Mi amiga Elena había vuelto de las vacaciones hacía unos días y, tras 2 semanas de viaje con su marido y sus dos hijos, estaba como loca por tener una cita algo morbosa y salir de la rutina. En cuanto tuve una noche libre en el bar, quedé con ella para cenar y darla esa marcha que tanto necesitaba. Elena, para la ocasión, se inventó una cena con compañeras de su trabajo, pero en realidad, quien abajo la esperaba en coche, era yo y mis ganas de follarla. Están ganas subieron más, cuando la vi acercándose al coche, pues llevaba un pequeño mono de tela, rojo, con tirantes muy finos, media espalda al aire, un escotito redondo y tan cortito que terminaba nada más acabar su culo.
En cuanto nos alejamos un poco, mi mano se posó en su pierna y nos besamos en el primer semáforo que pare. Mientras íbamos al restaurante esta me conto lo mal que había pasado las vacaciones sin poder ser mala. Cuando lo decía me acariciaba el paquete que estaba loco por salir del pantalón. Tan cachondo me puso Elena en el camino que, al llegar al parking, aparqué lo más lejos que pude y apartado. Al parar el coche, nos empezamos a besar y la dije que tenía que empezar a saciar su hambre de polla. Me saque la polla del pantalón y Elena tras sonreírme y besarme, se colocó a gatas en el asiento y empezó a mamármela con sus gorditos y ricos labios. Esta comenzó suave, disfrutando de mi glande, para poco a poco ir metiéndose todo en la boca y hacerlo más rápido. Acariciaba su cabeza con una mano y su culo con la otra, dejándola llevar la iniciativa, debido a las ganas que tenia de polla. De vez en cuando la daba un azote y le decía que recordara que nos podían pillar allí, que si ese era el morbo que ella necesitaba. Esta no me respondía pues no paraba de tragarse mi polla, pero con las manos si me daba el ok.
Cuando me corrí, Elena metió mi polla entera en la boca y trago y trago como una loca, pues no quería perder ni una gota de mi semen. Al dejármela seca y limpia, me dio un beso en el glande. Se puso de rodillas y nos besamos. Elena me dio las gracias por que necesitaba mucho una buena polla y encima en una situación donde nos podían haber pillado.
Nos fuimos a cenar y allí no paramos de besarnos y acariciarnos, pues no había peligro que nosotros supiéramos. Me levante para ir al baño, pero, en realidad, era una excusa para volver con un hielo en la mano. Al volver a la mesa, llegué por su espalda y comencé a pasar el hielo por esta. Elena dio un fuerte suspiro y se estiro. Yo me incline y la bese el cuello, mientras seguía pasando el hielo por su espalda y cuello. Tras darnos un buen beso, me senté y observé como sus pezones se marcaban en su sujetador y mono. Pase una de mis manos por ellos y la dije que veía que le había gustado el hielo.
Al salir del restaurante le dije a Elena, que la había llevado a ese restaurante porque cerca había un parque que intuía que le iba a gustar. Esta me dio un fuerte beso, mientras agarraba mi paquete, como forma de darme las gracias. De camino al parque nos acariciábamos los culos. Al llegar al parque nos sentamos en un banco, donde nos empezamos a besar y meter mano, como si no hubiera nadie más en el parque, cosa que no era así. Comencé a besarla y lamerla el cuello y las orejas, hasta que noté, con mi mano, que sus pezones volvían a estar bien duros.
Cogí a Elena y nos metimos entre unos matorrales, apoyando su espalda contra un árbol. Seguimos besándonos, yo acariciaba el culo de Elena y esta me saco la polla del pantalón, comenzando a masturbarme. Volví a besarla el cuello, bajando hacia uno de sus tirantes, el cual mordí y dejé caer por uno de sus hombros. Fui besándola por su pecho descubierto por el escote, hasta llegar al otro hombro y hacer lo mismo con el otro tirante. Seguí besando un poco su pecho y cuello, hasta que agarre y tire de los tirantes hacia abajo. Fui agachándome, hasta acabar arrodillado y con su vestido en los tobillos. Elena se veía preciosa con un sujetador rojo, de aro, sin tirantes, redondeando sus carnositos pechos y un minúsculo tanga de hilo, también rojo. Le quite el vestido y lo tire a un lado. Comencé a besarla y acariciarla los muslos. Fui subiendo y bajando, hasta que solo subí, con los besos y llegué a su coño tapado. Lo mordí sin apartar el tanga, mientras la acariciaba el culo. Aparte el tanga y comencé a pasar mi lengua por sus labios vaginales, subiendo hasta el clítoris, con el cual jugueteaba mi lengua. Uno de mis dedos comenzó a masturbarla el culo. La giré y comencé a besarla y morderla los glúteos. Mi dedo ahora comenzó a masturbar su coño. De vez en cuando se me escapaba algún azote más o menos fuerte. Elena empezó a soltar pequeños gemidos.
Me levante y me eche sobre su espalda, aplastándola contra el árbol, mientras restregaba mi polla por su culo. La giré y me volví a agachar. Aparte su tanga, nuevamente, para comerla bien el coño, sin parar hasta que se corrió en mi boca. Volví a levantarme y nos besamos. Mis manos comenzaron a acariciar sus pechitos y ella agarro de nuevo mi polla, para seguir masturbándome. La desabroche el sujetador y lo tire con el vestido. Estaba deliciosa solo con el tanguita diminuto y esos pechitos carnositos, tan duros, apuntándome. Agaché la cabeza y los comí y mordí, mientras también los acariciaba.
Ordené a Elena agacharse y comencé a golpear su cara con mi polla. Agarré su cabeza con mis manos y la apreté contra mí, restregándosela junto a mis huevos. La hice abrir la boca y comencé a follarla la boca, cada vez un poco más duro, hasta que volví a agarrar su cabeza y apretarla fuerte contra mí, metiendo entera y fuerte mi polla en su boca. No la saque, ni deje de moverla, hasta que esta me dio varios golpes en la pierna, pues se ahogaba. Tras dejarla respirar unos segundos, volví a follarla un poco más su rica boca.
La levante y la volví a poner, mirando al árbol. La di un azote muy fuerte, que debió de oírse fácil tras los matorrales al igual que el grito de Elena. Me puse un condón, aparte su tanga y comencé a follarla el culo. Empecé bien suave, metiéndola y sacándola casi entera. Comencé a acariciar sus pezones. Según subía la velocidad en su culo, también apretaba más mis manos en sus pechos y los estiraba más. Elena y yo nos besábamos, evitando así que gimiera fuerte, salvo alguna vez que no podía resistirse.
Cambie de agujero y la folle el coño. Una de mis manos, siguió con uno de sus pechitos y la otra subió hasta su nuca, apretando su cabeza contra el árbol. Acabé pasándola hacia delante y metí cuatro de mis dedos en su boca todo lo dentro que pude. La giré y la cogí en vilo, con su espalda contra el árbol. Volvimos a follar y nos besábamos como locos, mientras mis manos, acariciaban sus muslos y sus pechitos. De vez en cuando bajaba la cabeza para lamer o morder uno de sus pezones. Cuando no nos besábamos, Elena gritaba que la tenía cachondísima y que no parara por nada. Yo no los veía pues estaban a mi espalda, pero Elena me dijo que varias personas nos habían visto entre los matorrales, pues habían asomado sus cabezas, aunque poco tiempo.
Elena se corrió y la baje, volviéndola a poner mirando al árbol. Volví a follarla el culo, bien duro, hasta que yo me corrí dentro. Elena se arrodillo, me quito el condón y me hizo una buena limpieza al glande. Elena se giró y nos besamos apoyados contra el árbol. Mis manos acariciaban sus pechitos y esta no paraba de decirme lo que me había echado de menos estos días.
Nos vestimos y volvimos hacia el parking, sin parar de besarnos y acariciarnos, llegando a este, cachondos nuevamente. Nos dimos un largo y caliente beso al montarnos y partimos hacia casa de Elena. De camino seguimos besándonos, cada vez que podíamos, y metiéndonos mano. Tan cachondo iba, que tuve que parar unas calles antes de su casa, diciéndole que tenía que calmarme nuevamente o no se iba a bajar del coche.
Elena me sonrió y se puso a gatas en el asiento. Comenzó a mordisquearme el paquete, mientras desabrochaba mi pantalón. Saco mi polla y me masturbo, mientras me comía los huevos y besaba el glande. Mi mano se poso en su culo, acariciándolo. Elena comenzó a hacerme una mamada riquísima a distintas velocidades y mi otra mano se poso en su cabeza, acompañando los movimientos.
La mano de mi culo se introdujo, apretadamente, por un pequeño hueco que dejaba el pantalón del mono y la masturbe el culo, apartando su tanga. No paramos ninguno de los dos hasta que volví a correrme.
Elena y yo nos besamos y seguí, un poco más, masturbando su culo, antes de arreglarnos y partir de nuevo, dejándola en la puerta de su casa.
En cuanto nos alejamos un poco, mi mano se posó en su pierna y nos besamos en el primer semáforo que pare. Mientras íbamos al restaurante esta me conto lo mal que había pasado las vacaciones sin poder ser mala. Cuando lo decía me acariciaba el paquete que estaba loco por salir del pantalón. Tan cachondo me puso Elena en el camino que, al llegar al parking, aparqué lo más lejos que pude y apartado. Al parar el coche, nos empezamos a besar y la dije que tenía que empezar a saciar su hambre de polla. Me saque la polla del pantalón y Elena tras sonreírme y besarme, se colocó a gatas en el asiento y empezó a mamármela con sus gorditos y ricos labios. Esta comenzó suave, disfrutando de mi glande, para poco a poco ir metiéndose todo en la boca y hacerlo más rápido. Acariciaba su cabeza con una mano y su culo con la otra, dejándola llevar la iniciativa, debido a las ganas que tenia de polla. De vez en cuando la daba un azote y le decía que recordara que nos podían pillar allí, que si ese era el morbo que ella necesitaba. Esta no me respondía pues no paraba de tragarse mi polla, pero con las manos si me daba el ok.
Cuando me corrí, Elena metió mi polla entera en la boca y trago y trago como una loca, pues no quería perder ni una gota de mi semen. Al dejármela seca y limpia, me dio un beso en el glande. Se puso de rodillas y nos besamos. Elena me dio las gracias por que necesitaba mucho una buena polla y encima en una situación donde nos podían haber pillado.
Nos fuimos a cenar y allí no paramos de besarnos y acariciarnos, pues no había peligro que nosotros supiéramos. Me levante para ir al baño, pero, en realidad, era una excusa para volver con un hielo en la mano. Al volver a la mesa, llegué por su espalda y comencé a pasar el hielo por esta. Elena dio un fuerte suspiro y se estiro. Yo me incline y la bese el cuello, mientras seguía pasando el hielo por su espalda y cuello. Tras darnos un buen beso, me senté y observé como sus pezones se marcaban en su sujetador y mono. Pase una de mis manos por ellos y la dije que veía que le había gustado el hielo.
Al salir del restaurante le dije a Elena, que la había llevado a ese restaurante porque cerca había un parque que intuía que le iba a gustar. Esta me dio un fuerte beso, mientras agarraba mi paquete, como forma de darme las gracias. De camino al parque nos acariciábamos los culos. Al llegar al parque nos sentamos en un banco, donde nos empezamos a besar y meter mano, como si no hubiera nadie más en el parque, cosa que no era así. Comencé a besarla y lamerla el cuello y las orejas, hasta que noté, con mi mano, que sus pezones volvían a estar bien duros.
Cogí a Elena y nos metimos entre unos matorrales, apoyando su espalda contra un árbol. Seguimos besándonos, yo acariciaba el culo de Elena y esta me saco la polla del pantalón, comenzando a masturbarme. Volví a besarla el cuello, bajando hacia uno de sus tirantes, el cual mordí y dejé caer por uno de sus hombros. Fui besándola por su pecho descubierto por el escote, hasta llegar al otro hombro y hacer lo mismo con el otro tirante. Seguí besando un poco su pecho y cuello, hasta que agarre y tire de los tirantes hacia abajo. Fui agachándome, hasta acabar arrodillado y con su vestido en los tobillos. Elena se veía preciosa con un sujetador rojo, de aro, sin tirantes, redondeando sus carnositos pechos y un minúsculo tanga de hilo, también rojo. Le quite el vestido y lo tire a un lado. Comencé a besarla y acariciarla los muslos. Fui subiendo y bajando, hasta que solo subí, con los besos y llegué a su coño tapado. Lo mordí sin apartar el tanga, mientras la acariciaba el culo. Aparte el tanga y comencé a pasar mi lengua por sus labios vaginales, subiendo hasta el clítoris, con el cual jugueteaba mi lengua. Uno de mis dedos comenzó a masturbarla el culo. La giré y comencé a besarla y morderla los glúteos. Mi dedo ahora comenzó a masturbar su coño. De vez en cuando se me escapaba algún azote más o menos fuerte. Elena empezó a soltar pequeños gemidos.
Me levante y me eche sobre su espalda, aplastándola contra el árbol, mientras restregaba mi polla por su culo. La giré y me volví a agachar. Aparte su tanga, nuevamente, para comerla bien el coño, sin parar hasta que se corrió en mi boca. Volví a levantarme y nos besamos. Mis manos comenzaron a acariciar sus pechitos y ella agarro de nuevo mi polla, para seguir masturbándome. La desabroche el sujetador y lo tire con el vestido. Estaba deliciosa solo con el tanguita diminuto y esos pechitos carnositos, tan duros, apuntándome. Agaché la cabeza y los comí y mordí, mientras también los acariciaba.
Ordené a Elena agacharse y comencé a golpear su cara con mi polla. Agarré su cabeza con mis manos y la apreté contra mí, restregándosela junto a mis huevos. La hice abrir la boca y comencé a follarla la boca, cada vez un poco más duro, hasta que volví a agarrar su cabeza y apretarla fuerte contra mí, metiendo entera y fuerte mi polla en su boca. No la saque, ni deje de moverla, hasta que esta me dio varios golpes en la pierna, pues se ahogaba. Tras dejarla respirar unos segundos, volví a follarla un poco más su rica boca.
La levante y la volví a poner, mirando al árbol. La di un azote muy fuerte, que debió de oírse fácil tras los matorrales al igual que el grito de Elena. Me puse un condón, aparte su tanga y comencé a follarla el culo. Empecé bien suave, metiéndola y sacándola casi entera. Comencé a acariciar sus pezones. Según subía la velocidad en su culo, también apretaba más mis manos en sus pechos y los estiraba más. Elena y yo nos besábamos, evitando así que gimiera fuerte, salvo alguna vez que no podía resistirse.
Cambie de agujero y la folle el coño. Una de mis manos, siguió con uno de sus pechitos y la otra subió hasta su nuca, apretando su cabeza contra el árbol. Acabé pasándola hacia delante y metí cuatro de mis dedos en su boca todo lo dentro que pude. La giré y la cogí en vilo, con su espalda contra el árbol. Volvimos a follar y nos besábamos como locos, mientras mis manos, acariciaban sus muslos y sus pechitos. De vez en cuando bajaba la cabeza para lamer o morder uno de sus pezones. Cuando no nos besábamos, Elena gritaba que la tenía cachondísima y que no parara por nada. Yo no los veía pues estaban a mi espalda, pero Elena me dijo que varias personas nos habían visto entre los matorrales, pues habían asomado sus cabezas, aunque poco tiempo.
Elena se corrió y la baje, volviéndola a poner mirando al árbol. Volví a follarla el culo, bien duro, hasta que yo me corrí dentro. Elena se arrodillo, me quito el condón y me hizo una buena limpieza al glande. Elena se giró y nos besamos apoyados contra el árbol. Mis manos acariciaban sus pechitos y esta no paraba de decirme lo que me había echado de menos estos días.
Nos vestimos y volvimos hacia el parking, sin parar de besarnos y acariciarnos, llegando a este, cachondos nuevamente. Nos dimos un largo y caliente beso al montarnos y partimos hacia casa de Elena. De camino seguimos besándonos, cada vez que podíamos, y metiéndonos mano. Tan cachondo iba, que tuve que parar unas calles antes de su casa, diciéndole que tenía que calmarme nuevamente o no se iba a bajar del coche.
Elena me sonrió y se puso a gatas en el asiento. Comenzó a mordisquearme el paquete, mientras desabrochaba mi pantalón. Saco mi polla y me masturbo, mientras me comía los huevos y besaba el glande. Mi mano se poso en su culo, acariciándolo. Elena comenzó a hacerme una mamada riquísima a distintas velocidades y mi otra mano se poso en su cabeza, acompañando los movimientos.
La mano de mi culo se introdujo, apretadamente, por un pequeño hueco que dejaba el pantalón del mono y la masturbe el culo, apartando su tanga. No paramos ninguno de los dos hasta que volví a correrme.
Elena y yo nos besamos y seguí, un poco más, masturbando su culo, antes de arreglarnos y partir de nuevo, dejándola en la puerta de su casa.
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