Hace mucho que vengo tratando de pervertir las fantasías sexuales de mi mujer y llevarla de lo romántico a algo más perverso como ocurre con mis fantasías.
Desde hace un tiempo para acá me viene excitando mucho la idea de verla tener algún tipo de actividad sexual con otro hombre.
No soy el tipo de cornudo que le gusta que lo humillen y eso, simplemente soy voyerista y me gusta tener siempre el control de lo que le pueda pasar.
Los juegos comenzaron cuando aún éramos novios, no sé de donde me salió preguntarle que si había algún muchacho que le llamara tanto la atención como para insinuársele y de ser posible acostarse con él, en seguida me miro con unos ojos como que se iban a salir de sus orbitas por el asombro que le causo mi pregunta. Después de tanto insistir con la pregunta me dijo de un chico que tenía una tienda de zapatos, me dijo que le llamaba la atención, además de que le parecía guapo era muy atento cada vez que iba por su tienda.
Entonces comencé a crearle morbo en sus pensamientos, pasaba siempre en el carro por la tienda y le preguntaba si era capaz de entrar con algún vestido sexy o unas leggins de esas que se le transparentan por tener un culo voluminoso y hermoso.
Al principio estuvo algo vacilante, con respuestas vagas como no sé, puede ser, en algunos momentos también reacia y me devolvía mis preguntas con otras de ellas como que, porque le preguntaba eso, si hablar de esas cosas me emocionaba, hasta llego a reprocharme que si era que estaba buscando una excusa para que nos separáramos.
Después de estar en un tira y encoje, y cuando entendió no por completo pero creo que si un poco el juego, por fin comenzó a participar, comenzó a referirse al chico como “mi amigo” porque no sabíamos el nombre, a pesar de que fue varias veces a la tienda de zapatos y le encargue encarecidamente que le preguntara el nombre al chico nunca se atrevió. A la hora de estar en la cama me contaba como la miraba “su amigo” cuando pasaba por la tienda y como ella se esmeraba en contonear sus caderas al caminar para que la detallaran con todo gusto, eso me calentaba mucho y también a ella cuando se dejaba llevar por el juego.
Al poco tiempo de eso, nos casamos y nos tuvimos que mudar de ciudad por cuestiones de trabajo. Hubo un lapso como de un año aproximadamente en el que se disipo ese juego, por cuestiones del proceso de adaptación a un nuevo ambiente y porque tampoco estábamos ya cerca de “su amigo”. Pero con el tiempo comenzó a carcomer otra vez la idea en mi cabeza, comencé a pedirle que se pusiera ropa sexy para estar en la casa, sus falditas bien cortas, o sus leggins que se transparentan con su rico culo, mi exigencia era que fuera con una tanga o sin nada de ropa interior, mi idea era que algún tipo la viera y que alucinara con ese manjar.
Otro momento importante en el proceso de este juego fue un día que tuvo que salir de la casa como a 50 metros por algo a que una amiga suya, ya estaba cumpliendo una penitencia con una falda cortísima que terminaba justo donde comenzaban sus nalgas, ya hacía rato le había hecho quitarse la ropa interior y esto la hacía vulnerable, su primer reflejo al enterarse que tenía que ir a que su amiga fue cambiarse de ropa, entonces le tranque el paso la mire a los ojos y le dije, no puedes cambiarte ni colocarte nada, si vas a salir vas así, al momento refuto diciendo que había gente en la calle, que la iban a ver así, pero igual no la deje cambiarse, salió entonces algo contrariada porque ya era algo público, y era un paso nuevo, entendí el hecho de que se resistiera pero la convencí, algo que ella no sabe es que en la oscuridad de la casa esa falda no pasa de ser una falda corta, pero en la claridad del sol en la calle se transparenta un poco. Cuando volvió le pregunte como le había ido me dijo en un tono un poco molesto que había un chico amigo de ambos trabajando en la calle y que se la había comido con la mirada, Jorge un chico como de 28 años aproximadamente, de contextura delgada pero bien formado, de tez blanca y bien parecido. Entonces le pregunte si le había gustado, y con una mirada con un toque de picardía me respondió, “no sé, puede ser”. Mi artimaña había funcionado y la había hecho morder el anzuelo (había sentido ese placer que sienten las mujeres al ser admiradas por algún chico de su simpatia), esa respuesta me puso la verga a reventar, pero se la guarde hasta la noche porque en ese momento no teníamos mucha privacidad.
Ya esa noche en nuestra recamara la aborde con todo:
Yo: entonces, te gusta andar mostrando el culo en la calle para que otros te deseen.
Ella: a veces.
Yo: mira lo que le hiciste al pobre Jorge, debe tener todo el día jalándose la verga por culpa de ese culo tan rico que le mostraste hoy.
Ella: ¿tú crees?
Yo: estoy seguro de eso, eso no se hace, te portaste mal, ¿cómo lo vas a dejar así?
Ella: ¿y que iba a hacer?
Todo este dialogo iba ocurriendo mientras yo iba acercándome, acariciándola, susurrando algunas preguntas a su oído.
Yo: no sé, creo que vamos a tener que invitarlo para que le pidas disculpas.
Ella: ¿solo eso? Es fácil.
Yo: y para redimir tu falta creo que lo más apropiado es que le dejes ver lo que le falto.
Ella: ¿me dejas, eres capaz?
Yo: claro que si mami, siempre que sea bajo mi supervisión. Es más, si quiere darle una caricia a este rico culo debieras dejarlo.
Ella: ¿no te pones bravo?
Yo: para nada, mira como me pone la verga nada mas de imaginarlo.
Le coloque la mano sobre mis shorts y pudo comprobar que era cierto, mi verga estaba a punto de explotar, y ella comenzaba a respirar entrecortado y a soltar unos gemidos cada vez que hablaba.
Yo: es más si quiere tocar un poco por aquí (mientras colocaba mi mano en su conchita), también vamos a tener que dejarlo.
Ella: que rico.
Pude darme cuenta cuando la toque que ya estaba húmeda, su cuerpo no me iba a engañar, si le estaba gustando la idea, los besos apasionados y el abrazo que nos hizo caer sobre la cama lo confirmaban.
Yo: ¿te gustaría traerlo aquí a la cama mientras yo me siento a mirar desde aquel rincón?
Ella: ¡mmm! Si, seria rico.
Yo: ¿lo besarías, así como me besas a mí?
Ella: si, si quiero.
Yo: ¿le mamarias la verga?
Ella: si, si tú no te molestas.
Yo: Ponte de rodillas y le mamas la verga a tu amante Jorge.
Mientras la hacía arrodillarse y le metía mi pene en su boca, ella se esmeró como si de verdad estuviera siendo evaluada por nuestro amigo, se atragantaba y lo escupía con mucho esmero, ya me tenía a punto cuando la levante y la tire sobre la cama.
Yo: no vamos a dejar que nuestro amigo salga de aquí sin darle una buena mamada a esa conchita tan rica.
Ella: si, lamela papi.
Yo: no, no es a mí, es a tu nuevo amante que tienes que pedírselo.
Ella: lame mi conchita Jorge (no cabía en mi de la excitación y el morbo que me causaba esa suplica).
Entonces fue mi turno de lucirme, tal como si fuera otra persona, trate de hacerlo diferente para que ella tuviera un poco más de estímulo para su imaginación, cuando coloque mi cara entre sus piernas pude darme cuenta lo húmeda que estaba y como estaba disfrutando el juego, entonces comencé a lamerla toda despacio, pasando mi lengua por la extensión de los labios de su vagina, chupando y relamiendo su clítoris, probando esos jugos tan deliciosos que brotaban de su sexo.
Yo: ¿verdad que tu esposo no te la chupa así?
Ella: no, tú me la estas chupando muy rico.
Yo: ¿te gusta más como te lo hago yo?
Ella: si, me encanta, sigue así, cómetela toda. Si sigues así voy a acabar, ya métemela.
Yo: ¿cómo se dice?
Ella: meteme tu verga Jorge, quiero que me cojas.
Yo: desde hace tiempo me llamabas la atención, pero esta tarde cuando te vi con esa falda me pusiste muy dura la verga, no pude dejar de pensar en todo el día en comerme esta concha, en tocar estas nalgas y hacerte mía.
Y entonces deje ir toda mi verga de un solo golpe y sin contemplación, resulto fácil porque ya estaba muy lubricada, entonces soltó un gemido y se aferró a mi espalda con sus manos, no estaba acostumbrada a que lo hiciera brusco pero la excitación y el rol en que ya estaba metido de un tipo que solo quiere cojerla y disfrutar de ella me hicieron actuar así, así tenía que ser, sin emociones, solo sexo y placer.
Le pedí que no abriera los ojos y comencé a hundir mi verga una y otra vez mientras la besaba por el cuello y las mejillas, cuando buscaba sus labios me esquivaba como si de verdad estuviera evitando a otro hombre.
Yo: ¿qué pasa, se molesta tu esposo si me regalas un besito?
Ella: mis labios son solo para mi esposo.
Yo: no seas mala, regálame un beso.
Esto me puso al tope porque pude ver que estaba metida en el juego, se estaba imaginando la verga de otro hombre dentro de ella y estaba gozando mucho, y seguía cojiendola pero cada tanto me acercaba a sus labios para besarla y siempre me esquivaba, entonces comencé a susurrar a su oído para que terminara de perder la cabeza.
Yo: me encanta tu cuerpo mi amor, que afortunado es tu esposo de poder comer todo esto tan rico cuando le provoque.
Solo soltó un gemido.
Yo: esas caderas me vuelven loco, y este culo (mientras le apretaba con fuerza las nalgas) es el más grade y delicioso que he tenido entre mis manos.
Ella: ¿te gusta?
Yo: me encanta mi amor, me gustas toda, tu cuerpo, tu cabello tu aroma. Que rico que seas mía.
Ella: soy tuya, solo por hoy soy tuya.
Y levanto las caderas para que le entrara toda. Entonces continúe besando su cuello mientras apresuraba el ritmo con que entraba y salía mi verga, la fui besando lentamente por sus mejillas y al llegar a sus labios no me esquivo, los abrió un poco y entonces le di un beso muy suave, lo sentí cálido, como si de verdad fuera un primer beso, por unos segundos solo fue un roce tímido de nuestros labios, baje mi ritmo, mi verga también entraba despacio para que pudiera sentir cada centímetro ir dentro mientras la besaba con mucha ternura.
Para este momento tenía sentimientos encontrado, celos al pensar que otro hombre de verdad pudiera disfrutarla de esta forma y que ella se entregara por completo, pero la excitación, el morbo era mucho más fuerte, y me decía a mí mismo, esto es lo que quieres que otro se la coja de esta forma frente a ti y verla gozar como nunca con la verga de otro, entonces disfruta.
El beso comenzó a volverse más apasionado, y nuestras lenguas jugueteaban por momento dentro de su boca y en otro momento en la mía, de igual forma el ritmo en que la penetraba comenzó a acelerar, fundidos en ese beso lujurioso, sudor y gemido la escuche hablar.
Ella: dame tu leche (señal de que ya se iba a venir).
Yo: ¿dónde la quieres?
Ella: dentro de mí.
Yo: pídelo como una niña buena.
Ella: quiero sentir tu leche dentro de mi Jorge.
Fue entonces cuando desbordamos en goce y entre contracciones involuntarias, gemidos y explosiones de placer le di hasta la última gota de semen asegurándome que ni una sola se fuera a perder y ella me entrego un orgasmo para recordar por mucho tiempo.
Entonces agotados y aun jadeantes nos dimos un pequeño beso y nos derrumbamos en silencio uno junto al otro.
Desde hace un tiempo para acá me viene excitando mucho la idea de verla tener algún tipo de actividad sexual con otro hombre.
No soy el tipo de cornudo que le gusta que lo humillen y eso, simplemente soy voyerista y me gusta tener siempre el control de lo que le pueda pasar.
Los juegos comenzaron cuando aún éramos novios, no sé de donde me salió preguntarle que si había algún muchacho que le llamara tanto la atención como para insinuársele y de ser posible acostarse con él, en seguida me miro con unos ojos como que se iban a salir de sus orbitas por el asombro que le causo mi pregunta. Después de tanto insistir con la pregunta me dijo de un chico que tenía una tienda de zapatos, me dijo que le llamaba la atención, además de que le parecía guapo era muy atento cada vez que iba por su tienda.
Entonces comencé a crearle morbo en sus pensamientos, pasaba siempre en el carro por la tienda y le preguntaba si era capaz de entrar con algún vestido sexy o unas leggins de esas que se le transparentan por tener un culo voluminoso y hermoso.
Al principio estuvo algo vacilante, con respuestas vagas como no sé, puede ser, en algunos momentos también reacia y me devolvía mis preguntas con otras de ellas como que, porque le preguntaba eso, si hablar de esas cosas me emocionaba, hasta llego a reprocharme que si era que estaba buscando una excusa para que nos separáramos.
Después de estar en un tira y encoje, y cuando entendió no por completo pero creo que si un poco el juego, por fin comenzó a participar, comenzó a referirse al chico como “mi amigo” porque no sabíamos el nombre, a pesar de que fue varias veces a la tienda de zapatos y le encargue encarecidamente que le preguntara el nombre al chico nunca se atrevió. A la hora de estar en la cama me contaba como la miraba “su amigo” cuando pasaba por la tienda y como ella se esmeraba en contonear sus caderas al caminar para que la detallaran con todo gusto, eso me calentaba mucho y también a ella cuando se dejaba llevar por el juego.
Al poco tiempo de eso, nos casamos y nos tuvimos que mudar de ciudad por cuestiones de trabajo. Hubo un lapso como de un año aproximadamente en el que se disipo ese juego, por cuestiones del proceso de adaptación a un nuevo ambiente y porque tampoco estábamos ya cerca de “su amigo”. Pero con el tiempo comenzó a carcomer otra vez la idea en mi cabeza, comencé a pedirle que se pusiera ropa sexy para estar en la casa, sus falditas bien cortas, o sus leggins que se transparentan con su rico culo, mi exigencia era que fuera con una tanga o sin nada de ropa interior, mi idea era que algún tipo la viera y que alucinara con ese manjar.
Otro momento importante en el proceso de este juego fue un día que tuvo que salir de la casa como a 50 metros por algo a que una amiga suya, ya estaba cumpliendo una penitencia con una falda cortísima que terminaba justo donde comenzaban sus nalgas, ya hacía rato le había hecho quitarse la ropa interior y esto la hacía vulnerable, su primer reflejo al enterarse que tenía que ir a que su amiga fue cambiarse de ropa, entonces le tranque el paso la mire a los ojos y le dije, no puedes cambiarte ni colocarte nada, si vas a salir vas así, al momento refuto diciendo que había gente en la calle, que la iban a ver así, pero igual no la deje cambiarse, salió entonces algo contrariada porque ya era algo público, y era un paso nuevo, entendí el hecho de que se resistiera pero la convencí, algo que ella no sabe es que en la oscuridad de la casa esa falda no pasa de ser una falda corta, pero en la claridad del sol en la calle se transparenta un poco. Cuando volvió le pregunte como le había ido me dijo en un tono un poco molesto que había un chico amigo de ambos trabajando en la calle y que se la había comido con la mirada, Jorge un chico como de 28 años aproximadamente, de contextura delgada pero bien formado, de tez blanca y bien parecido. Entonces le pregunte si le había gustado, y con una mirada con un toque de picardía me respondió, “no sé, puede ser”. Mi artimaña había funcionado y la había hecho morder el anzuelo (había sentido ese placer que sienten las mujeres al ser admiradas por algún chico de su simpatia), esa respuesta me puso la verga a reventar, pero se la guarde hasta la noche porque en ese momento no teníamos mucha privacidad.
Ya esa noche en nuestra recamara la aborde con todo:
Yo: entonces, te gusta andar mostrando el culo en la calle para que otros te deseen.
Ella: a veces.
Yo: mira lo que le hiciste al pobre Jorge, debe tener todo el día jalándose la verga por culpa de ese culo tan rico que le mostraste hoy.
Ella: ¿tú crees?
Yo: estoy seguro de eso, eso no se hace, te portaste mal, ¿cómo lo vas a dejar así?
Ella: ¿y que iba a hacer?
Todo este dialogo iba ocurriendo mientras yo iba acercándome, acariciándola, susurrando algunas preguntas a su oído.
Yo: no sé, creo que vamos a tener que invitarlo para que le pidas disculpas.
Ella: ¿solo eso? Es fácil.
Yo: y para redimir tu falta creo que lo más apropiado es que le dejes ver lo que le falto.
Ella: ¿me dejas, eres capaz?
Yo: claro que si mami, siempre que sea bajo mi supervisión. Es más, si quiere darle una caricia a este rico culo debieras dejarlo.
Ella: ¿no te pones bravo?
Yo: para nada, mira como me pone la verga nada mas de imaginarlo.
Le coloque la mano sobre mis shorts y pudo comprobar que era cierto, mi verga estaba a punto de explotar, y ella comenzaba a respirar entrecortado y a soltar unos gemidos cada vez que hablaba.
Yo: es más si quiere tocar un poco por aquí (mientras colocaba mi mano en su conchita), también vamos a tener que dejarlo.
Ella: que rico.
Pude darme cuenta cuando la toque que ya estaba húmeda, su cuerpo no me iba a engañar, si le estaba gustando la idea, los besos apasionados y el abrazo que nos hizo caer sobre la cama lo confirmaban.
Yo: ¿te gustaría traerlo aquí a la cama mientras yo me siento a mirar desde aquel rincón?
Ella: ¡mmm! Si, seria rico.
Yo: ¿lo besarías, así como me besas a mí?
Ella: si, si quiero.
Yo: ¿le mamarias la verga?
Ella: si, si tú no te molestas.
Yo: Ponte de rodillas y le mamas la verga a tu amante Jorge.
Mientras la hacía arrodillarse y le metía mi pene en su boca, ella se esmeró como si de verdad estuviera siendo evaluada por nuestro amigo, se atragantaba y lo escupía con mucho esmero, ya me tenía a punto cuando la levante y la tire sobre la cama.
Yo: no vamos a dejar que nuestro amigo salga de aquí sin darle una buena mamada a esa conchita tan rica.
Ella: si, lamela papi.
Yo: no, no es a mí, es a tu nuevo amante que tienes que pedírselo.
Ella: lame mi conchita Jorge (no cabía en mi de la excitación y el morbo que me causaba esa suplica).
Entonces fue mi turno de lucirme, tal como si fuera otra persona, trate de hacerlo diferente para que ella tuviera un poco más de estímulo para su imaginación, cuando coloque mi cara entre sus piernas pude darme cuenta lo húmeda que estaba y como estaba disfrutando el juego, entonces comencé a lamerla toda despacio, pasando mi lengua por la extensión de los labios de su vagina, chupando y relamiendo su clítoris, probando esos jugos tan deliciosos que brotaban de su sexo.
Yo: ¿verdad que tu esposo no te la chupa así?
Ella: no, tú me la estas chupando muy rico.
Yo: ¿te gusta más como te lo hago yo?
Ella: si, me encanta, sigue así, cómetela toda. Si sigues así voy a acabar, ya métemela.
Yo: ¿cómo se dice?
Ella: meteme tu verga Jorge, quiero que me cojas.
Yo: desde hace tiempo me llamabas la atención, pero esta tarde cuando te vi con esa falda me pusiste muy dura la verga, no pude dejar de pensar en todo el día en comerme esta concha, en tocar estas nalgas y hacerte mía.
Y entonces deje ir toda mi verga de un solo golpe y sin contemplación, resulto fácil porque ya estaba muy lubricada, entonces soltó un gemido y se aferró a mi espalda con sus manos, no estaba acostumbrada a que lo hiciera brusco pero la excitación y el rol en que ya estaba metido de un tipo que solo quiere cojerla y disfrutar de ella me hicieron actuar así, así tenía que ser, sin emociones, solo sexo y placer.
Le pedí que no abriera los ojos y comencé a hundir mi verga una y otra vez mientras la besaba por el cuello y las mejillas, cuando buscaba sus labios me esquivaba como si de verdad estuviera evitando a otro hombre.
Yo: ¿qué pasa, se molesta tu esposo si me regalas un besito?
Ella: mis labios son solo para mi esposo.
Yo: no seas mala, regálame un beso.
Esto me puso al tope porque pude ver que estaba metida en el juego, se estaba imaginando la verga de otro hombre dentro de ella y estaba gozando mucho, y seguía cojiendola pero cada tanto me acercaba a sus labios para besarla y siempre me esquivaba, entonces comencé a susurrar a su oído para que terminara de perder la cabeza.
Yo: me encanta tu cuerpo mi amor, que afortunado es tu esposo de poder comer todo esto tan rico cuando le provoque.
Solo soltó un gemido.
Yo: esas caderas me vuelven loco, y este culo (mientras le apretaba con fuerza las nalgas) es el más grade y delicioso que he tenido entre mis manos.
Ella: ¿te gusta?
Yo: me encanta mi amor, me gustas toda, tu cuerpo, tu cabello tu aroma. Que rico que seas mía.
Ella: soy tuya, solo por hoy soy tuya.
Y levanto las caderas para que le entrara toda. Entonces continúe besando su cuello mientras apresuraba el ritmo con que entraba y salía mi verga, la fui besando lentamente por sus mejillas y al llegar a sus labios no me esquivo, los abrió un poco y entonces le di un beso muy suave, lo sentí cálido, como si de verdad fuera un primer beso, por unos segundos solo fue un roce tímido de nuestros labios, baje mi ritmo, mi verga también entraba despacio para que pudiera sentir cada centímetro ir dentro mientras la besaba con mucha ternura.
Para este momento tenía sentimientos encontrado, celos al pensar que otro hombre de verdad pudiera disfrutarla de esta forma y que ella se entregara por completo, pero la excitación, el morbo era mucho más fuerte, y me decía a mí mismo, esto es lo que quieres que otro se la coja de esta forma frente a ti y verla gozar como nunca con la verga de otro, entonces disfruta.
El beso comenzó a volverse más apasionado, y nuestras lenguas jugueteaban por momento dentro de su boca y en otro momento en la mía, de igual forma el ritmo en que la penetraba comenzó a acelerar, fundidos en ese beso lujurioso, sudor y gemido la escuche hablar.
Ella: dame tu leche (señal de que ya se iba a venir).
Yo: ¿dónde la quieres?
Ella: dentro de mí.
Yo: pídelo como una niña buena.
Ella: quiero sentir tu leche dentro de mi Jorge.
Fue entonces cuando desbordamos en goce y entre contracciones involuntarias, gemidos y explosiones de placer le di hasta la última gota de semen asegurándome que ni una sola se fuera a perder y ella me entrego un orgasmo para recordar por mucho tiempo.
Entonces agotados y aun jadeantes nos dimos un pequeño beso y nos derrumbamos en silencio uno junto al otro.
2 comentarios - Inicio como cornudo.
van 10
Que bueno que te gustara, pronto seguiremos contando.