Esta es la historia de Manuel, un chico de 19 años que se siente atraído por la novia de su mejor amigo a quien desea profundamente y que lo llevará a poner en juego la relación, jugando con fuego y seduciendo la clandestinidad. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 6: Fuego
- ¡Ay sí!- Gimió Paola mientras me la cogía en cuatro sobre su cama.
La noche se había desvirtuado completamente y tras una pequeña escena de celos por verme intercambiar mensajes con Agustina, me alejó del grupo, me comió la boca y me dijo que quería que nos vayamos a coger. Yo, obviamente, accedí y terminamos en su casa para matarnos a besos y desnudarnos a toda velocidad. Mientras que los padres dormían en la habitación del fondo, la hermana de mi amigo y yo nos íbamos calentando hasta que no pudimos aguantar las ganas y nos pudimos a coger. Obviamente me encantaban los gemidos de Paola y me ponían muy caliente, pero el miedo a que nos escucharan me hizo llevarle la mano a la boca para callarla. Ella automáticamente me mordió dos dedos y por alguna extraña razón, eso me calentó mucho más.
Envuelto en una ola de calor absoluto que me recorría todo el cuerpo me seguí cogiendo a la pendeja como loco, metiéndole y sacándole la pija de la conchita que antes había chupado de forma acelerada. Ella me mordía cada vez más fuerte los dedos y a pesar que me dolía un poco, me calentaba muchísimo que se desahogara de esa manera. “¡Que busca pija que resultaste ser, pendeja!” le dije al oído en base a como me había buscado y un poco motivado por el alcohol me animé a pegarle un chirlo que por suerte no hizo mucho ruido. Estaba muy caliente pues esa noche Paola se había vestido muy provocadora, con un escote que le resaltaban las enormes tetas que tenía y no había podido dejar de mirárselas en toda la noche.
- ¡Arrodillate! Te quiero llenar las gomas de leche.- Le dije cuando ya habíamos cogido por un buen rato y no me aguantaba más las ganas de acabar.
Dejando de lado toda la timidez que había tenido las otras dos veces que cogimos, la hermana de mi amigo se arrodilló adelante mío y se apretó las tetas con las dos manos para que yo le diera todo mi regalo. Automáticamente me empecé a pajear a toda velocidad delante de ella y de la calentura que tenía no pude aguantar mucho más. El semen empezó a salir de la punta de mi verga y cayó todo sobre esas hermosas gomas, las cuales quedaron totalmente pintadas de blanco. Para darle un toque final, después de acabar, utilicé mi pija como un pincel y se lo esparcí por todo el pecho, mientras ella miraba fascinada lo que yo hacía.
- ¡Que putita golosa resultaste ser!- Le dije y me di cuenta que el alcohol hablaba más por mí.
Esa noche quedó en una simple noche de sexo cuando al día siguiente Paola le mintió a todos diciendo que nos habíamos ido juntos porque ella había vomitado y yo la había llevado a la casa. Era obvio que todos sabían lo que había pasado y es por eso que nadie dijo nada, pues nadie le creía. Guillermo y Santiago me preguntaron a mí una vez que los dos nos encontramos solos sin Valentín, ya que él seguramente no iba a querer saber tanto de la vida sexual de su hermana. Obviamente les dije que estuvimos, pero que fue algo de una sola noche y no di muchos detalles al respecto. Sabía que Clara y Micaela iban a hablar con Paola a solas, pero no contaba con que la novia de mi mejor amigo me escribiera esa noche por privado para preguntarme exactamente qué pasó.
“Nada. Estuvimos” le dije tratando de no dar mucha información, aunque era obvio que ella sabía mucho más de lo que aparentaba. Me siguió preguntando un poco más, concentrándose más que nada en que sentía yo con respecto a Paola, hasta que le terminé confesando que solo habíamos cogido y que no quería nada más. “Ya sé que cogieron! Y que cogieron muy bien!” me dijo y me envió un emoji guiñándome un ojo. Le pregunté qué tanto sabía y me respondió diciéndome que sabía que yo había hecho acabar a Paola y que después le había acabado en el pecho, dejando en claro que mi amante había contado todo. “Bueno, no pensé que te ibas a enterar de tanto detalle. Perdón” le escribí sin saber muy bien que decirle y ella automáticamente me dijo que no tenía que pedirle disculpas de nada. “Es más. Podés enseñarle un poco a tu amigo! Que quiero que sea como vos!” insistió y ya las indirectas pasaron a ser muy directas.
“Si querés te agarro yo directamente” le puse jugándomela toda y el tiempo de espera a su respuesta se hizo demasiado largo para mi cerebro. “Cuando quieras” me contestó y la rueda empezó a girar. “No me lo digas dos veces que sabés muy bien que agarro viaje” le respondí para ver si seguíamos en la misma línea y sorpresivamente me respondió lo mismo que antes: “Cuando quieras”. “Mica… Creo que ya sabés las ganas que te tengo. Si me volvés a pedir que te coja, te voy a coger ya mismo” le respondí lanzándome de lleno a la pileta. “Y tu amigo?” me respondió como obviando que su amigo era mi novio. Pensé por unos segundos la respuesta, ya que tenía que ser lo suficientemente inteligente para no cagarla: “Esto es entre vos y yo” le dije y la respuesta de su parte volvió a hacerse muy larga.
Al final Micaela entró en pánico y me dijo que solo me estaba haciendo una broma, algo que yo traté de evitar pero que no pude volver al juego. Más allá de eso, estaba convencido que me lo había dicho en serio y que enterarse de todo lo que había pasado entre Paola y yo la habían hecho saber que yo era un muy buen amante. Si mi amigo no sabía complacer a su novia no era mi problema y si ella me venía a buscar a mí, yo no iba a negarme. ¿Rompía códigos haciendo eso? ¡Obvio! Pero la pendeja me calentaba demasiado como para desperdiciar esa oportunidad y que me enviara una foto “inocente” de ella en pijama antes de irse a dormir no ayudó en nada. “Tenés un culo hermoso” le dije a ver si podía retomar el hilo y ella me contestó “Y vos no te lo comés”. Me sentí desafiado, por lo que automáticamente le respondí “No todavía” y ella sentenció con un “Ta veremos” que dejaba la puerta más que abierta.
A mediados de febrero el club se empeció a vaciar y sobre todo los días de semana, días que más nos gustaba ir a relajarnos en el pasto o en la pileta. Guille parecía estar cada vez más pesado con su novia, abrazándola todo el tiempo y besándola a más no poder, mientras que ella lo esquivaba como podía. Santiago se daba cuenta como yo la miraba y era obvio que sabía que a mi me gustaba ella, lo que él no sabía es que las conversaciones provocadoras habían ido escalando poco a poco y que había hasta llegado a confesarle que quería cogérmela. Ella no había sido tan directa, pero siempre dejaba la puerta abierta y en más de una oportunidad tiraba del hilo hasta ver a donde era capaz de llegar.
Ese miércoles por la noche, los 7 nos quedamos a comer algo en el bar del club. Salvo Santiago, Micaela y yo, el resto se habían bañado antes de la cena, por lo que los tres decidimos irnos a bañar ni bien habíamos terminado la comida y antes de ir a lo de Valentín y Paola para seguir tomando y charlando. Como era de noche y había poca gente, Mica nos pidió de bañarse en el vestuario de hombres para no estar sola, algo que nosotros accedimos sin ningún problema. Lo que yo no esperaba era que antes de entrarnos a bañar Micaela me escribiera un mensaje deseando que Santiago se fuera rápido para estar los dos solos. “Para qué querés que nos quedemos solos?” le pregunté haciéndome el boludo a ver si ella respondía, pero se hizo demasiado evidente que estábamos hablando que tuvimos que entrar a las duchas.
El vestuario está dividido en un gran hall donde están los bancos y los casilleros y tres pequeños cuadrados en los que hay unas 6 duchas en cada uno, todas separadas por pared y cortina. Aprovechando que eramos 3, Santiago entró a una ducha del cuadrado de la derecha, yo a una del cuadrado del centro y Micaela al de la izquierda, el que estaba más al fondo. Los 3 prendimos el agua y nos entramos a bañar, pero había algo en mi cabeza que hacía que no pudiera concentrarme en nada. Decidido, salí de la ducha totalmente desnudo y completamente mojado, miré hacia la derecha para ver que Santiago no estaba y caminé por el cuadrado hasta el hall principal hasta meterme en el segundo cuadrado. El ruido provenía de la ducha del fondo, la más alejada de todas y caminé hasta pararme en frente. Entonces y sin ningún reparo susurré:
- ¿Mica?
Ella abrió la cortina y asomó la cabeza de golpe. Al verme así desnudo cerró los ojos y me preguntó “¿qué querés?”. Automáticamente le tapé la boca para que nuestro amigo no pudiera oírnos y susurrando le dije que me dejara pasar. “No” me respondió ella bajando la voz y riéndose. Su mirada no fue lo suficientemente fuerte y bajó hasta mi cintura donde vio que toda la situación me había puesto la pija al palo. “¡Manuel!” dijo abriendo la boca y susurrando aunque con un tono de sorpresa. “¡Dale Mica! Dejame pasar” insistí y escuchamos como alguien entraba en el vestuario. Apresurada para que no me vieran así desnudo, la novia de mi amigo abrió la cortina y me metió en su ducha para cerrarla después.
Micaela quedó apoyada contra una de las paredes con una mano cubriéndose las tetas y con la otra la concha, mientras me miraba fijo a los ojos. Yo permanecí parado en el centro, con el agua cayéndome de costado y mostrándome por completo a la chica que tenía en frente. Escuchamos como se abrió una de las duchas del último cuadrado, haciéndonos saber que la persona que había entrado, se había metido en el mismo lugar que Santiago. “¡Andá!” me dijo ella sin parar de reírse y yo le dije que no moviendo la cabeza de un lado al otro. “Vos me dijiste que podía agarrarte cuando yo quisiera” le dije y ella agachó la cabeza y se rio de nuevo. Tenía la pija demasiado dura como para irme en ese momento.
- ¿Y si se entera tu amigo?- Me preguntó y nuevamente me hecho toda la responsabilidad a mí.
- No se va a enterar.- Le dije yo sin pensar y viendo que se quedaba callada insistí.- Dale Mica, mirá como me tenés.
Entonces ella se mordió el labio inferior, se sacó la mano con la que se tapaba las tetas y me agarró la pija con firmeza. Automáticamente me lancé hacia ella y la besé con ganas, olvidándome de todo y concentrándome solo en lo que pasaba entre nosotros dos. No podía creer que se me estaba dando. No podía creer que le estaba comiendo la boca con ganas mientras que ella me pajeaba al mismo tiempo que el agua tibia caía sobre nuestros cuerpos. Rápidamente metí mi mano entre sus piernas y empecé a tocarle la concha mientras que con la otra le acariciaba el cuerpo. Estaba muy mojada y la ducha no tenía nada que ver. Bajé hasta su cuello para besarla entera y después seguí hasta sus tetas, las cuales les comí como loca poniéndole los pezones bien duros.
“Nos van a escuchar” me susurró ella queriendo echar todo atrás pero yo me levanté y la besé para callarla. “¿Me la chupás un ratito?” le pregunté sin dar rodeos y ella levantó las cejas sorprendida por mi propuesta. A pesar de eso, Micaela se arrodilló delante de mí y sin dejar de pajearme, se metió mi verga en la boca. Era todo lo que siempre me había imaginado y mucho más. Lo hacía lento, suave, pero sus labios bien carnosos recorrían toda mi pija desde la punta hasta donde su mano estaba y me provocaban un placer increíble. Las rodillas me temblaban, el brazo que tenía apoyado en la pared me servía de apoyo mientras que el otro lo había enredado en los cabellos mojados de Micaela. La pendeja me estaba volviendo loco, me estaba chupando la pija de una manera increíble y me estaba calentando a mas no poder. Ni el agua que me caía encima podía apagar el fuego que tenía encendido en ese momento.
- ¡Ay Mica!- Gemí sin poder aguantarme y ella no se detuvo.
Su cabeza se movía cada vez más rápido hacia adelante y hacia atrás, comiéndome toda la pija y chupándomela de una forma hermosa. Con una de sus manos me seguía pajeando mientras que con la otra me acariciaba los huevos y me volvía loco de placer. Las piernas me seguían temblando, cada vez más. Entonces bajé la cabeza y pude ver como ella me miraba con esos ojitos hermosos desde abajo y sentí como la verga me latía por completo. Sentía que estaba a punto de acabar en ese momento y no quería cortarlo ahí, quería seguir. No daba más, no aguantaba. La adrenalina, el morbo y la calentura de lo que estábamos haciendo me estaban jugando en contra.
Entonces escuchamos como Santiago nos preguntaba desde el hall principal si nos faltaba mucho y era obvio que algo sospechaba. “Ahí salgo” le dije yo para después darme cuenta que seguramente mi voz se había escuchado desde el lugar en el que supuestamente yo no estaba. “Mica amagó a levantarse pero yo la detuve con la mano que tenía sobre su cabeza. “No me dejes así por favor, estoy a punto de acabar” le confesé y ella desde abajo me sonrió y empezó a hacerme una paja de forma acelerada. Estaba muy caliente, con la verga totalmente al palo entre sus dedos y aunque quería continuar por horas ese momento, sabía que tenía que terminarlo rápido para no complicar las cosas. No estaba seguro de cuanto más iba a poder aguantar toda esa lujuria, pero si me seguía mirando de esa manera, la pija me iba a explotar enseguida.
Micaela me miraba con sus ojitos hermosos y con esa boquita toda brillosa después de habérmela chupado. Se había corrido de lugar para que no le acabara encima, pero aún la observaba desde arriba, pajeándome a toda velocidad y acariciándome los huevos con la otra mano. “¡Dale Manu! ¡Acabá!” me dijo tratando de acelerarme pero yo no podía. Estaba muy al palo, pero al mismo tiempo no quería terminar ese momento. Le dije que si me presionaba no iba a poder y entonces decidió ayudarme con su boca. Desde el costado, sacó la lengua y empezó a pasármela por lo largo de la pija, sin dejar de pajearme en ningún momento. Dio justo en el blanco y segundos después noté como la leche empezaba a salir disparada de mi verga para caer contra la pared e ir deslizándose hasta el suelo de la ducha.
- ¡Ahora, andate ya de acá!- Me dijo y se levantó.
Confundido, aún caliente y con la pija muy dura salí de la ducha después de que ella me empujara y me fui corriendo hasta el segundo cuadrado para cortar el agua y buscar mi toalla. Cuando pasé por el hall, tuve la suerte que Santiago estaba revisando su celular, pero antes de entrar en la ducha, pude ver cómo se daba vuelta y se percataba de que acababa de entrar. Me quedé unos segundos, me limpié la pija toda cubierta de semen y sin poder creer lo que acababa de suceder, salí de la ducha para secarme y cambiarme lo suficientemente rápido como para darle tiempo a Micaela. Nos tuvimos que quedar un rato hasta que la otra persona que había entrado se fue, entonces le dijimos que podía salir mientras nosotros la esperábamos afuera, aunque me hubiese encantado quedarme adentro para verla nuevamente toda desnuda y empapada. Lo nuestro no iba a quedar así.
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3 comentarios - La novia de mi mejor amigo. Capítulo 6