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Intriga Lasciva - El Instituto [20]

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Intriga Lasciva - El Instituto [20]


Capítulo 20.

Junta Directiva.

Las cuatro integrantes de Veritas Sectatores se dirigieron a toda prisa a la sede del club. Sin embargo, cuando Sofía Levitz les informó que las esperaba allí, no esperaron encontrarla acompañada. 
Las cuatro chicas se sintieron invadidas. Se supone que ese salón era para que ellas organizaran sus reuniones sin que nadie las molestara; pero ahora estaba lleno de gente que no habían invitado y que se había acomodado en las sillas alrededor de la mesa como si el lugar les perteneciera. 
Allí estaba Sofía Levitz, sentada muy tensa, con su rubio cabello atado en una cola de caballo. Estaba limpiando sus anteojos de secretaria y cuando las chicas ingresaron se los colocó. Las miró con esa condescendencia típica de los que creen que todos los demás son unos imbéciles. 
A su lado había un hombre alto que, a pesar de no tener sobrepeso, parecía un gigante del triple del tamaño de Sofía. Sus grandes manos estaban sobre la mesa y observaba a todas las presentes con ojos serenos. Lo identificaron enseguida como Mario Dalessi, el decano del instituto. 
Se sorprendieron mucho al ver a una mujer joven, bronceada y con una llamativa figura escondida bajo un discreto traje gris. Era la mismísima Brenda Ramallo. 
Sin embargo, lo que más extrañó a las cuatro integrantes del club fue la presencia de otra profesora, Noemí García. ¿Qué hacía ella acá? Era una profesora con al menos veinte años de experiencia en la docencia. Se encargaba de dictar materias como Educación Cívica o Sociología. Era conocida por ser severa y estricta en los exámenes, pero la mayoría de los alumnos la veían como una profesora muy capaz, que rápidamente se ganaba el respeto de sus alumnos. Erika en cambio sospechaba que todos la trataban con exagerado respeto solo para caerle bien y que los aprobara en el exámen de fin de curso. Porque otro rumor que se corría sobre Noemí García era que reprobaba a aquellos alumnos que ella consideraba como “irrespetuosos” o “indisciplinados”. 
 ―Hola, chicas ―saludó Mario Dalessi con una sonrisa bonachona―. Tomen asiento.
Las cuatro se sintieron como en un juzgado. Las integrantes del club estaban en un lado de la mesa y los cuatro invitados, en el lado contrario, mirándolas de frente con ojos inquisidores.
Erika abrió la boca para decir algo, y la cerró de inmediato al sentir un fuerte pisotón de Siara. Ese era el código que su mejor amiga empleaba para decirle: “Por favor, no digas ninguna estupidez”. 
―Estamos acá por petición de Sofía ―dijo el decano―. Me contó sobre el interesante proyecto que tienen. Un club de detectives. De joven me gustaban mucho los relatos de Sherlock Holmes. Hay algo fascinante en envolverse en un misterio y llegar a resolverlo. Las felicito por el original concepto de su club. Sin embargo, lo que nos atañe hoy es…
―Tienen que darnos toda la información que hayan encontrado sobre Brenda Ramallo ―interrumpió Noemí García. 
La pobre Brenda estaba atrapada entre la corpulencia de Noemí y la delgada Sofía. Sin embargo, si hubiera intentado huir por el lado que ocupaba Sofía, después se toparía con un obstáculo mucho más grande: el propio Mario Dalessi. 
―Estamos obligadas a hacerlo? ―Preguntó Oriana.
―Sí ―dijo Noemí con tono seco―. Este es un problema muy grave para el instituto y lo tenemos que manejar con la junta directiva. Esto no es un juego, chicas.
―Nunca lo vimos como un juego ―respondió Siara―. Para nosotras el club es como un trabajo, nos lo tomamos muy en serio. Es cierto que estuvimos investigando a Brenda, pero… 
―Si lo que les preocupa es que haya consecuencias negativas para ustedes ―dijo Mario Dalessi―, no tengan miedo. Aquí la única que está en dificultades es la propia Brenda.
―Justamente por eso, no queremos meterla en problemas ―dijo Erika.  
―Si no comparten con nosotros la información, los problemas los van a tener ustedes ―espetó Noemí.
―Chicas ―interrumpió Brenda, con una cálida sonrisa―. Denles lo que piden. Yo entiendo mi situación. Estoy dispuesta a aceptar las consecuencias. No se compliquen la vida ustedes. 
―¿Estás segura? ―Le preguntó Erika.
―Sí. Que sea lo que dios quiera.
―No metas a Dios en esto ―espetó Noemí―. Él estaría muy avergonzado por tu comportamiento.
―Intentemos agilizar un poquito esto ―dijo Mario Dalessi―. Sofía, contanos por qué le pediste a las chicas del club que investiguen a Brenda.
―Em… técnicamente no se los pedí ―dijo Sofía incómoda, se notaba que no quería hacer contacto visual con Brenda―. Ellas me dijeron que estaban investigándola porque… porque había rumores sobre la profesora Ramallo. Rumores que podían afectar de forma negativa a la imagen del instituto.
―¿Y qué decían esos rumores? ―Quiso saber Noemí.
―Em… este…
―Vamos, Sofía. No tengas miedo ―Mario Dalessi acarició el dorso de la mano de la rubia en gesto tranquilizador―. Vos cumpliste muy bien con tu deber hasta ahora. Solo falta el último tramo y pronto todo esto se va a terminar. Contanos todo lo que sabés, y espero que las chicas hagan lo mismo.
―Está bien. Los rumores decían que la profesora Brenda Ramallo estaba publicando imágenes muy sugerentes en sus redes sociales.
―Pornografía ―acotó Noemí.
―Solo algunos rumores hablaban de pornografía ―continuó Sofía―. Otros solo mencionaban fotos “subiditas de tono”. 
―Que para el caso es lo mismo ―comentó Noemí―. ¿Y decían algo más?
―Los rumores más… severos decían que Brenda intentaba em… seducir a sus alumnos. ―Las mejillas de Sofía se pusieron muy rojas―. Y en algunos casos hasta decían que había llegado a concretar con ellos… 
―Estoy seguro de que ustedes también conocían estos rumores ―dijo el decano dirigiéndose a las integrantes del club―. Y por lo que dijo Sofía antes de iniciar esta reunión, ya llegaron a una conclusión. Estos rumores son ciertos?
Las cuatro chicas permanecieron en silencio durante unos segundos, hasta que Siara suspiró y dijo:
―Sí, son ciertos. Lo siento mucho Brenda, pero aunque nosotras nos quedemos calladas… vas a tener problemas igual. Se podría decir que este fue un caso muy sencillo de resolver. Las evidencias son abundantes.
―Eso es lo que quiero ver ―dijo Noemí García―. Evidencias. 
―¿Estás segura? ―Preguntó Erika―. Porque hay mucho material explícito. 
Esta vez se sonrojaron las mejillas de Noemí, y Brenda emitió una sonrisa burlona.
―Yo también quiero ver esas evidencias ―dijo Brenda Ramallo―. No me importa que sean explícitas, y lo siento mucho si te incomodan, Noemí. Pero acá está en juego mi trabajo. Sé que estás haciendo todo lo posible por echarme. Bueno, si me van a echar, que al menos sea con evidencia sobre la mesa… y no por puros rumores. 
―Em… entonces ¿estamos todos de acuerdo en ver estas evidencias? ―Preguntó Mario Dalessi―. Aunque sean… em… ¿explícitas?  
―Este… em… quizás si son tan explícitas este no sea el momento y el lugar―dijo Noemí―. Hay alumnas presentes 
―Sí, las mismas alumnas que recopilaron esas evidencias ―dijo Brenda―. Ellas ya las vieron. Solo tienen que compartirlas con nosotras. No te preocupes, Noemí. No te vas a ir al infierno por ver un poquito de porno. Todos miramos porno alguna vez en la vida. ¿No?
―Estarás hablando por vos ―dijo Noemí, claramente nerviosa―. Yo no miro esas cosas. Qué asco… 
Brenda puso los ojos en blanco y sonrió. A las cuatro integrantes del club les resultó evidente que Brenda solo intentaba incomodar a Noemí, quizás para devolverle el golpe de alguna forma. 
―Nosotras no tenemos problemas de mostrar lo que sea necesario ―dijo Erika.
―Es tu decisión, Noemí ―dijo Mario Dalessi―. ¿Procedemos? 
―Está bien. Solo porque no quiero que esta reunión sea en vano. Tendremos que soportar un momento incómodo. 
Siara puso su laptop sobre la mesa y la encendió.
―Tenemos las imágenes preparadas, compilando lo que vimos en Twitter y lo que nos pasó… em… un informante. Vamos a mostrarles todas las evidencias que nos pidan; pero no vamos a revelar los nombres de las personas que nos ayudaron a conseguirlas.
―Si son alumnos del instituto, tienen que darnos sus nombres ―dijo Noemí García.
―¿No te parece que eso podría generar una violación a la privacidad de los alumnos? ―Preguntó Brenda―. No necesito saber los nombres, pero imaginá que yo fuera una loca desquiciada y quisiera cobrar venganza contra aquellos que me perjudicaron? ¿Le vas a explicar vos a los padres de los alumnos quién pidió sus nombres? 
―Los nombres de los informantes no serán necesarios ―dijo el decano―. Pueden empezar con la demostración. ¿Qué pruebas tienen de que Brenda Ramallo haya mostrado un comportamiento inapropiado en sus redes sociales, o dentro del instituto?
―Bueno, para empezar, tenemos esta foto. 
Siara estaba un poco molesta con Noemí, por meterse en este asunto, y si podía molestarla con las imágenes explícitas, entonces iría directamente por esas. En pantalla apareció Brenda con una venosa verga erecta en la boca, miraba a la cámara de reojo y se notaba que la estaba pasando muy bien. 
―¡Ay, por favor! Nunca te imaginé haciendo este tipo de cosas, Brenda… sos una profesora. Qué poca decencia. 
―Ay, Noemí. No digas boludeces ―dijo Brenda, poniendo los ojos en blanco―. Acá hay varias mujeres, y estoy segura de que todas, sin excepciones, alguna vez habrán chupado una verga. No es para tanto. ¿No es cierto, chicas? 
―No están obligadas a responder ―intervino el decano.
―Pero sería bueno que lo hicieran ―contestó Brenda―. Me acusan de tener poca decencia, cuando chupar una verga no es nada del otro mundo. Todas lo hicimos alguna vez.
―Yo sí lo hice ―respondió Xamira―, no es para tanto. 
―Em… bueno, solo voy a decir que yo tengo novio ―comentó Oriana―. Saquen sus propias conclusiones.
―Coincido con Brenda ―dijo Siara―, aunque no me gusta tener que reconocerlo, es cierto que yo también lo hice alguna vez… y Erika también.
―Ey, quería contestar yo! ―Se quejó su amiga―. Y sí, yo también chupé verga alguna vez. Aunque tampoco es algo que haga muy seguido. 
―¿Ven? No es para que me acusen de indecente ―dijo Brenda―. ¿Y vos, Sofía? ¿Qué tiene para decir la ilustre presidente del centro de estudiantes? ¿Alguna vez te comiste una verga? 
Se hizo silencio, Sofía Levitz se puso muy tensa. El decano dio un par de palmadas sobre su pierna y le dijo:
―Sé que puede ser incómodo decirlo abiertamente; pero tené en cuenta que acá nadie te está juzgando. Es solo para que Brenda pueda establecer su punto ―la mano en su pierna comenzó a subir lentamente―. Sabemos que sos una alumna ejemplar, y que hayas practicado… em… el sexo oral, no va a cambiar nada de eso.
―Está bien, lo admito ―dijo la rubia, con todo su cuerpo temblando por la tensión―. Yo también chupé verga una vez.
―¿Una vez? Vamos, querida… no te creo que haya sido solo una vez ―dijo Brenda.
―Bien, bien, fue más de una vez. Lo hice en varias ocasiones. Y no creo que debamos tachar de indecente a Brenda por haber hecho lo mismo. 
―Así es. Todas lo hacemos, incluso Noemí, aunque ella nunca lo vaya a reconocer.
―No es cierto, Brenda. Yo nunca hice una cosa como esta y no te permito que me acuses de puta…
―Noemí, por favor ―intervino el decano―. Acá nadie está acusando de puta a ninguna de las chicas presentes. ¿Está claro? 
―Perdón. No fue mi intención ―dijo Noemí―. Es solo que… yo no hago esas cosas. Punto. 
―Creo que las chicas fueron muy valientes en reconocer que lo hicieron ―dijo Mario Dalessi―. En especial, vos, Sofía, teniendo en cuenta el rol importante que cumplís en este instituto. 
Sofía sintió como el decano le agarraba suavemente la mano izquierda y, por debajo de la mesa, la guió hasta su bulto. La presidente del centro de estudiantes se puso rígida. Podía notar la forma del pene flácido de Mario Dalessi apretado dentro del pantalón. En ese momento tendría que haberse levantado y acusar de degenerado al viejo con cara de bonachón; pero no lo hizo porque entendió que esto era su culpa. 
Varias veces Sofía había coqueteado, como quien no quiere la cosa, con el decano del instituto. Eso le permitió ganarse su confianza en tiempo record. De lo contrario una alumna del segundo curso difícilmente podría haberse postulado para dirigir el centro de estudiantes. 
Inclinarse sobre el escritorio del decano con un escote demasiado prominente, o rozar la cadera contra su hombro mientras le mostraba algún documento sobre la mesa eran prácticas habituales en el trato entre Sofía y el decano. 
La joven rubia pensó que la situación nunca pasaría a mayores, el tipo se conformaría con algún arrimón sutil de pocos segundos y nada más. Sin embargo, hace poco la situación se le empezó a ir de las manos… a los dos. 
Mientras amasaba ese bulto, guiada por los dedos del mismo Mario Dalessi, Sofía recordó cómo esos arrimones por detrás comenzaron a volverse cada vez más frecuentes… e intensos. Incluso llegó a sentir el miembro erecto del decano contra sus nalgas.
Y ahora no podía hacer más que aguantar en silencio mientras las chicas del club seguían exponiendo la evidencia contra Brenda Ramallo. 
A partir de este momento las imágenes se fueron poniendo cada vez más explícitas. Siara los bombardeó con fotos de Brenda siendo penetrada en la concha, o con semen saliendo de la misma. Imágenes de la fiel amiga y compañeras de aventuras, Lola. Y fotos del famoso viaje a Cancún donde se mostraba a Brenda en pleno acto sexual.
Erika y Oriana se encargaron de explicar que muchas de estas fotos fueron subidas a Twitter por la misma Brenda Ramallo, a altas horas de la madrugada. Las que no subió Brenda, las publicó la tal Lola que, por cierto, trabaja como prostituta. 
Noemí miraba cada imagen con los ojos desencajados, haciendo comentarios tales como: “Nunca había visto a una mujer con tanta afición por las prácticas obscenas”. “No tiene ni un poco de vergüenza” y el más repetido: “Ay, qué asco!” 
Brenda ni siquiera intentó defenderse, ella se limitó a decir cosas como: “Qué bien la pasé esa noche”. “Al otro día no podía ni mover las piernas”, o “Lola es la mejor, la quiero un montón”.
Y se notaba que las amigas se querían, porque había varias fotos y videos cortos de Lola chupando concha. 
―Si bien no se ve la cara ―explicó Oriana―, nosotras hicimos una rápida comparación y no tenemos dudas de que se trata de Brenda.
―Es cierto, soy yo. Con Lola nos ponemos picantes a veces. 
―¡Incluso con mujeres! ¡Por dios! 
―Ay, Noemí. Me vas a decir que nunca chupaste una concha? Ni una pija? Nada?
―No, Brenda, y te pido que no insinúes esas cosas de mí, y menos frente al decano. 
―Qué vida aburrida debés tener. Al menos yo me la pasé a lo grande en Cancún. Me cogieron todos los días. Sin falta. Y a Lola también, por supuesto. Y sí, lo admito, quise compartir un poco de esa experiencia. Entiendo que estuvo mal; pero… no me arrepiento. 
Sofía estaba en silencio mirando fijamente la pantalla, allí se podía ver una buena foto de Brenda chupando dos pijas, con la cara cubierta de semen. Sintió calor entre sus piernas y cuando el decano abrió su bragueta, ella misma fue en busca del pene, que ya estaba casi completamente erecto. 
―No lo dudo ―dijo Noemí―. Y esa asquerosidad con el semen, por dios… no aguanto más. No sé cómo hicieron estas chicas para aguantar estas imágenes.
―Em… este… ―Xamira levantó un dedo―. Solo voy a decir que no fue para tanto. 
―Lo que la chica quiere decir ―continuó Brenda―, es que a ella también le llenaron la carita de leche en alguna ocasión. Por más que Noemí intente hacer un escándalo de esto, es sexo. Y muchas de las presentes experimentaron estas cosas. Es más, en el instituto se dice que Erika y Siara son novias, así que imagino que ya habrán probado concha.
―¡No somos novias! ―Protestó Erika, poniéndose colorada―. No sé por qué todo el mundo piensa eso. 
―¿No lo son? ¿De verdad? ―Brenda las miró sorprendida―. Esa no me la vi venir. Es que… están todo el día juntas, y siempre muy cerca… Erika siempre se tira encima de Siara, y bueno… así se empieza. 
―No quiero juzgarte por tus actos ―dijo Siara―, pero te pido que no asumas cosas sobre nosotras. No nos conocés.
―Está bien, te pido disculpas.
Debajo de la mesa Sofía se encargaba de masturbar al decano. Sabía que lo que estaba haciendo era inmoral, poco ético, inapropiado para la presidente del centro de estudiantes. Pero… algo de esa gruesa y larga verga le atraía. No la dejaba pensar con claridad. Cuando el decano comenzó a acariciarle la entrepierna, no lo detuvo. Esto le recordó a aquella vez en la que Mario Dalessi se paró detrás de ella mientras revisaban unas carpetas y como él aprovechó para acariciarle la concha por encima de la pollera. En esa ocasión Sofía pensó que el decano había llegado demasiado lejos, ya la estaba manoseando directamente; sin embargo, fue incapaz de detenerlo. Se quedó ahí, muy quietita, y evitando estremecerse por los impulsos sexuales que recorrían su cuerpo. Y ahora tenía que hacer lo mismo frente a un gran grupo de gente. 
―Tenemos más fotos comparadas con lo que Brenda subía a Instagram ―dijo Siara―. Como por ejemplo ésta. En la versión que subió a Instagram se ve que ella está sentada sobre un tipo, los dos sonríen y miran a la cámara. La foto corta justo donde empieza la vagina de Brenda. En la imagen que ella subió a Twitter se puede ver claramente cómo en realidad el tipo la está penetrando. 
―Fotos como estas hay muchas ―dijo Erika―. Brenda subía versiones más discretas a Instagram, pero luego en Twitter publicaba la versión completa, donde se podían ver penetraciones. Como esta otra…
―Bueno, basta. No necesito ver más ―dijo Noemí García―. Ya me quedó claro que Brenda Ramallo tuvo muchos comportamientos inapropiados. Una profesora de este instituto no puede estar subiendo pornografía a internet. Eso daña severamente la imagen del establecimiento. La junta directiva exige tu renuncia.
―¿Que la junta directiva me exige qué? ―Brenda se echó a reír―. No, querida. Yo no voy a renunciar. Si tienen un problema conmigo, tendrán que echarme… y también tendrán que pagarme la indemnización correspondiente.
―No, ni hablar. Mañana mismo presentás tu renuncia en el escritorio de…
―A ver, Noemí. Tengo muchos testigos que escucharon claramente como vos, integrante de la junta directiva del instituto, me estás “exigiendo la renuncia”. ¿Sabías que eso es ilegal? Lo puedo usar en un juicio. Y creanme que si no me pagan la indemnización correspondiente, voy a iniciar acciones legales. Y más gente hablará de este tema… y ¿quién sabe? el caso podría llegar a los medios de comunicación.
Noemí estaba pálida como una hoja de papel. Se quedó completamente muda, sin argumentos.
―No necesitamos llegar a eso ―dijo Mario Dalessi―. Si Brenda Ramallo debe abandonar su puesto, lo hará a través de un despido, con los pagos correspondientes. 
―Muchas gracias, Marito ―dijo Brenda, sonriendo―. Si es bajo esos términos, me puedo ir en silencio. 
―Muy bien. Entonces, entiendo que ya no hay nada más que hablar ―dijo el decano―. Noemí, ¿querés agregar algún comentario?
―Solo voy a decir que estoy muy desilusionada con la forma en la que se comportó una profesora de este instituto. Ahora tendremos que estar más atentos ante futuras… faltas disciplinarias. 
―Perfecto, entonces damos la reunión por finalizada. Chicas, espero que les vaya muy bien con su club de detectives. Si necesitan ayuda con algo, no duden en pedírmelo. Estoy a su disposición. 
Mario Dalessi sostuvo su saco colgado del brazo y lo usó para cubrir la potente erección que había entre sus piernas.
Noemí García y Mario Dalessi abandonaron la sala, Sofía y Brenda se quedaron junto a las cuatro integrantes del club de detectives.  
―Bueno, esto va a estar más que interesante ―dijo la profesora Ramallo. Las demás la miraron, confundidas. Parecía animada a pesar de haber perdido su trabajo―. Sofía, vos y yo tenemos un asunto pendiente. Por tu culpa me echaron ―la aludida se puso muy tensa―. Y me lo voy a cobrar. Definitivamente me lo voy a cobrar. Porque vos no sos ninguna santita, y armaste todo esto para joderme la vida.
―Nunca tuve intención de joderte la vida ―se atajó Sofía―. No quería que te echaran. De verdad. Pensé que solo sería una sanción temporal. 
―Pero no fue así. Ahora no tengo trabajo y eso me molesta muchísimo, porque ganaba muy bien siendo profesora de este instituto. ¿Y sabés qué es lo peor de todo? Que después de esto nadie me va a contratar como profesora, en ningún lado.
―Eso no es mi culpa, vos te hundiste sola, al publicar esas fotos obscenas en tus redes sociales.
―Puede ser, eso fue arriesgado, lo reconozco. Pero lo hubiera podido manejar con discreción si vos no te hubieras metido. ¿Por qué lo hiciste? ¿Eh? ¿Acaso no la pasamos bien juntas? ¿Le contaste a tus amiguitas detectives lo que hicimos juntas?
―Si te referís a la vez que le chuparon la verga a un profesor, sí, nos contó ―dijo Erika.
Brenda la miró sorprendida y luego sonrió.
―Ah, ya veo. Eso no lo vi venir. Pero… estoy segura de que no les contaste todo. ¿Verdad? Habrás decorado la historia para quedar como una pobre víctima de las circunstancias. 
―Bueno, sí ―dijo Erika―, es más o menos lo que nos contó.
―Ya me parecía. ¿Qué te parece si les contamos una versión más completa? ¿Eh? Digo… ya que yo tuve que exponerme a una sesión de humillación pública, me parece justo que vos hagas lo mismo. Al fin y al cabo, si estoy acá es principalmente por tu culpa.
―No, estás equivocada, Brenda… 
La rubia se mostró nerviosa, se puso de pie rápidamente, se aferró a su morral e intentó salir del salón. Pero antes de que pudiera llegar a la puerta, Brenda la interceptó.
―Vos te quedás acá ―dijo, agarrándola por la muñeca.
―Hey, si se van a pelear, vayan a otro lado ―espetó Erika.
―No te preocupes ―Brenda mostró una sonrisa maliciosa―, pelear es lo último que quiero hacer. Ahora mismo solo pienso en pasarla bien un rato. Disfrutar un poco de mi último día como profesora en este instituto… y Sofía, por ser la responsable de mi despido, me va a ayudar. No es cierto? ―La aludida miró fijamente al piso y no dijo nada―. También podríamos aplicar un método alternativo para celebrar mi despedida. Podría ir a contarle todo lo que sé al decano. Sabés que con él me entiendo muy bien, siempre y cuando esa hija de puta de Noemí García no esté presente. 
―No… por favor… no le cuentes nada. Yo no quería que te echen, de verdad. Lo siento mucho. Si supiera que te pueden contratar otra vez, haría cualquier cosa para arreglar la situación. 
―La situación ya no tiene arreglo, pero sí puede mejorar… al menos para mí. Ya te imaginarás lo que tenés que hacer.
―Mmm… y cuándo tendría que hacerlo? ―Preguntó Sofía, toda la seguridad que la caracterizaba parecía haberse difuminado por completo.
―Ahora mismo.
―¿Qué? ¿Ahora? ¿Acá?
―Sí, acá… estas pendejas también me complicaron la vida, por ser tan metidas. Ellas podrían prestarnos el salón por un rato… y si quieren, se pueden quedar. No me molesta tener público.
Antes de que cualquiera de las integrantes del club pudiera preguntar de qué se trataba todo este asunto, Brenda desprendió el pantalón de su traje gris y mostró su tonificado culo a todas las presentes. 
―Hey, ¿qué pensás hacer? ―Preguntó Erika.
―Yo no voy a hacer nada, solo me voy a quedar sentada… la que va a hacer todo es nuestra querida Sofía. No es cierto, Sofi?
―Brenda, por favor ―dijo la rubia―. Razoná un poquito. Está bien, hago lo que quieras; pero en otro lugar… en otro momento. 
―No. Tiene que ser acá y ahora. De lo contrario voy derecho a la oficina de Mario Dalessi y le cuento todo. Hasta tengo evidencias fotográficas… y lo sabés. En cuestión de horas, vos tendrías que buscarte otro lugar donde estudiar. Nos iríamos juntitas a la calle. ¿Qué te parece?
―Está bien… está bien… entiendo tu punto. Querés joderme. Querés humillarme frente a estas chicas. Quizás me lo merezco, no lo sé… pero si es la única forma en que te apiades de mí y no le cuentes nada al decano, lo voy a hacer.
―Es la única forma ―dijo Brenda, al mismo momento en que bajaba su blanca y diminuta tanga. 
Su concha perfectamente depilada y bronceada quedó a la vista de todas. Se sentó en la silla y separó las piernas, con dos dedos se abrió la vagina y le hizo señas a Sofía. Todas pensaron que la rubia no seguiría adelante. Y la sorpresa las invadió cuando vieron que la jovencita se acercaba a su profesora y se ponía de rodillas ante ellas.
―Dale, ¿qué estás esperando? Ya sabés lo que tenés que hacer ―espetó Brenda―. Ni que fuera la primera vez que me comés la argolla.
―¿Esto ya había pasado antes? ―Preguntó Oriana, con suma curiosidad.
―Así es ―Brenda agarró la cabeza de Sofía y la fue acercando lentamente hacia su sexo.
―¿Fue durante lo que pasó con el profesor?
―Sí, a eso me refería con que esta putita no les había contado toda la historia. Si lo único que le dijo es que entre las dos le chupamos la pija al tipo, se queda corta. ¿Por qué no les mostrás lo que hiciste conmigo mientras yo comía verga? Lo más lindo es que ni siquiera se lo tuve que pedir. Ella solita se ofreció. 
Siara, Erika, Xamira y Oriana miraron con asombro cómo Sofía pasaba la lengua por toda la vagina de Brenda. De abajo hacia arriba, deteniéndose en la zona del clítoris. Allí comenzó a jugar con el botoncito, al mismo tiempo que lubricaba toda el área con su saliva.
―Uf… sí, qué rico… así… al menos me voy a llevar una rica chupada de concha. Seguramente esta putita tampoco les contó el motivo por el cual le chupó la pija al profesor.
―Nos dijo que fue porque vos la llevaste a hacerlo ―comentó Erika.
Brenda soltó una risotada.
―¿De verdad? ¿Me echó la culpa a mí? Bueno, yo estaba un poquito entonada, tenía ganas de garchar. Y cuando le comenté que ya tenía pija para comer esa misma noche, ella me siguió y se prendió a chuparla. ¿Saben por qué? Porque es la forma en la que ella consigue lo que quiere. ¿No es así, putita?
Sofía no respondió. Acercó más su boca a la concha, como si tenerla pegada a esos labios vaginales le ahorrara la vergüenza de tener que dar explicaciones.  
―¿Conseguir cosas como cuáles? ―Preguntó Siara.
―¿Cómo creen que llegó a ser presidente del centro de estudiantes siendo tan joven? Seguramente le habrá comido la pija al decano. ¿No es cierto?
―No, eso nunca lo hice ―respondió Sofía, antes de volver a su tarea lésbica. Su lengua se movía con gran presteza por cada rincón de la concha de Brenda.
―Quizás no, pero sí que me di cuenta de cómo le manoseabas la pija mientras estas chicas mostraban las fotos… y él también te metió mano. Seguramente conseguiste ese puesto dejándote manosear por él ―esta vez Sofía Levitz no respondió―. Y al profe le chupó la pija para que la aprobara en un examen. Y conmigo hizo lo mismo.
―No es verdad ―protestó Sofía―. No lo hice para que me aprobaras. Yo soy capaz de aprobar por mi cuenta.
―Ahí es donde te engañás, chiquita. No sos tan buena alumna como creés ―la obligó a pegar la boca a su concha―. Dale, chupá con ganas… eso… así… meteme la lengua ―la rubia obedeció las órdenes de su profesora. Su lengua comenzó a explorar el interior de ese húmedo agujero―. Se nota que te gusta, putita… se nota mucho. Pero también se nota que lo hacés para conseguir favores. Sé de buena fuente que no hubieras aprobado el examen si no le comías la verga al profesor. Él mismo te dio las preguntas antes de la evaluación. Y yo… bueno, digamos que fui muy generosa con la nota que te puse. Demasiado generosa. En mi materia no tendrás un diez, pero sí lo tenés en chupar conchas. ¡Qué buena sos! Y al parecer vos misma te encargaste de correr la voz, porque una de tus amiguitas vino a darme tremenda chupada de concha, porque “Ay, profe, estoy muy nerviosa con el examen”. Me la llevé al baño del cuarto piso y la tuve con la cabecita entre las piernas durante un largo rato. Lo hizo muy bien, aunque me juró que era su primera experiencia lésbica. 
―¿Y qué hay de cierto en que le cobrabas a los alumnos para tener sexo con vos? ―Preguntó Siara.
―Ese rumor tiene buenos fundamentos, no lo voy a negar. Hace un par de años había un pibe, alumno de primer año, que no paraba de hacerme comentarios de doble sentido, y cada vez que podía me arrimaba. Yo le dije, indignada, que si seguía mostrando ese comportamiento lo iba a denunciar con la junta directiva. Y ahí fue cuando él me dijo, así, sin vueltas: “Te pago todo esto si me chupás la pija, puta”. Me quedé dura. Shockeada. En la mesa había un buen fajo de billete. Dólares. Y yo… pensé en las ganas que tenía de viajar a Cancún, y que, a pesar de que mi sueldo no es malo, estaba lejos de tener el capital necesario para hacer el viaje que yo quería. De esa forma descubrí que mi integridad tiene un precio. Ahí nomás, con el aula vacía, me arrodillé frente al pibe y no pasaron ni dos minutos que yo ya tenía la boca llena de pija. El pibe no paraba de decirme cosas como “Yo sabía que eras una puta petera”, “Cómo te encanta la pija”, “Te vas a tragar toda la leche”. Yo le dije que la leche no me la tragaba y él puso más billetes en la mesa, estos pendejos de familia rica parecen tener una impresora de dinero dentro del bolsillo. “Te la vas a tragar toda, como buena puta obediente”, me dijo. Y así fue… fui una puta obediente. Me tomé toda la lechita. Y saben qué fue lo más lindo? Se me mojó toda la concha. Fue una de las experiencias más calientes de mi vida. 
―Así que tu amiga la prostituta no tuvo nada que ver con que vos empezaras a cobrar por sexo ―comentó Erika.
―No exactamente, aunque sí tuvo su aporte. Mi amiga ya era prosti desde hacía años, todo bien con eso, yo nunca la juzgué. Y bueno, después de hacer esto, por supuesto que fui a contárselo a ella. Lola me dijo “Ahora entendés el morbo de cobrar por dejarte coger”. Y sí, sí que lo entendí. También me dijo: “Con unos cuantos petes a estos pendejos forrados en guita, nos vamos a hacer alta fiesta en Cancún”. Y bueno, ya saben lo que pasó. Fui a Cancún a que me rompan el orto a pijazos entre varios, y en la playa. Esa sí que se convirtió en la experiencia más morbosa de mi vida. Y Lola estuvo conmigo todo el tiempo. 
―¿Así que subías fotos sugerentes a tus redes sociales para llamar la atención de futuros clientes? ―Preguntó Oriana.
―En parte sí; pero esa no era la única razón. Cuando empecé a hacer trabajitos de puta con Lola, empecé a sentirme más segura de mi propio cuerpo, de mi belleza, de lo que puedo generar en la gente. Hombres y mujeres. Por eso empecé a subir fotos sugerentes, y de a poquito empecé a sentir la necesidad de mostrar más. Era obvio que me iba a pasar esto. Es como una adicción. Una vez que empezás, después no podés parar.
Xamira sintió un escalofrío recorriendo toda su columna vertebral.
―¿Y vos creés que a cualquier mujer le puede pasar eso? ―Preguntó Xamira. Brenda la miró sorprendida, como si recién se hubiera percatado de que esa chica de cuerpo atlético estaba ahí.
―Ah… vos sos la flaquita de las fotos fitness. Ahora me acuerdo. Ya me llegaron rumores sobre vos. Por cierto, vi tus fotos. Qué cuerpazo tenés. Te felicito. Sos preciosa… y se nota que te gusta jugar al límite. A mí no me extrañaría que dentro de un tiempo estés mostrando toda la concha y el orto. Quién sabe, hasta quizás te animes a mostrar algo más porno. La primera vez que subí a Twitter una foto chupando una pija, me maté a pajas de solo pensar en que habría mucha gente, conocida o no, viéndome con ese pedazo de falo en la boca. Fue muy morboso. 
―Yo no pretendo llegar a tanto ―aseguró Xamira.
―Date tiempo, chiquita. Date tiempo.
Brenda se tomó unos segundos para disfrutar de las habilidades lésbicas de Sofía, quien no le daba respiro a su concha. 
―Lo bueno es que voy a poder negociar una buena indemnización ―comentó la profesora Ramallo―. Al decano le encanta enterrarme el chorizo. 
―¿También te lo cogiste a él? ―Preguntó Erika.
―Sí, varias veces. ¿Cómo creen que aguanté tanto tiempo sin que me echaran? ¿Sabés las veces que alguien del personal de limpieza me sorprendió comiéndole la pija a un alumno? El decano se encargaba de negociar esas sanciones conmigo, personalmente. Y hoy me tocará entregarle el orto, no será la primera vez… a ver, Sofi… ¿Por qué no me metés los dedos por el culo? Así me lo vas dilatando. La pija del decano es bien ancha, y si no voy preparada, me va a partir al medio. Eso, así… por cierto, tampoco es la primera vez que esta putita me mete los dedos en el orto. 
―Para, no entiendo nada ―dijo Erika―. Si te llevás tan bien con el decano. ¿Por qué te echó? 
―Porque la situación ya era insostenible. Además, el decano no es quien manda en este instituto.
―¿Ah no? Yo creí que sí ―dijo Oriana.
―No, es solo una marioneta. Las que realmente mandan son las ilustres integrantes de la junta directiva. Un montón de arpías santurronas. Noemí García es una de ellas. Al decano solo lo dejan participar de las reuniones porque es el títere que necesitan. Porque las que en verdad se encargan de todo son ellas. 
―Esto es muy turbio ―dijo Siara―. Sabía que pasaban cosas raras en el instituto; pero no tenía idea de que también hubiera un grupo de señoras santurronas controlando todo desde las sombras. ¿Tendrán algún tipo de relación con Emilia?
―Habrá que preguntar ―dijo Xamira―, aunque de momento prefiero evitar a Emilia. 
―Oriana, ¿puedo comentarte una cosita fuera del salón? ―Preguntó Siara. 
―¿Sobre Emilia?
―Sí. 
―¿Quién es Emilia? ―Preguntó Brenda―. ¿No será la mami de Dalma Leone? Que flaquita puta, por cierto. Tan mosquita muerta que parecía, y resulta que ya le habían metido tres morcillas por el orto. A esa también la hicieron echar las arpías de la junta directiva. 
Siara y Oriana no le prestaron mucha atención. Salieron del salón y hablaron en voz baja. 
―Lo que te voy a pedir ―comenzó diciendo Siara―, no tiene nada que ver con Emilia. 
―¿Ah, no?
―No. Solamente lo dije para distraer a Brenda. Quiero que vayas hasta la oficina del decano y te las ingenies para dejar escondido el celular en algún lado donde no se vea, pero que pueda grabar todo. 
―Querés que grabe a Brenda cogiendo con el decano?
―Sí.
―¿Para qué?
―No lo sé exactamente. Pero si algo tan impactante como esto va a ocurrir en el instituto, lo mejor va a ser grabarlo. Por las dudas. En caso de que algún día necesitemos zafar de la presión del decano, o algo así.
―Ah, ya veo. Podría ser un buen recurso para el club. Un seguro. Bueno, no te prometo nada. Los celulares son muy grandes y me las voy a tener que ingeniar mucho para esconderlo sin que me vean. Tenemos que invertir en cámaras más chicas. Como una GoPro o algo así. 
―Sí, es cierto. Cámaras y micrófonos. Materiales básicos para todo espía… o detective. Hacé una lista, Oriana. Anotá todo lo que creas necesario, y lo vamos a comprar cuanto antes. Tenemos que estar bien preparada para estas situaciones.
―Muy bien. Espiar al decano y hacer una lista de insumos de espionaje ―Oriana mostró una radiante sonrisa―. Cada día me gusta más ser parte de este club.
Oriana se alejó a paso ligero.
Cuando Siara volvió a entrar vio que Brenda ya se estaba poniendo el pantalón. Al parecer el acto de humillar a Sofía ya había terminado. La rubia tenía la cara muy roja y respiraba agitadamente. 
―Cada vez lo hacés mejor ―dijo Brenda―. Casi me hacés acabar. Espero que el decano se encargue de eso. Sé que mañana me va a doler el orto. 
Ella estuvo a punto de agarrar el picaporte de la puerta, pero Siara la detuvo. Quería comprar algunos segundos para que Oriana pudiera esconder su celular.
―Esperá, antes de que te vayas, quiero decirte que nosotras no teníamos intenciones de hacerte echar. Espero que no estés enojada con nosotras.
―Estás bien, chicas, ustedes hicieron su parte; pero reconozco que yo fui muy descuidada. Jugué al límite durante mucho tiempo. Y vos, flaquita ―miró a Xamira―. Te recomiendo que tengas cuidado con lo que subís a internet, porque ahora Noemí García las va a estar vigilando desde muy cerca. Estoy segura de que no le gusta nada que un grupo de gente esté jugando al detective dentro del instituto y mucho menos si se meten en casos que pueden perjudicar la imagen del establecimiento. 
―Muy bien, estaremos atentas ―dijo Siara―. Gracias por avisarnos.
Brenda se retiró, con aire altanero. Esta vez Siara detuvo a Sofía.
―Ah, Sofi… ―le dijo, mientras la tomaba del brazo―. Vos podrías ayudarnos a que Noemí y la junta directiva no nos molesten tanto.
―Y por qué haría eso? ―Preguntó la rubia, desafiante.
―Y no sé, flaca ―Erika puso los ojos en blanco―. Será porque tenemos evidencias de que le estuviste comiendo la concha a Brenda Ramallo ―le mostró su celular.
―¿Me grabaste?
Siara sonrió. No se dio cuenta en qué momento Erika comenzó a grabar toda la escena, pero agradeció que lo haya hecho.
―Es solo un pequeño seguro ―respondió Siara―. Estoy segura de que, alguna vez, pasarán cosas “inapropiadas” dentro de este salón. Y agradecería que vos miraras para otro lado cuando veas alguna de esas cosas. No te pedimos más. ¿Trato hecho?
―Está bien… está bien. Solo intenten ser discretas. Mantengan las cortinas cerradas todo el tiempo. Si alguien pregunta por qué las cierran, yo me encargo de responder. Pero no me pidan más. No quiero verme involucrada en un caso como este nunca más.
―Muy bien, eso va a depender más de vos que de nosotras ―dijo Xamira―. Quizás no deberías andar chupando tantas pijas a profesores, o conchas a profesoras. 
Sofía Levitz salió del salón, dejando un gélido silencio detrás de ella. 

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1 comentarios - Intriga Lasciva - El Instituto [20]

younlust
Hola, Nokomi, consulta, vas a seguir con esta serie?
Nokomi +1
Pronto. Antes tengo que resubir algunos capítulos que me borraron sin razón. De momento en mi blog se puede leer hasta el capítulo 24.

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