Una noche de borrachera en la cantina de la sociedad de fomento y Don Javier se enteraba por boca de mí tío Cachito, con lujo de detalles como le había mamado la verga; y como se había convertido en fanático de mi juego pervertido.
Llevaba más de un año espiando su intimidad, cogiendo con sus hembras, pajeandose, hasta lo había manoseado mientras dormía inconciente y borracho; pero un buen día sin medir la consecuencia; me había engullido la cabeza de ésa tranca en la boca y la había lamido con tanta pasión y dedicación que el tipo no tuvo más remedio que ceder y dejarse llevar por la mamada rabiosa que instintivamente le estaba dando.
Mi tío, el goleador equipo barrial era popular y entre las putitas y minas fáciles tenía fama de semental y buen cogedor.
Con uno de esos ganchos de carne que bien estimulado se convertía en una lanza gruesa y cabezuda.
La primera vez que le comí la pija, cuando el tipo reaccionó, ya era tarde... Yo ya llevaba casi una hora mamandole la verga y me había tomado dos lechazos de su pijote duro , iba por la tercera ordeñada cuando abrió los ojos y me vió llenandome la boca con la cabeza de ésa chota a media erección. Estiró sus brazos en un débil intento de apartarme; pero la succión de mis labios sobre el contorno de su glande hinchado y sensible le obligaron a ceder y dejarse llevar....
Llevaba más de un año espiando su intimidad, cogiendo con sus hembras, pajeandose, hasta lo había manoseado mientras dormía inconciente y borracho; pero un buen día sin medir la consecuencia; me había engullido la cabeza de ésa tranca en la boca y la había lamido con tanta pasión y dedicación que el tipo no tuvo más remedio que ceder y dejarse llevar por la mamada rabiosa que instintivamente le estaba dando.
Mi tío, el goleador equipo barrial era popular y entre las putitas y minas fáciles tenía fama de semental y buen cogedor.
Con uno de esos ganchos de carne que bien estimulado se convertía en una lanza gruesa y cabezuda.
La primera vez que le comí la pija, cuando el tipo reaccionó, ya era tarde... Yo ya llevaba casi una hora mamandole la verga y me había tomado dos lechazos de su pijote duro , iba por la tercera ordeñada cuando abrió los ojos y me vió llenandome la boca con la cabeza de ésa chota a media erección. Estiró sus brazos en un débil intento de apartarme; pero la succión de mis labios sobre el contorno de su glande hinchado y sensible le obligaron a ceder y dejarse llevar....
0 comentarios - "Buena fama ", pijones de barrio