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Las Tres Joyitas de 4to | Capítulo 3

Sabía que no iba a ser tarea fácil, para nada, sumándose también el hecho de que hacía muy poco había salido de una relación algo larga y no tenía mucho rodaje en eso de chamuyar, estaba algo oxidado, pero el simple hecho de verlas solo me motivaba más y más, así que me decidí. Había ideado un plan que en mi cabeza era una locura, era como organizar un atraco, pero en vez de robar joyas o guita, yo lo único que quería era cojerme que alguna de aquellas tres diosas que tenía como compañeras, sabía que me tocaba a partir de ese momento, hacerme su amiguito, meterme a su grupo, y eso hice.

Los días siguientes me dediqué a hacer lo mismo, sentarme con alguna de ellas y unirme de a poquito a sus jergas, mi compañera más habitual era Celeste, ya habíamos quedado, a los ojos de todos los profesores, como compañeros fijos de banco. Poco a poco me fui incorporando de a poquito, primero, en el salón, después, en los recreos, y cómo cereza del postre, había logrado que me incluyan a su grupo de WhatsApp, prácticamente, ya era uno más.

La situación había se iba amoldando de la siguiente manera: Juliana era quizá, la más cercana a mi, como ya teníamos una amistad previa a esto, no fue muy difícil acercarme un poco más, éramos muy compinches, hablábamos de muchísimas cosas, nos reíamos a carcajadas y cada uno se prendía a las jodas y chistes del otro, nos acoplabamos muy bien, era tanta la confianza que teníamos, que hasta nos compartíamos la comida, los chupetines y los chicles iban literalmente de una boca a la otra con saliva de por medio, y las galletitas y alfajores pasaron de ser una comida individual para pasar a ser de a dos, hasta recuerdo que ella, en modo juguetón, se ponía una galletita en los dientes, sosteniendola de la punta y se inclinaba hacia mi para que yo me acercara y la agarrara con la boca. Los demás nos miraban mal, como si tuviésemos un problema, pero nosotros la pasábamos genial.

Jazmín siempre me cayó de diez, pero en el tiempo que había pasado, nos habíamos acercado mucho más, era una amistad más formal, siempre fue una chica mucho más seria que Juliana a la hora de tener una conversación, hablábamos de todo con una naturalidad digna de una enorme amistad, no tenía problema en contarle nada y ella me tenía la confianza suficiente como para contarme también todo. Podíamos reírnos y llorar de un momento a otro. Si bien ella desde afuera daba un aire de asociabilidad y ponía cara de pocos amigos, descubrí que con la gente que quería era bastante cariñosa, cada vez que me veía llegar se abalanzaba sobre mi en un enorme y cálido abrazo, además de recostar sutilmente su cabeza sobre mis hombros cuando tenía la oportunidad.

Celeste era un caso distinto, por alguna razón, ella me ponía mucho más nervioso que las demás, cada que la veía llegar me era inevitable sonreír y cuando estábamos cerca se me aceleraba muchísimo el corazón. Ella siempre me pareció, además de una chica muy hermosa, alguien bastante fría, o esa imagen daba, pero la realidad, era que con Celeste podíamos hablar de lo que sea y reírnos y bromear de lo que sea, era bastante compinche, además de que me encantaba hacerla reír por el simple hecho de ver su sonrisa, tenía miedo de que en algún momento desarrollara sentimientos más fuertes hacia ella y eso arruinara el objetivo, porque no voy a negarlo, de las tres era quizá la que más loco me volvía.

El primer fruto de la semilla que de a poco había plantado se dio en una clase de gimnasia, uno de esos jueves en donde nos tocaba levantarnos a las seis y media de la madrugada para encerrarnos en un gimnasio y hacer actividad física, aunque para el noventa porciento de los varones era la materia que más disfrutábamos, para las chicas era quizá, insufrible. Había llegado vestido como era habitual, una remera lisa, negra, bastante ajustada, un joggin tambien bastante achupinado gris y unas zapatillas deportivas del mismo color que mi remera, entre al gimnasio bostezando y lo primero que me recibió fue un abrazo de Jazmín, las tres se acercaron a mi y nos quedamos charlando un rato.
-¿No tenes frío así tan desabrigado? -pregunto Jazmín mirándome mientras sus brazos cruzados intentaban mantener a temperatura su escultural cuerpo
-No hace tanto frío igual, pero si, preferiría estar abajo de mis 3 frazadas -se quejó Celeste
Juliana no emitió palabra y solo se limitó a acurrucarse contra mí, tenía puesta una camperita color violeta y una calza que, debido al volumen de sus piernas y sus caderas, le quedaba bastante ajustada, cosa que para mis ojos era un deleite porque dejaba ver casi a detalle aquel culo que parecía de otro planeta.
La clase empezó y nos mandaron a hacer un poco de ejercicio físico, lo típico, flexiones de brazo, abdominales, estiramiento, nada de lo que yo no estaba acostumbrado a hacer en el club, por alguna razón, Juliana me miraba mucho, además de sonreírme y en cada oportunidad que tenía se acercaba a mi. En un determinado momento, la profesora mando a Juliana a buscar el bolsón de pelotas de handball mientras que a mi me ordenó ir a guardar las colchonetas, ambas cosas se almacenaban en el galpón, un pequeño cuarto, sin ventanas, iluminado con un tenue foco de luz amarilla y cerrado casi herméticamente con una puerta de hierro verde, Juliana entro y yo pasé detrás de ella, apoyé las colchonetas en el piso y cuando levanté la vista ella me estaba mirando
-Boludo, míra, tengo las manos heladas -dijo acercándose a mi y apoyando suavemente una de sus manos en mi cara
-Boluda, estas congelada! -sonreí y le alejé sutilmente su mano
-¿Viste? Ay, veni que tengo frío! -exclamo y se lanzó a mis brazos, colocando sus manos debajo de mi remera, en mi abdomen, inmediatamente la gelidez de sus manos se sintió en todo mi cuerpo, pero no la quite, la abracé rodeandole con mis brazos su cintura y comencé a sentir como con sus uñas rasgaban mi abdomen. Podía sentir su respiración en mi cuello y el intenso olor a shampoo de su cabello, mientras sentía el punzante movimiento de sus uñas en mi abdomen, en ese momento, decidí arriesgarme y disparar una de mis primeras balas. Mis manos ya estaban rodeando aquella cintura, así que comencé cautelosamente a bajarlas de a poco, para no levantar sospecha, mis movimientos eran suaves y estaban calculados, hasta que en un abrir y cerrar de ojos, mis manos ya estaban apoyadas sobre su culo, no puedo describir con palabras exactas lo que se sentía, pero fue espectacular, era firme, redondo, tanto que mis manos no alcanzaban a cubrir siquiera un poco más de la mitad de cada una de sus nalgas, de repente, sentí como ella despegó su cabeza de mi pecho, esperaba de todo, un reto, un cachetazo, una mirada de incomodidad, pero no, no fue nada de eso. Ella se despegó, sin sacar mis manos de su precioso orto, me miró, sonriente, y con una mirada de provocación que indicaban que aquella posición de mis manos, no solo le gustaba, si no, que podía llegar a más. Ella se volvió a acercar y me besó no una, si no dos veces el cuello, una en cada hemisferio del mismo, mientras que yo, con un dedo comencé a acariciar toda su nalga, de arriba hacia abajo, hasta a llegar a su muslo. Podía sentir como sus dedos rasgaban suavemente mi abdomen llegando hasta el elástico del joggin y levantandolo un poco intentando llegar incluso más lejos. En ese momento, se me ocurrió jugar la carta del provocador limitandome hasta donde había llegado y yendome con lo ganado, con mis manos la agarre suavemente de los muslos y me separe un poco de ella, acercandome a su oído, haciéndole que sienta mi respiración en su cuello
-Hay que volver a clase... -le susurré suavemente, mirándola a los ojos para luego de regalarle una sonrisa agarrar el saco de pelotas de handball por sobre mi hombro y luego salir del galpón.

Esa situación me había dejado con el ego por las nubes sabia que el primer paso ya estaba dado, Juliana ya estaba en mi bolsillo...

1 comentarios - Las Tres Joyitas de 4to | Capítulo 3

EzeeLobo
Me dejaste re manijaaa