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Aislado Entre Mujeres [43].

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Aislado Entre Mujeres [43].




Capítulo 43.

Negociando Información.

Desde que empezaron a pasar cosas raras en mi casa siempre, en algún rincón de mi cabeza, hubo una vocecita temerosa diciéndome: “Algún día toda esta locura se va a acabar”, “Algún día todo se va a ir al carajo”, “Algún día va a pasar algo como…” Como lo que pasó hoy.
Ayelén es una arpía. Eso ya lo tengo más que claro. Sin embargo, nunca creí que fuera capaz de hacer algo así. Una cosa es molestarme y robarme el dormitorio o extorsionar sexualmente a mi mamá (algo que de por sí ya es muy malo); pero poner toda la familia en riesgo, eso ya es cruzar una línea. Esto ya no es una travesura. Ella es malvada en serio. Nos odia a todos y nos quiere hacer sufrir… quién sabe por qué. 
Estoy comenzando a pensar que ella en realidad es como el Joker, el archienemigo de Batman. Es mala porque sí. Es su naturaleza. Solo quiere ver el mundo arder… o al menos quiere ver arder nuestra familia.
¿Cómo le explico la situación a Brenda? 
Disimular es imposible. Desde su perspectiva, ella está viendo a una mujer desnuda en la cama, en cuatro patas, y a su hijo metiéndole la pija por el orto. Toda mi verga está bien metida por el culo, y como si esto fuera poco, hace apenas unos segundos Alicia también le estaba comiendo la concha a su propia hermana, y estoy seguro de que Brenda lo vio. Y aunque no lo hubiera visto, la posición de mi tía, con las piernas abiertas frente a mi mamá, deja todo muy claro. 
Brenda abrió la boca varias veces, como para decir algo. Parecía un pez boqueando fuera del agua. Al final dio media vuelta y se marchó. 
Salí corriendo detrás de ella y pude ver cómo se perdía en el pasillo, en dirección hacia el cuarto de Gisela. 
A mi derecha, mirando todo con una sonrisa maliciosa, se encontraba Ayelén, acostada en un sillón. 
―Te fuiste a la mierda pendeja ―dije, acercándome a ella.
―¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a pegar?
Me detuve en seco. Sería incapaz de pegarle a cualquier mujer, aunque sea una arpía hija de puta como Ayelén. 
―Nadie te va a pegar ―dijo la voz de mi madre desde el interior de la pieza―. Pero te vas de esta casa, inmediatamente.
Un bolso salió volando de la pieza y cayó en el piso del living.
―Qué? Estás loca? ―Preguntó Ayelén, poniéndose de pie.
―Loca estás vos ―dijo mi mamá, asomándose―. No puedo creer que hayas hecho una cosa así. Sabés el riesgo en el que pusiste a la familia?
―No es mi culpa que sean unos degenerados incestuosos…
―Mirá quién habla ―dijo Cristela. Ella es la madre de Ayelén y por un momento creí que defendería a su hija; pero estaba tan enojada como Alicia―. Vos no te quedás atrás en esas cuestiones. O querés que les cuente lo que hacíamos en la pieza cuando nos dejaban solas? 
Ayelén apretó tanto sus labios que se pusieron blancos.
―Te vas ya mismo de acá ―le dije―. No me importa dónde vas a vivir, lo único que sé es que si te quedás en esta casa, vamos a terminar muy mal. Lo tuyo no es hacer “bromitas”, nos querés joder. Simplemente eso. Querés vernos sufrir, como si nosotros te hubiéramos hecho algo malo.
―Sinceramente no entiendo por qué te comportás de esta manera, Ayelén ―dijo Cristela―. Ya habíamos hablado de este asunto, tenés que aprender a convivir con la gente. No podés ser tan… arpía. La última vez que hablamos de este tema te dejamos bien en claro que ya estabas al borde de irte a vivir a otra parte. Me duele en el alma tener que echar a mi propia hija de la casa, pero sé muy bien que tu abuela te va a recibir con los brazos abiertos. No te va a faltar techo ni comida. Si te quedás acá, las cosas van a terminar mal. Es cierto que Nahuel no te va a pegar… pero Macarena… ella te va a romper la cara en cuanto se entere de lo que hiciste. 
―Y quizás Gisela también ―dije―. Porque no conocés a Gisela enojada. 
―Y ni hablar de Tefi ―dijo mi mamá―. Creo que la única que no te rompería el culo a patadas es Pilar… pero quién sabe, últimamente esa chica anda muy rara. Así que mejor te vas de acá, es por nuestro bien, y por el tuyo. Cruzaste un límite Ayelén. Ahora tenemos que ver cómo solucionamos este quilombo, y va a ser mejor hacerlo sin que vos estés acá. Agarrá tu bolso y tomate un taxi hasta la casa de la abuela. Yo te doy la plata. Sos su nieta favorita, esa mujer no sabe lo basura que sos. Como dijo tu madre, te va a recibir con los brazos abiertos. Allá vas a estar mejor que acá.
Fue la misma Cristela quien llevó el bolso de su hija hasta la puerta. Aún estábamos completamente desnudos cuando Ayelén lo alzó y se lo colgó detrás de la espalda. Nos miró a los tres asustada. Creo que nunca imaginó que realmente la echaríamos. No sentí pena por ella, porque ya me tiene harto, y es cierto que en la casa de mi abuela no le va a faltar nada. Tampoco es que la estemos echando para que viva en la calle como un perro. 
Ayelén no dijo nada, por puro orgullo. Cuando el taxi tocó bocina, ella salió en completo silencio. Mi mamá se encargó de cerrar la puerta de inmediato. 
Chau Ayelén. Que la fuerza te acompañe… porque nadie más lo va a hacer. 

--------------

Una hora después yo me encontraba dentro de mi cuarto, intentando distraerme con videos de YouTube. Estaba completamente vestido. Las ganas de andar desnudo por la vida se esfumaron en el mismo momento en que Brenda abrió esa puerta.
Sé que Cristela y Alicia deben estar pensando cómo explicarle todo el asunto a Brenda; pero yo, por alguna absurda razón que no logro comprender, siento que es mi responsabilidad solucionar este quilombo. Quizás siento culpa, por haber presionado mucho a Ayelén. 
No pude quedarme más tiempo encerrado en la pieza, necesitaba hablar con alguien.
Fui hasta el cuarto de Macarena y la encontré toda desnuda en su cama, miraba alguna serie o película en el televisor y sus dedos acariciaban suavemente su húmeda vagina.
―Ah, veo que viniste a suplicar por más de esto ―dijo, abriéndose la concha.
―No, en realidad no. ¿Te podés vestir? Verte desnuda me distrae mucho.
―¿Pasó algo malo?
―Sí.
Ella cubrió su desnudez con la sábana, yo me senté a su lado y le expliqué todo el asunto, sin omitir detalles. De todas maneras a ella no le sorprendió que yo le hubiera metido la verga en el culo a Alicia, ni que estuviéramos haciendo un trío con Cristela. Lo que sí le sorprendió fue la actitud de Ayelén. 
Por supuesto, su primera reacción fue querer cagar a trompadas a esa “rubia arpía hija de puta…”, pero le expliqué que ya no veríamos a nuestra prima por un largo tiempo. 
―Se va a quedar viviendo con la abuela. Pero… a nosotros nos quedó un gran quilombo. Sé que Brenda está con Gisela, y como Gisela no salió de su pieza, asumo que todavía no le contó nada sobre lo que vio.
―Mejor así. 
―¿Qué podemos hacer?
―Sinceramente, no lo sé. Es cierto que Brenda y Gisela tienen una relación peculiar y que a la piba le gustan los jueguitos sexuales; pero esto es demasiado. Esto no lo va a entender tan fácil. 
―Por favor, Maca. Se te tiene que ocurrir algo. Vos sos nuestra única alternativa. ¿Qué va a pasar si esa chica empieza a contarle a todo el mundo lo que vio? ¿Y si nos denuncia? ¿Y si…?
―Tranquilo, Nahuel. No creo que Brenda llegue a denunciarnos, al menos no por ahora. A ver, se me ocurrió algo, no es exactamente una solución. Es más bien como un manotazo de ahogado. Puede salir bien, o empeorar las cosas.
―¿Emporarlas? No necesitamos empeorarlas.
―Ya lo sé. Pero a veces hay que correr riesgos, y es lo único que se me ocurre… bah, eso y suplicarle a Brenda que entienda la situación y que, por favor, no le cuente nada a nadie. Sería una solución temporal; pero… quizás dentro de unos años tenga otra amiga de confianza y quiera contarle lo que vio acá…
―Y eso podría generar una cadena de rumores sobre nosotros.
―Sí. Por eso es mejor arriesgarse por una solución definitiva.
―¿No estarás pensando en matarla?
Ella soltó una fuerte risotada.
―Ay, hermanito. ¿De verdad creés que estoy tan loca como para matar a alguien?
No le contesté.
Macarena me contó su plan. Consistía en comunicarse con la tal Sabrina, la psicóloga que atiende a Brenda. Ella misma le pasó el número de teléfono a mi hermana.
―No sé qué clase de psicóloga es Sabrina, pero por lo poco que me contó Brenda, llegué a la conclusión de que tiene métodos “poco ortodoxos”. Eso es lo que me da un aire de esperanza. Dejame hablar con ella durante un par de días. Voy a ver si todo esto es cierto y qué tanto podemos confiar en su “integridad profesional”. 
―Ok… ¿y qué hago mientras tanto?
―Nada. 
―Pero… ¿creés que tengamos un par de días? Y si Brenda decide…
―No creo que Brenda vaya a reaccionar tan rápido. No te olvides que ella también se metió en algunos jueguitos sexuales un tanto extraños.
―Sí, de hecho… vio como yo acababa en la boca de Gisela.
―Y no dijo nada. Tenemos tiempo, aunque quizás no demasiado. Todo depende de cómo trabaje la cabecita de esta chica. Por el momento vos intentá no mandarte ninguna macana. Si vas a andar con la pija dura, que sea dentro de alguna habitación. Y evitá cruzarla.
―¿Y qué hacemos con mamá? ―Pregunté―. Ella está muy alterada.
―Voy a hablar con la tía Cristela, es la hermana, la conoce bien. Si alguien sabe cómo mantener a mamá tranquila, es ella. 
―Bien, no me gusta esto de esperar; pero confío en vos. Espero que puedas solucionar este quilombo.
―Ojalá. Y bueno, no hay mal que por bien no venga. Al menos ahora no tenemos que aguantar a Ayelén.
―Sí, esa es una ventaja ―admití. 

------------

Para la cena Brenda se inventó la excusa de que le dolía la panza y no quería comer. Mi mamá estuvo a punto de tener un ataque de nervios. Quería entrar a toda costa al cuarto de Gisela para hablar con Brenda, por suerte Macarena logró persuadirla. Le prometió que ella ya estaba trabajando para solucionar el problema. 
Las demás no se dieron por enteradas, por suerte ninguna notó que pasaba algo especialmente raro, más allá de la evidente ausencia de Ayelén. Cristela explicó que, con la intención de pasar una cuarentena más tranquila, Ayelén se fue a la casa de la abuela. No mencionó en qué términos se marchó. 
A pesar de que comimos unas excelentes milanesas con puré, para mí la cena tuvo un sabor amargo.

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Decidí pasar el día siguiente encerrado en mi cuarto, no quería encontrarme con la mirada de desesperación de mi madre y lo único que podía hacer era esperar a que Macarena me actualizara el plan a seguir.
Intenté concentrarme en jugar una partida de League of Legends. No pude hacerlo y mis compañeros de juego terminaron insultándome. Perdimos de forma estrepitosa y la culpa fue mía, lo admito. Lo mejor sería no volver a ese juego hasta que consiga calmarme un poco.
Estaba buscando algo para leer en mi pequeña, pero bien surtida, biblioteca, cuando alguien llamó a la puerta. Pregunté quién era y la voz de Estefanía me respondió:
―¿Puedo pasar?
Abrí la puerta y la dejé entrar. Luego volví a poner la tranca. Quiero automatizar esta acción. En esta casa las puertas se abren solas, como si fuera una película de terror. 
Me senté en la silla frente al escritorio y ella tomó asiento en la cama. Me di cuenta de que, a pesar de la presencia de Brenda, decidió salir de su cuarto vistiendo solamente una remerita rosa sin mangas y una pequeña tanga del mismo color. Cuando caminó ante mí me quedé embobado mirando sus piernas desnudas, y claro que también aproveché para dar un rápido vistazo a sus nalgas. Aunque esté un poco deprimido, hay ciertos instintos básicos que no se pierden.
―Veo que ya recuperaste tu cuarto ―dijo Tefi―. ¿Querés que te traiga la Play?
―No hace falta. Tengo la compu, los libros, comics, la tele… en fin, pasé de no tener nada con qué entretenerme a tenerlo casi todo. 
―Ah, mejor… porque estoy enganchada con el God of War, el juego está mucho mejor de lo que me imaginaba. ―Subió una pierna a la cama y se colocó mirando hacia mí, mis ojos bajaron hasta su entrepierna, que quedó bien apretada por la tela de encaje de la tanga. Si ponía un poco de esfuerzo, podía vislumbrar lo que había detrás―. Pasó algo malo, verdad? Mamá discutió con Ayelén… 
―¿Cómo sabés?
―No lo sé. Pero es obvio que mamá está alterada… bueno, más de lo normal. Y vos también. Si Ayelén se fue de la abuela, estoy segura de que no lo hizo porque quería. 
―Sí, pasó más o menos eso. Una discusión entre mamá y Ayelén. Bastante fea, por cierto. Cristela tuvo que intervenir, sino la cosa hubiera terminado peor.
Aún no me animaba a ser tan directo con Tefi. A pesar de que con ella pasaron cosas muy heavys y que Alicia estuvo involucrada, me cuesta mucho decirle: yo le estaba dando por el culo a mamá cuando Brenda entró y nos vio. El solo hecho de tener que admitir que eso fue un acto sexual incestuoso, sin vueltas, me hace sentir mal. Con Macarena lo pude hablar porque con ella tuve un acto sexual similar. A ella también le di por el culo… sin excusas de por medio, simplemente porque tenía ganas de hacerlo. Pero la situación con Tefi es muy diferente. Las cosas que pasaron con ella se dieron, en su mayoría, para ayudarla con su fuente de ingresos.
―¿Y cómo va la venta de fotos? ―Pregunté.
―Re bien, cada vez mejor. Me animé a aumentar los precios, y funcionó. La gente está dispuesta a pagar un poquito más. Hasta estoy evaluando la posibilidad de abrirme una cuenta en una página que se está volviendo muy popular. Se llama OnlyFans y sirve para compartir contenido erótico propio y recibir pagos mensuales a cambio.
―Eso sería genial ―dije, con una gran sonrisa.
―Sí, el único problema es que tendría que generar contenido de forma constante, y eso, estando encerrada en esta casa todo el día, no es nada fácil. Menos ahora, que tenemos una invitada. Y hablando de eso… ¿qué onda con la tal Brenda? ¿Pasó algo con ella?
Me puse muy tenso.
―¿A qué te referís?
―Me refiero a la forma en que la mirás ―Tefi mostró una sonrisa picarona―. Le tenés ganas, cierto? No te culpo, Brenda es una chica muy linda. Aunque no sé cómo se tomará Gisela que…
―A Gisela no le molesta ―me apresuré a decir―. De hecho, una vez me dijo que me quería presentar a Brenda para que fuera mi novia. 
―¿Ah sí? ¿Y cómo es que terminó siendo la novia de Gisela? No entiendo nada.
―Es que no son novias, son algo así como… amigas con derechos. 
―Ah, ya veo. ¿Y qué pasó con ella? ¿Ya hicieron algo juntos?
―Em… ¿Por qué lo decís? ¿Qué podría haber hecho con ella? Si está todo el día con Gisela ―Intenté esquivar la pregunta, pero solo conseguí quedar como un idiota.
―Lo digo porque hace unos días te vi entrar a la pieza de Gisela… y vi lo que pasaba adentro. Gise y Brenda estaban desnudas… haciendo cositas. Vos entraste y te quedaste ahí un bueeen rato. 
―¿Cómo hiciste para ver eso?
―Soy sigilosa como un gato. Vi más cosas de las que te imaginás, hermanito. ¿Acaso creés que no sé nada de lo que pasa en esta casa? Yo también me muevo por los pasillos. Soy curiosa por naturaleza. Por ejemplo, más de una vez te vi salir del cuarto de mamá con la pija dura… o del cuarto de Macarena. Con Maca no me sorprende, ella está completamente loca. No tiene filtros. Pero… ¿con mamá? O sea, yo sé que con ella pasaron cosas… pero… em… me parece que pasó mucho más de lo que me contaron ―me miró con sus ojazos felinos―. Quiero que me cuentes todo. 
―No quiero… y no podés obligarme.
―Quizás no pueda obligarte, pero sí puedo convencerte. 
―Y cómo pensás hacerlo?
―Mmm… tengo mis métodos.
Se puso en cuatro en la cama mostrándome su culazo entangado. La tela estaba bien encajada entre sus nalgas y su vagina se dibujaba a la perfección. 
―No ofrezcas algo de lo que te podés arrepentir ―le dije. Mi instinto de hermano se activó otra vez, me di cuenta de que me encanta “pelear” con Tefi; pero ahora nuestras peleas son muy diferentes a lo que eran antes―. Ya sabés que no te la bancás.
―Sí me la banco. Te dejé bien claro que no le tengo miedo a tu pija. No importa el tamaño que tenga.
―Vamos, Tefi ―puse los ojos en blanco―, después terminás quejándote de que es mucha pija y te duele. 
―¡Mentira! ―Meneó su culo―. Estás poniendo excusas porque tenés miedo de contarme.
En eso tiene un poco de razón. Aún así, no le voy a dar la victoria tan fácil.

Diario de Cuarentena:
<De pie, soldado. Tenemos una nueva batalla que librar>.

Me acerqué a Estefanía al mismo tiempo que me quitaba el pantalón, con la verga flácida colgando entre mis piernas la tomé por la cintura y comencé a restregarme contra sus nalgas.
―Es una buena forma de convencerme ―dije―, no te lo voy a negar. Te contaría todo, pero… sé que si se me pone dura no te la vas a bancar.
―Te digo que sí me la banco. Creo que sobreestimás el tamaño de tu verga.
―No es el tamaño de mi verga lo único a tener en cuenta, vos no tenés tanta experiencia que digamos. 
Sabía que eso presionaba una tecla sensible en ella.
―Puede que no tenga tanta experiencia como Macarena; pero sé cómo manejar a un boludo como vos. Al fin y al cabo ¿quién es el degenerado que se mata a pajas mirando fotos del culo de su hermana, eh?
Sé que ella no está realmente enojada conmigo, es parte de su juego mental para desestabilizarme. 

Diario de Cuarentena:
<No se deje manipular, soldado. El enemigo juega sucio>.

Mi verga no tardó en endurecerse, con semejantes nalgas ante mí la erección era inevitable. Moví hacia un lado la parte de la tanga que cubría la concha de Tefi y ésta quedó parcialmente a la vista, lo justo y necesario como para permitirme posar el glande en el agujero de su sexo.
―¿Te la vas a bancar? ―Le pregunté mientras frotaba mi verga contra ella.
―¿Me vas a contar todo?
―Yo te cuento todo si prometés que te la bancás.
―Yo me la banco si prometés que me vas a contar todo. 
Supe que con esta discusión no llegaríamos a ningún lado.

Diario de Cuarentena:
<Cadete Nahuel, tiene permiso para usar la artillería pesada>.

Agarré mi verga con fuerza y presioné más, estos estímulos hicieron que se me pusiera aún más dura. Ya la tenía lista para el ataque. Empecé despacio, presionando para que mi glande se metiera en su concha, por suerte ella ya estaba lubricando en abundancia, eso me daba una ventaja física y otra psicológica.
―Ah, veo que ya te estás mojando todita.
―No te la creas tanto, pendejo. Estoy mojada porque antes de venir acá estaba haciéndome una paja.
―Ajá… ¿y en qué pija pensabas mientras te hacías la paja?
Tefi no respondió. 
Le di una embestida más fuerte y soltó un agudo gemido. Mi verga comenzó a entrar y mi hermana inició un meneo de caderas muy sensual. Me dio la impresión de que quería provocarme, pero que al mismo tiempo intentaba dilatar más su concha al provocar el movimiento de la verga dentro de ella.
Avancé con una dura estocada, logré meterla más y ella chilló.
― ¿Ves? No te la bancás… y eso que todavía no entró completa. 
―Qué estuviste haciendo en la pieza de Gisela? ―Preguntó―. ¿Acaso a ella también le gusta jugar con tu verga?
―A Gisela le gustan las mujeres ―respondí.
―¿Qué tiene que ver? A la tía Cristela y a Ayelén le encantan las pijas; pero también comen concha con mucho gusto. Gisela podría hacer algo parecido, pero a la inversa. ¿Y su amiguita? Brenda tiene pinta de ser una buena amante de las pijas. Vamos, Nahuel, es obvio que pasó algo ahí dentro. Ah… y también vi a Brenda salir desnuda de la pieza de mamá. Pero eso ya lo sabías, ¿no? Porque vos también estabas ahí.
―Y qué te hace pensar que yo estaba ahí? ―Pregunté mientras movía mi cadera, ya me la estaba cogiendo, lentamente y sin meter la verga completa, pero era una cogida en toda regla.
―Simple descarte. ¿Dónde más podrías estar? Acaso Brenda estuvo jugando con vos y con mamá?
―No, solo con mamá ―le dije.
―¿Ah si? 
―Sí, yo tuve que esconderme en el baño cuando Brenda entró. Al parecer Gisela la desafió… para que se cogiera a mamá. No sé por qué lo hizo exactamente.
―Mmm… interesante ―Tefi movió más sus caderas provocando que la verga se hundiera aún más adentro de su concha―. Así sí vale la pena… mmm… ―bajó su cabeza y la apoyó sobre el colchón, al mismo tiempo se aferró a las sábanas, estrujándolas entre sus dedos. Suspiró de puro placer mientras yo iba entrando cada vez más―. Pero igual, no me estás contando todo. 
―No, porque ya se nota que te cuesta aguantar la pija. Me parece que te está doliendo.
―No me duele tanto… mmmm… y cuando dilate mejor, me va a doler menos. Es solo cuestión de tiempo. ¿Y con Pilar pasó algo?
―¿Qué sabés de eso?
―Solo lo que ella me contó… y no fue mucho. 
―¿A ella no pudiste convencerla?
―Como poder, hubiera podido. Solo que no quise. Sabías que Pilar anda con ganas de experimentar con mujeres?
―Algo me comentó.
―No sé por qué todas tienen tantas fantasías lésbicas. A mí no me llama la atención comer concha, hasta… me da un poco de asco. 
―¿Aunque sea con una chica linda? ―Pregunté. Mis embestidas ganaron buen ritmo y Tefi las recibió sin mayores problemas. Quizás ella también aprendió a aguantar mejor en el sexo. 
―Sí, creo que sí. Mirá que ver desnuda a mamá me impactó un montón, o sea, la desgraciada es preciosa. Tiene un orto tremendo y unas tetas de infarto; pero aún así… bueno, no sé, es mi mamá… quizás no sea el mejor ejemplo.
―Claro…
―Sé que ella te ayudó con tu “problemita” y me queda claro que te chupó la pija. Lo que no sé es si eso fue algo de una o dos veces… o se volvió un tema recurrente. Y… me genera mucha intriga saber si le acabaste en la boca.
―¿Por qué? ¿Acaso te da morbo el semen en la boca?
―Aunque no lo creas, sí… y me da más morbo ver cuando otra mujer lo hace. Es raro, ¿no? Por ejemplo, si viera a Pilar con la cara llena de semen, me calentaría más que verme a mí misma. 
Es obvio que mencionó eso de Pilar porque ya sabe, o sospecha, que la ayudé a cumplir una de sus fantasías con el semen. Es astuta, sabe jugar sus cartas. Me demuestra que tiene cierta información; pero nunca me la deja ver del todo. 
Decidí desviar la atención otra vez hacia Alicia, al fin y al cabo ya estuvo presente en algunas de esas intensas charlas con nuestra madre… y en los juegos eróticos que se organizaron en casa. Ya no me da miedo contarle todo a Tefi, creo que puedo confiar en ella; pero no voy a ser tan tonto de darle toda la información sin obtener algo a cambio.
El problema es que mi táctica no está funcionando. Si no hago sufrir un poquito a Tefi, ella seguirá teniendo el control de la situación. Tengo que demostrarle que no puede aguantar toda mi verga.

Diario de Cuarentena:
<Cadete: no le dijimos que tiene permiso para usar la artillería pesada? Úsela, y úsela bien. Apunte al objetivo más vulnerable>.

Saqué la verga y le quité la tanga por completo. Así me encontré con mi verdadero objetivo: el apretado y virginal culo de mi hermana.
―Hey, ¿qué hacés? ―Preguntó ella cuando empecé a frotar la verga contra su retaguardia.
―¿No dijiste que te la bancabas?
―Sí, pero nunca hablé de entregar el orto.
―Claro, porque te da miedo. 
―No me da miedo.
―No seas orgullosa, Tefi. Los dos sabemos que la vez anterior te dolió mucho. 
―Era mi primera experiencia.
―Y esta sería la segunda. 
―No exactamente… ya estuve practicando un poco… con mis propios medios. 
―¿Ah si? Bueno, vamos a ver si hubo cambios… ah, pero no se va a poder, necesitamos un buen lubricante. 
En realidad dije eso por pura compasión, sin embargo Tefi lo interpretó como una provocación. 
Abrió el cajón de la mesita de luz y sacó un pote que decía claramente “Lubricante anal”.
―Tomá, usá esto ―dijo, alcanzándome el pote.
―¿Cómo sabías que eso estaba ahí?
―Solo lo sabía y punto. 
―Mmm… ¿No será que Ayelén tuvo algo que ver con esas prácticas anales? ―Pregunté mientras cubría mi verga de lubricante, también puse una generosa cantidad en su culo.
―Quizás.
―Dale, contame… si vos sos sincera conmigo, yo te cuento más sobre mamá.
―Está bien, está bien… una noche estaba muy caliente y viene a pedirle ayuda a Ayelén. Ella me chupó la concha y… también me metió los dedos en el orto. Por eso sabía que el lubricante estaba ahí.
―Para tener tanto desprecio por el sexo lésbico, recurrís mucho a la ayuda femenina. 
―Hey, pero la que chupó fue ella.
―¿Vos simplemente te quedaste ahí, quietita sin hacer nada?
Puse el glande contra su culo y comencé a presionar hacia adentro.
―Bueno, no tan así… 
―Ya me parecía, a Ayelén no le gusta la gente pasiva. Algún favor te habrá pedido a cambio. ¿Qué tuviste que hacer?
―Al principio, nada… ella me chupó la concha con mucho gusto y no me molestó que me metiera los dedos en el culo, de hecho… estuvo rico. Lo disfruté más de lo que me imaginaba. ―Ella apretó sus dientes y se puso roja cuando mi glande comenzó a abrirle el culo, pero siguió hablando haciendo de cuenta que nada pasaba―. Pero después tuve que… em… hacer eso que llaman “la tijereta”, concha contra concha.
―Hey, eso ya es sexo lésbico puro y duro.
―Nada que ver.
―Que sí. Preguntale a Gisela cómo cogen las lesbianas. La mitad del tiempo debe ser de frotar concha contra concha. 
―Pero yo no se la chupé a Ayelén… ¡¡Ay!!
Tefi tuvo que morder la almohada cuando el glande logró introducirse completo dentro de su culo. Fue gracias a la magia del lubricante, porque aún lo tiene muy apretado.
―¿Qué pasa? ¿Te duele?
―Mmm….
―No escucho….
―Auuuu…..
Empecé a mover la verga lentamente, mi glande bombeaba dentro de su culo y ella hundía más su cara contra la almohada.
―Admití que te duele y que ya no querés más. Yo te prometo que paro… pero si tengo que parar, vas a tener que ser muy cariñosa conmigo, de otra manera. ¿Me explico?
―Nunca. 
―Qué orgullosa que sos, pendeja… ¿Qué más hiciste con Ayelén? ¿Eh?
―Le chupé las tetas.
―Eso también es bastante lésbico.
―No sé… no me molesta chupar una teta. Las tetas son lindas.
―¿Le chuparías las tetas a mamá?
―Sí, claro… siempre y cuando no tenga que chuparle otra cosa. 
Hablando de tetas, me aferré a las de Tefi, usando un poquito más de fuerza de la necesaria; pero sin llegar a lastimarla. Se las estrujé un poco mientras daba embestidas contra su culo. La verga no quería ir más adentro.
―¡¡Ay, por dios…!!
―¿Duele? Cuando vos lo pidas, puedo parar… eso sí, no te olvides que, en compensación, vas a tener que portarte muy bien conmigo. Y quizás yo te cuente todo lo que quieras saber.
―Mmmm… 
Tefi mantuvo su cara pegada a la almohada, su orto estaba precioso, en pompa, esperando por más de mi verga. La saqué y volví a penetrarla con mi glande. 
―Uy dios…. ―volvió a quejarse mi hermana.
―Y eso fue solo la puntita.
―¿Qué? Me estás jodiendo.
―No, hermanita. Lo digo muy en serio. Es solo la cabeza de la pija… todavía falta todo lo demás. 
―¡Ay, por favor!
Su espalda se arqueó, ahora su cara miraba al techo, aproveché la oportunidad para tirar de sus pelos y mantenerla quieta en esa posición, mientras tanto fui dándole embestidas en el culo, consiguiendo que mi verga entrara un poco más. Se sintió de maravilla, su culo estaba muy apretado, sin embargo parecía dispuesto a dejar entrar todo mi miembro… a su debido tiempo. 
La que no parecía muy dispuesta a aguantar durante todo ese tiempo era Tefi. Su cara estaba muy roja y su frente ya se veía cubierta por gotitas de sudor. Tenía los dientes apretados y resoplaba por la nariz. 
―Ay, mamita querida… ay… ay… mmmmm
―Vamos, Tefi… tragate tu orgullo, y después te tragás mi verga; pero por la boca, en lugar de por el culo. Trato hecho?
―Está bien… ay… uff… no doy más, me vas a romper el orto… auch… está bien, te la chupo todo lo que quieras.
―¿Te dejás coger también?
―Sí, me dejo… si me contás todo me dejo; pero por el culo no, por favor. Es mucha pija. Mmm… sacala. 
Hice lo que me pidió. Al sacarla pude ver que el agujero de su culo había quedado bien dilatado. Ella cayó sobre la cama, y yo me acosté a su lado, con la pija apuntando hacia el techo. 
Para mi sorpresa, Tefi se me acercó, me envolvió con uno de sus brazos y apoyó su cabeza contra mi pecho. Pude haber aprovechado ese momento de debilidad para hacerle saber que, esta vez, había ganado yo; pero me pareció una tontería arruinar un momento tan lindo. Acaricié su espalda y nos quedamos los dos en silencio durante unos segundos, mientras recobrábamos el aliento. Ella lo necesitaba más que yo. 
Después de un rato, y sin que yo se lo pidiera, bajó su cabeza y se tragó buena parte de mi verga. El pete fue fantástico, con ganas como si fuera una experta en la materia. No me miró a los ojos mientras la chupaba; pero sí noté que quería esforzarse por hacerlo bien, incluso acarició mis huevos y le dio algunos buenos chupones.
Se quedó allí, tragando pija como una campeona durante un buen rato. Yo me quedé en silencio, disfrutando, con los ojos cerrados. Los abrí unos minutos después, cuando Tefi se montó sobre mí. Apuntó la verga hacia su concha y fue una penetración perfecta, completa. Su sexo se tragó todo mi falo sin problemas. Esta vez sí me miró a los ojos y sonrió.
―Dale, contame todo ―me dijo con voz sensual―. Contame todo y yo te prometo que la vas a pasar bien.
Le creí. 
Empecé a escupir información como el desertor más ruin. 

Diario de Cuarentena:
<No se preocupe, soldado. El pelotón está con usted. Cuéntele al enemigo todo lo que sea necesario>. 

La forma en la que Tefi movió sus caderas sobre mí fue impresionante. Más se meneaba y más hablaba yo. Le conté de las “ayudas” que recibí de mamá y cómo esto se fue poniendo cada vez más turbio. Descubrí una cosa que me sorprendió bastante. Mientras más morbosos eran los detalles, más interés despertaba en Tefi. Ella me pedía más información. “¿Y te la chupó mucho?” “¿Esa vez se tragó el semen?” “¿Se la metiste hasta el fondo?”
Incluso tuve que contarle algunas partes dos o tres veces.
También le hablé de Gisela y su extraño comportamiento, de su juego con Celeste y el intercambio de fotos porno. Le tuve que contar cómo ayudé a Pilar a cumplir sus fantasías, que Pilar me perdone; pero… es que Tefi es una tigresa en la cama. Saltó sobre mí provocando que mi verga saliera casi completa, solo para hundirse hasta el fondo de su concha. Fue una maravilla. Además me permitió chuparle las tetas. ¡Qué ricos son sus pezones!
Cuando volvió a chuparme la pija y se tragó el semen tuve que empezar a contarle sobre los juguetes anales que probó Pilar y también Tefi me pidió detalles sobre esa vez que mamá nos descubrió a Pilar y a mí en la cama y cómo yo penetré a mi hermana por debajo de las sábanas.
Después hablamos de Macarena. Sí, porque al acabar no finalizó la cosa. Tefi me dejó unos minutos para descansar y luego volvió a chuparme la pija, para ponerla dura. Cuando quedó bien rígida volvió a montarse sobre mí e inició una nueva sesión de cabalgata salvaje. 
Madre mía. De verdad que tiene aguante. 
El movimiento de su vientre me vuelve loco, parece una odalisca. Es impresionante.
Le conté de Ayelén y cómo nuestra prima chantajeaba a nuestra madre. Le hablé de Cristela y de cómo me ayudó a mejorar el aguante en el sexo. 
La charla fue larga, intensa y Tefi siempre estuvo haciendo de las suyas, a excepción de las pequeñas pausas que nos tomábamos para descansar. Sin embargo, durante esas pausas yo seguía hablando. 
La puse al tanto sobre todo lo que pasó en esta casa durante la cuarentena, le conté cosas que ella ya sabía, y cosas que no. Le expliqué lo que pasó realmente con Ayelén y la sucia treta que ella usó para jodernos la vida. También le dije que ahora Macarena estaba ideando un plan para intentar salvarnos. 
Me alegró poder compartir todo esto con Estefanía. La situación en casa estaba complicada y mientras más aliadas tuviera, mejor. Si ella estaba al tanto del asunto, podría ayudar. Y así lo prometió. Dijo que haría lo que fuera necesario para proteger a la familia. Le creí. Al fin y al cabo ella hizo mucho por nosotros. Expuso su propio cuerpo para que tengamos ingresos, y sé que no va a dejar que una arpía como Ayelén nos arruine tan fácilmente. 
Fue una de las mejores noches de mi vida, y también una de las más largas. No sé cuántas veces Tefi se tragó mi verga, ni sabría decir cuántas veces se montó sobre mí. Solo puedo decir que cogimos hasta que quedamos agotados y ya no hubo nada más que contar.
Nos dormimos juntos, abrazados entre sábanas deshechas y con los cuerpos sudorosos. No nos importó. Estábamos agotados. 
Justo antes de quedarme dormido tuve la impresión de que Tefi posaba sus labios sobre los míos… o quizás solo fue un sueño.


Comentarios Destacados

Tasmuerto15 +5
Como me encanta Tefy es la mejor de todas. La amo. Excelente relato

6 comentarios - Aislado Entre Mujeres [43].

dellinspiron67 +1
Que locura como me calienta tefy... Que excitante cada uno de los rematos. Como digo siempre, gracias hermosa por compartir esta historia sos una crack!! +10 y a favs
DGE1976
Excelente...como siempre...como todos
ARRECHOPATU +2
Por favor no nos vayas a dejar con el suspenso.
Caballino01
MUY BUEN RELATO NOKOMI!! TE FELICITO