Mi historia sucedió hace bastantes años pero la recuerdo como si fuera ayer, ya que fue mi primera incursión en el sexo “prohibido”, si se le puede llamar de esa forma.
Soy una mujer felizmente casada con un hombre alto y muy guapo. Para mí es un excelente amante en la cama, además de un buen amigo y compañero. Yo soy morena, pelo oscuro, alta, con un físico bastante aceptable, suficiente como para que bastantes hombres se hayan dado la vuelta a mirarme más de una vez, sobre todo mi culo y mis piernas que tengo muy bien formadas y no se porque, llaman tanto la atención del sexo contrario y levantan pasiones 🙂.
Cuando ocurrió esta historia, gozaba con Marcos (mi marido) de una vida sexual bastante activa, y al contrario de lo que mis amigas me cuentan que les pasa con sus parejas, ha ido incrementándo hasta el día de hoy.
En ese tiempo sólo pensaba en el sexo sencillo y clásico, o sea, sólo con mi pareja, el misionero, el perrito y poco más, pero… ocurrió algo que cambió esa visión para siempre.
Mi manera de vestir nunca fue excesivamente provocadora, salvo algunas ocasiones en las que me colocaba mallas ajustadas, que marcaban sensualmente mi pelvis, y mi culo, sobre todo se hacía notar que mi ropa interior era muy pequeña, cosa que a mi marido le encantaba.
Si bien las camisas que acostumbro a usar son ajustadas, igualmente dejan ver el aspecto de mis pechos, cuyo tamaño es regular, pero muy bien formados.
Quiero detenerme un poco para analizar mi ropa interior, ya que como decía anteriormente, a Marcos siempre le agradó que usara sobre todo, los tangas de encaje, y mi forma de dormir era siempre con una camiseta y un tanga, que no duraba mucho puesto, ya que casi todas las noches me lo arrancaba para hacer el amor con mucha fuerza. Me encanta cuando me da bien duro hasta dentro con potencia.
Bueno, un día, recuerdo bien que era domingo, desperté muy agitada, y totalmente mojada entre mis piernas, debido a un sueño que había tenido, donde yo me veía teniendo sexo con un hombre que no era Marcos. La verdad es que el sueño fue muy real, y recordaba cada una de las sensaciones, la verdad es que me avergoncé un poco, y me sentía además culpable, ya que siempre he sido fiel a Marcos y en este tiempo, ni siquiera se me pasaba por la cabeza tal actitud, sobre todo, porque me parecía algo no correcto y fuera de mis principios, debido a todo esto, nunca le conté el sueño a mi marido.
Pasó el tiempo, y un buen día, - digo buen día ya que así lo considero ahora – llegó Marcos a casa comentándome que venía a visitarlo un amigo suyo desde Buenos Aires, y que pretendía quedarse en la ciudad por casi 2 semanas, y por supuesto, como era un antiguo amigo de carrera le había propuesto quedarse con nosotros en casa por ese tiempo.
La verdad que a mí siempre me ha desagradado un poco tener que compartir nuestro espacio con personas ajenas a nosotros. Pero a pesar de eso, estuve de acuerdo y lo acepté sin poner muchos inconvenientes.
No quiero entrar en más detalles y saltaré hasta el día en que llegó Pedro. Mi marido Marcos lo fue a buscar al aeropuerto, era un tipo alto, moreno, fuerte y muy agradable de carácter.
Los primeros cuatro días fueron totalmente normales, por las noches salíamos los tres para mostrarle la ciudad, de vez en cuando comíamos por la ciudad y otras tantas salíamos a bailar y a tomar unas copas para disfrutar del ocio nocturno.
Pedro tenía su dormitorio al lado del nuestro y muy cerca del baño. Hago esta acotación para que se imaginen la casa.
Al quinto día de permanencia de Pedro en la casa, Marcos, me informó que debía ausentarse por el fin de semana, ya que tenía que viajar por su trabajo fuera de la ciudad, pero que por eso, las cosas no cambiaban que Pedro aún se quedaría con nosotros, y que sólo estaría ausente hasta el lunes por la mañana.
Marcos se fue un viernes por la tarde, yo aproveché para salir a casa de una amiga, ya que Pedro iba a visitar a otro conocido de por aquí cerca, le pasé las llaves de la casa, ya que no sabía quién iba a llegar primero.
Como a las doce de la noche, volví a casa, entré sin hacer mucho ruido para no despertar a Pedro, cuando me dirigía hacia mi dormitorio, me percaté que la puerta de la habitación de Pedro estaba entreabierta, y con la poca luz que daba del pasillo, se podía ver a Pedro que estaba acostado totalmente dormido, pero sólo cubierto con las sábanas hasta la cintura, con su cuerpo al parecer completamente desnudo, ya que en la parte baja, entre sus piernas, se notaba perfectamente un bulto.
Bueno, obviamente pasé de largo hasta mi dormitorio, pero cuál fue mi sorpresa al acostarme, al darme cuenta que mi ropa interior estaba totalmente mojada, y aunque me resistía a creerlo, yo me encontraba algo excitada.
Me costó dormirme, en mi mente volvía a ver el cuerpo semi tapado de Pedro, el bulto entre sus piernas cubierto con las sábanas, y de vez en cuando recordaba además aquel sueño que tuve una vez teniendo sexo con un extraño, la forma en que lo hacía, las sensaciones, venían a mi mente muy claramente, todo ese juego de pensamientos alteraron mi sueño.
Al día siguiente, el sábado, desperté debido al ruido de la ducha, ya que Pedro había entrado al baño, decidí levantarme para ir a la cocina a preparar el desayuno, sólo me puse una camiseta, cuando salí de la habitación tuve que pasar inevitablemente por fuera del baño, la puerta estaba entreabierta, no sé si a propósito o por olvido, nuestra ducha posee como cortinas, de esos vidrios totalmente transparente, como poseída por alguna fuerza extraña, me detuve a mirar, pudiendo contemplar entre la visibilidad permitida por el vapor, el cuerpo totalmente desnudo de Pedro, quien comenzaba a enjabonarse, en principio lo vi de espaldas, su culo daba hacía mí en todo su esplendor, junto a sus firmes piernas. Pedro comenzó a enjabonarse primero la cabeza, lo que hizo que cerrara totalmente los ojos, en ese instante se giró para recibir el agua en su espalda, dejando ahora ante mi vista su pene, aunque flácido, era de un tamaño considerable, lo que sí, se veía bastante grueso, y muy peludo, mi mente divagaba por un momento, imaginándolo erecto y firme, más aún cuando comenzó a lavarlo, ya que era ahí cuando se lo tocaba y lo movía de un lado a otro.
Me salí de la escena rápidamente por dos motivos, el primero era que podía abrir los ojos ya lavados y verme, pero la principal razón era, que me di cuenta de lo que estaba haciendo, espiando a otro hombre, cosa que aún no concebía del todo, me dirigí a la cocina y preparé el desayuno, volví a mi habitación y esperé a que Pedro terminará para ocupar la ducha, pero esta vez cerré muy bien la puerta, no quería ser yo esta vez, la víctima de miradas.
Esa mañana me coloqué un vestido muy corto, debido al calor que comenzaba a sentirse, sin sujetador, cuando nos sentamos a la mesa con Pedro, conversamos de todo, pero traté de que no se notara que yo lo había visto en la ducha, cada vez que me paraba a buscar algo, notaba que su mirada iba directa a mis piernas y mi culo, esas miradas provocaron en mí, aunque no lo quería, cierto grado de excitación, situación inevitable que trajo consigo la erección involuntaria de mis pezones, haciéndolos sobresalir y marcarse muy notoriamente en mi delgado vestido, por supuesto, que Pedro lo notó, y en varias oportunidades, lo sorprendía mirándomelos directamente.
Así pasó el día, Pedro salió durante la tarde, y yo me quedé en casa. Durante todo ese día, hizo mucho calor, situación de la que me aproveché en la noche. Como Pedro me avisó que llegaría tarde a dormir, yo aproveché para acostarme temprano, traté de leer, pero no me podía concentrar, ya que mi mente divagaba en el recuerdo de Pedro en la ducha, su pene al aire, sus miradas a mis piernas y pechos, además del recuerdo de mi sueño teniendo sexo con un desconocido, ese mar de pensamientos no me dejaban tranquila, y una idea loca pasaba por mi mente, me preguntaba, como sería Pedro sexualmente. La verdad que ese pensamiento, acompañado de los otros provocaron una intensa excitación involuntaria en mí, la que llevó a que me comenzara a tocar por sobre mi ropa interior, percatándome que estaba totalmente mojada.
Aquellos pensamientos iban creciendo cada vez más y más, y decidí probar una idea. Busqué un conjunto semi transparente, que sólo me cubría hasta un par de centímetros más debajo de mis senos, dejando visible todo mi vientre.
Calculando la llegada de Pedro a la casa, dejé descaradamente la puerta de mi dormitorio abierta, y la luz de la lámpara encendida con una tenue intensidad, me acosté y me tapé a medias con las sábanas, dejando al aire mi pierna que estaba ubicada a la orilla de la cama con vista a la puerta y la mitad de mi vagina al aire, pero siempre con el diminuto tanga puesto, haciéndome la dormida con un libro sobre la cama.
Pasado un pequeño rato, sentí el ruido de las llaves en la puerta principal, era Pedro, escuché sus pasos aproximándose a su dormitorio, pero se detuvo frente a mi puerta como era de esperar, el silencio fue por unos minutos, luego continuó su trayecto hasta su dormitorio. Por un momento pensé que se dirigió a dormir y que sólo se limitó a observarme, pero cual fue mi sorpresa, cuando en un par de minutos, sentí sus pasos dirigiéndose a mi cuarto, pero esta vez no eran sonidos de zapatos, si no, totalmente descalzo, no podía saber cómo venía vestido, ya que preferí permanecer con los ojos cerrados, aún fingiendo estar dormida.
Sentí que se apoyó suavemente en mi cama, a mi lado, y muy sutilmente colocó uno de sus dedos en mi pierna, luego dos, hasta colocar suavemente toda su mano, quizás en un gesto de tratar de no despertarme. Comenzó a subir su mano por mi pierna, hasta llegar a mi pelvis, la que tocó con muchísimo cuidado. Mi corazón se aceleraba, quizás por la excitación que sentía, la piel aunque no lo quería, se me puso de gallina, y mis pezones se erectaron.
Pedro recorrió con sus dedos por encima del pequeño triángulo de género que formaba mi tanguita, palpando mi bello púbico sobre él, luego descendió por entre mis piernas, siempre sin separar su tacto a mi piel, recorriendo toda la abertura de mi coñito, que en ese momento comenzaba a empaparse, sus dedos subían y bajaban por mis labios palpitantes.
Seguramente se percató de la erección de mis pezones, ya que suavemente los tocó con su otra mano, y luego procedió a subir mi corto camisón para dejar mis dos pechos totalmente al aire. La verdad es que me moría de ganas de mirar su polla, y ver qué dimensiones había alcanzado hasta ese momento, pero sentía de todas maneras un cierto temor a lo que estaba haciendo, por lo que permanecía con los ojos bien cerrados.
De pronto, sentí que ambas manos tocaron mi tanga, procediendo a bajarlo muy lentamente, como era diminuto, no le costó mucho trabajo hacerlo, además, yo no oponía mucha resistencia, hasta que lo quitó totalmente, quedando mi coñito totalmente al aire y mis piernas entreabiertas. Pedro, volvió a colocar sus dedos, pero esta vez sobre el vello púbico, comenzó a bajar hacia mis labios vaginales, recorriéndolos suavemente, la verdad que esa sensación me estremecía, cuando llegó hasta la abertura del coñito, la que por supuesto estaba totalmente mojada. Pedro muy delicadamente comenzó a introducir uno de sus dedos, primero sólo un poco, hasta llegar a meterlo totalmente, eso me volvía loca, ya me costaba trabajo disimular mi excitación, más aún cuando lo comenzó a mover en mi interior.
Una de mis manos descansaba sobre el costado de la cama, de pronto sentí que algo la rozaba, entreabrí los ojos suavemente, y pude ver el bulto de su polla que amenazaba por salir de su ropa interior. Pedro estaba comenzando a rozar cada vez con mayor ritmo su paquete por la palma de mi mano, que hasta el momento permanecía inmóvil. Mi excitación comenzaba a elevarse, fue en ese momento cuando ya no podía aguantar más, y mi excitada respiración comenzó a notarse, simplemente entreabrí mi mano y tomé aquel bulto apretándolo, Pedro lanzó un quejido y me miró fijamente a los ojos. Saqué mi mano de su paquete y de un solo tirón le bajé su boxer, dejando al aire un miembro duro, grande, muy grueso y bastante venoso, la cabeza de su polla estaba super mojada, comencé a masturbarlo, mientras él continuaba haciendo lo mismo en mi coñito, su otra mano se abalanzó sobre mis tetas, que comenzó a tocar con desesperación, como pude me curvé para llegar con mi boca hasta su polla, introduciéndomela y chupándosela con mucha delicadeza.
Mi lengua recorría ese venoso miembro de arriba abajo, y los gestos de Pedro hacían notar que le agradaba enormemente, la masturbación que le propinaba con mi boca me hacía tiritar. Con un movimiento casi atlético, Pedro se ubicó de tal forma que hicimos un 69 perfecto, su sexo quedó ubicado frente a mi boca y mi coñito en la suya, ambos al mismo tiempo comenzamos a darnos placer el uno al otro, sentía como su lengua se paseaba por los labios de mi vagina, introduciéndose de vez en cuando en mi interior, rozando mi clítoris, lo mismo hacía yo con mi boca en su pene.
Muy pronto Pedro no aguantó más, y saliendo de esa posición me tiró sobre la cama, abrió mis piernas, y colocó la punta de su enorme miembro en la entrada de mi coñito, lo comenzó a rozar ligeramente, de arriba abajo, mi excitación crecía, y sentía ese pene perfectamente en la entrada de mi sexo, luego lo dejó quieto, tomó mis caderas con ambas manos y de un solo tirón, me lo metió muy profundamente, fue un gemido conjunto, sentí su miembro todo duro y venoso en mi interior, comenzó a moverse con energía, mis manos instintivamente llegaron a su trasero, el que con cada embestida se colocaba muy duro, nuestros cuerpos comenzaban a sudar.
Después de unos minutos, sacó su polla, me tomó, levantándome y girándome, para volvérmelo a meter a lo perrito, su ritmo aumentaba y yo casi acababa, le pedí montarlo, accedió al acto, fue el momento en que sentí con mayor profundidad su miembro en mi interior, su respiración aumentó, me decía que no podía más e iba a correrse, cuando al momento en que yo comenzaba a sentir mi orgasmo, un intenso fluido en mi interior anunciaba que había desparramado ya toda su leche en mí, caí desplomada en su sudado cuerpo, y así nos quedamos descansando por el transcurso de la noche. No lo podía creer, había tenido sexo por primera vez en mi vida con un hombre distinto a mi marido, pero la verdad es que lo disfruté mucho.
A la mañana siguiente, Pedro ya estaba en su propio dormitorio, y yo descansaba sólo con las sábanas, cuando llegó Marcos, me saludó con un tremendo beso en la boca.
El día continúo normal, siempre disimulando de mi parte lo ocurrido con Pedro.
Quedaban sólo unos días para que Pedro nos dejara y regresara a su origen, cuando una mañana Marcos me contó al despertar, que había tenido un sueño extraño, me veía en él, teniendo sexo con otro hombre, la verdad que ese comentario me asustó mucho, pero me dijo que lo más extraño de todo, era que eso le había excitado, el verme como yo estaba excitada y que incluso, en un momento de la escena, él se metía al juego conmigo y ese desconocido, yo sólo lo miré muy fijamente. La verdad que esa idea igual me comenzaba a excitar, ya que sólo sería sexo, le pregunté con un poco de temor a su reacción si le gustaría intentarlo. Marcos accedió y planeamos incluir a Pedro en la fiesta, obviamente aún no le contaría lo ocurrido con él.
Planeamos ir a bailar los tres y que en ese lugar yo comenzaría con algunos roces con Pedro cuando me tocara bailar con él.
Así lo hicimos, me coloqué un vestido corto y nos fuimos. Llegamos a un local alejado de la ciudad, entramos, todo el ambiente era propicio, música, luces bajas, y bastante gente, comenzamos tomando algo en la mesa, luego el primer baile lo hice con mi marido, bailamos y sensualmente, me tomaba a ratos de la cintura y me pegaba mucho a su cuerpo, después de unos minutos Marcos le insinuó a Pedro que me sacara a bailar, entre movimiento y movimiento, Pedro pasaba a rozar mis senos, igual me agarraba de las caderas, pero con las manos un poco más abajo, con dirección más hacia mi culo.
Después de un rato nos fuimos a sentar, pero esta vez me senté junto a Pedro y Marcos enfrente, durante la conversación, comencé a rozar mi pierna junto a la de Pedro, como ya habíamos tenido un encuentro previo, no me resultó muy difícil que Pedro entrara en el juego, sobretodo cuando baje mi mano y se la coloque de lleno en su paquete.
En un acto reflejo Pedro me abrazó y me comenzó a acariciar la espalda delante de la mirada de mi marido, sus caricias eran cada vez más sensuales, hasta comenzar a trasladar sus manos por mis costados, acercándolas cada vez más hasta mis pechos, los que muy descaradamente me comenzó a manosear por encima de mi ropa.
Mientras ocurría esto, Marcos se quedó mirándome fijamente, me guiñó el ojo y diciéndome que sabía todo lo que había pasado los días anteriores, que Pedro y él lo habían preparado y que no había nada que le excitara más que ser el marido de una mujer tan perra. Propuso que dejáramos el lugar y nos fuéramos a otro sitio más discreto, el mensaje era claro para nosotros, seguir con la aventura en casa, la verdad que esa noche fue fantástica, nunca había sentido tan fuerte el sexo al ser poseída por dos hombres a la vez, quienes me acariciaban al mismo tiempo, cada uno se encargaba de un pezón, mientras uno me lo metía por el coñito, el otro me metía su venoso y duro pene en la boca.
Fue una aventura muy excitante que repetimos cada vez que tenemos la oportunidad, la verdad es que después de eso pude diferenciar entre hacer el amor y tener sexo, la primera sólo lo haces con tu pareja.
BellaPerrix ❤️
2 comentarios - Mis inicios en el sexo prohibido