin hacer nada.
Se bajó sus vaqueros hasta medio muslo, no tenía ropa interior, esa pija grande que había visto salió bien dura junto a la cara de mi chica, le golpeó los labios al salir, ella no hizo nada, le acercó solo la cabeza de su pija a los labios, la dejó un rato apoyada en el borde de sus labios. Yo no aguanté más me metí rápido en el baño porque había empezado a acabar casi sin darme cuenta, me arreglé un poco y volví al salón.
-Empezá a chuparla… que esperas… -le dijo con tono autoritario.
Empezó a apretarle la cabeza solo con los labios, se la fue comiendo de a poco, él la dejaba hacer, mientras le desabrochaba con una mano dos botones de la camisa, ella chupaba delicadamente su miembro, cuando termino con esos dos botones con sus dos manos las puso a cada lado de su cabeza y de a poco la fue haciendo comer su pedazo. Él dejó caer sus manos a los costados de su cuerpo y ella siguió mamando a su gusto, un poco más adentro, un poco más afuera, se deleitaba chupando esa herramienta. Volvió a tomarle la cabeza con las manos y suave pero decididamente la fue guiando de nuevo, se la metía hasta el fondo, de a ratos le hacía comer solo su cabecita. Yo en ningún momento había perdido mi erección a pesar de acabar, y como me pasa cuando tenemos relaciones, mi segundo orgasmo suele llegarme casi como una continuación del primero. Salí un poco del comedor, me fui a la cocina, no quería acabar así de nuevo, traté de calmarme, realmente nunca había fantaseado con esto y no podía creer que me excitara tanto esta situación.
-Ahora bien a fondo.,.. –le dijo mientras la guiaba. Volvió a dejarla libre y ella mamaba como desesperada, no había visto el tamaño de esa herramienta, su boca le había dado toda la información. Él solo hacía sonidos guturales, metió su mano izquierda dentro del escote de ella y empezó a jugar con su pezón derecho. Con un movimiento rápido le sacó la cabeza de su miembro y la empujó como estaba contra el sillón, le cacheteo suavemente los glúteos mientras la acomodaba. Con su mano izquierda la apretaba a la altura del hombro contra el sillón mientras con la derecha le cacheteaba la cola y le iba lubricando y pajeando su conchita, con sus dedos que ensalivaba, le corrió la tanga a un costado y volvió a cachetearla. Le amaso el culo.
-Queres sentir esta pija no…? –ella movía el culito y el volvió a ensalivarse los dedos y a jugar con su almejita. Mientras seguía jugando con su mano derecha pajeandola, metió la izquierda por debajo de la camisa por la espalda de ella desabrochando su sujetador. Yo miraba de costado, la pollera en su cintura, ella moviendo el culo en círculos mientras él la pajeaba. Bruscamente la levantó del suelo haciéndola arrodillar ahora arriba del sillón, le empujo la cabeza hacia abajo y su culo quedo más ofrecido todavía, siguió pajeandola y ensalivándola. Me asombraba la dureza de su pija, parecía un pibe de 20, bien curvada y dura, se acomodó detrás de ella y jugó un poco a frotársela, Débora movía el culo acompañando los movimientos, se alejó y volvió a ensalivarla y pajearla. Ahora la pajeaba bien rápido Débora gemía y sus glúteos se sacudían cuando él los cacheteaba al pajearla con su palma. Se alejó un poco y agarró un lubricante que había traído y lubrico bien su pija, Débora seguía moviéndose suavemente arriba del sillón. No tenía forro puesto, ni se puso, apoyó su pierna derecha arriba del sillón acomodándose detrás de Débora, se la acomodó a la entrada y ella sola se la fue metiendo.
-Toma esta pija… vamos…
Y no lo pude evitar, otra vez una catarata de semen salía de mi pija, casi involuntariamente pero ahora me manché todo, no me alejé para nada del lugar parecía estar en un trance hipnótico.
Con su mano derecha le dio un cachetazo por arriba en su glúteo izquierdo, ella gimió un poco más de lo que ya lo hacía. Empezó a bombearla, los dos gemían, él con una voz gutural, se notaba la excitación que ella le provocaba. Él no paraba de gruñir con cada embestida que le daba, yo me acomodé detrás de ellos, veía el culo de él como se movía, la tanga de Débora corrida de costado, el llevó la mano izquierda para pajearla y ella dijo un si gimiendo profundo. Se la sacó, la acomodó con el pechó apoyado ahora en el respaldo del sillón, como está a mitad del living su cabeza salía del otro lado, le destapó los ojos, se acomodó detrás de ella la volvió a penetrar, y la agarraba ahora del collar, ella gemía sin parar con la cara de costado, él tenía ahora las dos piernas sobre el sillón, le llevó su cabeza hacia abajo con la mano derecha, con la izquierda hacía presión sobre su hombro. Se salió de ella y se fue del otro lado del sillón, parado delante de ella se la dio a chupar, Débora gemía y chupaba, ahora si veía lo que se estaba comiendo, el no paraba tampoco de gemir, eran como graves quejidos. Volvió a agarrarle la cabeza con ambas manos y ahora le cogía la boca, las manos de ella, estaban en su almejita pajeandose. Se salió de delante de ella, que se incorporó y puso sus antebrazos en el respaldo del sillón, él agarró el lubricante, ella estaba sonriendo ahora, en ningún momento me había mirado a mi, yo estaba al palo de nuevo. Le puso un poco de lubricante, me pareció en su culito, pero no estaba seguro, no veía bien desde donde estaba, ella se iba a incorporar un poco, pero la empujo fuerte contra el sillón y con sus manos le agarró los glúteos con fuerza, ella gimió.
-Pone la manos atrás… separa los glúteos…´
Me fui detrás de ellos para ver y justo estaba apoyando su miembro a la entrada de su culo, me daba miedo esa herramienta, nosotros no lo hacíamos por atrás. Le fue metiendo solo un poco, ella emitía un suave quejido que se notaba placentero. Enseguida se la saco, la acostó ahora sobre el sillón, a lo largo de él, boca arriba, ella llevó su mano a su cosita acariciándose, el parado al costado del sillón, ella miraba su herramienta.
-Te gusta eh…? –ella no le contestó.
-Te pregunté si te gustaba…
-Si me encanta…
Se arrodilló apoyado en el sillón entre las piernas de ella, que lo miró y le sonrió, con la mano derecha se acariciaba con la izquierda empezó a acariciar ese duro miembro. Ella estaba sin camisa ya, y él empezó a jugar con sus pezones. Suavemente sacó la manito de ella de su miembro.
-Vamos a ponerlo donde tiene que ir… -y se la clavo suavemente pero hasta el fondo, ella gemía y seguía pajeandose con su mano derecha. Ahora la cogía bien duro en la pose del misionero los dos gemían, en ningún momento la había besado, él estaba semi incorporado sobre ella, se la sacó y ella la agarró con mucho cariño, el la atrajo más hacia él, la corrió sobre el sillón y le puso sus piernas casi recogidas, se la volvió a meter bien a fondo, se salió de nuevo de ella y se puso de pie ella se arrodilló delante de él le dio una suave chupada y se acomodó sobre el sillón, apoyada, el tiro lubricante directamente del frasco, ahora lo vi claramente, sobre su culo y ahora si la penetro bien y empezó a cogerla bien duro.
-Si papi… -las dos manos de él juntas, apoyadas en la espalda de Débora, su culo se sacudía con las embestidas de él. Aunque me costaba un montón, y en algún lugar me negaba a ver, me puse detrás de ellos, ninguna duda me quedaba, se la metía bien a fondo por atrás y la bombeó hasta que gruño más profundamente en lo que me pareció su orgasmo, ella estaba otra vez sobre el sillón con el cuerpo sobre el respaldo, él la saco, y la dejó apoyada entre sus glúteos, se incorporó, ella llevó su mano derecha a su culito, como reconociendo el territorio, después se apretó el pecho derecho. Por primera vez me miro, no pude descifrar lo que decía su cara, el jefe pasó al baño cuando volvió ya vestido se despidió de ella pidiéndome que lo acompañara hasta abajo, en el ascensor se lo notaba sonriente, feliz. Me habló:
-Cuando vuelvas se va a estar bañando, ahora que se le paso la calentura se va a sentir sucia, trátala con cariño… en pocos días se le va a pasar… -no soportaba su soberbia, pero yo estaba excitado de nuevo.
Cuando subí escuché el agua de la ducha al entrar, ella se estaba bañando. Cuando salió del baño, se fue directo a la habitación preparé la cena y la desperté cuando estaba lista, vino a comer, tenía la cara triste, se la notaba preocupada, casi no habló en toda la cena. Cuando nos acostamos se acurrucó sobre mi pecho, me pareció que lloraba silenciosamente, le acaricie la cara y el pelo un largo rato, se fue relajando hasta que se quedó dormida, yo seguí acariciándole el pelo y la cara hasta que también me quedé dormido. Al día siguiente desayunamos juntos, hablamos de cosas de todos los días, como si lo del día anterior no hubiera pasado.
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