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Fany, la cornuda. Cap 1. Parte 2.

Segunda y última parte de este capítulo, pero no de esta historia. Disfrutenlo.

Fany, la cornuda. Cap 1. Parte 2.

Los adolescentes comieron feliz su hamburguesa cada uno, caminaron unos minutos por la plaza y platicaban cualquier cosa, era emocionante conocerse, cuando él paró a ver los accesorios para patinetas ella se sorprendió de no saber que él practicaba skating, cuando ella compró un libro él también se sorprendió al ver al tamaño de esa cosa que la adolescente leería solo por gusto.
Se conocían, era divertido y emocionante, se relajaban al mismo tiempo que la tensión subía para ambos, lo notaron, pero ambos quisieron disfrutarlo, se negaron a seguirse sintiendo incómodos, decidieron disfrutarlo, emocionarse por la interesante compañía sin sentirse culpables. Cuando se sentaron en una banca con helados que él pagó, le vio las lindas piernas desnudas saliéndole de la falda a ella, sin duda más abundantes que las de su Fany, nunca lo había notado, no conscientemente, quiso tocarlas, pero solo se atrevió a darle un golpecito amistoso en el muslo con el puño cerrado para liberar su ansiedad por tocarla, pero todo es contexto, lo que hubiera sido nada, en ese momento le dio una punzada en el coño a ella.
Ella fingía revisar las pulseras que él llevaba, preguntaba por cada una, él contó las insípidas historias de cada pedazo de tela alrededor de su mano y ella disfrutaba tocarle la mano.
Salían del lugar ambos sabiendo que el final se acercaba, ella revisaba la hora para que a él le quedara claro, 5:45pm, en una hora y quince minutos debería estar desnuda y encima de su Julián.

—Debería irme, yo… — dijo ella sin querer decirle todo.

—Claro, te acompaño — dijo él sonriendo cálidamente.

Él paró el taxi una vez más, hizo eso de nuevo de abrirle la puerta al entrar, la charla fluyó amistosamente en el trayecto y al salir del taxi ella incluso esperó a que Mario saliera primero para que él detuviera la puerta, Mario la acompañó cortésmente hasta la puerta y ella se detuvo ahí, sonando las llaves antes de abrir.

—¿Puedo pasar al baño? — preguntó él, ella asintió con sencillez.

Para la mente humana cuando estás cachondo, todo es sexual, ella escuchó un poderoso chorro caer en el agua del retrete y le recorrió un escalofrío al recordar la supuestamente enorme verga del chico, tenía sentido con ese chorro tan abundante haciendo un ruido escandaloso hasta la sala, ella no había pensado en eso todo el tiempo que había estado con él, lo había disfrutado de una manera casi inocente teniendo en cuenta las circunstancias, casi había querido coquetear con él, pero no había pensado ni un segundo en su verga, pero ahora el coño la traicionaba.

—¿Quieres un refresco o algo? — preguntó la chica, apenas él salió del baño.

—¿No estabas ocupada? Si quieres ya me voy, no importa — dijo él sencillamente.

—No — dijo ella revisando el celular, 6:02pm — Es hasta las 7, no pasa nada — sonrió.

La chica fue por los refrescos, se tomaba su tiempo, estaba nerviosa y emocionada, de pronto pensaba mil cosas y ni una era buena idea, no importa, él tendría que irse pronto y Julián recogería una cosecha que no sembró, se tranquilizaba pensando eso, tenía el tiempo en contra.
Le entregaba la lata al joven y se sentaba hasta el otro lado del sillón, tenía miedo de sí misma, pensó en ir a masturbarse al baño y dejarse de pendejadas, aclararse la mente, pero a todos nos encanta pararnos en la orilla y ver el abismo, tentar la suerte.

—Bueno, esto definitivamente no se lo diremos — dijo ella nerviosa.

—¿Qué estuve aquí? — preguntó igual de nervioso.

—Sí, ya sabes, mi casa sola hasta la madrugada y todo eso — dijo riendo nerviosa.

—Por fortuna dijo que no quería saber nada — respondió riendo el joven.

—Y que podíamos hacer lo que quisiéramos, nunca dijo que no te trajera aquí — reía falsamente.

—Por fortuna no tendremos que contarle la horrible película — dijo él nervioso.

Mario lo sentía, algo extraño pasaba con Eliza, era algo en la mirada de ella que ahora no se le despegaba, toda la tarde la chica miró a todos lados menos a sus ojos, ahora no miraba a ningún otro lado.

—¡Ya sé! — respondió Eliza riendo — No sé si era peor lo cursi que era o la incómoda escena de sexo — dijo ella, se emocionaba.

—¡Duró como maldita media hora! — respondía él riendo.

—¡Exacto! Y nadie folla así.

—Mmmm ¿Así cómo? — preguntó él honestamente.

—No sé — decía ella, le soltaba la mirada un segundo — Tan ammmm fuerte, apasionado, no sé, solo los actores porno, demasiado falso y fingido — dijo riendo desproporcionadamente, se ponía roja sin darse cuenta.

—Mmmmm no me pareció tan irreal como en el porno — dijo él con seguridad, ella apretó las cejas.

—¿Tú…? — dijo ella, se detuvo, pero él rio, dejando claro implícitamente que ella podía preguntar — ¿Tú te follas así a Fany? — preguntó sonriendo nerviosa, puta suertuda de mierda.

—Bueno… Quisiera — dijo él nervioso — Pero ella me detiene, le duele a veces por… Le duele un poco — dijo él, silencio de un segundo.

—Por tu vergota.
Dijo ella sin mirarlo, no quería hacerlo, pero lo hizo al final, la boca seca, el coño húmedo, el corazón a tope, él se sorprendió solo un poco, era la mejor amiga de su novia y Fany siempre le decía lo enorme que era, obviamente Eliza lo sabía.

—No es tan grande, pero ella es muy delgada, como tú, emmm o sea — él supo de inmediato que no debió hablarlo en primera persona — Ya sabes mmmm digo de ti porque es proporcional, el tamaño de la cadera y todo eso — dijo él sintiéndose un completo imbécil, no se miraban.

—Yo no te detendría — respondió Eliza, el silencio llenó el lugar — Espera — dijo ella fingiendo rápidamente que contestaba una llamada e iba a su cuarto a responder, huyendo.

Le enviaba rápidamente un mensaje a Julián apenas cerraba la puerta detrás de ella:

“Amor, mis papás no se van aún, mejor llega a las 9 para asegurarnos, dice mi mamá que se van despuesito de las 8”.

Escribió y envió sin pensarlo, ni ella sabía para que quería esas horas extra, no estaba segura, solo sabía que no quería echar a Mario en media hora. Esperó, Julián leía y ella esperaba nerviosa mientras su novio escribía.

—Mejor no, no quiero regresarme tan tarde — escribió su novio, ella torció la boca decepcionada.

—Puedes irte hasta las 4 de la mañana, ya sabes, pedimos un taxi — escribió desesperada.

—Nah — escribió con tono cruel él — Mejor para la otra — respondió en seco.

—Porfa, quiero verte y hacer cosas ricas jajaja — escribió usando emojis de berenjena, durazno y una carita de diablito sonriendo.

—Ya no me van a dejar salir, lo siento — escribió él y ella sintió un escalofrío, se negaba a tener lugar y todo el tiempo del mundo con Mario, tenía pavor de sí misma, ¡Estúpida!

—¿Neta no vas a venir? — intentó chantajear en texto.

—¡Que no! Entiéndelo.
Respondió en texto de mala gana el adolescente, ella resopló molesta, bloqueó la pantalla del celular sin responder y sin comprender porque su Julián se puso así. Silenció el celular y salió del cuarto.

—¿Quieres ver algo? Tengo Netflix — dijo Eliza con sencillez caminando hacia el mueble donde estaba la tele.

—Ammmm ¿No te ocupabas a las 7? — preguntó nervioso, la chica se empinó frente a él, desvió la mirada.

—Nah, una amiga me canceló.
Mintió rápidamente buscando el control remoto dentro del mueble, odiaba que su padre siempre lo dejara hasta el fondo.

—Bueno, ok, sí, estaría bien — dijo él nervioso, ¿Por qué carajos ella tardaba tanto? ¡¿Qué puñetas tanto hacía ahí empinada?!

Regresó la mirada, si eres hombre sabes que es inevitable, la chica seguía agradablemente empinada frente a él, Mario alejó la mirada por 4 largos segundos siendo un caballero, 4 segundos más de lo que haríamos la gran mayoría, pero hasta su caballerosidad tenía límites, regresó la mirada con terror. Con honesto terror miró ahí, pero sin duda disfrutó por otros 5 largos segundos mirando las lindas y redondas nalgas de Eliza, bastante mejores que las de su Fany aunque no lo parecieran a primera vista, lo que era una floja y horrible falda escolar a tablones en su Fany, lucía fantástica en Eliza, esas lindas nalgas lucían bastante más redondas y firmes, se marcaban un par de firmes cachetes en esa horrenda falda, un poco más abundantes, un poco, pero bastante evidente, lo disfrutó hasta que la chica se reincorporó con el mando en mano, respiró y por fin su instinto primitivo lo dejó mirar a otro lado.
La chica se sentó peligrosamente cerca de él, Mario se acomodó unos centímetros más cerca de ella inconscientemente y ella simplemente puso la primera película que le pasó por enfrente, se recostó y se encontró con el brazo de él posado sobre el sillón, ni él quitó el brazo ni ella se hizo hacía adelante para pedirlo sutilmente, ella simplemente se recostó sobre su pecho como en el cine y él la abrazó con naturalidad.
Veían su segunda película de la tarde en silencio, mucho más incómodos y silenciosos, también bastante más emocionados. Él le pasaba la mano por la espalda delicadamente, ella por el pecho y el abdomen, ambos fingiendo que era un movimiento casi natural, como si la mano de ella se cayera constantemente sobre él y como si Mario simplemente moviera la mano y el brazo para acomodarse, él deteniéndose justo antes de su lindo trasero, sobre la parte final de su costado, ella detenía su mano justo en la parte inferior del ombligo del muchacho, ambos mirando, viendo fijamente ese objetivo final al que no se atrevían a llegar, ella tenía la cabeza debajo del mentón de él, ambos podían mirar impunemente.

La película avanzaba, ninguno se hubiera atrevido a decir nada ni a moverse ni un poco. Luego, cuando él se sintió lo suficientemente valiente, se atrevió primero, posó su mano delicadamente sobre el muslo de ella, por un lado de su linda y redonda nalga derecha, ella bajó la mano de inmediato y la puso sobre la semi-erecta verga de él, se moría por averiguar si ese grueso cilindro marcado en sus pantalones era en serio su falo, le palpitó el coño cuando lo sintió, sin duda era su verga. Él movió la mano y apretó con fuerza su lindo trasero, ella se estremeció un poco, y por reflejo le acarició la verga por encima del pantalón pasándole la mano por encima, alzó la cara, se encontró con su mirada y se besaron.
No se movían, jugaban con sus lenguas descubriéndose emocionados, él le acariciaba su firme y lindo trasero, disfrutando la obvia y redonda diferencia que había en Eliza en comparación de su Fany, ella se ladeaba para dejarlo tocar mejor y palpaba morbosamente el grueso cilindro de carne en esos pantalones, más por disfrutarlo ella que por complacerlo a él, exactamente como hacia él jugando con su culo.

La chica se le trepó encima, se miraron emocionados y se besaron, rieron un poco.

—Definitivamente nunca le diremos esto a nadie — dijo Eliza riendo.

Él no respondió, estaba más allá de sentirse mal, le tomó su lindo culo con ambas manos firmemente, disfrutando esas lindas y redondas posaderas definitivamente más llenas que las de su Fany y ella le restregaba la entrepierna suave, pero firmemente sobre la verga mientras se besaban.
La chica le arrancó desesperada la camisa escolar a él y él hizo lo mismo. Se detuvieron cínicamente a mirarse por 3 segundos, sin importarles verse mal ni lo que pensara el otro, hicieron el acuerdo implícito de usarse para su egoísta deleite visual sin decir una sola palabra. Él no podía creer lo fantásticas que lucían las lindas tetas aperladas de Eliza, parecía que se iban a salir del sujetador, nada enorme o exagerado, un par algo pequeño, aunque definitivamente más prominentes que las de su chica, tal vez casi del mismo tamaño, pero evidentemente más respingadas y firmes, y sin duda más redondas y lindas, tan agradables a la vista en ese lindo brasier morado con encaje. A ella casi se le escurre la baba cómo idiota, la boca abierta y los ojos aún más, el pecho de él era asombroso, tan firme y definido, ahí debajo podías notar bien marcado el cuadro grande, no había un six pack, pero sí un cuadro amplio enarcando su ombligo.
Salieron de su sopor, se miraron y sonrieron emocionados, se besaron y seguían tocándose, ella bajó las manos desesperada buscando su zíper, él pasó las manos detrás de ella encontrando el seguro de su sujetador, forcejearon por 3 segundos, miraban avergonzados al techo y reían ante su ineptitud mutua, al mirarse de frente de nuevo, ella pasó sus manos detrás y él se sacó la verga.
Ella se retiraba con sencillez el brasier y lo echaba al piso a un lado, mil inseguridades la abordaron, ¡Él es tan guapo! Él también sacaba nervioso y lentamente su verga, y ambos se miraban de nuevo sin pudor. Un precioso par de tetas redondas, con una forma que no se movía de su lugar, redondas y hermosas, coronadas por unos lindos pezones, café claros y diminutos, muchísimo mejores tetas que las de su Fany, mucho más lindas y redondas, no como las de su novia, con esa forma puntiaguda y que colgaban demasiado. Y una ridículamente enorme verga en la entrepierna de él, larga y gruesa, Eliza no lo creía, ni en sus imaginaciones más bizarras hubiera visto algo así, enorme, espantosa, con las venas tan marcadas que parecía que iba explotar, ella extendió la mano instintivamente y ni siquiera podía rodearla por completo con sus dedos gordo y medio.

—Wow — expresó honestamente la chica, amaba como se sentía en su mano, con la firmeza de una roca, pero suave y cálida — Está enorme — dijo emocionada en voz baja sin dejar de mirar.

—Gracias, tienes las tetas hermosas — dijo él nervioso, ella ni siquiera lo escuchó.

—Comprendo a Fany, me destrozarías con esto — dijo riendo un poco.

—Pero no vamos a follar — respondió él nervioso, ella alzó la mirada.

—No, no, ya sería demasiado — dijo nerviosa, ¿Decepcionada? ¿Aliviada? Mejor que él cuidara los limites, ya no sabía quién era esa otra mujer que gobernaba su cuerpo.

—Exacto, esto está bien, pero ya follar sería demasiado — dijo nervioso.

—Sí, sí, tienes razón — dijo ella sonriendo, se decidió por sentirse más aliviada que decepcionada.

Se besaban de nuevo, era nuevo e interesante, no se cansarían pronto, aunque en una posición algo incómoda, ella arriba de él aún, pero algo lejos, no pensaba soltar esa verga, la acariciaba de arriba abajo, de manera lenta, pero firmemente, él se atrevió a meter las manos debajo de la falda de ella para sostenerle el culo, se sentía increíble, firmes y con una deliciosa curva, sus manos estaban llenas, ella llegaba tanga, podía tocar todo su lindo par de nalgas.
Eliza le besaba el cuello y luego el pecho, él veía nervioso como ella bajaba cada vez un poco más, se tambaleaba en sus piernas casi cayendo, rieron.

—Mejor me pondré de rodillas — dijo ella, sonó como declaración, pero en realidad pedía permiso.

—No, eso es demasiado — dijo nervioso él.

—Solo te la chuparé — dijo sonriendo desesperada, le daba un pico.

—No — rogó él nervioso.

—Si me dejas chupártela, te dejo comerme el coño.
Negoció rápida y desesperadamente ella, medio segundo después se sintió una perra por usar esa información privilegiada sobre el deseo de él de probar coño, información que su mejor amiga le había confiado, pero funcionó, él la miró dudando, nervioso, rogando que parara, que no lo empujara al abismo.

—Me tragaré tu corrida.
Agregó ella mirándolo fijamente endulzando rápidamente el trato y él alejó la mirada cediendo.

Ella se bajó de inmediato de sus piernas y se acomodaba en el piso, mejor no darle tiempo a arrepentirse, se sujetó el cabello rápidamente con una dona que ya había puesto astutamente en su muñeca derecha, él la miraba nervioso mientras ella se acomodaba el cabello y luego se acomodaba entre sus piernas, Eliza le jalaba desesperada los pantalones y él alzaba el trasero para permitirlo, Eliza bajó esa barrera de tela hasta los tobillos de él.
La chica miró por 5 eternos segundos atónita el enorme par de pelotas del chico debajo de esa verga, ese falo lucía aún más grande frente a su cara y por completo desnudo, tan gruesa y larga, enorme, horrorosa con todas esas venas que parecía iban a explotar, con tanta personalidad y presencia. Acarició sus piernas disfrutando sentir los vellos y sus muslos tan fuertes, él peleaba con todas sus fuerzas por no acobardarse, la cordura peleaba con fiereza, pero el morbo fue más fuerte y no retiró a la chica.
Eliza comenzaba despacio, quería disfrutar cada segundo, le besaba los muslos al joven y él sonreía nervioso, la vista era surreal, Eliza, la mejor amiga de su chica estaba con las tetas de fuera y de rodillas frente a él. Eliza recorría el largo camino a besos por sus fuertes muslos y llegó a sus pelotas, aunque había ido besando de una manera casi tierna sus fuertes muslos, cambió por completo el tono llegando ahí y le lamió lujuriosamente las pelotas a Mario, mirándolo fijamente, pasándole la lengua por todo el escroto y metiéndose primero uno, y luego el otro testículo en la boca, sin dejar de mirarlo, quería grabarse a fuego la cara del chico en su memoria. Mario se retorció y ella sonrió inconscientemente, el joven disfrutaba ese cálido, suave y húmedo pedazo de carne resbalándole por las bolas, mientras ella lo miraba con cara lujuriosa y movía la cabeza entre sus piernas.
Eliza le lamió cómo cerda las pelotas y las ingles a Mario, el chico se retorcía y se mordía un labio negándose a gemir, la sostenía por lo hombros, casi manteniéndola a raya, pero sin alejarla ni un centímetro, peleando con todas sus fuerzas contra esa primera y abrumadora lengua en toda su vida paseándose en sus genitales. Ella hundía por completo la cara entre sus piernas y le alcanzaba el perineo con la lengua, la sensación era demasiada, la empujó fuertemente por los hombros, pero ella se afianzó en sus muslos, manoteó para quitarse el agarre de Mario y regresó para meter la firme verga de Mario a su boca.
Fany jamás le había chupado la verga a Mario, o sea que nadie nunca le había chupado la verga, la sensación es indescriptible, el joven se retorció involuntariamente mientras ella le abrazaba la verga con los labios y él sentía la calidez del interior de su boca, el suave, cálido y húmedo interior de su boca, ella le pasó la lengua por la punta de la verga por dentro de la boca y él gimió por primera vez, alzando la cara, dejando escapar su gemido y soltándole los hombros, rindiéndose a Eliza, por supuesto que eso solo la puso más puta.
Comenzó a chuparle la verga histéricamente, él regresó la mirada, quería mirar, ver a esa pequeña puta chupándole la verga multiplicaba el placer, la vista era asombrosa, todo hombre disfruta viendo a una chica comiéndole la verga. El lento comienzo de Eliza no tuvo nada que ver con como se puso en esos momentos, abría la boca tanto que si se hubiera visto a sí misma, le daría risa, la gruesa polla de Mario requería su quijada bien abierta, cómo si se atragantara desesperada. Ella bajaba desesperada con eso enorme dentro de su boca hasta apenas la tercera parte de ese largo falo y no sentía que pudiera ir más abajo sin provocarse el vomito, salía de ahí y lo miraba fijamente mientras le lamia lujuriosamente toda la vara a todo lo largo, terminando en sus pelotas, quedándose ahí, lamiendo sus bolas lujuriosamente y jalándole la verga con una mano, tenía práctica con su Julián, aunque eso se sentía cómo el examen final para ella después de estar practicando en modo fácil.
Mario no podía creer la vista, Eliza tenía la cara ahí metida entre sus piernas y la boca trabajando sus pelotas, Fany siempre le dijo que eso del sexo oral le parecía “degradante y bajo”, él estaba más o menos de acuerdo, tener a Eliza ahí, una chica con la que apenas había hablado nunca le hizo sentir mal de algún modo, sentir algo de lastima por ella, pero su lengua se sentía demasiado bien en sus pelotas, pudo ignorar su moral fácilmente. Eliza tenía ese penetrante “sabor a verga” en la boca que tanto amaba, lo amaba tanto con su querido Julián, cada segundo que miraba a Mario su corazón se iba a tope, no podía creer aún lo enorme de esa verga, se sentía culpable al pensar que era tal vez el doble que la de su Julián, en largo y en grosor.
Mario se levantó desesperado, ella lo miró emocionada y le ayudaba a quitarse los zapatos y quitarse los pantalones por debajo por completo. Eliza nunca había estado más cachonda, ni con Julián a toda su potencia encima de ella, cuando Mario se terminó de quitar los pantalones ella metió la cara debajo de sus piernas morbosamente, le tomó su firme trasero con ambas manos y le lamia profundamente el perineo, con la verga de Mario recorriéndole toda la cara y las pelotas en su nariz.

—¡Tu verga sabe deliciosa! — dijo ella guiada por la emoción más que por el verdadero sabor en su lengua.

—Julián es muy afortunado si siempre se la chupas así — dijo él como pudo entre sus tímidos gemidos.

—Julián la tiene diminuta junto de ti, es más afortunada Fany.
Dijo ella histérica, él sintió un escalofrío al escuchar eso, siempre es afrodisíaco que te galardonen junto de otro hombre, más si ese otro hombre es el novio/esposo actual, la miró emocionado y gemía despacio, mientras ella le recorría la verga con la lengua a todo lo largo.

—¿Te gusta mi vergota?
Dijo él, de pronto quiso ser ese típico idiota de los videos porno, presumido y tomándole la cabeza con ambas manos y restregándole la verga erecta en toda la cara, ella lo permitió feliz.

—Me encanta tu vergota — respondió sonriendo, metiéndose en el papel y disfrutando ese pedazo de carne abarcarle todo lo largo de su rostro — Tómame una foto — dijo ella nerviosa, él sonrió igual.

—No… Estás loca — dijo riendo un poco.

—Solo una así con tu vergota en la cara, para el recuerdo — finalizó cómicamente y rieron un poco, él buscó su celular con la mirada inconscientemente.

—No, te la van a cachar o a mí, acuérdate que Fany revisó mi celular esa vez y vio cuando me pediste la tarea — dijo él rápidamente.

—Me la mandas al rato y la borras, Julián no me revisa nada — insistía ella, le lamia las pelotas para doblegarlo.

—¿Para qué la quieres? — preguntó nervioso, ella no decía nada, le lamia la verga a todo lo largo — ¿De que te sirve? — le insistió casi gimiendo.

—Me masturbaré viéndola y me meteré un pepino pensando que es tu vergota — mintió ella con tono lujurioso, él sonrió nervioso y alcanzó su celular del sillón.

Nada mejor que acariciarle el ego a alguien para doblegarlo, el pensar que ella se masturbaría pensando en él viendo esa foto lo doblegó por completo. Enfocó a la chica en cuadro, le puso la verga sobre toda la cara, ella no dejaba de mirarlo “de esa manera” viendo al celular, tomó una foto, el obturador sonó, ella abrió la boca y metió sus pelotas cuánto pudo en su boca y él tomó otro foto, ella alzó la cara y se obligó a sí misma a meterse cuánto pudo de ese enorme pedazo de carne en la boca, casi llegó a la mitad y la vista era fantástica, verla con la boca tan abierta, un leve gesto de asco, casi la mitad de su vasta verga dentro de ella era asombroso, para sus ojos y por cómo se sentía, la dejó 4 segundos así, tomó la foto y ella salió de ahí exhalando con fuerza, un espeso hilo de saliva iba de su boca hasta su falo erecto.

—Me encanta en serio — dijo ella emocionada frotándole ambos muslos — Quisiera chupártela diario — dijo sonriendo y lanzando un anzuelo con esperanza.

—Pero solo será esta vez, ya dijimos — respondió él nervioso.

—Sí, sí, solo era un decir — dijo la chica sonriendo decepcionada.

Él arrojó su celular sobre el sillón, ella captó la señal y regresó a chuparle la verga, odiaba no poder comerle toda la verga entera como a Julián, odiaba no poder darle ese placer que volvía loco a su novio, volteando los ojos cuando ella iba hasta el fondo y cómo novio se retorcía ligeramente, intentaba comerle toda la verga tomándolo del trasero y obligándose a sí misma a ir hasta el fondo, pero no había modo, no podía llegar más allá de la mitad de ese infinito camino. Así que salía de ahí exhalando exageradamente y le lamia la verga de arriba abajo con la lengua de fuera, le lamia las pelotas y le jalaba la verga, no se cansaba, desanimaba ni aburría, Mario se retorcía cada segundo un poco más y cada vez gemía más sin pudor.

—Dijiste que te lo tragarías — dijo él emocionado, ella lo miró igual.

—Sí — estaba tan emocionada que sonrió involuntariamente.

—Pero quiero que te lo tragues todo — exigió él retirándola un poco para masturbarse.

—Todo — dijo ella, mirando fijamente la verga frente a ella siendo masturbada.

Ella amaba como él se masturbaba usando TODA su mano, jalando a todo lo largo de su verga con fuerza y violencia, sosteniendo su verga usando la mano entera como si fuera maquinaria pesada y jalándola con tanta fuerza a todo lo largo, tan fuerte que parecía se haría daño, mientras sus pelotas columpiaban, un espectáculo increíble que ella veía en primer plano frente a su cara, mucho más viril e imponente que su Julián usando solo el dedo índice y gordo, únicamente haciendo cortos y rápidos movimientos en la cabeza de su verga, ahora la verga de su amado Julián lucía tan pequeña y delgada en su mente, tan ridícula.
Mario puso su palma izquierda sobre la frente de Eliza con autoridad, mientras se masturbaba con la mano derecha, sostenía fuertemente la frente de la chica con la izquierda para que ella alzara la cara, la chica lo miraba con lujuria completamente honesta, nada de sonrisitas pícaras, risas nerviosas ni comentarios exagerados, solo lo miraba fijamente, semblante serio y algo desesperada, de rodillas frente a él, desnuda de medio cuerpo con las tetas de fuera y el rímel corrido, Eliza abrió la boca y sacó la lengua, la verga de Mario dio un salto involuntario ante esto, se estrujó con fuerza su firme vara de carne y se la metió en la boca.
Le metió desesperado la verga en la boca y ella lo dejó entrar sin rechistar, fue hasta donde pudo llegando hasta la mitad, sin dejar de mirarlo, ella quería mirarlo, quería ver “su cara de orgasmo”, lo necesitaba, como reclamar su recompensa, como una catarsis, quería ver cómo lo complacía, necesitaba ese morboso placer de saber cuánto gozo sexual le estaba dando a ese increíble hombre. Ella fue tan profundamente como pudo, hasta la mitad, sintiendo ese grueso cilindro de carne toparle en la campanilla, él le sostuvo la cabeza con ambas manos empujando suavemente, solo un poco más, solo para sentirse en control y su verga se estremeció con fuerza violenta en la boca de la mejor amiga de su novia.
Eliza sintió un escalofrío que le empezó en la boca y le terminó en el coño cuando sintió como se estremeció fuertemente la verga de Mario dentro de su boca, fue increíble, asombroso, se ponía aún más dura de golpe, parecía “inflarse” por debajo, luego se relajaba, Mario la miraba fijamente, gemía profundamente, con la garganta, como un hombre, nada parecido a los patéticos chillidos de su Julián. Ella comenzó a sentir su espesa, abundante y caliente corrida en la lengua, luego el sabor amargo y textura pesada invadirle toda la boca, la verga de Mario se movía violentamente de nuevo en su boca y ella no pudo resistirse de hacer una cara de asco completamente honesta y una escandalosa y ruidosa arcada, parecía demasiada lefa, tan espesa y caliente…
Mario gozaba como loco, había tenido mil orgasmos obviamente, era un adolescente cachondo, pero los había tenido por su mano, la de Fany y el coño de ella también, pero nunca uno en la boca de nadie, era definitivamente diferente, y el placer no viene solo de lo físico, viene también de lo mental, y la imagen de esa chica de rodillas con su verga en la boca y haciendo esas caras de asco, lo estaba llevando a un nivel de placer que nunca había sentido, disfrutaba con sadismo ver a la chica hacer esas caras sabiendo que era por su abundante lefa cayéndole en la lengua, lo disfrutaba tanto que pensó que estaba mal, que no debía disfrutar hacerla sufrir aunque fuera un sufrimiento tan ridículo como ese, pero decidió no hacer caso a su conciencia e incluso empujar un poco más, casi pudo sentir como su último chisguetazo se lo dejó caer directamente en la garganta y lo confirmó por como la chica se movió violentamente de todo el cuerpo.
Eliza pudo sentir como se endurecía violentamente la verga de Mario por última vez, odió el empujón en el último segundo, pero decidió resistir, quería complacerlo, sentía la abrumadora necesidad de darle placer, dio una arcada escandalosa cuando sintió la verga del chico obstruirle la respiración y sintió como un chorro de lefa espesa le caía en la garganta, que tragó por mero reflejo ampliando la garganta, miraba a Mario, histérica y él sonreía involuntariamente, le sacó la verga despacio de la boca y ella le abrazó el firme falo con los labios todo el recorrido hacia afuera.

—Que puta eres — dijo él aún sonriendo, ni siquiera lo pensó, solo lo dijo, disfrutaba ese sadismo ahora — Trágatelos — dijo aún sonriendo y con la verga ensalivada.

Ella echó la cara abajo, tragó con un esfuerzo sobrehumano, su garganta se negaba a aceptar eso, se cerraba, pero ella empujó con fuerza, sentir esa abundante flema espesa bajarle por la garganta casi la hace vomitar, sintió un escalofrío y alzó la mirada, los ojos le lagrimearon, él reía un poco nervioso, ella abrió la boca para mostrarle la boca vacía.

—Eso estuvo increíble — decía él derrumbándose sobre el sillón.

Ella avanzaba de rodillas hacia él, le abría las piernas, él la miraba y reía un poco, ella no había terminado, es lo que siempre olvidamos los hombres después de una buena mamada con final feliz, ellas aún siguen trepadas en esa nube. Eliza le besaba los muslos y Mario sentía cosquillas, es increíble como nuestro cerebro nos hace sentir qué cosas, según qué situación, ella le besaba las pelotas en un gesto que ella pensaba era sexi y lujurioso, pero él saltaba un poco riendo por las cosquillas.

—No seas payasa — decía el joven riendo y retirándola.

Ella se levantó sintiéndose idiota, pero decidió solo reír y correr al baño. Se arreglaba el maquillaje, quería lucir linda y no como una puta loca, era muy joven e ingenua aún para saber que todos los hombres amamos el look de “lágrimas negras”. Así que arreglaba su rímel rápidamente, se miraba las tetas en el espejo, pensaba cruelmente que Fany tenía las tetas feas, se las vio aquella noche que durmieron juntas, estaban ebrias y se quitaron el brasier riendo, sus tetas eran mucho más lindas que las de ella, redonditas y bien acomodadas, no como las tetas picudas y extrañas de Fany, sonrió sin querer, se puso de perfil frente al espejo para mirarse el culo, siempre le gustó esa linda curva que hacían sus nalgas en su floja falda escolar, todo bien, todo perfecto, y salió del baño.
Regresó a la sala rápidamente y aún así Mario ya tenía los pantalones puestos, una lástima, se miraba mucho mejor sin ellos, el joven la miraba y sonreía un poco. Eliza se sentaba cerca de él sin miramientos, se recostaba sobre su pecho y lo besaba apasionadamente.

—Debería irme, los autobuses dejaran de pasar pronto.
Dijo él, se negaba a sentirse mal, no quería, no lo necesitaba, lo odiaba, sin embargo, la conciencia a veces es floja, pero siempre es constante, comenzaba a ganarle por desgaste.

—¡No! — decía ella riendo un poco — ¡Me toca! — agregaba aún riendo, él la miraba confundido — ¡Me toca que me hagas rico con la boca! — finalizó riendo, incrédula de que él no captara.

—No, no te preocupes, neta, no tienes que hacerlo — dijo él tranquilizándola.

—¡No seas cabrón! — dijo ella cómicamente y ambos reían — ¡Me toca! — exigió ella mirándolo fijamente, se daban picos juguetones, ella le acariciaba la ensalivada y flácida verga por encima del pantalón.

—¿De verdad tú lo quieres? No tienes que hacerlo por mí, la mamada estuvo increíble.
Preguntaba con incredulidad el guapo joven, su Fany se negaba tajantemente cada vez, él lo veía como un favor hacía él y no hacía ella.

—Sí quiero — dijo ella sonriendo avergonzada — Pero sino quieres hacerlo…
Dijo ella amablemente, su coño lo suplicaba, pero ella no quería hacerle pasar ni un solo segundo desagradable al chico.

—¡No! ¡Sí, sí quiero! — dijo emocionado al verla realmente dispuesta, su erección volvía un poco.

—O puedes metérmela también si quieres — dijo emocionada, lo miró fijamente, le acariciaba la verga, podía sentir como se endurecía.

—No… Es que… — balbuceaba nervioso.

—Nadie lo sabrá — dijo ella encogiéndose de hombros, aparentando desinterés, pero rogándole con la mirada.

—Eso sí estaría muy mal — dijo él sonriendo nervioso.

—¿Y que me haya tragado tu asquerosa corrida no?
Preguntó Eliza sarcásticamente, casi molesta, aunque sonriendo con esa sonrisa idiota que todos hemos hecho avergonzados, incrédula, él se negaba muy cortésmente y con buenas razones, ¿Pero que chica adolescente no sentiría que trapeaban el cuarto con su ego por más amable que fuera la negativa a tener sexo?

—¡Perdón! Tú dijiste que te los tragarías, tú sola — dijo él avergonzado y a la defensiva.

—¡Sí! ¡Es broma!... Me encantó hacerlo, podría hacerlo de nuevo si quieres — argumentó mirándolo fijamente y aferrándose, sentía que perdía cada segundo un centímetro más de terreno ganado.

—No, no, está bien… Es que se hace tarde, en serio es eso — dijo él desesperado, la conciencia ya lo gobernada, tenía miedo de caer de nuevo.

—Mira… — dijo ella mirando el reloj de pared — El último autobús urbano pasa en 40 minutos, yo te la chupé como 20 minutos, con 10 minutos que lo hagas tú, estamos a mano, hasta te acompaño a la parada del autobús.
Dijo la chica devolviéndole la mirada, le desabrochó el pantalón y le abría el zíper lentamente sin dejar de mirarlo.

—Nunca me había portado mal — dijo él riendo nervioso, pero sin detenerla ni un poco.

—Ni yo — dijo ella riendo nerviosa.

Eliza le terminó de abrir los pantalones, intentó jalarlos, pero el peso de Mario lo hacía imposible, reían y él le ayudaba con eso bajándoselos él mismo hasta las rodillas, ingenuamente se los puso cuando ella fue al baño para no quitárselos de nuevo jajaja, sí, claro.
Su verga estaba semi-erecta y aún así era jodidamente imponente, ella lo miró fijamente a los ojos, metió las manos debajo de su propia falda y se quitó rápidamente su linda tanga y la echó al suelo, él corazón de él se aceleró al ver eso.
Ella dejó caer la tanga y se subía a él, Mario la detuvo firmemente por la cintura a medio camino de sentarse sobre él.

—En serio, follar no — dijo nervioso.

—No, no te preocupes — dijo ella sonriéndole y besándolo.

Se subió sobre él, se aseguró de que su falda no estorbara y comenzó a restregarle el coño con fuerza sobre la verga, se miraban fijamente, ni siquiera se besaban, solo disfrutaban cómo ella acariciaba su verga con su húmeda cavidad sexual, él metió las manos debajo de su falda para tomar su lindo culo con ambas manos y disfrutaban esos morbosos movimientos de ella simulando el sexo. Eliza cerraba los ojos, se sentaba por completo sobre su verga, disfrutaba las ásperas manos del chico en sus nalgas, él apretaba su lindo trasero con fuerza y luego sostenía con gentileza, ella sentada por completo sobre su falo, acomodándolo hábilmente a todo lo largo de sus labios vaginales, era asombroso como se sentía de enorme y vasta, la había visto, la había chupado y tenido en la cara, aún así restregarse contra ese enorme pedazo de carne era más intoxicante aún que lo demás. La linda chica movía las caderas con velocidad y usaba todo su peso para restregarse bien sobre esa vara de carne para así masturbarse por fuera, usando esa cosa enorme que cada vez se sentía más firme.
Mario miraba fijamente la cara de la chica, le encantaba verla con los ojos cerrados, disfrutando enajenada sus propios movimientos, retorciendo la cara y escucharla gemir suavemente, su coño estaba tan viscoso, resbaloso, caliente y húmedo, ella se movía tanto y tan rápido, su verga se ponía tan dura tan rápidamente, que él tenía miedo que en un brusco movimiento de ella, él se colara ahí dentro… y sabía que no se detendría.

—Métemela — dijo ella abriendo los ojos, podía sentir su gruesa vara bien dura contra su coño.

—No — dijo él firmemente, se besaban apasionadamente, le apretaba su precioso culo buscando alivio a su lujuriosa desesperación.

—¡Por favor! — rogaba ella, pero exigía realmente con la mirada, él negaba con la cabeza — Puedes metérmela sin condón, tengo una pastilla del día siguiente — dijo ella desesperada, él abrió los ojos incrédulo, ella pasó la mano debajo, levantó la cadera y ponía la punta de la verga en la entrada a su coño.

—¡No! — dijo él desesperado moviendo su verga lejos de ahí con una mano y sentándola a lo largo de su falo de nuevo.

—¡Entonces cómeme el coño de una maldita vez! — dijo mirándolo fijamente, exigiendo, aunque sonriendo.

Haciéndolo ver fácil, él la tomó de la cadera y la levantó, la acostó sobre el sillón, le colgaban las piernas, él se echó en el piso de rodillas frente a ella, le abrió las piernas y hundió la cabeza debajo de su falda escolar, viendo su coño hasta que lo tenía justo en la cara, y vaya que se detuvo a mirar. Pequeño, definitivamente pequeño, diminuto tal vez, ¿Debían ser tan pequeños? Entre toda la jungla de vello púbico de su novia ahí debajo y que ella no le dejaba acercar el rostro a menos de un metro, nunca había visto bien un coño, siempre la penetraba básicamente a ciegas, las primeras veces fue caótico, pero se habían acostumbrado.
Tan pequeño y lindo, completamente depilado y algo más oscuro que el resto de su piel, por alguna razón eso le gustó, el olor era intenso, pero agradable de algún modo, el cerebro primitivo es curioso, siempre pensó que era chiste todo eso de la pescadería, no lo era. Besó los muslos de la chica cerca de su coño como hizo ella, Eliza se estremecía, la chica miraba emocionada al chico con la cabeza ahí metida, Mario le lamió una ingle y ella recostó emocionada la nuca, esperando que comenzara la diversión.
Mario miró un último segundo el agujero del placer de Eliza antes de lamer todo desde abajo hasta arriba con toda la lengua, Eliza gimió con naturalidad, sin pudor y todo su cuerpo se estremeció por completo, sus manos se sentían ligeras igual que su cabeza, su cuerpo se relajaba, como si su cerebro la obligara a solo sentir su vagina. Los tímidos ruidos sexuales de ella eran combustible para él, comenzó a lamer su viscoso coño de arriba abajo con la lengua de fuera y con ritmo. Eliza dejó caer los brazos y la cabeza, disfrutaba de la lengua del chico pasándole a lo largo de los labios. Mario disfrutaba descubriendo aquel interesante sabor, nada parecido a miel o “dulce” como decía el pendejo de Luis, más bien un sabor intenso, algo ferroso y avinagrado, amargo tal vez al final de su lengua, le encantaba.
Mario tomaba confianza, su verga ya estaba dura como piedra de nuevo y ponía toda su boca sobre aquel delicioso coño, chupaba y jugaba con su lengua, le encantaba la morbosa idea de estarla lamiendo entre las piernas, tan prohibido, nada de placer físico-sexual cómo tal para él, pero estúpidamente morboso y divertido, en su ir y venir, sin saber le acariciaba el clítoris con la nariz y Eliza estaba aturdida del placer. Gimiendo libremente, sus piernas se movían como locas y sentía esa poderosa sensación nunca antes experimentada, menos contundente que una penetración, pero definitivamente satisfactoria e intensa.
Eliza levantó su falda, quería ver a ese guapo chico comiéndole el coño, la vista no decepcionaba, el lindo chico lucía aún mejor con la cara entre sus piernas y su coño en la boca, ella rio nerviosa, ahora entendía porque los hombres aman tanto las mamadas, el placer está ahí, pero el poder amigo, el poder que sentía al verlo ahí era lo realmente increíble…

—¿Qué? — preguntaba Mario nervioso, ella le sonreía con malicia, le acariciaba su linda cara con una mano.

—Cómeme el coño y cállate — decía sonriendo y ambos reían un poco — Déjame tomarte video.

Agregó ella, él le sonreía, se separaba, echaba la vista atrás, tomaba su celular, presionaba unas cuantas veces y se lo daba a ella. Mario volvía a su labor viendo a la cámara, ella lo enfocaba con una mano, le apretaba la cabeza con las piernas y le acariciaba el cabello con la mano libre, gemía tímidamente y admiraba al muchacho degustándola.

—Ponte en cuatro — decía Mario separando la cara, los alrededores de su boca estaban visiblemente húmedos.

—¿Para? ¿Me la vas a meter? — preguntó emocionada aún grabando todo.

—No… Es que mmmm así sería diferente, a lo mejor te gusta más — dijo nervioso y sonriendo.

Ella sonrió y se levantó, él le daba espacio haciéndose a un lado, la chica tomó posición, rodillas en el piso, medio cuerpo sobre el sillón y en cuanto patas hacía él. Mario se colocaba, se ponía de rodillas detrás de la chica y le levantaba la falda con confianza, ella reía un poco.

—¿Te gusta? — preguntó nerviosa con su lindo trasero a merced de él, lo meneaba una vez tontamente.

—Sí — respondió él viendo fijamente — Demasiado — agregó honestamente sin dejar de ver las preciosas y redondas nalgas de Eliza.

Mario no perdía detalle, ni siquiera parpadeaba, incluso respondió sin darse cuenta, todo hombre sabe cómo es, la vista de un buen culo es hipnótica, más la vista de un buen culo NUEVO. Un precioso par de nalgas bien redondas y respingadas, levantadas, parecían infladas a presión, un par de pequeños balones bien redondos, rellenos de carne y aperlados. Ni un solo gramo extra, ni faltante, la curva de su culo era perfecta y la anchura de su cadera también. Odiaba pensarlo, pero ese culo se veía 1,500 veces mejor que el de su Fany en 4 patas, tan redondas y preciosas, se sentían firmes, aunque la chica apenas hacía ejercicio, bendita juventud, nada parecido a las nalguitas de su Fany, que el hueso de la pelvis se marcaba y sus nalgas perdían forma empinada por lo planas que las tenía, se le marcaban bordes, no como a Eliza con su hipnótica redondez tan evidente.
Posó su mano sobre una nalga y separó inconscientemente, los lindos agujeros de Eliza eran una delicia a la vista, le encantaba lo pequeños que eran y lo apretados que parecían, abrió por completo con la otra mano, amaba como la piel se oscurecía acercándose a esos lindos agujeros y sin pensarlo realmente, acercó la cara, sacó la lengua y la pasó profundamente entre esas lindas nalgas.
La linda morena se estremeció y retorció al sentir la húmeda lengua de Mario pasarle por encima del ano y a todo lo largo de su línea divisoria de las nalgas, la sensación no era tan satisfactoriamente potente como en su coño, pero no estaba nada mal, grababa con la cámara selfie a Mario hacía atrás, ver a ese lindo chico con la cara metida en su culo, mejoraba mil veces todo.
Mario se dio cuenta que ella grababa, pero lo ignoraba, miraba al frente, amaba tener ese lindo trasero justo en su cara, separaba con ambas manos y cada vez se esforzaba por ir más profundamente, intentando desesperadamente meterle la lengua en el ano, el sabor era penetrante y algo ferroso, ella se retorcía y a veces reía un poco, él tenía bien sostenido ese lindo par de nalgas, abriéndola, y no las dejaba alejarse ni un poco de su cara. Le encantaba lo prohibido de la sensación, pensaba morbosamente que eso no cambiaria nunca, ahora, por siempre, él habría chupado ese lindo trasero, ambos lo sabrían y pensarían en eso siempre que se vieran en cualquier contexto.
Mario se agarró la verga, no soportaba más, se comenzó a masturbar mientras se comía ese precioso culo, ella dejó de grabar, arrojó el celular sobre el sillón y comenzó a hacer lo mismo. Comenzaron una morbosa carrera, ella se acariciaba el coño con fuerza con toda la mano y él le comía tan profundo como podía el culo mientras se masturbaba con una mano, de vez en cuando él alcanzaba su viscoso coño con la lengua, ella gemía cada vez un poco más, se retorcía y le restregaba con fuerza el culo en la cara.
La chica se presionó con fuerza el clítoris, las piernas le temblaban fuertemente, gemía agudo y unas gotas le se le escapaban del coño, se perdía en el placer de ese asombroso orgasmo, él no paraba de comerle el culo ni de jalarse la verga, Eliza recuperaba la respiración mientras sus piernas aún no se detenían y lanzo un gemido fuerte cuando sintió la lengua de él lamer desesperado esas las últimas gotas de su coño.

—Date la vuelta — dijo él desesperado.

—¿Qué? — preguntaba ella aturdida mientras él intentaba moverla.

—Date la vuelta, acuéstate en el sillón — agregó más firmemente, ella se movía como podía aún en su orgasmatorio sopor.

La chica se ponía boca arriba en el sillón con medio cuerpo, sosteniéndose cómo podía con las piernas en el suelo, aún le temblaban un poco, él se sentaba desesperado en el pecho de ella apuntándole a la cara con la verga en una mano, y en la otra con su celular enfocándole la cara, ella ni siquiera se dio cuenta cuando él tomó el aparato, ella sonrió con malicia, él torció la cara, gimió profundamente, dejó de castigarse el falo, se estiró todo el pellejo hacia atrás y le dio en un ojo con un abundante disparo de lefa. Mario grababa morbosamente como le cerró un ojo a Eliza, la chica sonreía nerviosa con el otro ojo abierto y luego él le dio en el otro a propósito, ella reía un poco ahora cegada por su lefa, el instinto le decía que se moviera o se limpiará al menos, pero quería que él disfrutara esa pequeña y morbosa humillación que le propinaba. Él sonreía con sorna, disfrutaba demasiado su orgasmo, pero esta vez lo mental le ganaba a lo físico, disfrutaba más humillarla, llenarle la cara con su esperma, su chica jamás se le hubiera permitido, pero ahí estaba esa pequeña zorra dejando que él literalmente le llenara la cara de semen, por nada, por una estúpida cita, después de que le rogó que se la follara, todo le invadía la mente, le echaba más de su jugo viril encima intentando grabar lo mejor posible como le llenaba la cara con sus abundantes disparos, intentando llenar todo su lindo rostro, marcar territorio. La frente, una mejilla, un poco en el cabello, por último, en los labios y dientes de la nerviosa sonrisa de la linda chica, ella abría la boca intentando atrapar algo, pero él le pasaba la verga por toda la cara, embarrándole su lefa y terminaba de grabar.

—¡Oye! — expresaba Eliza riendo, intentando con todas sus fuerzas no molestarse.

—Te ves bien con mi corrida en la cara… Putota — agregó nervioso, quería sentir ese subidón de poder.

—Dame algo para limpiarme.
Dijo la chica nerviosa sintiendo el pedazo de carne rondarle la cara, mientras él hacía una foto tras otra.

El chico terminó su diversión de encuadrarla llena de lefa y con su verga en la cara, simplemente le dio sus propios boxers para que ella se limpiara. Reían como amigos y se besaban cómo amantes una vez que ella limpió todo, ella le sostenía las bolas con una mano y lo besaba profundamente, ansiando que él recuperara la erección y perdiera la noción del tiempo.

—Tengo que irme.
Dijo él, separándose del beso, pero sin moverse realmente, ni soltar su precioso culo a 2 manos, mientras ella estaba sentada sobre él de nuevo.

—¡Quédate! Mis papás llegan hasta la madrugada, te presto para el taxi o te quedas, nomás no hacemos ruido, ellos nunca se meten a mi cuarto y te vas en la mañana, súper en silencio antes de que se despierten — dijo ella rápidamente, lo estaba pensando desde que él le comía el coño.

—Estás loca.
Respondió él rápidamente y riendo, la tomó de la cintura y la sentaba como si fuera de trapo sobre el sillón, tan fuerte, ella amaba eso.

—Así siempre le hacemos yo y Julián, cuando mis papás me dejan la casa a veces, él se va en la madrugada o en la mañana en silencio si estamos muy guarros — dijo riendo y viendo que él buscaba sus pantalones, él la miró, se detuvo a pensar.

—Él era quien vendría, ¿Cierto? — pensó de pronto, ella rio nerviosa como quien es atrapado — ¿Le cancelaste? — preguntó sorprendido, su ego crecía invadiendo toda la sala.

—No… Le dije que viniera más tarde, pero no quiso, hizo berrinche, no sé porqué — dijo la chica de mala gana.

Los jóvenes buscaban su ropa y se vestían, se besaban un poco, se tocaban más, reían y salieron de ahí camino a la parada del autobús como ella se lo prometió antes. De pronto en la calle se sentían raros, recordaban esa calle más temprano, llena de gente y luz del sol aún, de pronto sentían sus genitales aún llenos de saliva y la mente llena de culpa, la turbia calle oscura era un retrato perfecto de su moral en esos momentos.

—Jamás le contarás esto a Fany, ¿Verdad? — decía Eliza sentándose a lado de él en la parada del autobús, no había nadie más a la vista.

—Ella ni siquiera creo que pregunte, creo que en serio no quería saber nada — dijo nervioso.

—Pero, aunque pregunté, no le dirías, obvio — dijo nerviosa, buscando confirmación con la mirada.

—No… No creo, no sé — respondió desviándole la mirada.

—¡Mario! — dijo la chica tomándole de los hombros para voltearle y mirarlo a los ojos — NUNCA puedes decirle esto — rogó la chica con la mirada.

—¿Y si pregunta demasiado? ¿Y si me chantajea para saber la verdad? Tal vez sea peor mentirle y que lo descubra — respondió nervioso.

—¡Nadie le dirá! ¡No tiene como descubrirlo! — dijo desesperada.

—Ok, no le diré — respondió rápidamente.

—Júramelo — pidió ella con esperanza, sabiendo que eso no valía de nada, ni siquiera eran amigos y él era el novio de esa chica de la que hablaban — Julián me mataría si se entera, por favor — dijo torciendo la boca.

—Lo juro — dijo Mario sonriendo nervioso.

No dijeron más, él se sentía molesto de las exigencias de ella y Eliza porque él hubiera cambiado tan rápido de decisión respecto a la discreción, el autobús llegó 10 minutos después y él subió apenas despidiéndose de ella, las caricias, el buen rollo y los besos se esfumaron cuando los aplastó la asquerosa y aburrida realidad.
Cuando él llegó a su casa, abrió la conversación con Eliza en Facebook, aquella única conversación. Se sintió extraño de ver qué la última y única conversación que habían tenido eran 5 líneas de cada quien, saludándose, ella pidiéndole la tarea, él entregándosela y ella despidiéndose, él ni siquiera se despidió de regreso en aquella ocasión y hace algunos minutos había tenido el hermoso culo de esa chica en su cara, la boca aún le sabía extraño, como cambian las cosas.
Rápidamente seleccionó aquellos turbios videos y fotos que ella pidió, que luego ella misma grabó y se sintió terrible al mirar la miniatura del último video que él mismo grabó apuntándole a la cara a Eliza con la verga, sentía que lo había grabado alguien más usando su cuerpo, parecía que ese no había sido él grabando eso, todo era aún tan irreal, los envió, salió de la conversación sin escribir nada y borró todo el material de su celular, fue complicado dormir esa noche.

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Cómo mencioné al principio, este el final de este capítulo, pero no de esta historia. Hoy más tarde el segundo y tercer capítulo.

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