SPOILER
SPOILER
SPOILER
Si no leíste "Mi prima, Mara: El camino de la tentación" no sigas adelante...
Dejo el tercer capítulo completo de la tercera parte de la historia. Siempre estará sujeto a alguna revisión final, por lo que puede que tenga algún agregado posteriormente y correcciones.
Aunque la idea principal del capítulo está ahí.
Saludos!!
PD: No voy a subir todos, eh... Sólo lo hago por la espera que se hace larga jeje
Estoy por llegar a los 40 capítulos. Me queda poco ya...
CAPÍTULO III
Pasaron unas semanas que parecieron interminables.
Era fines de Marzo y el otoño comenzaba a hacerse notar.
Me encontraba solo y eso era extraño en mi vida. O al menos se sentía así.
Una sola vez hablé con Mara en todo ese tiempo y tan solo unos días después de haber terminado nuestra relación.
Solamente me comuniqué con ella, para saber cómo estaba, pero nada más que para eso.
Yo no había dejado de quererla. Obvio. Y quería que estuviera bien más allá de todo.
De Sabrina tampoco tuve noticias. Le había dado mi palabra de que no iba a hablarle y, pese a que la rompí una sola vez, no volví a hacerlo. Además, cada silencio, cada rechazo, me partía el alma en dos.
Tampoco supe si se volvió a hablar con Mara, pero la falta de los típicos likes en sus redes sociales, marcaban la pauta de que las cosas no deberían de estar bien entre ellas.
Yo, por mi parte, perdí 3 kilos en menos de un mes. Y comía poco. Muy poco.
Casi no salía de la casa de mi vieja y lo único que hacía era ir a la oficina, cuando me tocaba.
Estaba roto por dentro. En verdad lo estaba. Y mi cuerpo lo sentía.
Me había crecido la barba…
Tanto, que parecía Stallone en Rocky IV, cuando entrenaba en Rusia en el frío granero de la granja.
Me había dejado estar. Bastante. Pero supongo que la tristeza actúa de esa forma.
Revivía una y otra vez esa última noche con Sabrina.
Qué difícil era estar sin poder decirle lo que la extrañaba…
Cuánto quería estar con ella...
Para colmo, llegó un día que no era un día más.
El cumpleaños de Mara.
En las juntadas familiares no estuve presente. En ninguna.
Todos ya sabían que estábamos separados.
Claro que no lo creían, pero tampoco sabían las verdaderas razones.
Se trataba de su cumpleaños y, al menos, tenía que escribirle para saludarla.
El problema era que no sabía cómo. Mil veces había sido inventivo para decirle cosas o hacerla sentir especial. O sacar una sonrisa de su rostro cuando más difícil estaba la situación.
Ahora, no me salía siquiera como decirle “hola”.
Pero bueno, era solo una atención, no tenía que costar tanto ¿no?
Agarré el teléfono y busqué el chat para escribirle.
Claro que ya había cambiado la foto que tenía conmigo.
Tenía una de ella sola, con el pelo planchado al costado y mirando para abajo.
Su blanca piel, casi transparente, sobresalía en cualquier pantalla.
Decidí escribirle.
“Hola, que pases un muy lindo día. Feliz cumpleaños!”
“Te quiero” le escribí rápidamente.
No sé para qué le mandé esa última frase.
No hay nada peor que pasar de un “te amo” a un “te quiero”.
Y no podía borrarlo tampoco…
Dios…
Para colmo de los colmos, lo vio enseguida.
Ya estaba todo dicho.
Inmediatamente me contestó.
“Gracias 😊”
Simplemente eso.
Y no tenía que contestarme tampoco. No, después de lo que fue prácticamente una determinación mía…
Pero al menos, lo hizo.
Por la corta respuesta, sentí que no tenía sentido alargar más la conversación.
Además, no tenía demasiado para decirle.
Entré a face y a insta para saber algo de Sabri.
Mara alguna que otra foto había subido, además, mis hermanos o mi vieja me dijeron algo, pero de Sabrina no sabía nada de nada.
Y si no le preguntaba directamente a ella, no podía tener noticias de ninguna forma.
Una sola foto había subido.
No lucía con esa luz radiante que siempre tenía.
Encima, tenía lentes puestos. Pero el gesto en su rostro, rígido, no mostraba su típica cara de alegría.
Claro que eso no hacía que no saliera divina de todas formas.
Era todo lo que tenía de ella. Una foto.
Me quedé recostado en la cama.
Las últimas semanas me había costado muchísimo levantarme.
No tenía fuerza para nada.
Incluso me perdí todos los partidos de fútbol con mis amigos, cosa que nunca ocurría.
Apoyé mi celular en el pecho y cerré los ojos.
Nunca había estado tan “trapo de piso”.
Jamás. Incluso, estaba agotado habiendo pasado todo el día en la cama.
Mis hermanos habían intentado hacerme hacer algunas cosas, sin éxito.
También mi hermana, que no me daba demasiada bolilla, se cansó de intentar sacarme de esa habitación.
El único que tenía las facultades extraordinarias para hacerlo, era mi jefe, je.
Me quedé unos cuantos minutos e intenté levantarme.
Era sábado y algo tenía que hacer para despejar mi mente.
Cuando vi el celular, Mara me había escrito otra vez.
Me sorprendí mucho de que lo hiciera.
MAR: Que haces??
Me escribió.
¿Estaba comenzando una conversación?
Al menos eso parecía.
YO: Acostado, en la cama… vos?
Eran las 12 del mediodía.
De seguro le habrá parecido extraño que siguiera acostado.
MAR: Volviendo de comprar… Saliste ayer?
YO: No, no… Estuve en casa
MAR: Vi hace días que tenías una goma baja del auto. Recién pasé y sigue igual. No tenes auxilio?
YO: ¿Ah, sí? No me fijé jaja Gracias por avisar!
MAR: Posta? Hace como 15 días está así...
YO: Sí, no lo estuve usando
La realidad era que prácticamente, no salí de mi casa.
Las pocas veces que fui a la oficina, gracias al teletrabajo, fue en colectivo, ya que me era más rápido y sencillo, más que nada por el tema de donde dejar el auto en el caos de la Capital Federal.
YO: Haces algo por tu cumple hoy?
MAR: Vienen unas amigas a comer en un rato…
YO: Ah, bueno! Espero que pases un lindo día!
MAR: Gracias 😊
MAR: Vos venís con la tía y tus hermanos a la noche?
Abrí los ojos de la sorpresa
¿Cómo? ¿Pensaba en que fuera?
No sé si eso era bueno.
Tardé un poco en contestar.
En verdad, me sorprendió.
YO: No sé... queres que vaya?
No quería ser maleducado, tampoco.
MAR: Después de todo, sos mi primo todavía, no?
Me quedé cuando escribió eso.
No supe qué ponerle. Y se dio cuenta...
MAR: Perdón, chiste malo… Pero si tenes ganas, sí.
Me resultaba sorpresivo que quisiera verme.
Después de cómo habíamos terminado.
YO: Bueno, tal vez voy un rato.- Le dije para safar, porque ganas de salir, no tenía.
MAR: Dale 😊
MAR: Te vi el otro día en la calle, no te reconocí con esa barba…
YO: Ah sí?
YO: Parezco un indigente, ya sé. Me la voy a afeitar
MAR: Te toma unos minutos nomas… Además, no sos vos sino.-
Je.
¿Por qué le interesaba mi aspecto?
Seguro alguna cotorra de la familia le dijo algo.
YO: Jaja dale
Solo le puse eso.
Me dispuse a levantarme para ir al baño.
No sé si era por la falta de condición física o porque no había comido nada aún, que sentí como una fatiga repentina. Como si estuviera cargando 100 kilos en la espalda.
Dios…
Tenía que empezar a moverme cuanto antes.
Ante cualquier esfuerzo, sentía que me agitaba.
Supongo que la amargura que traía conmigo, también influía.
Pero regularmente, me sentía como el culo.
Entré al baño y me miré al espejo.
Posta que estaba muy barbudo.
El pelo zafaba un poco, siempre lo tuve así, desmechado.
Pero por la barba, parecía un ermitaño.
Y como Alan Parrish, comencé a rasurarme esa selva.
Estuve un rato.
La cantidad de pelo que me saqué fue increíble, pero finalmente, mi cara había vuelto.
Un poco más “chupada” que de costumbre y con ojeras, pero era mi rostro…
Fui a la heladera y el olor de una milanesa de carne fría, me abrió el apetito. Mmm… Ese ajo y perejil…
Como un animal salvaje, me comí dos, en minutos.
Estaba solo en casa.
Así que comí como si fuera una rata.
Aún pensaba lo gentil que había sido Mara conmigo.
Más allá de que no me movía un pelo, me resultaba grato al fin de cuentas.
Pero tenía sentido. Pertenecemos a la misma familia y era algo inevitable.
Quizá era una forma madura de enfrentarlo, la que ella tenía.
No estaba mal…
Me bañé y cambié para ir a la peluquería.
Una vez que me levantaba con algo de ganas, tenía que aprovechar.
Caminé esas tres cuadras hasta allí, que parecieron veinte.
Mierda que estaba fuera de estado.
Casi que llegué transpirado.
Como el peluquero era amigo, le pedí agua.
Una sed incontrolable me había dominado.
Luego, me retocó la cabeza.
Larguito arriba, pero prolijo.
De a poco, mi imagen normal, tenía que volver.
Y ya era otra cosa…
Aunque mirarme en el espejo y contemplar las terribles ojeras oscuras que portaba, me hicieron dar cuenta de que tenía que hacer algo al respecto.
Volví a casa y me puse a entrenar un poco.
Total, me iba a tener que bañar de nuevo por cómo había transpirado.
Pero me costaba.
Había estado sin entrenar muchas veces.
Y nunca me pasó esto de sentirlo así.
Pude ejercitarme solo un rato nomas. Cuando el cuerpo dijo “basta” corté
Algo es algo, pensé.
Boludee un rato por celular con mis amigos, que los tenía más que abandonados y miré la tele.
Así, sin darme cuenta, la tarde pasó.
Medio que me dormité en la cama.
Me dormía de nada últimamente…
La casa, en silencio, fue un ambiente propicio para que pasara.
Me daba paz hacerlo.
En mi habitación, a oscuras, la luz del teléfono iluminó el averno.
Me giré un poco en la cama y tomé el celular.
Era un mensaje de mi hermano.
MIK: Che, boludo, vos venías de Mar?
Ví la hora y eran como las 20.
Me había quedado dormido.
Nunca le avisé a mi familia que iba con ellos.
YO: Uh, sí… Me olvidé de decirles
YO: Ahora veo si voy…
MIK: Ok… Si sabía te cambiaba la rueda del auto, piltrafa...
Me causó gracia ¿piltrafa?
Pendejo…
YO: Voy a tener que comprar una seguro…
MIK: No seas salchicha y vení, dale…
No me gustaba demasiado la idea, pero me levanté y arreglé un poco.
Sinceramente, no sé qué me hizo hacerlo.
Perfume, remera negra y jean.
No estaba lejos, así que fui caminando.
Además, la batería del auto de seguro estaba muerta ya y no me iba a venir mal caminar.
A los 10 minutos, llegué a su casa.
Aún estaba a tiempo de volverme. Lo pensé.
Pero ya estaba ahí.
Además, le había dicho que iba y a mi hermano.
Toqué timbre.
Si tenía que acostumbrarme a la presencia de Mara, ese era el momento para empezar a hacerlo.
Y fue ella quien me abrió.
Hacía semanas que no la veía.
Me impactó un poco verla.
YO: Hola… Feliz cumple.- Le dije mirándola.
Cuando me abrió, tenía una cara y cuando me vió, le cambió completamente.
Seria se puso. Pero mal.
Estaba tan hermosa como siempre, aunque también la notaba un poco más flaca.
MAR: Hola… Gracias.- Me contestó con cara rara.
No le habrá gustado que fuera, imaginé.
Pero ella me había dicho de ir.
YO: ¡Qué cara! ¿seguro de que queres que pase?
Me miró otra vez, como que algo no le gustaba. Qué incómodo…
YO: Perdí un par de kilos pero tampoco soy una abominación para que me pongas esa cara jaja.- Intenté pilotearla con un chiste.
Se acercó a mí y me saludó con un beso en el cachete.
Medio que me abrazó.
Vaya sorpresa…
MAR: No… Johnny… No es eso…
Hace cuánto no me llamaba así.
Quizá se asombró por mi aspecto.
Pero su reacción fue tremenda.
Como si no me hubiera visto en años.
Me soltó.
Más allá de todo, yo la veía tan linda como siempre.
Estaba de jean, celeste y ajustado y una musculosa rosa. Claramente, eran sus colores más representativos. El cabello castaño y bien largo a un costado.
Me sentía raro volviendo ahí.
Parecía que no había ido en milenios…
Caminamos a la par, como tantas veces lo habíamos hecho.
MAR: ¿Cómo andas? Te veo muy flaco….- Dijo mirándome.
Era una mirada como de vergüenza.
No como si hablara con alguien de toda la vida.
YO: Bien. Puede ser, un poco. Creo que bajé dos o tres kilos.
MAR: ¿Dos o tres? 7 u 8 diría yo…- Expresó con un gesto de asombro.
YO: Naa… ¿Tanto?
MAR: No te viste ¿no? Ojo…
YO: Vos también te ves más delgada… Sin mi..- Me detuve. Se me escapó.
MAR: ¿Sin qué?.- Expresó mirándome.
YO: No, nada jaja. Sin mi cocina te iba a decir…
Hizo un leve gesto en su rostro.
Me había salido de adentro decírselo.
MAR: ¡Pasá!.- Me dijo mirándome con sus ojos verdes a los míos.
Entramos desde el fondo, hacia la casa.
Estaba el resto de mi familia.
Me senté con ellos.
Hubo algunas caras de ocasión al verme ahí. Como de sorpresa.
Pero conforme pasaba la noche, noté que estaban contentos de que haya ido.
Incluso su papá y, mi tío, estaba alegre de mi presencia.
Parece que ninguno quería que esté mal con Mara.
Y no había razón para que no nos lleváramos bien.
Familia, íbamos a ser siempre.
Estaba con mi hermano Mike y mi primo Charly.
Me hacían caras los boludos, cada vez que Mara estaba cerca.
Unos salames…
Obviamente, ninguno conocía la cruda historia.
No tenían ni puta idea.
Es más, me daba vergüenza acordarme de eso cuando estaba con ellos.
En un momento, Mara se acercó donde yo estaba sentado y me dio un vaso con Fernet.
Como si nada.
Me lo dio en la mano y siguió caminando, como algo natural.
Y bueno, a decir verdad, no me atendía a mí solo, tampoco.
Iba y venía con pizzetas y bebidas.
Pendejos de mierda, ninguno le daba una mano.
¿Qué esperaban que lo hiciera yo?
Los miré a los chicos y les dije:
YO: Che, por qué no le dan una mano…
Al mismo tiempo me contestaron:
“Hacelo vos”.
Estaban en pedo.
Los saqué cagando.
Me quedé tomando el vaso de Fernet que me había traído.
Como si fuera un invitado más en una fiesta.
Tiempo atrás, hacíamos las cosas juntos cuando venía la gente.
Siempre nos habíamos complementado para esas cosas.
Me dio cierta nostalgia pensar en eso.
Y cuando ví que casi se quemaba por sacar la pizzera del horno, apurada, me levanté a ayudarla.
Por los viejos tiempos, pensé.
Fui hacia ella y me miró.
YO: Ninguno de estos zánganos te ayuda… Dejame las pizzetas a mí.
MAR: No hace falta… gracias.- Dijo mirando para abajo.
YO: ¿Te quemaste?
MAR: No, no. Casi. ¡Pero dejá, yo me arreglo!
YO: Me preparaste un Fernet… No tenías que hacerlo, yo te ayudo con las pizzetas.
Se quedó.
Hizo una mueca de costado. Como si mi actitud le hubiera gustado. Yo, la verdad, no le hice ningún gesto cómplice ni le demostré calidez.
MAR: Gracias...
Sin más preámbulos, me puse a repartir las que había sacado y a preparar otras.
No me hice el bueno o el atento con ella. Ni tampoco le saqué conversación.
Me limité a estar en la cocina.
Además, estaba mejor ahí que en la mesa con todos, porque ya me veía en cualquier momento, escuchando a mi familia diciendo boludeces…
Así, salieron unas cuantas más.
Mi hermana, Ava, se acercó al pasar.
“Bien que la ayudes” y me guiñó el ojo.
Si pensaban que lo hacía para ganar puntos con ella o algo parecido estaban muy equivocados.
Definitivamente no lo hacía por eso.
Pero tampoco me interesaba estar explicando nada.
Así que no le dí demasiada importancia y seguí.
En un momento, Mara vino y se quedó en la cocina.
Fue incómodo.
Porque sentía que me quería sacar charla.
Y yo no sabía qué decirle o comentarle.
Yo iba y venía con las pizzeras.
Ella estaba ahí parada.
No encuentro otra razón para conversar.
Pero justo en un momento, cruzamos miradas.
“Jmm” le hice con una mueca.
Ella hizo lo mismo.
¡Dios, qué momento incómodo! Horrendo…
MAR: ¿Comiste, no?.- Me preguntó tomando la iniciativa.
YO: Sí, salieron buenas…
MAR: La verdad que sí. Se comieron todo jaja.-
Me hizo esa sonrisa que tantas veces me había hecho temblar las piernas.
Era claro que era una chica especial.
Sin importar lo que haya pasado entre nosotros.
Su tes blanca, sus pecas, parecían querer conspirar contra mi voluntad.
En verdad estaba hermosa pero…
¿Cómo es que todo se nos había ido de las manos?
YO: Nunca fallan las pizzetas…- Respondí acomodando unas cosas.
MAR: Otra vez, ¡gracias por hacerlas!
YO: No, de nada.- Le contesté mirándola a los ojos.
Cuando le dirigía la vista, parecía cohibirse, un poco.
O quizá eso me parecía.
También, ambos, estábamos enfrentando una situación completamente nueva, distinta. Nada se le asemejaba…
Uno de mis tíos la llamó y ella fue hacia allá.
Me salvó la campana, pensé.
Sería una estupidez decir que no la quería.
Pero aún estaba muy dolido con la situación. Y más que eso, decepcionado.
Y posta que no me salía otra cosa de adentro. Tanto así que ni siquiera le dije todo lo que pensaba cuando nos separamos…
La noche fue pasando. Se dejó llevar bastante mejor de lo que creí.
Pusieron la torta para cantarle el “felíz cumple”.
Yo seguía en la cocina.
Ya no hacía más pizzetas, pero estaba allí, un poco alejado de la multitud.
No me quedó otra que acercarme cuando se pusieron a cantarle, pero me quedé a un costadito.
Llegó el momento y apagaron las luces.
“Que los cumplas felíz…” entonaron todos.
Yo no cantaba pero aplaudía como todos.
Recuerdo que su último cumpleaños, ni bien terminaron de cantar, la sorprendí desde atrás y la levanté en mis brazos.
La cargué hasta el fondo y la tiré dentro de la pileta.
Y ahora era completamente diferente.
Cada uno estaba en su casa, en la suya.
No sé si era por el reflejo de las cámaras de los celulares, pero tenía brillosos los ojos.
Sopló la velita y listo, las luces volvieron. Lo viví como un trámite.
Cuando mi hermana empezó a sacar fotos, huí de ahí.
Salí al fondo.
No quería saber nada de fotos.
Me senté en la reposera que estaba en el pasto y me quedé allí.
No sé cuánto habrá pasado hasta que me empezaron a llamar.
Obvio que me hice el boludo.
Y cuando mi vieja me hizo el gesto desde la puerta, casi la fulmino con la mirada.
Creo que entendió…
Después de un rato, entré.
Ya me quería ir y como algunos ya se habían marchado, vi la oportunidad.
YO: Che, ¿vamos? le dije a mi hermano Renzo. Era el que me seguía en edad. Mellizo de Ava.
REN: Yo no voy para lo de Mamá…- Me dijo apenas dándome bola, mirando su teléfono.
Después pensé ¿desde cuando tenía que esperar a los demás para irme?
Eso sí, tenía que ir al baño primero.
Así que me dirigí hacia allí.
Desgraciadamente, estaba ocupado.
Por lo que pensé en ir al del quincho.
Atravesé todo el fondo y fui a ese.
La verdad que si me iba caminando y por alguna razón, debía correr, no iba a poder hacerlo si me hacía encima.
En fin… Hice mis necesidades y salí de ahí como para irme.
Me encontré a Mara que venía en dirección opuesta.
YO: Tuve que venir acá.- Le dije esbozando una sonrisa simulada.
MAR: Sí sí. Está cotizando el de adelante.- Sonrió
Me habló con onda.
YO: Bueno… Yo me voy yendo ya.- Le dije mirándola.
MAR: ¿Ya te vas?.- Dijo algo sorprendida, abriendo sus ojos.
YO: Sí… Creo que mis hermanos se quedan igual…
MAR: Ah, bueno…- Expresó con desazón.
Me resultó extraño.
¿Quería que no me fuera?
Se quedó parada ahí mirando para el costado.
Algo pasaba.
YO: ¿Todo bien?.- Le pregunté.
“Sí” me contestó moviendo la cabeza y cabizbaja, caminó por mi costado.
YO: ¡Ei! ¿Pasó algo?.- Le pregunto
MAR: No… no.- Dijo y sin mirarme se dirigió a la puerta del baño.
No sé qué le ocurría.
Pero me dejó asombrado. Tanto que de reflejo, la agarré del brazo antes de que se fuera.
Fue involuntario. No tuve intención.
Ella miraba al suelo, frente a mí.
Hace tiempo no la tenía tan cerca. Hasta sentí la fragancia de su piel.
YO: ¿Qué pasa, Mara?.- Le pregunté
Levantó su vista, despacio.
Tenía los ojos llorosos, verdes como las algas marinas.
Helado quedé.
¿Por qué estaba así?
YO: Decime…
MAR: Nada… Me acordé de algo… Soy una boluda, nada…- Expresó revoleando los ojos.
Esa mirada, triste, me conmovió.
No me gustaba verla así.
Me hacía sentir mucha culpa. Mal. Y no sé por qué…
Creo que me imaginaba de lo que se había acordado.
En ese cumpleaños, una vez que todos se habían ido, habíamos hecho el amor en la pileta.
Los dos, en bolas en la caliente agua del jacuzzi, felices como nunca.
La amargura parecía no querer dejarnos.
Lo único que me salió hacer, fue abrazarla.
De inmediato, Mara apoyó su cabeza contra mi pecho y me agarró fuerte con sus brazos.
No le dije nada. Solo la abracé. Nunca lo había hecho así, sin sentirlo.
Cuánta bronca… Las terminales nerviosas de mi cuerpo se tensaron.
Me venían a la mente todas esas imágenes de ella cogiendo sin escrúpulos con Brian, con Franco…
Quizá, si todo eso no hubiera ocurrido…
YO: Va a ser mejor que me vaya…- Le dije de buena manera.
Se separó un poco de mí y me miró.
Tenía las mejillas coloradas ya.
MAR: Bueno…
Cuando la solté, para darme vuelta e irme, ella me agarró de la cara con las dos manos y me dio un beso en la boca, cerrando sus ojos.
Podía sentir cómo los ríos de sus lágrimas me tocaban los labios.
No quise sacarla. La iba a herir.
Pero tampoco intenté besarla. No podía hacerlo.
Simplemente la dejé. Le dejé mis labios pero quietos, inertes.
A los segundos, ella me soltó.
Me hizo una caricia en la cara, comprendiendo y, compungida se fue a meter al baño.
“Chau, Johnny” me dijo con la voz algo tomada antes de entrar.
Qué mierda que era todo…
Sabía que no tenía que ir…
No quería dejarla mal otra vez.
Quizá si me quedaba un rato y boludeaba un rato con ella, se le pasaba.
A mí también me dolía la situación. Pero no sabía con exactitud si era dolor o ira.
Lo sentía en el pecho.
Me acerqué a la puerta del baño y pude oír cómo lloraba.
De la forma en que queres contenerlo, pero no podes. Que se te escapa.
Se me formó un nudo en la garganta.
YO: No me voy a ir otra vez, dejándote así…- Le dije puerta de por medio.
MAR: Andá, Johnny… Por favor…- Expresó muy triste.
YO: Te quiero… No quiero que estés así…
Su llanto no cesaba.
Probablemente no era la respuesta que ella quería.
Pero yo era sincero.
MAR: ¡Por favor, andate!.- Me rogó
Tampoco podía insistirle.
Yo la conocía y en verdad estaba mal.
Y que le ofreciera caridad de mi parte, no le iba a servir de nada.
YO: Bueno, pero después te escribo...-
Cuando le dije eso, abrió la puerta.
Estaba muy pero muy compungida. La cara roja tenía.
La miré.
Era genuino lo que le pasaba.
MAR: ¿De verdad amas a Sabrina?.- Me dijo conmocionada.
Dios…
¿Por qué me preguntaba eso? ¿Qué espera que le diga?
Qué difícil…
YO: Eso no importa… Nunca voy a estar con ella
MAR: ¡Contestame lo que te pregunto! ¿La amas?.- Expresó casi quebrándose. Sus labios temblaban.
La miré a los ojos.
No quería decírselo. No podía…
Me quedé callado.
Ella rompió en llanto.
Nunca voy a olvidar su rostro.
Ese que podía iluminar cualquier agujero negro que se le atravezara, se apagaba de a poco.
Cuánta miseria…
La abracé nuevamente.
Tenía que contenerla.
Ella me abrazó también, fuerte. Como si fuera la última vez que lo iba a hacer.
“Te amo” dijo con la voz afónica.
Me partió en dos.
Mi corazón se aceleró zarpado.
Creo que ni en las mejores jornadas sexuales se me había acelerado tanto.
Sentía los golpes que me daba.
Ella lo percibió y me miró.
Obvio que ella me importaba.
MAR: Te late fuerte…- Expresó extrañada, sin soltarme.
Solo me limité a contenerla. Esas imágenes de mierda se me aparecían otra vez.
Tragaba saliva y le hacía algún mimo en el brazo o el cuerpo.
Ese cuerpo que había recorrido con mi boca, con mis manos, tantas veces.
Estuvimos un rato así. Me costaba no perder el control. Sentía demasiada bronca.
Hasta que se calmó un poco…
MAR: Mejor, vamos, porque van a pensar cualquiera todos.- Dijo emitiendo una mueca en su apenado rostro.
Posta que me hizo mierda esa situación.
Estaba enbroncado, sí. Desilusionado, también.
Pero verla así, me jodía y mucho.
Sé que ella estaba sintiendo un dolor muy grande.
YO: Yo me voy, pero después hablamos…
MAR: Bueno, dale...- Expresó con una sonrisita, apenas.
Se lavó la cara y salimos.
Era obvio que había llorado. Imposible ocultarlo.
Entonces, caminé con ella, hablando.
No sé qué boludeces le dije. Supongo que algo referido al cumple o a la cantidad de pizzetas que se había comido el tío.
No se le había borrado la tristeza de la cara, pero al menos estaba mejor.
Me abrió la puerta para que me vaya.
MAR: ¿No queres que te lleve con el auto?
YO: No, gracias. No te preocupes...Además no te voy a hacer sacarlo…
MAR: Son dos minutos…
YO: No, todo bien… Andá con la familia.- Le dije sonriendo.
Hizo un gesto de “bueno”.
Me di cuenta que no quería que me fuera.
Pero no había razón para que me quedara. Y yo tampoco quería estar ahí.
YO: ¡Chau!.- Atiné a darle un beso en un cachete.
Que extraño que resultaba eso.
Ella puso su cara y me lo dio cerca del labio.
MAR: ¡Chau.. John, hablamos!.- Expresó algo trabada. Como si hubiera querido decir otra cosa.
Le sonreí y me fui.
MAR: ¡Ojo, que es tarde!
YO: Gracias por invitarme…
MAR: No… A vos por venir…- Se le dibujó una sonrisita en la cara, intentando disimular lo que había por debajo...
Le hice lo mismo, ya detrás de la reja y me fui.
Odiaba ese tipo de situaciones.
Me arrepentí mucho de haber ido.
Sé que era mejor para todos que lo hiciera, pero resultó una cagada.
No quería que Mara estuviera así.
No quería tener que preocuparme por ella.
Fueron tantas las ganas de irme que tenía de ahí, que me fui caminando y era muy tarde, de madrugada.
No era un barrio peligroso, pero salir a esa hora…
No pasó nada igual. Llegué bien.
Agotadísimo y con bronca por lo que había pasado. Por primera vez en mi vida, actuaba con ella, por solidaridad y no por amor… Y eso no debía ser así…
Me saqué todo, lamentando la decisión de haber ido y me acosté.
El cansancio me ayudó a dormirme.
Raro, ya que tenía demasiadas cosas para maquinar.
El día siguiente, no iba a ser mucho mejor.
Tal vez, lo relevante era que iba a volver a jugar al fútbol después de tanto tiempo.
No porque tuviera ganas, sino porque debía hacerlo.
Hice huevo todo el día, arrepintiéndome de todo lo hecho la noche anterior.
Le había dicho a Mara que le escribiría, pero no lo hice.
Y era mejor que no lo hiciera. Además, hablarle de compromiso, no tenía ningún sentido para mí.
Supuse que con el tiempo, ella iba a estar bien.
Cada vez que pensaba en lo mal que la había visto, me acordaba de cómo había cogido en la casa de Fernanda y se me pasaba.
No era sano eso.
Pero al menos, no me permitía ablandarme.
Sentía frustración, también.
No podía hablar con Sabrina, no podía verla y necesitaba saber de ella.
Me preguntaba qué era de su vida.
No podía preguntárselo a Mara. Sería una falta de respeto total. Pero no saber nada de nada, me volvía loco.
En fin, el fiasco era enorme.
Ya por la tarde me fui a la cancha, a ver si podía modificar algo de mis pesares.
Hacía cuánto que no me calzaba los cortos…
Se pusieron contentos mis amigos al verme. Tenía un tiempo sin ir por allí.
Jugué abajo.
No era ningún boludo…
Sabía que no podía correr ni un rumor así como estaba.
Increíble mostrar esa imagen.
¡Qué vergüenza! No era yo.
Y si aceleraba un poquito, enseguida me agitaba.
Hasta que en un momento, no pude con mi genio.
Vi la oportunidad de picar solo y lo hice.
Corrí…
Bajé la pelota con calidad a la carrera.
Pero cuando corrí unos metros, sentí una extraña sensación….
Como si algo me apretara el pecho.
Nunca me había pasado algo así.
Me frené de golpe y la pelota siguió rodando, ante las sorpresivas caras de los pibes.
Era un dolor fuerte y me costaba respirar.
Me agaché, apoyando mis manos en mis piernas.
Mis amigos, primero se rieron. Pero luego de unos segundos, me preguntaron “¿estás bien, boludo?”
No me salía el habla y comencé a oír los sonidos como de lejos.
YO: No… puedo respirar…- Dije con dificultad.
Algo me estaba pasando.
Sentí un hormigueo en mi brazo y las piernas se me aflojaron.
Parecía que algo me agarraba el corazón y me lo apretaba. Como una mano demoníaca estrujándolo.
Me caí al piso, sobre mi brazo derecho.
Intentaba respirar pero no podía.
Oí que todos gritaban.
¿Qué carajos me pasa? pensé mientras intentaba tomar bocanadas de aire.
El dolor se hizo más intenso y la luz se me fue apagando, mientras mi cara se estrellaba contra el césped sintético.
Muy lento, mis ojos se cerraban. Veía cómo se diluían los rostros que se me acercaron, hasta que quedó todo oscuro y en silencio.
No sé qué me pasó.
No sé si estaba soñando.
Una eterna oscuridad me envolvió. Como si hubiera entrado en un profundo agujero negro.
Tenía percepciones, como si me moviera, pero todo era negro.
Era una sensación constante de estar aturdido y atrapado en un espacio vacío.
Lo siguiente que recuerdo, fue abrir los ojos y mucha luz.
Todo blanco, de golpe y que me encandilaba.
¿De qué se trataba esto?
Veía como siluetas...
Cansancio… Mucho… Una presión horrible en el pecho…
Nunca había pasado por algo parecido.
Pero de a poco todo iba tomando forma.
Recuerdo ver a una persona, vestida toda de blanco.
¿Tenía barbijo?
Oía todo como si estuviera bajo el agua.
Había otra persona también ahí, parada.
Era una figura femenina.
¿Dónde estaba?
¿Qué me había pasado?
Muy despacio, comencé a oír mejor.
“Jonás, Jonás”.- Me decía esa persona de blanco.
Parecía un médico.
Creo que lo era.
YO: Sí… ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?
“Estás en un hospital, quedate tranquilo. ¡Ya estás bien!”
¿En un hospital?
¿Qué está diciendo?
YO: ¿Qué me pasó?.- Recuerdo que le dije.
“No te asustes, pero sufriste un infarto…”
SPOILER
SPOILER
Si no leíste "Mi prima, Mara: El camino de la tentación" no sigas adelante...
Dejo el tercer capítulo completo de la tercera parte de la historia. Siempre estará sujeto a alguna revisión final, por lo que puede que tenga algún agregado posteriormente y correcciones.
Aunque la idea principal del capítulo está ahí.
Saludos!!
PD: No voy a subir todos, eh... Sólo lo hago por la espera que se hace larga jeje
Estoy por llegar a los 40 capítulos. Me queda poco ya...
CAPÍTULO III
Pasaron unas semanas que parecieron interminables.
Era fines de Marzo y el otoño comenzaba a hacerse notar.
Me encontraba solo y eso era extraño en mi vida. O al menos se sentía así.
Una sola vez hablé con Mara en todo ese tiempo y tan solo unos días después de haber terminado nuestra relación.
Solamente me comuniqué con ella, para saber cómo estaba, pero nada más que para eso.
Yo no había dejado de quererla. Obvio. Y quería que estuviera bien más allá de todo.
De Sabrina tampoco tuve noticias. Le había dado mi palabra de que no iba a hablarle y, pese a que la rompí una sola vez, no volví a hacerlo. Además, cada silencio, cada rechazo, me partía el alma en dos.
Tampoco supe si se volvió a hablar con Mara, pero la falta de los típicos likes en sus redes sociales, marcaban la pauta de que las cosas no deberían de estar bien entre ellas.
Yo, por mi parte, perdí 3 kilos en menos de un mes. Y comía poco. Muy poco.
Casi no salía de la casa de mi vieja y lo único que hacía era ir a la oficina, cuando me tocaba.
Estaba roto por dentro. En verdad lo estaba. Y mi cuerpo lo sentía.
Me había crecido la barba…
Tanto, que parecía Stallone en Rocky IV, cuando entrenaba en Rusia en el frío granero de la granja.
Me había dejado estar. Bastante. Pero supongo que la tristeza actúa de esa forma.
Revivía una y otra vez esa última noche con Sabrina.
Qué difícil era estar sin poder decirle lo que la extrañaba…
Cuánto quería estar con ella...
Para colmo, llegó un día que no era un día más.
El cumpleaños de Mara.
En las juntadas familiares no estuve presente. En ninguna.
Todos ya sabían que estábamos separados.
Claro que no lo creían, pero tampoco sabían las verdaderas razones.
Se trataba de su cumpleaños y, al menos, tenía que escribirle para saludarla.
El problema era que no sabía cómo. Mil veces había sido inventivo para decirle cosas o hacerla sentir especial. O sacar una sonrisa de su rostro cuando más difícil estaba la situación.
Ahora, no me salía siquiera como decirle “hola”.
Pero bueno, era solo una atención, no tenía que costar tanto ¿no?
Agarré el teléfono y busqué el chat para escribirle.
Claro que ya había cambiado la foto que tenía conmigo.
Tenía una de ella sola, con el pelo planchado al costado y mirando para abajo.
Su blanca piel, casi transparente, sobresalía en cualquier pantalla.
Decidí escribirle.
“Hola, que pases un muy lindo día. Feliz cumpleaños!”
“Te quiero” le escribí rápidamente.
No sé para qué le mandé esa última frase.
No hay nada peor que pasar de un “te amo” a un “te quiero”.
Y no podía borrarlo tampoco…
Dios…
Para colmo de los colmos, lo vio enseguida.
Ya estaba todo dicho.
Inmediatamente me contestó.
“Gracias 😊”
Simplemente eso.
Y no tenía que contestarme tampoco. No, después de lo que fue prácticamente una determinación mía…
Pero al menos, lo hizo.
Por la corta respuesta, sentí que no tenía sentido alargar más la conversación.
Además, no tenía demasiado para decirle.
Entré a face y a insta para saber algo de Sabri.
Mara alguna que otra foto había subido, además, mis hermanos o mi vieja me dijeron algo, pero de Sabrina no sabía nada de nada.
Y si no le preguntaba directamente a ella, no podía tener noticias de ninguna forma.
Una sola foto había subido.
No lucía con esa luz radiante que siempre tenía.
Encima, tenía lentes puestos. Pero el gesto en su rostro, rígido, no mostraba su típica cara de alegría.
Claro que eso no hacía que no saliera divina de todas formas.
Era todo lo que tenía de ella. Una foto.
Me quedé recostado en la cama.
Las últimas semanas me había costado muchísimo levantarme.
No tenía fuerza para nada.
Incluso me perdí todos los partidos de fútbol con mis amigos, cosa que nunca ocurría.
Apoyé mi celular en el pecho y cerré los ojos.
Nunca había estado tan “trapo de piso”.
Jamás. Incluso, estaba agotado habiendo pasado todo el día en la cama.
Mis hermanos habían intentado hacerme hacer algunas cosas, sin éxito.
También mi hermana, que no me daba demasiada bolilla, se cansó de intentar sacarme de esa habitación.
El único que tenía las facultades extraordinarias para hacerlo, era mi jefe, je.
Me quedé unos cuantos minutos e intenté levantarme.
Era sábado y algo tenía que hacer para despejar mi mente.
Cuando vi el celular, Mara me había escrito otra vez.
Me sorprendí mucho de que lo hiciera.
MAR: Que haces??
Me escribió.
¿Estaba comenzando una conversación?
Al menos eso parecía.
YO: Acostado, en la cama… vos?
Eran las 12 del mediodía.
De seguro le habrá parecido extraño que siguiera acostado.
MAR: Volviendo de comprar… Saliste ayer?
YO: No, no… Estuve en casa
MAR: Vi hace días que tenías una goma baja del auto. Recién pasé y sigue igual. No tenes auxilio?
YO: ¿Ah, sí? No me fijé jaja Gracias por avisar!
MAR: Posta? Hace como 15 días está así...
YO: Sí, no lo estuve usando
La realidad era que prácticamente, no salí de mi casa.
Las pocas veces que fui a la oficina, gracias al teletrabajo, fue en colectivo, ya que me era más rápido y sencillo, más que nada por el tema de donde dejar el auto en el caos de la Capital Federal.
YO: Haces algo por tu cumple hoy?
MAR: Vienen unas amigas a comer en un rato…
YO: Ah, bueno! Espero que pases un lindo día!
MAR: Gracias 😊
MAR: Vos venís con la tía y tus hermanos a la noche?
Abrí los ojos de la sorpresa
¿Cómo? ¿Pensaba en que fuera?
No sé si eso era bueno.
Tardé un poco en contestar.
En verdad, me sorprendió.
YO: No sé... queres que vaya?
No quería ser maleducado, tampoco.
MAR: Después de todo, sos mi primo todavía, no?
Me quedé cuando escribió eso.
No supe qué ponerle. Y se dio cuenta...
MAR: Perdón, chiste malo… Pero si tenes ganas, sí.
Me resultaba sorpresivo que quisiera verme.
Después de cómo habíamos terminado.
YO: Bueno, tal vez voy un rato.- Le dije para safar, porque ganas de salir, no tenía.
MAR: Dale 😊
MAR: Te vi el otro día en la calle, no te reconocí con esa barba…
YO: Ah sí?
YO: Parezco un indigente, ya sé. Me la voy a afeitar
MAR: Te toma unos minutos nomas… Además, no sos vos sino.-
Je.
¿Por qué le interesaba mi aspecto?
Seguro alguna cotorra de la familia le dijo algo.
YO: Jaja dale
Solo le puse eso.
Me dispuse a levantarme para ir al baño.
No sé si era por la falta de condición física o porque no había comido nada aún, que sentí como una fatiga repentina. Como si estuviera cargando 100 kilos en la espalda.
Dios…
Tenía que empezar a moverme cuanto antes.
Ante cualquier esfuerzo, sentía que me agitaba.
Supongo que la amargura que traía conmigo, también influía.
Pero regularmente, me sentía como el culo.
Entré al baño y me miré al espejo.
Posta que estaba muy barbudo.
El pelo zafaba un poco, siempre lo tuve así, desmechado.
Pero por la barba, parecía un ermitaño.
Y como Alan Parrish, comencé a rasurarme esa selva.
Estuve un rato.
La cantidad de pelo que me saqué fue increíble, pero finalmente, mi cara había vuelto.
Un poco más “chupada” que de costumbre y con ojeras, pero era mi rostro…
Fui a la heladera y el olor de una milanesa de carne fría, me abrió el apetito. Mmm… Ese ajo y perejil…
Como un animal salvaje, me comí dos, en minutos.
Estaba solo en casa.
Así que comí como si fuera una rata.
Aún pensaba lo gentil que había sido Mara conmigo.
Más allá de que no me movía un pelo, me resultaba grato al fin de cuentas.
Pero tenía sentido. Pertenecemos a la misma familia y era algo inevitable.
Quizá era una forma madura de enfrentarlo, la que ella tenía.
No estaba mal…
Me bañé y cambié para ir a la peluquería.
Una vez que me levantaba con algo de ganas, tenía que aprovechar.
Caminé esas tres cuadras hasta allí, que parecieron veinte.
Mierda que estaba fuera de estado.
Casi que llegué transpirado.
Como el peluquero era amigo, le pedí agua.
Una sed incontrolable me había dominado.
Luego, me retocó la cabeza.
Larguito arriba, pero prolijo.
De a poco, mi imagen normal, tenía que volver.
Y ya era otra cosa…
Aunque mirarme en el espejo y contemplar las terribles ojeras oscuras que portaba, me hicieron dar cuenta de que tenía que hacer algo al respecto.
Volví a casa y me puse a entrenar un poco.
Total, me iba a tener que bañar de nuevo por cómo había transpirado.
Pero me costaba.
Había estado sin entrenar muchas veces.
Y nunca me pasó esto de sentirlo así.
Pude ejercitarme solo un rato nomas. Cuando el cuerpo dijo “basta” corté
Algo es algo, pensé.
Boludee un rato por celular con mis amigos, que los tenía más que abandonados y miré la tele.
Así, sin darme cuenta, la tarde pasó.
Medio que me dormité en la cama.
Me dormía de nada últimamente…
La casa, en silencio, fue un ambiente propicio para que pasara.
Me daba paz hacerlo.
En mi habitación, a oscuras, la luz del teléfono iluminó el averno.
Me giré un poco en la cama y tomé el celular.
Era un mensaje de mi hermano.
MIK: Che, boludo, vos venías de Mar?
Ví la hora y eran como las 20.
Me había quedado dormido.
Nunca le avisé a mi familia que iba con ellos.
YO: Uh, sí… Me olvidé de decirles
YO: Ahora veo si voy…
MIK: Ok… Si sabía te cambiaba la rueda del auto, piltrafa...
Me causó gracia ¿piltrafa?
Pendejo…
YO: Voy a tener que comprar una seguro…
MIK: No seas salchicha y vení, dale…
No me gustaba demasiado la idea, pero me levanté y arreglé un poco.
Sinceramente, no sé qué me hizo hacerlo.
Perfume, remera negra y jean.
No estaba lejos, así que fui caminando.
Además, la batería del auto de seguro estaba muerta ya y no me iba a venir mal caminar.
A los 10 minutos, llegué a su casa.
Aún estaba a tiempo de volverme. Lo pensé.
Pero ya estaba ahí.
Además, le había dicho que iba y a mi hermano.
Toqué timbre.
Si tenía que acostumbrarme a la presencia de Mara, ese era el momento para empezar a hacerlo.
Y fue ella quien me abrió.
Hacía semanas que no la veía.
Me impactó un poco verla.
YO: Hola… Feliz cumple.- Le dije mirándola.
Cuando me abrió, tenía una cara y cuando me vió, le cambió completamente.
Seria se puso. Pero mal.
Estaba tan hermosa como siempre, aunque también la notaba un poco más flaca.
MAR: Hola… Gracias.- Me contestó con cara rara.
No le habrá gustado que fuera, imaginé.
Pero ella me había dicho de ir.
YO: ¡Qué cara! ¿seguro de que queres que pase?
Me miró otra vez, como que algo no le gustaba. Qué incómodo…
YO: Perdí un par de kilos pero tampoco soy una abominación para que me pongas esa cara jaja.- Intenté pilotearla con un chiste.
Se acercó a mí y me saludó con un beso en el cachete.
Medio que me abrazó.
Vaya sorpresa…
MAR: No… Johnny… No es eso…
Hace cuánto no me llamaba así.
Quizá se asombró por mi aspecto.
Pero su reacción fue tremenda.
Como si no me hubiera visto en años.
Me soltó.
Más allá de todo, yo la veía tan linda como siempre.
Estaba de jean, celeste y ajustado y una musculosa rosa. Claramente, eran sus colores más representativos. El cabello castaño y bien largo a un costado.
Me sentía raro volviendo ahí.
Parecía que no había ido en milenios…
Caminamos a la par, como tantas veces lo habíamos hecho.
MAR: ¿Cómo andas? Te veo muy flaco….- Dijo mirándome.
Era una mirada como de vergüenza.
No como si hablara con alguien de toda la vida.
YO: Bien. Puede ser, un poco. Creo que bajé dos o tres kilos.
MAR: ¿Dos o tres? 7 u 8 diría yo…- Expresó con un gesto de asombro.
YO: Naa… ¿Tanto?
MAR: No te viste ¿no? Ojo…
YO: Vos también te ves más delgada… Sin mi..- Me detuve. Se me escapó.
MAR: ¿Sin qué?.- Expresó mirándome.
YO: No, nada jaja. Sin mi cocina te iba a decir…
Hizo un leve gesto en su rostro.
Me había salido de adentro decírselo.
MAR: ¡Pasá!.- Me dijo mirándome con sus ojos verdes a los míos.
Entramos desde el fondo, hacia la casa.
Estaba el resto de mi familia.
Me senté con ellos.
Hubo algunas caras de ocasión al verme ahí. Como de sorpresa.
Pero conforme pasaba la noche, noté que estaban contentos de que haya ido.
Incluso su papá y, mi tío, estaba alegre de mi presencia.
Parece que ninguno quería que esté mal con Mara.
Y no había razón para que no nos lleváramos bien.
Familia, íbamos a ser siempre.
Estaba con mi hermano Mike y mi primo Charly.
Me hacían caras los boludos, cada vez que Mara estaba cerca.
Unos salames…
Obviamente, ninguno conocía la cruda historia.
No tenían ni puta idea.
Es más, me daba vergüenza acordarme de eso cuando estaba con ellos.
En un momento, Mara se acercó donde yo estaba sentado y me dio un vaso con Fernet.
Como si nada.
Me lo dio en la mano y siguió caminando, como algo natural.
Y bueno, a decir verdad, no me atendía a mí solo, tampoco.
Iba y venía con pizzetas y bebidas.
Pendejos de mierda, ninguno le daba una mano.
¿Qué esperaban que lo hiciera yo?
Los miré a los chicos y les dije:
YO: Che, por qué no le dan una mano…
Al mismo tiempo me contestaron:
“Hacelo vos”.
Estaban en pedo.
Los saqué cagando.
Me quedé tomando el vaso de Fernet que me había traído.
Como si fuera un invitado más en una fiesta.
Tiempo atrás, hacíamos las cosas juntos cuando venía la gente.
Siempre nos habíamos complementado para esas cosas.
Me dio cierta nostalgia pensar en eso.
Y cuando ví que casi se quemaba por sacar la pizzera del horno, apurada, me levanté a ayudarla.
Por los viejos tiempos, pensé.
Fui hacia ella y me miró.
YO: Ninguno de estos zánganos te ayuda… Dejame las pizzetas a mí.
MAR: No hace falta… gracias.- Dijo mirando para abajo.
YO: ¿Te quemaste?
MAR: No, no. Casi. ¡Pero dejá, yo me arreglo!
YO: Me preparaste un Fernet… No tenías que hacerlo, yo te ayudo con las pizzetas.
Se quedó.
Hizo una mueca de costado. Como si mi actitud le hubiera gustado. Yo, la verdad, no le hice ningún gesto cómplice ni le demostré calidez.
MAR: Gracias...
Sin más preámbulos, me puse a repartir las que había sacado y a preparar otras.
No me hice el bueno o el atento con ella. Ni tampoco le saqué conversación.
Me limité a estar en la cocina.
Además, estaba mejor ahí que en la mesa con todos, porque ya me veía en cualquier momento, escuchando a mi familia diciendo boludeces…
Así, salieron unas cuantas más.
Mi hermana, Ava, se acercó al pasar.
“Bien que la ayudes” y me guiñó el ojo.
Si pensaban que lo hacía para ganar puntos con ella o algo parecido estaban muy equivocados.
Definitivamente no lo hacía por eso.
Pero tampoco me interesaba estar explicando nada.
Así que no le dí demasiada importancia y seguí.
En un momento, Mara vino y se quedó en la cocina.
Fue incómodo.
Porque sentía que me quería sacar charla.
Y yo no sabía qué decirle o comentarle.
Yo iba y venía con las pizzeras.
Ella estaba ahí parada.
No encuentro otra razón para conversar.
Pero justo en un momento, cruzamos miradas.
“Jmm” le hice con una mueca.
Ella hizo lo mismo.
¡Dios, qué momento incómodo! Horrendo…
MAR: ¿Comiste, no?.- Me preguntó tomando la iniciativa.
YO: Sí, salieron buenas…
MAR: La verdad que sí. Se comieron todo jaja.-
Me hizo esa sonrisa que tantas veces me había hecho temblar las piernas.
Era claro que era una chica especial.
Sin importar lo que haya pasado entre nosotros.
Su tes blanca, sus pecas, parecían querer conspirar contra mi voluntad.
En verdad estaba hermosa pero…
¿Cómo es que todo se nos había ido de las manos?
YO: Nunca fallan las pizzetas…- Respondí acomodando unas cosas.
MAR: Otra vez, ¡gracias por hacerlas!
YO: No, de nada.- Le contesté mirándola a los ojos.
Cuando le dirigía la vista, parecía cohibirse, un poco.
O quizá eso me parecía.
También, ambos, estábamos enfrentando una situación completamente nueva, distinta. Nada se le asemejaba…
Uno de mis tíos la llamó y ella fue hacia allá.
Me salvó la campana, pensé.
Sería una estupidez decir que no la quería.
Pero aún estaba muy dolido con la situación. Y más que eso, decepcionado.
Y posta que no me salía otra cosa de adentro. Tanto así que ni siquiera le dije todo lo que pensaba cuando nos separamos…
La noche fue pasando. Se dejó llevar bastante mejor de lo que creí.
Pusieron la torta para cantarle el “felíz cumple”.
Yo seguía en la cocina.
Ya no hacía más pizzetas, pero estaba allí, un poco alejado de la multitud.
No me quedó otra que acercarme cuando se pusieron a cantarle, pero me quedé a un costadito.
Llegó el momento y apagaron las luces.
“Que los cumplas felíz…” entonaron todos.
Yo no cantaba pero aplaudía como todos.
Recuerdo que su último cumpleaños, ni bien terminaron de cantar, la sorprendí desde atrás y la levanté en mis brazos.
La cargué hasta el fondo y la tiré dentro de la pileta.
Y ahora era completamente diferente.
Cada uno estaba en su casa, en la suya.
No sé si era por el reflejo de las cámaras de los celulares, pero tenía brillosos los ojos.
Sopló la velita y listo, las luces volvieron. Lo viví como un trámite.
Cuando mi hermana empezó a sacar fotos, huí de ahí.
Salí al fondo.
No quería saber nada de fotos.
Me senté en la reposera que estaba en el pasto y me quedé allí.
No sé cuánto habrá pasado hasta que me empezaron a llamar.
Obvio que me hice el boludo.
Y cuando mi vieja me hizo el gesto desde la puerta, casi la fulmino con la mirada.
Creo que entendió…
Después de un rato, entré.
Ya me quería ir y como algunos ya se habían marchado, vi la oportunidad.
YO: Che, ¿vamos? le dije a mi hermano Renzo. Era el que me seguía en edad. Mellizo de Ava.
REN: Yo no voy para lo de Mamá…- Me dijo apenas dándome bola, mirando su teléfono.
Después pensé ¿desde cuando tenía que esperar a los demás para irme?
Eso sí, tenía que ir al baño primero.
Así que me dirigí hacia allí.
Desgraciadamente, estaba ocupado.
Por lo que pensé en ir al del quincho.
Atravesé todo el fondo y fui a ese.
La verdad que si me iba caminando y por alguna razón, debía correr, no iba a poder hacerlo si me hacía encima.
En fin… Hice mis necesidades y salí de ahí como para irme.
Me encontré a Mara que venía en dirección opuesta.
YO: Tuve que venir acá.- Le dije esbozando una sonrisa simulada.
MAR: Sí sí. Está cotizando el de adelante.- Sonrió
Me habló con onda.
YO: Bueno… Yo me voy yendo ya.- Le dije mirándola.
MAR: ¿Ya te vas?.- Dijo algo sorprendida, abriendo sus ojos.
YO: Sí… Creo que mis hermanos se quedan igual…
MAR: Ah, bueno…- Expresó con desazón.
Me resultó extraño.
¿Quería que no me fuera?
Se quedó parada ahí mirando para el costado.
Algo pasaba.
YO: ¿Todo bien?.- Le pregunté.
“Sí” me contestó moviendo la cabeza y cabizbaja, caminó por mi costado.
YO: ¡Ei! ¿Pasó algo?.- Le pregunto
MAR: No… no.- Dijo y sin mirarme se dirigió a la puerta del baño.
No sé qué le ocurría.
Pero me dejó asombrado. Tanto que de reflejo, la agarré del brazo antes de que se fuera.
Fue involuntario. No tuve intención.
Ella miraba al suelo, frente a mí.
Hace tiempo no la tenía tan cerca. Hasta sentí la fragancia de su piel.
YO: ¿Qué pasa, Mara?.- Le pregunté
Levantó su vista, despacio.
Tenía los ojos llorosos, verdes como las algas marinas.
Helado quedé.
¿Por qué estaba así?
YO: Decime…
MAR: Nada… Me acordé de algo… Soy una boluda, nada…- Expresó revoleando los ojos.
Esa mirada, triste, me conmovió.
No me gustaba verla así.
Me hacía sentir mucha culpa. Mal. Y no sé por qué…
Creo que me imaginaba de lo que se había acordado.
En ese cumpleaños, una vez que todos se habían ido, habíamos hecho el amor en la pileta.
Los dos, en bolas en la caliente agua del jacuzzi, felices como nunca.
La amargura parecía no querer dejarnos.
Lo único que me salió hacer, fue abrazarla.
De inmediato, Mara apoyó su cabeza contra mi pecho y me agarró fuerte con sus brazos.
No le dije nada. Solo la abracé. Nunca lo había hecho así, sin sentirlo.
Cuánta bronca… Las terminales nerviosas de mi cuerpo se tensaron.
Me venían a la mente todas esas imágenes de ella cogiendo sin escrúpulos con Brian, con Franco…
Quizá, si todo eso no hubiera ocurrido…
YO: Va a ser mejor que me vaya…- Le dije de buena manera.
Se separó un poco de mí y me miró.
Tenía las mejillas coloradas ya.
MAR: Bueno…
Cuando la solté, para darme vuelta e irme, ella me agarró de la cara con las dos manos y me dio un beso en la boca, cerrando sus ojos.
Podía sentir cómo los ríos de sus lágrimas me tocaban los labios.
No quise sacarla. La iba a herir.
Pero tampoco intenté besarla. No podía hacerlo.
Simplemente la dejé. Le dejé mis labios pero quietos, inertes.
A los segundos, ella me soltó.
Me hizo una caricia en la cara, comprendiendo y, compungida se fue a meter al baño.
“Chau, Johnny” me dijo con la voz algo tomada antes de entrar.
Qué mierda que era todo…
Sabía que no tenía que ir…
No quería dejarla mal otra vez.
Quizá si me quedaba un rato y boludeaba un rato con ella, se le pasaba.
A mí también me dolía la situación. Pero no sabía con exactitud si era dolor o ira.
Lo sentía en el pecho.
Me acerqué a la puerta del baño y pude oír cómo lloraba.
De la forma en que queres contenerlo, pero no podes. Que se te escapa.
Se me formó un nudo en la garganta.
YO: No me voy a ir otra vez, dejándote así…- Le dije puerta de por medio.
MAR: Andá, Johnny… Por favor…- Expresó muy triste.
YO: Te quiero… No quiero que estés así…
Su llanto no cesaba.
Probablemente no era la respuesta que ella quería.
Pero yo era sincero.
MAR: ¡Por favor, andate!.- Me rogó
Tampoco podía insistirle.
Yo la conocía y en verdad estaba mal.
Y que le ofreciera caridad de mi parte, no le iba a servir de nada.
YO: Bueno, pero después te escribo...-
Cuando le dije eso, abrió la puerta.
Estaba muy pero muy compungida. La cara roja tenía.
La miré.
Era genuino lo que le pasaba.
MAR: ¿De verdad amas a Sabrina?.- Me dijo conmocionada.
Dios…
¿Por qué me preguntaba eso? ¿Qué espera que le diga?
Qué difícil…
YO: Eso no importa… Nunca voy a estar con ella
MAR: ¡Contestame lo que te pregunto! ¿La amas?.- Expresó casi quebrándose. Sus labios temblaban.
La miré a los ojos.
No quería decírselo. No podía…
Me quedé callado.
Ella rompió en llanto.
Nunca voy a olvidar su rostro.
Ese que podía iluminar cualquier agujero negro que se le atravezara, se apagaba de a poco.
Cuánta miseria…
La abracé nuevamente.
Tenía que contenerla.
Ella me abrazó también, fuerte. Como si fuera la última vez que lo iba a hacer.
“Te amo” dijo con la voz afónica.
Me partió en dos.
Mi corazón se aceleró zarpado.
Creo que ni en las mejores jornadas sexuales se me había acelerado tanto.
Sentía los golpes que me daba.
Ella lo percibió y me miró.
Obvio que ella me importaba.
MAR: Te late fuerte…- Expresó extrañada, sin soltarme.
Solo me limité a contenerla. Esas imágenes de mierda se me aparecían otra vez.
Tragaba saliva y le hacía algún mimo en el brazo o el cuerpo.
Ese cuerpo que había recorrido con mi boca, con mis manos, tantas veces.
Estuvimos un rato así. Me costaba no perder el control. Sentía demasiada bronca.
Hasta que se calmó un poco…
MAR: Mejor, vamos, porque van a pensar cualquiera todos.- Dijo emitiendo una mueca en su apenado rostro.
Posta que me hizo mierda esa situación.
Estaba enbroncado, sí. Desilusionado, también.
Pero verla así, me jodía y mucho.
Sé que ella estaba sintiendo un dolor muy grande.
YO: Yo me voy, pero después hablamos…
MAR: Bueno, dale...- Expresó con una sonrisita, apenas.
Se lavó la cara y salimos.
Era obvio que había llorado. Imposible ocultarlo.
Entonces, caminé con ella, hablando.
No sé qué boludeces le dije. Supongo que algo referido al cumple o a la cantidad de pizzetas que se había comido el tío.
No se le había borrado la tristeza de la cara, pero al menos estaba mejor.
Me abrió la puerta para que me vaya.
MAR: ¿No queres que te lleve con el auto?
YO: No, gracias. No te preocupes...Además no te voy a hacer sacarlo…
MAR: Son dos minutos…
YO: No, todo bien… Andá con la familia.- Le dije sonriendo.
Hizo un gesto de “bueno”.
Me di cuenta que no quería que me fuera.
Pero no había razón para que me quedara. Y yo tampoco quería estar ahí.
YO: ¡Chau!.- Atiné a darle un beso en un cachete.
Que extraño que resultaba eso.
Ella puso su cara y me lo dio cerca del labio.
MAR: ¡Chau.. John, hablamos!.- Expresó algo trabada. Como si hubiera querido decir otra cosa.
Le sonreí y me fui.
MAR: ¡Ojo, que es tarde!
YO: Gracias por invitarme…
MAR: No… A vos por venir…- Se le dibujó una sonrisita en la cara, intentando disimular lo que había por debajo...
Le hice lo mismo, ya detrás de la reja y me fui.
Odiaba ese tipo de situaciones.
Me arrepentí mucho de haber ido.
Sé que era mejor para todos que lo hiciera, pero resultó una cagada.
No quería que Mara estuviera así.
No quería tener que preocuparme por ella.
Fueron tantas las ganas de irme que tenía de ahí, que me fui caminando y era muy tarde, de madrugada.
No era un barrio peligroso, pero salir a esa hora…
No pasó nada igual. Llegué bien.
Agotadísimo y con bronca por lo que había pasado. Por primera vez en mi vida, actuaba con ella, por solidaridad y no por amor… Y eso no debía ser así…
Me saqué todo, lamentando la decisión de haber ido y me acosté.
El cansancio me ayudó a dormirme.
Raro, ya que tenía demasiadas cosas para maquinar.
El día siguiente, no iba a ser mucho mejor.
Tal vez, lo relevante era que iba a volver a jugar al fútbol después de tanto tiempo.
No porque tuviera ganas, sino porque debía hacerlo.
Hice huevo todo el día, arrepintiéndome de todo lo hecho la noche anterior.
Le había dicho a Mara que le escribiría, pero no lo hice.
Y era mejor que no lo hiciera. Además, hablarle de compromiso, no tenía ningún sentido para mí.
Supuse que con el tiempo, ella iba a estar bien.
Cada vez que pensaba en lo mal que la había visto, me acordaba de cómo había cogido en la casa de Fernanda y se me pasaba.
No era sano eso.
Pero al menos, no me permitía ablandarme.
Sentía frustración, también.
No podía hablar con Sabrina, no podía verla y necesitaba saber de ella.
Me preguntaba qué era de su vida.
No podía preguntárselo a Mara. Sería una falta de respeto total. Pero no saber nada de nada, me volvía loco.
En fin, el fiasco era enorme.
Ya por la tarde me fui a la cancha, a ver si podía modificar algo de mis pesares.
Hacía cuánto que no me calzaba los cortos…
Se pusieron contentos mis amigos al verme. Tenía un tiempo sin ir por allí.
Jugué abajo.
No era ningún boludo…
Sabía que no podía correr ni un rumor así como estaba.
Increíble mostrar esa imagen.
¡Qué vergüenza! No era yo.
Y si aceleraba un poquito, enseguida me agitaba.
Hasta que en un momento, no pude con mi genio.
Vi la oportunidad de picar solo y lo hice.
Corrí…
Bajé la pelota con calidad a la carrera.
Pero cuando corrí unos metros, sentí una extraña sensación….
Como si algo me apretara el pecho.
Nunca me había pasado algo así.
Me frené de golpe y la pelota siguió rodando, ante las sorpresivas caras de los pibes.
Era un dolor fuerte y me costaba respirar.
Me agaché, apoyando mis manos en mis piernas.
Mis amigos, primero se rieron. Pero luego de unos segundos, me preguntaron “¿estás bien, boludo?”
No me salía el habla y comencé a oír los sonidos como de lejos.
YO: No… puedo respirar…- Dije con dificultad.
Algo me estaba pasando.
Sentí un hormigueo en mi brazo y las piernas se me aflojaron.
Parecía que algo me agarraba el corazón y me lo apretaba. Como una mano demoníaca estrujándolo.
Me caí al piso, sobre mi brazo derecho.
Intentaba respirar pero no podía.
Oí que todos gritaban.
¿Qué carajos me pasa? pensé mientras intentaba tomar bocanadas de aire.
El dolor se hizo más intenso y la luz se me fue apagando, mientras mi cara se estrellaba contra el césped sintético.
Muy lento, mis ojos se cerraban. Veía cómo se diluían los rostros que se me acercaron, hasta que quedó todo oscuro y en silencio.
No sé qué me pasó.
No sé si estaba soñando.
Una eterna oscuridad me envolvió. Como si hubiera entrado en un profundo agujero negro.
Tenía percepciones, como si me moviera, pero todo era negro.
Era una sensación constante de estar aturdido y atrapado en un espacio vacío.
Lo siguiente que recuerdo, fue abrir los ojos y mucha luz.
Todo blanco, de golpe y que me encandilaba.
¿De qué se trataba esto?
Veía como siluetas...
Cansancio… Mucho… Una presión horrible en el pecho…
Nunca había pasado por algo parecido.
Pero de a poco todo iba tomando forma.
Recuerdo ver a una persona, vestida toda de blanco.
¿Tenía barbijo?
Oía todo como si estuviera bajo el agua.
Había otra persona también ahí, parada.
Era una figura femenina.
¿Dónde estaba?
¿Qué me había pasado?
Muy despacio, comencé a oír mejor.
“Jonás, Jonás”.- Me decía esa persona de blanco.
Parecía un médico.
Creo que lo era.
YO: Sí… ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?
“Estás en un hospital, quedate tranquilo. ¡Ya estás bien!”
¿En un hospital?
¿Qué está diciendo?
YO: ¿Qué me pasó?.- Recuerdo que le dije.
“No te asustes, pero sufriste un infarto…”
Comentarios Destacados
excelente como siempre
18 comentarios - Capítulo 3 Mi prima, Mara 3
dejá que se recupere che
Lo del infarto es un poco exajerado, pero no del todo loco, vamos a ver cómo reaccionan sus "mujeres" cuando se enteren. Gracias por el capítulo, van 10!!
lo del infarto es fruto de todo lo contenido hasta el momento, desde que pasó toda la situación en lo de Fer, luego lo de Sabri en su depto, el se comporto como un señorito, se tragó todo y no hiso escándalo, no "explotó" y encima mientras veía a su prima llorar recordaba esas feas situaciones.... era lógico que en cualquier momento reventaría.
como cualquier situación de la vida real.
A mi se me llena el Alma
la cosa empieza en Mi Prima Mara, continúa con Fin de semana en lo de Fer, la última función y post finde que es donde ella se manda su primera cagada con sabri y luego le devuelve los favores dejando cogerse a Fer.
Luego llega El incidente, esa juntada en la quinta de su otra amiga (pao) donde los drogan y tienen su primer quiebre, luego llega El Pacto la fantasía de Mara (donde ella ya empezaba a querer festichola, que le cojan mient
Atentos los productores audiovisuales quien pone la tarasca??
Saca otro cap te lo pido por favor, me llevas de la lujuria al suspenso total.