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Resort Sexual - Capítulo 2

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Capítulo 1


CAPÍTULO 2

Día 2. Por la mañana

Con tantas emociones del primer día, cuando llegué al dormitorio caí rendido sobre la cama. Y tuve un sueño por el cual, un montón de nenas bonitas hacían fila para follar conmigo. En ese sueño apareció Luna. Fue en el momento en el que mi polla se hundía en su coñito que me desperté. Había sido un sueño intenso, tanto como para correrme encima.

Eché la ropa manchada a lavar, y miré la hora. Las 8:30. Un buen momento para desayunar.

En ese momento, llamaron a mi puerta. Fui a abrir, y me llevé una grata sorpresa. Irina se había presentado allí, con su melena rubia, un bikini negro, y una bandeja con café y bizcocho.

"¡Buenos días!", dijo.

"Hola, Irina", saludé. "No... No te esperaba tan temprano", le dije.

"Lo sé. Anoche al final terminamos pronto", me contó, mientras ponía la bandeja sobre mi cama. "Si llego a saberlo, me hubiera quedado con vosotros"

"¿Por qué?", pregunté.

"Porque las muy putas habían quedado con unos chicos y no me habían dicho nada", dijo Irina, "así que todas se han pasado la noche follando menos yo. Seguro que lo hubiéramos pasado bien"

Tragué saliva. No era normal hablar de esas coas tan alegremente. Irina, mientras, había servido el café en dos vasos y cortaba el bizcocho. Yo le di un trago a mi bebida.

"¿Y bien? ¿Follaste con Francesca?"

Casi escupí el café.

"¿De verdad quieres hablar de eso?"

"¿De qué quieres hablar si no?", me preguntó ella. "Oye, hay una cosa que tienes que asumir cuanto antes. Aquí se folla. Mucho. Todo el día. Con mucha gente. Y yo he tenido muchos amantes. Si eso te supone un problema..."

"No, no... No es ningún problema", interrumpí. "Ayer ya me quedó claro lo que hay por aquí y me parece bien. Es solo que no es lo primero que me gustaría conocer de ti"

"Tampoco te enamores", dijo, y se puso un poco colorada. "Se sufre mucho cuando lo haces".

"Vale. Nada de amor", acepté. Y le di un mordisco al bizcocho. "Pero háblame un poco de ti. ¿Cómo has llegado a este sitio?"

"Bueno, si tanta curiosidad tienes, yo vine a perder la virginidad con mis amigas"

"¿De verdad? ¿A un lugar lleno de desconocidos?"

"Es raro, ¿verdad? Pero había estado saliendo con un chico. Él me insistía en que quería esperar a una ocasión especial para hacer el amor por primera vez. Y el día anterior a mi cumpleaños lo pillé follándose a mi hermana"

Creo que no había comido más mientras escuchaba la historia de Irina.

"Lo peor no fue solo eso, sino que se la había follado cada vez que iba a visitarme a casa. Se quedaba por las noches, y cuando yo me dormía, se pasaba horas con mi hermana engañándome. Por eso tomé la decisión de que mi primera vez no sería con alguien especial, sino en un lugar especial. Mi amiga Tamara me habló de este sitio, así que nos organizamos las cinco para venir aquí"

"Increíble... ¿Cómo se puede ser tan cabrón?"

"No lo sé", dijo Irina. Me sorprendía la entereza con la que me contaba aquello, como si ya lo hubiera superado. "Quizá soy una rara, pero... podría entender que me engañase si no hubiéramos follado nunca, ¡pero era él quien insistía en esperar!", gritó. "¡Yo le había dicho muchas veces que quería hacerlo! ¡Y él insistía en que lo iba a hacer bonito!"

En ese momento se calló y se dio la vuelta.

"Irina..."

"Perdóname. No quería montar una escena. Tú no tienes la culpa de nada"

"Quizá sí. Por haber preguntado"

"Qué va. ¿Sabes? Eres el primero que le interesa saber algo de mi antes de metérmela"

Yo no dije nada. Metérsela... A pesar de todo hablaba del sexo como algo banal. Ella estaba buenísima, pero no tenía claro en ese momento si el sexo con ella podría ser tan increíble como parecía. Su corazón estaba herido, y parecía darle igual si era conmigo o con cualquier otra persona. Pero a eso venís. A follar indiscriminadamente. Y al fin y al cabo, ha cumplido su palabra, ha quedado contigo. No es culpa suya que no te gusta la historia que te ha contado.

"Hay algo más que me gustaría saber", dije.

"Puedes preguntar todo lo que quieras. Pero, ¿puedo saber por qué? En este sitio la gente no es tan curiosa normalmente"

"Me gusta conocer a la gente antes. Solo es eso"

"De acuerdo. ¿Qué es lo que quieres saber?"

"Francesca me contó que vas cada día a bailar en la barra. Supongo que haces strip-tease", le dije. Ella asintió. "¿Por qué?"

"Me gusta", me explicó Irina. "Siempre me ha gustado bailar. Y cuando vi aquel local, probé. Y me gustó aún más. Aquellos ojos, me deseaban todos. Y también las chicas. Así que volví al día siguiente. Y bueno. No se si ayer lo viste, pero más de uno se estaba tocando con el espectáculo, y eso me excitó aún más". Se estaba poniendo colorada según hablaba. "Así que me gusta pasarme por allí y ponerme a tono. Espero que no te importe..."

"Aquí no se juzga, ¿verdad?"

Irina sonrió.

"Yo también quiero preguntarte algo"

"Dispara"

"Según tu pulsera, eres curioso. ¿Has probado ya a estar con algún hombre?

"No he tenido tiempo", le dije. "Llegué ayer, y aún me estoy haciendo al sitio. ¿Eso a ti te supone un problema?"

"No, no. Es solo que a mi las mujeres no me atraen, pero si en algún momento te apetece un trío con una... me tienes disponible", sonrió. "Pero a mi también me gustaría un trío con otro hombre. Que no implicase que yo os toque a los dos, sino también entre vosotros. Yo he jugado y puedo jugar con otras chicas si se da el caso"

"De acuerdo. En ese caos, te avisaré cuando pruebe con otro hombre, si te parece bien. Y si la experiencia es buena, te avisaré para que follemos con otro chico"

"Genial. ¿Has echado un ojo a alguno?"

"De momento no", mentí. No quería hacerle ilusiones, pero sí que había al menos uno que había llamado mi atención.

"Bueno. ¿Te parece bien si nos tomamos el mediodía a nuestro rollo, y quedamos para después de comer?"

"¿Ya quieres librarte de mi?", bromeé.

"En absoluto. Es solo que quiero que sigas conociendo gente. Yo me voy a ir a la piscina. Si te quieres venir..."

"La verdad es que ahora no. Quiero echar un vistazo por todas partes, que no lo conozco aún todo"

"Genial. ¿Me vas a buscar? Estaré deseando que vengas a por mi"

"Claro que sí. Vamos, salimos juntos"

Y dejamos la habitación vacía. Irina era una persona interesante, pero había más mujeres en aquel lugar... ¿verdad?

Día 2. Mediodía

Irina y yo salimos del hotel y empezamos a caminar, rumbo a las piscinas. Pero antes de llegar, yo me detuve. Estábamos en el gym, y pensé que sería una buena idea ver qué tal iba por ahí la cosa. Ella se despidió de mi con un beso, y un "te veo por la tarde", y continuó su camino a la zona de agua. Yo entré en el gimnasio, completamente visible desde el exterior por la gran cristalera que suponían las paredes.

Aquello era enorme. Bicicletas estáticas, elípticas, cintas de correr, bancos de pesas...

"Pero bueno, ¿a quién tenemos por aquí?", escuché a mi espalda.

Me giré y vi a Matt acercándose a mi, mientras levantaba una y otra vez una mancuerna. Iba vestido en ropa de deporte. Una camiseta de tirantes holgada, y un pantalón de chándal que le quedaba... bastante ajustado. Cuando mis ojos le recorrieron, no se me perdió el detalle del bulto de su pene.

"Estaba echando un vistazo. La verdad, solo he pisado el gimnasio una vez en mi vida", le dije, y le estreché la mano que tenía libre.

"Se te nota, ni siquiera te has puesto ropa apropiada", me dijo. "Ven conmigo"

Le seguí, y fuimos al mostrador, donde me dieron una camiseta y un pantalón para cambiarme.

"Es... demasiado corto", dije cuando lo vi.

"Movilidad absoluta", respondió Matt. "Vamos, te acompaño a cambiarte"

Cuando íbamos al vestuario, pasamos por delante de la sala del spinning, y me quedé por un segundo embobado mirando aquel mar de culos que se desplegaba ante mi. Matt tiró de mi mano y llegamos al vestuario de chicos, formado por una amplia estancia de bancos y taquillas, detrás de las cuales estaban las duchas.

"¿Hay dos duchas?", pregunté, al darme cuenta de que un chico se metía por la izquierda, y otro por la derecha.

"Sí"

"¿Y eso?"

"Luego te lo cuento. Vamos, cámbiate", me dijo. "Oh, espera, me voy la vuelta"

"¿Por qué? ¿Nunca te has cambiado delante de otros tíos?", dije mientras me cambiaba la camiseta, y me bajaba los pantalones delante de él. Luego me puse los de deporte. Cortos, demasiado para mi gusto, pero bueno.

"Sí, pero en este sitio... ya sabes. Todo puede llevar al sexo", me dijo.

"¿Y eso sería malo?", inquirí.

Vi que se ponía rojo. Eso me daba ventaja sobre él. ¿Por qué eso me encendía? Mi corazón palpitó. Y mi pene también. Aguanté la respiración mientras Matt me llevaba de vuelta al gimnasio.

"Si te parece bien, te echo una mano", me dijo

"Genial"

"Vamos a empezar hoy suave", mientras hablaba llegamos a una sala amplia donde no había equipación, solo esterillas. Nos acercamos a una que estaba vacía. "Primero unas flexiones", me ordenó.

Yo apoyé las puntas de los pies en el suelo, y me tumbé entero. Apoyé las plantas de las manos. Oh. Joder. No recordaba lo mal que me sentaba esto. Apenas podía levantarme.

"No voy a poder", le dije.

"Claro que sí. Vamos"

Y me puso una mano bajo el pecho y me ayudó a subir y bajar. Poco a poco. Una... dos... tres... Por inercia, me incliné un poco, y puso su otra mano en mi culo para obligarme a estirarme. A la décima me dejó detenerme. Retomé el aire, y luego me ayudó de nuevo a hacer otras diez.

"Genial. Ahora, abdominales"

Me puse bocarriba, y en ese momento, Matt pasó sus piernas por encima de las mías.

"Vamos. Vas a hacerlas enteras", me dijo. "Hasta diez. Manos sobre el pecho"

Obedecí, y empecé a subir. Qué difícil era aquello. Una... dos... ¿Por qué notaba las manos de Matt acariciándome las piernas? Estaba tan cerca de mi paquete... No, no pensar en eso. Siete... ocho... y a la décima, se acercó un poco más a mi y me dio un beso.

"Muy bien", añadió con una sonrisa. "Descansa un momento..."

Tomé aire bocarriba, y treinta segundos después, Matt me indicó continuar. Esta vez me daba un beso cada vez que yo volvía a subir. Sus labios eran agradables. Creo que se había echado vaselina de sabor a fresa. Cuando hice el décimo abdominal me sujetó y el beso duró un poco más.

"Ahora... sentadillas"

"¿En serio?", le pregunté.

"Vamos, soy tu entrenador aquí"

Así que me puse de pie. Y en ese momento, Matt se pegó a mi espalda. Podía sentir su paquete contra mi culo. Me sujetó las caderas, y me obligó a flexionar las piernas.

"Una... dos... tres...", iba contando. Yo miré al resto de la sala. Solo había dos chicas compitiendo por hacer flexiones, y ninguna parecía prestarnos atención. Yo me dejé llevar por los movimientos de Matt hasta acabar la sesión de diez, y luego hicimos una segunda, sin que me soltase en ningún momento.

Cuando ya estaba bastante cansado de los ejercicios, en los cuales Matt seguía buscando la excusa para meterme mano, regresamos al vestuario para darnos una ducha. Nos desnudamos sin vergüenza ninguna, y me llevó a las duchas de la derecha. Nada reseñable, el típico suelo preparado para tragar agua, y un montón de duchar a lo largo de la pared formando una "u". Y cumpliendo la norma no escrita de un vestuario: cada uno a lo suyo. Había dos chicos, uno en cada rincón, enjabonándose.

"¿Qué hay al otro lado?", le pregunté.

"Igual no te interesa saberlo", respondió Matt. Se estaba empezando a enjabonar.

"¿Por qué no?"

Se lo pensó mejor y se enjuagó las manos.

"¿De verdad tienes la mente abierta!?"

"Eso creo..."

"Ven conmigo"

Nos llevamos las toallas y atravesamos el vestuario en pelotas hasta las otras duchas. Y entonces comprendí la pregunta que me había hecho. Al otro lado, la forma de las duchas era idéntica. Pero ahí la gente no se estaba duchando. Había otros tres chicos, haciéndose pajas mientras se miraban unos a otros, con claras ganas de ponerse a follar.

"Recuerda, nadie puede tocarte si no se lo permites", me dijo y tiró de mi. Ocupamos nuestras respectivas duchas, pero se lo pensó mejor y vino a la mía. "¿Compartimos?", me preguntó.

"Claro", le respondí. Dejé que el agua corriera y nos mojamos. Corté el agua, se echó jabón en las manos, y en ese momento empezó a limpiarme el cuerpo.

"¿Se siente bien?", me preguntó.

"De maravilla", respondí. Y en ese momento me di cuenta. Me había empalmado. No solo yo. Su falo también estaba completamente erecto en ese momento. Debía medir unos 20 cms. Fue muy agradable sentir su mano cerrarse sobre mi erección, limpiándola. Sentí que pegaba su pecho al mío, con nuestras pollas restregándose con el jabón mientras sentía sus manos lavando mi espalda y mi culo. "Ha sido una buena idea venir", le dije. No se me escapó que los tres chicos nos miraban en ese momento.

"Tú ya estás limpio", me dijo. "¿Te gustaría hacérmelo? Lavarme, me refiero", y me guiñó el ojo.

Me enjaboné las manos y empecé a frotar su pecho. Él se apoyó en la pared, dejándome toda libertad de movimientos y de exploración. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué me gusta tanto su cuerpo?, me pregunté. A él también parecía gustarle cómo le lavaba. Y en ese momento empecé a tocar su pene. Se sentía caliente en mi mano, y muy duro. Me dedicó una sonrisa, y se la devolví. En ese momento se dio la vuelta, ofreciéndome su espalda y su culo. Empecé por arriba, lavándole desde el cuello y bajando por su columna.

"¿Alguna vez has mirado el culo de un chico?", me preguntó. Negué con la cabeza. "Siéntete libre..."

Cuando llegué a sus nalgas, las separé. Lo admito, me encantó. Su culo rosado estaba tan depilado como todo él, y la imagen de su agujerito ligeramente abierto me ponía a mil. Incluso viendo sus huevos, que los acaricié con mis resbalosas manos antes de limpiarle los cachetes.

"Oíd... ¿os importa si miro?"

Era un chico que acababa de entrar. Moreno y con el pelo de punta, nos miraba con unos ojos castaños y golosos. Se estaba pajeando pero me fijé en que su pene era un poco más grande que el de Matt, que en ese momento intervino.

"Nos tenemos que aclarar", dijo. "¿Te da tiempo?", le desafió.

"Seguro que sí", respondió el recién llegado.

Y en ese momento Matt me sujetó por las caderas, me puso con la espalda en la pared y me besó con ganas. Detrás de nosotros pude ver al moreno, haciéndose la paja mientras nos miraba. Sentí la lengua de mi amigo invadiendo mi boca, y yo empecé a acariciarle el culo mientras nuestros falos volvían a refrotarse. Le separé las nalgas, y en ese momento, sentí algo cálido y viscoso cayéndome en los dedos. El recién llegado se había corrido sobre el culo de Matt y mis manos.

"Espero veros por ahí", comentó. "Me llamo Leo"

"Yo soy Matt. Y él es JP", nos presentó mi amigo mientras nos limpiábamos.

"Encantado de conoceros", dijo, y marchó a darse una ducha.

"Oye, Matt... me lo he pasado muy bien pero estoy sin comer y he quedado...", le dije.

"No te preocupes. Ve y pásalo bien", me dijo. "Nos vemos"

Y me dio otro beso antes de separarnos.

Día 2. Después de comer

Yo estaba aún cachondo, pero agradecía no haberme corrido con Matt. Aún quería follar con Irina. Me desvié por completo, antes de ir a buscarla, para comerme un hot dog. Atravesé luego por el parque para llegar hasta las piscinas, para buscar a la nena.

Tardé un poco en localizarla, pues había un total de tres piscinas. Dos artificiales y una natural. Fue en esta donde la encontré, flotando bocarriba sin pensar en nada. Yo no llevaba el bañador, de modo que no pude entrar y tuve que llamarla desde la orilla. Me sonrió al verme, se dio la vuelta y empezó a nadar hacia mi.

"No vienes preparado para una piscina", bromeó. "¿Qué tal lo has pasado?"

"Genial. ¿Y tú?"

"A tope", dijo, y se puso de pie. Su cuerpo despampanante y mojado me gustó muchísimo, y ella debió notarlo en la forma en que la miraba. "¿Te parece bien si me seco antes de ir al hotel?"

"Claro"

Y la acompañé a su toalla. Me senté a su lado mientras ella tomaba el sol para secarse, primero bocarriba y luego bocabajo. Yo echaba un vistazo alrededor. Muchos bikinis, y mucha chica guapa.

"Si te gusta alguna podemos llevarla con nosotros", ofreció Irina.

"No... hoy me apetece estar a solas contigo"

"En ese caso, no te quiero hacer esperar"

Se incorporó, levantando primero el culo. No necesitaba provocarme, ella sola bastaba para que me excitara. Se quedó en cuatro, y probé a acariciárselo. Ella sonrió. Era lo que quería.

"¿Te gustan los culos?", me preguntó.

"Sí. Y el tuyo es perfecto", le dije.

"Bueno. Me gusta ir poco a poco. Pero creo que lo podemos pasar de maravilla", dijo. Levantó su espalda y solté su nalga. "¿Vamos a tu habitación?", me preguntó.

"Si te parece bien, sí"

Asintió y nos pusimos en pie.

Pero cuando atravesamos las piscinas, vi a alguien en el agua.

"¡Luna!", saludé. Y en ese momento me contuve. Miré a Irina.

"Vamos a saludar", dijo, con una sonrisa. "¿Es tu amiga?"

"Sí... más o menos", le dije.

Me acerqué al borde de la piscina, donde Luna ya me estaba esperando. Pude ver sus tetas tapadas por el bikini, mientras movía las piernas para mantenerse a flote.

"Hola, JP", me saludó, con una sonrisa tímida. "Veo que vas bien acompañado"

"Me llamo Irina. Encantada", saludó. "Creo que nunca te he visto por el club de baile"

"No, es que... no me va mucho", dijo ella.

"Oh, bueno. Espero que este chicarrón te haga cambiar de idea", dijo con todo el descaro. "Nos vamos a subir a la habitación. Ya sabes, la 713"

"Pasadlo bien", dijo Luna, con pocas intenciones de seguirnos o de impedir el encuentro.

Mientras regresábamos al hotel, Irina me dijo:

"Esa quiere que la folles"

"Ayer intenté enrollarme con ella y me dijo que no".

"Bueno. Se la ve tímida. Que tenga ganas no significa que lo vaya a hacer a la primera"

Subimos directamente a mi habitación. Cerré la puerta, y en ese momento pude ver a Irina, quitándose toda la ropa para mi. Me encantó ver sus tetas al aire, expuesta por completo para mi, y luego se agachó para quitarse el tanga del bikini, enseñándome su culo.

"Y... ¿Qué habías pensado en hacer?", me preguntó Irina. A mi me costaba pensar al verla completamente desnuda.

"Pues me... me gustaría..."

"Te dije que me gustaba empezar poco a poco. ¿Quieres que te haga una paja?", dijo con su voz dulce.

"Eso me encantaría"

"Vale. Pues relájate", me dijo, poniendo sus manos sobre mis hombros, "y siéntate".

Me llevó a la cama y me hizo sentarme. Irina me desabrochó el pantalón y me lo quitó. Yo me quité la camiseta y la tiré por ahí. Ella se arrodilló frente a mi, y empezó a observar mi polla.

"Es bastante grande", me dijo, y me la sujetó con las dos manos. Me miró a los ojos, y empezó a hacerme una paja. Me sonreía. "¿Qué tal lo hago?"

Que cómo lo hacía. Era una maravilla. No se cuánto tiempo habría estado en el resort, pero su técnica era muy buena y tocaba mi longitud con mucha experiencia. Sentía su mano subiendo y bajando por mi polla de una forma que ni yo mismo había conseguido hacer por mi cuenta.

"Lo... Lo haces muy bien. Se siente de maravilla"

"Me alegro de oírlo", dijo. "¿Qué te parece si hago esto?"

Vi cómo sacaba su lengua y empezaba a chupármela mientras continuaba con su movimiento de manos.

"¡Irina!"

Ella no dijo nada, y continuó pajeándome mientras me la chupaba. Su lengua se sentía diferente, la forma en la que parecía masajeármela mientras lo hacía parecía una fantasía. Tragué saliva mientras ella marcaba el ritmo, acercándome al final. Notaba esa sensacion en mis pelotas que me indicaba que en cualquier momento me iba a correr. Ella también parecía notarlo, y sujetó fuertemente mi pene por la base, como si pretendiera ordeñarme

"¡Irina, creo que me corro!"

"Vamos... Córrete. Acaba en mi carita", me animó ella.

Sus palabras me pusieron más cachondo, y gruñí en el momento en que expulsaba mi lefa. Me corrí sobre sus cara mientras ella me seguía mirando.

"Muy bien. Espero que ahora te sientas mejor", dijo, y vi cómo se relamía los labios, llevándose con ellos el semen que le había caído encima. "Rico", añadió con una sonrisa de puta."Me encanta tu sabor"

"Eh... gracias", le dije. "Pero no tienes por qué decirme esas cosas..."

"¿No te gusta?"

"Se me hace raro", sentí que me ponía colorado.

"Bueno. Aquí estamos para gozar, recuérdalo. Y a mi me gusta hablarte así. Espero que lo hayas disfrutado"

"Claro que sí"

"¿Estarías dispuesto a devolverme el favor?", preguntó.

"¿Qué es lo que quieres?"

"Me encantaría sentir esa lengua que tienes en mi coñito..."

"Pues claro que sí", le dije. "Sube aquí con ese coñito"

Me tumbé bocarriba, e Irina se puso a horcajadas sobre mi cara. Noté el aroma de su coño muy cerca.

"Llevo pensando en esto desde esta mañana... Házmelo, por favor", me pidió.

Saqué mi lengua y recorrí toda su rajita. Me encantó el sabor que tenía, y moví mi lengua arriba y abajo mientras intentaba llegar lo más profundo posible

"Sí... justo ahí", suspiró Irina. Pude ver cómo empezaba a frotarse el clítoris con la mano mientras yo usaba mi lengua, y la escuchaba gemir y jadear mientras la daba placer. "¡Esto se te da muy bien! ¡Justo ahí, chupa ahí!"

Empecé a hacer remolinos con la lengua, centrándome sobre todo en ese clítoris. La vi morderse el labio y empezó a mover sus caderas sobre mi cara.

"Voy a correrme... ¡voy a correrme! ¡Aaaaaaah!"

Irina gimió y sus chorros me cayeron sobre la cara y la boca. Sus chorros femeninos eran dulces, con un puntito salado, y me tragué lo que me había caído en la boca. Desde su posición superior vi a Irina sonreírme.

"Ha sido increíble... Gracias..."

"Para mi ha sido un placer", le dije.

"La próxima vez... será aún mejor", me prometió. Pero yo ahora tengo que recuperarme. Quiero hacer mi baile de esta noche.

"Por supuesto. Iré a verte"

"Gracias", y me besó antes de dejarme allí.

Día 2. Por la noche

Como Irina se había marchado, yo me dormí también. Me desperté con hambre, y decidí ir a cenar algo antes de pasarme por el club. Primero pasé por la habitación de Luna, pero nuevamente no me abrió. O estaba fuera, aunque no sabía dónde podía ir si casi todo cerraba de noche salvo el club. Luego pensé en ir a buscar a Irina, pero no sabía el número de su habitación, así que fui solo.

Matt tampoco estaba por allí. Recordé laprimera vez que habíamos hablado... Apenas habían pasado veinticuatro horas, y ya nos habíamos besado y duchado y magreado mutuamente. Mientras miraba otro desconocido. Me pregunté si él se asomaba por el club también. O incluso si bailaba en la barra... Decidí cenarme una ensalada. Algo ligerito, que la noche podía ser interesante también.

Cuando llegué allí seguía el mismo ambiente de fiesta sin fin que la noche anterior. Eché un vistazo rápido, y localicé a Francesca.

"¡Hola, guapo!", me dijo. "¿Qué tal hoy con Irina?", preguntó mientras me daba dos besos.

"Genial. Es muy buena chica", le dije.

"Y folla mejor", me dijo ella. "Justo empieza ahora su baile. ¿Vienes?"

Seguí a Francesca y nos acercamos a la barra femenina. Me sorprendió ver que, entre tantos chicos, algunas mujeres se animaban también a ver el espectáculo. Francesca me hizo sentarme al lado de una pelirroja y ella se puso al otro lado, justo antes de que la luz se atenuase un poco, para luego brillar con fuerza y mostrar el cuerpo de Irina, tapado apenas con un tanga y un sujetador de hilo, y una especie de sábana casi transparente que permitía verle todo.

"La madre que la parió...", escuché a mi lado. La pelirroja miraba el baile con cara de reprobación.

"Allí bailan los chicos", le dije.

"Gracias por la aclaración, imbécil", me espetó ella. "¿Me dejas en paz, por favor?"

"¿Quieres dejar en paz a la pobre chica?", preguntó Francesca.

"Váyase al infierno"

Se levantó y se fue de allí. Vi que Irina dudaba con su baile, pero lo retomó. Enredó su pierna en la barra y dio un par de vueltas.

"¿La conoces?", pregunté a Francesca.

"Es amiga de Irina. O algo así. No sé qué pinta en este sitio, si no le gusta el sexo", me contó Francesca.

"¿En serio?"

"En serio. Pero bueno. Allá ella", me dijo. "Tú no te pierdas el baile", me dijo la mujer.

"En realidad, no he venido solo por el baile. Ayer me dijiste que me quieres entre tus piernas", le recordé, y ella me miró, incrédula.

"¿Quieres follarme? ¿De verdad?"

"Claro que sí"

"No me acostumbro a que los jovencitos queráis follar con una señora mayor"

"Con una mujer que está buenísima".

"No creo que a Irina le importe que nos vayamos", dijo Francesca, y se levantó.

Yo fui tras ella, a la misma habitación privada que la noche anterior. Me quité toda la ropa, y ella me imitó.

"¿Qué quieres hacerme?", preguntó. "No te cortes. Dilo"

"Ponte a cuatro patas y enséñame ese culazo que tienes", le ordené.

"Me gusta como piensas, bebé", me dijo.

Se puso en el suelo, apoyando las manos y las rodillas de espaldas a mi. Empezó a mover su culo, de modo que sus cachetes chocaban entre sí, invitándome a entrar.

"¡Vamos, enséñame lo que tienes!"

Me puse de rodillas tras ella y le abrí el culo con las dos manos. Era tan suave como parecía, y mis manos se hundían en su carne blandita.

"¡Que buena vista tengo desde aquí!", exclamé.

"¡Es todo para ti! ¡Puedes azotarme si quieres!"

Pero yo apunté con mi polla a su húmedo coño, dejándolo en la posición perfecta. De un empujón se la metí. Su coño cedió fácilmente, se notaban sus años de experiencia. Y aún así, sus labios vaginales se cerraban alrededor de mi polla.

"Jo... joder"

El calor de su cuerpo me atrapaba y empecé a follármela con la mente en las nubes. Mis caderas chocaban contra ella mientras se la metía y se la sacaba, y su culo temblaba con cada uno de los impactos.

"¡Sí! ¡Fóllame, chico sexy! ¡Demuéstrame lo hombre que eres!"

Yo aceleré el ritmo, impactando aún más fuerte contra ella mientras gemía de placer. Mi polla entraba dentro de ella sin esfuerzo, y su culo se daba contra mi mientras la follaba. A mi me encantaba acariciar su culo mientras le daba lo suyo.

"¡Eso es, semental! ¡Dame lo que merezco! ¡Córrete para mi! ¡Hazlo donde quieras!"

Mientras su coño succionaba mi falo, yo sentía que me iba a correr. Iba a hacerlo en cualquier momento. Y en ese momento quería ver su culo cubierto de mi lefa. Cuando estaba a punto de llegar a mi límite, se la saqué.

"¡Me corro!", grité.

"¡Sí, córrete sobre mi!", me pidió ella.

Y eyaculé, soltando mis chorros encima de su culo.

"Lo has hecho genial. Ahora tengo todo el culo pegajoso"

"Pues creo que te queda genial", bromeé.

Moví su culo con las manos, viendo mi semen brillas mientras lo agitaba.

"Me encanta que te guste mi culo, pero ahora debo limpiarme"

"Claro, Francesca. Gracias por dejarme follar contigo", le dije.

"De nada. Pero aún me debes una cosa. La próxima vez debes correrte dentro de mi"

"Una excusa perfecta para volver a follar", le dije.

La dejé limpiándose mientras yo tomaba el camino de vuelta. Irina ya debía haber terminado el baile, y no la veía por ahí. Luna, una noche más, no daba señales de vida por el club. Y Matt tampoco estaba a la vista, de modo que fui a mi habitación. No estaba tan cansado, de modo que me vería una película porno antes de dormirme, mientras me hacía una buena paja.


CONTINUARÁ

Si te ha gustado, déjame saberlo con unos puntos o un comentario. O las dos cosas, y me animaré a escribir las continuaciones 🙂

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1 comentarios - Resort Sexual - Capítulo 2

Gabriel_Pelli +1
que riooo... ya quiero la 3ra!!!
PepeluRui
Estoy en ello, he tenido demasiado trabajo estos días y no he podido escribir mucho 😞