Mi hermanito me ayuda con mamá
Con la misma sutileza regrese a la sala, mi ánimo había mejorado bastante y tenía muchas ganas de masturbarme. La erección se tornó bastante incomoda en mis pantalones, pero la presión y el como mi pene crecía entre mi ropa me excitaba mucho más.
Me vestí con algo de pesadez, era un poco difícil maniobrar con aquella erección, pero hice lo mejor que pude para distraerme para que de alguna forma empezara a bajarse; aquello no sería inmediato así que acomode mi sexo recto, sujeto casi en su totalidad por el elástico del bóxer y para evitar algún accidente, me puse un jean algo ajustado.
Mamá no tardo nada, me llamo de forma sutil mientras salía de su cuarto. Se había cambiado la licra por un jean azul entallado que le llegaba hasta los tobillos, las mismas zapatillas de deporte y la camiseta negra, se había hecho una cola dejando ver sus enormes ojos; y así sin más tenia las llaves del auto en su mano derecha, apoyando su cuerpo en la puerta sobre la izquierda.
Subimos al auto y conversamos de cosas bastante triviales, ignorando el momento que habíamos compartido. La casa de la abuela no estaba lejos, pero si se llevaba su tiempo llegar en auto; y aunque no estaba tan animado por ir, tenia la intención de desconectarme un poco de esas subidas de tención tan extrañas y repentinas que estaba viviendo.
Al llegar a casa, me encontré con que mi tía y su familia también estaban ahí. Jessica era la hermana mayor de mi madre, tenía 38 años y era de mi estatura, solía llevar el cabello hasta los hombros, su piel era clara, tenía una cintura completamente definida, carecía de los muslos potentes de mamá, pero en compensación sus pechos eran bastante grandes.
Ingresé y me encontré con mi tío Carlos en la sala, un hombre bastante amable a primera vista, era mayor a mi tía y me alegraba verlo de sobre manera pues hace poco más de un mes lo habían intervenido de un tumor en la próstata. Junto a el estaba mi primo Ricardo, el era mayor que yo por un año, era mucho más lanzado y hasta cierto punto tosco en su forma de relacionarse, estudiábamos en el mismo instituto, pero la verdad es que no me agradaba y si lo saludaba cuando lo encontraba, era por mera cortesía.
Andrés se encontraba sentado en el mesón de la cocina junto con mi tía y abuela, tan distraído que no se dio cuenta siquiera que habíamos llegado.
Mamá entro primero y saludo con mi tío, mi abuela salió de la cocina con mi tía detrás; yo estaba sujetando la mano de mi tío por delante del sofá, y observe como Ricardo se aceraba a mi madre, era un par de centímetros más alto que yo, así que su frente se acomodaba perfectamente bajo su barbilla, se acercó con desmesura y la abrazo con fuerza, no le daba importancia hasta que vi como su mano bajo de su cintura y se poso en el borde exterior de su muslo, anclándose ahí sin miedo, y lo más raro, mamá no hizo ningún ademan para retirar su mano.
-Xavier ven acá, abrázame un poco. – Dijo mi tía sacándome del transe de ese momento.
-¡Tía Jessy hola! – Respondí sorprendido.
Volteé la mirada y mi tía estaba a centímetros de mí, sus brazos me rodearon y me presionaron hacia ella con tal fuerza, que pude sentir sus enormes y suaves pechos presionarse contra mi y como su volumen se esparcía por la presión de ese abrazo.
-Estas grandote Xavier, debes venir a casa con Ricardo después del colegio para comer. – Dijo mi tía con bastante ánimo.
-Si tía, prometo ir apenas regresemos a clase. – Respondí casi por compromiso.
-¡Tía Jessy hola! – Respondí sorprendido.
Volteé la mirada y mi tía estaba a centímetros de mí, sus brazos me rodearon y me presionaron hacia ella con tal fuerza, que pude sentir sus enormes y suaves pechos presionarse contra mi y como su volumen se esparcía por la presión de ese abrazo.
-Estas grandote Xavier, debes venir a casa con Ricardo después del colegio para comer. – Dijo mi tía con bastante ánimo.
-Si tía, prometo ir apenas regresemos a clase. – Respondí casi por compromiso.
Al soltarme de aquel abrazo, busque rápidamente con mi mirada a mamá. Se había ido a la cocina con mi abuela y Andrés, y Ricardo estaba sentado ya en la sala nuevamente mirando la televisión junto con su padre. Yo me senté y fingí acompañarlos con gusto mientras miraban un reprise de un partido de futbol, mientras pensaba en la sensación de ira que me invadió al imaginar las manos de mi primo en las nalgas carnosas de mamá.
No podía discernir si eran celos, porque en los días recientes había tenido la oportunidad de experimentar un cariño distinto de parte de mi madre, o si por el contrario era ira, porque mi primo no era de mi agrado y que tocara a mamá con tal exceso de confianza me revolvía el estómago.
Mi tío Carlos se dio su momento para conversar conmigo, un hombre muy tranquilo y bastante amigable, era entretenido y pues disfrutaba su compañía, pero entre ese revoltijo de emociones no podía dejar de preguntarme ¿Cómo diablos una persona como el, tuvo un hijo como Ricardo? Era un idiota, el típico bully que se creía mejor de lo que es; había repetido un año y por ello estábamos al mismo nivel en el instituto, y en rasgos generales era bastante altanero y presuntuoso, lo había visto manosear a otras chicas, una que me gustaba, pero no me había enfurecida tanto como verlo tocar a mamá.
La tarde paso lenta, la estadía en la sala fue aburrida y durante la comida estaba ensimismado tratando de descifrar como sentirme; sin embargo, mamá me tranquilizaba dirigiéndome sonrisas coquetas desde su lugar en la mesa.
No estaba poniendo atención en la conversación, pero escuchar mi nombre me hizo volver en sí:
-Si esta Jessy, hoy me hice atender con Elenita, si vas más tarde Xavi te puede acompañar. – Dijo mamá
-A muy bien, entonces dejamos arreglando la casa y salimos Xavier. – Acompaño mi tía
-¿Qué yo que? – Atine a responder
-Lo que conversamos en la mañana mi amor, ya le escribí a Elenita y le dije que irán más tarde tu y Jessica. – Dijo mamá con una sonrisa.
-Ammm… Bueno mamá. – Asentí con cierta resignación.
-A muy bien, entonces dejamos arreglando la casa y salimos Xavier. – Acompaño mi tía
-¿Qué yo que? – Atine a responder
-Lo que conversamos en la mañana mi amor, ya le escribí a Elenita y le dije que irán más tarde tu y Jessica. – Dijo mamá con una sonrisa.
-Ammm… Bueno mamá. – Asentí con cierta resignación.
Con ello la sobremesa llego a su fin, la abuela tomo los platos y los llevo a la cocina, padre e hijo se fueron a la sala nuevamente a la televisión, al tiempo que mamá y mi tía fueron al cuarto de arriba, donde otrora fue su habitación.
Eran alrededor de las 3, y estaba ya aburrido de estar sentado fingiendo que me interesaba lo que pasaba por el televisor, mire mi celular y me levante en dirección al segundo piso, para ver a mi tía y ver la posibilidad de irnos ya al salón; cualquier cosa para no pasar ahí.
Subí despacio dado el aburrimiento, y creo que mis pasos no se escucharon porque las voces de ambas seguían escuchándose con cierta claridad; me detuve en seco antes de llegar a la puerta que estaba algo entre abierta y decidí escuchar:
-¿Qué tal te quedaron los cacheteros? – Pregunto Jessica.
-¡Bastante bien! Pero el que estaba puesto durante la mañana se me metió hasta el fondo. – Respondió mamá.
-Con esas nalgas, hasta los de vieja se te deben meter. – Murmuro Jessica entre risas.
-¡Ay! No seas loca. – Dijo mamá riendo también.
-¿Ya te pusiste el body?
-Aun no, pero me lo voy a poner el lunes para el trabajo.
-¡Acho! ¿A quién queremos impresionar? – Inquirió Jessica
-A nadie tonta, pero así me ayuda a levantar la pancita y me luce mejor la falda. – Respondió mama.
-No creo necesario, si así nomas Ricardo te agarro una nalga con gusto. – Sentencio Jessica.
-¡Si! Me sorprendió eso, por suerte Carlos no lo vio. – Dijo mamá inquieta.
-Pero Xavier sí. – Respondió Jessica.
-¡Uy no! ¿Lo dices en serio dices? – Reacciono mamá con preocupación.
-Si, y a todo esto… ¿Cómo te va con él? – Pregunto Jessica con una voz bastante sugestiva.
-Pues… creo que esta asustado, no se si he hecho bien. – Susurro mamá con preocupación.
-¿Por qué lo dices?
-Porque no me toca, se queda muy quieto y me trata con recelo. – Explico mamá.
-¿Pero y tú? ¿Te deja tocarlo? Le has visto su…
-Si, si se lo he visto… Lo he tocado y no tienes idea… - Respondió mamá con emoción.
-¿Y qué tal? ¿Te gusto? ¿Ya lo probaste? – Pregunto Jessica con deseo e impaciencia.
-¡Ay tú! Claro que me gusto, y no, no lo he probado aún. – Dijo mamá como si se liberara de un gran secreto.
-¡Ufff! ¡Que quedada que eres! No se como es que tuviste 2 hijos tan joven – Inquirió Jessica en un tono burlesco.
-¡Bastante bien! Pero el que estaba puesto durante la mañana se me metió hasta el fondo. – Respondió mamá.
-Con esas nalgas, hasta los de vieja se te deben meter. – Murmuro Jessica entre risas.
-¡Ay! No seas loca. – Dijo mamá riendo también.
-¿Ya te pusiste el body?
-Aun no, pero me lo voy a poner el lunes para el trabajo.
-¡Acho! ¿A quién queremos impresionar? – Inquirió Jessica
-A nadie tonta, pero así me ayuda a levantar la pancita y me luce mejor la falda. – Respondió mama.
-No creo necesario, si así nomas Ricardo te agarro una nalga con gusto. – Sentencio Jessica.
-¡Si! Me sorprendió eso, por suerte Carlos no lo vio. – Dijo mamá inquieta.
-Pero Xavier sí. – Respondió Jessica.
-¡Uy no! ¿Lo dices en serio dices? – Reacciono mamá con preocupación.
-Si, y a todo esto… ¿Cómo te va con él? – Pregunto Jessica con una voz bastante sugestiva.
-Pues… creo que esta asustado, no se si he hecho bien. – Susurro mamá con preocupación.
-¿Por qué lo dices?
-Porque no me toca, se queda muy quieto y me trata con recelo. – Explico mamá.
-¿Pero y tú? ¿Te deja tocarlo? Le has visto su…
-Si, si se lo he visto… Lo he tocado y no tienes idea… - Respondió mamá con emoción.
-¿Y qué tal? ¿Te gusto? ¿Ya lo probaste? – Pregunto Jessica con deseo e impaciencia.
-¡Ay tú! Claro que me gusto, y no, no lo he probado aún. – Dijo mamá como si se liberara de un gran secreto.
-¡Ufff! ¡Que quedada que eres! No se como es que tuviste 2 hijos tan joven – Inquirió Jessica en un tono burlesco.
Al termino de esa frase, mamá y mi tía se unieron en una risa de complicidad como de 2 hermanas adolescentes contándose secretos; pero del otro lado de la puerta yo estaba bastante incrédulo por lo que acaba de escuchar, pero tan excitado por el contexto de la conversación, incluso llegue a imaginar que ambas podían estar semi desnudas conversando o mostrándose su ropa interior, y lo más complejo, que el deseo de mamá por tocarme, este siendo impulsado por mi tía.
Con la misma sutileza regrese a la sala, mi ánimo había mejorado bastante y tenía muchas ganas de masturbarme. La erección se tornó bastante incomoda en mis pantalones, pero la presión y el como mi pene crecía entre mi ropa me excitaba mucho más.
Al cabo de unos minutos, escuche 2 pares de pasos acercarse por las escaleras:
-Xavier… ¡Vámonos! – Dijo mi tía canturreando.
-Mi amor, Jessica se va con Elenita. – Añadió mamá.
-¿En serio? – Respondí con cierta impresión.
-Si mi amor, ya le mandé un mensaje a Elenita y te va a atender sin problema. – Dijo mamá con una sonrisa.
-Si, y de paso me acompañas a arreglarme esta cosa. – Dijo Jessica sujetando su cabello.
-Mi amor, Jessica se va con Elenita. – Añadió mamá.
-¿En serio? – Respondí con cierta impresión.
-Si mi amor, ya le mandé un mensaje a Elenita y te va a atender sin problema. – Dijo mamá con una sonrisa.
-Si, y de paso me acompañas a arreglarme esta cosa. – Dijo Jessica sujetando su cabello.
Salimos de casa de mi abuela y subimos al auto de Jessica. El viaje al salón era relativamente corto, pero durante el trayecto aprovecho para hablar mucho, preguntarme como he estado y si ya tenia novia o algo así, lo que explicaría porque ya no he ido a su casa para almorzar después de clases.
Procure asentir y dar escusas algo tontas para salir del paso, porque el movimiento del auto hacia vibrar sus pechos con suma soltura, y pese a su tamaño era impresionante y poco real que sus pechos se mantengan estables.
Llegamos al salón, estaciono el auto y rápidamente nos bajamos en dirección al ingreso. Jessica se adelanto y pude apreciarla con más detenimiento. Al ser ama de casa, tenía tiempo para hacer deporte, y por comodidad siempre la veía usar ropa deportiva; esta vez usaba una camiseta muy ajustada de color gris y una licra azul profundo que sorprendentemente no marcaba las costuras de su ropa interior, podría adivinar que llevaba una tanga o un hilo dental.
Al ingresar Elena nos recibió, quien no tardo en saludarse con Jessica de beso en la mejilla como preludio para empezar a conversar. Estaba impresionado por la figura de mi tía, nunca la había reconocido como una mujer, pero desde ese primer encuentro con mamá todo había cambiado; que junto con la conversación a hurtadillas que escuche y el espectáculo de verla caminar, reavivo mi excitación.
-Listo, voy a que me laven el cabello y te espero, por cierto ¿Xime hablo contigo? – Dijo Jessica.
-Si Jessy, me llevo a este jovencito y luego voy contigo. – Respondió Elena.
-Va, ya nos vemos Xavier. – Sentenció Jessica.
-Si Jessy, me llevo a este jovencito y luego voy contigo. – Respondió Elena.
-Va, ya nos vemos Xavier. – Sentenció Jessica.
Elena volvió su mirada hacia mí, me sonrió y me dijo:
-Xavisito vamos por aquí.
Ella era una mujer mayor, le calculo unos 45 o 50 años, era de la estatura de Jessica, llevaba un uniforme como si fuera una enfermera de una clínica privada, pero se apreciaba que tenia unas caderas bastante grandes y unos pechos generosos; sin embargo, la ropa no le favorecía, y por lo pronto la imagen de unas nalgas azules completamente lizas me tenían embobado.
-Xavisito que grande que te has puesto, hace mucho que no te veo por aquí. – Dijo Elena.
-Si, es que ya no acompaño a mamá cuando se hace sus tratamientos. – Respondí.
-Me di cuenta, hoy estuvo Xime aquí. Tienes una mamá bastante guapa. – Musito Elena.
-Ammm… No me he dado cuenta… - Respondí con algo de impresión.
-Deberías, porque se la puede llevar algún novio por ahí. – Sentenció Elena.
-Si, es que ya no acompaño a mamá cuando se hace sus tratamientos. – Respondí.
-Me di cuenta, hoy estuvo Xime aquí. Tienes una mamá bastante guapa. – Musito Elena.
-Ammm… No me he dado cuenta… - Respondí con algo de impresión.
-Deberías, porque se la puede llevar algún novio por ahí. – Sentenció Elena.
El comentario de Elena me descoloco, y fácilmente me recordó a la sensación que experimenté cuando vi que Ricardo estaba posando su mano en una de sus nalgas. Me reencendió la molestia y vino a mi mente las poquísimas ocasiones en las que ella había salido con amigos y yo, pues no le había dado importancia hasta ahora. ¿Acaso mamá ya habrá tenido sexo con alguien más?
-Converse con tu Xime y me dijo que vamos a depilar tu zona intima. Sácate el pantalón y tus bóxeres, recuéstate y cúbrete con esta toalla, mientras voy por agua caliente. – Ordeno Elena.
Sin darme la oportunidad para responder, salió del cubículo en el que estábamos conversando. Tenia algo de miedo, de recelo, sería la segunda persona que me vería desnudo en la adolescencia, y lo peor es que ninguna tenía mi edad. Entre el debate de hacerlo o no, solo atine a sacarme los zapatos hasta que Elena volvió.
-¡Xavisito! Ya te esperaba en la silla. – Expreso Elena.
-Ammm… Es que… - Atine a responder.
-No tengas vergüenza Xavi, venga te voy a ayudar. – Dijo Elena acercándose a mi cintura.
-Ammm… Es que… - Atine a responder.
-No tengas vergüenza Xavi, venga te voy a ayudar. – Dijo Elena acercándose a mi cintura.
Elena llevó sus manos a la hebilla de mi pantalón, maniobro con velocidad y delicadeza hasta desabrochar mi cinturón. Sentí como las yemas de sus dedos se aferraban a la cremallera y la deslizaba por sobre el tronco de mi sexo erecto. Apoyó su rodilla en el suelo, sujetó el borde de mis pantalones y de mi bóxer, y de un tirón los llevo hasta mis talones, tan rápido que mi erección se sacudió frente a ella como si le hiciera una reverencia.
-¡Dios mío! Si que has crecido Xavisito… Y ya veo porque Xime me aviso. – Dijo Elena con sorpresa.
-Perdón Elenita… Yo no… - Respondí titubeando.
-Calma Xavisito, es muy normal que pase cuando un hombre se viene a depilar, pero por lo general es cuando se les toca… - Exclamo Elena entre risas.
-Perdón enserio. – Repetí.
-No hay problema, haber recuéstate en la silla. – Ordeno Elena.
-Perdón Elenita… Yo no… - Respondí titubeando.
-Calma Xavisito, es muy normal que pase cuando un hombre se viene a depilar, pero por lo general es cuando se les toca… - Exclamo Elena entre risas.
-Perdón enserio. – Repetí.
-No hay problema, haber recuéstate en la silla. – Ordeno Elena.
Me recosté en la silla reclinable cubriéndome torpemente con la toalla, me acomodé lo más que puede en el espaldar, dejé que mis piernas caigan con soltura, mientras observaba a Elena acercarse con una lavacara cromada, junto con un rastrillo y una lata de crema depiladora.
Continuará…
Este y los demás relatos son 100% reales, unos personales y otros recopilados de varias confesiones realizadas a mi persona. Si quieres contarme tu experiencia para convertirlo en un relato, conversar o solo decir algo, escríbeme; mi correo está abierto.
zpra1515@gmail.com
zpra1515@gmail.com
3 comentarios - Mi hermanito me ayuda con mamá - P4
Espero más entregas pronto, sigue así.
Saludos