A medida que se encaminaba hacía el negocio de don Juan, noto que rápidamente se volvía el centro de atención de todo los hombres viejos, jóvenes y adultos que se cruzaban con ella, ninguno se podía sustraer a la vista de las enormes nalgotas que se bamboleaban de un lado a otro, a pesar de que la chiquilla estuviera usando esa camisa bien holgada, su vestimenta se podía interpretar como si fuese con medias negras con un mini vestido holgado que apenas le tapaba el trasero, ya que era realmente imposible ocultar el desarrollo de sus inmensas nalgotas, era algo que enardecía el morbo y la calentura de cualquiera al comprobar que la dueña de semejante culazo era una niña adolescente.
La nena se fue dando cuenta que los hombres se quedaban sorprendidos viendo como se bamboleaban sus inmensas nalgotas, haciendo que la camisa se meciera y se le fuera subiendo poco a poco y lentamente, enseñando más de ese carnoso par de grandes y obscenos cachetes, exudando sexualidad como ninguna, los hombres se quedaban hipnotizados viendo como se movía la voluptuosa chiquilla, era un verdadero espectáculo para los vecinos admirar a la escultural chamaca.
A su paso ya le empezaban a decir piropos, donde ella solo volteaba con su hermosa cara y les dedicaba una media sonrisa, hasta los carros bajaban la velocidad para admirarla con más detalle para silbarle y decirle toda clase de comentarios hasta su camino al negocio de abarrotes de don Juan, cuando en eso un lujoso auto Mercedes Benz del año se orilló, ahí se percató que el vidrió del copiloto se comenzaba a bajar al mismo tiempo que escuchaba la voz de un hombre, que aparentemente quería preguntarle algo, a lo cuál se acercó ya que era una chica muy amable y servicial.
Donde pudo comprobar que era un hombre de más de 50 años y pelo canoso, pero bien conservado, de rostro varonil, bastante guapo, de hecho parecía ser extranjero porque tenía facciones italianas, con ese toque recio y varonil, vestía camisa y jeans como granjero de clase alta, además la jovencita no pudo evitar que el maduro lucía bastante fuerte por los grandes músculos que se marcaban notoriamente a través de la camisa, parecía ser un hombre importante, quién la miró completa dentro de las posibilidades, pero suficientes para darse cuenta que la mirada de ese señor irradiaba deseo por su cuerpo.
Hola nena, disculpa que te moleste, pero sabes que te ví desde el auto, y no pude evitar detenerme para decirte que… eres bellísima.
Gracias…
Respondió a penas la jovencita, poniéndose colorada de los nervios y las sensaciones que empezaban asaltar su cuerpo por estar siendo admirada nuevamente por un hombre mayor, pero la gran diferencia es que ahora, era un señor guapo y que parecía ser muy importante, de esos con mucho dinero, lo sintió tan poderoso que no pudo evitar emocionarse y llenarse de orgullo por llamar la atención de un hombre así, haciendo que sonriera desviando la mirada mientras comenzaba a sentir que le daba calor.
¿Cómo te llamas? Le pregunto mientras posaba su mirada en el sexy canalillo que se hacía entre las portentosas tetas de la jovencita, que al estar inclinada levemente para conversar, no se daba cuenta que estaba mostrándole gran parte de la desnudez de sus tremendas tetotas.
Angie…
En esos momentos la colegiala se cuestiono porque le estaba dando su nombre a un desconocido, esa era una de las primeras lecciones que los padres enseñaban a sus hijos, sin embargo, había algo en ese hombre que le hacía no cuestionarse qué estaba hablando con un desconocido, a la misma vez que ignoraba que la camisa se le había subido de la parte trasera.
Dejando a vista y paciencia de cualquiera que pasara por ahí en esos momento el nacimiento y algo más de sus descomunales glúteos encalzados, que se habían escapado descaradamente de la camisa por la inclinación que había adoptado la culona chamaquita para hablar con el señor, apoyándose en la puerta. Cualquier mal pensado que viera a la inocente colegiala pensaría que era una puta descarada a plena luz del día
Lindo nombre, igual que su dueña, yo soy Emilio, encantado, dijo el maduro con una voz cargada de sensualidad junto con una amplia sonrisa, que inspiraba seguridad.
Igualmente…
La muchacha no paraba de ruborizarse y de sentir ricos estremecimientos, que poco a poco se iban transformando en algo más, muy nerviosa por lo que estaba sintiendo, intentaba ser lo más cortante posible, ya que ella era una chica decente y no debía estar hablando con señores extraños, menos estar sintiéndose como lo estaba haciendo.
¿Te gustaría dar un paseo conmigo preciosura?
El corazón de la inocente colegiala se comenzó a agitar por lo que le proponía ese hombre, más aún con los ricos cosquilleos que estaba sintiendo en su cuerpo, haciendo que de los nervios juntará los muslos para apretarse la entrepierna, logrando que la camisa se le subiese un poco más, mostrando más el culo para quiénes pasaban por ahí
No señor, tengo prisa.
No hay problema Angie, pero avísame cuando quieras, pasándole una tarjeta con sus datos.
Angie con el corazón a mil y sin decir nada tomó la tarjeta, inclinándose aún más para alcanzarla, momento que don Emilio aprovechó para acariciarle la mano, haciendo que sintiera esas ricas sensaciones que le generaba la piel de hombres de edad, ignorando que la camisa ya se le había subido completamente, dejando ahora sí al descubierto las enormes proporciones de sus inmensas nalgotas, que por la inclinación de su espalda hacía que se viese aún más soberbio y descomunal con esas calzas que le ajustaban de manera endemoniada la figura, enterrándose de manera obscena y vulgar en la tremenda raja que dividía semejante culazo.
El cuál estaba siendo precisamente observado lujuriosamente por dos hombres que se venían acercando, quienes se quedaron mirando embobados el tremendo espectáculo que estaba ofreciendo la culona, quienes la admiraban eran dos de los cuatro obreros que la habían morboseado el día anterior, quiénes a la hora de almuerzo salían a pegarse una marivuelta para conllevar los agotadores turno 24x7 que llevaban para terminar a tiempo con las obras, si bien les pagaban mejor, era bastante sacrificado, particularmente estaban trabajando en la construcción de una lujosa casa que se encontraba en la avenida más importante del sector.
Lautaro mira el tremendo culazo que tiene esa puta.
Ummmm la cago, los mansos cachetes la maraca culia, y mira como lo muestra…
Acerquémonos piola, para mirarla más de cerca, parece que es una puta de verdad, mira como para el poto, se nota que quiere verga.
¿Una puta trabajando un día domingo?, mm puede ser, no sé, hay solo una forma de averiguarlo…
Los obreros se llamaban Rigoberto y Lautaro, el primero era de rasgos toscos y piel morena, su cara estaba llena de imperfecciones producto del acné cuando joven, era de contextura gruesa y bastante musculoso debido a que siempre se había dedicado a la albañileria, debía andar cerca de los 52 años y era muy alto, mide como 1.85.
Don Lautaro por su parte era un viejo de 64 años, que estaba trabajando sus últimos años antes de jubilarse, también era moreno y de rasgos indígenas, tenía un tajo en la cara que se había ganado en una pelea callejera cuando joven, también había sido apuñalado en diferentes partes de su cuerpo, dejándole varias cicatrices que demostraban sus heridas de guerra, ya que ese viejo incluso había estado en la cárcel en varias ocasiones, tenía condenas por abuso, violación y tráfico de drogas, era temido en el barrio donde vivía por su prontuario policial, poseía una actitud violenta y agresiva, de mirada desafiante le había otorgado el respeto en los suburbios.
Ambos eran sujetos desagradables y horrorosos antes los ojos de muchas mujeres por su aspecto físico, tenían un muy mal vivir entre el alcohol, cigarro y drogas, por otro lado eran machistas a la antigua, estaban casados pero eran mujeriegos empedernidos, que veían a la mujer como un simple objeto de satisfacción.
Llámame preciosura, lo pasaremos genial. Dijo el maduro ocupando todas sus técnicas de seducción, mirándola de una manera profunda y penetrante, con esa voz masculina que estaba derritiendo a la jovencita, que no era capaz de apartarse del toque de su mano, que la había dejado retenida dentro del carro por unos segundos.
Angie muy nerviosa se apartó al fin incorporándose y guardándose la tarjeta en el bolsillo, desconociendo el tremendo espectáculo que le había ofrecido a ese par de viejos degenerados.
Lo pensaré..
No te arrepentirás, te lo prometo, hasta pronto culoncita rica.
Angie vió el auto partir a toda la velocidad quedándose impactada por esas últimas palabras, pero sobre todo, excitada, ya podía sentir la humedad en su vagina, pero cómo podía ser con un desconocido, un hombre que ni siquiera conocía, se sintió mal por los valores que le habían inculcado sus padres al respecto, pero su cuerpo le estaba contradiciendo, ahí estaba parada, sintiendo esas exquisitas sensaciones que había sentido ayer, pero inmediatamente se autoincrimino, no podía dejarse llevar por esos deseos que provocaba en los hombres mayores, menos después de sentirse tan arrepentida por haberle entregado las nalgas al viejo conserje.
La nena muy inquieta respiro profundo por unos segundos, sin percatarse que la camisa se le había levantado por encima de las nalgas, hasta que escuchó la carrasposa voz del viejo don Lautaro
Ummm que grande tienes las nalgas pendeja culona, para romperte el culo toda la tarde…
La colegiala se sorprendió y se giró para ver quién era el desgonzado que le hacía esa clase de comentario tan ordinario y vulgar, ya que siempre le decían de todo tipo de cosas, siempre podía sentir las miradas lascivas de los machos a sus redondas y duras nalgotas, fue ahí cuando sintió esa intensa electricidad nuevamente recorrer su columna al identificar que eran dos de los obreros de ayer, ahora que los veía más de cerca pudo apreciar lo feo que eran en comparación al caballero anterior.
Recién ahí se percató que se le había subido la camisa por la manera pervertida que esos obreros le estaban mirando las pompis, seguro fue cuando se inclinó para recibir la tarjeta pensó, siendo consciente del espectáculo que le había regalado a esos viejos pervertidos, no sabía cuánto rato tenían mirándola, pero lo más seguro es que la hayan estado viéndola desde antes, automáticamente se arregló la camisa y salió caminando rauda con la cara roja de vergüenza.
Es la misma pendeja que andaba mostrando el culo ayer, la potona de las calzas transparentes….
Fueron los espontáneos comentarios de don Rigoberto cuando reconoció el rostro de la nena, ya que ninguno de los cuatro obreros había podido olvidar el semejante cuerpazo que se gastaba la chamaquita, ya que los burdeles que frecuentaban no se veían chicas así, con suerte en esos de lujo que estaban totalmente fuera de su alcance podrían encontrar a tan voluptuosa y exhuberante jovencita, menos con una carita así de preciosa junto con esa mirada inocente que enardeció más a los calientes obreros.
Ummm te dije que la íbamos a encontrar, nos vamos a culiar a esta pendeja rajona, se nota que anda buscando verga…
Y si la llevamos pa’h la obra, decía en voz baja Rigoberto para no llamar la atención de la chiquilla que se iba alejando de su alcance..
Umm es que están los otros culiaos, además ese negro conchetumare la quería pa él solo, no se cree que esa lacra bastarda…por ahora ya sabemos que vive cerca de aquí, si la encontramos no es casualidad, es seguro que vive en algunas de las villas, así que sigámosla pa cachar por donde se mueve, mientras pensemos pa donde la podemos llevar pa romperle los cachetes.
La despampanante chica se dio cuenta que esos viejos la venían siguiendo, no de cerca, de hecho iban a paso lento, disfrutando de observar el movimiento que realizaba con su caminar, contoneando su estrecha cintura junto con esas amplias caderas que daban nacimiento al sensual bamboleo que realizaba su enorme trasero moviéndose de un lado a otro.
Seguramente querían saber dónde vivía, sus miedos se incrementaron por el hecho de que esos hombres quisieran saber algo así, sin duda no era nada bueno, pero no podía evitar seguir sintiendo cosas a medida que la iban siguiendo, pensando en todas esas cosas que había imaginado antes en la ducha..
Don Rigoberto la miraba mordiéndose los labios al contemplar lujuriosamente como se meneaba ese enorme par de cachetes, sobándose las manos entre sí de solo imaginarse metiendo su verga por el descomunal trasero de la nena, era tanta su calentura que no pudo evitar soltar lo que pensaba sin filtros.
Sabemos que te encanta mostrar la raja pendeja culia caliente, te vimos ayer y hoy mostrando loh cachete, dale nalgoncita no lo niegues, que se nota en tu cara que te encanta la pichula grande pendeja maraca.
¿Cuánto cobras por dejarte culiar los cachetes?, preguntó a continuación don Lautaro
La culona jovencita quedó consternada por la pregunta que le estaba haciendo ese viejo asqueroso, que sin duda alguna don Felino era lindo al lado este, sintió que la cabeza se le estrellaba y que la visión se le nublaba, los oídos le retumbaron y el calor que sentía entre la vergüenza, incomodidad, asco, su corazón se precipitó hasta el punto de creer que le iba a dar algo, pero sobre todo, excitación por el hecho que la estaban confundiendo con una de esas chicas que se dedicaban a trabajar en el comercio sexual, no podía creer que le estuvieron preguntando algo así.
Era lejos la situación más denigrante de su vida, sin embargo sus grandes melones se pusieron durísimos, al igual que sus pequeños pezones, todo esto mientras su conchita se apretaba y se estremecía por sí sola, sintiendo una sensación entre el miedo y la calentura, que no la dejaban pensar claramente y tener las fuerzas para increpar a esos desvergonzados como correspondía, por más que deseaba insultarlos y mandarlos bien lejos, algo en su cuerpo estaba ocurriendo que no la dejaba reclamar.
Ya poh, di cuanto cobrai maraca culia, si ya te vimos buscando clientes, quizás no tenemos tanta mone’a como ese perkin culiao del Mercedez, pero igual entre loh dos te la metemo’ un rato cada uno hehehe, o si quieres te la metemos los dos al mismo tiempo, así terminamos antes, que dices puta, seguía insistiendo don Lautaro, quién siguió con sus argumentos, sé que estamos bien feos y hediondos, pero cuando veas nuestras vergotas sabrás que seremos buenos clientes.
La asustada colegiala empezó a caminar rápidamente haciéndose la ofendida mientras escuchaba esa última ordinariez, que hacía alusión al tamaño de sus miembros hizo que su cuerpo reaccionara de una manera que le asustaba, no solo por sentirse admirada lujuriosamente nuevamente por esos vulgares y desagradables sujetos, si no por confundirla y tratarla como si fuese una vulgar puta callejera, las mismas sensaciones que la asaltaron cuando la llamaron puta por primera vez, volvían a ellas pero con mayor intensidad.
Los sentimientos y las sensaciones la estaban volviendo loca, sentía que en cualquier momento su cuerpo iba hacer corto circuito, se sentía atrapada en una dualidad entre el miedo y la calentura, era como si estuviese librando una batalla legendaria entre estas dos sensaciones con respecto a la postura que debía adoptar por los ricos estremecimientos en la conchita, solo de saber que el deseo de esos señores podría ser tal, que se la llevarían a su obra para desatar todas las pasiones y perversiones que generaba una inocente adolescente con un cuerpo tan voluptuoso y sensual, donde sin duda estaría ese viejo negro.
Pero no podía dejarse llevar por ese tipo de pensamientos, debía controlarse y gobernar sus emociones, debía ser fuerte, así que buscando proyectar seguridad, inconscientemente comenzó a caminar más lento para demostrarle que no se iba a dejar intimidar, pero lo único que logró fue que esos viejos se acercaran más para disfrutar de las voluptuosas formas de su cuerpo adolescente, que exudaba aromas de hembra en celo deseosa de verga, como una perra en leva que la seguían los perros para aparearse.
El negocio don Juan se mostraba a unos 20 metros como un oasis en el desierto, pero al entrar a la tienda su espanto continuó porque esos viejos entraron junto con ella, sin dejar de verla de manera morbosa y pervertida, haciéndole saber cuales eran sus verdaderas intenciones, que básicamente era llevarla a un espacio baldío para culiarsela por todos lados hasta que no les quedará una sola gota de leche.
Don Juan los saludo, con una sonrisa dedicada exclusivamente a la colegiala, donde el señor se percató inmediatamente como esos obreros miraban a su vecina, así que no dudo en socorrerla y por ende, atendió primero a los obreros, además que se puso muy contento al ver a la nena, le hacía ilusión verla después de las cosas que había oído acerca de sus vestimentas, así que obviamente prefería quedarse con ella, que con esos dos pervertidos.
¿Señores que desean?.
Las damas primero jefe…
Las damas acá les damos trato preferencial, lo bueno se atiende al final..
Ummm dame unos cigarros de 10 derby.
En el momento que don Juan se movió hasta la parte donde tenía los cigarros, don Lautaro se acercó al oído de la sensible y excitada chica y le dijo con una voz cargada de lujuria… cómo quisiera meterte la verga por el chiquito culona, debes apretar bien rico con esas nalgas tan gordas, mira que grande me lo pusiste puta…
La nena se estremeció por la voz de ese hombre cerca del lóbulo de su oreja, haciendo que se estremeciera de solo sentir a ese viejo depravado tan cerca suyo, respirando de manera pesada en su espalda, exhalando ese característico aroma que expelen los hombres sobre los 60, el cual se juntaba con el sudor y la hediondez del cuerpo del vejete que trabajaba bajo el sol.
Esos olores que llegaron hasta las fosas nasales de la niña que al respirar tan desagradable fragancia sintió como sus pezones se volvían a prender y muy colorada, sin saber porque, no pudo evitar dejarse llevar por el impulso de voltear a ver hacia el pantalón del viejo obrero, viendo que se le marcaba un tremendo bulto, sonrojándose desvió la mirada cuando se vio sorprendida por los mismos, que rieron de manera perversa al descubrir donde estaba mirando.
Angie apretó los labios entre sí de los nervios y la calentura que le generó saber que estaban así por ella, esos viejos obscenos y vulgares que solo deseaban utilizarla como si fuese un simple objeto que servía para dar placer con sus atributos de mujer dotada, seguramente al igual que don Felino y la mayoría de machos, querían darle por las pompis.
Esa nena puta que se había despertado ayer tomó el control de su cuerpo y se imaginó como si fuese una codiciada prostituta que era buscada por los machos meramente para romperle el culo debido a las dimensiones de sus descomunales y portentosas ancas, que junto a su carita de niña inocente la llevarían de manera innegable al éxito, pero a costa de vivir constantemente con el culo destrozado.
Aquello hizo que su conchita se volviera loca de excitación, el solo hecho de imaginar su cuerpo adolescente junto al de esos dos horribles viejos obscenos le trastornó los sentidos, gracias a dios luego de eso los obreros se fueron no sin antes decirle que ya sabía dónde encontrarlos.
Don Juan era un señor calvo de 58 años, medía casi 185, de complexión robusta, antes de jubilarse había servido a la patria como militar, donde había perdido la parte baja de su pierna derecha en un entrenamiento, que finalmente lo dejaría invalidado y fuera de la institución, así que usaba una prótesis y un bastón para desplazarse, pero a pesar de todo lo que había visto, seguía siendo una buena persona, siempre le conversaba y le hacía reír, además era un señor humilde, a pesar de haber recibido un gran indemnización que le permitió levantar su negocio, era muy respetuoso y educado, ella lo conocía desde pequeña y siempre le regalaba dulces o golosinas.
Por otro lado se le conocía por ser bastante chicha fresca, quiere decir que es un hombre que desea a las mujeres ajenas, le gustaba coquetear y jugar con los dobles sentidos de las palabras, pero últimamente se le veía muy triste y deprimido con el vacío que había dejado su difunta esposa hace 2 meses, la señora Dominga, el amor de toda su vida, quién había fallecido hace un mes, desde ahí el hombre había perdido la chispa y el cariño de su compañera.
Angisita ¿está bien? ¿la estaban molestando esos tipos? le pregunto con preocupación al mismo tiempo que le miraba la división que se hacía entre sus tetas.
Si estoy bien don Juan, no se preocupe, solo me dijeron cosas, respondió bajando la mirada intentando ocultar la excitación que estaba sintiendo producto de todas las cosas que le estaban pasando.
Es que usted está cada día más bonita, bajando su mirada para ver las tremendas piernotas de la jovencita que lucían en todo su esplendor, dando fé de la robustez de aquellos macizos muslos, que se conectaban con esa camisa vestido que le quedaba como una mini falda.
Gracias don Juan, y usted, ¿cómo ha estado?, agradeció y pregunto regalando una sonrisa.
Luchando, con los típicos achaques propios de la edad, pero bueno, hay que seguir poniéndole, no queda de otra..
Tiene que ser fuerte don Juan, yo se que usted es una gran persona, acá en el barrio hay mucha gente que lo estima y le quiere mucho, incluyéndome.
Hace tiempo no me decían algo tan bonito, no sabe como se lo agradezco Angisita, significa mucho para mí lo que dice en estos momento, muchas gracias, de verdad.
De nada don Juan, acá estamos para apoyarlo y robarle sonrisas jiji sonrió la chica muy coqueta
Parece que tiene razón, porque ahora que converso con usted y la veo sonreír, hace que me sienta mucho mejor, aunque igual estoy algo sentido con usted…
¿Por qué lo dice don Juan? preguntó con extrañeza pero sin perder la sonrisa ante la intriga.
Por no pasarme a ver con las calzas transparentes que salió a trotar ayer.
En esos momentos se le vino inmediatamente esas señoras cahuineras y copuchentas de la villa, eran las típicas viejas que se juntaban a comadrear y esparcir los pelambres del barrio en la tiendita de don Juan.
Ay que chismosa es la gente, ¿que le dijeron?
Nada malo, al contrario, me dijeron que fue un verdadero espectáculo admirar y contemplar su tremenda belleza.
Don Juan que vergüenza que anden hablando esas cosas de mí, ¿quienes son?,
No se preocupe Angisita, solo son viejos que ya nadie les ladra, vecinos jubilados de la villa que se declaran cómo afortunados de vivir sus últimas décadas en este vecindario, gracias a usted obviamente, varios están bien enamorados de usted, me incluyo jejeje.
Ay ya don Juan ya no siga que me hace sonrojar, mejor atiéndame…respondió la nena muy colorada, reclamando con falsa intención para simular las placenteras sensaciones que le recorrieron la concha de tan solo imaginarse que un grupo de viejos, andaba hablando de su tremenda belleza, con aquellas calzas que transparentaba de manera desvergonzada las obscenas proporciones de sus descomunales glúteos a través de la tela.
Umm la atiendo en lo que necesite, pero si me promete algo?
Jajaja don Juan ¿no me va a atender?
Pues obvio que si mi niña, en todo lo que usted quiera, pero déjeme decirle algo antes
A ver don Juan, ¿qué cosa?
Que me regale una vueltecita.
¡Ay Don Juan cómo me pide algo así, yo no soy así!
Por favor mi niña hermosa, no me malinterprete, yo sé que usted es una señorita, y le confieso algo, desde que murió la gorda he sentido que se me vino la vida y los años encima, desde que ella partió que no me daban ganas de ponerme picaron con una dama, disculpeme si la ofendo.
No lo hace don Juan, de hecho me halaga con sus palabras, hace tiempo no lo veía sonreír, pero qué va a pensar usted de mí si yo hago algo así…
Lo mismo que estoy pensando y sintiendo ahora, que es un ángel que viene a devolverme el alma al cuerpo.
Dentro del morbo que empezaba a sentir la joven porque ese viejo le estuviera pidiendo que le regalará una vueltecita para poder mirarle el culo, por un lado no quería ya que estaba muy cachonda por todas las cosas que le habían dicho, pero le hacía ilusión ver feliz al señor Juan que estaba muy deprimido.
Pero sabía que aceptar sólo estimularía sus deseos por sentirse admirada por un hombre que solo podría tenerla en los sueños, pero le gustaba la idea de alegrarle el día a ese pobre hombre que había tenido una vida dura, y que además siempre había compartido su cama con la señora Dominga, una mujer gorda mórbida, nada que ver con ella, pero estaba consciente que no podía dejarse llevar nuevamente por esas sensaciones..
Ay don Juan que lindo lo que dice, pero no puedo.
Por favor mi niña, yo siempre he sido un admirador de usted Angisita, y bueno, desde que la conozco, nunca la he visto usando calzas, regálame ese placer por favor, de verdad me haría muy feliz ahora, rogó el señor que veía como tenía oportunidades de poder morbosear con aquella despampanante muchachita que le levantaba el ánimo a cualquiera, dentro de su depresión, la nena podía ser la salvación a todos sus problemas, si tan solo pudiera llegar más allá, a pesar de la pena y el dolor, el imaginar algo así le daba fuerzas y esperanzas para aferrarse a algo, a una idea, que mostraba posiblemente un primer paso.
Ay no sé don Juan, que pasa ¿ si entra alguien?, y ¿nos ve?, me daría mucha vergüenza que luego hablen cosas, en esos momentos la chica se arrepintió de lo que dijo, porque vio a don Juan moverse con determinación para invitarla a pasar dentro.
Eso se arregla fácilmente, venga conmigo.
Ay don Juan sabe que mejor que no, dijo la joven arrepintiéndose por lo que podía pasar si entraba sola con ese viejo a un lugar más privado, que por más que se hacía el educado, podía percibir esa ansiedad que genera la calentura, ya varias veces lo había sorprendido mirándola con morbo.
Mmm por favor Angisita, acá dentro nadie nos molestará, solo son unas vueltecitas, apelando a todas sus emociones para convencer a la chica que estaba dudosa de entrar a solas con él.
Mmm está bien don Juan, lo voy a hacer, pero solo porque quiero verlo feliz, se decidió al fin por el afecto que sentía por el señor.
La chiquilla se adentro con don Juan hacía un pieza contigua al almacén que el viejo utilizaba de bodega, mientras caminaba sentía que aquello se volvía peligroso pero a la misma vez excitante, no podía creer cómo había accedido si la regla era ley cero a todo lo que tuviera que ver con hombres mayores.
Angisita está en su casa, antes déjeme decirle que se ve increíble, esa tenida le queda muy bien.
¿Usted cree, don Juan?, preguntó coqueta con su carita de niña buena, al mismo tiempo que se tomaba las manos para apretar sus voluminosos pechos, ladeando un poco la cintura, entre los nervios y la sensualidad.
Claro Angisita, es un verdadero placer verla vestida así…
¿Así como don Juan?
Resaltando las curvas de su físico, porque déjeme decirle que tiene una figura sensacional, le respondió con un semblante distinto y una voz que evidenciaba la excitación del vejete por la intimidad del momento con semejante chamaquita tan despampanante y escultural .
Gracias don Juan, es que yo recién estoy comenzando a vestir así, ya que antes me acomplejaba mucho.
Pero Angisita, ¿cómo es eso posible?, si usted tiene un cuerpo hecho a mano…
Es que siempre he creído que mi trasero es demasiado grande, ¿qué opina usted don Juan? Dándose la vuelta paro las nalgas y lo miro con carita de niña buena, como si no fuese más que una simple pregunta.
Don Juan siguiendo la naturalidad de la nena le dijo muy seguro de sí mismo, bueno Angisita para poder responderle esa pregunta tendría que quitarse la camisa, ya que es muy holgada y esconde las dimensiones de su trasero.
Ay no sé don Juan, me da vergüenza con usted, respondió confundida la nena que estaba empezando a disfrutar de aquel juego de seducción, mientras seguía cambiando de posturas, como si fuera una niña juguetona, lo miraba coqueta hasta que sintieron que alguien llamaba en el almacén, a lo que don Juan le hizo un gesto para que esperara.
La chiquilla pensó mucho que hacer en esos momentos, pero finalmente se dejó llevar por la excitación que estaba sintiendo, fue así como empezó a soltar los botones de camisa y se la quitó, quedándose con ese sexy top que se ajustaba exquisitamente a su figura y a sus grandes melones, mientras que por debajo quedaba con esas calzas negras que dibujaban sensualmente sus curvilíneas caderas y que marcaban de manera desvergonzada las obscenas proporciones de sus descomunales glúteos, sobre todo con esa cinturita de avispa que acentuaba más sus enormes, duros y respingones cachetes.
Cuando la colegiala sintió que venía el vejete se paró derecha sacando los pechos con orgullo, hundiendo el estómago, así que dejó su retaguardia apuntando a la entrad y paró las nalgotas para deslumbrar y sorprender a don Juan, si ese viejo quería verle el culo, se lo iba a mostrar bien.
Don Juan quedó impactado cuando observó las grandes proporciones del trasero de la joven, ese culo era brutalmente enorme, que par de nalgotas tan robustas y macizas, no podía estar más buena la pendeja nalgona pensaba el vejete, mientras su mente comenzaba a trabajar miles de ideas para hacerse del cuerpo de la voluptuosa joven, ya se imaginaba culiandose a semejante hembrota.
La provocativa colegiala no pudo evitar sonreír al ver la cara de asombro y desconcierto del pobre señor, podía notar y sentir esa calentura que lo tenía confundido, quién la miraba sin decir nada mientras se mordía los labios de la ansiedad que lo invadía al estar presenciando el tremendo espectáculo que le estaba regalando la nena con sus enormes cachetes, viendo que no decía nada se giró para que ahora la viese por delante.
Don Juan no salía del asombro al ver las redondas y portentosas tetas que se gastaba la muchachita, junto con esa cinturita que de solo verla le daban ganas de poner sus manos sobre ella, pero mientras bajaba más se deleitaba con las tremendas caderas de la nena, donde su visión se quedo pegada en la panochita de Angie, viendo como se le marcaba la vulva se mordió los labios de tanto placer visual.
¿Y qué opina ahora?, preguntó la chiquilla de manera coqueta al presenciar en el estado que tenía a don Juan, no sabía porque, pero le gustaba lo que estaba generando, le gustaba generarle cosas que fuese un mar de dudas y sensaciones.
Uhmmm me encanta Angisita, se ve tan p… se interrumpió no encontrando palabras adecuadas para no propasarse con lo que realmente estaba pensando.
¿Tan qué perdón?, pregunto mirándolo mientras seguía cambiaba su pierna de apoyo, realzando las caderas para darse una vuelta rápida para que la viera el culo nuevamente de forma fugaz, ya que se lo había mostrado bastante antes.
Cof cof cof preciosa mi niña, se ve tan preciosa, pero ese giro fue muy rápido y no pude verla bien, ¿podría hacerlo nuevamente, pero más lento?
La escultural chamaquita embriagada por el morbo de estarse mostrando ante ese viejo de esa manera, volvió a girarse sintiendo como aquello se volvía más prohibido y candente, pero esta vez lo hizo mucho más lento, descansando sobre una pierna, para mover sus nalgotas de un lado a otro, como si fuese una modelo, lo hizo un par de veces más con sutileza y sensualidad, para luego mirarlo por encima del hombro con una cara que mostraba lo excitada que estaba por estarse exhibiendo ante él.
Dios mio Angisita me dejo sin palabras.
¿Por qué lo dice don Juan?
Ay Angisita, pues por su culo..
¿Que tiene mi culo don Juan?, le preguntó la colegiala mientras miraba su retaguardia, parando sus grandes cachetotes con suma provocación para seguir deleitando al vejete que deseaba recrearse con sus pompis.
Ummm es enorme mi niña, ¿en qué momento le crecieron tanto las nalgas?
Aaay don Juan no diga esas cosas que me dan vergüenza, además que no lo sé, respondió a penas la chiquilla por las intensas sensaciones que se estaban desatando dentro de su cuerpo.
Tiene un culo fenomenal Angisita, sus nalgas son una oda a la perfección, no se avergüence nunca, además que es una jovencita muy dulce y encantadora, me has alegrado el día, gracias por permitirme admirar su belleza.
Gracias don Juan, me hace sonrojar con las cosas que me dice, pero me siento feliz de verlo sonreír.
Angisita no sabe lo feliz que me hace, que no quiero olvidar nunca este hermoso día, por eso, ¿puedo pedirle un último favor?
¿Qué cosa don Juan? preguntó intrigada la calenturienta jovencita, sintiendo cómo se acercaba un poco con su cojera para preguntarle.
¿Podría sacarle unas fotos?, es que no quiero olvidar nunca este momento Angisita..
Está bien don Juan, sólo porque le tengo confianza, pero debe prometerme que no se las enviara a nadie.
Como cree mi niña, son solo para mí, mientras sacaba su celular muy nervioso..
La nena que estaba siendo dominada por un morbo demencial que la llevó a entregarse a los deseos del vejete, poniendo las manos en la cintura se paró derecha y alzó todos sus encantos para exhibirlos y mostrarlos en toda su plenitud, mientras el vejete la fotografiaba de frente, podía presumir que podría estarle haciendo zoom a sus pechos, o incluso su entrepierna, todas aquellas ideas que la impulsan a ser más coqueta y provocadora, juntando sus brazos para hacer que sus pechos se vieran más grandes y tentadores, se movía de un lado a otro meciendo sus encantos para que pudiese capturar diferentes planos de su figura.
Para luego darse la vuelta y ofrecerle lo que mejor tenía, poniendo las manos en la cintura inclinó levemente el trasero con aquellas ajustadas e incrustadas calzas, mostrando ese par de portentosas y robustas ancas en toda su expresión para el placer de don Juan, que no podía creer la tremenda raja de la chamaquita.
¿Está bien así don Juan?
Podría pedirle que ¿pare más el trasero?, mientras sonaban los flashazos de las fotos.
¿Así don Juan?, preguntó con una carita inocente mientras paraba lo que más podía sus descomunales y gordas pompis.
Ummm así mismo mi niña, mmm no puedo creer el tremendo poto que tiene Angisita….
¿Le gusta don Juan?, preguntó mordiéndose los labios al sentir como le zapateaba y le escurría la panochita, entregada a lo que ese vejete decidiese hacerle en ese momento.
Mmmmm no sabe cuanto mi niña, me gustan tanto que me están dando ganas de faltarle el respeto, dijo el vejete a punto de perder el control en vista que se había percatado que la voluptuosa jovencita estaba evidentemente excitada.
Don Juaaan, alooo, holaaa, don Juaaaan, hay alguién, se escuchó de repente que alguien llamaba nuevamente en el almacén, lo que hizo que el vejete saltará del susto, poniéndose algo pálido se acomodo el bulto.
Recién ahí la nena fue consciente que don Juan tenía el pene parado, aquello la descontrolo aún más, ya que a pesar de la tremenda culiada que le había puesto el viejo conserje, con todo lo que estaba viviendo, le estaban dando muchas ganas de volver a sentir un pene, la nena estaba tan caliente que ya deseaba más verga, desde que don Felino le había hecho sentir una vergota de verdad, se había despertado esa adicción que no le permitiría vivir nunca más sin la verga de un hombre.
Continuará..
La nena se fue dando cuenta que los hombres se quedaban sorprendidos viendo como se bamboleaban sus inmensas nalgotas, haciendo que la camisa se meciera y se le fuera subiendo poco a poco y lentamente, enseñando más de ese carnoso par de grandes y obscenos cachetes, exudando sexualidad como ninguna, los hombres se quedaban hipnotizados viendo como se movía la voluptuosa chiquilla, era un verdadero espectáculo para los vecinos admirar a la escultural chamaca.
A su paso ya le empezaban a decir piropos, donde ella solo volteaba con su hermosa cara y les dedicaba una media sonrisa, hasta los carros bajaban la velocidad para admirarla con más detalle para silbarle y decirle toda clase de comentarios hasta su camino al negocio de abarrotes de don Juan, cuando en eso un lujoso auto Mercedes Benz del año se orilló, ahí se percató que el vidrió del copiloto se comenzaba a bajar al mismo tiempo que escuchaba la voz de un hombre, que aparentemente quería preguntarle algo, a lo cuál se acercó ya que era una chica muy amable y servicial.
Donde pudo comprobar que era un hombre de más de 50 años y pelo canoso, pero bien conservado, de rostro varonil, bastante guapo, de hecho parecía ser extranjero porque tenía facciones italianas, con ese toque recio y varonil, vestía camisa y jeans como granjero de clase alta, además la jovencita no pudo evitar que el maduro lucía bastante fuerte por los grandes músculos que se marcaban notoriamente a través de la camisa, parecía ser un hombre importante, quién la miró completa dentro de las posibilidades, pero suficientes para darse cuenta que la mirada de ese señor irradiaba deseo por su cuerpo.
Hola nena, disculpa que te moleste, pero sabes que te ví desde el auto, y no pude evitar detenerme para decirte que… eres bellísima.
Gracias…
Respondió a penas la jovencita, poniéndose colorada de los nervios y las sensaciones que empezaban asaltar su cuerpo por estar siendo admirada nuevamente por un hombre mayor, pero la gran diferencia es que ahora, era un señor guapo y que parecía ser muy importante, de esos con mucho dinero, lo sintió tan poderoso que no pudo evitar emocionarse y llenarse de orgullo por llamar la atención de un hombre así, haciendo que sonriera desviando la mirada mientras comenzaba a sentir que le daba calor.
¿Cómo te llamas? Le pregunto mientras posaba su mirada en el sexy canalillo que se hacía entre las portentosas tetas de la jovencita, que al estar inclinada levemente para conversar, no se daba cuenta que estaba mostrándole gran parte de la desnudez de sus tremendas tetotas.
Angie…
En esos momentos la colegiala se cuestiono porque le estaba dando su nombre a un desconocido, esa era una de las primeras lecciones que los padres enseñaban a sus hijos, sin embargo, había algo en ese hombre que le hacía no cuestionarse qué estaba hablando con un desconocido, a la misma vez que ignoraba que la camisa se le había subido de la parte trasera.
Dejando a vista y paciencia de cualquiera que pasara por ahí en esos momento el nacimiento y algo más de sus descomunales glúteos encalzados, que se habían escapado descaradamente de la camisa por la inclinación que había adoptado la culona chamaquita para hablar con el señor, apoyándose en la puerta. Cualquier mal pensado que viera a la inocente colegiala pensaría que era una puta descarada a plena luz del día
Lindo nombre, igual que su dueña, yo soy Emilio, encantado, dijo el maduro con una voz cargada de sensualidad junto con una amplia sonrisa, que inspiraba seguridad.
Igualmente…
La muchacha no paraba de ruborizarse y de sentir ricos estremecimientos, que poco a poco se iban transformando en algo más, muy nerviosa por lo que estaba sintiendo, intentaba ser lo más cortante posible, ya que ella era una chica decente y no debía estar hablando con señores extraños, menos estar sintiéndose como lo estaba haciendo.
¿Te gustaría dar un paseo conmigo preciosura?
El corazón de la inocente colegiala se comenzó a agitar por lo que le proponía ese hombre, más aún con los ricos cosquilleos que estaba sintiendo en su cuerpo, haciendo que de los nervios juntará los muslos para apretarse la entrepierna, logrando que la camisa se le subiese un poco más, mostrando más el culo para quiénes pasaban por ahí
No señor, tengo prisa.
No hay problema Angie, pero avísame cuando quieras, pasándole una tarjeta con sus datos.
Angie con el corazón a mil y sin decir nada tomó la tarjeta, inclinándose aún más para alcanzarla, momento que don Emilio aprovechó para acariciarle la mano, haciendo que sintiera esas ricas sensaciones que le generaba la piel de hombres de edad, ignorando que la camisa ya se le había subido completamente, dejando ahora sí al descubierto las enormes proporciones de sus inmensas nalgotas, que por la inclinación de su espalda hacía que se viese aún más soberbio y descomunal con esas calzas que le ajustaban de manera endemoniada la figura, enterrándose de manera obscena y vulgar en la tremenda raja que dividía semejante culazo.
El cuál estaba siendo precisamente observado lujuriosamente por dos hombres que se venían acercando, quienes se quedaron mirando embobados el tremendo espectáculo que estaba ofreciendo la culona, quienes la admiraban eran dos de los cuatro obreros que la habían morboseado el día anterior, quiénes a la hora de almuerzo salían a pegarse una marivuelta para conllevar los agotadores turno 24x7 que llevaban para terminar a tiempo con las obras, si bien les pagaban mejor, era bastante sacrificado, particularmente estaban trabajando en la construcción de una lujosa casa que se encontraba en la avenida más importante del sector.
Lautaro mira el tremendo culazo que tiene esa puta.
Ummmm la cago, los mansos cachetes la maraca culia, y mira como lo muestra…
Acerquémonos piola, para mirarla más de cerca, parece que es una puta de verdad, mira como para el poto, se nota que quiere verga.
¿Una puta trabajando un día domingo?, mm puede ser, no sé, hay solo una forma de averiguarlo…
Los obreros se llamaban Rigoberto y Lautaro, el primero era de rasgos toscos y piel morena, su cara estaba llena de imperfecciones producto del acné cuando joven, era de contextura gruesa y bastante musculoso debido a que siempre se había dedicado a la albañileria, debía andar cerca de los 52 años y era muy alto, mide como 1.85.
Don Lautaro por su parte era un viejo de 64 años, que estaba trabajando sus últimos años antes de jubilarse, también era moreno y de rasgos indígenas, tenía un tajo en la cara que se había ganado en una pelea callejera cuando joven, también había sido apuñalado en diferentes partes de su cuerpo, dejándole varias cicatrices que demostraban sus heridas de guerra, ya que ese viejo incluso había estado en la cárcel en varias ocasiones, tenía condenas por abuso, violación y tráfico de drogas, era temido en el barrio donde vivía por su prontuario policial, poseía una actitud violenta y agresiva, de mirada desafiante le había otorgado el respeto en los suburbios.
Ambos eran sujetos desagradables y horrorosos antes los ojos de muchas mujeres por su aspecto físico, tenían un muy mal vivir entre el alcohol, cigarro y drogas, por otro lado eran machistas a la antigua, estaban casados pero eran mujeriegos empedernidos, que veían a la mujer como un simple objeto de satisfacción.
Llámame preciosura, lo pasaremos genial. Dijo el maduro ocupando todas sus técnicas de seducción, mirándola de una manera profunda y penetrante, con esa voz masculina que estaba derritiendo a la jovencita, que no era capaz de apartarse del toque de su mano, que la había dejado retenida dentro del carro por unos segundos.
Angie muy nerviosa se apartó al fin incorporándose y guardándose la tarjeta en el bolsillo, desconociendo el tremendo espectáculo que le había ofrecido a ese par de viejos degenerados.
Lo pensaré..
No te arrepentirás, te lo prometo, hasta pronto culoncita rica.
Angie vió el auto partir a toda la velocidad quedándose impactada por esas últimas palabras, pero sobre todo, excitada, ya podía sentir la humedad en su vagina, pero cómo podía ser con un desconocido, un hombre que ni siquiera conocía, se sintió mal por los valores que le habían inculcado sus padres al respecto, pero su cuerpo le estaba contradiciendo, ahí estaba parada, sintiendo esas exquisitas sensaciones que había sentido ayer, pero inmediatamente se autoincrimino, no podía dejarse llevar por esos deseos que provocaba en los hombres mayores, menos después de sentirse tan arrepentida por haberle entregado las nalgas al viejo conserje.
La nena muy inquieta respiro profundo por unos segundos, sin percatarse que la camisa se le había levantado por encima de las nalgas, hasta que escuchó la carrasposa voz del viejo don Lautaro
Ummm que grande tienes las nalgas pendeja culona, para romperte el culo toda la tarde…
La colegiala se sorprendió y se giró para ver quién era el desgonzado que le hacía esa clase de comentario tan ordinario y vulgar, ya que siempre le decían de todo tipo de cosas, siempre podía sentir las miradas lascivas de los machos a sus redondas y duras nalgotas, fue ahí cuando sintió esa intensa electricidad nuevamente recorrer su columna al identificar que eran dos de los obreros de ayer, ahora que los veía más de cerca pudo apreciar lo feo que eran en comparación al caballero anterior.
Recién ahí se percató que se le había subido la camisa por la manera pervertida que esos obreros le estaban mirando las pompis, seguro fue cuando se inclinó para recibir la tarjeta pensó, siendo consciente del espectáculo que le había regalado a esos viejos pervertidos, no sabía cuánto rato tenían mirándola, pero lo más seguro es que la hayan estado viéndola desde antes, automáticamente se arregló la camisa y salió caminando rauda con la cara roja de vergüenza.
Es la misma pendeja que andaba mostrando el culo ayer, la potona de las calzas transparentes….
Fueron los espontáneos comentarios de don Rigoberto cuando reconoció el rostro de la nena, ya que ninguno de los cuatro obreros había podido olvidar el semejante cuerpazo que se gastaba la chamaquita, ya que los burdeles que frecuentaban no se veían chicas así, con suerte en esos de lujo que estaban totalmente fuera de su alcance podrían encontrar a tan voluptuosa y exhuberante jovencita, menos con una carita así de preciosa junto con esa mirada inocente que enardeció más a los calientes obreros.
Ummm te dije que la íbamos a encontrar, nos vamos a culiar a esta pendeja rajona, se nota que anda buscando verga…
Y si la llevamos pa’h la obra, decía en voz baja Rigoberto para no llamar la atención de la chiquilla que se iba alejando de su alcance..
Umm es que están los otros culiaos, además ese negro conchetumare la quería pa él solo, no se cree que esa lacra bastarda…por ahora ya sabemos que vive cerca de aquí, si la encontramos no es casualidad, es seguro que vive en algunas de las villas, así que sigámosla pa cachar por donde se mueve, mientras pensemos pa donde la podemos llevar pa romperle los cachetes.
La despampanante chica se dio cuenta que esos viejos la venían siguiendo, no de cerca, de hecho iban a paso lento, disfrutando de observar el movimiento que realizaba con su caminar, contoneando su estrecha cintura junto con esas amplias caderas que daban nacimiento al sensual bamboleo que realizaba su enorme trasero moviéndose de un lado a otro.
Seguramente querían saber dónde vivía, sus miedos se incrementaron por el hecho de que esos hombres quisieran saber algo así, sin duda no era nada bueno, pero no podía evitar seguir sintiendo cosas a medida que la iban siguiendo, pensando en todas esas cosas que había imaginado antes en la ducha..
Don Rigoberto la miraba mordiéndose los labios al contemplar lujuriosamente como se meneaba ese enorme par de cachetes, sobándose las manos entre sí de solo imaginarse metiendo su verga por el descomunal trasero de la nena, era tanta su calentura que no pudo evitar soltar lo que pensaba sin filtros.
Sabemos que te encanta mostrar la raja pendeja culia caliente, te vimos ayer y hoy mostrando loh cachete, dale nalgoncita no lo niegues, que se nota en tu cara que te encanta la pichula grande pendeja maraca.
¿Cuánto cobras por dejarte culiar los cachetes?, preguntó a continuación don Lautaro
La culona jovencita quedó consternada por la pregunta que le estaba haciendo ese viejo asqueroso, que sin duda alguna don Felino era lindo al lado este, sintió que la cabeza se le estrellaba y que la visión se le nublaba, los oídos le retumbaron y el calor que sentía entre la vergüenza, incomodidad, asco, su corazón se precipitó hasta el punto de creer que le iba a dar algo, pero sobre todo, excitación por el hecho que la estaban confundiendo con una de esas chicas que se dedicaban a trabajar en el comercio sexual, no podía creer que le estuvieron preguntando algo así.
Era lejos la situación más denigrante de su vida, sin embargo sus grandes melones se pusieron durísimos, al igual que sus pequeños pezones, todo esto mientras su conchita se apretaba y se estremecía por sí sola, sintiendo una sensación entre el miedo y la calentura, que no la dejaban pensar claramente y tener las fuerzas para increpar a esos desvergonzados como correspondía, por más que deseaba insultarlos y mandarlos bien lejos, algo en su cuerpo estaba ocurriendo que no la dejaba reclamar.
Ya poh, di cuanto cobrai maraca culia, si ya te vimos buscando clientes, quizás no tenemos tanta mone’a como ese perkin culiao del Mercedez, pero igual entre loh dos te la metemo’ un rato cada uno hehehe, o si quieres te la metemos los dos al mismo tiempo, así terminamos antes, que dices puta, seguía insistiendo don Lautaro, quién siguió con sus argumentos, sé que estamos bien feos y hediondos, pero cuando veas nuestras vergotas sabrás que seremos buenos clientes.
La asustada colegiala empezó a caminar rápidamente haciéndose la ofendida mientras escuchaba esa última ordinariez, que hacía alusión al tamaño de sus miembros hizo que su cuerpo reaccionara de una manera que le asustaba, no solo por sentirse admirada lujuriosamente nuevamente por esos vulgares y desagradables sujetos, si no por confundirla y tratarla como si fuese una vulgar puta callejera, las mismas sensaciones que la asaltaron cuando la llamaron puta por primera vez, volvían a ellas pero con mayor intensidad.
Los sentimientos y las sensaciones la estaban volviendo loca, sentía que en cualquier momento su cuerpo iba hacer corto circuito, se sentía atrapada en una dualidad entre el miedo y la calentura, era como si estuviese librando una batalla legendaria entre estas dos sensaciones con respecto a la postura que debía adoptar por los ricos estremecimientos en la conchita, solo de saber que el deseo de esos señores podría ser tal, que se la llevarían a su obra para desatar todas las pasiones y perversiones que generaba una inocente adolescente con un cuerpo tan voluptuoso y sensual, donde sin duda estaría ese viejo negro.
Pero no podía dejarse llevar por ese tipo de pensamientos, debía controlarse y gobernar sus emociones, debía ser fuerte, así que buscando proyectar seguridad, inconscientemente comenzó a caminar más lento para demostrarle que no se iba a dejar intimidar, pero lo único que logró fue que esos viejos se acercaran más para disfrutar de las voluptuosas formas de su cuerpo adolescente, que exudaba aromas de hembra en celo deseosa de verga, como una perra en leva que la seguían los perros para aparearse.
El negocio don Juan se mostraba a unos 20 metros como un oasis en el desierto, pero al entrar a la tienda su espanto continuó porque esos viejos entraron junto con ella, sin dejar de verla de manera morbosa y pervertida, haciéndole saber cuales eran sus verdaderas intenciones, que básicamente era llevarla a un espacio baldío para culiarsela por todos lados hasta que no les quedará una sola gota de leche.
Don Juan los saludo, con una sonrisa dedicada exclusivamente a la colegiala, donde el señor se percató inmediatamente como esos obreros miraban a su vecina, así que no dudo en socorrerla y por ende, atendió primero a los obreros, además que se puso muy contento al ver a la nena, le hacía ilusión verla después de las cosas que había oído acerca de sus vestimentas, así que obviamente prefería quedarse con ella, que con esos dos pervertidos.
¿Señores que desean?.
Las damas primero jefe…
Las damas acá les damos trato preferencial, lo bueno se atiende al final..
Ummm dame unos cigarros de 10 derby.
En el momento que don Juan se movió hasta la parte donde tenía los cigarros, don Lautaro se acercó al oído de la sensible y excitada chica y le dijo con una voz cargada de lujuria… cómo quisiera meterte la verga por el chiquito culona, debes apretar bien rico con esas nalgas tan gordas, mira que grande me lo pusiste puta…
La nena se estremeció por la voz de ese hombre cerca del lóbulo de su oreja, haciendo que se estremeciera de solo sentir a ese viejo depravado tan cerca suyo, respirando de manera pesada en su espalda, exhalando ese característico aroma que expelen los hombres sobre los 60, el cual se juntaba con el sudor y la hediondez del cuerpo del vejete que trabajaba bajo el sol.
Esos olores que llegaron hasta las fosas nasales de la niña que al respirar tan desagradable fragancia sintió como sus pezones se volvían a prender y muy colorada, sin saber porque, no pudo evitar dejarse llevar por el impulso de voltear a ver hacia el pantalón del viejo obrero, viendo que se le marcaba un tremendo bulto, sonrojándose desvió la mirada cuando se vio sorprendida por los mismos, que rieron de manera perversa al descubrir donde estaba mirando.
Angie apretó los labios entre sí de los nervios y la calentura que le generó saber que estaban así por ella, esos viejos obscenos y vulgares que solo deseaban utilizarla como si fuese un simple objeto que servía para dar placer con sus atributos de mujer dotada, seguramente al igual que don Felino y la mayoría de machos, querían darle por las pompis.
Esa nena puta que se había despertado ayer tomó el control de su cuerpo y se imaginó como si fuese una codiciada prostituta que era buscada por los machos meramente para romperle el culo debido a las dimensiones de sus descomunales y portentosas ancas, que junto a su carita de niña inocente la llevarían de manera innegable al éxito, pero a costa de vivir constantemente con el culo destrozado.
Aquello hizo que su conchita se volviera loca de excitación, el solo hecho de imaginar su cuerpo adolescente junto al de esos dos horribles viejos obscenos le trastornó los sentidos, gracias a dios luego de eso los obreros se fueron no sin antes decirle que ya sabía dónde encontrarlos.
Don Juan era un señor calvo de 58 años, medía casi 185, de complexión robusta, antes de jubilarse había servido a la patria como militar, donde había perdido la parte baja de su pierna derecha en un entrenamiento, que finalmente lo dejaría invalidado y fuera de la institución, así que usaba una prótesis y un bastón para desplazarse, pero a pesar de todo lo que había visto, seguía siendo una buena persona, siempre le conversaba y le hacía reír, además era un señor humilde, a pesar de haber recibido un gran indemnización que le permitió levantar su negocio, era muy respetuoso y educado, ella lo conocía desde pequeña y siempre le regalaba dulces o golosinas.
Por otro lado se le conocía por ser bastante chicha fresca, quiere decir que es un hombre que desea a las mujeres ajenas, le gustaba coquetear y jugar con los dobles sentidos de las palabras, pero últimamente se le veía muy triste y deprimido con el vacío que había dejado su difunta esposa hace 2 meses, la señora Dominga, el amor de toda su vida, quién había fallecido hace un mes, desde ahí el hombre había perdido la chispa y el cariño de su compañera.
Angisita ¿está bien? ¿la estaban molestando esos tipos? le pregunto con preocupación al mismo tiempo que le miraba la división que se hacía entre sus tetas.
Si estoy bien don Juan, no se preocupe, solo me dijeron cosas, respondió bajando la mirada intentando ocultar la excitación que estaba sintiendo producto de todas las cosas que le estaban pasando.
Es que usted está cada día más bonita, bajando su mirada para ver las tremendas piernotas de la jovencita que lucían en todo su esplendor, dando fé de la robustez de aquellos macizos muslos, que se conectaban con esa camisa vestido que le quedaba como una mini falda.
Gracias don Juan, y usted, ¿cómo ha estado?, agradeció y pregunto regalando una sonrisa.
Luchando, con los típicos achaques propios de la edad, pero bueno, hay que seguir poniéndole, no queda de otra..
Tiene que ser fuerte don Juan, yo se que usted es una gran persona, acá en el barrio hay mucha gente que lo estima y le quiere mucho, incluyéndome.
Hace tiempo no me decían algo tan bonito, no sabe como se lo agradezco Angisita, significa mucho para mí lo que dice en estos momento, muchas gracias, de verdad.
De nada don Juan, acá estamos para apoyarlo y robarle sonrisas jiji sonrió la chica muy coqueta
Parece que tiene razón, porque ahora que converso con usted y la veo sonreír, hace que me sienta mucho mejor, aunque igual estoy algo sentido con usted…
¿Por qué lo dice don Juan? preguntó con extrañeza pero sin perder la sonrisa ante la intriga.
Por no pasarme a ver con las calzas transparentes que salió a trotar ayer.
En esos momentos se le vino inmediatamente esas señoras cahuineras y copuchentas de la villa, eran las típicas viejas que se juntaban a comadrear y esparcir los pelambres del barrio en la tiendita de don Juan.
Ay que chismosa es la gente, ¿que le dijeron?
Nada malo, al contrario, me dijeron que fue un verdadero espectáculo admirar y contemplar su tremenda belleza.
Don Juan que vergüenza que anden hablando esas cosas de mí, ¿quienes son?,
No se preocupe Angisita, solo son viejos que ya nadie les ladra, vecinos jubilados de la villa que se declaran cómo afortunados de vivir sus últimas décadas en este vecindario, gracias a usted obviamente, varios están bien enamorados de usted, me incluyo jejeje.
Ay ya don Juan ya no siga que me hace sonrojar, mejor atiéndame…respondió la nena muy colorada, reclamando con falsa intención para simular las placenteras sensaciones que le recorrieron la concha de tan solo imaginarse que un grupo de viejos, andaba hablando de su tremenda belleza, con aquellas calzas que transparentaba de manera desvergonzada las obscenas proporciones de sus descomunales glúteos a través de la tela.
Umm la atiendo en lo que necesite, pero si me promete algo?
Jajaja don Juan ¿no me va a atender?
Pues obvio que si mi niña, en todo lo que usted quiera, pero déjeme decirle algo antes
A ver don Juan, ¿qué cosa?
Que me regale una vueltecita.
¡Ay Don Juan cómo me pide algo así, yo no soy así!
Por favor mi niña hermosa, no me malinterprete, yo sé que usted es una señorita, y le confieso algo, desde que murió la gorda he sentido que se me vino la vida y los años encima, desde que ella partió que no me daban ganas de ponerme picaron con una dama, disculpeme si la ofendo.
No lo hace don Juan, de hecho me halaga con sus palabras, hace tiempo no lo veía sonreír, pero qué va a pensar usted de mí si yo hago algo así…
Lo mismo que estoy pensando y sintiendo ahora, que es un ángel que viene a devolverme el alma al cuerpo.
Dentro del morbo que empezaba a sentir la joven porque ese viejo le estuviera pidiendo que le regalará una vueltecita para poder mirarle el culo, por un lado no quería ya que estaba muy cachonda por todas las cosas que le habían dicho, pero le hacía ilusión ver feliz al señor Juan que estaba muy deprimido.
Pero sabía que aceptar sólo estimularía sus deseos por sentirse admirada por un hombre que solo podría tenerla en los sueños, pero le gustaba la idea de alegrarle el día a ese pobre hombre que había tenido una vida dura, y que además siempre había compartido su cama con la señora Dominga, una mujer gorda mórbida, nada que ver con ella, pero estaba consciente que no podía dejarse llevar nuevamente por esas sensaciones..
Ay don Juan que lindo lo que dice, pero no puedo.
Por favor mi niña, yo siempre he sido un admirador de usted Angisita, y bueno, desde que la conozco, nunca la he visto usando calzas, regálame ese placer por favor, de verdad me haría muy feliz ahora, rogó el señor que veía como tenía oportunidades de poder morbosear con aquella despampanante muchachita que le levantaba el ánimo a cualquiera, dentro de su depresión, la nena podía ser la salvación a todos sus problemas, si tan solo pudiera llegar más allá, a pesar de la pena y el dolor, el imaginar algo así le daba fuerzas y esperanzas para aferrarse a algo, a una idea, que mostraba posiblemente un primer paso.
Ay no sé don Juan, que pasa ¿ si entra alguien?, y ¿nos ve?, me daría mucha vergüenza que luego hablen cosas, en esos momentos la chica se arrepintió de lo que dijo, porque vio a don Juan moverse con determinación para invitarla a pasar dentro.
Eso se arregla fácilmente, venga conmigo.
Ay don Juan sabe que mejor que no, dijo la joven arrepintiéndose por lo que podía pasar si entraba sola con ese viejo a un lugar más privado, que por más que se hacía el educado, podía percibir esa ansiedad que genera la calentura, ya varias veces lo había sorprendido mirándola con morbo.
Mmm por favor Angisita, acá dentro nadie nos molestará, solo son unas vueltecitas, apelando a todas sus emociones para convencer a la chica que estaba dudosa de entrar a solas con él.
Mmm está bien don Juan, lo voy a hacer, pero solo porque quiero verlo feliz, se decidió al fin por el afecto que sentía por el señor.
La chiquilla se adentro con don Juan hacía un pieza contigua al almacén que el viejo utilizaba de bodega, mientras caminaba sentía que aquello se volvía peligroso pero a la misma vez excitante, no podía creer cómo había accedido si la regla era ley cero a todo lo que tuviera que ver con hombres mayores.
Angisita está en su casa, antes déjeme decirle que se ve increíble, esa tenida le queda muy bien.
¿Usted cree, don Juan?, preguntó coqueta con su carita de niña buena, al mismo tiempo que se tomaba las manos para apretar sus voluminosos pechos, ladeando un poco la cintura, entre los nervios y la sensualidad.
Claro Angisita, es un verdadero placer verla vestida así…
¿Así como don Juan?
Resaltando las curvas de su físico, porque déjeme decirle que tiene una figura sensacional, le respondió con un semblante distinto y una voz que evidenciaba la excitación del vejete por la intimidad del momento con semejante chamaquita tan despampanante y escultural .
Gracias don Juan, es que yo recién estoy comenzando a vestir así, ya que antes me acomplejaba mucho.
Pero Angisita, ¿cómo es eso posible?, si usted tiene un cuerpo hecho a mano…
Es que siempre he creído que mi trasero es demasiado grande, ¿qué opina usted don Juan? Dándose la vuelta paro las nalgas y lo miro con carita de niña buena, como si no fuese más que una simple pregunta.
Don Juan siguiendo la naturalidad de la nena le dijo muy seguro de sí mismo, bueno Angisita para poder responderle esa pregunta tendría que quitarse la camisa, ya que es muy holgada y esconde las dimensiones de su trasero.
Ay no sé don Juan, me da vergüenza con usted, respondió confundida la nena que estaba empezando a disfrutar de aquel juego de seducción, mientras seguía cambiando de posturas, como si fuera una niña juguetona, lo miraba coqueta hasta que sintieron que alguien llamaba en el almacén, a lo que don Juan le hizo un gesto para que esperara.
La chiquilla pensó mucho que hacer en esos momentos, pero finalmente se dejó llevar por la excitación que estaba sintiendo, fue así como empezó a soltar los botones de camisa y se la quitó, quedándose con ese sexy top que se ajustaba exquisitamente a su figura y a sus grandes melones, mientras que por debajo quedaba con esas calzas negras que dibujaban sensualmente sus curvilíneas caderas y que marcaban de manera desvergonzada las obscenas proporciones de sus descomunales glúteos, sobre todo con esa cinturita de avispa que acentuaba más sus enormes, duros y respingones cachetes.
Cuando la colegiala sintió que venía el vejete se paró derecha sacando los pechos con orgullo, hundiendo el estómago, así que dejó su retaguardia apuntando a la entrad y paró las nalgotas para deslumbrar y sorprender a don Juan, si ese viejo quería verle el culo, se lo iba a mostrar bien.
Don Juan quedó impactado cuando observó las grandes proporciones del trasero de la joven, ese culo era brutalmente enorme, que par de nalgotas tan robustas y macizas, no podía estar más buena la pendeja nalgona pensaba el vejete, mientras su mente comenzaba a trabajar miles de ideas para hacerse del cuerpo de la voluptuosa joven, ya se imaginaba culiandose a semejante hembrota.
La provocativa colegiala no pudo evitar sonreír al ver la cara de asombro y desconcierto del pobre señor, podía notar y sentir esa calentura que lo tenía confundido, quién la miraba sin decir nada mientras se mordía los labios de la ansiedad que lo invadía al estar presenciando el tremendo espectáculo que le estaba regalando la nena con sus enormes cachetes, viendo que no decía nada se giró para que ahora la viese por delante.
Don Juan no salía del asombro al ver las redondas y portentosas tetas que se gastaba la muchachita, junto con esa cinturita que de solo verla le daban ganas de poner sus manos sobre ella, pero mientras bajaba más se deleitaba con las tremendas caderas de la nena, donde su visión se quedo pegada en la panochita de Angie, viendo como se le marcaba la vulva se mordió los labios de tanto placer visual.
¿Y qué opina ahora?, preguntó la chiquilla de manera coqueta al presenciar en el estado que tenía a don Juan, no sabía porque, pero le gustaba lo que estaba generando, le gustaba generarle cosas que fuese un mar de dudas y sensaciones.
Uhmmm me encanta Angisita, se ve tan p… se interrumpió no encontrando palabras adecuadas para no propasarse con lo que realmente estaba pensando.
¿Tan qué perdón?, pregunto mirándolo mientras seguía cambiaba su pierna de apoyo, realzando las caderas para darse una vuelta rápida para que la viera el culo nuevamente de forma fugaz, ya que se lo había mostrado bastante antes.
Cof cof cof preciosa mi niña, se ve tan preciosa, pero ese giro fue muy rápido y no pude verla bien, ¿podría hacerlo nuevamente, pero más lento?
La escultural chamaquita embriagada por el morbo de estarse mostrando ante ese viejo de esa manera, volvió a girarse sintiendo como aquello se volvía más prohibido y candente, pero esta vez lo hizo mucho más lento, descansando sobre una pierna, para mover sus nalgotas de un lado a otro, como si fuese una modelo, lo hizo un par de veces más con sutileza y sensualidad, para luego mirarlo por encima del hombro con una cara que mostraba lo excitada que estaba por estarse exhibiendo ante él.
Dios mio Angisita me dejo sin palabras.
¿Por qué lo dice don Juan?
Ay Angisita, pues por su culo..
¿Que tiene mi culo don Juan?, le preguntó la colegiala mientras miraba su retaguardia, parando sus grandes cachetotes con suma provocación para seguir deleitando al vejete que deseaba recrearse con sus pompis.
Ummm es enorme mi niña, ¿en qué momento le crecieron tanto las nalgas?
Aaay don Juan no diga esas cosas que me dan vergüenza, además que no lo sé, respondió a penas la chiquilla por las intensas sensaciones que se estaban desatando dentro de su cuerpo.
Tiene un culo fenomenal Angisita, sus nalgas son una oda a la perfección, no se avergüence nunca, además que es una jovencita muy dulce y encantadora, me has alegrado el día, gracias por permitirme admirar su belleza.
Gracias don Juan, me hace sonrojar con las cosas que me dice, pero me siento feliz de verlo sonreír.
Angisita no sabe lo feliz que me hace, que no quiero olvidar nunca este hermoso día, por eso, ¿puedo pedirle un último favor?
¿Qué cosa don Juan? preguntó intrigada la calenturienta jovencita, sintiendo cómo se acercaba un poco con su cojera para preguntarle.
¿Podría sacarle unas fotos?, es que no quiero olvidar nunca este momento Angisita..
Está bien don Juan, sólo porque le tengo confianza, pero debe prometerme que no se las enviara a nadie.
Como cree mi niña, son solo para mí, mientras sacaba su celular muy nervioso..
La nena que estaba siendo dominada por un morbo demencial que la llevó a entregarse a los deseos del vejete, poniendo las manos en la cintura se paró derecha y alzó todos sus encantos para exhibirlos y mostrarlos en toda su plenitud, mientras el vejete la fotografiaba de frente, podía presumir que podría estarle haciendo zoom a sus pechos, o incluso su entrepierna, todas aquellas ideas que la impulsan a ser más coqueta y provocadora, juntando sus brazos para hacer que sus pechos se vieran más grandes y tentadores, se movía de un lado a otro meciendo sus encantos para que pudiese capturar diferentes planos de su figura.
Para luego darse la vuelta y ofrecerle lo que mejor tenía, poniendo las manos en la cintura inclinó levemente el trasero con aquellas ajustadas e incrustadas calzas, mostrando ese par de portentosas y robustas ancas en toda su expresión para el placer de don Juan, que no podía creer la tremenda raja de la chamaquita.
¿Está bien así don Juan?
Podría pedirle que ¿pare más el trasero?, mientras sonaban los flashazos de las fotos.
¿Así don Juan?, preguntó con una carita inocente mientras paraba lo que más podía sus descomunales y gordas pompis.
Ummm así mismo mi niña, mmm no puedo creer el tremendo poto que tiene Angisita….
¿Le gusta don Juan?, preguntó mordiéndose los labios al sentir como le zapateaba y le escurría la panochita, entregada a lo que ese vejete decidiese hacerle en ese momento.
Mmmmm no sabe cuanto mi niña, me gustan tanto que me están dando ganas de faltarle el respeto, dijo el vejete a punto de perder el control en vista que se había percatado que la voluptuosa jovencita estaba evidentemente excitada.
Don Juaaan, alooo, holaaa, don Juaaaan, hay alguién, se escuchó de repente que alguien llamaba nuevamente en el almacén, lo que hizo que el vejete saltará del susto, poniéndose algo pálido se acomodo el bulto.
Recién ahí la nena fue consciente que don Juan tenía el pene parado, aquello la descontrolo aún más, ya que a pesar de la tremenda culiada que le había puesto el viejo conserje, con todo lo que estaba viviendo, le estaban dando muchas ganas de volver a sentir un pene, la nena estaba tan caliente que ya deseaba más verga, desde que don Felino le había hecho sentir una vergota de verdad, se había despertado esa adicción que no le permitiría vivir nunca más sin la verga de un hombre.
Continuará..
3 comentarios - Angy Colegiala Culona (Parte 6)