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LA CASA DE CRISTAL
No había hecho muchas cosas bien en mi vida, pocas, casi contadas con una mano, pero las pocas que logré hacer sin dudas rozaron la perfección.
Una de ella fue recibirme de abogada, pisaba los treinta años ya y en verdad fue más para complacer a mi padre que una vocación en sí. Nunca llegaría a ejercer profesionalmente, pero si le sacaría frutos a mis estudios.
Otra cosa buena que hice fue llevar adelante la relación con Esteban mi marido, una relación que empezaría por amor y terminaría por negocios.
Con Esteban nos conocimos en una fiesta privada, él era un tipo importante, de dinero, y yo una joven que aparentaba tenerlo, pero en verdad era una pobretona que había llegado a esa fiesta por medio de una amiga de 'tanga fácil' como ella misma se llamaba.
Nuestras miradas se cruzaron por cosas del destino, me sentí como caperucita con el lobo, él se fijó en mis curvas, yo me fijé en sus billetes. Esa noche terminamos revolcándonos en un hotelucho de la ciudad, y cuando nos separamos sabía que no habría un nuevo encuentro, siempre era la misma historia, pero me equivoqué, Esteban volvería a mí días después y ahí supe que era yo quien tenía el control de la situación.
Conforme avanzó nuestra relación, y con la confianza del que ya era mi esposo, lo fui enredando en vericuetos legales, aprovechando mis dotes de abogada había logrado que todo lo suyo fuera mío, no me molesta decirlo, así sucedieron las cosas.
Luego de diez años de convivencia, nuestra relación era meramente comercial, como una sociedad, Esteban ponía todo su ingenio para hacer más y más dinero, pero por detrás yo el titiritero que movía los hilos para que todo fluyera, él sabía que un divorcio sería una gran pérdida para ambos, un pantano por el que ninguno estaba dispuesto a atravesar y era lo mejor mantener el statu quo.
Nuestro matrimonio es una farsa, incluso dormimos en cuartos separados, Esteban viaja mucho y en cada sitio tiene una novia, situación que no me incomoda, a él siempre le gustaron las putitas, así fue como me conoció, y es feliz teniendo un agujero donde meterla, por mi parte, tengo mis cositas, solo que soy más selectiva, ya no busco cantidad, solo calidad.
Charly era otra de mis cosas buenas, yo había pasado los cuarenta y el aun no llegaba a los treinta, un moreno carilindo de cabellos enrulados, musculoso, tatuado, bronceado, usaba una barba rala que solía darme cosquillas al pasarla por mi piel, amante del surf, del viento y la libertad. Charly también tenía una linda pija que me enloquecía, bastante grande, muy gruesa, la tenía siempre dura y dispuesta, eso me dejaba loca, además, era un degenerado en la cama, solía tratarme como puta y eso solo, ahhh! no podía resistirlo.
Pero no todo en él era perfecto, ese chico tenía la loca fantasía de que lo nuestro algún día sería una relación verdadera, de amor, a veces me celaba por mis palabras, por mis miradas, por mi forma de vestirme y era en esos momentos en los que lograba ofuscarme y sacarme de sitio, era justo ahí cuando me obligaba a levantar la voz y recordarle que para mí solo era un juguete que podía comprar con mi dinero y que jamás sería más que eso. En esa situación Charly bajaba la mirada como una mascota que recibe un regaño, es que sabía muy bien que solo tenía dos opciones, o tomar el hueso que le lanzaba u olvidarse de mi para siempre, jamás le había suplicado a ningún hombre y el no sería el primero.
Fue en esos días que mi esposo me puso al tanto de un viaje de negocios al oriente, situación que para mí eran rutina, pero por algún motivo esta vez sería diferente, no sé, yo me sentía distinta, con ganas de hacer algo nuevo, de experimentar y para ser franca necesitaba hacer una pausa en mi vida para cortar la rutina, un viaje, a algún sitio, donde sea.
Charly no fue el primero en mi lista de amantes, pero fue el suertudo con una agenda vacía como para acompañarme, lo puse al tanto, yo correría con todos los gastos, como de costumbre, él solo tendría que complacerme, como de costumbre.
Como yo era la que solventaba todo elegí unilateralmente el lugar, di algunas vueltas, no por el dinero, sino por el sitio en sí.
Y partimos, un vuelo de dos horas fue más efectivo que la alternativa de diez horas arriba de un auto, al fin, el paisaje paradisíaco de las playas más caras de Uruguay poco a poco se abrió paso ante mis ojos.
Había reservado un apart muy moderno, en un complejo habitacional de vacaciones, que por fotos en la web se veía muy tentador, una edificación muy moderna, muy actual.
A mí me encantó al llegar, amplios ventanales que iban del piso al techo, por el frente, por detrás, por la vista al mar, Charly dio una rápida recorrida por el lugar, y en su cara se marcaba el descontento, no pudo callar su comentario en tono de protesta
Esto es una puta casa de cristal!
Y era cierto, no tenía puntos ciegos, todo podía verse desde fuera, desde un ángulo, desde otro, no tenía intimidad y la única manera de lograrla sería cerrando los grandes cortinados disponibles.
La convivencia con Charly funcionó bien los primeros dos días, pero todo empezó a ir para atrás a partir del tercero, cuando al departamento del frente llegaron unos chicos de momento, como sucede en los sitios de vacaciones
Ellos tenían con suerte una veintena de años, eran jovencitos apuestos, evidentemente niños de papá, con camionetas importadas que ellos no habrían podido costear.
Su lugar estaba junto frente al nuestro en un apart espejo tan 'cristal' como el nuestro, separados por unos cinco metros.
Ellos eran varios, y solo se fue dando un juego de provocación no buscado, yo solía andar ligera de ropas, muchas veces solo en ropa interior, o con algún short llamativo, o algún body de cama, y podía notar como desde el otro lado las miradas estaban pendientes de mis acciones, yo solo me hacía como que no sabía, pero lo sabía, y era muy caliente. En alguna oportunidad ellos tomaban alguna que otra cerveza en el balcón, entonces yo salía al mío con mi diminuto traje de baño, con una copa de jugo de naranja exprimido con vodka y se daban saludos casuales y educados
Buen día señora!
Buen día chicos!
No era más que eso, pero eso alcanzaba para encender una mutua excitación, una provocación íntima, muy de películas, donde ellos seguramente veían una mujer poderosa, con experiencia, segura de sí misma, y yo solo imaginaba una jauría de bestias hambrientas deseosas de llenarme de placer.
Esos pensamientos de saber que excitaba a esos chicos, que era parte de sus deseos, y sentir sus ojos buscándome me levantaban el ego.
Solo había algo, o alguien que no cerraba en esta ecuación, era Charly, una vez más sus celos de amante fracasado me llevaban a situaciones de discusión, con cosas de un principiante, el me acusaba de que en verdad yo estaba caliente con esos pendejos y que él estaba de decorado, situación que era demasiado obvia, pero también era cierto que el recibía buenos billetes por ser mi felpudo de ocasión, el me trataba como si fuera su esposa, yo lo trataba como si fuera mi mascota
Yo vivía pendiente de lo que pasaba al otro lado de la casa de cristal, los chicos vivían con los horarios cambiados, salían todas las noches, dormían por las mañanas, hasta pasado el mediodía y caían por la playa recién por las tardes, por los que esas miradas y palabras calientes seguían en la arena bajo los rayos del sol.
A todo esto, Charly y yo casi no teníamos diálogo, sí, yo estaba caliente con los pendejos y él ya no estaba en mis pensamientos, y él, solo no podía tolerarlo, así que solía irse con su tabla a hacer windsurf y yo solo me quedaba tomando sol.
Solía llenarme la vista bajo mis lentes oscuros, observando esos cuerpos adolescentes trabajados en gimnasios, con músculos tallados a mano, jugando al vóley playero, los veía transpirarse, divertirse, y todo me provocaba calor, demasiado calor.
Mas de una vez volvía de la playa al apart con alguna tonta excusa, pero en verdad me sentía desbordada en flujos y solo necesitaba meterme los dedos bien profundos para apagar el calor que sentía entre las piernas
Se hizo evidente que estábamos en un excitante juego del gato y el ratón, con esa sucia perversión entre diferentes sexos, era muy obvia la manera en que me miraban, las tetas, el culo, aunque yo me hiciera la desentendida todo era captado por mi loca cabecita.
Todo se daría en su tiempo justo, a su justa medida.
Las cosas habían llegado a un punto sin retorno con mi amante pago, esa mañana volvimos a discutir por la situación, volvió a decirme que para que lo había llevado si en verdad yo quería coger con los chicos del frente, y yo le volví decir que disfrutara mis billetes o se largara, y le recordé que tenía un pasaje de avión abierto y pago por si quisiera hacerlo
Pero el muy estúpido parecía haberse enamorado de mí, masticaba bronca porque no le encontraba la salida al laberinto en el que estaba metido, eran cerca de las once de la mañana, tomó su tabla de surf y solo me dejó hablando, dando un fuerte portazo que sacudió toda la habitación.
Estaba decidida, y en verdad me alegré que se fuera, fui presurosa a cambiarme, me aseguré de estar perfecta, mi rostro, mis cabellos, incluso estar bien rasurada, me puse alguna crema corporal para resaltar mi bronceado y alguna loción muy femenina, elegí un conjunto con calados y transparencias en blancos con florcitas rosadas, uno que me marcaba demasiado el busto y una less que resaltaba mi trasero, luego una bata negra y zapatos tacos altos, sabía que esos zapatos no eran lo más lógico para esa hora del día, pero si para lo que imaginaba hacer.
Tomé una tetera, cerré la puerta y me crucé al otro complejo, sintiendo mis pezones marcados en evidente excitación.
Respiré profundo al llegar a la puerta, ensayé nuevamente lo que diría y golpee, esperé unos minutos lo hice nuevamente, y una tercera, era obvio que estaban todos durmiendo, lo iba a hacer por cuarta vez cuando esa puerta se abrió ante mis ojos, un rubio de cabellos ensortijados miraba entredormido con cara de no entender, tenía los ojitos chiquitos y no pudo impedir un imprudente bostezo, parecía que la luz le molestara, y mientras él se acomodaba en tiempo y espacio yo me llené la vista.
Se veía muy bien formado, atlético, con músculos de gimnasio, con un bronceado exquisito, su pecho estaba todo depilado, solo tenía un bóxer blanco, ajustadísimo, donde una típica erección masculina se marcaba hacia su derecha, una erección que parecía no incomodarle y no trataba de disimular ante mis ojos
Si vecina - dijo desperezándose - en que puedo ayudarte?
Perdón, estaban durmiendo? - sonaron falsas mis palabras - es que estaba por preparar mi desayuno, café con leche, y me di cuenta que no me quedaba leche...
Hice una pausa pecaminosa y tiré
Ustedes no tienen leche para que yo desayune?
Se pasó la mano por la barbilla, una sonrisa se marcó en sus labios y me permitió el paso
A todo esto, los demás ya se habían despertado por la situación, un moreno preguntó a la distancia
Que pasa? algún problema?
No, nada, - respondió el rubio - la señora del frente, quiere saber si tenemos leche para darle
El me miraba de reojo al decir esas palabras y fue al refrigerador con la tetera en mano, yo me recosté sobre la mesa principal abriendo la bata, dejando expuesto el frente de mi cuerpo en una situación muy provocativa
Yo había estado con dos hombres, y una vez con tres, pero ellos eran ocho veinteañeros sedientos y yo me estaba por dar el gusto, aunque sea una vez en la vida.
En segundos me habían rodeado, como si fueran hormigas en torno un dulce, muchachitos por todos lados, empecé a comerle los labios a uno, a otro, quería probarlos a todos, saber cómo besaban esas bocas tan juveniles, mis manos por instinto fueron directo a la ropa interior, a acariciar esas vergas duras que ya empezaban a acecharme, una y otra y otra más, mi cuerpo recibía manos por todos lados y era muy excitante, me sentía presa de un enorme pulpo gigante que me rodeaba con sus tentáculos y moría en deseo de ir más lejos, mis pezones estaban sensibles y mi sexo mojado a mares.
El rubio que me había atendido se apartó de la manada y se recostó contra una la mesada del lavatorio, tomando distancia para observar la orgía, fui tras el dejando caer la bata en el camino, para quedarme solo en ropa interior, repiqueteando los tacos en las frías cerámicas, me puse de rodillas entre sus piernas y solo empecé a chupársela con muchas ganas, su verga estaba dura, hermosa, imponente.
Pronto volvieron a rodearme, alguien me tomó una mano para que lo masturbe, y otro hizo lo mismo con la que tenía libre, y me encontré chupando una, otra, y otra, cambiando, y de echo ellos esperaban turnos e iban rotando, es que no podía con todos, alguien me empujaba la cabeza desde atrás obligándome a penetraciones profundas, me gustaba, me gustaba sentirme puta.
Volví a alejarme del grupo, fui a uno de los ventanales y corrí los cortinados, luego al otro lado a hacer lo mismo, la casa de cristal de repente se iluminó y la luz del sol entrando por cada recoveco, parecía lastimarnos los ojos, estábamos desnudos a la vista de terceros, expuestos y si bien era muy raro que alguien nos estuviera observando, la fantasía era muy fuerte, estaba casi desnuda frente a los ventanales y dije muy segura
Yo pongo las reglas...
Era tan loco como perverso, y sucumbí entre hombres, otra vez a seguir chupando, un moreno vino a mi lado con una tijera entre sus dedos y dijo
Permiso, permiso, nosotros también tenemos reglas
Se hizo un abucheo estilo estadio de fútbol, los chicos aplaudían, el pasó entonces la tijera al frente del sostén, entre mis tetas, fue muy sexual, solo cerró un par de veces y lo cortó haciendo que mis pechos quedaran desnudos, luego bajó pasando el acero por mi piel, haciendo un camino hasta llegar a la tanga, de un lado, enganchando el elástico y repitiendo el procedimiento, mi sexo quedó también desudo, me sentí muy puta con el juego y me enamoré de ese moreno.
Me llevaron a la fuerza a un lado, otra vez a chupar vergas, me sentí muy perra haciéndolo y mientras sus manos jugaban en mis tetas yo me masturbaba con vehemencia, era muy rico
Alguien me llevó sobre la mesa principal, me abrieron de piernas y me metieron una pija bien profunda, en mi conchita, me cogieron un rato, luego pasó otro, y otro más, deban vueltas en mi rededor, pasando por boca, manos y concha, uno tras otro, ellos con tiempo, yo siempre llena. Alguno fue por detrás y me la metió en el culo, fue muy rico y los dejé que hicieran conmigo lo que quisieran hacer, mis tres agujeros disponibles para que saciaran su hambre, me sentí como esa perra en celo rodeada por perros que se pelean por poseerla.
Me decían lo puta que era, el moreno que me había cortado la ropa interior me levantó en el aire y me sentó sobre su verga dándomela por el culo, mi espalda pegada su pecho, mi concha abierta, me sostenía con mis brazos hacia atrás para no caerme hacia adelante, tenía fuerza, era vigoroso, otro vino por delante y me hicieron un sándwich para sentirme penetrada por ambos lados, era lo máximo, nada más sexual que una doble penetración.
La maratón de sexo seguiría adelante por varias horas, donde yo era centro de atención, me cogieron tanto que mis dilatados agujeros empezaron a pedir clemencia, y yo tenía aguante, pero ellos eran jóvenes y viriles, muy viriles.
De pronto empezaron a llenarme de semen en apoteóticas acabadas, en la conchita, en el culito, y yo tenía un fetiche muy marcado, no había nada que me excitara más que me acabaran en la boca y poder tragar todo, así que le pedí que hicieran eso, y vino uno, y luego otro, y otro más, acababan en tanta cantidad que pronto mi boquita de pecadora se llenó de esa melaza heterogénea blancuzca, no podía más y ellos seguían acabando, así que solo cerré mis labios y tragué en profundos movimientos, sentí ese néctar divino desplazarse por mi garganta, pegajoso, exquisito y me quedé unos segundos saboreando, pasando mi lengua por el pegote de mis labios, pero no había tiempo, otra verga se acababa a un lado y tenía que seguir el juego.
Estaba satisfecha, y había sido demasiado, mi cuerpo estaba salpicado por doquier, tenía restos de semen en cada poro de mi piel, en mi rostro, en mis cabellos, así que los chicos gentilmente me ofrecieron el baño para tomar una ducha.
Tuve momentos de soledad bajo el agua tibia, mientras enjabonaba mi cuerpo para limpiar mis pecados, recordé que Charly seguramente me estaría esperando, y estaría molesto, pero ese era su problema, la verdad es que yo solo necesitaba una buena chupada de concha porque solo eso me había faltado, y para eso estaba mi felpudo.
Cerré el agua, mientras me secaba me reí al recordar que el moreno me había dejado sin ropa interior y que solo tendría mi bata y mis zapatos tacos altos para volver.
Me despedí de los chicos y el rubio que me había recibido - que no sabía su nombre - me alcanzó la tetera y me preguntó si me había alcanzado 'la leche', porque podría volver por más cuando quisiera, tomé la indirecta y les regalé una última sonrisa
Volví a mi departamento, crucé la puerta y dejé caer la bata al suelo, desnuda, solo en tacos altos, Charly tenía trabajo por hacer y saber que además los chicos al otro lado podrían verme solo me encendía en deseos
Fui al cuarto, Charly estaba sentado en la cama, con la mirada perdida, a un lado su maleta, jugaba entre sus dedos con el pasaje de avión, me miró con desprecio y tiró
Me voy, ya no te soporto...
Pero, no entiendo, acaso no te mantengo y te doy todos los gustos?
No, no es eso - respondió resignado - no puedo estar con una mujer que le anda chupando la verga al primero que se le cruza en el camino, vi lo que hiciste con esos chicos y tengo un poco de amor propio, además, no sé qué enfermedad me vas a pegar en cualquier momento
Se hizo un silencio pronunciado, se levantó y casi sin mirarme me dijo al pasar
Buena vida
Fue todo y fue la última vez que lo vi, lo había perdido, era cierto, no me importó, además ya tenía otros planes, en el apartamento del frente tenía mucha juventud para devorar y ciertamente había un rubio y un moreno a los cuales les había pegado el ojo, solo era cuestión de probar.
Si te gustó la historia puedes escribirme con título LA CASA DE CRISTAL a dulces.placeres@live.com
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LA CASA DE CRISTAL
No había hecho muchas cosas bien en mi vida, pocas, casi contadas con una mano, pero las pocas que logré hacer sin dudas rozaron la perfección.
Una de ella fue recibirme de abogada, pisaba los treinta años ya y en verdad fue más para complacer a mi padre que una vocación en sí. Nunca llegaría a ejercer profesionalmente, pero si le sacaría frutos a mis estudios.
Otra cosa buena que hice fue llevar adelante la relación con Esteban mi marido, una relación que empezaría por amor y terminaría por negocios.
Con Esteban nos conocimos en una fiesta privada, él era un tipo importante, de dinero, y yo una joven que aparentaba tenerlo, pero en verdad era una pobretona que había llegado a esa fiesta por medio de una amiga de 'tanga fácil' como ella misma se llamaba.
Nuestras miradas se cruzaron por cosas del destino, me sentí como caperucita con el lobo, él se fijó en mis curvas, yo me fijé en sus billetes. Esa noche terminamos revolcándonos en un hotelucho de la ciudad, y cuando nos separamos sabía que no habría un nuevo encuentro, siempre era la misma historia, pero me equivoqué, Esteban volvería a mí días después y ahí supe que era yo quien tenía el control de la situación.
Conforme avanzó nuestra relación, y con la confianza del que ya era mi esposo, lo fui enredando en vericuetos legales, aprovechando mis dotes de abogada había logrado que todo lo suyo fuera mío, no me molesta decirlo, así sucedieron las cosas.
Luego de diez años de convivencia, nuestra relación era meramente comercial, como una sociedad, Esteban ponía todo su ingenio para hacer más y más dinero, pero por detrás yo el titiritero que movía los hilos para que todo fluyera, él sabía que un divorcio sería una gran pérdida para ambos, un pantano por el que ninguno estaba dispuesto a atravesar y era lo mejor mantener el statu quo.
Nuestro matrimonio es una farsa, incluso dormimos en cuartos separados, Esteban viaja mucho y en cada sitio tiene una novia, situación que no me incomoda, a él siempre le gustaron las putitas, así fue como me conoció, y es feliz teniendo un agujero donde meterla, por mi parte, tengo mis cositas, solo que soy más selectiva, ya no busco cantidad, solo calidad.
Charly era otra de mis cosas buenas, yo había pasado los cuarenta y el aun no llegaba a los treinta, un moreno carilindo de cabellos enrulados, musculoso, tatuado, bronceado, usaba una barba rala que solía darme cosquillas al pasarla por mi piel, amante del surf, del viento y la libertad. Charly también tenía una linda pija que me enloquecía, bastante grande, muy gruesa, la tenía siempre dura y dispuesta, eso me dejaba loca, además, era un degenerado en la cama, solía tratarme como puta y eso solo, ahhh! no podía resistirlo.
Pero no todo en él era perfecto, ese chico tenía la loca fantasía de que lo nuestro algún día sería una relación verdadera, de amor, a veces me celaba por mis palabras, por mis miradas, por mi forma de vestirme y era en esos momentos en los que lograba ofuscarme y sacarme de sitio, era justo ahí cuando me obligaba a levantar la voz y recordarle que para mí solo era un juguete que podía comprar con mi dinero y que jamás sería más que eso. En esa situación Charly bajaba la mirada como una mascota que recibe un regaño, es que sabía muy bien que solo tenía dos opciones, o tomar el hueso que le lanzaba u olvidarse de mi para siempre, jamás le había suplicado a ningún hombre y el no sería el primero.
Fue en esos días que mi esposo me puso al tanto de un viaje de negocios al oriente, situación que para mí eran rutina, pero por algún motivo esta vez sería diferente, no sé, yo me sentía distinta, con ganas de hacer algo nuevo, de experimentar y para ser franca necesitaba hacer una pausa en mi vida para cortar la rutina, un viaje, a algún sitio, donde sea.
Charly no fue el primero en mi lista de amantes, pero fue el suertudo con una agenda vacía como para acompañarme, lo puse al tanto, yo correría con todos los gastos, como de costumbre, él solo tendría que complacerme, como de costumbre.
Como yo era la que solventaba todo elegí unilateralmente el lugar, di algunas vueltas, no por el dinero, sino por el sitio en sí.
Y partimos, un vuelo de dos horas fue más efectivo que la alternativa de diez horas arriba de un auto, al fin, el paisaje paradisíaco de las playas más caras de Uruguay poco a poco se abrió paso ante mis ojos.
Había reservado un apart muy moderno, en un complejo habitacional de vacaciones, que por fotos en la web se veía muy tentador, una edificación muy moderna, muy actual.
A mí me encantó al llegar, amplios ventanales que iban del piso al techo, por el frente, por detrás, por la vista al mar, Charly dio una rápida recorrida por el lugar, y en su cara se marcaba el descontento, no pudo callar su comentario en tono de protesta
Esto es una puta casa de cristal!
Y era cierto, no tenía puntos ciegos, todo podía verse desde fuera, desde un ángulo, desde otro, no tenía intimidad y la única manera de lograrla sería cerrando los grandes cortinados disponibles.
La convivencia con Charly funcionó bien los primeros dos días, pero todo empezó a ir para atrás a partir del tercero, cuando al departamento del frente llegaron unos chicos de momento, como sucede en los sitios de vacaciones
Ellos tenían con suerte una veintena de años, eran jovencitos apuestos, evidentemente niños de papá, con camionetas importadas que ellos no habrían podido costear.
Su lugar estaba junto frente al nuestro en un apart espejo tan 'cristal' como el nuestro, separados por unos cinco metros.
Ellos eran varios, y solo se fue dando un juego de provocación no buscado, yo solía andar ligera de ropas, muchas veces solo en ropa interior, o con algún short llamativo, o algún body de cama, y podía notar como desde el otro lado las miradas estaban pendientes de mis acciones, yo solo me hacía como que no sabía, pero lo sabía, y era muy caliente. En alguna oportunidad ellos tomaban alguna que otra cerveza en el balcón, entonces yo salía al mío con mi diminuto traje de baño, con una copa de jugo de naranja exprimido con vodka y se daban saludos casuales y educados
Buen día señora!
Buen día chicos!
No era más que eso, pero eso alcanzaba para encender una mutua excitación, una provocación íntima, muy de películas, donde ellos seguramente veían una mujer poderosa, con experiencia, segura de sí misma, y yo solo imaginaba una jauría de bestias hambrientas deseosas de llenarme de placer.
Esos pensamientos de saber que excitaba a esos chicos, que era parte de sus deseos, y sentir sus ojos buscándome me levantaban el ego.
Solo había algo, o alguien que no cerraba en esta ecuación, era Charly, una vez más sus celos de amante fracasado me llevaban a situaciones de discusión, con cosas de un principiante, el me acusaba de que en verdad yo estaba caliente con esos pendejos y que él estaba de decorado, situación que era demasiado obvia, pero también era cierto que el recibía buenos billetes por ser mi felpudo de ocasión, el me trataba como si fuera su esposa, yo lo trataba como si fuera mi mascota
Yo vivía pendiente de lo que pasaba al otro lado de la casa de cristal, los chicos vivían con los horarios cambiados, salían todas las noches, dormían por las mañanas, hasta pasado el mediodía y caían por la playa recién por las tardes, por los que esas miradas y palabras calientes seguían en la arena bajo los rayos del sol.
A todo esto, Charly y yo casi no teníamos diálogo, sí, yo estaba caliente con los pendejos y él ya no estaba en mis pensamientos, y él, solo no podía tolerarlo, así que solía irse con su tabla a hacer windsurf y yo solo me quedaba tomando sol.
Solía llenarme la vista bajo mis lentes oscuros, observando esos cuerpos adolescentes trabajados en gimnasios, con músculos tallados a mano, jugando al vóley playero, los veía transpirarse, divertirse, y todo me provocaba calor, demasiado calor.
Mas de una vez volvía de la playa al apart con alguna tonta excusa, pero en verdad me sentía desbordada en flujos y solo necesitaba meterme los dedos bien profundos para apagar el calor que sentía entre las piernas
Se hizo evidente que estábamos en un excitante juego del gato y el ratón, con esa sucia perversión entre diferentes sexos, era muy obvia la manera en que me miraban, las tetas, el culo, aunque yo me hiciera la desentendida todo era captado por mi loca cabecita.
Todo se daría en su tiempo justo, a su justa medida.
Las cosas habían llegado a un punto sin retorno con mi amante pago, esa mañana volvimos a discutir por la situación, volvió a decirme que para que lo había llevado si en verdad yo quería coger con los chicos del frente, y yo le volví decir que disfrutara mis billetes o se largara, y le recordé que tenía un pasaje de avión abierto y pago por si quisiera hacerlo
Pero el muy estúpido parecía haberse enamorado de mí, masticaba bronca porque no le encontraba la salida al laberinto en el que estaba metido, eran cerca de las once de la mañana, tomó su tabla de surf y solo me dejó hablando, dando un fuerte portazo que sacudió toda la habitación.
Estaba decidida, y en verdad me alegré que se fuera, fui presurosa a cambiarme, me aseguré de estar perfecta, mi rostro, mis cabellos, incluso estar bien rasurada, me puse alguna crema corporal para resaltar mi bronceado y alguna loción muy femenina, elegí un conjunto con calados y transparencias en blancos con florcitas rosadas, uno que me marcaba demasiado el busto y una less que resaltaba mi trasero, luego una bata negra y zapatos tacos altos, sabía que esos zapatos no eran lo más lógico para esa hora del día, pero si para lo que imaginaba hacer.
Tomé una tetera, cerré la puerta y me crucé al otro complejo, sintiendo mis pezones marcados en evidente excitación.
Respiré profundo al llegar a la puerta, ensayé nuevamente lo que diría y golpee, esperé unos minutos lo hice nuevamente, y una tercera, era obvio que estaban todos durmiendo, lo iba a hacer por cuarta vez cuando esa puerta se abrió ante mis ojos, un rubio de cabellos ensortijados miraba entredormido con cara de no entender, tenía los ojitos chiquitos y no pudo impedir un imprudente bostezo, parecía que la luz le molestara, y mientras él se acomodaba en tiempo y espacio yo me llené la vista.
Se veía muy bien formado, atlético, con músculos de gimnasio, con un bronceado exquisito, su pecho estaba todo depilado, solo tenía un bóxer blanco, ajustadísimo, donde una típica erección masculina se marcaba hacia su derecha, una erección que parecía no incomodarle y no trataba de disimular ante mis ojos
Si vecina - dijo desperezándose - en que puedo ayudarte?
Perdón, estaban durmiendo? - sonaron falsas mis palabras - es que estaba por preparar mi desayuno, café con leche, y me di cuenta que no me quedaba leche...
Hice una pausa pecaminosa y tiré
Ustedes no tienen leche para que yo desayune?
Se pasó la mano por la barbilla, una sonrisa se marcó en sus labios y me permitió el paso
A todo esto, los demás ya se habían despertado por la situación, un moreno preguntó a la distancia
Que pasa? algún problema?
No, nada, - respondió el rubio - la señora del frente, quiere saber si tenemos leche para darle
El me miraba de reojo al decir esas palabras y fue al refrigerador con la tetera en mano, yo me recosté sobre la mesa principal abriendo la bata, dejando expuesto el frente de mi cuerpo en una situación muy provocativa
Yo había estado con dos hombres, y una vez con tres, pero ellos eran ocho veinteañeros sedientos y yo me estaba por dar el gusto, aunque sea una vez en la vida.
En segundos me habían rodeado, como si fueran hormigas en torno un dulce, muchachitos por todos lados, empecé a comerle los labios a uno, a otro, quería probarlos a todos, saber cómo besaban esas bocas tan juveniles, mis manos por instinto fueron directo a la ropa interior, a acariciar esas vergas duras que ya empezaban a acecharme, una y otra y otra más, mi cuerpo recibía manos por todos lados y era muy excitante, me sentía presa de un enorme pulpo gigante que me rodeaba con sus tentáculos y moría en deseo de ir más lejos, mis pezones estaban sensibles y mi sexo mojado a mares.
El rubio que me había atendido se apartó de la manada y se recostó contra una la mesada del lavatorio, tomando distancia para observar la orgía, fui tras el dejando caer la bata en el camino, para quedarme solo en ropa interior, repiqueteando los tacos en las frías cerámicas, me puse de rodillas entre sus piernas y solo empecé a chupársela con muchas ganas, su verga estaba dura, hermosa, imponente.
Pronto volvieron a rodearme, alguien me tomó una mano para que lo masturbe, y otro hizo lo mismo con la que tenía libre, y me encontré chupando una, otra, y otra, cambiando, y de echo ellos esperaban turnos e iban rotando, es que no podía con todos, alguien me empujaba la cabeza desde atrás obligándome a penetraciones profundas, me gustaba, me gustaba sentirme puta.
Volví a alejarme del grupo, fui a uno de los ventanales y corrí los cortinados, luego al otro lado a hacer lo mismo, la casa de cristal de repente se iluminó y la luz del sol entrando por cada recoveco, parecía lastimarnos los ojos, estábamos desnudos a la vista de terceros, expuestos y si bien era muy raro que alguien nos estuviera observando, la fantasía era muy fuerte, estaba casi desnuda frente a los ventanales y dije muy segura
Yo pongo las reglas...
Era tan loco como perverso, y sucumbí entre hombres, otra vez a seguir chupando, un moreno vino a mi lado con una tijera entre sus dedos y dijo
Permiso, permiso, nosotros también tenemos reglas
Se hizo un abucheo estilo estadio de fútbol, los chicos aplaudían, el pasó entonces la tijera al frente del sostén, entre mis tetas, fue muy sexual, solo cerró un par de veces y lo cortó haciendo que mis pechos quedaran desnudos, luego bajó pasando el acero por mi piel, haciendo un camino hasta llegar a la tanga, de un lado, enganchando el elástico y repitiendo el procedimiento, mi sexo quedó también desudo, me sentí muy puta con el juego y me enamoré de ese moreno.
Me llevaron a la fuerza a un lado, otra vez a chupar vergas, me sentí muy perra haciéndolo y mientras sus manos jugaban en mis tetas yo me masturbaba con vehemencia, era muy rico
Alguien me llevó sobre la mesa principal, me abrieron de piernas y me metieron una pija bien profunda, en mi conchita, me cogieron un rato, luego pasó otro, y otro más, deban vueltas en mi rededor, pasando por boca, manos y concha, uno tras otro, ellos con tiempo, yo siempre llena. Alguno fue por detrás y me la metió en el culo, fue muy rico y los dejé que hicieran conmigo lo que quisieran hacer, mis tres agujeros disponibles para que saciaran su hambre, me sentí como esa perra en celo rodeada por perros que se pelean por poseerla.
Me decían lo puta que era, el moreno que me había cortado la ropa interior me levantó en el aire y me sentó sobre su verga dándomela por el culo, mi espalda pegada su pecho, mi concha abierta, me sostenía con mis brazos hacia atrás para no caerme hacia adelante, tenía fuerza, era vigoroso, otro vino por delante y me hicieron un sándwich para sentirme penetrada por ambos lados, era lo máximo, nada más sexual que una doble penetración.
La maratón de sexo seguiría adelante por varias horas, donde yo era centro de atención, me cogieron tanto que mis dilatados agujeros empezaron a pedir clemencia, y yo tenía aguante, pero ellos eran jóvenes y viriles, muy viriles.
De pronto empezaron a llenarme de semen en apoteóticas acabadas, en la conchita, en el culito, y yo tenía un fetiche muy marcado, no había nada que me excitara más que me acabaran en la boca y poder tragar todo, así que le pedí que hicieran eso, y vino uno, y luego otro, y otro más, acababan en tanta cantidad que pronto mi boquita de pecadora se llenó de esa melaza heterogénea blancuzca, no podía más y ellos seguían acabando, así que solo cerré mis labios y tragué en profundos movimientos, sentí ese néctar divino desplazarse por mi garganta, pegajoso, exquisito y me quedé unos segundos saboreando, pasando mi lengua por el pegote de mis labios, pero no había tiempo, otra verga se acababa a un lado y tenía que seguir el juego.
Estaba satisfecha, y había sido demasiado, mi cuerpo estaba salpicado por doquier, tenía restos de semen en cada poro de mi piel, en mi rostro, en mis cabellos, así que los chicos gentilmente me ofrecieron el baño para tomar una ducha.
Tuve momentos de soledad bajo el agua tibia, mientras enjabonaba mi cuerpo para limpiar mis pecados, recordé que Charly seguramente me estaría esperando, y estaría molesto, pero ese era su problema, la verdad es que yo solo necesitaba una buena chupada de concha porque solo eso me había faltado, y para eso estaba mi felpudo.
Cerré el agua, mientras me secaba me reí al recordar que el moreno me había dejado sin ropa interior y que solo tendría mi bata y mis zapatos tacos altos para volver.
Me despedí de los chicos y el rubio que me había recibido - que no sabía su nombre - me alcanzó la tetera y me preguntó si me había alcanzado 'la leche', porque podría volver por más cuando quisiera, tomé la indirecta y les regalé una última sonrisa
Volví a mi departamento, crucé la puerta y dejé caer la bata al suelo, desnuda, solo en tacos altos, Charly tenía trabajo por hacer y saber que además los chicos al otro lado podrían verme solo me encendía en deseos
Fui al cuarto, Charly estaba sentado en la cama, con la mirada perdida, a un lado su maleta, jugaba entre sus dedos con el pasaje de avión, me miró con desprecio y tiró
Me voy, ya no te soporto...
Pero, no entiendo, acaso no te mantengo y te doy todos los gustos?
No, no es eso - respondió resignado - no puedo estar con una mujer que le anda chupando la verga al primero que se le cruza en el camino, vi lo que hiciste con esos chicos y tengo un poco de amor propio, además, no sé qué enfermedad me vas a pegar en cualquier momento
Se hizo un silencio pronunciado, se levantó y casi sin mirarme me dijo al pasar
Buena vida
Fue todo y fue la última vez que lo vi, lo había perdido, era cierto, no me importó, además ya tenía otros planes, en el apartamento del frente tenía mucha juventud para devorar y ciertamente había un rubio y un moreno a los cuales les había pegado el ojo, solo era cuestión de probar.
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