Mi hermanito me ayuda con mamá
La caricia fue muy rápida, pero pareció durar varios minutos.
No sabia si tocar el tema de la caricia con Jessica, seria demasiado extraño, incluso casi como un reclamo que podría evitar que lo hiciera de nuevo; con lógica en mi cabeza, pero a la vez conteniendo un absurdo, porque ¿Cuándo volveríamos a tener una oportunidad así?
Continuará…
Elena se puso frente a mi con una sonrisa algo tranquilizadora, yo me encontraba bastante nervioso y mi erección estaba bajando de a poco, la toalla empezaba a perder la forma de carpa de feria; aquello me tranquilizaba.
- Tranquilo Xavisito, no vamos a demorar mucho, pero eso sí, procura no moverte. – Sentenció Elena.
- Ajam.
- Ajam.
Elena retiro la toalla y volvió a tenerme nuevamente desnudo ante sus ojos, mi pene estaba casi casi en su estado normal, mientras mi abdomen y cadera estaba a su disposición. Tomo una toalla de mano, la humedeció en la lavacara cromada y empezó a repasar mi abdomen, como si me estuviese dando un baño de esponja.
Las caricias eran en una temperatura bastante agradable, Elena estaba consiguiendo que me relaje, incluso sentí la confianza de tirar mi cuerpo en el espaldar y solo cerrar los ojos. Sus manos escalaron hasta bordear la parte superior de mi ombligo y regreso por los costados de mi abdomen; era tranquilizador que no busque charlar conmigo, me permitía sentir una relajación más completa.
El sonido de la lata de crema me llamo la atención, pero no abrí los ojos; escuché como Elena entremezclaba algo en un recipiente, muy similar al batir huevos para el desayuno.
- A ver Xavisito, vas a sentir un poco de calor. Voy a esparcir la crema y empezare a depilarte, procura no moverte. – Dijo Elena en un tono firme y amable.
- Ajam.
- Ajam.
Sentí la caricia de una brocha caliente, que esparcía en mi piel una sustancia cremosa, por instinto contraje mi abdomen, pero la temperatura se acoplaba con rapidez, y de la misma manera, casi sin aviso, sentí como un objeto plano perfilaba mi superficie, llevándose consigo la crema y por obvias razones mis vellos.
- ¿Cómo lo sientes Xavisito? ¿Está bien?
- Si Elenita, bastante bien.
- Vale entonces prosigamos.
- Si Elenita, bastante bien.
- Vale entonces prosigamos.
El ritual de untar y retirar se repitió sucesivamente, me había olvidado de la música que ambientaba la estética, la vergüenza de estar desnudo de la cintura para abajo se había ido, incluso la luz que me pegaba al rostro no importaba, podía mantenerme con los ojos cerrados sin problema, incluso hasta dormirme.
Al cabo de unos minutos, sentí nuevamente el paso de aquella toalla tibia limpiar mi abdomen, lo que significaba que empezaríamos la parte más delicada. Sentí la caricia de la brocha en la base de mi pene, y el calor inmediatamente hizo que la flacidez se fuera y una erección empezara a formarse.
Había alcanzado un nivel de relajación único que no quería preocuparme con lo que Elena podría pensar, si al inicio de todo me supo decir que aquello es algo muy normal. Con sumo descaro y preocupación sentí mi pene todo erguido, apuntando hacia arriba, al tiempo que la navaja coqueteaba peligrosamente con la piel de mi ingle.
- ¿Cómo van por acá?
- Bastante bien Jessy, dame un momento y voy contigo. – Respondió Elena.
- Bastante bien Jessy, dame un momento y voy contigo. – Respondió Elena.
Aquella respuesta me puso de piedra, mi tía Jessy estaba mirándome semi desnudo gozando de este tratamiento tan poco usual para un adolescente. Instintivamente habría cerrado las piernas, pero como me reusaba abrir los ojos, no sabía que tan peligroso podía resultar una reacción tan repentina.
Decidí aceptar lo ocurrido y pues, si ya me miro pues ni modo, no es que se lo fuera decir a mi madre o burlarse de mi como si estuviéramos en el instituto.
- No te preocupes, ya me lavaron el cabello y vine a curiosear. ¿Cómo te sientes Xavier?
- Bien, cómodo… Relajado… - Respondí pausadamente.
- Se nota… ¿Ya lo viste? – Dijo Jessica entre susurros.
- Si, bien puesto el niño. – Acompaño Elenita en voz baja.
- Bien, cómodo… Relajado… - Respondí pausadamente.
- Se nota… ¿Ya lo viste? – Dijo Jessica entre susurros.
- Si, bien puesto el niño. – Acompaño Elenita en voz baja.
De la nada y sin aviso, sentí una caricia diferente, una uña que subía despacio desde la base de mi escroto, perfilando esos pliegues piel y tensando uno que otro vello con suerte; y en medio de su ascenso, la rigidez de la uña desaparecía para dar paso a la suavidad de su dedo, mismo que acaricio una vena que marcaba la frontera con mi glande.
La caricia fue muy rápida, pero pareció durar varios minutos.
- Voy a cortarme, sigue nomas Elenita. – Dijo Jessica como despedida.
El proceso continuo, sentí nuevamente la brocha posarse en la parte más baja de mi escroto. Quizá en otro momento, aquel contacto me habría excitado mucho, pero mi mente estaba concentrada en averiguar quien de las dos toco mi miembro de esa manera. Divagaba buscando descubrir quien estaba detrás de ese crimen entre comillas, pero la respuesta llego inmediatamente.
El contacto con 2 dedos que tensaron la piel de mi escroto para el paso de la navaja me sorprendió, el rose con el frio metal se llevó mi atención, hasta el punto de sentir como se desprendía cada vello de mis poros con su paso tan exacto. Ambos dedos se movían con relativa rapidez y cuidado, sentía una excitación muy amplia y adrenalina porque mi sexo empezó a palpitar y un mal movimiento podría desembocar en un accidente.
Pero en ese peligroso manoseo encontré al culpable. Sentí las yemas de los dedos de Elena, estaban libres de cualquier decorado que pudiera entorpecer su trabajo, podríamos decir que era un requisito muy obvio para esta labor, lo que la dejaba fuera de mi sospecha; sin embargo, la culpable era aún más preocupante.
Jessica me había acariciado así sin más, tan laxa que me excitaba, pues le importo poco que la viera alguien más, aunque pensándolo bien, recordando la conversación que tuvo con mamá y los comentarios que le hizo a Elena sobre mi miembro, hicieron que la caricia encontrara más sentido, aunque jamás había imaginado que mi tía tendría esos pensamientos o que fuera capas de realizar aquellas acciones.
Esa reflexión me excito mucho, incluso empecé a imaginar que la conversación que escuché a hurtadillas entre Jessica y mamá, pudo darse de otra forma, con ellas semi desnudas probándose ropa o que se yo. Fue una imagen que me paso muy rápido, pero que mi sexo había abrazado con fuerza por lo que empezó a palpitar con fuerza.
No me había percatado que mi escroto ya estaba listo y que Elena había empezado ya por mi tronco, solo caí en cuenta de aquello en el momento que sentí su mano afianzarse en la punta, junto con la riesgosa caricia de la hoja, que sin vacilación se deslizaba llevándose consigo más de mi fronda de vello.
Esta parte tardo menos en terminarse. Escuche como la navaja encontró reposo en un recipiente cromado, al tiempo que Elena exprimía una toalla en aguar tibia y empezó a deslizarla sobre todo mi abdomen, mis testículos y mi pene. Abrió el recipiente de una crema, escuche como la rociaba sobre sus manos, y luego procedió a untármela por toda el área que trabajo.
Lo hizo despacio pero con firmeza, como un masaje rudo. Puso un poco más de crema en sus dedos y la esparció sobre mis testículos. Podría decir con certeza que en esa área, en ese preciso momento jugueteo un poco, pues sentí pequeños apretones en cada uno de ellos; pero al llegar ya a mi tronco, su mano se afianzo de el y realizo uno cuantos vaivenes de arriba hacia abajo, cubriendo y descubriendo mi glande, casi como al antesala a una masturbación más prolongada.
Empecé a sentir goce, que instintivamente moví la cadera hacia adelante como queriendo empujar más. Elena dejo que mi embate se diera, mientras que sujetaba con fuerza mi pene y mi prepucio estaba todo tensado hacia abajo. Mi cadera regreso al asiento y ella soltó mi sexo con cautela y el momento se rompió.
- Terminamos Xavisito, quedaste muy bien.
- ¿Enserio? – Respondí abriendo por fin los ojos y mirando hacia abajo.
- Mírate aquí. – Dijo Elena mientras colocaba un espejo por delante de mis partes - ¿Qué te parece?
- Pues… Me veo como un niño de nuevo. – Dije casi sin razonar mi respuesta.
- ¡¿Que dices Xavisito?! un niño no tiene lo que tu tienes ahí.
- Amm… ¿Gracias? – Atine a responder.
- Venga, ya puedes vestirte. Voy a salir a ver como esta tu tía.
- ¿Enserio? – Respondí abriendo por fin los ojos y mirando hacia abajo.
- Mírate aquí. – Dijo Elena mientras colocaba un espejo por delante de mis partes - ¿Qué te parece?
- Pues… Me veo como un niño de nuevo. – Dije casi sin razonar mi respuesta.
- ¡¿Que dices Xavisito?! un niño no tiene lo que tu tienes ahí.
- Amm… ¿Gracias? – Atine a responder.
- Venga, ya puedes vestirte. Voy a salir a ver como esta tu tía.
Elenita dejo el biombo llevando consigo los utensilios, y yo procedí a vestirme nuevamente. Se me hacia bastante raro ver la ausencia de bello en mi piel. No era mentira lo que había comentado, me sentía como un niño nuevamente, y para ser sincero, mi pene se veía aun más grande sin esa mata de vello irregular.
Me calcé los zapatos y salí a esperar a Jessica sentado en la sala de espera junto con los demás hijos y parejas de las que estaban en el salón. Al cabo de un momento ella salió, se había bajado únicamente el volumen de su cabello y pues existía una sutil diferencia. Se acerco a la caja a conversar con Elena, pagó lo suyo y Elena menciono que mi depilación quedaría apuntada en la cuenta de mamá.
No sabia si tocar el tema de la caricia con Jessica, seria demasiado extraño, incluso casi como un reclamo que podría evitar que lo hiciera de nuevo; con lógica en mi cabeza, pero a la vez conteniendo un absurdo, porque ¿Cuándo volveríamos a tener una oportunidad así?
Nos despedimos, subimos al auto y pues conversamos sobre nuestros tratamientos, me pregunto sobre mis sensaciones y a su vez empezó hablar sobre lo bien que se sentía con su cabello arreglado. Fue un regreso a casa intrascendente, pero extrañamente empecé a sentir algo de picazón en mi ingle, en la parte izquierda para ser precisos.
Llegamos donde mi abuela, y al parecer ya todos estaban listos para partir, únicamente esperaban el arribo de Jessica y yo. Mi tío y primo se despidieron de mi abuela y a lo lejos de mamá, puesto Andrés dormía y ella lo llevaba en brazos. Se despidieron de mi y ambos subieron a su auto y partieron.
Por mi parte, mamá me entrego a Andrés y tras despedirnos de la abuela subimos al auto fuimos a casa. Andrés iba dormido, recostado en el asiento de atrás, mientras que mamá y yo conversábamos adelante.
- ¿Qué tal te fue mi amor? – Pregunto mamá buscando hacer contacto visual ocasionalmente.
- Bien ma.
- ¿Elenita te trato bien?
- Si, fue bastante interesante esto de depilarse. – Respondí con recelo.
- Qué bueno, si te gustó ya podrás acompañarme a la estética también. – Dijo con una sonrisa.
- Si ma, ya no iría para estar solo aburrido esperándote.
- Bien ma.
- ¿Elenita te trato bien?
- Si, fue bastante interesante esto de depilarse. – Respondí con recelo.
- Qué bueno, si te gustó ya podrás acompañarme a la estética también. – Dijo con una sonrisa.
- Si ma, ya no iría para estar solo aburrido esperándote.
Mamá dejo escapara una pequeña risa y me comento un par de cosas que había conversado con la abuela y mi tío, mientras la comezón empezaba hacerse más intensa y pues rascarme al disimulo ya no estaba ayudando.
Llegamos a casa, mamá parqueo el auto y se llevo Andrés en brazos mientras yo subía un par de bolsas. Ya en la comodidad de mi hogar, deje las bolsas en el sofá y con toda confianza, a manos llenas busque rascarme la entrepierna a placer. Me sentía bien hasta el punto que olvide que permanecía aun de pie en la sala.
- ¿Qué pasa mi amor? ¿Qué te haces? – Pregunto mamá
- Ehhh… Es que me pica esta parte ma. – Respondí así sin más por la sorpresa.
- Quizá se te irrito, ven mi amor te voy a dar una crema.
- Ehhh… Es que me pica esta parte ma. – Respondí así sin más por la sorpresa.
- Quizá se te irrito, ven mi amor te voy a dar una crema.
Acompañe a mamá a su habitación, la luz de la tarde aun permitía cierta claridad en su habitación. Se sentó al filo de la cama, abrió uno de los cajones de su velador y saco un embace de crema de color blanco.
- Bájate los pantalones amor, así de paso veo como quedaste. – Dijo mamá con una sonrisa ansiosa.
- Bueno ma.
- Bueno ma.
Después de lo de hoy, la vergüenza se me había disminuido un buen tanto. Desabroche mi pantalón y lo deje caer. Tenia un bulto oculto en mis bóxers, había tenido tantas erecciones durante el día y esto de no haberme masturbado me dejaba con los testículos llenos de semen, y una hinchazón en el pene que, si bien era placentera también incomodaba mucho.
Estire el elástico hacia adelante y lo baje. Mi pene se movió un poco, asintiendo en dirección a mi madre. Tomando en cuenta que estaba de pie frente a ella, falto poco para que mi glande le golpease el rostro.
- ¡Que lindo penecito mi amor¡ - Poso su mano por mi abdomen y empezó a acariciarme. – Estas más suavecito, como el niñito bello que se bañaba conmigo.
- ¡Mamá! No digas eso. Aunque si parezco un niño de nuevo. – Respondí dándole cierta razón.
- ¿Qué no diga qué? Si es cierto, ya no gusta bañarte conmigo. – Dijo mamá.
- Ma no es eso…
- ¿Dónde te pica mi amor?
- Es aquí, al lado izquierdo. – Le señale moviendo mi pene erecto y mi testículo.
- Ya vi, se te ha irritado poquito. Es normal porque siempre pica después de que te depilas. – Dijo mamá mientras ponía un poco de crema en sus dedos y la esparcía en el área.
- ¿A ti también te suele picar ma?
- A veces amor, por eso uso esta crema. Es bastante buena. – Respondió algo sonrojada.
- Pues sí que alivia la comezón.
- Ya mi amor, con este ya no te pica y así no te lastimas, te voy a dar un besito para que se te cure más rápido.
- Ammm… Bueno. – Respondí atónito.
- ¡Mamá! No digas eso. Aunque si parezco un niño de nuevo. – Respondí dándole cierta razón.
- ¿Qué no diga qué? Si es cierto, ya no gusta bañarte conmigo. – Dijo mamá.
- Ma no es eso…
- ¿Dónde te pica mi amor?
- Es aquí, al lado izquierdo. – Le señale moviendo mi pene erecto y mi testículo.
- Ya vi, se te ha irritado poquito. Es normal porque siempre pica después de que te depilas. – Dijo mamá mientras ponía un poco de crema en sus dedos y la esparcía en el área.
- ¿A ti también te suele picar ma?
- A veces amor, por eso uso esta crema. Es bastante buena. – Respondió algo sonrojada.
- Pues sí que alivia la comezón.
- Ya mi amor, con este ya no te pica y así no te lastimas, te voy a dar un besito para que se te cure más rápido.
- Ammm… Bueno. – Respondí atónito.
Mamá tomo mi pene con una mano moviéndolo para hacer espacio, acerco su rostro a mi ingle y sentí como sus labios rozaban mi piel, mientras su otra mano se aferraba a mi muslo semi descubierto.
La posición era algo incomoda pero mamá parecía estar bien, el beso paso a convertirse en otro más pequeño, y luego en una sucesión de picos cortos que se movían por toda el área, hasta que mamá retiro con cuido su mano de mi pene, haciendo que este encontrara reposo en su mejilla, mientras sus labios acariciaban parte de mi escroto.
Continuará…
Este y los demás relatos son 100% reales, unos personales y otros recopilados de varias confesiones realizadas a mi persona. Si quieres contarme tu experiencia para convertirlo en un relato, conversar o solo decir algo, escríbeme; mi correo está abierto.
zpra1515@gmail.com
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