Escuché los sonidos de mi madre mientras revolvía el estofado que había preparado para la cena de mi familia.
Entré y saludé en voz alta por detrás de ella.
Subí directamente a mi habitación como es costumbre cuando llegó a casa de la escuela. Ahora, una hora después, bajé y puse mis ojos en su trasero.
Ella seguía cocinando, comenta "Necesita otra hora de cocción a fuego lento". Parada al lado de la cocina, vigilando la cena y yo dejándome llevar por mi fantasía de cojerme a mi madre como si fuera la putita que a él, mi padre, le encantaba fingir que era.
Me encantaban sus fantasías ya que mantenía picante su matrimonio. "¿Buscas un bocadillo, hijo?" Me preguntó.
"Lo busco, mamá", dije justo detrás de ella.
Luego mis manos se deslizaron alrededor de su cintura, hasta ahuecarlas en sus grandes curvas a través de la amplia vestimenta que llevaba puesta.
Dejó escapar un gemido pecaminoso, su cuerpo respondiendo a mi toque mientras presionaba contra sí. Sintió mi dura pija contra su culo a través de nuestra ropa. Acaricié su cuello, cubierto por su pelo largo hasta los hombros.
"Mmm, necesito un refrigerio, mamá", susurré, sus pezones se endurecieron bajo mis manos masajeadoras.
"Niño travieso", balbucea. "Pero mami no es una zorra como tu novia hijo. No podés acercarte a mí y agarrarme así".
"Sé que no sos una zorra, mamá", esgrimí, apretando las manos de nuevo.
"Y sin embargo, estás acariciando mis partes como si fueran tuyas. Son las partes de tu padre".
"Siempre me dejaste jugar con ellas, mamá".
Se estremeció, mi poronga apretando más fuerte en su culo. "Eso fue para no traumatizarte con tu desarrollo. No fue para nuestro placer".
"Estoy tan caliente, mamá. Y tú eres tan sexy".
Se estremeció, su concha se apretó con fuerza. Los jugos gotearon, empapando sus bragas. "Eso es dulce de tu parte, pero tienes que parar". Agarré mis manos sobre sus cachas, apretándolas más fuerte en sus nlgas. "En este momento."
"Necesito tu vulva esta vez mamá. ¿Sientes lo duro que estoy?"
"Sí", jadeó, mi aliento caliente estaba en su cuello y mis manos apretaban y amasaban sus ancas bajo mi agarre. Se tambaleó, frotando su culo contra su chota. "Pero no soy una puta".
"Lo sé", murmuré. "Pero tengo tantas ganas de cojerte, mamá. Y mi novia está castigada. Papá siempre está en el trabajo y no está aquí en este momento. No sabrá que ayudaste a tu hijo con sus necesidades".
Tembló, mordiéndose el labio, su clítoris tan en llamas. Ella no era una puta. Tenía que recordar eso. Pero mis manos se sentían tan bien en sus glúteos. Mi pija se sentía tan dura sobre ella. Dejó escapar otro gemido lascivo.
No era una puta, pero era una madre. Y una madre ayuda a su hijo cuando tenía dolor. Y ella se sentía en tal incomodidad.
"Solo me estarás ayudando," murmullé mientras la alcanzaba por detrás de élla, buscando a tientas entre sus bragas. "Hasta que perdonen a mí novia. ¿Entendés?"
"Por supuesto que si, mamá"?, gemí. Eres una mujer maravillosa. Un modelo de virtud.
"Mmm, lo soy," jadeó, bajando la cremallera de mis jeans. Mis manos abandonaron sus pechos, subiendo por la falda de su vestido. "Solo me voy a aseguro de que mi hijo obtenga lo que necesita".
Su mano se metió en mis jeans, encontrando la picha a través de la abertura en los boxers. Sostuvo la chota palpitante de su bebé en su mano. Su cajeta se apretó, tan ansiosa por sentirlo dentro de sí. Empujando una y otra vez en las profundidades de su concha. Movió sus caderas, mi pene en llamas por mi madre. Necesitaba saciarlo. Amarlo como una buena madre ama a su hijo.
Me acarició mientras le subía la falda por la cintura. Se inclinó más sobre la mesa, el estofado cerca, el vapor saliendo por un pequeño agujero en la tapa de vidrio de la olla. Sus pechos se movieron en su sostén mientras movía mis caderas.
Mis manos agarraron sus bragas. Gimió cuando los bajé hasta sus tobillos.
"Mamá", gemí cuando su vagina limpia y afeitada apareció en mi vista. "Qué belleza. Mamá, tu cachucha es la más hermosa del mundo".
"No tenés que mentirle a tu madre", exclamó. "No tengo ningún encanto juvenil".
"No, tenés encantos mucho más experimentados", dije cuando entré con mi chota hacia su coño.
Un estremecimiento de satisfacción me recorrió. Entonces gimió mientras presionaba mi polla contra su raja de casada. Frotó la poronga de su bebé arriba y abajo de su vagina. Cuando pasó de ser un niño a este adolescente?, había madurado hasta convertirse en un hombre tan hermoso y joven!, pensó ella.
Y por eso necesitaba el amor y la guía de su madre.
Se lo dio a él.
"Mamá", gemí mientras hundía mi pija profundamente en su cavidad. El mismo agujero que lo dio a luz. Saboreó sentir a su hijo dentro de ella otra vez, su vagina apretando con fuerza su polla. "Oh, sí, mamá. Lo necesito tanto".
"Solo recuerda, hijo, mami siempre se corre primero", jadeó.
"Por supuesto, mamá", jadeó, sus manos agarrando mis caderas mientras mi pene llegaba hasta el mango dentro de ella. "Estoy tan agradecido de tener una madre tan amorosa y cariñosa como vos".
Jadeó cuando metí mí chota profundamente en su vulva, mi entrepierna golpeando su trasero. El placer me estremeció. Su concha se apretó contra la circunferencia de mi glande. Mi polla agitó su arranque en una espuma caliente cuando retrocedió y se hundió de nuevo.
Se estremeció, como lo había hecho antes apretando de nuevo su pija cuando él retrocedió. La fricción quemó a través de su vulva. El placer me recorrió. Por segunda vez en el día, tomó una chota en su vagina que no pertenecía a su esposo.
Entré y saludé en voz alta por detrás de ella.
Subí directamente a mi habitación como es costumbre cuando llegó a casa de la escuela. Ahora, una hora después, bajé y puse mis ojos en su trasero.
Ella seguía cocinando, comenta "Necesita otra hora de cocción a fuego lento". Parada al lado de la cocina, vigilando la cena y yo dejándome llevar por mi fantasía de cojerme a mi madre como si fuera la putita que a él, mi padre, le encantaba fingir que era.
Me encantaban sus fantasías ya que mantenía picante su matrimonio. "¿Buscas un bocadillo, hijo?" Me preguntó.
"Lo busco, mamá", dije justo detrás de ella.
Luego mis manos se deslizaron alrededor de su cintura, hasta ahuecarlas en sus grandes curvas a través de la amplia vestimenta que llevaba puesta.
Dejó escapar un gemido pecaminoso, su cuerpo respondiendo a mi toque mientras presionaba contra sí. Sintió mi dura pija contra su culo a través de nuestra ropa. Acaricié su cuello, cubierto por su pelo largo hasta los hombros.
"Mmm, necesito un refrigerio, mamá", susurré, sus pezones se endurecieron bajo mis manos masajeadoras.
"Niño travieso", balbucea. "Pero mami no es una zorra como tu novia hijo. No podés acercarte a mí y agarrarme así".
"Sé que no sos una zorra, mamá", esgrimí, apretando las manos de nuevo.
"Y sin embargo, estás acariciando mis partes como si fueran tuyas. Son las partes de tu padre".
"Siempre me dejaste jugar con ellas, mamá".
Se estremeció, mi poronga apretando más fuerte en su culo. "Eso fue para no traumatizarte con tu desarrollo. No fue para nuestro placer".
"Estoy tan caliente, mamá. Y tú eres tan sexy".
Se estremeció, su concha se apretó con fuerza. Los jugos gotearon, empapando sus bragas. "Eso es dulce de tu parte, pero tienes que parar". Agarré mis manos sobre sus cachas, apretándolas más fuerte en sus nlgas. "En este momento."
"Necesito tu vulva esta vez mamá. ¿Sientes lo duro que estoy?"
"Sí", jadeó, mi aliento caliente estaba en su cuello y mis manos apretaban y amasaban sus ancas bajo mi agarre. Se tambaleó, frotando su culo contra su chota. "Pero no soy una puta".
"Lo sé", murmuré. "Pero tengo tantas ganas de cojerte, mamá. Y mi novia está castigada. Papá siempre está en el trabajo y no está aquí en este momento. No sabrá que ayudaste a tu hijo con sus necesidades".
Tembló, mordiéndose el labio, su clítoris tan en llamas. Ella no era una puta. Tenía que recordar eso. Pero mis manos se sentían tan bien en sus glúteos. Mi pija se sentía tan dura sobre ella. Dejó escapar otro gemido lascivo.
No era una puta, pero era una madre. Y una madre ayuda a su hijo cuando tenía dolor. Y ella se sentía en tal incomodidad.
"Solo me estarás ayudando," murmullé mientras la alcanzaba por detrás de élla, buscando a tientas entre sus bragas. "Hasta que perdonen a mí novia. ¿Entendés?"
"Por supuesto que si, mamá"?, gemí. Eres una mujer maravillosa. Un modelo de virtud.
"Mmm, lo soy," jadeó, bajando la cremallera de mis jeans. Mis manos abandonaron sus pechos, subiendo por la falda de su vestido. "Solo me voy a aseguro de que mi hijo obtenga lo que necesita".
Su mano se metió en mis jeans, encontrando la picha a través de la abertura en los boxers. Sostuvo la chota palpitante de su bebé en su mano. Su cajeta se apretó, tan ansiosa por sentirlo dentro de sí. Empujando una y otra vez en las profundidades de su concha. Movió sus caderas, mi pene en llamas por mi madre. Necesitaba saciarlo. Amarlo como una buena madre ama a su hijo.
Me acarició mientras le subía la falda por la cintura. Se inclinó más sobre la mesa, el estofado cerca, el vapor saliendo por un pequeño agujero en la tapa de vidrio de la olla. Sus pechos se movieron en su sostén mientras movía mis caderas.
Mis manos agarraron sus bragas. Gimió cuando los bajé hasta sus tobillos.
"Mamá", gemí cuando su vagina limpia y afeitada apareció en mi vista. "Qué belleza. Mamá, tu cachucha es la más hermosa del mundo".
"No tenés que mentirle a tu madre", exclamó. "No tengo ningún encanto juvenil".
"No, tenés encantos mucho más experimentados", dije cuando entré con mi chota hacia su coño.
Un estremecimiento de satisfacción me recorrió. Entonces gimió mientras presionaba mi polla contra su raja de casada. Frotó la poronga de su bebé arriba y abajo de su vagina. Cuando pasó de ser un niño a este adolescente?, había madurado hasta convertirse en un hombre tan hermoso y joven!, pensó ella.
Y por eso necesitaba el amor y la guía de su madre.
Se lo dio a él.
"Mamá", gemí mientras hundía mi pija profundamente en su cavidad. El mismo agujero que lo dio a luz. Saboreó sentir a su hijo dentro de ella otra vez, su vagina apretando con fuerza su polla. "Oh, sí, mamá. Lo necesito tanto".
"Solo recuerda, hijo, mami siempre se corre primero", jadeó.
"Por supuesto, mamá", jadeó, sus manos agarrando mis caderas mientras mi pene llegaba hasta el mango dentro de ella. "Estoy tan agradecido de tener una madre tan amorosa y cariñosa como vos".
Jadeó cuando metí mí chota profundamente en su vulva, mi entrepierna golpeando su trasero. El placer me estremeció. Su concha se apretó contra la circunferencia de mi glande. Mi polla agitó su arranque en una espuma caliente cuando retrocedió y se hundió de nuevo.
Se estremeció, como lo había hecho antes apretando de nuevo su pija cuando él retrocedió. La fricción quemó a través de su vulva. El placer me recorrió. Por segunda vez en el día, tomó una chota en su vagina que no pertenecía a su esposo.
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