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Capítulo 13.
Modelos.
La sesión de entrenamiento de Xamira fue mucho más dura de lo habitual. Sus puñetazos y patadas sacudieron la bolsa de boxeo con violencia, una y otra vez. El estrépito que causó puso en alerta a Juliana Aquino, su madre.
Juliana asomó la cabeza dentro del gimnasio casero y vio como su hija le daba una dura patada alta a la bolsa, que de no haber estado bien sujeta, la hubiera mandado a volar.
―Hola, Xami ―saludó, con cierta timidez―. ¿No te parece que ya entrenaste suficiente?
La aludida respondió con un seco “No” y dio otra patada a la bolsa.
―Yo creo que sí, llevás varios minutos golpeando la bolsa sin parar. Te puede hacer mal. Podrías sufrir un desgarro.
―No me molestes, mamá ―otra patada.
―No intento molestarte. Sé muy bien cómo es esto. A veces, cuando necesito despejar mi cabeza, me excedo con el ejercicio físico. Es una forma de desconexión, pero es importante saber cuándo hay que parar. Creo que por hoy ya hiciste suficiente, hija ¿por qué no te das una ducha?
Xamira miró a su madre con ojos amenazantes. Juliana retrocedió un paso, no recordaba la última vez que había visto a su hija tan enojada. Por un momento creyó que recibiría un insulto como respuesta y que la mandaría a la mierda, sin embargo Xamira bajó los puños y suspiró.
―Está bien, me voy a bañar. ¿Está papá en casa?
―No, estamos solas. Tu padre dijo que…
Juliana no alcanzó a terminar la frase, se quedó atónita al ver que su hija se quitaba el top deportivo, quedando con las tetas al aire. Su piel morena, cubierta de sudor, resplandeció bajo los focos. A continuación se quitó la calza tres cuarto, mostrando que debajo traía puesta una tanga de algodón negra diminuta, tan pequeña que incluso se podía ver la parte superior de la cinta de vellos púbicos prolijamente recortados.
―Ay… pero… em… ¿por qué no esperás a llegar al baño para sacarte la ropa? ―Preguntó Juliana.
―¿Qué problema hay? ―Xamira se encogió de hombros―. Soy tu hija. ¿Tanto te molesta verme las tetas?
―No es eso…
―¿Sabés la cantidad de veces que te vi andando en tanga por la casa? Ya conozco toda tu ropa interior de memoria. Hasta sé cuál tanga se te mete más en el orto…
―Está bien… entiendo, lo que pasa es que… ―Juliana guardó silencio por unos segundos―. No me hagas caso. Tenés razón. Tu papá no está y no hace falta que estés tapándote delante de tu propia madre. Solo me sorprendió que te quitaras la ropa. Siempre fuiste muy cuidadosa en ese sentido, hasta te enojabas conmigo si yo justo abría la puerta de tu cuarto mientras te estabas cambiando.
Una vez más, Xamira se encogió de hombros.
―Supongo que ya no me molesta. La gente cambia.
―Sí… es cierto. Bueno, ¿querés que te prepare el baño?
―Como quieras…
Juliana fue a preparar todo y no pudo dejar de preguntarse por qué su hija estaba tan enojada. No era habitual ver esa rabia en Xamira, ni siquiera cuando practicaba Kickboxing.
Cuando Xamira entró al baño, ya todo estaba listo. El agua de la ducha tenía la temperatura adecuada. Juliana se quedó de pie justo detrás de ella, Xami la miró de reojo y estuvo a punto de pedirle que se marchara, pero luego llegó a la conclusión de que ya no le importaba si su madre la veía desnuda. Se inclinó hacia adelante y se despojó de su tanga, mostrando que su vagina estaba tan cubierta de sudor como el resto de su cuerpo. A Juliana casi se le salen los ojos al ver la intimidad de su hija expuesta de una forma tan directa, sin embargo no dijo nada, por miedo a empeorar las cosas. Al fin y al cabo era su hija y Juliana también había salido más de una vez de la ducha sin molestarse en cubrir su desnudez.
Aguardó a que Xamira se metiera debajo de la ducha, el agua la ayudaría a relajarse un poco, o al menos eso esperaba.
Xamira puso jabón líquido en sus manos, ese mismo que su madre había comprado y que le recomendó varias veces. Nunca lo había usado, porque sabía que era muy costoso; pero en ese momento no le importó. Cubrió sus pequeños pechos con jabón líquido, luego bajó sus manos por su abdomen marcado por el ejercicio. Juliana sintió un dejo de orgullo al ver los abdominales de su hija, más definidos que nunca.
―Deberías sacarles una foto ―dijo Juliana, con una sonrisa maternal―. Recién terminaste de hacer ejercicio y este es el momento en el que los músculos están más definidos. Podrías aprovechar…
―Estoy desnuda mamá. ¿Qué haría con esa foto? ¿Subirla a internet?
―¿Eh? No, nada de eso. Nunca insinué eso, hija. Pero… vamos, seamos honestas… ¿me vas a decir que nunca te sacaste una foto desnuda? ―Xamira se puso tensa, miró fijamente a su madre―. Yo lo hago todo el tiempo. Y no es para subirlas a internet, es más, muchas veces ni siquiera se las muestro a tu padre.
―¿Entonces? ¿Para qué te las sacás?
Esta vez fue Juliana la que se encogió de hombros.
―¿Qué se yo? Me gusta tener una colección personal de fotos íntimas. Me hace sentir bien poder ver los frutos de tanto esfuerzo. Y sé que hay que aprovechar los momentos posteriores a la actividad física, es cuando la tonificación de los músculos se nota más. No te enojes conmigo, solo intentaba… em… hacer un poco de conversación.
Xamira guardó silencio por unos segundos, luego dijo algo que Juliana no se esperó:
―Está bien, sacame una foto.
―¿Yo?
―Sí, vos. Tengo las manos mojadas y llenas de jabón, no puedo agarrar el celular. Si te sacás fotos desnuda todo el tiempo, no debería molestarte sacarme una a mí, que soy tu hija.
―Em… sí… claro. Tenés razón.
Juliana estaba confundida, no entendía por qué de pronto Xamira estaba tan agresiva, pero ella nunca fue una madre conflictiva. Siempre se esforzó para que la relación con su única hija fuera lo más agradable posible. Evitar las disputas era fundamental. Sabía que otra madre se hubiera enojado si su hija le hablaba en ese tono; pero a ella en realidad no la molestaba, solo la asustaba un poco. Tenía el presentimiento de que algo no andaba bien con Xamira… y quería averiguar de qué se trataba, aunque para eso tuviera que participar en una situación incómoda.
Salió del baño y fue en busca de su celular.
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Aprovechando el fin de semana, Erika y Oriana fueron a la casa de Siara, donde continuarían planificando su próximo movimiento. Era muy arriesgado y Oriana estaba preocupada, aún no se había animado a preguntarle a Mariela si estaría dispuesta a participar en el proyecto. No quería dar ese paso hasta estar segura de que la cosa iba en serio.
―¿Ya le pediste la plata a tu mamá? ―Preguntó Erika―. Yo puedo ayudar un poco con algunos ahorros que tengo, pero no es mucho.
―No le puedo pedir nada hasta que le devuelva todos los favores que nos hizo hasta ahora. ¿Te acordás que ella nos pidió ayuda con algo? Le dije que lo íbamos a hacer hoy.
―Ah, sí… quería que la ayudemos a probar unos conjuntos que diseñó. Por mi encantada ―Erika mostró una gran sonrisa.
Siara no parecía tan entusiasmada. Ya había ayudado a su madre y a la misma Erika con distintos conjuntos que ellas diseñaban, y siempre se sentía incómoda vistiéndose de esa forma. Por suerte nadie más la vería así… pero ahora… Oriana estaba presente, y no podía pedirle que se fuera. Eso sería muy descortés.
―¿Vamos a conocer a tu mamá? ―Preguntó Oriana―. Estoy muy nerviosa.
―¿Te gusta mucho la moda? ―Dijo Erika.
―No, pero… Verónica LeClerc es súper conocida. La vi varias veces en la tele… nunca conocí a una persona famosa. Debe ser raro tenerla como mamá.
―Te acostumbrás ―dijo Siara, encogiéndose de hombros―. Lo importante es que no la trates como un bicho raro, como hacen algunos. Es una persona común y corriente… solo que se hizo conocida.
―Todo el mundo se inhibe con Verónica ―comentó Erika―. Ella irradia confianza y seguridad por todos los poros… y eso pone nerviosa a la gente. Pero no tengas miedo, en realidad Verónica es un amor. A mí siempre me trató muy bien.
―Vengan, pasen por acá ―las guió Siara.
Oriana se quedó maravillada con lo grande que era esa casa, le dio la impresión de estar caminando dentro de un museo. Había cuadros y esculturas extrañas por todos lados y las habitaciones eran inmensas. Subieron por una larga escalera, zigzaguearon por pasillos y llegaron a una amplia sala bien iluminada. Por un momento Oriana creyó que estaba vacía, hasta que detrás de un escritorio donde se apilaban torres de ropa, vio una cabeza con cabello negro asomando.
―Mami, vine con Erika y una nueva amiga, te presento a Oriana Takahashi. Ella se unió a mi club en el instituto.
Verónica se puso de pie y Oriana entendió lo que Erika le había dicho, realmente había un halo de seguridad en esa mujer. Llevaba puesto un vestido color vino tinto muy elegante bien ceñido al cuerpo que realzaba su voluptuosa figura. Esos grandes pechos y las anchas caderas parecían dibujadas por un artista virtuoso.
Para Oriana fue un tanto incómodo verla con ese vestido y pensar “Esta es la madre de una de mis nuevas amigas”. Oriana nunca había visto a su madre vestida de forma sensual, incluso sabía que su mamá hacía grandes esfuerzos por ocultar su figura debajo de toneladas de ropa. Verónica LeClerc era todo lo contrario. Ella no tenía nada que ocultar. Sus enormes y redondos pechos asomaban por el centro de un amplio escote. El vestido estaba tan tirante que incluso se podía adivinar la forma de sus pezones. De todas maneras, la incomodidad de Oriana se pasó. “Es una diseñadora de moda internacionalmente conocida, ―pensó―. Está acostumbrada a usar estos atuendos delante de la gente”.
―Hola chicas, las estaba esperando. Encantada de conocerte, Oriana ―le dio la mano a la chica nueva y mostró una radiante sonrisa. Oriana se puso roja y las palabras no salieron de su boca―. ¿Vinieron a ayudarme con lo que les pedí?
―Sí… pero Erika y yo, nada más. Oriana solo vino a mirar.
―Bien, muy bien, me va a venir bien la mirada de otra persona. Decime, Oriana, ¿te gusta la moda?
―Em… este… yo…
―Lo que quiere decir es que no le entusiasma demasiado ―dijo Erika―, pero que está encantada de conocerte.
Oriana sonrió, en parte para mostrar su gratitud por la intervención de Erika, sabía que estaba nerviosa y romper un poco el hielo la ayudaría a relajarse.
―Bueno chicas, lamento apurarlas, pero no tengo demasiado tiempo. Me gustaría empezar cuanto antes. Ahí tienen un par de biombos ―señaló las esquinas que estaban frente al escritorio―. La ropa que van a usar está en esa mesa de allá ―señaló una larga mesa que estaba junto a la amplia ventana que daba al patio, por donde entraba una buena cantidad de luz natural―. Elijan una bolsita y pónganse todo lo que hay dentro de ella. Yo las espero. Oriana, podés sentarte en este sillón, ya te preparo algo para tomar. ¿Preferís té o café?
―Café, por favor.
Erika y Siara tomaron una bolsa negra cada una y se perdieron detrás de los biombos. Cuando Verónita le dio la taza de café a Oriana, se pudo escuchar la voz de Erika:
―Este… em… Vero… me parece que el conjunto de esta bolsa está incompleto.
―Sí, el mío también ―dijo Siara.
―No están incompletos. Los revisé muy bien.
―¿Estás segura, mamá?
―Sí, muy segura. Ah, ahí detrás del biombo les dejé tacos altos, son negros, de momento no me voy a centrar en el color del calzado, pero es importante que los usen, para estilizar la figura.
Erika apareció detrás del biombo, al verla Oriana se quedó atónita, ya no parecía esa chica que usa ropa holgada y extremadamente colorida que parece no ser consciente de su propio cuerpo. Ahora Erika parecía una mujer dispuesta a romper la alfombra roja en la presentación de los Oscars. Sus grandes pechos apenas estaban cubiertos por dos cintas blancas que llegaban hasta sus hombros y la parte baja del vestido era sumamente corta, tanto que al darse la vuelta Oriana pudo ver el inicio de la curva de las nalgas.
―Creo que me queda muy chico ―dijo Erika.
―No, no… ―Verónica se acercó con una cinta de medir―, te queda perfecto, este vestido se usa así.
―¿Y con una tanga tan chiquita?
―En realidad el vestido se usa sin ropa interior. Puse la tanga para que se sintieran un poco más cómodas.
Verónica se arrodilló frente a Erika y midió la distancia desde los pies hasta el inicio del vestido. Erika se puso nerviosa porque sabía que Verónica le estaba mirando la concha, o al menos una buena parte de ella. La tanga era tan pequeña que se le había quedado encajada entre los labios vaginales. Si se hubiera tratado de Siara no le habría molestado, pero no estaba acostumbrada a exponerse de esa forma frente a Verónica. Aún así mantuvo la compostura, quería ayudarla con sus nuevos diseños, de verdad que quería.
Siara también asomó por detrás de su biombo. El vestido que traía puesto era negro y transparente casi en su totalidad. Solo era opaco en la zona de los laterales, donde en realidad no había nada muy importante para cubrir. Sus grandes tetas se podían adivinar perfectamente debajo de esa tela que parecía tul y de no ser por la diminuta tanga negra que le dejó su mamá, su vagina también hubiera quedado completamente a la vista. Una vez más Oriana se quedó fascinada por la anatomía de su amiga, no era exactamente igual a la de Erika, Siara tenía la cintura más angosta y las piernas más delgadas, pero aún así, sus pechos, se robaban todo el protagonismo.
―Ya estoy con vos ―le dijo Verónica―. Vení, Erika. Sentate en esta silla. ―Erika hizo lo que le pedían y esperó a que la madre de su amiga hiciera nuevas mediciones―. Ahora separá las piernas. ―Esta vez Erica titubeó―. No tengas miedo, es solo para probar cuál sería el efecto al sentarse en un auto, por ejemplo. A mis vestidos los usan mujeres famosas y es sabido que los paparazzi aprovechan al momento en que se están sentando para intentar fotografiarles la concha.
―Una práctica que me parece de lo más denigrante ―protestó Siara.
―Así es ―coincidió Verónica―. No a todas les molesta, pero al menos tengo que saber qué vestidos exponen más que otros, antes de ofrecerlos.
Erika separó la piernas, simulando la posición que usaría al entrar en un auto. Oriana se quedó boquiabierta, con su café enfriándose dentro de la taza. Pudo ver cómo la diminuta tanga blanca era mordida por los labios vaginales de Erika. Un extraño escalofrío le cruzó todo el cuerpo y en lugar de incomodarse recordó las palabras de Mariela, sobre que ella debería sentirse más cómoda con su propio cuerpo… y Erika también, por eso quiso darle palabras de aliento.
―Estás muy linda, Erika. Ese vestido te queda genial.
―Gracias… aunque siento que se me ve hasta el apellido.
―Expone bastante ―dijo Verónica, mientras hacía sus mediciones.
Con el movimiento de sus manos llegó a rozar varias veces la zona vaginal de Erika y ésta se puso tensa. Quizás las modelos ya estuvieran acostumbradas a esa clase de roces, pero Erika no.
Por suerte el momento de incomodidad no duró demasiado. Verónica se acercó a su hija y comenzó a hacerle mediciones a ella.
―¿Estás bien, Siara? ―Le preguntó―. Por lo general te noto relajada cuando hacemos esto, pero hoy estás tensa.
―Me da un poco de vergüenza usar esta ropa frente a Oriana. No hace tanto que nos conocemos… y ya me puede ver todas las tetas.
―Por mí no te preocupes ―dijo Oriana―. Sé que estas situaciones pueden ser un poquito difíciles, lo digo por experiencia. Yo participé en sesiones de fotos para un catálogo de lencería y entendí que lo mejor es sentirse segura con una misma.
―¿De verdad posaste para un catálogo de lencería? ―Preguntó Verónica―. De haberlo sabido, te hubiera pedido a vos también que me ayudaras a probar algo de ropa.
―Me encantaría, además creo que sería lo correcto ―dijo Oriana―. Porque yo también voy a participar en el proyecto.
―¿Qué proyecto? ―Verónica miró a su hija buscando una respuesta.
―Es un proyecto del club que armamos en el instituto. Algo relacionado a cortos cinematográficos. No tiene que ser una maravilla, pero al menos vamos a necesitar algo de dinero, para contratar un par de actores y actrices.
―Ah, ya veo… y seguramente me vas a pedir a mí que financie ese proyecto.
―Si no es mucha molestia.
―No me molesta, si recibo la recompensa adecuada. Me sirve mucho que vos y Erika se prueben estos vestidos. Conseguir modelos voluptuosas es más difícil de lo que se imaginan, la mayoría de las modelos que me recomiendan las agencias prácticamente no tienen busto. Y si Oriana quiere, también puede servirme de modelo. Tiene pechos tan grandes como los de ustedes, y buenas caderas. El cuerpo ideal para esta línea de ropa. ¿Qué decís, Oriana?
―Por mí encantada, si querés puedo empezar ahora mismo.
―Como quieras.
Oriana buscó una de las bolsas que tenía disponible y fue a cambiarse detrás del biombo. Se sintió muy cómoda al hacerlo porque Erika y Siara se habían prestado para eso antes que ella, además tendría la oportunidad de modelar, en privado, para la mismísima Verónica LeClerc, un privilegio que no podía dejar pasar… aunque a ella no le fascinara demasiado la moda.
Su vestido era amarillo y, por suerte, no era tan revelador como el de las otras chicas. Solo tenía que lidiar con algunos cortes horizontales que dejaban un poco de piel a la vista, pero no eran las zonas pudientes. Su vagina y sus pezones quedaban estratégicamente cubiertos. Eso sí, la tanga era muy pequeña y temía que al agacharse un poquito, con esos tacos, se le viera todo. Sin embargo eso no le quitaría el sueño, no después de haber posado con las piernas abiertas para un tipo que ni siquiera conocía. Hacer esto era mucho más sencillo.
Verónica LeClerc pasó los siguientes minutos haciendo mediciones a los cuerpos de esas tres chicas. Les dijo que les podía regalar la ropa interior, pero que luego deberían devolverle los vestidos, ya que los necesitaba.
La experiencia no fue tan mala como lo esperaban y terminó bastante rápido. Sin embargo, antes de marcharse, Verónica les recordó que pronto las volvería a llamar para que siguieran probando vestidos, porque financiar cortos cinematográficos no es algo económico. De alguna forma se los tenía que cobrar. Las tres chicas accedieron a futuras sesiones de modelaje y dejaron sola a Verónica.
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Juliana regresó al baño con el celular en la mano. Se quedó mirando cómo su hija lavaba todo el jabón de su cuerpo. Aún le costaba creer lo mucho que había crecido Xamira y el cambio que se había producido en su anatomía, fruto de horas de ejercicio.
Cuando Xamira notó la presencia de su madre, le preguntó:
―¿Por qué creés que está bien que una mujer se saque fotos desnuda?
A Juliana se le detuvo el corazón. Llevaba tiempo posponiendo esta charla con su hija y al parecer ya no podría hacerlo más. Debía encarar el tema. Al fin y al cabo era lo que ella quería ¿o no? Juliana siempre intentó que Xamira entendiera la importancia de trabajar y tonificar su cuerpo y como esto podría hacerla sentir mejor consigo misma.
―Vos sabés que yo siempre me preocupé por mi cuerpo. Algunos me critican por eso. Pero considero que una mujer que pasa tantas horas en el gimnasio puede tomarse el tiempo para admirar su propio cuerpo.
―¿Eso no es un poco narcisista?
―Quizás ―Juliana se encogió de hombros―, pero aunque lo sea, no me parece que esté mal. Lo que sí creo que es perjudicial es sentirse mal por la apariencia física cuando en realidad tenés un buen cuerpo. ¿Sabías que hay personas que siempre se encuentran defectos, aunque a simple vista no los tengan?
―Sí, lo sé muy bien. Hubo un tiempo en el que creí que vos te estabas volviendo una de esas personas.
―Tal vez… hubo momentos en mi vida en los que no me sentí tan cómoda con mi cuerpo ―admitió Juliana―. Por suerte los superé, y logré hacerlo justamente gracias a las fotos. Al poder admirar mi cuerpo desde otra perspectiva, me di cuenta de que tenía que estar orgullosa de lo que había logrado. Tengo más de cuarenta años y todavía estoy muy bien tonificada.
―Eso es cierto ―dijo Xamira.
―A vos nunca te gustó eso de trabajar para mantener la figura, pero de todas formas lo hiciste…
―Lo hice porque me gusta hacer ejercicio, en especial kickboxing. Los cambios en el cuerpo vinieron solos, sin que yo los busque.
―¿Y eso significa que tenés que ignorarlos?
Xamira se quedó en silencio durante un par de segundos y luego dijo:
―Tal vez ya no tenga por qué ignorarlo. Estoy empezando a entender que si algunas personas disfrutan mirando mi cuerpo, yo también puedo hacerlo.
―Así es como pienso yo.
―¿Será que me estoy transformando en vos, mamá? No sé si eso es algo bueno o algo malo.
Juliana notó que su hija estaba muy seria.
―¿Se puede saber qué te pasa? ―Le preguntó con tono maternal―. Me da la impresión de que estás enojada. ¿Acaso hice algo que te molestó?
―No, mamá. No tengo ningún problema con vos.
―¿Entonces? Porque ya te dije, las madres tenemos un sexto sentido para esto. Sé que no estás bien. ¿Te peleaste con Dalma?
―No. Al contrario. Mi amistad con Dalma está más fuerte que nunca. Sin embargo… bueno… em… es que tengo la sensación de que hicimos algo que no debíamos.
―¿Qué cosa? ―Preguntó Juliana, asustada.
Xamira no podía lanzarle a su madre el relato de lo ocurrido así sin más. “Le chupé la concha a Dalma… y también a Emilia… y tendrías que haber visto cómo me la chuparon ellas a mí”. Tampoco podía mencionar a Alexis y lo que tuvo que hacer para conseguir información. “Me dejé coger toda por un tipo que me trató de puta y me dejó llena de leche”.
No, no podía decir nada de esto, ni siquiera a su madre.
Decidió dar una versión resumida y censurada de los hechos.
―Dalma y yo… em… nos sacamos fotos desnudas. Pero no pienses nada raro, no fue en plan… lésbico, ni nada de eso. Fue en plan amigas.
―Ah… ya veo. ¿Eso te tiene tan mal?
―Sí.
―Se me hace raro que Dalma se haya prestado para eso. Con lo religiosa que es esa chica, una pensaría que es prácticamente una monja. ¿Cómo hiciste para convencerla?
―En realidad fue al revés, ella me convenció a mí. ―Juliana abrió mucho los ojos―. Lo que pasa es que Dalma tiene la teoría de que no hay nada obsceno en el cuerpo femenino y que sacarse fotos desnudas con tu mejor amiga no tiene por qué ser algo… pornográfico. Ella lo ve como una conexión con la pureza espiritual. Algo que no tiene nada que ver con el morbo o el tabú. ¿Vos qué pensás de eso?
―Em… a ver… entiendo que hay algo de erotismo en el momento en que te sacás una foto desnuda. No lo puedo negar. Ni siquiera con mis propias fotos. Sé que si las subiera a internet mucha gente las usaría para… em…
―¿Para hacerse la paja?
―Sí…
Juliana sintió un nudo en la garganta. Le parecía muy extraño estar hablando de masturbación junto a su hija, pero más extraño le resultó que Xamira se lo estuviera tomando con tanta naturalidad. Ni siquiera intentaba cubrir su desnudez. Pero eso podría ser algo positivo.
―También entiendo ―continuó Juliana―, que si yo te saco fotos desnuda ahora mismo y esas fotos terminan en internet… es innegable que alguna persona las usará para… em… alimentar sus fantasías sexuales. Me cuesta verlo desde el punto de vista de Dalma. Aunque eso no significa que ella esté equivocada. Esa chica siempre tuvo una visión muy peculiar del mundo. Si te sentís mal por haberte sacado fotos desnuda con Dalma, desde ya te digo que no tenés por qué sentirte culpable. Al contrario, creo que es muy lindo que hayas encontrado una amiga de confianza con la que poder hacer eso sin prejuicios. Yo nunca tuve esa confianza con una amiga.
―Gracias, mamá ―esta vez Xamira sonrió y Juliana hizo lo mismo.
―¿Te saco la foto?
―Sí, dale.
Juliana se arrodilló mientras Xamira cerraba la ducha. Apuntó la cámara en un plano contrapicado y lo que quedó más cerca fue la concha de su hija.
―¿Querés que se te vea o no?
―¿Los abdominales?
―No, Xami… la concha.
―Ah… em… que se vea. No me importa.
―Muy bien.
Juliana tomó dos o tres fotos, no pudo dejar de sentir orgullo por lo tonificado que estaba el cuerpo de su hija. Le dio instrucciones a Xamira para que cambiara ligeramente la pose y siguió tomando fotos.
―Date vuelta, así se te ven las nalgas también… esa es la parte de tu cuerpo de la que más deberías estar orgullosa.
―Mi culo no es mejor que el tuyo, mamá…
―Yo creo que sí. Sos más joven, lo tenés más firme y definido.
Xamira se dio la vuelta y puso el culo en pompa, se sintió raro hacerlo frente a su madre, pero no más raro que lamer la concha de Dalma… y la de Emilia. En comparación esto le pareció un juego.
―Y que se vea la concha ―le dijo a su madre.
―Ese es el orgullo femenino que quiero ver ―aseguró Juliana.
Siguió con las fotos durante unos minutos, hasta que Xamira decidió que ya era suficiente. Tomó una toalla y comenzó a secarse.
―Mamá, ¿te puedo hacer una pregunta?
―Sí, lo que sea ―dijo Juliana, mientras admiraba su propio trabajo.
―Si tan orgullosa estás de tu propio cuerpo ¿Por qué nunca subís fotos un poco más… atrevidas?
―¿A internet? Em… siempre me dio miedo…
―¿Tenés miedo de que a papá le moleste?
―No, para nada. Ese hombre lleva años casado conmigo y sabe muy bien que no puede impedirme mostrarme en internet si me da la regalada gana. Es mi marido, no mi dueño.
―¿Entonces, cuál es tu miedo?
―Vos, hija. Siempre creí que vos podrías enojarte conmigo si yo hacía algo así. Además, bueno, no lo voy a negar, me da un poco de miedo el “¿qué dirán?”.
―Si tenés miedo de que yo me enoje, descartalo ya mismo. De verdad que no me molesta que lo hagas. A ver, sé que no vas a subir fotos porno a internet. Pero, alguna foto en bikini, o incluso en ropa interior, no creo que sea para tanto. Muchas mujeres lo hacen, en especial las que tienen cuerpos como el tuyo. Mirá, para demostrarte que no tenés que preocuparte por mí, yo también voy a subir a internet una de las fotos que me sacaste… eso sí, una en la que no se me vea mucho.
―Ay, hija ―Juliana abrazó con fuerza a Xamira, no le molestó que su ropa se mojara un poco―. No sabés lo feliz que me hace saber eso.
―¿Te hace feliz saber que voy a subir fotos provocativas a internet?
―No ―Juliana se rió―. De hecho eso me da un poco de miedo, pero no te voy a prohibir que lo hagas, siempre y cuando guardes cierta discreción. Lo que me alegra es que aceptes que yo también puedo disfrutar al hacer lo mismo.
―Es que siempre creí que en cualquier momento lo ibas a hacer. Hasta me sorprende que no lo hayas hecho antes.
―Ya te dije, por miedo. Pero si vos subís esa foto, te aseguro que yo también me voy a soltar… aunque sea un poquito. Ah, y si tu padre protesta por tus fotos, quedate tranquila que yo me encargo de él.
―Ay… si no se entera, mejor. Yo lo tengo bloqueado en mis redes sociales, me da un poquito de vergüenza que se meta en mi vida.
―Está bien, no voy a mencionar el tema, tu papá vive en su mundo. A veces ni se entera que yo estoy en la casa.
Xamira quiso agregar que su padre a veces ni se acuerda de que tiene una hija que puede revisar su historial de internet; pero decidió que ese tema lo hablaría con su madre en otro momento. Por ahora ya tenía mucho con lo que lidiar. No sabía si su mente sería capaz de asimilar todo lo que había ocurrido… y todavía estaba luchando por comprender su actitud cuando estuvo en la cama con Dalma y Emilia. ¿Qué le estaba pasando? No lo podía explicar; pero al menos estaba sacando pequeños momentos de alegría de todo esto.
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―Bueno, chicas, ya tenemos lo más importante: el dinero ―dijo Siara. Habían trasladado la reunión a su cuarto, sin cambiarse de ropa. Erica ya estaba haciendo su rutina de desordenar todo.
―A mí todo este asunto de la productora porno me tiene muy intranquila ―dijo Oriana―. ¿Qué pasa si nos descubren y deciden echarnos del instituto?
―Eso no va a pasar, mi mamá tiene mucha influencia en el instituto y estoy segura de que nos defendería. Además, el mismo instituto intentaría tapar todo, como hacen siempre con cualquier escándalo. A ellos solo les importa preservar su buena imagen.
―Bien… espero que tengas razón. ¿Y cuál sería el siguiente paso?
―Ahora tenés que hablar con Mariela ―le dijo Siara―. Y vamos a necesitar al menos una persona más.
―¿Estás pensando en contratar a Alexis? ―Preguntó Erika.
―Es una posibilidad, parte del plan depende de que él se entere de nuestro proyecto. Así empieza a correr el rumor. Me gustaría poder contar con Xamira para esto, se nota que entre ellos hay… cierta química. Ah, por cierto… si Mariela puede traer a su amiga, la hija del decano, sería buenísimo. Me encantaría hacerle algunas preguntas. Ella es una incógnita en nuestra investigación y es la única que no encaja con el temita de las becas.
―Voy a hacer lo posible. Mi relación con Mariela es muy buena, ella me dio muchos consejos. No creo que sea un problema convencerla de participar… en especial si va a recibir una buena paga.
―La mayor parte del dinero que tenemos se va a ir en pagarle a los actores y actrices.
―Si lo ponés de esa manera, hasta me dan ganas de participar ―dijo Oriana, con una sonrisa.
―Si querés podés hacerlo ―dijo Erika.
―No, es broma. El dinero me resulta atractivo, pero no tanto como para participar en una película porno… aunque ésta nunca vaya a ser expuesta en ningún lado. Por cierto, tengo ciertas novedades de mi “investigación” en internet.
―Genial ―Erika corrió hasta la cama y se sentó junto a Siara, para mirar de frente a Oriana―. Vos podrías ser nuestra investigadora virtual oficial.
―Ay, no… no sé tanto de internet…
―Pero podrías aprender.
―Solo me gusta revisar las redes sociales, porque en casa me aburro mucho, y si llegamos a conseguir acceso a la web porno Vip de la que me habló Mariela, con mucho gusto la revisaría toda.
―Claro, sería una buena oportunidad para mirar porno Vip gratis ―bromeó Erika, aunque a Oriana no le hizo mucha gracia.
―No me interesa el porno, lo que me interesa es saber si participaron más chicas del instituto.
―A mí me da igual si tu motivación es esa o hacerte la paja ―dijo Siara―. Lo importante es que cuando descubras algo, nos informes, así estamos al tanto de todo.
Erika se acomodó detrás de Siara y comenzó con su tradicional jugueteo con los pechos de su amiga. Oriana se quedó estupefacta.
―No te preocupes ―le dijo Siara―, Erika siempre se pone juguetona cuando estamos en mi dormitorio… o en el suyo.
Oriana asintió con la cabeza, aún así estaba confundida. Se dio cuenta de que no sabía mucho de estas chicas. Quizás eran novias o algo así. Nunca le había preguntado sobre su orientación sexual o qué clase de relación existía entre ellas. O tal vez solo eran amigas con derecho a roce… algo parecido a lo que había ocurrido entre ella y Mariela. Al recordar los momentos que pasó en casa de Mariela sonrió. Le pareció lindo que Erika y Siara pudieran tener una relación similar. No quería juzgarlas ni hacerlas sentir mal, por lo que decidió tomarse el asunto con naturalidad.
―Todo bien ―dijo―. Yo también me pondría a jugar si tuviera una amiga con unas tetas como las tuyas.
Se arrepintió de su comentario, en su mente no sonó tan lanzado como en voz alta. Pero ya estaba dicho y no podía retractarse.
―Tus tetas son fantásticas ―le dijo Erika―. Si algún día me das permiso, no tendría ningún problema en amasarlas un ratito ―presionó las tetas de Siara para mostrar cómo lo haría.
Oriana se río.
―Está bien, si algún día necesito un masaje de tetas, te aviso. ―Con eso podía eludir el asunto fácilmente. No es que realmente fuera a necesitar un masaje de tetas.
―Bueno, ahora danos tu reporte de las noticias más importantes de los últimos días ―pidió Siara, mientras se relajaba y permitía que las manos de Erika se movieran con total libertad. A su vez ella podía sentir las tetas de su amiga contra la espalda.
―Ok. Algunas noticias están relacionadas al caso que estamos investigando, otras no; pero igual se las quiero compartir.
―Sí ―dijo Erika―. Tenemos que estar bien informadas de los eventos más destacados del instituto. Nunca sabemos si estos datos podrían ser importantes para el futuro.
―Eso me gusta ―dijo Oriana―. Si no les molesta, hasta podría armar una especie de archivo. Me gusta organizar información.
―Sería genial ―dijo Siara―. Podríamos tenerlo en un dominio web privado, así los miembros del club pueden revisarlo cuando quieran, desde sus casas.
―Perfecto ―Oriana parecía muy entusiasmada―. Me voy a poner con eso apenas pueda. Bien, las noticias. Vamos a empezar con Dalma. Ella publicó un post en Twitter reconociendo que es la chica que está chupando dos vergas; pero sigue negando ser la mujer que cogió con tres tipos.
―¿Y con qué excusa lo niega? ―Preguntó Siara.
―Ninguna. No da excusas. Simplemente dice que cometió un error al chuparle la verga a esos tipos, pero que eso no justifica que su actual ex novio la haya expuesto de esa manera.
―En eso estoy totalmente de acuerdo con ella ―aseguró Erika―. Ese pelotudo se pasó de la raya.
―Totalmente ―continuó Oriana―. Me alegra que ya no esté más con él… y bien merecido tiene los cuernos, porque demostró que es un mal tipo. Si mi novio me hiciera una cosa así, te juro que lo cago a patadas. De todas formas Dalma no parece estar tan afectada por la exposición en sí misma… porque se dio el gusto de publicar fotos desnuda.
―Pero eso lo hizo antes de la filtración ―subrayó Siara.
―Antes y después ―aclaró Oriana―. Miren, estas son las fotos nuevas.
Les mostró la pantalla de su celular, de reojo pudo ver como una de las manos de Erika bajaba peligrosamente por el pubis de Siara.
En la pantalla pudieron ver algunas de las fotos que ya tenían de Dalma, las mismas que había tomado Xamira. La más impactante era una que la mostraba en cuatro, con el culo en pompa, como si estuviera esperando que la penetraran.
―Supuestamente subió esta foto para que todo el mundo pudiera compararla con el video ―comentó Oriana―. Yo hice la comparación… y la verdad es que se parece mucho. No puedo afirmar que se trate de la misma chica, pero tampoco puedo decir lo contrario.
―Esta Dalma es toda una incógnita ―dijo Erika―. Me gustaría saber qué pasa por su cabeza. Cómo una chica tan abocada a la religión de pronto se expone de esta forma en internet.
―Sí, es muy rara ―coincidió Oriana―. Creo que todo esto está afectando mucho a Xamira, se ve que son muy buenas amigas… y hablando de Xamira, hay una pequeña noticia que la involucra a ella, algo que vi hoy mismo en su cuenta de Twitter, y me quedé helada.
En la pantalla apareció la foto de un torso femenino, de piel olivácea, con abdominales bastante marcados, y gotas de agua cayendo por todo su cuerpo. Una hendidura en forma de “V” conectaba el abdomen con el pubis y allí se podía ver un camino recto y angosto formado por pelitos prolijamente cortados. La pierna derecha se cruzaba justo donde empezaba la concha. Tan justo que al hacer zoom sobre esa área se podía observar levemente el comienzo de la hendija que divide los labios vaginales.
La parte de arriba de la foto cortaba justo antes de los pezones, pero se podía ver el inicio de las tetas.
―¿Esta es Xamira? ―Preguntó Erika―. No lo puedo creer. ¿Por qué subió esta foto a internet? No parece esa clase de chicas.
―Lo mismo me pregunté yo ―dijo Oriana―. Prácticamente no la conozco, pero por lo que pude ver en sus redes sociales, ella nunca sube fotos provocativas. Hasta cuando usa calzas deportivas se cuida de no mostrar mucho el culo.
―¿Será que Dalma la convenció de hacerlo? ―Propuso Erika.
―Es posible ―respondió Siara―. Últimamente Xamira se está comportando muy raro. Primero parecía súper entusiasmada con la idea de formar parte del club, pero de pronto se volvió más callada y reservada… hasta que al final nos dijo que ya no quiere participar más en nuestras actividades.
―Lo cual es un quilombo ―dijo Erika―. Ahora tenemos que conseguir una cuarta persona, justo cuando creíamos que ya teníamos el club completo.
―Sí, aunque como ella no se borró oficialmente de la lista, todavía tenemos tiempo de buscarle un reemplazo.
Cuando terminó de decir esa frase, Siara soltó un gemido de placer. Los dedos de Erika habían llegado hasta su vagina y estaban acariciando su clítoris por encima de la tanga, compuesta por una tela sumamente delgada. Era casi como recibir los toqueteos de forma directa.
―Che, nena, calmate un poquito ―dijo Siara―. ¿Qué va a pensar Oriana?
―Ay, es que con todas las fotos que estamos viendo últimamente… como que mis manos andan más juguetonas de lo habitual.
―Te entiendo, Erika ―dijo Oriana―. A mí me pasa lo mismo ―de pronto sintió la necesidad de abrirse frente a esas chicas, separó sus piernas un poco mientras apoyaba la espalda contra el respaldar de la cama y acarició la pequeña tanga que le había regalado Verónica―. Con toda la investigación que hice en estos últimos días, yo también ando más toquetona de lo habitual. Es imposible no hacerlo, con tanta invasión de imágenes eróticas.
―¿Te hiciste mucho la paja?
―¡Ay, Erika! ―Protestó Siara―. ¡Qué pregunta más directa! ¿No tenés ni un poquito de tacto?
Oriana se rió, en parte por los nervios y también porque la actitud de Erika le resultaba muy divertida. Esa chica no tiene filtros y eso le agrada. Oriana llevaba mucho tiempo esperando encontrar amigas con las que pudiera hablar de temas íntimos con más soltura, y ya había tenido algunos ensayos con Mariela, creía poder manejar esta situación.
―No me molesta la pregunta. Además, ya les conté la clase de material sobre Mariela que encontré en su pen-drive. Creo que las dos ya se habrán imaginado lo que hice mientras miraba todo eso.
―Sí, por eso lo pregunté ―dijo Erika―. Si yo hubiera encontrado porno de alguna de mis profesoras, probablemente hubiera hecho lo mismo… y eso que ni siquiera puedo decir que sea muy pajera. Creo que la culpa de todo esto la tiene la clase de material a la que estamos expuestas últimamente.
―Sí, es cierto ―aseguró Siara―. Demasiado porno, especialmente para nosotras, que no estamos acostumbradas a mirar eso.
―Con esto ya aclarado ―dijo Oriana―, les comento la última noticia del día. Se armó bastante revuelo en el instituto con las nuevas fotos que subió a internet Brenda Ramallo, la profesora de Sociología que viajó a Cancún.
Les mostró las fotos. Se podía ver a Brenda vistiendo un diminuto bikini color verde limón que apenas le cubría los pezones y la concha, incluso se podían ver claramente las marcas de bronceado que le habían quedado del bikini anterior. Lo más impactante era que en algunas de las fotos se podía ver prácticamente todo su pubis, que estaba perfectamente depilado.
―Ah, estas son más sarpaditas ―comentó Erika.
―Sí, y ni siquiera son las que ocasionaron la mayor controversia.
Oriana cambió de imagen y pudieron ver a Brenda Ramallo bailando en lo que parecía ser una discoteca playera, había tres hombres musculosos y bronceados a su alrededor. Uno de esos tipos estaba de pie justo detrás de ella. La profesora estaba un poco inclinada hacia adelante, con sus manos en las rodillas y la cola bien pegada a lo que vendría a ser el bulto del tipo.
―Está bailando, no veo nada de malo en eso ―dijo Erika.
―Sí, a simple vista no da la sensación de que haya algo extraño; pero ya saben cómo es la gente en internet. Basta con que uno haga zoom a la imagen y encuentre algún detalle llamativo, para que empiece una ola de rumores. Miren:
Les mostró de cerca la cara de Brenda, tenía la boca semi abierta y se podía ver un líquido blanco dentro de ella y una línea de ese mismo líquido chorreando por la comisura de sus labios.
―La profe Ramallo aseguró que eso es Piña Colada ―dijo Oriana―. Sin embargo algunos “pseudo expertos” creen que es demasiado espeso para ser Piña Colada y que debería ser…
―¿Semen? ―Preguntó Siara.
―Así es. Dicen que apenas unos segundos antes de esta foto Brenda le estuvo chupando la verga al tipo que está delante de ella, que se ve de espalda y no se puede adivinar si tiene la verga dentro o fuera del short.
―¡Upa! ―Exclamó Erika, sin dejar de acariciar la zona púbica de Siara.
―Pero eso no es todo. Esto llevó a que otras personas analizaran a fondo la imágen y algunos notaron que no se ven rastros de la parte baja del bikini de Brenda. Si bien uno de sus brazos cruza por la parte donde deberían estar las tiritas de los lados, al hacer zoom se puede ver parte de su cadera… y miren… las tiritas no están, solo se ve su piel, con marcas de bronceado. Así que es altamente probable que estuviera desnuda de la cintura para abajo. Ella no dijo nada sobre este detalle. Y ahí no termina la cosa, cuando se aumenta el brillo de la foto y se hace zoom a la parte de atrás, donde está la cola de Brenda, se alcanza a ver…
―¿Esa es la verga del tipo? ―Preguntó Erika.
―Eso dicen. Siendo honestas, podría ser cualquier cosa, hasta podría ser la sombra de un vaso. La imagen no es muy nítida con tanto aumento. Pero si todo lo demás es cierto, entonces cabe la posibilidad de que, en ese preciso momento, ese tipo se estuviera cogiendo a la profe Ramallo.
―Apa… ―dijo Siara―. Y si a esto le sumamos que lo de la boca es semen… entonces… esos tipos le hicieron una linda fiestita a la profe.
―Ese es el rumor que circula en el instituto. Que la profe Ramallo se lo pasó en grande en Cancún… y que ahora anda pescando alumnos, provocándolos con sus fotos, como si les dijera: “Estoy dispuesta a que ustedes me hagan la fiesta”.
―Este es un tema de lo más interesante ―dijo Siara―. Podríamos iniciar una investigación en paralelo. Solo por pura curiosidad.
―Sí, yo también quiero saber si a la profe Ramallo le hicieron la fiestita ―aseguró Erika―. Y si es cierto que intenta “pescar” alumnos. Además el caso de la web porno nos va a llevar mucho tiempo, sería lindo tener alguna investigación secundaria con la cual divertirnos. Hiciste un gran trabajo, Oriana.
―Muchas gracias. Y si lo vamos a investigar, esta noche me pongo a revisar al detalle todas las fotos que subió la profe Ramallo.
―Perfecto ―dijo Siara―. El lunes nos reunimos en la sede del club así nos contás todo lo que descubriste. Después seguimos adelante con el plan de la productora porno. Estoy entusiasmada, ahora tenemos más cosas para hacer.
Los toqueteos de Erika se detuvieron cuando Verónica gritó desde afuera del cuarto, anunciándoles que la comida ya estaba lista. Las tres chicas se vistieron rápidamente y fueron a cenar.
Oriana estaba muy feliz, ya no se aburriría tanto en su casa y ahora tenía buenas amigas con las que compartir su intimidad. Solo le gustaría que Xamira también pudiera ser parte de lo mismo, a pesar de que la conocía poco, esa chica le caía bien, aunque no sabía por qué.
Capítulo 13.
Modelos.
La sesión de entrenamiento de Xamira fue mucho más dura de lo habitual. Sus puñetazos y patadas sacudieron la bolsa de boxeo con violencia, una y otra vez. El estrépito que causó puso en alerta a Juliana Aquino, su madre.
Juliana asomó la cabeza dentro del gimnasio casero y vio como su hija le daba una dura patada alta a la bolsa, que de no haber estado bien sujeta, la hubiera mandado a volar.
―Hola, Xami ―saludó, con cierta timidez―. ¿No te parece que ya entrenaste suficiente?
La aludida respondió con un seco “No” y dio otra patada a la bolsa.
―Yo creo que sí, llevás varios minutos golpeando la bolsa sin parar. Te puede hacer mal. Podrías sufrir un desgarro.
―No me molestes, mamá ―otra patada.
―No intento molestarte. Sé muy bien cómo es esto. A veces, cuando necesito despejar mi cabeza, me excedo con el ejercicio físico. Es una forma de desconexión, pero es importante saber cuándo hay que parar. Creo que por hoy ya hiciste suficiente, hija ¿por qué no te das una ducha?
Xamira miró a su madre con ojos amenazantes. Juliana retrocedió un paso, no recordaba la última vez que había visto a su hija tan enojada. Por un momento creyó que recibiría un insulto como respuesta y que la mandaría a la mierda, sin embargo Xamira bajó los puños y suspiró.
―Está bien, me voy a bañar. ¿Está papá en casa?
―No, estamos solas. Tu padre dijo que…
Juliana no alcanzó a terminar la frase, se quedó atónita al ver que su hija se quitaba el top deportivo, quedando con las tetas al aire. Su piel morena, cubierta de sudor, resplandeció bajo los focos. A continuación se quitó la calza tres cuarto, mostrando que debajo traía puesta una tanga de algodón negra diminuta, tan pequeña que incluso se podía ver la parte superior de la cinta de vellos púbicos prolijamente recortados.
―Ay… pero… em… ¿por qué no esperás a llegar al baño para sacarte la ropa? ―Preguntó Juliana.
―¿Qué problema hay? ―Xamira se encogió de hombros―. Soy tu hija. ¿Tanto te molesta verme las tetas?
―No es eso…
―¿Sabés la cantidad de veces que te vi andando en tanga por la casa? Ya conozco toda tu ropa interior de memoria. Hasta sé cuál tanga se te mete más en el orto…
―Está bien… entiendo, lo que pasa es que… ―Juliana guardó silencio por unos segundos―. No me hagas caso. Tenés razón. Tu papá no está y no hace falta que estés tapándote delante de tu propia madre. Solo me sorprendió que te quitaras la ropa. Siempre fuiste muy cuidadosa en ese sentido, hasta te enojabas conmigo si yo justo abría la puerta de tu cuarto mientras te estabas cambiando.
Una vez más, Xamira se encogió de hombros.
―Supongo que ya no me molesta. La gente cambia.
―Sí… es cierto. Bueno, ¿querés que te prepare el baño?
―Como quieras…
Juliana fue a preparar todo y no pudo dejar de preguntarse por qué su hija estaba tan enojada. No era habitual ver esa rabia en Xamira, ni siquiera cuando practicaba Kickboxing.
Cuando Xamira entró al baño, ya todo estaba listo. El agua de la ducha tenía la temperatura adecuada. Juliana se quedó de pie justo detrás de ella, Xami la miró de reojo y estuvo a punto de pedirle que se marchara, pero luego llegó a la conclusión de que ya no le importaba si su madre la veía desnuda. Se inclinó hacia adelante y se despojó de su tanga, mostrando que su vagina estaba tan cubierta de sudor como el resto de su cuerpo. A Juliana casi se le salen los ojos al ver la intimidad de su hija expuesta de una forma tan directa, sin embargo no dijo nada, por miedo a empeorar las cosas. Al fin y al cabo era su hija y Juliana también había salido más de una vez de la ducha sin molestarse en cubrir su desnudez.
Aguardó a que Xamira se metiera debajo de la ducha, el agua la ayudaría a relajarse un poco, o al menos eso esperaba.
Xamira puso jabón líquido en sus manos, ese mismo que su madre había comprado y que le recomendó varias veces. Nunca lo había usado, porque sabía que era muy costoso; pero en ese momento no le importó. Cubrió sus pequeños pechos con jabón líquido, luego bajó sus manos por su abdomen marcado por el ejercicio. Juliana sintió un dejo de orgullo al ver los abdominales de su hija, más definidos que nunca.
―Deberías sacarles una foto ―dijo Juliana, con una sonrisa maternal―. Recién terminaste de hacer ejercicio y este es el momento en el que los músculos están más definidos. Podrías aprovechar…
―Estoy desnuda mamá. ¿Qué haría con esa foto? ¿Subirla a internet?
―¿Eh? No, nada de eso. Nunca insinué eso, hija. Pero… vamos, seamos honestas… ¿me vas a decir que nunca te sacaste una foto desnuda? ―Xamira se puso tensa, miró fijamente a su madre―. Yo lo hago todo el tiempo. Y no es para subirlas a internet, es más, muchas veces ni siquiera se las muestro a tu padre.
―¿Entonces? ¿Para qué te las sacás?
Esta vez fue Juliana la que se encogió de hombros.
―¿Qué se yo? Me gusta tener una colección personal de fotos íntimas. Me hace sentir bien poder ver los frutos de tanto esfuerzo. Y sé que hay que aprovechar los momentos posteriores a la actividad física, es cuando la tonificación de los músculos se nota más. No te enojes conmigo, solo intentaba… em… hacer un poco de conversación.
Xamira guardó silencio por unos segundos, luego dijo algo que Juliana no se esperó:
―Está bien, sacame una foto.
―¿Yo?
―Sí, vos. Tengo las manos mojadas y llenas de jabón, no puedo agarrar el celular. Si te sacás fotos desnuda todo el tiempo, no debería molestarte sacarme una a mí, que soy tu hija.
―Em… sí… claro. Tenés razón.
Juliana estaba confundida, no entendía por qué de pronto Xamira estaba tan agresiva, pero ella nunca fue una madre conflictiva. Siempre se esforzó para que la relación con su única hija fuera lo más agradable posible. Evitar las disputas era fundamental. Sabía que otra madre se hubiera enojado si su hija le hablaba en ese tono; pero a ella en realidad no la molestaba, solo la asustaba un poco. Tenía el presentimiento de que algo no andaba bien con Xamira… y quería averiguar de qué se trataba, aunque para eso tuviera que participar en una situación incómoda.
Salió del baño y fue en busca de su celular.
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Aprovechando el fin de semana, Erika y Oriana fueron a la casa de Siara, donde continuarían planificando su próximo movimiento. Era muy arriesgado y Oriana estaba preocupada, aún no se había animado a preguntarle a Mariela si estaría dispuesta a participar en el proyecto. No quería dar ese paso hasta estar segura de que la cosa iba en serio.
―¿Ya le pediste la plata a tu mamá? ―Preguntó Erika―. Yo puedo ayudar un poco con algunos ahorros que tengo, pero no es mucho.
―No le puedo pedir nada hasta que le devuelva todos los favores que nos hizo hasta ahora. ¿Te acordás que ella nos pidió ayuda con algo? Le dije que lo íbamos a hacer hoy.
―Ah, sí… quería que la ayudemos a probar unos conjuntos que diseñó. Por mi encantada ―Erika mostró una gran sonrisa.
Siara no parecía tan entusiasmada. Ya había ayudado a su madre y a la misma Erika con distintos conjuntos que ellas diseñaban, y siempre se sentía incómoda vistiéndose de esa forma. Por suerte nadie más la vería así… pero ahora… Oriana estaba presente, y no podía pedirle que se fuera. Eso sería muy descortés.
―¿Vamos a conocer a tu mamá? ―Preguntó Oriana―. Estoy muy nerviosa.
―¿Te gusta mucho la moda? ―Dijo Erika.
―No, pero… Verónica LeClerc es súper conocida. La vi varias veces en la tele… nunca conocí a una persona famosa. Debe ser raro tenerla como mamá.
―Te acostumbrás ―dijo Siara, encogiéndose de hombros―. Lo importante es que no la trates como un bicho raro, como hacen algunos. Es una persona común y corriente… solo que se hizo conocida.
―Todo el mundo se inhibe con Verónica ―comentó Erika―. Ella irradia confianza y seguridad por todos los poros… y eso pone nerviosa a la gente. Pero no tengas miedo, en realidad Verónica es un amor. A mí siempre me trató muy bien.
―Vengan, pasen por acá ―las guió Siara.
Oriana se quedó maravillada con lo grande que era esa casa, le dio la impresión de estar caminando dentro de un museo. Había cuadros y esculturas extrañas por todos lados y las habitaciones eran inmensas. Subieron por una larga escalera, zigzaguearon por pasillos y llegaron a una amplia sala bien iluminada. Por un momento Oriana creyó que estaba vacía, hasta que detrás de un escritorio donde se apilaban torres de ropa, vio una cabeza con cabello negro asomando.
―Mami, vine con Erika y una nueva amiga, te presento a Oriana Takahashi. Ella se unió a mi club en el instituto.
Verónica se puso de pie y Oriana entendió lo que Erika le había dicho, realmente había un halo de seguridad en esa mujer. Llevaba puesto un vestido color vino tinto muy elegante bien ceñido al cuerpo que realzaba su voluptuosa figura. Esos grandes pechos y las anchas caderas parecían dibujadas por un artista virtuoso.
Para Oriana fue un tanto incómodo verla con ese vestido y pensar “Esta es la madre de una de mis nuevas amigas”. Oriana nunca había visto a su madre vestida de forma sensual, incluso sabía que su mamá hacía grandes esfuerzos por ocultar su figura debajo de toneladas de ropa. Verónica LeClerc era todo lo contrario. Ella no tenía nada que ocultar. Sus enormes y redondos pechos asomaban por el centro de un amplio escote. El vestido estaba tan tirante que incluso se podía adivinar la forma de sus pezones. De todas maneras, la incomodidad de Oriana se pasó. “Es una diseñadora de moda internacionalmente conocida, ―pensó―. Está acostumbrada a usar estos atuendos delante de la gente”.
―Hola chicas, las estaba esperando. Encantada de conocerte, Oriana ―le dio la mano a la chica nueva y mostró una radiante sonrisa. Oriana se puso roja y las palabras no salieron de su boca―. ¿Vinieron a ayudarme con lo que les pedí?
―Sí… pero Erika y yo, nada más. Oriana solo vino a mirar.
―Bien, muy bien, me va a venir bien la mirada de otra persona. Decime, Oriana, ¿te gusta la moda?
―Em… este… yo…
―Lo que quiere decir es que no le entusiasma demasiado ―dijo Erika―, pero que está encantada de conocerte.
Oriana sonrió, en parte para mostrar su gratitud por la intervención de Erika, sabía que estaba nerviosa y romper un poco el hielo la ayudaría a relajarse.
―Bueno chicas, lamento apurarlas, pero no tengo demasiado tiempo. Me gustaría empezar cuanto antes. Ahí tienen un par de biombos ―señaló las esquinas que estaban frente al escritorio―. La ropa que van a usar está en esa mesa de allá ―señaló una larga mesa que estaba junto a la amplia ventana que daba al patio, por donde entraba una buena cantidad de luz natural―. Elijan una bolsita y pónganse todo lo que hay dentro de ella. Yo las espero. Oriana, podés sentarte en este sillón, ya te preparo algo para tomar. ¿Preferís té o café?
―Café, por favor.
Erika y Siara tomaron una bolsa negra cada una y se perdieron detrás de los biombos. Cuando Verónita le dio la taza de café a Oriana, se pudo escuchar la voz de Erika:
―Este… em… Vero… me parece que el conjunto de esta bolsa está incompleto.
―Sí, el mío también ―dijo Siara.
―No están incompletos. Los revisé muy bien.
―¿Estás segura, mamá?
―Sí, muy segura. Ah, ahí detrás del biombo les dejé tacos altos, son negros, de momento no me voy a centrar en el color del calzado, pero es importante que los usen, para estilizar la figura.
Erika apareció detrás del biombo, al verla Oriana se quedó atónita, ya no parecía esa chica que usa ropa holgada y extremadamente colorida que parece no ser consciente de su propio cuerpo. Ahora Erika parecía una mujer dispuesta a romper la alfombra roja en la presentación de los Oscars. Sus grandes pechos apenas estaban cubiertos por dos cintas blancas que llegaban hasta sus hombros y la parte baja del vestido era sumamente corta, tanto que al darse la vuelta Oriana pudo ver el inicio de la curva de las nalgas.
―Creo que me queda muy chico ―dijo Erika.
―No, no… ―Verónica se acercó con una cinta de medir―, te queda perfecto, este vestido se usa así.
―¿Y con una tanga tan chiquita?
―En realidad el vestido se usa sin ropa interior. Puse la tanga para que se sintieran un poco más cómodas.
Verónica se arrodilló frente a Erika y midió la distancia desde los pies hasta el inicio del vestido. Erika se puso nerviosa porque sabía que Verónica le estaba mirando la concha, o al menos una buena parte de ella. La tanga era tan pequeña que se le había quedado encajada entre los labios vaginales. Si se hubiera tratado de Siara no le habría molestado, pero no estaba acostumbrada a exponerse de esa forma frente a Verónica. Aún así mantuvo la compostura, quería ayudarla con sus nuevos diseños, de verdad que quería.
Siara también asomó por detrás de su biombo. El vestido que traía puesto era negro y transparente casi en su totalidad. Solo era opaco en la zona de los laterales, donde en realidad no había nada muy importante para cubrir. Sus grandes tetas se podían adivinar perfectamente debajo de esa tela que parecía tul y de no ser por la diminuta tanga negra que le dejó su mamá, su vagina también hubiera quedado completamente a la vista. Una vez más Oriana se quedó fascinada por la anatomía de su amiga, no era exactamente igual a la de Erika, Siara tenía la cintura más angosta y las piernas más delgadas, pero aún así, sus pechos, se robaban todo el protagonismo.
―Ya estoy con vos ―le dijo Verónica―. Vení, Erika. Sentate en esta silla. ―Erika hizo lo que le pedían y esperó a que la madre de su amiga hiciera nuevas mediciones―. Ahora separá las piernas. ―Esta vez Erica titubeó―. No tengas miedo, es solo para probar cuál sería el efecto al sentarse en un auto, por ejemplo. A mis vestidos los usan mujeres famosas y es sabido que los paparazzi aprovechan al momento en que se están sentando para intentar fotografiarles la concha.
―Una práctica que me parece de lo más denigrante ―protestó Siara.
―Así es ―coincidió Verónica―. No a todas les molesta, pero al menos tengo que saber qué vestidos exponen más que otros, antes de ofrecerlos.
Erika separó la piernas, simulando la posición que usaría al entrar en un auto. Oriana se quedó boquiabierta, con su café enfriándose dentro de la taza. Pudo ver cómo la diminuta tanga blanca era mordida por los labios vaginales de Erika. Un extraño escalofrío le cruzó todo el cuerpo y en lugar de incomodarse recordó las palabras de Mariela, sobre que ella debería sentirse más cómoda con su propio cuerpo… y Erika también, por eso quiso darle palabras de aliento.
―Estás muy linda, Erika. Ese vestido te queda genial.
―Gracias… aunque siento que se me ve hasta el apellido.
―Expone bastante ―dijo Verónica, mientras hacía sus mediciones.
Con el movimiento de sus manos llegó a rozar varias veces la zona vaginal de Erika y ésta se puso tensa. Quizás las modelos ya estuvieran acostumbradas a esa clase de roces, pero Erika no.
Por suerte el momento de incomodidad no duró demasiado. Verónica se acercó a su hija y comenzó a hacerle mediciones a ella.
―¿Estás bien, Siara? ―Le preguntó―. Por lo general te noto relajada cuando hacemos esto, pero hoy estás tensa.
―Me da un poco de vergüenza usar esta ropa frente a Oriana. No hace tanto que nos conocemos… y ya me puede ver todas las tetas.
―Por mí no te preocupes ―dijo Oriana―. Sé que estas situaciones pueden ser un poquito difíciles, lo digo por experiencia. Yo participé en sesiones de fotos para un catálogo de lencería y entendí que lo mejor es sentirse segura con una misma.
―¿De verdad posaste para un catálogo de lencería? ―Preguntó Verónica―. De haberlo sabido, te hubiera pedido a vos también que me ayudaras a probar algo de ropa.
―Me encantaría, además creo que sería lo correcto ―dijo Oriana―. Porque yo también voy a participar en el proyecto.
―¿Qué proyecto? ―Verónica miró a su hija buscando una respuesta.
―Es un proyecto del club que armamos en el instituto. Algo relacionado a cortos cinematográficos. No tiene que ser una maravilla, pero al menos vamos a necesitar algo de dinero, para contratar un par de actores y actrices.
―Ah, ya veo… y seguramente me vas a pedir a mí que financie ese proyecto.
―Si no es mucha molestia.
―No me molesta, si recibo la recompensa adecuada. Me sirve mucho que vos y Erika se prueben estos vestidos. Conseguir modelos voluptuosas es más difícil de lo que se imaginan, la mayoría de las modelos que me recomiendan las agencias prácticamente no tienen busto. Y si Oriana quiere, también puede servirme de modelo. Tiene pechos tan grandes como los de ustedes, y buenas caderas. El cuerpo ideal para esta línea de ropa. ¿Qué decís, Oriana?
―Por mí encantada, si querés puedo empezar ahora mismo.
―Como quieras.
Oriana buscó una de las bolsas que tenía disponible y fue a cambiarse detrás del biombo. Se sintió muy cómoda al hacerlo porque Erika y Siara se habían prestado para eso antes que ella, además tendría la oportunidad de modelar, en privado, para la mismísima Verónica LeClerc, un privilegio que no podía dejar pasar… aunque a ella no le fascinara demasiado la moda.
Su vestido era amarillo y, por suerte, no era tan revelador como el de las otras chicas. Solo tenía que lidiar con algunos cortes horizontales que dejaban un poco de piel a la vista, pero no eran las zonas pudientes. Su vagina y sus pezones quedaban estratégicamente cubiertos. Eso sí, la tanga era muy pequeña y temía que al agacharse un poquito, con esos tacos, se le viera todo. Sin embargo eso no le quitaría el sueño, no después de haber posado con las piernas abiertas para un tipo que ni siquiera conocía. Hacer esto era mucho más sencillo.
Verónica LeClerc pasó los siguientes minutos haciendo mediciones a los cuerpos de esas tres chicas. Les dijo que les podía regalar la ropa interior, pero que luego deberían devolverle los vestidos, ya que los necesitaba.
La experiencia no fue tan mala como lo esperaban y terminó bastante rápido. Sin embargo, antes de marcharse, Verónica les recordó que pronto las volvería a llamar para que siguieran probando vestidos, porque financiar cortos cinematográficos no es algo económico. De alguna forma se los tenía que cobrar. Las tres chicas accedieron a futuras sesiones de modelaje y dejaron sola a Verónica.
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Juliana regresó al baño con el celular en la mano. Se quedó mirando cómo su hija lavaba todo el jabón de su cuerpo. Aún le costaba creer lo mucho que había crecido Xamira y el cambio que se había producido en su anatomía, fruto de horas de ejercicio.
Cuando Xamira notó la presencia de su madre, le preguntó:
―¿Por qué creés que está bien que una mujer se saque fotos desnuda?
A Juliana se le detuvo el corazón. Llevaba tiempo posponiendo esta charla con su hija y al parecer ya no podría hacerlo más. Debía encarar el tema. Al fin y al cabo era lo que ella quería ¿o no? Juliana siempre intentó que Xamira entendiera la importancia de trabajar y tonificar su cuerpo y como esto podría hacerla sentir mejor consigo misma.
―Vos sabés que yo siempre me preocupé por mi cuerpo. Algunos me critican por eso. Pero considero que una mujer que pasa tantas horas en el gimnasio puede tomarse el tiempo para admirar su propio cuerpo.
―¿Eso no es un poco narcisista?
―Quizás ―Juliana se encogió de hombros―, pero aunque lo sea, no me parece que esté mal. Lo que sí creo que es perjudicial es sentirse mal por la apariencia física cuando en realidad tenés un buen cuerpo. ¿Sabías que hay personas que siempre se encuentran defectos, aunque a simple vista no los tengan?
―Sí, lo sé muy bien. Hubo un tiempo en el que creí que vos te estabas volviendo una de esas personas.
―Tal vez… hubo momentos en mi vida en los que no me sentí tan cómoda con mi cuerpo ―admitió Juliana―. Por suerte los superé, y logré hacerlo justamente gracias a las fotos. Al poder admirar mi cuerpo desde otra perspectiva, me di cuenta de que tenía que estar orgullosa de lo que había logrado. Tengo más de cuarenta años y todavía estoy muy bien tonificada.
―Eso es cierto ―dijo Xamira.
―A vos nunca te gustó eso de trabajar para mantener la figura, pero de todas formas lo hiciste…
―Lo hice porque me gusta hacer ejercicio, en especial kickboxing. Los cambios en el cuerpo vinieron solos, sin que yo los busque.
―¿Y eso significa que tenés que ignorarlos?
Xamira se quedó en silencio durante un par de segundos y luego dijo:
―Tal vez ya no tenga por qué ignorarlo. Estoy empezando a entender que si algunas personas disfrutan mirando mi cuerpo, yo también puedo hacerlo.
―Así es como pienso yo.
―¿Será que me estoy transformando en vos, mamá? No sé si eso es algo bueno o algo malo.
Juliana notó que su hija estaba muy seria.
―¿Se puede saber qué te pasa? ―Le preguntó con tono maternal―. Me da la impresión de que estás enojada. ¿Acaso hice algo que te molestó?
―No, mamá. No tengo ningún problema con vos.
―¿Entonces? Porque ya te dije, las madres tenemos un sexto sentido para esto. Sé que no estás bien. ¿Te peleaste con Dalma?
―No. Al contrario. Mi amistad con Dalma está más fuerte que nunca. Sin embargo… bueno… em… es que tengo la sensación de que hicimos algo que no debíamos.
―¿Qué cosa? ―Preguntó Juliana, asustada.
Xamira no podía lanzarle a su madre el relato de lo ocurrido así sin más. “Le chupé la concha a Dalma… y también a Emilia… y tendrías que haber visto cómo me la chuparon ellas a mí”. Tampoco podía mencionar a Alexis y lo que tuvo que hacer para conseguir información. “Me dejé coger toda por un tipo que me trató de puta y me dejó llena de leche”.
No, no podía decir nada de esto, ni siquiera a su madre.
Decidió dar una versión resumida y censurada de los hechos.
―Dalma y yo… em… nos sacamos fotos desnudas. Pero no pienses nada raro, no fue en plan… lésbico, ni nada de eso. Fue en plan amigas.
―Ah… ya veo. ¿Eso te tiene tan mal?
―Sí.
―Se me hace raro que Dalma se haya prestado para eso. Con lo religiosa que es esa chica, una pensaría que es prácticamente una monja. ¿Cómo hiciste para convencerla?
―En realidad fue al revés, ella me convenció a mí. ―Juliana abrió mucho los ojos―. Lo que pasa es que Dalma tiene la teoría de que no hay nada obsceno en el cuerpo femenino y que sacarse fotos desnudas con tu mejor amiga no tiene por qué ser algo… pornográfico. Ella lo ve como una conexión con la pureza espiritual. Algo que no tiene nada que ver con el morbo o el tabú. ¿Vos qué pensás de eso?
―Em… a ver… entiendo que hay algo de erotismo en el momento en que te sacás una foto desnuda. No lo puedo negar. Ni siquiera con mis propias fotos. Sé que si las subiera a internet mucha gente las usaría para… em…
―¿Para hacerse la paja?
―Sí…
Juliana sintió un nudo en la garganta. Le parecía muy extraño estar hablando de masturbación junto a su hija, pero más extraño le resultó que Xamira se lo estuviera tomando con tanta naturalidad. Ni siquiera intentaba cubrir su desnudez. Pero eso podría ser algo positivo.
―También entiendo ―continuó Juliana―, que si yo te saco fotos desnuda ahora mismo y esas fotos terminan en internet… es innegable que alguna persona las usará para… em… alimentar sus fantasías sexuales. Me cuesta verlo desde el punto de vista de Dalma. Aunque eso no significa que ella esté equivocada. Esa chica siempre tuvo una visión muy peculiar del mundo. Si te sentís mal por haberte sacado fotos desnuda con Dalma, desde ya te digo que no tenés por qué sentirte culpable. Al contrario, creo que es muy lindo que hayas encontrado una amiga de confianza con la que poder hacer eso sin prejuicios. Yo nunca tuve esa confianza con una amiga.
―Gracias, mamá ―esta vez Xamira sonrió y Juliana hizo lo mismo.
―¿Te saco la foto?
―Sí, dale.
Juliana se arrodilló mientras Xamira cerraba la ducha. Apuntó la cámara en un plano contrapicado y lo que quedó más cerca fue la concha de su hija.
―¿Querés que se te vea o no?
―¿Los abdominales?
―No, Xami… la concha.
―Ah… em… que se vea. No me importa.
―Muy bien.
Juliana tomó dos o tres fotos, no pudo dejar de sentir orgullo por lo tonificado que estaba el cuerpo de su hija. Le dio instrucciones a Xamira para que cambiara ligeramente la pose y siguió tomando fotos.
―Date vuelta, así se te ven las nalgas también… esa es la parte de tu cuerpo de la que más deberías estar orgullosa.
―Mi culo no es mejor que el tuyo, mamá…
―Yo creo que sí. Sos más joven, lo tenés más firme y definido.
Xamira se dio la vuelta y puso el culo en pompa, se sintió raro hacerlo frente a su madre, pero no más raro que lamer la concha de Dalma… y la de Emilia. En comparación esto le pareció un juego.
―Y que se vea la concha ―le dijo a su madre.
―Ese es el orgullo femenino que quiero ver ―aseguró Juliana.
Siguió con las fotos durante unos minutos, hasta que Xamira decidió que ya era suficiente. Tomó una toalla y comenzó a secarse.
―Mamá, ¿te puedo hacer una pregunta?
―Sí, lo que sea ―dijo Juliana, mientras admiraba su propio trabajo.
―Si tan orgullosa estás de tu propio cuerpo ¿Por qué nunca subís fotos un poco más… atrevidas?
―¿A internet? Em… siempre me dio miedo…
―¿Tenés miedo de que a papá le moleste?
―No, para nada. Ese hombre lleva años casado conmigo y sabe muy bien que no puede impedirme mostrarme en internet si me da la regalada gana. Es mi marido, no mi dueño.
―¿Entonces, cuál es tu miedo?
―Vos, hija. Siempre creí que vos podrías enojarte conmigo si yo hacía algo así. Además, bueno, no lo voy a negar, me da un poco de miedo el “¿qué dirán?”.
―Si tenés miedo de que yo me enoje, descartalo ya mismo. De verdad que no me molesta que lo hagas. A ver, sé que no vas a subir fotos porno a internet. Pero, alguna foto en bikini, o incluso en ropa interior, no creo que sea para tanto. Muchas mujeres lo hacen, en especial las que tienen cuerpos como el tuyo. Mirá, para demostrarte que no tenés que preocuparte por mí, yo también voy a subir a internet una de las fotos que me sacaste… eso sí, una en la que no se me vea mucho.
―Ay, hija ―Juliana abrazó con fuerza a Xamira, no le molestó que su ropa se mojara un poco―. No sabés lo feliz que me hace saber eso.
―¿Te hace feliz saber que voy a subir fotos provocativas a internet?
―No ―Juliana se rió―. De hecho eso me da un poco de miedo, pero no te voy a prohibir que lo hagas, siempre y cuando guardes cierta discreción. Lo que me alegra es que aceptes que yo también puedo disfrutar al hacer lo mismo.
―Es que siempre creí que en cualquier momento lo ibas a hacer. Hasta me sorprende que no lo hayas hecho antes.
―Ya te dije, por miedo. Pero si vos subís esa foto, te aseguro que yo también me voy a soltar… aunque sea un poquito. Ah, y si tu padre protesta por tus fotos, quedate tranquila que yo me encargo de él.
―Ay… si no se entera, mejor. Yo lo tengo bloqueado en mis redes sociales, me da un poquito de vergüenza que se meta en mi vida.
―Está bien, no voy a mencionar el tema, tu papá vive en su mundo. A veces ni se entera que yo estoy en la casa.
Xamira quiso agregar que su padre a veces ni se acuerda de que tiene una hija que puede revisar su historial de internet; pero decidió que ese tema lo hablaría con su madre en otro momento. Por ahora ya tenía mucho con lo que lidiar. No sabía si su mente sería capaz de asimilar todo lo que había ocurrido… y todavía estaba luchando por comprender su actitud cuando estuvo en la cama con Dalma y Emilia. ¿Qué le estaba pasando? No lo podía explicar; pero al menos estaba sacando pequeños momentos de alegría de todo esto.
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―Bueno, chicas, ya tenemos lo más importante: el dinero ―dijo Siara. Habían trasladado la reunión a su cuarto, sin cambiarse de ropa. Erica ya estaba haciendo su rutina de desordenar todo.
―A mí todo este asunto de la productora porno me tiene muy intranquila ―dijo Oriana―. ¿Qué pasa si nos descubren y deciden echarnos del instituto?
―Eso no va a pasar, mi mamá tiene mucha influencia en el instituto y estoy segura de que nos defendería. Además, el mismo instituto intentaría tapar todo, como hacen siempre con cualquier escándalo. A ellos solo les importa preservar su buena imagen.
―Bien… espero que tengas razón. ¿Y cuál sería el siguiente paso?
―Ahora tenés que hablar con Mariela ―le dijo Siara―. Y vamos a necesitar al menos una persona más.
―¿Estás pensando en contratar a Alexis? ―Preguntó Erika.
―Es una posibilidad, parte del plan depende de que él se entere de nuestro proyecto. Así empieza a correr el rumor. Me gustaría poder contar con Xamira para esto, se nota que entre ellos hay… cierta química. Ah, por cierto… si Mariela puede traer a su amiga, la hija del decano, sería buenísimo. Me encantaría hacerle algunas preguntas. Ella es una incógnita en nuestra investigación y es la única que no encaja con el temita de las becas.
―Voy a hacer lo posible. Mi relación con Mariela es muy buena, ella me dio muchos consejos. No creo que sea un problema convencerla de participar… en especial si va a recibir una buena paga.
―La mayor parte del dinero que tenemos se va a ir en pagarle a los actores y actrices.
―Si lo ponés de esa manera, hasta me dan ganas de participar ―dijo Oriana, con una sonrisa.
―Si querés podés hacerlo ―dijo Erika.
―No, es broma. El dinero me resulta atractivo, pero no tanto como para participar en una película porno… aunque ésta nunca vaya a ser expuesta en ningún lado. Por cierto, tengo ciertas novedades de mi “investigación” en internet.
―Genial ―Erika corrió hasta la cama y se sentó junto a Siara, para mirar de frente a Oriana―. Vos podrías ser nuestra investigadora virtual oficial.
―Ay, no… no sé tanto de internet…
―Pero podrías aprender.
―Solo me gusta revisar las redes sociales, porque en casa me aburro mucho, y si llegamos a conseguir acceso a la web porno Vip de la que me habló Mariela, con mucho gusto la revisaría toda.
―Claro, sería una buena oportunidad para mirar porno Vip gratis ―bromeó Erika, aunque a Oriana no le hizo mucha gracia.
―No me interesa el porno, lo que me interesa es saber si participaron más chicas del instituto.
―A mí me da igual si tu motivación es esa o hacerte la paja ―dijo Siara―. Lo importante es que cuando descubras algo, nos informes, así estamos al tanto de todo.
Erika se acomodó detrás de Siara y comenzó con su tradicional jugueteo con los pechos de su amiga. Oriana se quedó estupefacta.
―No te preocupes ―le dijo Siara―, Erika siempre se pone juguetona cuando estamos en mi dormitorio… o en el suyo.
Oriana asintió con la cabeza, aún así estaba confundida. Se dio cuenta de que no sabía mucho de estas chicas. Quizás eran novias o algo así. Nunca le había preguntado sobre su orientación sexual o qué clase de relación existía entre ellas. O tal vez solo eran amigas con derecho a roce… algo parecido a lo que había ocurrido entre ella y Mariela. Al recordar los momentos que pasó en casa de Mariela sonrió. Le pareció lindo que Erika y Siara pudieran tener una relación similar. No quería juzgarlas ni hacerlas sentir mal, por lo que decidió tomarse el asunto con naturalidad.
―Todo bien ―dijo―. Yo también me pondría a jugar si tuviera una amiga con unas tetas como las tuyas.
Se arrepintió de su comentario, en su mente no sonó tan lanzado como en voz alta. Pero ya estaba dicho y no podía retractarse.
―Tus tetas son fantásticas ―le dijo Erika―. Si algún día me das permiso, no tendría ningún problema en amasarlas un ratito ―presionó las tetas de Siara para mostrar cómo lo haría.
Oriana se río.
―Está bien, si algún día necesito un masaje de tetas, te aviso. ―Con eso podía eludir el asunto fácilmente. No es que realmente fuera a necesitar un masaje de tetas.
―Bueno, ahora danos tu reporte de las noticias más importantes de los últimos días ―pidió Siara, mientras se relajaba y permitía que las manos de Erika se movieran con total libertad. A su vez ella podía sentir las tetas de su amiga contra la espalda.
―Ok. Algunas noticias están relacionadas al caso que estamos investigando, otras no; pero igual se las quiero compartir.
―Sí ―dijo Erika―. Tenemos que estar bien informadas de los eventos más destacados del instituto. Nunca sabemos si estos datos podrían ser importantes para el futuro.
―Eso me gusta ―dijo Oriana―. Si no les molesta, hasta podría armar una especie de archivo. Me gusta organizar información.
―Sería genial ―dijo Siara―. Podríamos tenerlo en un dominio web privado, así los miembros del club pueden revisarlo cuando quieran, desde sus casas.
―Perfecto ―Oriana parecía muy entusiasmada―. Me voy a poner con eso apenas pueda. Bien, las noticias. Vamos a empezar con Dalma. Ella publicó un post en Twitter reconociendo que es la chica que está chupando dos vergas; pero sigue negando ser la mujer que cogió con tres tipos.
―¿Y con qué excusa lo niega? ―Preguntó Siara.
―Ninguna. No da excusas. Simplemente dice que cometió un error al chuparle la verga a esos tipos, pero que eso no justifica que su actual ex novio la haya expuesto de esa manera.
―En eso estoy totalmente de acuerdo con ella ―aseguró Erika―. Ese pelotudo se pasó de la raya.
―Totalmente ―continuó Oriana―. Me alegra que ya no esté más con él… y bien merecido tiene los cuernos, porque demostró que es un mal tipo. Si mi novio me hiciera una cosa así, te juro que lo cago a patadas. De todas formas Dalma no parece estar tan afectada por la exposición en sí misma… porque se dio el gusto de publicar fotos desnuda.
―Pero eso lo hizo antes de la filtración ―subrayó Siara.
―Antes y después ―aclaró Oriana―. Miren, estas son las fotos nuevas.
Les mostró la pantalla de su celular, de reojo pudo ver como una de las manos de Erika bajaba peligrosamente por el pubis de Siara.
En la pantalla pudieron ver algunas de las fotos que ya tenían de Dalma, las mismas que había tomado Xamira. La más impactante era una que la mostraba en cuatro, con el culo en pompa, como si estuviera esperando que la penetraran.
―Supuestamente subió esta foto para que todo el mundo pudiera compararla con el video ―comentó Oriana―. Yo hice la comparación… y la verdad es que se parece mucho. No puedo afirmar que se trate de la misma chica, pero tampoco puedo decir lo contrario.
―Esta Dalma es toda una incógnita ―dijo Erika―. Me gustaría saber qué pasa por su cabeza. Cómo una chica tan abocada a la religión de pronto se expone de esta forma en internet.
―Sí, es muy rara ―coincidió Oriana―. Creo que todo esto está afectando mucho a Xamira, se ve que son muy buenas amigas… y hablando de Xamira, hay una pequeña noticia que la involucra a ella, algo que vi hoy mismo en su cuenta de Twitter, y me quedé helada.
En la pantalla apareció la foto de un torso femenino, de piel olivácea, con abdominales bastante marcados, y gotas de agua cayendo por todo su cuerpo. Una hendidura en forma de “V” conectaba el abdomen con el pubis y allí se podía ver un camino recto y angosto formado por pelitos prolijamente cortados. La pierna derecha se cruzaba justo donde empezaba la concha. Tan justo que al hacer zoom sobre esa área se podía observar levemente el comienzo de la hendija que divide los labios vaginales.
La parte de arriba de la foto cortaba justo antes de los pezones, pero se podía ver el inicio de las tetas.
―¿Esta es Xamira? ―Preguntó Erika―. No lo puedo creer. ¿Por qué subió esta foto a internet? No parece esa clase de chicas.
―Lo mismo me pregunté yo ―dijo Oriana―. Prácticamente no la conozco, pero por lo que pude ver en sus redes sociales, ella nunca sube fotos provocativas. Hasta cuando usa calzas deportivas se cuida de no mostrar mucho el culo.
―¿Será que Dalma la convenció de hacerlo? ―Propuso Erika.
―Es posible ―respondió Siara―. Últimamente Xamira se está comportando muy raro. Primero parecía súper entusiasmada con la idea de formar parte del club, pero de pronto se volvió más callada y reservada… hasta que al final nos dijo que ya no quiere participar más en nuestras actividades.
―Lo cual es un quilombo ―dijo Erika―. Ahora tenemos que conseguir una cuarta persona, justo cuando creíamos que ya teníamos el club completo.
―Sí, aunque como ella no se borró oficialmente de la lista, todavía tenemos tiempo de buscarle un reemplazo.
Cuando terminó de decir esa frase, Siara soltó un gemido de placer. Los dedos de Erika habían llegado hasta su vagina y estaban acariciando su clítoris por encima de la tanga, compuesta por una tela sumamente delgada. Era casi como recibir los toqueteos de forma directa.
―Che, nena, calmate un poquito ―dijo Siara―. ¿Qué va a pensar Oriana?
―Ay, es que con todas las fotos que estamos viendo últimamente… como que mis manos andan más juguetonas de lo habitual.
―Te entiendo, Erika ―dijo Oriana―. A mí me pasa lo mismo ―de pronto sintió la necesidad de abrirse frente a esas chicas, separó sus piernas un poco mientras apoyaba la espalda contra el respaldar de la cama y acarició la pequeña tanga que le había regalado Verónica―. Con toda la investigación que hice en estos últimos días, yo también ando más toquetona de lo habitual. Es imposible no hacerlo, con tanta invasión de imágenes eróticas.
―¿Te hiciste mucho la paja?
―¡Ay, Erika! ―Protestó Siara―. ¡Qué pregunta más directa! ¿No tenés ni un poquito de tacto?
Oriana se rió, en parte por los nervios y también porque la actitud de Erika le resultaba muy divertida. Esa chica no tiene filtros y eso le agrada. Oriana llevaba mucho tiempo esperando encontrar amigas con las que pudiera hablar de temas íntimos con más soltura, y ya había tenido algunos ensayos con Mariela, creía poder manejar esta situación.
―No me molesta la pregunta. Además, ya les conté la clase de material sobre Mariela que encontré en su pen-drive. Creo que las dos ya se habrán imaginado lo que hice mientras miraba todo eso.
―Sí, por eso lo pregunté ―dijo Erika―. Si yo hubiera encontrado porno de alguna de mis profesoras, probablemente hubiera hecho lo mismo… y eso que ni siquiera puedo decir que sea muy pajera. Creo que la culpa de todo esto la tiene la clase de material a la que estamos expuestas últimamente.
―Sí, es cierto ―aseguró Siara―. Demasiado porno, especialmente para nosotras, que no estamos acostumbradas a mirar eso.
―Con esto ya aclarado ―dijo Oriana―, les comento la última noticia del día. Se armó bastante revuelo en el instituto con las nuevas fotos que subió a internet Brenda Ramallo, la profesora de Sociología que viajó a Cancún.
Les mostró las fotos. Se podía ver a Brenda vistiendo un diminuto bikini color verde limón que apenas le cubría los pezones y la concha, incluso se podían ver claramente las marcas de bronceado que le habían quedado del bikini anterior. Lo más impactante era que en algunas de las fotos se podía ver prácticamente todo su pubis, que estaba perfectamente depilado.
―Ah, estas son más sarpaditas ―comentó Erika.
―Sí, y ni siquiera son las que ocasionaron la mayor controversia.
Oriana cambió de imagen y pudieron ver a Brenda Ramallo bailando en lo que parecía ser una discoteca playera, había tres hombres musculosos y bronceados a su alrededor. Uno de esos tipos estaba de pie justo detrás de ella. La profesora estaba un poco inclinada hacia adelante, con sus manos en las rodillas y la cola bien pegada a lo que vendría a ser el bulto del tipo.
―Está bailando, no veo nada de malo en eso ―dijo Erika.
―Sí, a simple vista no da la sensación de que haya algo extraño; pero ya saben cómo es la gente en internet. Basta con que uno haga zoom a la imagen y encuentre algún detalle llamativo, para que empiece una ola de rumores. Miren:
Les mostró de cerca la cara de Brenda, tenía la boca semi abierta y se podía ver un líquido blanco dentro de ella y una línea de ese mismo líquido chorreando por la comisura de sus labios.
―La profe Ramallo aseguró que eso es Piña Colada ―dijo Oriana―. Sin embargo algunos “pseudo expertos” creen que es demasiado espeso para ser Piña Colada y que debería ser…
―¿Semen? ―Preguntó Siara.
―Así es. Dicen que apenas unos segundos antes de esta foto Brenda le estuvo chupando la verga al tipo que está delante de ella, que se ve de espalda y no se puede adivinar si tiene la verga dentro o fuera del short.
―¡Upa! ―Exclamó Erika, sin dejar de acariciar la zona púbica de Siara.
―Pero eso no es todo. Esto llevó a que otras personas analizaran a fondo la imágen y algunos notaron que no se ven rastros de la parte baja del bikini de Brenda. Si bien uno de sus brazos cruza por la parte donde deberían estar las tiritas de los lados, al hacer zoom se puede ver parte de su cadera… y miren… las tiritas no están, solo se ve su piel, con marcas de bronceado. Así que es altamente probable que estuviera desnuda de la cintura para abajo. Ella no dijo nada sobre este detalle. Y ahí no termina la cosa, cuando se aumenta el brillo de la foto y se hace zoom a la parte de atrás, donde está la cola de Brenda, se alcanza a ver…
―¿Esa es la verga del tipo? ―Preguntó Erika.
―Eso dicen. Siendo honestas, podría ser cualquier cosa, hasta podría ser la sombra de un vaso. La imagen no es muy nítida con tanto aumento. Pero si todo lo demás es cierto, entonces cabe la posibilidad de que, en ese preciso momento, ese tipo se estuviera cogiendo a la profe Ramallo.
―Apa… ―dijo Siara―. Y si a esto le sumamos que lo de la boca es semen… entonces… esos tipos le hicieron una linda fiestita a la profe.
―Ese es el rumor que circula en el instituto. Que la profe Ramallo se lo pasó en grande en Cancún… y que ahora anda pescando alumnos, provocándolos con sus fotos, como si les dijera: “Estoy dispuesta a que ustedes me hagan la fiesta”.
―Este es un tema de lo más interesante ―dijo Siara―. Podríamos iniciar una investigación en paralelo. Solo por pura curiosidad.
―Sí, yo también quiero saber si a la profe Ramallo le hicieron la fiestita ―aseguró Erika―. Y si es cierto que intenta “pescar” alumnos. Además el caso de la web porno nos va a llevar mucho tiempo, sería lindo tener alguna investigación secundaria con la cual divertirnos. Hiciste un gran trabajo, Oriana.
―Muchas gracias. Y si lo vamos a investigar, esta noche me pongo a revisar al detalle todas las fotos que subió la profe Ramallo.
―Perfecto ―dijo Siara―. El lunes nos reunimos en la sede del club así nos contás todo lo que descubriste. Después seguimos adelante con el plan de la productora porno. Estoy entusiasmada, ahora tenemos más cosas para hacer.
Los toqueteos de Erika se detuvieron cuando Verónica gritó desde afuera del cuarto, anunciándoles que la comida ya estaba lista. Las tres chicas se vistieron rápidamente y fueron a cenar.
Oriana estaba muy feliz, ya no se aburriría tanto en su casa y ahora tenía buenas amigas con las que compartir su intimidad. Solo le gustaría que Xamira también pudiera ser parte de lo mismo, a pesar de que la conocía poco, esa chica le caía bien, aunque no sabía por qué.
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