Con una carcajada maléfica, y tocándose las tetas, ella dijo
-Ay, chicos… esto no puede quedar así-, no puede ser que yo esté flotando en el aire y ustedes estén ahi, duros, con cara de intriga… mami se va a ocupar de ganarse el postre.
Y se sentó en el vértice de la cama, y nos puso a cada lado. Nos manejaba del modo más eficiente, agarrándonos de las pijas, como si fueran manijas, y empezó a pajearnos despacito, y a decirnos cosas
-quiero postre, pero quiero un postre especial… mmmm como se está poniendo esto… quiero leche de ustedes encima mío, pero como me porté bien, como soy única, quiero que me conviertan en diosa, y acaben los dos juntos…
Y empezó a chupar la cabeza de la pija de su marido, mientras me masturbaba en forma cadenciosa. Yo no pude reprimir mis gemidos, porque me brotaban del cuerpo, pero además porque necesitaba decirle que iba bien.
Ninguna palabra iba a romper el hechizo: dos hombres masturbados y chupados por una mujer que nos prodigaba sus besos muy armónicamente.
Se ve que sintió algo en su mano, que se aferraba a la pija de su marido, y le pegó un cachetazo en la punta de la pija. Suave, pero firme.
-Esperá, no te vayas a acabar ahora, que ya falta poquito.
Debo ser sincero. No puedo contar nada más de lo que pasó en esa habitación, porque entré en un lugar de ensoñación, límite entre estar soñando y la realidad. Hay una palabra exacta para describir mi estado pero ahora no me la acuerdo.
Cuando su boca me envolvía, en mi cuerpo confluían descargas eléctricas en mi espalda, en mi nuca. Y yo necesitaba aferrarme a algo: su nuca, sus tetas. Pero apenas si tenía apoyada una mano mía en su hombro.
Cuando su mano me envolvía, la sensación era completamente distinta, pero me arrancaba gemidos de placer.
Electricidad y cosquillas en ese estado confuso, me llevó a murmurar
-viene
Y ella entonces, sin soltarnos, se tiró en la cama, y empezó a masturbar furiosamente a su marido, que jadeaba intensamente, mientras me acariciaba dulcemente a mí, dejando que los estertores empezaran a atravesarme.
Por un instante, todo se suspendió, sentí morirme. No hubo gemidos ni respiración, creo que ni siquiera latidos. Como si fuera enrollándose, esperando ese momento único, cuando todo se libera, se desenrolla.
Me soltó, y entonces fue mi mano la que terminó la tarea. Con un largo gemido, en el momento del primer espasmo, solté mi primer descarga de leche, que recibió entre sus pechos. Y ella empezó a enloquecer, cuando sintió detrás de mi premio, el de su marido.
Nuestros tres voces parecían un coro de afirmaciones… los tres decíamos sí, si, si, y tres, cuatro chorros de leche más le volqué en su cuerpo, y mi socio hizo lo propio.
Ella enloquecía… se untaba con nuestras leches, la juntaba en su mano, se la pasaba por el clítoris, y empezó a convulsionar de placer.
Mientras más leche recibía, se acariciaba con más ardor, y se pajeaba furiosamente. Yo le rocé un pecho, y creo que eso fue suficiente para que arqueara su espalda, y acabar por última vez.
Fue un orgasmo único, de a tres. Que nos derrumbamos en la cama sin una gota de leche, ni de energía.
Todo concluyó en un beso en la boca para cada uno, más risas y un
-¿Tendrán hamburguesas?
0 comentarios - Finalmente... todos acaban - trio HMH- 5ta parte y final