Así fue que después de casi dos años espiando y aprendiendo sus gustos y sus mañas, tenía bien claro como ganarme la confianza y la voluntad de esos tipos cojudos, era un putito promiscuo, obediente y sumiso que se prendía a mamar ésas cabezas con deleite y devoción.
Les desfloraba la cabeza de la verga con mucha saliva y lujuria, los lamía, los chupaba, los disfrutaba con un placer exquisito; degustando sus penes como poseído por un espíritu lujurioso que me colmaba de lascivia y deseo. Eran las vergas negras y rústicas de mis tíos
El placer descomunal de poseer ésas pijas y de darles un placer extremo y exquisito. Las ordeñaba a la espera de sus jugos íntimos y me tragaba toda su leche caliente.
No los dejaba ni pensar, los convertía en adictos a mis caricias íntimas sobre esos pijones peludos.
Era un putito promiscuo y pajero, salvaje y atrevido que se metía entre las piernas de sus mayores y los deleitaba.
Les desfloraba la cabeza de la verga con mucha saliva y lujuria, los lamía, los chupaba, los disfrutaba con un placer exquisito; degustando sus penes como poseído por un espíritu lujurioso que me colmaba de lascivia y deseo. Eran las vergas negras y rústicas de mis tíos
El placer descomunal de poseer ésas pijas y de darles un placer extremo y exquisito. Las ordeñaba a la espera de sus jugos íntimos y me tragaba toda su leche caliente.
No los dejaba ni pensar, los convertía en adictos a mis caricias íntimas sobre esos pijones peludos.
Era un putito promiscuo y pajero, salvaje y atrevido que se metía entre las piernas de sus mayores y los deleitaba.
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