Josefina, mi amor.
Josefina, Josefina, eres mi diosa de amor.
Tu cuerpo es exquisito, de formas exuberantes, densas y bien torneadas.
Josefian, eres el gran placer de mi verga.
¿Cómo podría desear a otra mujer habiéndo gozado tus exquisitas carnes?
La primera vez que fuimos al hotel, cuando estabamos en la prepa, me deslumbró tu belleza adormada con lencería. Quería gozar cada centimetro de tu piel.
Besé y lamí tus deliciosos globos de amor, tus magníficos muslazos, tus pantorrilas, ay, Josefina, tus pantorrillas me enloquecieron de deseo y amor. ¡Que formas y que volumen! Sobé aásionadamente mi verga en ellas y mojé tu piel con mi esperma por primera vez.
Te pedí perdón por no habertela metido antes de venirme, pero tú dijiste que podía hacer loq ue me diera placer cuántas veces yo quisiera. Josefina, tus palabras me hicieron muy dichoso, alma mí.
Pero pronto repuse mis fuerzas, y mi blanco era el delicioso agujero anal, ese tesoro mítico escondido en las profundidades de tus prodigiosas nalgas. Te pusiste sobre la cama a cuatro patas, dispuesta a aser mi marrana.
Besé tu ano mil veces, lo lamí con fruición y finalmente comencé en enloquecido metisaca en tu recto. Amor, te sangoloteabas bien rico, acentuando los tallones que le dabas a mi verga. Amor, que rico fue culeaerte. Que rico te dejaste culear.
Josefina, tus formas me enloquecen una y otras vez. Cada vez estás más buena. Muchos te pretenden, pero yo sé que eres mía para siempre.
He tenido que tasajear en la panza a tres fulanos que te han buscado.
Pero tú sabes que eres mía porque así lo quieres, mi amor, mi Josefina, dueña de toda la leche que sacas de mi verga.
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