Eran las 18hs en la recepción de la oficina, todos ya se habíanretirado y solo quedaban algunas personas cerrando su día laboral, aquel díaquedaba encargada de cerrar las oficinas y no podía retirarme hasta que elultimo personal se haya ido.
Cada vez se hacía más tarde, el reloj caminaba, y el señor de laoficina Nº 5 no salía del lugar, no quería acercarme tal vez piense que loestaba apurando y no era adecuado ya que pertenecía a uno de los puestosjerárquicos más importantes del lugar, un hombre serio que solo se limitaba a saludar,no sabía cómo reaccionaría ante mi asedio de querer irme.
Todo se oscurecía y parecía que no tenía intenciones de irse, alo que me acerque a su oficina, golpee la puerta, él se encontraba de espaldasgiro su sillón al escucharme y con vos gruesa con tono de orden exclamo:”esperaba que vengas” …
Debo confesar que en varias ocasiones había intentado coquetearcon él, no es un hombre que hubiera solido mirar, pero algo en su voz o en susemblante recto me atrapaba e inducia a que mi cabeza imaginara muchas experienciassexuales en aquel lugar, con aquel hombre. Me acerqué apoye mis manos sobre elescritorio y sabiendo demasiado lo que hacía, le di un beso en la boca y comosi hubiera planeado la situación deje ver mis pechos detrás de la camisa blancatransparente que usaba como uniforme, desprendí un botón y mordí mis labiosprovocando con facilidad su mirada penetrante en mí. Se levanto de su silla, seacercó por detrás y arrojo unos papeles al piso obligándome a levantarlos. No entendíasu juego, solo mi cuerpo y mi mente sentía la penetración de su miembro eréctildentro de mí. “Levántalo”, me grita, su tono de mando solo me asusto, peroactivo en mi la niña sumisa que se atemorizaba ante la imagen de autoridad quese presentaba frente mío, baje mis piernas como arrodillándome, como agachándomeen lo que la pollera me lo permitía, sin embargo, me tomo del pelo (suelo usarmi pelo atado con una larga cola que se desplaza hasta la mitad de la espalda),me levanto y me dijo, “así no te agachas, me mostras el culo cuando lo haces”.
Su voz me intimidaba, pero a la vez despertaba en mi cuerpodeseos de posesión, hice lo que me pidió me miraba con seriedad, y podía ver laerección denotar detrás de sus pantalones, “Mírame” me indica (pero sentíatimidez de mirarlo a los ojos no pude hacerlo, eso lo enojo) se acercó a mí yme arrodillo, tomándome del pelo me miro y me dijo “si yo te digo que lo hagas,lo haces”, me tomo del pelo y lo tirocon fuerza, tomo mi cara ( y mientras yo esperaba que me bese apasionadamente)solo se limitó a abrirse el cierre del pantalón, sacar su verga y me la golpeopor la cara, sentía las gotas de semen caer pero se abstenía a terminar. Mientrasse la veía bien eréctil agarro mi mandíbula, abrió mi boca y con una granfacilidad metió toda su verga haciéndome ahogar por el impulso de la erección yla forma que movía mi cabeza llevándola hasta la profundidad de la garganta.
Sentía miedo de la fuerza que ya ejercía sobre mí; movía micuerpo, mi cara, mi pelo, mi cabeza como si fuera alguien inerte totalmentedispuesto a manejarlo a su antojo, sentía como su verga ocupaba toda mis bocasin poder respirar, con la misma intensidad que me arrodillo me levanto, arrojocon fuerza todos los papeles de su escritorio, me giro, puso mi cabeza confuerza sobre el escritorio dejando que mi mejilla se hundiera entre los pocospapeles que habían quedado, presionando mi cabeza, rasgo con un solo tirón lapollera dejándome solo con una diminuta tanga que traía, abrió mis piernas ysin dejarme sin siquiera acomodarme penetro con fuerza toda mi zona anal,sentía el dolor pero la presión de su cuerpo sobre el mío, no me dejaba moverun musculo, entraba, salía, gemía, puteaba, golpeo mis cadera con una reglalarga que tenía sobre el escritorio, sentía el dolor, me paralizaba el placer,sentía que mientras más penetraba más disfrutaba, jamás me dirigió la palabra. Eracomo una muñeca con la que se sacaba el deseo que tenía acumulado, creo que jamáspensó en mí, solo tenía un objetivo penetrar a la primera mujer que estuvieraen ese lugar.
Sentí que nunca terminaba, parecía que no quería hacerlo, megiro, me acostó sobre el escritorio ya totalmente mojado levanto mis piernas eintrodujo su lengua dentro de mí, jugaba con mi clítoris como si supiera lo queme gustaba, mi miraba en ocasiones buscando ver en mí el deseo, el disfrute. Movíala lengua, lamia mi clítoris y metía sus dedos con una cálida e intensa perfección.
Metió su verga nuevamente en mí, levanto mis piernas a sushombros y se impulsaba con una fuerza descomunal, sentía sus gemidos, sentía sufuerza, su brutalidad y posesión, abrió mis piernas como si supiera que era elmomento que yo iba acabar. Las abrió de par en par, saco su gran verga y unchorro de mi salió disparado. Puso su boca y lo recibió, metió su verga en miculo llenándolo con todo el semen acumulado.
Se retiro de mí, recogió su ropa se sentó en su sillóntotalmente desnudo me miro y me dijo “largo, esto nunca paso”. Levante mi roparasgada, salí de la oficina totalmente extasiada sin ninguna explicación, perocon la satisfacción de haber recibido el mejor sexo de mi vida.
Cada vez se hacía más tarde, el reloj caminaba, y el señor de laoficina Nº 5 no salía del lugar, no quería acercarme tal vez piense que loestaba apurando y no era adecuado ya que pertenecía a uno de los puestosjerárquicos más importantes del lugar, un hombre serio que solo se limitaba a saludar,no sabía cómo reaccionaría ante mi asedio de querer irme.
Todo se oscurecía y parecía que no tenía intenciones de irse, alo que me acerque a su oficina, golpee la puerta, él se encontraba de espaldasgiro su sillón al escucharme y con vos gruesa con tono de orden exclamo:”esperaba que vengas” …
Debo confesar que en varias ocasiones había intentado coquetearcon él, no es un hombre que hubiera solido mirar, pero algo en su voz o en susemblante recto me atrapaba e inducia a que mi cabeza imaginara muchas experienciassexuales en aquel lugar, con aquel hombre. Me acerqué apoye mis manos sobre elescritorio y sabiendo demasiado lo que hacía, le di un beso en la boca y comosi hubiera planeado la situación deje ver mis pechos detrás de la camisa blancatransparente que usaba como uniforme, desprendí un botón y mordí mis labiosprovocando con facilidad su mirada penetrante en mí. Se levanto de su silla, seacercó por detrás y arrojo unos papeles al piso obligándome a levantarlos. No entendíasu juego, solo mi cuerpo y mi mente sentía la penetración de su miembro eréctildentro de mí. “Levántalo”, me grita, su tono de mando solo me asusto, peroactivo en mi la niña sumisa que se atemorizaba ante la imagen de autoridad quese presentaba frente mío, baje mis piernas como arrodillándome, como agachándomeen lo que la pollera me lo permitía, sin embargo, me tomo del pelo (suelo usarmi pelo atado con una larga cola que se desplaza hasta la mitad de la espalda),me levanto y me dijo, “así no te agachas, me mostras el culo cuando lo haces”.
Su voz me intimidaba, pero a la vez despertaba en mi cuerpodeseos de posesión, hice lo que me pidió me miraba con seriedad, y podía ver laerección denotar detrás de sus pantalones, “Mírame” me indica (pero sentíatimidez de mirarlo a los ojos no pude hacerlo, eso lo enojo) se acercó a mí yme arrodillo, tomándome del pelo me miro y me dijo “si yo te digo que lo hagas,lo haces”, me tomo del pelo y lo tirocon fuerza, tomo mi cara ( y mientras yo esperaba que me bese apasionadamente)solo se limitó a abrirse el cierre del pantalón, sacar su verga y me la golpeopor la cara, sentía las gotas de semen caer pero se abstenía a terminar. Mientrasse la veía bien eréctil agarro mi mandíbula, abrió mi boca y con una granfacilidad metió toda su verga haciéndome ahogar por el impulso de la erección yla forma que movía mi cabeza llevándola hasta la profundidad de la garganta.
Sentía miedo de la fuerza que ya ejercía sobre mí; movía micuerpo, mi cara, mi pelo, mi cabeza como si fuera alguien inerte totalmentedispuesto a manejarlo a su antojo, sentía como su verga ocupaba toda mis bocasin poder respirar, con la misma intensidad que me arrodillo me levanto, arrojocon fuerza todos los papeles de su escritorio, me giro, puso mi cabeza confuerza sobre el escritorio dejando que mi mejilla se hundiera entre los pocospapeles que habían quedado, presionando mi cabeza, rasgo con un solo tirón lapollera dejándome solo con una diminuta tanga que traía, abrió mis piernas ysin dejarme sin siquiera acomodarme penetro con fuerza toda mi zona anal,sentía el dolor pero la presión de su cuerpo sobre el mío, no me dejaba moverun musculo, entraba, salía, gemía, puteaba, golpeo mis cadera con una reglalarga que tenía sobre el escritorio, sentía el dolor, me paralizaba el placer,sentía que mientras más penetraba más disfrutaba, jamás me dirigió la palabra. Eracomo una muñeca con la que se sacaba el deseo que tenía acumulado, creo que jamáspensó en mí, solo tenía un objetivo penetrar a la primera mujer que estuvieraen ese lugar.
Sentí que nunca terminaba, parecía que no quería hacerlo, megiro, me acostó sobre el escritorio ya totalmente mojado levanto mis piernas eintrodujo su lengua dentro de mí, jugaba con mi clítoris como si supiera lo queme gustaba, mi miraba en ocasiones buscando ver en mí el deseo, el disfrute. Movíala lengua, lamia mi clítoris y metía sus dedos con una cálida e intensa perfección.
Metió su verga nuevamente en mí, levanto mis piernas a sushombros y se impulsaba con una fuerza descomunal, sentía sus gemidos, sentía sufuerza, su brutalidad y posesión, abrió mis piernas como si supiera que era elmomento que yo iba acabar. Las abrió de par en par, saco su gran verga y unchorro de mi salió disparado. Puso su boca y lo recibió, metió su verga en miculo llenándolo con todo el semen acumulado.
Se retiro de mí, recogió su ropa se sentó en su sillóntotalmente desnudo me miro y me dijo “largo, esto nunca paso”. Levante mi roparasgada, salí de la oficina totalmente extasiada sin ninguna explicación, perocon la satisfacción de haber recibido el mejor sexo de mi vida.
0 comentarios - Con el señor de la oficina Nº5, finalizando el dia Laboral