A los 40, algo cansado de toda la acción que había tenido en mi vida, me fui a vivir al campo, a Cañuelas...
Convencido de quedarme tranquilo por un par de temporadas...
Compré una propiedad tipo chacra y decidí retirarme. Ni bien llegué a mi nueva casa, no tuve más remedio que tratar con mis nuevos vecinos que no eran muchos ya que en ésa zona las chacras eran grandes y en una cuadra solo había tres o cuatro vecinos... Gente de campo.
Al final de la calle donde me había mudado, vivía un viejo solitario y esquivo con los demás.
- No le des bola...- , me dijo el encargado de la estancia pegada a la mía... - Es un tipo raro... Desde que quedó viudo no trata con nadie, ni siquiera saluda...-
-Además de dejado, es bien "homofóbico"... No le gustan los putos...-, - te digo por las dudas...-
El "Viejo Barraza", vivía sólo en un rancho medio derruido a unos 100 metros de mi casa y el fondo de su propiedad daba justo donde terminaba la mía.
De lejos se miraba rústico y descuidado, no se daba con nadie, ni siquiera con los vecinos viejos.
Yo, desde mi casa, binoculares mediante, me ponía a espiar sus movimientos, qué hacía y como se movía dentro de su casa... Hasta que un buen día, por la tarde; pude ver cómo el tipo se bañaba en un pileton que tenía en el patio...
Para mí asombro, el ermitaño viejo y descuidado, portaba una hombria enorme y descomunal, una "tripa" larga y cabezuda, peluda y machaza.
Un pijote curtido y grueso que colgaba pesado entre las piernas chuecas de ése gaucho solitario.
Él tipo, ni siquiera imaginaba que alguien como yo podría estar espiando a la distancia, y que esos binoculares me podían dar detalles del pedazo de hombría que el "gaucho viejo" tenía.
Así que no me quedo más remedio que intentar "hacerme amigo" de ese vecino esquivo.
Me había dado la compulsión de saber si le podía "entrar" a esa verga descomunal y solitaria.
Cuya cabezota gorda espiaba a distancia.
Convencido de quedarme tranquilo por un par de temporadas...
Compré una propiedad tipo chacra y decidí retirarme. Ni bien llegué a mi nueva casa, no tuve más remedio que tratar con mis nuevos vecinos que no eran muchos ya que en ésa zona las chacras eran grandes y en una cuadra solo había tres o cuatro vecinos... Gente de campo.
Al final de la calle donde me había mudado, vivía un viejo solitario y esquivo con los demás.
- No le des bola...- , me dijo el encargado de la estancia pegada a la mía... - Es un tipo raro... Desde que quedó viudo no trata con nadie, ni siquiera saluda...-
-Además de dejado, es bien "homofóbico"... No le gustan los putos...-, - te digo por las dudas...-
El "Viejo Barraza", vivía sólo en un rancho medio derruido a unos 100 metros de mi casa y el fondo de su propiedad daba justo donde terminaba la mía.
De lejos se miraba rústico y descuidado, no se daba con nadie, ni siquiera con los vecinos viejos.
Yo, desde mi casa, binoculares mediante, me ponía a espiar sus movimientos, qué hacía y como se movía dentro de su casa... Hasta que un buen día, por la tarde; pude ver cómo el tipo se bañaba en un pileton que tenía en el patio...
Para mí asombro, el ermitaño viejo y descuidado, portaba una hombria enorme y descomunal, una "tripa" larga y cabezuda, peluda y machaza.
Un pijote curtido y grueso que colgaba pesado entre las piernas chuecas de ése gaucho solitario.
Él tipo, ni siquiera imaginaba que alguien como yo podría estar espiando a la distancia, y que esos binoculares me podían dar detalles del pedazo de hombría que el "gaucho viejo" tenía.
Así que no me quedo más remedio que intentar "hacerme amigo" de ese vecino esquivo.
Me había dado la compulsión de saber si le podía "entrar" a esa verga descomunal y solitaria.
Cuya cabezota gorda espiaba a distancia.
2 comentarios - "Muzzarella Barraza", sabor a hombre