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SECRETOS INCONFESABLES
Ha llegado un nuevo verano, y con ello, la rutina vacacional que ya nos tiene acostumbrados, como pocos disfrutamos un mes en las mejores playas de mi país.
Jorge, mi marido, Jesús, su hermano, Antonella, su esposa y yo, Melany, los cuatro siempre nos movemos en manada y además de una relación de parentesco se dio una especial de amistad, que no se daría con Marcos ni con Daiana, los otros dos hermanos de mi esposo y de Jesús.
Primer día de playa, ahí vamos los cuatro, acomodando sombrillas, reposeras, esterillas, bolsos de mano y demás cosas. Jorge y Jesús son como chicos, son hombres, en segundos se desentienden de todo, se quedan en traje de baño y corren una carrera improvisada para meterse al agua, estamos acostumbradas a sus chiquilinadas infantiles, en un abrir de cerrar de ojos los perdemos de vista y nos desentendemos de ellos
Antonella, mi cuñada, y yo nos quedamos a solas, somos mujeres, necesitamos nuestros tiempos, ordenamos todo prolijamente, incluso las prendas que los muchachos dejaron tiradas por cualquier lugar, acomodamos las reposeras hacia donde da el sol, tenemos que ponernos bronceador, emprolijar los cabellos para que no se dañen y ver que todo esté en orden.
Me saco la remera y la falda para dejarlas junto a las ojotas de playa, luzco un sostén multicolor brilloso sin breteles y un culote más que generoso en un rosa chicle que cubre casi por completo mi generoso trasero. Anto, rápidamente cae en el detalle de mi traje de baño, un tanto extrañada por mi cambio de look no tarda en preguntar
Melany, menuda sorpresa! que pasó con ese colaless de infarto que solías usar año tras año?
Le regalo una sonrisa forzada y contesto
Cuñada, ya tengo treinta y cuatro, es hora de dejar esas cosas provocativas para las jovencitas, no te parece?
Ella responde frunciendo el ceño, como no aprobando mis palabras
Querida, si yo tuviera el culo que vos tenés, usaría tangas infartantes por el resto de mis días, en fin...
Ella terminaba de ponerse bronceador y mientras se acostaba boca abajo en una de las esterillas, se colocaba los auriculares para escuchar un poco de música, me senté de lado, en una de las reposeras, cerré los ojos, el sol estaba demasiado fuerte y me puse a revivir los secretos inconfesables que habían provocado un cambio tan drástico en mi forma de lucir
Era cierto, me sabía dueña de uno de los mejores culos de la playa, de esos que cada hombre voltea al pasar y cada mujer lo mira con envidia, me encantaba lucirlo casi desnudo y que se marcaran en mi piel bronceada, los diminutos blancos de los bikinis, esos que enloquecen al sexo masculino, pero había abusado de algunas cosas y si bien el problema era más cerebral, por lo que yo pensaba, o lo que yo imaginaba, lo cierto es que me avergonzaba y me ponía incómoda volver a usar una tanguita casi hilo dental.
Hacía ya muchos años que convivía con Jorge, mi esposo, vivíamos solos en una casa demasiado grande, con cuartos para niños que nunca llegaron, siempre postergando la idea de ser padres por nuestras ambiciones profesionales.
Jorge y Jesús, además de hermanos era socios, ambos eran ingenieros y tenían una empresa de asesoramiento industrial, no sé bien explicar en detalle en que consistían esos trabajos, solo puedo decir que eran de viajar mucho, de ausentarse demasiado, uno, el otro, ambos, recorriendo las fábricas de todas las provincias.
Yo sabía que Jorge me había metido los cuernos más de una vez, una es mujer, se da cuenta, llamadas, mensajes, perfumes en sus camisas, algún rush descuidado en algún cuello, o un largo cabello negro perdido entre sus cosas. Era evidente que en esas escapadas laborales tenía toda la libertad que a mi lado no tenía. Como dije, yo lo sabía, pero jugaba a no saberlo, solo hacía la vista gorda porque aún hoy lo amo con todo mi corazón.
Y asumo que mi cuñada corre con la misma suerte, aunque nunca quise sacar el tema en forma directa, creo que ella también prefiere solo dejar pasar las cosas, pero es que nuestros maridos, los hermanos, parecen calcados, dos gotas de agua y siempre es evidente como se cubren mutuamente en el más mínimo desliz.
Esa situación solo la ignoraba, lo aceptaba, hacía ver que todo estaba bien, pero en el fondo me dolía.
Toda la trama secreta que me perturba empezó unos tres años atrás, yo trabajo en una importante multinacional y soy una de las dos secretarias de gerencia, me toca en suerte manejar agendas, programar viajes, atender llamados, ser un poco administrativa de papeles, documentaciones legales, un poco contable, otro tanto de recursos humanos, un poco de todo, es un trabajo ameno, me gusta y me pagan muy bien.
En esos días, mi compañera de años dejaba el empleo para tomar una posición similar en otra empresa y generó una vacante que un par de meses después sería ocupada.
Maite tomaría ese lugar, una chica mucho más joven que yo que en esos días estudiaba una licenciatura en recursos humanos, resultaría ser una empleada ejemplar y que honestamente era muy superior a mí en ese aspecto, incluso ella manejaba ingles a la perfección.
Pero no era su rol laboral el que me desvelaba, sino lo que ella era fuera del empleo. Maite no era una chica bonita, ni llamativa, pero tenía otra cabeza, diferente a la mía, desprejuiciada, desinhibida, lujuriosa, vivía su sexualidad en una forma muy loca y apenas entró en confianza conmigo no dudó en contarme todos los detalles, vivía de fiesta en fiesta, a veces me pasaba fotos de los chicos con los que estaba, no se ataba a nadie, explotaba una bisexualidad manifiesta y siempre tenía un tema caliente para tratar, dos chicos, otra chica, un chico y otra chica, reuniones de vale todo y sus historias eran tan locas como excitantes, al punto que al escucharla siempre terminaba toda mojada.
Digamos que su forma de encarar la vida era excitante, pero yo jamás me hubiera animado a tanto, yo era la fiel, la de jugar uno a uno, la que se amoldaba a lo que la sociedad dicta como normal.
Maite me encendía, en esas charlas de oficina a escondidas, incluso hasta me sentía acosada por ella, por sus palabras, por sus miradas, por sus gestos, siempre me decía que tenía un culo perfecto, y que tarde o temprano me lo iba a comer y solo me arrancaba calurosas sonrisas, y siempre le decía que eso nunca sucedería, estaba claro que a mí no me gustan las mujeres.
Ella a veces me arrancaba secretos, nunca supe porque alguna vez le confesé que me gustaba mucho el sexo anal, no sé, me hacía sentir sucia, perversa, y cuando mi esposo me lo hacía él se ponía como loco, como un animal, actuando por instinto y eso me hacía sentir poderosa.
También sabía lo malo de mi relación con Jorge, sus viajes, sus infidelidades veladas y mis sufrimientos en soledad, sabía que toda esa historia a Maite no le gustaba, y un poco por mis palabras no le caía en gracia la figura de mi esposo, solía decirme que alguna vez ese bastardo tendría su merecido, aunque esas palabras, nunca pasaron de palabras tiradas al aire.
Se acercaba el cuatro de setiembre, cumpliría ya treinta y cuatro años, un día especial para mí, pensaba celebrarlo en familia, como cada año, pero poco antes mi marido llegaría con la noticia de que tenía un viaje de trabajo impostergable, solo él podía resolverlo y no tendría forma de cambiar el destino.
Mi rostro de frustración, de desilusión, de desesperanza por la situación decían más de lo que mis palabras querían decir. Maite lo notó, era demasiado transparente para ella y solo tuvo que tirar de la punta del ovillo para hacerme hablar, y ese martes, mientras algunas lágrimas rodaban por mi rostro, ella me dijo
De ninguna manera mi Melany se quedará su fiesta! y si su marido no la valora, acá hay una amiga que le pondrá el pecho a las balas!
Ella fue tan convincente al hablar, y yo estaba tan bajoneada que con una sonrisa forzada acepté ir a su casa ese sábado por la noche
Recuerdo que el viernes, al terminar la jornada laboral me dijo
Amiga, para mañana afeitate toda la concha porque te la voy a comer hasta hacerte menstruar! - si, así de guarra era para hablar -
Eso nunca va a suceder - retruqué cuando ella caminaba hacia su coche -
Vos por las dudas, afeitate - me dijo cerrando la historia -
El sábado estaba sola y aburrida en casa, y sabía que no tendría sexo con ella, pero me resultó sexi depilarme por completo, aunque siempre me depilaba, en esta ocasión me sabría diferente.
Y llegaría la fatídica noche de festejar mi cumpleaños a solas con ella, fui a su casa con la fija idea de evitar cualquier juego lésbico entre nosotras, solo una cena para no estar sola y ya, pero al llegar, noté que mis pensamientos estaban completamente equivocados y que yo no tenía ni remota idea de lo que en verdad ella tenía en su perversa mente.
Es que ella no estaba sola, dos muchachos demasiados hermosos para ser reales estaban con ella, esos hombres irritablemente perfectos que te hacen mojar toda con solo mirarlos, esos que te hacen fantasear con los más perversos deseos, sentí que se agitaba mi respiración, entonces Maite dialogó
Melany, te presento a Denis y Alexis, ellos son viejos conocidos, bailan aceitados y semi desnudos en un club de mujeres, ja ja!
Chicos, ella es de quien les hablaba, treinta y cuatro años, no lo parece, verdad?
Traté de ser reservada con mi amiga, la aparté un poco y casi le susurré al oído
Estás loca? en qué diablos estás pensando
Pero ella contestó dándome una fuerte nalgada
No te preocupes mi amor! jamas olvidarás esta noche! no tendrás otro cumple como este!
Tal vez solo debería haber vuelto a mi casa para no enterrarme en el pantano, pero esos chicos, eran demasiado bonitos! y solo se cruzaba por mi cabeza mi querido esposo, donde estaría, que estaría haciendo, si el muy bastardo apenas me había hablado por la mañana para saludarme...
Y cominos, y bebimos, y otra copa, y otra más, demasiado para mí y rápidamente perdí la cordura, perdí el control, un poco ebria, un poco frustrada, un poco loca, un poco herida, un poco inconsciente, un poco curiosa.
Perdí la cuenta de la hora, solo recuerdo que en algún punto ellos se pusieron a bailar muy caliente, como stripper, con una música melosa de fondo, poco a poco dejaron caer sus prendas, sentí mis pezones duros y una incontenible cascada entre mis piernas, mi amiga aullaba y me enloquecía, sentada a mi lado, dos espectadoras en primera fila, tomamos una nueva copa y solo quería que eso no parara, ya no...
Denis y Alexis dejaron caer hasta los slips que tenían, y juro que no pude creer que esas vergas fueran reales, no era que el tamaño fuera importante para mí, pero eran dos sementales que asustaban, me quedé embobada viendo con la boca abierta esas pijas aun caídas, del tamaño de una botella de agua de medio litro.
Maite me tomaría por sorpresa, en un descuido me daría un enorme beso en la boca y sentí su lengua buscando mi garganta, sabía a alcohol, la aparte con espanto, pero ella solo se reía a carcajadas
Después de mi rechazo ella solo me dejó de lado, fue entre los chicos, los besó apasionadamente, a uno a otro y ellos empezaron a arrancarles las prendas, todo era muy erótico, muy porno, y yo miraba aun sin creer, con las mejillas ardidas en calor, Maite se dejó caer al piso de rodillas, acariciándole las vergas que poco se elevaban al cielo y se hacían intimidantes, y empezó a chupárselas, muy rico, una y otra, muy deseable, y solo se aseguraba de mirarme fijamente mientras lo hacía, sentía mi boca seca y me pasaba la lengua por los labios para humedecerlos, estaba nerviosa, envuelta en deseos entre lo correcto y lo prohibido.
Alexis salió del juego para venir a mi lado, a ofrecerme lo que cargaba, me mordí más fuerte los labios como tratando de negarme a lo inevitable, solo exhalé con fuerzas y ya, cerré los ojos y metí todo lo que pude su enorme pija en mi boca, hasta que me doliera en lo profundo de mi garganta, era tan rico, tan apetecible, sabía a hombre, sabía a macho y él me dejaba hacer acariciando mi rubia cabellera
Estaba perdida, Denis me sorprendió al otro lado, no lo vi venir, pero le regalé una sonrisa y fue su turno de mamarlo mientras pajeaba al otro con una mano, y ahí me encontré sin imaginarlo, sentada en el sillón, chupando verga a un lado y al otro, perdida, entregada como una puta, con la concha hirviendo en deseo, punzando en lo profundo, con la sangre caliente bullendo por mi cuerpo.
Mi amiga me sorprendió entonces colándose entre mis piernas, tampoco lo vi venir, pero Maite levantó mi falda y sacó mi ropa interior, la toco entre sus dedos y me dijo
Puta, estás toda mojada, y veo que te depilaste para mí!
Yo estaba demasiado ocupada chupando pijas como para responderle, y no podía mantener mis piernas cerradas, mi compañera de oficina solo empezó a darme un exquisito sexo oral, tal vez, el mejor de mi vida, no sé si estaba lo suficientemente ebria, ella me había advertido que lo haría, maldita!
Para mí era todo muy loco, más cuando Alexis se fue por detrás y empezó a cogerla, ella gemía sin dejar de chupármela. y yo hacía lo propio con la pija de Denis, un tren de locura sinfín.
En algún punto parecimos separarnos y cambiar, ella con Denis, por un lado, Alexis y yo por otro.
Ella estaba boca arriba con sus piernas abiertas a un lado, con el macho cogiéndola con vehemencia, y yo montando al que me tocaba en turno.
El lugar se llenó de gemidos, de orgasmos, de pecados, me calentaba ver como ellos cogían y la enorme verga de Alexis me taladraba la concha, me sentía puta como nunca, libre, maldita, lujuriosa, desatada.
Yo misma decidí cambiar de agujero y con un dolor que pronto se convertiría en placer solo me la metí en el culo, en ese punto deseaba mostrarle a mi amiga lo que tanto le había confesado en charlas de oficina.
La verga de mi macho se puso más y más dura, lo sentí venir, aceleré el ritmo, grité y al fin me llenó el culo de leche.
Maite dejó lo que estaba haciendo, se coló por detrás, sus manos abrieron mis nalgas y solo empezó a lamerme el esfínter mientras yo expulsaba semen, me pareció repugnante lo que estaba haciendo, pero al mismo tiempo me supo caliente
En eso estábamos cuando Alexis se acercó masturbándose para terminar sobre mis pechos, su semen estaba caliente, pegajoso y solo no dejaba de acabar, más y más hasta dejar mi frente nevado. Nuevamente Maite vino a la carga, maldita puta, solo empezó a chuparme muy rico las tetas, a mordisquearme los pezones y luego, casi a la fuerza me arrancó un nuevo y profundo beso de lenguas, labios contra labios, embebidos en ese manjar blanco de esos caballeros que nos habían cogido como bestias. Fue muy rico, lo admito, muy loco, un precioso beso entre mujeres compartiendo lo mejor de ambos hombres.
Solo nos perdimos entre música y alcohol, en locuras y sin darme cuenta había caído al abismo, esa no era yo, no tenía barreras, no tenía límites, en una carrera a toda velocidad, sin freno de mano.
Después de recobrar energías, Maite tomó un rol de espectadora, con una copa de vino se sentó a un lado y dejó en claro que yo era la agasajada y ella solo se quedó en un amplio sillón, masturbándose pacientemente con la imagen que le regalaban dos hombres y una mujer.
Esos machos de cuerpos perfectos y esculpidos me flanquearon, no pude, o no quise resistirme, uno volvió a dármela por el culo, luego el otro, se turnaban en mi trasero y por más grandes que eran ya me había acostumbrado a sus diámetros.
Me di cuenta que quería algo loco, tenía la oportunidad al alcance de mi mano y no sabía si alguna vez podría volver a hacerlo, se los pedí directamente, sin vueltas, ve senté sobre la verga de uno metiéndomela por atrás, y recosté mi espalda sobre su pecho, abriéndome toda para recibir la otra por delante, Denis se acomodó y me llenó la concha, me llenaron por ambos lados, enormes, completas, solo grité muriéndome de placer, solo quería más y más y naufragué en mis mares de orgasmos. Perdí noción de tiempo y espacio, esa no era yo, y Maite a un lado me animaba a no parar, me decía cuan puta era y cuanto amaba esas vergas que me estaban punzando en lo profundo.
Denis entonces la sacó de mi conchita, y la apuntó en mi culito, donde estaba la pija de Alexis, y empezó a forzar, creí que moriría, respiraba profundo tratando de tomar aire, más del que podía, pensé que me iba a desgarrar, me dolía mucho, pero no podía detenerme, solo no podía resistirme y la tentación del pecado era demasiada.
Poco a poco mi esfínter se estiró hasta no poder resistirlo, esas dos enormes vergas se habían colado en mi culo, gritaba como cerda, me encantaba, me masturbé hasta el hartazgo sintiendo esas enormes pijas moviéndose al mismo tiempo dentro de mi culo.
Maite vino a mi lado, y mientras ellos me daban una doble penetración anal, ella me comió la boca en interminables y profundos besos, eternos, femeninos, perversos.
Eran cerca de las cuatro de la tarde del día domingo cuando desperté enredada en las sábanas de mi propia cama, no recordaba cuando había llegado ahí, ni como, solo tenía recuerdos nublados de haber tenido sexo descontrolado hasta el amanecer, la cabeza se me partía y sentía olor a semen en todo mi cuerpo, me dolía todo, como si un tren me hubiera arrollado, me punzaba fuerte en lo profundo de mi intimidad, y noté mi esfínter destruido, cambiado, estirado, un antes y un después, maldita perversión.
El lunes, nuevo día de oficina y volví a ser la pacata de siempre, no podía mirar a mi compañera a los ojos, pero ella solo tenía esa sonrisa macabra marcada en los labios
No te preocupes! - me dijo apoyando su mano sobre la mía - será nuestro secreto, todo está bien, solo se vive una vez.
El sol quema demasiado, Jorge y Jesús siguen metidos en el mar, desentendidos se la situación, ya no puedo usar un hilo dental en la playa, temo que mi esfínter dilatado quede expuesto, y ya se, seguramente la situación pase más por mi cabeza, por mi imaginación, que por lo que en verdad es, incluso mi esposo tiene que haberlo notado, pero asumo que como hago yo, el prefirió no preguntar, mirar para otro lado y solo hacerse el distraído
Antonela! Antonela! - le digo a mi cuñada que parece haberse quedado dormida bajo el sol mientras la zamarreo con discreción - hace calor, vamos al agua un rato?
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SECRETOS INCONFESABLES
Ha llegado un nuevo verano, y con ello, la rutina vacacional que ya nos tiene acostumbrados, como pocos disfrutamos un mes en las mejores playas de mi país.
Jorge, mi marido, Jesús, su hermano, Antonella, su esposa y yo, Melany, los cuatro siempre nos movemos en manada y además de una relación de parentesco se dio una especial de amistad, que no se daría con Marcos ni con Daiana, los otros dos hermanos de mi esposo y de Jesús.
Primer día de playa, ahí vamos los cuatro, acomodando sombrillas, reposeras, esterillas, bolsos de mano y demás cosas. Jorge y Jesús son como chicos, son hombres, en segundos se desentienden de todo, se quedan en traje de baño y corren una carrera improvisada para meterse al agua, estamos acostumbradas a sus chiquilinadas infantiles, en un abrir de cerrar de ojos los perdemos de vista y nos desentendemos de ellos
Antonella, mi cuñada, y yo nos quedamos a solas, somos mujeres, necesitamos nuestros tiempos, ordenamos todo prolijamente, incluso las prendas que los muchachos dejaron tiradas por cualquier lugar, acomodamos las reposeras hacia donde da el sol, tenemos que ponernos bronceador, emprolijar los cabellos para que no se dañen y ver que todo esté en orden.
Me saco la remera y la falda para dejarlas junto a las ojotas de playa, luzco un sostén multicolor brilloso sin breteles y un culote más que generoso en un rosa chicle que cubre casi por completo mi generoso trasero. Anto, rápidamente cae en el detalle de mi traje de baño, un tanto extrañada por mi cambio de look no tarda en preguntar
Melany, menuda sorpresa! que pasó con ese colaless de infarto que solías usar año tras año?
Le regalo una sonrisa forzada y contesto
Cuñada, ya tengo treinta y cuatro, es hora de dejar esas cosas provocativas para las jovencitas, no te parece?
Ella responde frunciendo el ceño, como no aprobando mis palabras
Querida, si yo tuviera el culo que vos tenés, usaría tangas infartantes por el resto de mis días, en fin...
Ella terminaba de ponerse bronceador y mientras se acostaba boca abajo en una de las esterillas, se colocaba los auriculares para escuchar un poco de música, me senté de lado, en una de las reposeras, cerré los ojos, el sol estaba demasiado fuerte y me puse a revivir los secretos inconfesables que habían provocado un cambio tan drástico en mi forma de lucir
Era cierto, me sabía dueña de uno de los mejores culos de la playa, de esos que cada hombre voltea al pasar y cada mujer lo mira con envidia, me encantaba lucirlo casi desnudo y que se marcaran en mi piel bronceada, los diminutos blancos de los bikinis, esos que enloquecen al sexo masculino, pero había abusado de algunas cosas y si bien el problema era más cerebral, por lo que yo pensaba, o lo que yo imaginaba, lo cierto es que me avergonzaba y me ponía incómoda volver a usar una tanguita casi hilo dental.
Hacía ya muchos años que convivía con Jorge, mi esposo, vivíamos solos en una casa demasiado grande, con cuartos para niños que nunca llegaron, siempre postergando la idea de ser padres por nuestras ambiciones profesionales.
Jorge y Jesús, además de hermanos era socios, ambos eran ingenieros y tenían una empresa de asesoramiento industrial, no sé bien explicar en detalle en que consistían esos trabajos, solo puedo decir que eran de viajar mucho, de ausentarse demasiado, uno, el otro, ambos, recorriendo las fábricas de todas las provincias.
Yo sabía que Jorge me había metido los cuernos más de una vez, una es mujer, se da cuenta, llamadas, mensajes, perfumes en sus camisas, algún rush descuidado en algún cuello, o un largo cabello negro perdido entre sus cosas. Era evidente que en esas escapadas laborales tenía toda la libertad que a mi lado no tenía. Como dije, yo lo sabía, pero jugaba a no saberlo, solo hacía la vista gorda porque aún hoy lo amo con todo mi corazón.
Y asumo que mi cuñada corre con la misma suerte, aunque nunca quise sacar el tema en forma directa, creo que ella también prefiere solo dejar pasar las cosas, pero es que nuestros maridos, los hermanos, parecen calcados, dos gotas de agua y siempre es evidente como se cubren mutuamente en el más mínimo desliz.
Esa situación solo la ignoraba, lo aceptaba, hacía ver que todo estaba bien, pero en el fondo me dolía.
Toda la trama secreta que me perturba empezó unos tres años atrás, yo trabajo en una importante multinacional y soy una de las dos secretarias de gerencia, me toca en suerte manejar agendas, programar viajes, atender llamados, ser un poco administrativa de papeles, documentaciones legales, un poco contable, otro tanto de recursos humanos, un poco de todo, es un trabajo ameno, me gusta y me pagan muy bien.
En esos días, mi compañera de años dejaba el empleo para tomar una posición similar en otra empresa y generó una vacante que un par de meses después sería ocupada.
Maite tomaría ese lugar, una chica mucho más joven que yo que en esos días estudiaba una licenciatura en recursos humanos, resultaría ser una empleada ejemplar y que honestamente era muy superior a mí en ese aspecto, incluso ella manejaba ingles a la perfección.
Pero no era su rol laboral el que me desvelaba, sino lo que ella era fuera del empleo. Maite no era una chica bonita, ni llamativa, pero tenía otra cabeza, diferente a la mía, desprejuiciada, desinhibida, lujuriosa, vivía su sexualidad en una forma muy loca y apenas entró en confianza conmigo no dudó en contarme todos los detalles, vivía de fiesta en fiesta, a veces me pasaba fotos de los chicos con los que estaba, no se ataba a nadie, explotaba una bisexualidad manifiesta y siempre tenía un tema caliente para tratar, dos chicos, otra chica, un chico y otra chica, reuniones de vale todo y sus historias eran tan locas como excitantes, al punto que al escucharla siempre terminaba toda mojada.
Digamos que su forma de encarar la vida era excitante, pero yo jamás me hubiera animado a tanto, yo era la fiel, la de jugar uno a uno, la que se amoldaba a lo que la sociedad dicta como normal.
Maite me encendía, en esas charlas de oficina a escondidas, incluso hasta me sentía acosada por ella, por sus palabras, por sus miradas, por sus gestos, siempre me decía que tenía un culo perfecto, y que tarde o temprano me lo iba a comer y solo me arrancaba calurosas sonrisas, y siempre le decía que eso nunca sucedería, estaba claro que a mí no me gustan las mujeres.
Ella a veces me arrancaba secretos, nunca supe porque alguna vez le confesé que me gustaba mucho el sexo anal, no sé, me hacía sentir sucia, perversa, y cuando mi esposo me lo hacía él se ponía como loco, como un animal, actuando por instinto y eso me hacía sentir poderosa.
También sabía lo malo de mi relación con Jorge, sus viajes, sus infidelidades veladas y mis sufrimientos en soledad, sabía que toda esa historia a Maite no le gustaba, y un poco por mis palabras no le caía en gracia la figura de mi esposo, solía decirme que alguna vez ese bastardo tendría su merecido, aunque esas palabras, nunca pasaron de palabras tiradas al aire.
Se acercaba el cuatro de setiembre, cumpliría ya treinta y cuatro años, un día especial para mí, pensaba celebrarlo en familia, como cada año, pero poco antes mi marido llegaría con la noticia de que tenía un viaje de trabajo impostergable, solo él podía resolverlo y no tendría forma de cambiar el destino.
Mi rostro de frustración, de desilusión, de desesperanza por la situación decían más de lo que mis palabras querían decir. Maite lo notó, era demasiado transparente para ella y solo tuvo que tirar de la punta del ovillo para hacerme hablar, y ese martes, mientras algunas lágrimas rodaban por mi rostro, ella me dijo
De ninguna manera mi Melany se quedará su fiesta! y si su marido no la valora, acá hay una amiga que le pondrá el pecho a las balas!
Ella fue tan convincente al hablar, y yo estaba tan bajoneada que con una sonrisa forzada acepté ir a su casa ese sábado por la noche
Recuerdo que el viernes, al terminar la jornada laboral me dijo
Amiga, para mañana afeitate toda la concha porque te la voy a comer hasta hacerte menstruar! - si, así de guarra era para hablar -
Eso nunca va a suceder - retruqué cuando ella caminaba hacia su coche -
Vos por las dudas, afeitate - me dijo cerrando la historia -
El sábado estaba sola y aburrida en casa, y sabía que no tendría sexo con ella, pero me resultó sexi depilarme por completo, aunque siempre me depilaba, en esta ocasión me sabría diferente.
Y llegaría la fatídica noche de festejar mi cumpleaños a solas con ella, fui a su casa con la fija idea de evitar cualquier juego lésbico entre nosotras, solo una cena para no estar sola y ya, pero al llegar, noté que mis pensamientos estaban completamente equivocados y que yo no tenía ni remota idea de lo que en verdad ella tenía en su perversa mente.
Es que ella no estaba sola, dos muchachos demasiados hermosos para ser reales estaban con ella, esos hombres irritablemente perfectos que te hacen mojar toda con solo mirarlos, esos que te hacen fantasear con los más perversos deseos, sentí que se agitaba mi respiración, entonces Maite dialogó
Melany, te presento a Denis y Alexis, ellos son viejos conocidos, bailan aceitados y semi desnudos en un club de mujeres, ja ja!
Chicos, ella es de quien les hablaba, treinta y cuatro años, no lo parece, verdad?
Traté de ser reservada con mi amiga, la aparté un poco y casi le susurré al oído
Estás loca? en qué diablos estás pensando
Pero ella contestó dándome una fuerte nalgada
No te preocupes mi amor! jamas olvidarás esta noche! no tendrás otro cumple como este!
Tal vez solo debería haber vuelto a mi casa para no enterrarme en el pantano, pero esos chicos, eran demasiado bonitos! y solo se cruzaba por mi cabeza mi querido esposo, donde estaría, que estaría haciendo, si el muy bastardo apenas me había hablado por la mañana para saludarme...
Y cominos, y bebimos, y otra copa, y otra más, demasiado para mí y rápidamente perdí la cordura, perdí el control, un poco ebria, un poco frustrada, un poco loca, un poco herida, un poco inconsciente, un poco curiosa.
Perdí la cuenta de la hora, solo recuerdo que en algún punto ellos se pusieron a bailar muy caliente, como stripper, con una música melosa de fondo, poco a poco dejaron caer sus prendas, sentí mis pezones duros y una incontenible cascada entre mis piernas, mi amiga aullaba y me enloquecía, sentada a mi lado, dos espectadoras en primera fila, tomamos una nueva copa y solo quería que eso no parara, ya no...
Denis y Alexis dejaron caer hasta los slips que tenían, y juro que no pude creer que esas vergas fueran reales, no era que el tamaño fuera importante para mí, pero eran dos sementales que asustaban, me quedé embobada viendo con la boca abierta esas pijas aun caídas, del tamaño de una botella de agua de medio litro.
Maite me tomaría por sorpresa, en un descuido me daría un enorme beso en la boca y sentí su lengua buscando mi garganta, sabía a alcohol, la aparte con espanto, pero ella solo se reía a carcajadas
Después de mi rechazo ella solo me dejó de lado, fue entre los chicos, los besó apasionadamente, a uno a otro y ellos empezaron a arrancarles las prendas, todo era muy erótico, muy porno, y yo miraba aun sin creer, con las mejillas ardidas en calor, Maite se dejó caer al piso de rodillas, acariciándole las vergas que poco se elevaban al cielo y se hacían intimidantes, y empezó a chupárselas, muy rico, una y otra, muy deseable, y solo se aseguraba de mirarme fijamente mientras lo hacía, sentía mi boca seca y me pasaba la lengua por los labios para humedecerlos, estaba nerviosa, envuelta en deseos entre lo correcto y lo prohibido.
Alexis salió del juego para venir a mi lado, a ofrecerme lo que cargaba, me mordí más fuerte los labios como tratando de negarme a lo inevitable, solo exhalé con fuerzas y ya, cerré los ojos y metí todo lo que pude su enorme pija en mi boca, hasta que me doliera en lo profundo de mi garganta, era tan rico, tan apetecible, sabía a hombre, sabía a macho y él me dejaba hacer acariciando mi rubia cabellera
Estaba perdida, Denis me sorprendió al otro lado, no lo vi venir, pero le regalé una sonrisa y fue su turno de mamarlo mientras pajeaba al otro con una mano, y ahí me encontré sin imaginarlo, sentada en el sillón, chupando verga a un lado y al otro, perdida, entregada como una puta, con la concha hirviendo en deseo, punzando en lo profundo, con la sangre caliente bullendo por mi cuerpo.
Mi amiga me sorprendió entonces colándose entre mis piernas, tampoco lo vi venir, pero Maite levantó mi falda y sacó mi ropa interior, la toco entre sus dedos y me dijo
Puta, estás toda mojada, y veo que te depilaste para mí!
Yo estaba demasiado ocupada chupando pijas como para responderle, y no podía mantener mis piernas cerradas, mi compañera de oficina solo empezó a darme un exquisito sexo oral, tal vez, el mejor de mi vida, no sé si estaba lo suficientemente ebria, ella me había advertido que lo haría, maldita!
Para mí era todo muy loco, más cuando Alexis se fue por detrás y empezó a cogerla, ella gemía sin dejar de chupármela. y yo hacía lo propio con la pija de Denis, un tren de locura sinfín.
En algún punto parecimos separarnos y cambiar, ella con Denis, por un lado, Alexis y yo por otro.
Ella estaba boca arriba con sus piernas abiertas a un lado, con el macho cogiéndola con vehemencia, y yo montando al que me tocaba en turno.
El lugar se llenó de gemidos, de orgasmos, de pecados, me calentaba ver como ellos cogían y la enorme verga de Alexis me taladraba la concha, me sentía puta como nunca, libre, maldita, lujuriosa, desatada.
Yo misma decidí cambiar de agujero y con un dolor que pronto se convertiría en placer solo me la metí en el culo, en ese punto deseaba mostrarle a mi amiga lo que tanto le había confesado en charlas de oficina.
La verga de mi macho se puso más y más dura, lo sentí venir, aceleré el ritmo, grité y al fin me llenó el culo de leche.
Maite dejó lo que estaba haciendo, se coló por detrás, sus manos abrieron mis nalgas y solo empezó a lamerme el esfínter mientras yo expulsaba semen, me pareció repugnante lo que estaba haciendo, pero al mismo tiempo me supo caliente
En eso estábamos cuando Alexis se acercó masturbándose para terminar sobre mis pechos, su semen estaba caliente, pegajoso y solo no dejaba de acabar, más y más hasta dejar mi frente nevado. Nuevamente Maite vino a la carga, maldita puta, solo empezó a chuparme muy rico las tetas, a mordisquearme los pezones y luego, casi a la fuerza me arrancó un nuevo y profundo beso de lenguas, labios contra labios, embebidos en ese manjar blanco de esos caballeros que nos habían cogido como bestias. Fue muy rico, lo admito, muy loco, un precioso beso entre mujeres compartiendo lo mejor de ambos hombres.
Solo nos perdimos entre música y alcohol, en locuras y sin darme cuenta había caído al abismo, esa no era yo, no tenía barreras, no tenía límites, en una carrera a toda velocidad, sin freno de mano.
Después de recobrar energías, Maite tomó un rol de espectadora, con una copa de vino se sentó a un lado y dejó en claro que yo era la agasajada y ella solo se quedó en un amplio sillón, masturbándose pacientemente con la imagen que le regalaban dos hombres y una mujer.
Esos machos de cuerpos perfectos y esculpidos me flanquearon, no pude, o no quise resistirme, uno volvió a dármela por el culo, luego el otro, se turnaban en mi trasero y por más grandes que eran ya me había acostumbrado a sus diámetros.
Me di cuenta que quería algo loco, tenía la oportunidad al alcance de mi mano y no sabía si alguna vez podría volver a hacerlo, se los pedí directamente, sin vueltas, ve senté sobre la verga de uno metiéndomela por atrás, y recosté mi espalda sobre su pecho, abriéndome toda para recibir la otra por delante, Denis se acomodó y me llenó la concha, me llenaron por ambos lados, enormes, completas, solo grité muriéndome de placer, solo quería más y más y naufragué en mis mares de orgasmos. Perdí noción de tiempo y espacio, esa no era yo, y Maite a un lado me animaba a no parar, me decía cuan puta era y cuanto amaba esas vergas que me estaban punzando en lo profundo.
Denis entonces la sacó de mi conchita, y la apuntó en mi culito, donde estaba la pija de Alexis, y empezó a forzar, creí que moriría, respiraba profundo tratando de tomar aire, más del que podía, pensé que me iba a desgarrar, me dolía mucho, pero no podía detenerme, solo no podía resistirme y la tentación del pecado era demasiada.
Poco a poco mi esfínter se estiró hasta no poder resistirlo, esas dos enormes vergas se habían colado en mi culo, gritaba como cerda, me encantaba, me masturbé hasta el hartazgo sintiendo esas enormes pijas moviéndose al mismo tiempo dentro de mi culo.
Maite vino a mi lado, y mientras ellos me daban una doble penetración anal, ella me comió la boca en interminables y profundos besos, eternos, femeninos, perversos.
Eran cerca de las cuatro de la tarde del día domingo cuando desperté enredada en las sábanas de mi propia cama, no recordaba cuando había llegado ahí, ni como, solo tenía recuerdos nublados de haber tenido sexo descontrolado hasta el amanecer, la cabeza se me partía y sentía olor a semen en todo mi cuerpo, me dolía todo, como si un tren me hubiera arrollado, me punzaba fuerte en lo profundo de mi intimidad, y noté mi esfínter destruido, cambiado, estirado, un antes y un después, maldita perversión.
El lunes, nuevo día de oficina y volví a ser la pacata de siempre, no podía mirar a mi compañera a los ojos, pero ella solo tenía esa sonrisa macabra marcada en los labios
No te preocupes! - me dijo apoyando su mano sobre la mía - será nuestro secreto, todo está bien, solo se vive una vez.
El sol quema demasiado, Jorge y Jesús siguen metidos en el mar, desentendidos se la situación, ya no puedo usar un hilo dental en la playa, temo que mi esfínter dilatado quede expuesto, y ya se, seguramente la situación pase más por mi cabeza, por mi imaginación, que por lo que en verdad es, incluso mi esposo tiene que haberlo notado, pero asumo que como hago yo, el prefirió no preguntar, mirar para otro lado y solo hacerse el distraído
Antonela! Antonela! - le digo a mi cuñada que parece haberse quedado dormida bajo el sol mientras la zamarreo con discreción - hace calor, vamos al agua un rato?
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