Al principio era una especie de compulsión, no miraba ni pelo ni marcas; todas las pijas me parecían fabulosas, las coleccionaba; deseaba tener todas y cada una de las que me pusieran a mano.
Me había hecho adicto a los tipos grandes, a los mayores...
A esos tipos cojudos que había visto coger tantas veces. Deseaba ser la putita complaciente de los tipos que me rodeaban.
Cada fin de semana, cuando tocaba quedarme en la casa de mi abuela materna, lejos de mi casa; me convertía en una especie de vampiro de leche caliente que se relajaba con los hombres de la barriada. Chotas negras, de todo tipo y tamaño que yo devoraba con éxtasis.
Mi blanco asegurado eran los borrachines que después de un par de vinos se entregaban complacientes a mis caricias íntimas y a mi lujuria.
Me pasaba horas lamiendo, succionando, ordeñando, pajeando, saboreando y tragando toda la leche caliente de esos varónes.
Me había hecho adicto a los tipos grandes, a los mayores...
A esos tipos cojudos que había visto coger tantas veces. Deseaba ser la putita complaciente de los tipos que me rodeaban.
Cada fin de semana, cuando tocaba quedarme en la casa de mi abuela materna, lejos de mi casa; me convertía en una especie de vampiro de leche caliente que se relajaba con los hombres de la barriada. Chotas negras, de todo tipo y tamaño que yo devoraba con éxtasis.
Mi blanco asegurado eran los borrachines que después de un par de vinos se entregaban complacientes a mis caricias íntimas y a mi lujuria.
Me pasaba horas lamiendo, succionando, ordeñando, pajeando, saboreando y tragando toda la leche caliente de esos varónes.
2 comentarios - Self control, nada