Los que me siguen hace tiempo recordarán aquellas historias que conté sobre la profesora que tuve en la carrera que estudie y que tanto me apasiona. Las vueltas de la vida y gracias a mi desempeño académico me llevaron a estar unos años después desempeñando el rol de profesor en la misma cadena de escuelas donde estudie.
Y es en ese ámbito que la conocí a ella. Una hermosa chica de veintipico y protagonista de este relato. Corrían tiempos de COVID y barbijos, por lo tanto tarde en conocer su rostro completo aunque su mirada profunda ya me decía lo hermosa que es.
El paso de las clases y la confianza con los alumnos. Las charlas y risas fueron relajando el ambiente y sacando barbijos y confirmando sospechas. Labios gruesos y tentadores hermosas facciones y una sonrisa angelical terminaban de dar el paisaje completó de belleza femenina. Su pelo dorado enmarcando tan bello arte.
El paso del tiempo dentro del aula fue siempre con trato cordial y normal de alumna/profesor y ella finalmente obtuvo su título. Continuamos charlando de vez en cuando por Whatsapp o Instagram.
Un buen día coincidimos en un lugar común, y de la sorpresa del encuentro salió una juntada. Un cafecito que nos llevó a más.
Su hermoso acento caribeño (es venezolana) es el arma perfecta de seducción. Cómo sirena embriagandome con su melodía me deje llevar y atrapar. Me encontré bajo su ropa un conjunto de lencería negro que encendió mi cuerpo y mente. La suavidad de su piel sedosa. Sus pechos perfectos de pezones rosados en mis manos eran un sueño y no quería despertar. Ella me invitó a recorrer todo su cuerpo. Lunar por lunar sin mapas. Sus curvas marean e hipnotizan con su movimiento mientras mueve su cola y contornea la cadera.
Cada beso, roce, caricia, mirada, mordida, sonrisa, gemido, penetración en vez de calmar la sed y el deseo los incrementan. Ella me demostró que los angeles tras su belleza guardan un lado infernal capaz de hacer caer a cualquiera en la locura
Hasta ahí mi historia con ella, mi venezolana favorita, y afortunadamente de vez en cuando volvemos a coincidir con otro cafecito al pasar
Gracias por leerme.
Marito
Y es en ese ámbito que la conocí a ella. Una hermosa chica de veintipico y protagonista de este relato. Corrían tiempos de COVID y barbijos, por lo tanto tarde en conocer su rostro completo aunque su mirada profunda ya me decía lo hermosa que es.
El paso de las clases y la confianza con los alumnos. Las charlas y risas fueron relajando el ambiente y sacando barbijos y confirmando sospechas. Labios gruesos y tentadores hermosas facciones y una sonrisa angelical terminaban de dar el paisaje completó de belleza femenina. Su pelo dorado enmarcando tan bello arte.
El paso del tiempo dentro del aula fue siempre con trato cordial y normal de alumna/profesor y ella finalmente obtuvo su título. Continuamos charlando de vez en cuando por Whatsapp o Instagram.
Un buen día coincidimos en un lugar común, y de la sorpresa del encuentro salió una juntada. Un cafecito que nos llevó a más.
Su hermoso acento caribeño (es venezolana) es el arma perfecta de seducción. Cómo sirena embriagandome con su melodía me deje llevar y atrapar. Me encontré bajo su ropa un conjunto de lencería negro que encendió mi cuerpo y mente. La suavidad de su piel sedosa. Sus pechos perfectos de pezones rosados en mis manos eran un sueño y no quería despertar. Ella me invitó a recorrer todo su cuerpo. Lunar por lunar sin mapas. Sus curvas marean e hipnotizan con su movimiento mientras mueve su cola y contornea la cadera.
Cada beso, roce, caricia, mirada, mordida, sonrisa, gemido, penetración en vez de calmar la sed y el deseo los incrementan. Ella me demostró que los angeles tras su belleza guardan un lado infernal capaz de hacer caer a cualquiera en la locura
Hasta ahí mi historia con ella, mi venezolana favorita, y afortunadamente de vez en cuando volvemos a coincidir con otro cafecito al pasar
Gracias por leerme.
Marito
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